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Kaizen personal: para el crecimiento colectivo

Lic.Adm. Fernando Málaga Málaga


Director del Instituto de Comunicación Integral - ICI

En reciente conferencia organizada por el Instituto de Comunicación Integral y la


Escuela de Administración de la FACEE, tuvimos la oportunidad de escuchar la
exposición del proceso que tuvo el desarrollo del asombroso milagro económico
japonés, descrito por el señor Takashi Manabe, Consejero de la Embajada de Japón
en nuestro país. Al finalizar la clase magistral y en la ronda de preguntas, surgió del
panel la interrogación sobre las herramientas y métodos estratégicos que hicieron
posible el resurgimiento post guerra de ese país, hasta encumbrarlo como la segunda
economía global, con liderazgo reconocido mundialmente en la industria de todo tipo.
La respuesta no se refirió a relacionar el fantástico ascenso, con temas económico-
monetarios, ni con explicaciones sobre retornos de inversión o cálculos proyectivos de
carácter financiero, como podría haber sido la explicación esperada. Escuetamente,
Manabe refirió que el factor decisivo para el gran despegue de su país, se basó en
aspectos más bien culturales, como la dedicación al trabajo sin retaceos, el
sometimiento puntual a los horarios, la entrega a tiempo de lo encomendado, el
respeto de la palabra dada. En una palabra: VALORES; con mayúsculas, agrego. El
pueblo japonés es identificado por laborioso, dedicado y respetuoso de las normas de
su ancestral cultura, que constituye la simiente de las doctrinas empresariales que han
servido y sirven al mundo entero.

La economía nipona devastada, se repuso aplicando la sabiduría de la investigación y


recogiendo la prédica de la calidad total que, por ejemplo, Juran y Deming difundían
sin mucha audiencia entre los empresarios norteamericanos, sus connacionales.
William Edwards Deming se fue a Japón y la aplicación de sus principios al
renacimiento de la industria japonesa le obtuvo ser condecorado por el propio
emperador Hiroito con la Medalla del Tesoro Sagrado de Japón. El reconocimiento a la
gran contribución del pensamiento, también signa el espíritu de la cultura japonesa.

Líderes y gurúes de aceptación en las esferas académicas y de aplicación práctica


corporativa, han entregado lo mejor de su conocimiento y en su desarrollo empresarial
japonés competitivo, han demostrado con creces, la efectividad de sus asertos. El
aporte de Japón al crecimiento universal de las ciencias administrativas es significativo
y valioso, también.

Creativos y estrategas de la empresa han desarrollado valiosas herramientas a lo


largo de la segunda mitad del siglo pasado, como Kaoru Ishikawa, que introdujo su
famosa “espina”, llamada diagrama de causa-efecto, Shigeo Shingo, creador del
proceso de control “cero defectos”, Genichi Taguchi que aportó métodos estadísticos
para lograr costos y calidad mejores, optimizando el diseño de los productos y su
fabricación, Hajime Karatsu autor de “CTC La sabiduría japonesa”, que pregona la
excelencia cuando un directivo capaz asume el mando de una organización, Kenichi
Ohmae el gran pensador de las estrategias administrativas y creador del concepto de
la economía sin fronteras, Taiichi Ohno famoso diseñador del sistema de producción
“just in time” (JIT). La gigante Toyota implantó este método productivo, y se constituyó
en la primera empresa mundial en la fabricación de autos. Desde luego, dejo al último
y no por ello al menos importante, Masaaki Imai, tratadista y consultor internacional,
creador de la filosofía Kaizen que titula este artículo.

Los vocablos japoneses Kai (cambio) y Zen (para mejorar) dan origen al concepto:
”Mejoramiento Continuo” que propugna esta filosofía industrial -si cabe el término- que
va más allá de los aspectos funcionales y organizativos. Reflejan esa cultura referente
que implica el involucramiento en los procesos y sus resultados, partiendo del
compromiso de los actores empresariales; no sólo inversionistas y directivos sino,
fundamentalmente, los trabajadores. “El Kaizen puede ser delimitado en al menos
tres tipos o formas: Kaizen management, Kaizen grupal y Kaizen individual”, afirma
Imai, para recordar el protagonismo del ser humano en el desarrollo convencional de
una empresa y, por ende, de la microeconomía toda.

Podría calificarse de una proposición de inconformismo positivo: ahora estoy bien,


pero voy a cambiar lo bueno para estar mejor. La revolución, recuerdo que decía el
rector de San Marcos Luis Alberto Sánchez, no es la que con estruendo destruye, sino
la que silenciosamente crea. El Kaizen es eso, cambios pequeños en el día a día y
que, no por sencillos son menos efectivos. El crecimiento personal basado en valores,
se convierte en progresión colectiva y hace a un país grande. Retomar nuestras raíces
sería la demanda Kaizen para el Perú que busca necesariamente su identidad común
y direccionarla hacia el progreso de todo el pueblo peruano y la generaciones
futuras.

Concluiré recordando al gran Deming citado, quien al volver a su país sostuvo un


programa por la NBC, bajo el título cuestionador: ”¿Si Japón puede… ¿por qué no
podemos nosotros?". Es oportuno hacernos la misma pregunta. La respuesta la puede
dar el Kaizen.

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