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LITERATURA UNIVERSAL II

Margarita Orozco Escamilla

LOS MISERABLES – Consideraciones sobre la psicología del personaje Jean Valjean

De todas las obras clásicas que he leído hasta la fecha, en ninguna he tenido hasta ahora un héroe o personaje
favorito, ninguno me ha llegado tan hondo como Jean Valjean. ¿Por qué? En principio por esa gran bondad
que emana de su ser casi desde los inicios del relato de esta maravillosa novela. Valjean es un proscrito, un
apartado de la sociedad, un hombre endurecido de modos y corazón a fuerza de vivir preso durante veintiséis
años por haber robado una hogaza de pan para alimentar a los famélicos hijos de su hermana.

A partir de que obtiene la libertad, en forma condicional, trata de reintegrarse en una sociedad que no
comprende, no sabe cómo vivir. Para colmo y también como prueba que el destino le plantea es que siendo
un casi salvaje, llega a interactuar, o a ver cómo actúa un hombre bueno y sabio que le brinda el mejor
ejemplo de tolerancia y perdón. A partir de ese “simple” hecho, Val Jean ve al hombre en particular, y a la
humanidad en general, como entes provistos de cierta bondad a los que hay que imitar. Y no solo imita lo que
en su primitivo cerebro se configura como bien hacer al prójimo. Lleva la grandeza y magnanimidad de su
corazón hasta límites insospechados a través de todas las vicisitudes que le tocan en suerte, tanto a él como a
los diferentes personajes que a lo largo del tan minucioso relato de vida y costumbres nos hace Hugo. Valjean
no se contenta con ser un hombre próspero, da bienestar y holgura a quienes tiene a su alrededor. Vive con
una cualidad extraña a la vez que enaltecedora, poco común en la gente de todos los tiempos: no critica, no
juzga a sus semejantes. Parece que el fin que se ha propuesto en la vida como casi único derrotero, es el de
hacer el bien, independientemente de persona o condición. Encumbrado como llega a estar, con la mejor
posición de altura en todos los niveles que le puede proporcionar el ser dueño y señor de un poblado próspero
que ha crecido gracias a su inteligencia e inclinación al trabajo honrado y compartido con quienes de esa
forma se ven beneficiados, prefiere dejar todas esas comodidades de gran hombre para cumplir con su deber
moral de no permitir que otro desgraciado sea confundido con él y tome su puesto en un juicio en el que, de
quedarse callado, cometería una gravísima injusticia contra otro ser humano, por muy loco y ausente de su
realidad que éste se encuentre. Esta es una muestra de la magnanimidad y ánimo de que prevalezca ante todo
la justicia y el bien que Valjean se ha impuesto a toda costa, aunque en ello vaya implícito el tener que dejar
todo atrás para emprender una nueva vida, adjudicándose responsabilidades que no le corresponden y que a la
postre vendrán a ser causa de alegría en su vejez y una constante preocupación porque esa responsabilidad tan
seriamente adquirida años atrás, será objeto de la pasión del amor dentro de un lugar cercado por altísimos
muros, casi infranqueables. Val Jean escapará siempre de su verdugo perenne, y cuando el turno toque de
devolver mal por mal, opta por devolver bien por mal a quien toda la vida le ha causado miles de desazones
conflictos, con el resultado de optar abruptamente por caminos distintos y sorpresivos en cada nueva aventura.
Valjean es para mí el ejemplo de la persona buena por excelencia, desprovista de afeites y presunciones,
presto a brindar la mano a quien lo necesite. Conocedor de la naturaleza vil y despreciable que surge de
algunos seres, no solo no los acribilla desenmascarando sus bajezas, sino que se conforma en pagarles el
precio monetario de lo que sus fechorías reclaman sin más argumento que el que le permitan obrar a favor de
quien le necesita. El modo de conducirse de Valjean ante todas las circunstancias que la vida le presenta, es
para mi gran ejemplo de la grandeza de ser y de su victoria ante la adversidad, siempre en silencio, siempre
procurando por todos los medios que la justicia prevalezca y que no haya atropello a ningún ser mientras él
pueda impedirlo. Val Jean es, hasta ahora, mi máximo personaje, tanto por sus orígenes, como por la vida que
él mismo se forjó a partir de la única oportunidad que el destino le brindó de ser grande entre los miserables
con los que le tocó compartir todo lo suyo y a quien nadie dio nada a cambio, salvo el cariño y el respeto que
solamente Cossette le prodigó mientras estuvo junto a él, pero quien al final optó por hacer su vida con
Marius. Valjean esperó la muerte tan silenciosa y sencillamente como vivió sin que acaso alguien fuera de
Cossette pudiera dar fe de la grandeza de espíritu.

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