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Según los indios Caribes y Tamanacos, Amalivaca fue el creador de la humanidad del Río
Orinoco y del viento. Vivió mucho tiempo con los Tamanacos. Dotó a toda la tribu de
inmortalidad, pero por culpa de la incredulidad de una anciana, los indios se volvieron otra vez
mortales. Se dice que muchos años atrás hubo una gran inundación. Amalivaca salió entonces
en una canoa a recorrer el mundo y junto con su hermano Vochi arreglaron los desastres del
diluvio. En esta gran inundación solo quedó una pareja de humanos vivos. Ellos se fueron a
una gran colina y desde allí comenzaron a arrojar los frutos de la palma moriche, saliendo de
sus semillas los hombres y las mujeres que pueblan el mundo hasta ahora.
La muchacha tomó el buen camino y tras mucho caminar llegó a la casa del dueño de la luz. Le
dijo al joven que ella venía a conocerlo, a estar con él y a obtener la luz para su padre. El
dueño de la luz le contestó que le esperaba y ahora que había llegado, vivirían juntos. Con
mucho cuidado abrió su torotoro y la luz iluminó sus brazos y sus dientes blancos y el pelo y los
ojos negros de la muchacha. Así, ella descubrió la luz y su dueño, después de mostrársela, la
guardó. Todos los días el dueño de la luz la sacaba de su caja para jugar con la muchacha.
Pero ella recordó que debía llevarle la luz a su padre y entonces su amigo se la regaló. Le llevó
el torotoro al padre, quien lo guindó en uno de los troncos del palafito. Los brillantes rayos
iluminaron las aguas, las plantas y el paisaje. Cuando se supo entre los pueblos del delta del
Orinoco que una familia tenía la luz, los warao comenzaron a venir en sus curiaras a conocerla.
Tantas y tantas curiaras con más y más gente llegaron, que el palafito ya no podía soportar el
peso de tanta gente maravillada con la luz; nadie se marchaba porque la vida era más
agradable en la claridad. Y fue que el padre no pudo soportar tanta gente dentro y fuera de su
casa que de un fuerte manotazo rompió la caja y la lanzó al cielo. El cuerpo de la luz voló hacia
el Este y el torotoro hacia el Oeste. De la luz se hizo el sol y de la caja que la guardaba surgió
la luna. De un lado quedó el sol y del otro la luna, pero marchaban muy rápido porque todavía
llevaban el impulso que los había lanzado al cielo, los días y las noches eran muy cortos.
Entonces el padre le pidió a su hija menor un morrocoy pequeño y cuando el sol estuvo sobre
su cabeza se lo lanzó diciéndole que era un regalo y que lo esperara. Desde ese momento, el
sol se puso a esperar al morrocoy. Así, al amanecer, el sol iba poco a poco, al mismo paso del
morrocoy.
Guaraira Repano
La ciudad de Caracas está enclavada en un hermoso valle. El Ávila es el nombre con que se
conoce a la montaña que bordea el Norte de la metrópoli. En tiempos precolombinos recibía el
nombre de Guaraira Repano, que significa algo así como: "la ola que vino de lejos" o "la mar
hecha tierra". Según los mitos de los indígenas venezolanos, en tiempos antiguos no existía la
montaña. Todo era plano, se podía ver hasta el mar. Pero un día las tribus ofendieron a la gran
Diosa del mar y ésta quiso acabar con toda el pueblo. Entonces se levantó una gran ola, la más
alta que se había visto y toda la gente se arrodilló o e imploró perdón de todo corazón a la Diosa
y justo cuando iba a descender la ola sobre ellos, se convirtió en la gran montaña que hoy existe.
La Diosa se había apiadado y había perdonado a la tribu.
Dioses aborígenes
[editar]María Lionza
Odo´sha
Espíritu maligno, dueño del bosque, del viento, demonio de la montaña y señor del ensueño.
Siempre está listo a clavar una espina en la lengua de los que se atreven a salir de noche y que
hacen caso omiso de su silbido de advertencia. A su cargo están los demonios llamados
Suamo, dueños de animales salvajes que comen gente. Habitan las alturas de los tepuyes
guayaneses.
]Amalivaca
Dios Creador del mundo y de los hombres. También conocido por otras tribus como: Amaruaca
y Amarivaca.
En la mitología indígena, Amalivaca fue el creador de la humanidad, del río Orinoco y del
viento. En principio hizo a los hombres inmortales pero en castigo a sus faltas, los volvió
mortales. Se dice que hace muchos años atrás hubo una gran inundación.
Amalivaca salió entonces en una canoa a recorrer el mundo y junto con su hermano Vochi
fueron reparando los daños del diluvio, después del cual solo había quedado una pareja de
humanos vivos. Ellos se fueron a una gran montaña llevando semillas de palma moriche y
desde allí las dispersaron lanzándolas hacia el mundo. De estas semillas nacieron los hombres
y las mujeres que pueblan el planeta.
Ches
Dios andino de los cultivos. A esta deidad se le invocaba para conocer el futuro de una
cosecha. Se le rendían sacrificios para que el cultivo fuera bueno. Es conocido también como el
dador del bien y del castigo y como habitante de los páramos y las lagunas.
Arco
Deidad acuática. Posee una naturaleza dual: a la vez es creador y destructor, cura pero
también ocasiona enfermedades. Era esposo de Arca. Se le vincula con Ches y los arco iris. Se
le identifica como un ave del páramo.
]Tamoryayo
Según la tribu de los Yukpa, Dios creador que vivía en las nubes, de donde una vez bajó a
cambiar de sitio el firmamento para colocarlo donde ahora está. Luego creó al primer Yukpa.
Con el tiempo, viendo al hombre solo, le mandó a un pájaro carpintero como emisario y le
mandó el mensaje de si quería compañía. El primer hombre dijo que sí y entonces el pájaro se
fue en busca del árbol Manüracha o Caricai, que al ser cortado botaría sangre. El yukpa cortó
en dos al árbol y se transformaron en dos mujeres. Tomó a una de ellas, le hizo cosquillas y
con la risa de la mujer le entró el alma al cuerpo. Hizo lo mismo con la otra mujer y luego les
puso el nombre de Yoripa. Después las preñó y así comenzaron a nacer los Yukpa.
Osemma
Dios yukpa de la agricultura. Era de cabellera muy larga, cubierta de flores y de granos de
maíz. Como no hablaba la lengua Yukpa, usaba una ardilla de intérprete. Vivió mucho tiempo
con la tribu, enseñándoles a cultivar la tierra y cuando al fin se fue, dicen los Yukpa que se
empequeñeció a tal grado que la tierra se lo tragó y ocurrió entonces el primer temblor.
Mareiwa
Según los Waraos, era hijo del trueno. Era el poseedor del fuego, y lo guardaba celosamente
en una cueva, lejos de los hombres. Junuunay, joven guajiro, pudo entrar en la cueva y robó
dos brasas, y fue así como se extendió el conocimiento del fuego entre los hombres.
Pulowi
Según los Wayus es la esposa de Juya, dios de la lluvia. Se dice que posee muchas riquezas y
que es muy peligrosa. Tiene una naturaleza dual: es la muerte, pero también es la vida.
Guaygerri
Junto con Urrumadua, dioses creadores entre la tribu de los Achaguas.
Puru
Según los Sálivas, fue la deidad que hizo todo lo bueno y vive en el cielo. Su hijo mató a una
serpiente que tenía acosada a la humanidad, y de cuyas entrañas salieron unos espantosos
gusanos que luego se convirtieron en los caribes.
Kúwai
En la tradición de los hiwi, era el Dios creador del mundo y los hombres. Para crear al primer
hombre utilizó barro, pero la lluvia lo deshizo, en un segundo intento usó cera de abejas, pero
el sol lo derritió, al tercer y último intento lo hizo de madera. La reproducción de los Hiwi fue
gracias a un ratón que logró que sus sexos se diferenciaran.
Kuai-mare Era el Dios principal de los Waraos. Su nombre significa "El Feliz que Habita
Arriba". Es blanco, cabellos largos, ojos grandes, orejas largas, tanto que una llega al oriente y
otra al occidente, y los zarcillos que usa brillan como el oro y la plata. Su vestimenta es una
túnica finísima que flota en el aire produciendo la brisa que agita el agua de los ríos. Cuando
camina produce movimientos de tierra. Es el creador de los espíritus buenos y de los malos.