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El anillo

El anillo o sortija es un aro con más o menos decoración que se utiliza como
adorno de los dedos de las manos. El anillo completo se compone de tres partes:

• el aro
• el chatón o parte más o menos plana
• la gema o piedra preciosa (colocada sobre el chatón) la cual a menudo se
sustituye por vidrios o esmaltes de menor categoría que intentan imitarla, o
por un grabado hueco que servía de sello para autentificar documentos.

La gema suele estar decorada con entalles o relieves y cuando no existe, el


chatón lleva, por lo general, letras o figuras grabadas. Por la forma de las figuras
que ostentan el chatón o la gema se reconoce la procedencia del anillo.

El anillo viene utilizándose como adorno de la mano en toda clase de personas ya


desde el antiguo imperio egipcio, según lo han revelado los hallazgos realizados
en sus tumbas. No parece que fuera conocido por los caldeos y asirios pero sí por
los persas, fenicios, griegos, etruscos, romanos y demás pueblos occidentales, y
hasta se ha encontrado aunque en forma muy sencilla en sepulturas prehistóricas
de la primera edad de los metales. El material empleado en los anillos ha sido por
lo común el oro, la plata, el bronce y el hierro, sin que hayan faltado anillos de
marfil, de ámbar y vidrio. En ocasiones, los fabricados con materiales menos
nobles se hallan recubiertos por una lámina de oro.

Pero no debe olvidarse que en la Edad Media fue muy común decorar anillos y
otros objetos de orfebrería con gemas que pertenecieron a la civilización griega o
romana y en tales objetos la forma del anillo y la ornamentación que pueda llevar
serán datos importantes para descubrir su origen. En los anillos que se hicieron
por los cristianos de los primeros siglos y de los que se han hallado numerosos
ejemplares en las Catacumbas, se conoce su origen por los símbolos cristianos y
las inscripciones que ostentan. Posteriormente, la Iglesia los adoptó para uso de
los prelados.

No siempre se destinaron los anillos a ser ornamento de la mano, sino que, a


menudo sirvieron exclusivamente para sellar y otras veces se aprovecharon para
suspenderlos en los collares o para moneda o bien como objeto simbólico, de
distinción y como superstición. Ni en todos los pueblos ha sido uniforme y libre la
costumbre de adornarse las personas con anillos pues mientras que las tribus
indígenas los han llevado hasta en los dedos de los pies, otros pueblos se los
ponían únicamente en la mano derecha o en ambas manos, ya en todos los dedos
ya en el dedo medio o en el anular tan sólo.
Entre los romanos fue privativo de las clases nobles o distinguidas el uso de
anillos de oro hasta que Septimio Severo, a finales del siglo II lo concedió al
ejército y posteriormente, Alejandro Severo lo extendió a todo ciudadano romano.

En los primeros tiempos de la república, los senadores llevaban un anillo de hierro


y los embajadores otro de oro. En Venecia, creyéndose los dux ser dueños y
esposos del mar, renovaban todos los años sus esponsales arrojando al Adriático
el día de la Ascensión un anillo de oro. La entrega de un anillo entre los árabes
equivale a una promesa de matrimonio. Los romanos llevaban el anillo en la mano
izquierda, los hebreos en la derecha, los griegos en la izquierda, precisamente en
el dedo que hoy llamamos anular y los galos y bretones en el dedo medio. Los
soldados cartagineses llevaban un anillo por cada campaña. Fue signo de
esclavitud y se aplicaba como castigo

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