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El Método Grönholm

Después de ver la película “El Método”, me planteo un par de preguntas:

¿Hasta dónde es capaz de llegar una persona con tal de conseguir un empleo?

Y de forma opuesta:

¿Cuáles son los límites éticos en el proceso de selección de personal?

El ejercicio que se plantea en “El Método” lleva hasta los límites la respuesta a ambas

preguntas. Lo que en un inicio se vislumbra como un proceso ordinario de selección, nos va

descubriendo de forma descarnada la verdadera esencia de cada uno de los candidatos,

poniendo en evidencia las acciones a que cada quién está dispuesto a llegar para conseguir el

objetivo final de ser contratado.

Este descubrimiento de los límites de cada persona, al ser sometido a la presión de

situaciones extremas, sería finalmente la justificación del uso de un método tan radical, ya que

difícilmente pudieran exponerse de forma tan diáfana y evidente las verdaderas tendencias de

cada uno de los candidatos. Rasgos de carácter que apenas son observables bajo

circunstancias “normales”, ó mediante algunas de las diversas pruebas proyectivas, surgen con

toda intensidad, como en el caso del Sr. Fernando de Monagas, quien desde un principio deja

entrever sus tendencias de autoritarismo y misoginia, pero solo ante el temor de ser eliminado

del grupo, estas características se imponen sobre sus límites auto impuestos.

Conformen avanza la película, se van revelando en cada uno de los personajes,

estereotipos clásicos muy bien definidos:


- El ejecutivo íntegro, con una alta carga de culpabilidad, en el personaje de Julio

Quintana.

- La mujer profesional segura de sí misma, pero que no logra comprometerse en lo

personal: Nieves Martín.

- El gerente preparado que no se amolda por completo a su entorno: Martín de

Aristegui.

- La aparente tranquilidad y naturalidad (que lo debería haber delatado) de Ricardo

Arces.

- La mujer ansiosa de destacar sus logros profesionales (evidenciando su

inseguridad): Ana Páez.

- El Gerente chapado a la antigua, y con una alta carga de autoritarismo y desprecio

por los demás: Fernando de Monagas.

- El experto técnico inseguro y fácilmente manipulable: Enrique León.

La transformación observada en cada uno de los personajes, conforme la presión y

exigencia va aumentando, al ver cada vez más cerca su objetivo, los impulsa a transgredir los

mencionados límites, y explorar terrenos de su personalidad que normalmente mantienen

ocultos a los demás. Igualmente, las debilidades de cada quien van exponiéndose de forma

paulatina, hasta dejar a la vista de todos ambos extremos de cada uno: Los puntos más

dominantes y los aspectos de flaqueza. Ante esto, el cuestionamiento sería, ¿Qué tan válida es

esta caracterización, si finalmente fue obtenida bajo condiciones fuera de la normalidad?

Ahora, abordando la pregunta de lo ético de un método como el Grönholm. Me queda

claro que el uso de este tipo de herramientas, debe ir aparejado de un gran dominio de los

diversos elementos que lo componen, así como de un alto grado de responsabilidad a la hora

de evitar exceder los límites del respeto a cada uno de los candidatos como individuos.
Hay toda una serie de metodologías, tales como el “Assessment Center” y diversas

variaciones de éste, surgidos entre las décadas de los veintes y cuarentas del siglo pasado,

principalmente en el entorno militar (a lo cual, por cierto, se hace referencia en la película),

que buscan observar a los candidatos en situaciones lo más apegadas al entorno real de

trabajo que enfrentarán de resultar seleccionados, así como lograr evaluar de manera integral

las principales dimensiones de interés para cubrir el puesto vacante.

“El Método” es una sátira que logra llevar al extremo las circunstancias de éste tipo de

evaluaciones, aunque en ciertos momentos, esos extremos llegan a salirse de lo creíblemente

tolerable para los candidatos, como en las escenas del baño entre Nieves y Fernando, ó los

cambios de camisa entre éste último y Carlos. Sin embargo, esos excesos, pudieran entenderse

como licencias creativas con el fin de generar un mayor morbo en los espectadores.

Finalmente, todo escenario que promueva la interacción de un grupo de personas bajo

condiciones límite, seguramente desencadenará los más impensables resultados.

El enfrentamiento final, buscando orillar a los últimos dos candidatos a decidir entre la

consecución del empleo, mediante la traición ó el apegarse a sus principios, cediendo el

puesto largamente disputado, cumpliría pobremente el objetivo de la prueba, al

prácticamente eliminar de facto a ambos candidatos, ya que el “ganador”, lo sería muy

probablemente a través de un método moralmente inaceptable.

Al término de la película, me quedo con la sensación de que la intencional exposición

de los defectos y virtudes de cada uno de los candidatos, contribuye a dejarlos en una posición

vulnerable ante la empresa (y ante ellos mismos), lo cual no necesariamente es deseable ó

positivo, por lo que el objetivo mismo del uso de un método tan extremo como éste, resulta

muy cuestionable.

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