ANTONY LEEUWENHOEK (EL PRIMER CAZADOR DE MICROBIOS)
Hace doscientos cincuenta años que un hombre humilde, llamado Leeuwenhoek,
se asomó por vez primera a un mundo nuevo y misterioso poblado por millares de diferentes especies de seres diminutos, algunos muy feroces y mortíferos, otros útiles y benéficos, e, incluso, muchos cuyo hallazgo ha sido más importantísimo para la humanidad que el descubrimiento de cualquier continente o archipiélago. Antonio van Leeuwenhoek nació en 1632. Descendía de una honorable familia de fabricantes de cestos y cerveza, ocupaciones muy respetadas aun en la Holanda de hoy. Cuando le nombraron conserje del ayuntamiento de Delf le vino la extraña afición de tallar lentes ya que había oído decir que fabricando lentes de un trozo de cristal transparente, se podían ver con ellas las cosas de mucho mayor tamaño que lo que aparecen a simple vista. Visitando las tiendas de óptica aprendió los rudimentos necesarios para tallar lentes; frecuento el trato con alquimistas y boticarios, de los que observo sus métodos secretos para obtener metales de los minerales, y empezó a iniciarse en el arte de los orfebres. Una vez que aprendió el arte de los orfebres y logro fabricar los lentes que se proponía, quedo satisfecho y comenzó a examinar con sus lentes cualquier cosa que caia en sus manos. Durante 20 años trabajo en completo aislamiento. Como fue transcurriendo el tiempo su mania por los lentes y por examinar cuanta cosa se le ponía enfrente fue aumentando aunque esto le serviría como preparación para el dia fortuito en que a través de su lente de juguete montada en oro, observo una pequeña gota de agua clara de lluvia. En ese momento ocurrió lo que seria su mas importante contribución a la ciencia, el descubrimiento de microbios los cuales tenían un tamaño aproximado según los cálculos de Leeuwenhoek de mil veces mas pequeños que un ojo de un piojo grande. Paso toda su vida analizando cualquier cosa en la que pudiera encontrar microbios, sus grandes observaciones lo llevaron a ser miembro de la Real Sociedad de Londres y como mencione anteriormente, dispuso toda su vida a esta ardua tarea hasta el dia de su muerte en 1723 a los noventa y un años.
LAZZARO SPALLANZANI (LOS MICROBIOS NACEN DE MICROBIOS)
Despues de la muerte de Leeuwenhoek, los doctos en Inglaterra de la Real
Sociedad de hacían la pregunta de quien seguiría con el estudio de los microbios. La contestación no se hizo esperar pues apenas, puede decirse, había cerrado los ojos el tendero de Delft, en 1723 logrando el eterno descanso que tan merecido se tenia, cuando a mil quinientos kilómetros, en Scandiano, pueblo del norte de Italia, nació en 1729 otro cazador de microbios. Este continuador de la obra de Leeuwenhoek, era Lazzaro Spallanzani, un niño extraño que, aun balbuceante, recitaba versos al mismo tiempo que hacia tortas de barro, que olvido esos pasatiempos para realizar experimentos crueles e infantiles con escarabajos, sabandijas, moscas y gusanos y que, en lugar de acosar a sus padres con preguntas, examinaba atentamente los seres vivos de la naturaleza, les arrancaba patas y alas y trataba de volverlas a colocar en su primitivo sitio. Quería saber como funcionaban las cosas, sin que le importase tanto como eran estas cosas en si. Cuando tuvo la edad para ir a la Universidad su padre se empeño en que estudiara leyes, pero, luego de una serie de dificultades y gracias a la ayuda de Vallisnieri pudo estudiar la carrera de ciencias en la Universidad de Reggio. Spallanzani se preguntaba constantemente si los microbios eran resultado de la generación espontanea o de si tenían padres como todos los seres vivos. Torpemente empezó a aprender a cultivar bichejos microscópicos y a manejar el microscopio. Después de tiempo con el experimento del caldo de carnero logro comprobar que el surgimiento de los microbios no era por casualidad sino que estos mismos tenían progenitores.
LOUIS PASTEUR (LOS MICROBIOS SON UNA AMENAZA)
Treinta y dos años después de la muerte de Spallanzani en 1831, la caza de
microbios estaba totalmente estacionada, los animales microscópicos se hallaban sumidos en el desprecio y olvido, mientras que otras ciencias lograban rapidos progresos. Pasteur nacido en Francia era un muchacho atareado y meticuloso que en absoluto llamaba la atención. Su tiempo libre lo ocupaba en pintar paisajes. Conforme fue pasando el tiempo se fue haciendo popular dando a los habitantes de Lila conferencias acerca de temas científicos, descubrió a los microbios causantes de la fermentación y a aquellos que la dañan, dedico 6 años de su vida tratando de descubrir y de ayudar en la enfermedad de los gusanos de seda.
ROBERTO KOCH (EL PALADIN CONTRA LA MUERTE)
En los asombrosos y sensacionales años que transcurrieron entre 1860 y 1870, en tanto Pasteur se dedicaba a salvar la industria del vinagre, maravillando a reyes y pueblos, mientras diagnosticaba las enfermedades de los gusanos de la seda, un alemán miope, serio y de baja estatura, estudiaba medicina en la Universidad de Gotinga. Se llamaba Roberto Koch. Era buen estudiante, pero soñaba con cacerías de tigres mientras atasajaba cadáveres. Memorizaba a conciencia los nombres de cientos de huesos y músculos, pero el lamento imaginario de las sirenas de los barcos que partían rumbo a Oriente le hacían olvidar aquella jerga de latín y griego.