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El concepto fue formulado por primera vez en 1957 por el psicólogo estadounidense, de origen
ruso, Leon Festinger en su obra A theory of cognitive dissonance. La teoría de Festinger plantea
que al producirse esa incongruencia o disonancia de manera muy apreciable, la persona se ve
automáticamente motivada para esforzarse en generar ideas y creencias nuevas para reducir
la tensión hasta conseguir que el conjunto de sus ideas y actitudes encajen entre sí,
constituyendo una cierta coherencia interna.
Disonancia surge cuando la gente se enfrenta con la información que sea incompatible con sus
creencias. Si la disonancia no se reduce por cambio de creencias de uno, la disonancia puede
dar lugar a percepción errónea o rechazo o refutación de la información, buscando el apoyo de
otras personas que comparten las creencias, y tratar de persuadir a otros para restaurar la
consonancia.
La experiencia puede entrar en conflicto con las expectativas, como, por ejemplo, con el
remordimiento del comprador después de la compra de un artículo costoso. En un estado de
disonancia, la gente puede sentir sorpresa,] temor, culpa, enojo o vergüenza. Las personas se
inclinan a pensar en sus opciones como correcta, a pesar de pruebas en contrario. Este sesgo
da teoría de la disonancia de su poder predictivo, arrojando luz sobre el comportamiento
desconcertante destructiva irracional y lo contrario.
Un principio general de la disonancia cognitiva es que implica la formación de una idea o una
emoción en conflicto con un elemento fundamental del concepto de sí mismo , tales como "Yo
soy un éxito / persona funcional", "Yo soy una buena persona", o "Tomé la decisión correcta."
La ansiedad que viene con la posibilidad de haber hecho una mala decisión puede conducir a la
racionalización, la tendencia a crear otras razones o justificaciones para apoyar una de las
opciones. Una persona que acaba de pasar mucho dinero también en un coche nuevo puede
decidir que el nuevo vehículo es mucho menos probable que se descomponen a su viejo
coche. Esta creencia puede o no puede ser verdad, pero sería reducir la disonancia y hacer que
la persona se sienta mejor. Disonancia también puede conducir a sesgo de confirmación , la
negación de la dis-pruebas que confirmen, y otras de defensa del ego mecanismos.
La TEORÍA DE LA DESVINCULACIÓN MORAL (BANDURA, 2002) analiza las herramientas que las
personas utilizan para resolver la disonancia cognitiva ante comportamientos inmorales. La
desvinculación moral no debe entenderse como un rasgo de personalidad, sino más bien como
un mecanismo de resolución que surge de la interacción de la persona con la situación,
1) Justificación del acto inmoral: consiste en una reconstrucción cognitiva del acto
inmoral, que es interpretado como una acción que será beneficiosa para alcanzar
objetivos aceptables según las normas morales y sociales. Esta reinterpretación se
sostiene en un pensamiento utilitario que legitima la acción, ya que el logro de un
objetivo mayor justifica el acto inmoral. Por ejemplo, un oficial de policía puede
justificar la tortura de un presunto terrorista aduciendo que el objetivo de este acto
inmoral es conseguir información para prevenir futuros actos terroristas. Otra
estrategia de justificación reside en resaltar las ventajas comparativas del acto inmoral
en relación a acciones cometidas por otros que serían peores. Por ejemplo, la no
intervención de un testigo ante un hecho de violencia se justifica argumentando que
esa falta de compromiso tiene mucha menos gravedad que el acto inmoral en sí
mismo.