Dos hermanos plantaron un árbol de mango y prometieron cuidarlo hasta que diera frutos. Mientras el hermano menor cuidó el árbol continuamente, el hermano mayor dejó de preocuparse por él. Cuando el árbol dio frutos, los del hermano mayor fueron amargos, mientras que los del hermano menor fueron jugosos y deliciosos, demostrando que siempre cosechamos lo que sembramos.
Dos hermanos plantaron un árbol de mango y prometieron cuidarlo hasta que diera frutos. Mientras el hermano menor cuidó el árbol continuamente, el hermano mayor dejó de preocuparse por él. Cuando el árbol dio frutos, los del hermano mayor fueron amargos, mientras que los del hermano menor fueron jugosos y deliciosos, demostrando que siempre cosechamos lo que sembramos.
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Dos hermanos plantaron un árbol de mango y prometieron cuidarlo hasta que diera frutos. Mientras el hermano menor cuidó el árbol continuamente, el hermano mayor dejó de preocuparse por él. Cuando el árbol dio frutos, los del hermano mayor fueron amargos, mientras que los del hermano menor fueron jugosos y deliciosos, demostrando que siempre cosechamos lo que sembramos.
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Esta es la historia de dos hermanos, que compartían todo.
Ambos decidieron sembrar una planta de mango e hicieron una promesa de cuidarla hasta que dé frutos. Al comienzo los dos se preocuparon por la planta, y veían hasta el mínimo detalle de ella.
Después de un tiempo el hermano mayor dejó de preocuparse
por ésta y se ocupó de otras cosas; el hermano menor sí se dedicaba a cuidarla.
Cuando la planta comenzó a dar frutos, el hermano mayor se
acordó que tenía un árbol de mango y fue el primero en recoger los frutos, pero siempre que recogía uno el sabor era desagradable y amargo; en cambio el hermano menor cuando recogía el fruto éste no sólo era agradable, sino jugoso y delicioso.
Esta historia es común en los seres humanos pues siempre