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TEMA 7: LA DICTADURA DE PRIMO DE RIVERA (1923-

1930)

INTRODUCCIÓN

La crisis del régimen de la Restauración se tradujo en una solución autoritaria para


preservar la Monarquía. Así el general Primo de Rivera se hizo con el poder para tratar
de solucionar los graves problemas que aquejaban al país. En este empeño tendría el
apoyo de amplios sectores de la ciudadanía, especialmente los conservadores; pero una
vez fue rechazada por muchos, aumentando considerablemente los opositores a una
dictadura que no pudo superar las dificultades políticas y económicas. Tras seis años de
gobierno, el general dimitió de su cargo dejando a la monarquía sin una estructura
política en la que apoyarse.

1. EL CAMINO HACIA LA DICTADURA 1917-1923. LAS CAUSAS:

España, tras la crisis del 17, vive inmersa en una serie de problemas que propician un
golpe militar y el establecimiento de la Dictadura de Primo de Rivera:

a) Crisis política del Régimen Canovista (1917-1923)

El Régimen y el Estado atraviesan por una etapa de colapso institucional y de gran


confusión debido a las siguientes cuestiones:

Múltiples gobiernos incapaces de gobernar (trece gobiernos diferentes y hasta treinta


cambios parciales de ministros). Eran gobiernos de concentración formados por
personalidades de los partidos dinásticos sin cohesión alguna (Maura, Dato,
Romanones, García Prieto, Cambó, etc.) con crisis de liderazgo y autoridad, una
incapacidad total para gobernar, para generar confianza en la sociedad, para sacar al
país adelante.

El problema catalán se agrava con la insistente petición de Autonomía que se hace tanto
de la Mancomunidad de Cataluña (Prat de la Riba) como por los representantes
catalanes en Madrid (Cambó). Muchos sectores del país, especialmente los
conservadores y el Ejército, lo perciben como una clara apuesta por el separatismo de
esta Región.

El caciquismo pierde efectividad por los cambios demográficos, sociales y culturales y


ya no es capaz de influir y determinar el resultado electoral, lo que deja a los partidos
dinásticos sin el apoyo parlamentario necesario, debilitando a los distintos gobiernos.

b) La situación de la oposición

La oposición atraviesa también por un momento de vacilación y división que la debilita


y le impide conformar una alternativa viable al Régimen:

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Los Radicales (Republicanos) de Alejandro Lerroux evolucionan hacia posiciones un
tanto conservadoras, perdiendo apoyos por su sector más izquierdista, que se vuelca
hacia el movimiento obrero en auge.

Los Reformistas de Melquiades Álvarez se alejan del republicanismo y se aproximan


a la izquierda del partido liberal dinástico.

Los socialistas ganan afiliados y apoyo electoral. Evolucionan de la mano de Indalecio


Prieto y Julián Besteiro hacia posiciones más reformistas, menos revolucionarias; sin
embargo viven una profunda expectación tras la Revolución Soviética (1917). La
propuesta del PCUS de integrarse en la III Internacional (Komintern o Internacional
comunista) abre un profundo debate entre los partidarios del “parlamentarismo” y los de
la “revolución obrera”.

El informe de la delegación socialista que ha visitado la Rusia comunista de Lenin, en


plena guerra civil rusa, es decisivo y el partido se muestra contrario a la petición
bolchevique, confirmando su camino parlamentario: Socialismo en Libertad.

Algunos descontentos se separan del PSOE y fundan en 1921 el PCE (Partido


Comunista de España) que tendrá, en esos años, escasa influencia. Asturias y Vizcaya
serán sus focos más activos.

c) La agudización del problema social

A la crisis política se suma el incremento extraordinario de la tensión y la conflictividad


social, que desemboca en un clima de violencia y temor que no puede ser erradicado por
el gobierno:

Las clases medias viven con desasosiego su deterioro económico por la inflación y su
inseguridad por el clima de violencia. La incapacidad del gobierno para solucionarlos
les lleva a muchos a desear una autoridad fuerte que acabe con ellos.

Los campesinos andaluces viven un momento de movilización y agitación: el Trienio


Bolchevique supone la extensión de revueltas, ocupación de fincas y la petición de
reparto de tierras. El auge anarcosindicalista de deja notar. El conflicto se extiende a
Extremadura y la Mancha.

El proletariado urbano e industrial se moviliza, se multiplican las huelgas, sobre todo


en Barcelona, impulsado por la CNT, que se reorganiza de la mano de Ángel Pestaña y
Salvador Seguí, liderando un sindicalismo con gran firmeza reivindicativa y fortaleza
en la lucha obrera (destaca la huelga de la Canadiense).
Ante su influencia y poder los patronos reaccionan violentamente, radicalizándose el
enfrentamiento patronos-obreros que degenerará en el pistolerismo (terrorismo
patronal), contestado en una espiral de violencia por el terrorismo anarcosindicalista.

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Autoridades políticas (Eduardo Dato), autoridades eclesiásticas, empresarios y fuerzas
del orden, líderes sindicales (Seguí) o abogados sindicalistas fueron los objetivos de este
terrorismo que asoló Barcelona (más de 200 muertos) y otras ciudades.

Los empresarios responden con el fomento de los sindicatos amarillos (“libres”) y con
el cierre de empresas que envían al paro y al hambre a miles de trabajadores. Por otro
lado presionan al Gobierno para que frene como sea el auge del anarcosindicalismo. El
gobierno nombra al general Martínez Anido para el gobierno civil de Barcelona y éste
protege las actividades terroristas empresariales y reprime duramente a los sindicalistas
aplicando la “Ley de Fugas”.

d) El problema marroquí

Este conflicto, que se había desarrollado durante dos décadas, marcó profundamente al
Ejército, a la Oposición, al Gobierno y a la propia Monarquía e influyó decisivamente
en la crisis del sistema canovista y de la monarquía.

En el marco de la política imperialista internacional, España, tras el desastre del 98,


necesitaba aparentar ante los Estados europeos que aún podía continuar siendo una
potencia y retoma su tradición intervencionista en el Norte de África, a pesar de la
oposición de un sector de la opinión pública española. Marruecos, que atravesaba un
período de gran inestabilidad política, se convertirá en el principal objetivo.

El gobierno español decidió la intervención en Marruecos impulsado por los siguientes


intereses:

Estratégicos: asegurar la permanencia en la otra orilla del Mediterráneo, prolongando


desde Ceuta y Melilla la presencia política y militar hacia el interior, evitando que este
territorio cayera en manos de Francia o Alemania, que se disputaban su control, con el
disgusto de Gran Bretaña, que no quería a ninguna de las dos enfrente de Gibraltar.

Prestigio: la expansión en Marruecos podría ayudar a recuperar el prestigio


internacional perdido en el 98.

Económicos: la explotación de los recursos mineros de la zona podría resultar


beneficiosa a la vez que abría la puerta a una inversión rentable en ferrocarriles e
infraestructuras.

La creación del Protectorado

Por la rivalidad de las grandes potencias del momento: Gran Bretaña, Francia y
Alemania; España pudo participar en el reparto de Marruecos. Tras el incidente de
Tánger, protagonizado por Alemania, se reunió la Conferencia de Algeciras (1906)
donde se acordó crear espacios de penetración económica para Francia (casi todo el
territorio) y para España (zona montañosa-costera: El Rif). El Gobierno español irá
controlando sus recursos mediante pactos con las cábilas indígenas.

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Esta política fracasó en 1909 y el Gobierno trató de imponerse por la fuerza sobre los
marroquíes (Guerra de Melilla). Esta guerra resultó muy impopular. Las protestas se
sucedieron de un modo muy especial en Barcelona (Semana Trágica) y los partidos de
izquierdas y muchos intelectuales criticaron lo que entendían como una guerra colonial
que sólo beneficiaba a los intereses de la jerarquía militar y a los ricos que invertían o
querían invertir en Marruecos.

En 1912, tras el incidente de Agadir, Francia creó un Protectorado en su área de


influencia, lo que aprovechó España para establecer igualmente un Protectorado en la
suya.

España trató de organizar la administración: la autoridad indígena estaría ejercida por el


Jalifa, representante del Sultán; mientras que la autoridad española la desempeñaría un
Alto Comisario, un militar de alta graduación. Pero las relaciones con las cábilas no
fueron fáciles y la situación derivó en un constante enfrentamiento en el que los
indígenas, liderados por Al-Raisuni y por Abd-el-krim y aplicando la guerra de
guerrillas, impidieron una pacificación estable del Protectorado.

La ocupación, que fue larga y costosa, supuso una sangría humana y económica. Fue
una contienda impopular y minó el prestigio del Ejército.
La rentabilidad fue escasa por las dificultades de explotación y comunicación, así como
por la inseguridad.
Las derrotas fueron una constante y algunas de ellas fueron calificadas como desastres
(El Barranco del Lobo). El Ejército trató de contrarrestarlo mediante la creación del
cuerpo de Regulares (tropas indígenas) en 1914, y en 1920 de la Legión extranjera (a
imitación de la francesa), fundada por Millán Astray y Francisco Franco.

La insumisión rifeña, que se oponía por igual al sultán y a los españoles, provocó el
deseo español de consolidar el dominio del área por lo que se aprobó una estrategia de
ocupación efectiva de Tetuán y de Xauen, ciudades importantes de la parte occidental
(cerca de Ceuta) y unirla de un modo seguro con la parte oriental (área de Melilla).

El general Berenguer (alto comisario) venció a Al-Raisuni, pero el general Fernández


Silvestre fue vencido estrepitosamente por Abd-el-Krim en Annual (1921), donde toda
la tropa fue aniquilada, incluido el propio general Sivestre. Inmediatamente cayó la
fortaleza de Monte Arruit con toda su guarnición (cerca de 15000 hombres).

Consecuencias del desastre de Annual

El desastre de Annual conmocionó al país y provocó una fuerte crisis militar y política,
que salpicó a los mandos, al gobierno y al rey:

- Críticas políticas: la oposición, especialmente el socialismo, arremetió contra la


Administración del Ejército en África y contra el propio Rey, a los que
consideraba responsables de lo sucedido.

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- Investigación interna: el Gobierno ordenó instruir un expediente gubernativo
sobre las responsabilidades en el desastre, el informe Picasso, que no llegó a
aclarar demasiado lo ocurrido. Cuando estaba próxima la presentación de sus
conclusiones en las Cortes, en sesión secreta, éstas dejaron traslucir cierta
responsabilidad de la Corona en el desastre, por su injerencia directa en los
asuntos de la guerra al haber actuado de espaldas y con total desprecio hacia el
ministro de guerra.

- Críticas a las Juntas Militares de Defensa: empiezan a ser consideradas como un


órgano que sólo se preocupa de defender sus privilegios corporativos, causando
una degradación en el espíritu de defensa. Se les acusaba de influir en el
Ministerio de la Guerra para que los recursos económicos disponibles se
destinaran a incrementar sus salarios en lugar de ser empleados en mejorar los
recursos técnicos y materiales de la tropa. La presión crítica les hizo disolverse.

Los militares adoptaron una postura de fuerza ante el acoso que sentían por parte de la
sociedad y enarbolaron la defensa del Estado y de la Monarquía para promover el
establecimiento de un poder autoritario que hiciese frente al deterioro del orden público,
al separatismo y pusiese fin a la debilidad e incapacidad gubernamental.

e) La opinión pública

Gran parte de la opinión pública del país está desengañada del Régimen, exasperada por
la corrupción, el alza de precios, el desastre marroquí, harta del desorden y la violencia
social, etc. La prensa criticaba al gobierno y a los partidos de turno. Muchos eran
partidarios de un “hombre de hierro” que pusiera orden y actuara como un “cirujano que
extirpara los tumores que aquejaban al país”.

f) El contexto internacional

El trauma de la Guerra Mundial y el triunfo de la Revolución obrera en Rusia alentaban


a los movimientos radicales tanto de derecha como de izquierda en contra de las
democracias, que no pueden hacer frente a los constantes ataques. Sólo la de aquellos
países con una sólida tradición parlamentaria (Gran Bretaña, Francia, los Países Bajos y
los países Nórdicos) se libraron de ser sustituidas por regímenes autoritarios que se
justificaban como la única forma posible de frenar el avance de la revolución comunista.
Esta crisis de confianza en el liberalismo parlamentario también se dejó notar, pues, en
la opinión pública española.

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2. EL GOLPE DE ESTADO, PROMESAS Y APOYOS

Producto de toda esta situación, se va extendiendo a lo largo del año 1923 la idea de que
el Ejército prepara un golpe militar. Finalmente será el Capitán General de Cataluña.
Miguel Primo de Rivera, quien el 13 de septiembre realice un Pronunciamiento en
Barcelona exigiendo la entrega del poder gubernamental al Ejército.
El Gobierno no reaccionó y acudió al Rey para que interviniera desautorizándolo. El
monarca esperó a conocer la opinión de los altos mandos militares y tras conocer su
apoyo al golpe, decide aceptar la propuesta de Primo de Rivera y le llama para formar
gobierno. Se quebraba así el sistema político del turno establecido en la constitución
canovista.

Primo de Rivera se compromete ante la sociedad española a enfrentarse con los


problemas que aquejaban al país. Mediante un manifiesto plantea un régimen
transitorio, pero indispensable (“un paréntesis necesario”) para:

- Frenar el radicalismo anarcosindicalista y el desorden general del país

- Evitar el peligro de una revolución social que acabara con el orden


socioeconómico establecido, garantizando la seguridad y la propiedad privada.

- Solucionar el problema de la debilidad y desprestigio de los gobernantes.

- Acabar con la corrupción y el caciquismo

- Impedir el avance del separatismo

Actitudes ante el golpe

Una gran parte de la sociedad española cansada del caos político y social dios su apoyo
al pronunciamiento. El Rey, el Ejército, la Iglesia, la alta sociedad, tanto terrateniente
como burguesía de los negocios, las clases medias, incluso parte del movimiento obrero
(UGT) confiaron en las promesas de Primo en un momento muy crítico para España.

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3. LA DICTADURA MILITAR. ETAPAS Y REALIZACIONES:

A) EL DIRECTORIO MILITAR (1923-1925)

ORGANIZACIÓN DEL PODER:

- Se establece un poder personal autoritario en la persona del Dictador.

- Se crea un Consejo Asesor, El Directorio, formado por nueve militares de alta


graduación, sin responsabilidades ministeriales.

- Se sustituyeron todas las autoridades civiles: gobernadores y alcaldes, siendo


sustituidos por delegados militares.

- Proclamó el Estado de Guerra.

- Las Cortes quedaron disueltas y la Constitución en suspenso, así como las


garantías de los derechos establecidas en ella.

- Se prohíben todas las actividades de partidos y asociaciones políticas y


sindicales.

- Se suprimió la Mancomunidad de Cataluña.

LABOR:

- Restableció el orden público y la paz social. Reprimió al anarcosindicalismo con


dureza.

- Logró el fin de la guerra marroquí y la pacificación del protectorado.

Fue el mayor éxito de la Dictadura y le proporcionó a Primo el mayor momento de


prestigio personal, político y militar.

Abd-el-krim atacó a las tropas francesas, situación que fue aprovechada por España y
Francia para realizar una ofensiva conjunta en el Rif para acabar con las cábilas
insurrectas. La operación conjunta, el desembarco de Alhucemas (septiembre de
1925), fue dirigida por el propio dictador y constituyó toda una novedad estratégica y un
éxito definitivo. El líder rifeño, tras su derrota, se entregó al ejército francés, lo que
permitió la definitiva ocupación del protectorado.

B) EL DIRECTORIO CIVIL. 1926-1929

El Dictador decide no poner fin a la Dictadura y se propone institucionalizar la


situación. Entran en el Gobierno, ahora ya sí como ministros, algunos militares y
civiles, entre éstos últimos destacan José Calvo Sotelo y el aristócrata Conde de

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Guadalhorce.
Su continuidad provocó el rechazo político y social de una parte importante del país
desde los republicanos y regionalistas hasta los, en otro momento, colaboradores
socialistas, además de estudiantes e intelectuales.

El Rey lo acepta y liga su destino al del dictador.

Las bases políticas del pretendido régimen son:

- La Unión Patriótica: este partido único sin ideario político, pretende ser el
sostén del populismo y el autoritarismo, con una clara influencia fascista. Está
conformado por una amalgama política y social que fracasa en su intento de
reunir hombres apolíticos con voluntad de servicio al Estado. Se nutrirá
especialmente de círculos católicos y conservadores que en los momentos de
euforia sumaron un alto número, pero que ante las primeras dificultades se
desmoronará.

- Estatuto municipal: elaborado ya en 1924 por Calvo Sotelo, se trató de aplicar


algo más adelante. Pretendía establecer cierta autonomía económica para las
corporaciones municipales, así como poner fin al caciquismo. Fracasó.

- Asamblea Nacional: Cámara Corporativa de 400 miembros, todos de la U.P.


elegidos desde el poder, con función meramente consultiva.

- Proyecto Constitucional: inspirado en el fascismo italiano debería ser el pilar


del régimen, pero la caída del dictador impidió aprobarlo mediante plebiscito en
1930.

C) REALIZACIONES ECONÓMICAS

Carente de un soporte ideológico, la dictadura se justificó por sus realizaciones en el


terreno económico y social. La buena coyuntura internacional de estos años le ayudó en
una política de desarrollo económico e intervencionismo estatal caracterizado por un
fuerte proteccionismo, impulsado por Calvo Sotelo. Se trataría de una especie de
Nacionalismo económico. Así se impondrían elevados aranceles tanto a productos
agrícolas como industriales, llegándose, a partir de 1926, a prohibir la importación de
materias alimenticias que pudieran competir con las nacionales.

La Dictadura no tocó la base de la oligarquía industrial y terrateniente, que continuó


dominando la vida económica, aprovechándose de la paz social y la ola de bonanza
internacional para aumentar sus riquezas y poder.

Se impulsó el desarrollo de las industrias básicas: siderurgia, química, cemento, etc.,


con ayudas fiscales y créditos, favoreciéndose con todo ello el proceso de concentración
económica y de creación de monopolios.

Idéntico proceso se llevó a cabo con las fuentes de energía, favoreciéndose la


producción de carbón y de energía eléctrica. Se creó CAMPSA, un monopolio del

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petróleo, aunque quedó como mero controlador del proceso de distribución. Se concedió
el monopolio del servicio de teléfonos a la Cía. Telefónica Nacional de España.

Su política de obras públicas fue lo más destacado. Ferrocarriles, carreteras y obras


hidráulicas significaron una importantísima inversión, para lo que fue preciso un
elevado endeudamiento. Se construyeron 7000 km. de carreteras, permitiendo una
mejora sustancial de las comunicaciones de las zonas rurales con las urbanas. Se
organizaron las Confederaciones hidrográficas y se proyectaron y construyeron
múltiples pantanos, especialmente en el Valle del Ebro, Guadiana y Guadalquivir, tanto
para regadío como para abastecer a las poblaciones, a la vez que se obtenía energía
eléctrica. (Pantano y central eléctrica del Chorro).

Sin embargo en la política agraria los resultados no fueron tan satisfactorios. No se


realizó ninguna reforma agraria, por lo que no se consiguió acabar con los males
endémicos del campo, especialmente en Andalucía. Así no habría estabilidad social, ni
se constituiría una masa suficiente de consumidores para la industria nacional. La
creación del Banco de Crédito Agrícola no mejoró las explotaciones.

En el terreno social, a imitación del Código del Trabajo fascista, se promulgó el Código
de Trabajo Corporativo en el que se crearon los Comités Paritarios integrados por
obreros y patronos. Su objetivo sería regular las condiciones de empleo y salario. Fue
un instrumento eficaz. En la puesta en marcha de esta política social la dictadura contó
con el apoyo del PSOE y la colaboración de la UGT liderada por Francisco Largo
Caballero. Sin embargo el anarquismo fue declarado ilegal y perseguido sin descanso.

Los relativos éxitos económicos animaron a la Dictadura a llevar a cabo dos eventos
fastuosos, La Exposición Universal de Barcelona y la Iberoamericana de Sevilla,
ambas en 1929, que aumentaron considerablemente el endeudamiento del Estado.
Con la crisis de 1929 la coyuntura económica cambió rápidamente y el capital
extranjero invertido o depositado en España se retiró, la peseta cayó un 30%,
alcanzando su cotización más baja desde hacía 30 años. El Gobierno no pudo seguir
obteniendo créditos. El hundimiento de la economía fue generalizado. La buena estrella
se había apagado.

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4. LA OPOSICIÓN A LA DICTADURA. LA DIMISIÓN DE PRIMO DE
RIVERA

La decisión de perpetuarse en el poder acrecentó la oposición al dictador, hasta ese


momento escasa y poco activa. Desde casi todos los sectores políticos, desde la
Universidad y los intelectuales, desde el anarcosindicalismo, y desde el propio ejército,
lo que fue definitivo, se fue gestando una amplia oposición al dictador:

- Los sectores capitalistas recelaban del excesivo intervencionismo estatal y,


alcanzados ya la paz social y el orden, veían innecesario el mantenimiento de la
dictadura.

- Los políticos de los antiguos partidos dinásticos reclamaban el fin del


“paréntesis autoritario” y apostaban por una vuelta al régimen canovista, para
ello incluso intentaron alguna maniobra golpista cívico-militar.
(Romanones:”Sanjuanada”, 1926. Sánchez Guerra, conservador, en 1929) que
aunque fracasan, ponen de manifiesto que, a estas alturas, parte del ejército ya
no apoyaba a Primo de Rivera.

- Los republicanos se reagruparon en la Alianza Republicana y se convierten en


uno de los grupos con mayor influencia entre las clases medias.

- Los catalanistas de todas las tendencias, incluso quienes le habían apoyado en un


principio, se opusieron a un dictador que había puesto en marcha una serie de
medidas políticas y administrativas profundamente anticatalanistas:

1. Prohibición del uso público de la lengua catalana.

2. Prohibición de bailar la Sardana.

3. Clausura del campo del Barça.

Françesc Maciá, líder nacionalista catalán, promovió desde Francia una campaña
propagandística a favor de la independencia de Cataluña.

- Los intelectuales y universitarios en general se enfrentan al Dictador por su


política de censura de prensa, de limitación de la libertad de cátedra, de
persecución de toda voz crítica, que había llegado a la suspensión de periódicos,
arrestos, sanciones, cierre de centros culturales, etc. Personalidades como José
Ortega y Gasset, Gregorio Marañón, Vicente Blasco Ibáñez, Ramón Menéndez
Pidal y en especial Miguel de Unamuno, que hubo de exiliarse, fueron muy
críticas.

- El anarcosindicalismo, perseguido desde el primer momento, acrecienta ahora su


movilización; incluso aparece una nueva organización clandestina, la FAI
(Federación Anarquista Ibérica).

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- El Ejército se distancia del Dictador por sus concesiones a los africanistas, por el
estancamiento de la carrera profesional de la mayoría de los oficiales y jefes en
un ejército con inflación de mandos y pocos recursos, y estalla tras el ataque
gubernamental contra el arma de artillería, aumentando la soledad del dictador y
precipitando su abandono del poder, en concreto cuando, tras solicitar de los
Capitanes Generales una confirmación de apoyo, sólo pudo percibir el
distanciamiento de la cúpula militar.

Finalmente, cuando la situación económica se deterioró, la opinión pública también se


volvió contra él. El Rey le retiró su confianza y el Dictador presentó su dimisión. Era el
30 de Enero y Primo de Rivera desmoralizado y enfermo se marchó al exilio en París
donde moriría semanas más tarde.

SIGNIFICACIÓN HISTÓRICA DE LA DICTADURA

La Dictadura de Primo de Rivera responde a grandes rasgos al tipo de regímenes


políticos aparecidos en varios países europeos en aquella época.

Políticamente fue un fracaso, sobre todo por su afán de perdurar más allá de las
circunstancias que habían permitido su llegada.

Fue un régimen con una fuerte tendencia centralista, apoyado en el ejército, favorable a
la Iglesia católica y apegado a los grandes terratenientes, consentido al principio por la
burguesía y por el socialismo; atacado por el anarcosindicalismo catalán, los
republicanos y los intelectuales.

Muchos españoles vieron en la Dictadura una época de paz social, de prosperidad, de


buenas carreteras, en la que se puso fin a la guerra de Marruecos.

La Dictadura no fue cruel, ni violenta. Primo de Rivera no fue un déspota despiadado,


pero no supo atraerse a amplios sectores de la vida española y no consiguió detener el
proceso de deterioro político y social, por todo ello se puede concluir afirmando que
ayudó a hundir la Monarquía porque puso de manifiesto la ineptitud del Rey,
preparando así el camino hacia la instauración de la República.

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