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UNA DEUDA PARLAMENTARIA.

LA LEY DE
RESPONSABILIDAD PENAL JUVENIL
La discusión se centra hoy en los casos de los menores comprendidos en la franja etarea de 14 y 15 años de
edad. En la actualidad y bajo la invocación del concepto pupilar del fuero de menores, lo que en realidad
sucede es que a dichos menores se los somete a un virtual castigo, sin proceso y con limitadas defensas, ya
que se “dispone” de esos menores y hasta se los priva de su libertad, a pesar de que son legalmente
inimputables. Debemos cambiarlo.
 
Juan Pedro Tunessi es diputado nacional por la provincia de Buenos Aires. Oriundo de Algarrobo
(partido de Villarino) y bahiense por adopción. Es abogado por la UNLP. Fue concejal municipal y
diputado provincial en diversos períodos entre 1985 y el 2005. Actualmente integra las comisiones de
Asuntos Constitucionales; Justicia; Defensa Nacional; Legislación General e Industria. Tiene 53 años, esta
casado y tiene 2 hijas.

  En la Cámara de Diputados de la Nación se halla pendiente de tratamiento un proyecto sancionado por


unanimidad en el Senado de la Nación, instrumentando el régimen de Responsabilidad Penal juvenil, 
herramienta indispensable para enmarcar una política de abordaje serio de la problemática de la minoridad  en
conflicto con la ley penal.

            Es un reclamo de la sociedad y al mismo tiempo de todas las Provincias que han ido instrumentando
fueros específicos, sin tener una legislación de fondo para aplicar.

           Su aprobación es una deuda pendiente del Congreso de la Nación ya que el actual Régimen Penal de
Minoridad,  regulado por los  Decretos-Leyes 22.278/22803 sancionados durante la última dictadura militar,
desafía abiertamente nuestro ordenamiento jurídico y resultar violatorio de las garantías constitucionales
consagradas tanto por nuestra carta magna como por un conjunto de tratados internacionales que a partir de la
reforma de 1994 adquirieron raigambre constitucional, entre los que cabe destacar a la Convención
Internacional de los Derechos del Niño.

           El sistema penal actual, puede ser clasificado en tres regímenes diferentes en razón de la franja etarea en
que se encuentre el sujeto activo de la acción delictiva. A) Los menores de 16 años de edad son considerados
inimputables, pero no por ello en la practica quedan exentos de la potestad de los jueces, quienes a pesar de la
mentada inimputabilidad disponen medidas respecto de estos menores que llegan al absurdo de hasta privarlo
de su libertad. B) Los menores que se encuentran entre los 16 y los 18 años de edad están sujetos al Régimen
Penal de Minoridad y son punibles respecto de los delitos de acción pública cuya pena exceda los dos años de
prisión. C) Los mayores de edad son plenamente responsables y quedan sujetos a las disposiciones del régimen
penal general.

            El actual Régimen Penal de Minoridad se basa en un sistema pupilar –el que virtualmente tiende a
suplir la voluntad del niño- quedando el menor a la discrecionalidad del Fuero, quien es el encargado de decidir
su suerte, mediante un procedimiento en el que la opinión del menor resulta irrelevante, con el agravante que
carece de atributos propios para ejercer una plena defensa de sus derechos e intereses.

Los sistemas tutelares / pupilares, que tuvieron su origen a principios del siglo XX, fueron diseñados para
proteger a los menores, por considerar que eran incapaces de defenderse a sí mismos y merecían ser puestos en
una especie de burbuja protectora.

La legislación vigente impregnada de dicho sistema, tiene el grave problema de hacer converger en un mismo
régimen a los niños que se encuentran en una situación de abandono (material o moral) con aquellos menores
que están en conflicto con la ley penal. Se incriminan “estados” y no “conductas tipificadas”, y en algunos casos
se los priva de libertad sin proceso, para “protegerlos”.

            Especial consideración merece el último párrafo del articulo 1 del citado Decreto Ley en cuanto
establece: “Si de los estudios realizados resultare que el menor se hallare: abandonado, falto de asistencia, en
peligro material o moral, o presentare problemas de conducta, el juez “dispondrá definitivamente”del mismo.
Aquí se observa claramente, como en el sistema vigente, la no deseable situación de abandono se equipara con
la delictual. Igual ocurre con el artículo 64 de la ley 13.634 de la Provincia de Buenos Aires.-.

            La discusión se centra hoy en los casos de los menores comprendidos en la franja etarea de 14 y 15 años
de edad. En la actualidad y bajo la invocación del concepto pupilar del fuero de menores, lo que en realidad
sucede es que a dichos menores se los somete a un virtual castigo, sin proceso y con limitadas defensas, ya que
se “dispone” de esos menores y hasta se los priva de su libertad, a pesar de que son legalmente inimputables.

            Si se pretende alguna medida asegurativa de sus derechos como niño, debiera hacérselo con sujeción a
las normas y estándares internacionales, y no a través de penalizar lo que legalmente no es sancionable.

            El proyecto con media sanción, extiende la responsabilidad penal a los menores de 14 y 15 años,
actualmente no alcanzados por la legislación, pero sometidos a un régimen penal especial y siempre que el
menor cometa delitos muy graves. Las sanciones también son adecuadas a la edad.

            Habitualmente al abordarse la problemática de la responsabilidad penal juvenil se suele comenzar


hablando de la baja de la edad de imputabilidad, resultando ello a todas claras un error si se parte de la base de
que un “régimen penal juvenil”-como su propio nombre lo indica- presenta características propias y bien
diferenciadas del régimen penal general, el cual solamente resulta aplicable a los mayores de edad. En pocas
palabras, bajar la edad de imputabilidad implicaría someter a los menores al mismo régimen que a los adultos,
con idénticas medidas e idénticas sanciones a cumplir en iguales centros de detención. Si en cambio de lo que
se trata es de crear un régimen especial que enfrente al menor con el sentido de disvalor social de la acción
típica, antijurídica y culpable que ha cometido, no se esta hablando de baja de edad de imputabilidad, sino de la
creación de un sistema penal particular que atiende a las características propias de la minoridad.

            No se trata de criminalizar a los menores, como se sostiene desde una posición pseudo-progresista, por
el contrario, se intenta  ir hacia un modelo justo, hacia un “modelo de responsabilidad”, que se caracterice por
el reforzamiento de la posición legal del menor, garantizándose los derechos y garantías, y al mismo tiempo
afirmando una mayor responsabilidad del joven en relación con el hecho realizado. La idea es de conjugar lo
educativo y lo judicial, aplicando un modelo garantista. Una respuesta “responsabilizante”, que enfrente al
menor con el sentido de disvalor social de su comportamiento. En pocas palabras se trata de educar en la
responsabilidad.

            Criminalizar es lo que hoy se hace con nuestros niños y jóvenes, quienes son privados de la libertad aun
por debajo de la edad de punibibilidad fijada por la legislación, sin que puedan ser sometidos a un proceso
acorde a su edad que les garantice el derecho a defenderse.

            El camino propuesto es el que ya han recorrido  Europa y nuestra Región. Uruguay, Paraguay, Brasil,
Chile, Venezuela y Perú han disminuido su franja etarea en algunos casos hasta los 12 años, quedando  nuestro
país como el único que no ha adecuado su régimen, y privando del debido proceso a una ancha franja de
población..

            Observatorios internacionales, como Naciones Unidas, vienen advirtiendo la grave situación de la niñez
en nuestro País, reclamando  un abordaje integral, con políticas sociales activas, tendiendo a evitar cualquier
situación que ponga en riesgo a los menores y  en los casos excepcionales en los que deba juzgarse su conducta,
el resultado apunte a reinsertarlo en la sociedad.

            El marco legal cuya sanción juzgamos imprescindible, debe verse como el comienzo de una política seria,
necesaria para la instrumentación de instituciones especializadas de las que hoy carecemos y la articulación de
una política sin consignismos,  que deje de lado los clichés ideológicos  y las falsas antinomias, para ocuparse
seriamente de una gravísima problemática social.        

           Es necesario brindar al menor las garantías del debido proceso, de las que hoy carece, a través de un
proceso responsabilizante, serio, con protección de los derechos integrales como todas persona merece, en el
marco de una política hoy ausente.

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