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Granada
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Hafsa bint al-Hayy al-Rakuniyya
dirigió a Marrakech para dirigir la educación de las princesas almohades. Allí per-
maneció hasta 1191, año de su muerte.
Hafsa es la poetisa arábigo-andaluza de la que se conserva un mayor volumen de
su producción poética, gracias, sobre todo, al interés de sus biógrafos y de la fami-
lia Banu Said. En total, han llegado hasta nuestros días diecisiete poemas, de gran
calidad literaria. Heredera de la tradición poética árabe, sin embargo, Hafsa, al con-
trario de lo que es habitual en ésta, es capaz de expresar, con gran belleza, sus
sentimientos reales en un leguaje llano y espontáneo. La mayoría de sus versos
son de tipo amoroso, dirigidos a Abu Yafar, aunque hay algunos satíricos y de elo-
gio a Abu Said, alcanzando la cima de su inspiración en aquéllos en los que se
lamenta de la prisión y muerte de su amante. Muestra de las mujeres indepen-
dientes y cultas de la época de esplendor de al-Andalus, Hafsa fue muy respetada,
a pesar de sus aparentes libertades, en su época y por los biógrafos posteriores,
que la consideraron como una gran poetisa. Ibn al-Jatib dijo de ella: «Granadina,
fue única en su tiempo por su belleza, elegancia, cultura literaria y mordacidad».
Bibliografía
GARULO, T.: Diwán de las poetisas de al-Andalus. Madrid: Hiperión, 1986, pp. 71-85.
DI GIACOMO, L.: «Une poétese andalouse du temps des Almohades: Hafsa bint al-Hayyj al-Rakuniyya»,
Hesperis, 34 (1947), 9-101.
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Aixa [segunda mitad del siglo XV]
Aixa (o Fátima, según algunos autores) Bint Muhammad Aben al-Ahmar, apodada
«la Horra» («la Honesta»), madre del último rey de Granada, es sin duda, una de
las personalidades femeninas más célebres de la historia de Al-Andalus, a pesar de
los pocos documentos que tenemos sobre su vida e incluso de la polémica surgida
en torno a su nombre verdadero.
Al parecer, Aixa era hija del rey de Granada Muhammad X el Cojo, aunque según
algunos autores lo era de Muhammed VIII el Zurdo. En todo caso, procedía de la
familia real de Granada y debía de gozar de considerable patrimonio y prestigio
por sí misma, que explicarían su notable influencia pública posterior. Según un
documento aportado por Luis Seco de Lucena, recibió de su hermana Umm al-Fath
la alquería de Sujayra (hoy Zujaira), que vendería el 3 de octubre de 1492 al
caballero cristiano D. Luis de Valdivia por el precio de dos mil quinientos reales de
plata, alquería que pasaría luego a ser propiedad de los Reyes Católicos. En la
misma ciudad de Granada, poseía el palacio de Dar al-Horra y, en las afueras,
Alcázar Genil, lugares donde pasaba sus períodos de recreo.
Aixa fue durante unos veinte años la sultana consorte del rey Abu l-Hasan Alí, cono-
cido como Muley Hacem en las crónicas cristianas, con el que tuvo dos hijos varo-
nes, Abu Abd Allah Muhammad (conocido en las fuentes castellanas como
Boabdil) y Abu-l-Hayyay Yusuf, y una hija llamada Aixa. Pero el sultán se enamo-
ró de una esclava cristiana llamada Isabel de Solis, que tomó el nombre de Zoraya
al convertirse al Islam, y con la que tendría dos hijos varones, hasta tal punto que
acabó por desbancar a Fátima de la condición de sultana y confinarla en habita-
ciones menos regias.
Hacia 1484, los celos, la rivalidad entre Aixa y Zoraya, el temor por la sucesión
de sus hijos, junto con la desconfianza ante las intenciones del sultán, instaron a
Aixa a participar, con la facción aristocrática de los Abencerrajes, en una conspira-
ción para destronar a su esposo y poner en su lugar a su hijo Boabdil. Tras liberar
a éste de una de las torres de la Alhambra, donde su padre lo tenía preso, Aixa
incitó a Boabdil y su hermano Yusuf a huir a Guadix, donde el primero fue procla-
mado rey. Poco después, tras una sangrienta guerra civil, el 5 de julio de 1482,
Boabdil era proclamado rey de Granada.
Aixa volvió a intervenir con tenacidad y firmeza en 1483, cuando su hijo cayó pri-
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Aixa
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Catalina de Mendoza
Catalina fue, sobre todo, conocida como pintora, especializada en flores y bode-
gones, un tema, considerado menor en su época, muy practicado por las mujeres,
ya que éstas solían quedar al margen de los círculos donde se canalizaban los gran-
des encargos de obras religiosas. También realizó algunos retratos, como el de su
esposo, el Conde de Gomera, y el del pintor holandés Schalcken. Estilísticamente,
su pintura se caracteriza por su gran minuciosidad y delicadeza, y sus cuadros se
encuentran diseminados por diversos museos europeos.
Murió en Granada el 15 de enero de 1602.
Bibliografía
DIEGO, E. de: La Mujer y la Pintura del XIX Español (Cuatrocientas olvidadas y algunas más). Madrid: Cátedra,
1987.
MARTÍNEZ, C. et al. (Dir.): Mujeres en la Historia de España. Enciclopedia biográfica. Barcelona: Planeta,
2000, pp. 309-310.
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Mariana Pineda Muñoz [1804-1831]
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Mariana Pineda Muñoz
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Eugenia de Montijo
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Berta Wilhelmi
Joaquina Eguaras fue una de las primeras mujeres intelectuales de la Granada con-
temporánea. Nacida en el pueblo navarro de Orbaiceta el 10 de enero de 1897,
a los dos años de edad, su familia, debido al destino militar de su padre, se ins-
taló en el granadino barrio del Realejo. Tras superar la enseñanza primaria, hizo
Magisterio e inició en 1918 la carrera de Filosofía y Letras, lo que la convirtió en
la segunda mujer universitaria de Granada. Alumna brillante, que, sin embargo,
hubo de entrar los primeros días a la Facultad por la puerta de atrás, concluyó su
Licenciatura en 1922 con Premio Extraordinario y Matrícula de Honor en todas las
asignaturas.
En 1925 entró como Profesora Ayudante en la Facultad de Letras, lo que la con-
virtió en la primera mujer profesora de la Universidad de Granada, siendo la única
hasta 1935. Tras un breve paso por la enseñanza secundaria, en 1930 ingresó
por oposición en el Cuerpo de Archiveros, Bibliotecarios y Arqueólogos, y el 15 de
noviembre de ese mismo año fue nombrada Directora del Museo Arqueológico de
Granada. De este modo, se convertía, a los 33 años de edad, en la mujer espa-
ñola más joven en un puesto directivo de este rango, cargo que desempeñó duran-
te 37 años. Bajo su dirección, el Museo tomó un enorme impulso, ya que multi-
plicó por diez el número de piezas, promovió excavaciones arqueológicas por toda
la provincia y publicó las principales obras y colecciones existentes en él. De este
modo, a su jubilación, fue nombrada Directora Honoraria.
Paralelamente, trabajó en la Escuela de Estudios Árabes, situada en la Casa del
Chapiz, como profesora desde su inauguración en 1932, y después como
Secretaria hasta 1972. Desde 1940 impartió de nuevo clases en la Facultad de
Letras, ya como Profesora Titular, de Árabe y Hebreo. Experta en Lengua, Historia
y Arte de la Granada musulmana, fueron numerosas las publicaciones que realizó
sobre este tema. En 1967, ya jubilada, fue nombrada Profesora Adjunta
Honoraria, en premio a sus méritos docentes e investigadores.
Además de estos nombramientos, Joaquina formó parte de las instituciones más
prestigiosas nacionales e internacionales relacionadas con su labor de arqueóloga
y arabista: Miembro de la Junta Conservadora del Tesoro Artístico de Granada,
Miembro Correspondiente de la Real Academia de la Historia de Madrid, Miembro
y Secretaria de la Comisión Provincial de Monumentos, Delegada Provincial del
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Joaquina Eguaras Ibáñez
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Matilde Cantos Fernández