Está en la página 1de 42
Capitulo L Il. Ill. Iv. Vv. Vi. VIL. VIEL. IX, x. XL XIL ‘XI. XIV. XV. XVI. XVIL Segundo: La represién penal Antecedentes El Cédigo actual. Tipo simple y tipo calificado - Sujeto activo y sujeto pasivo del delito . La conducta delictuosa, Revelacién, divulgacion, publican : Otros delitos de revelacién . : Prevaricato y revelacién de secretos . Elementos del tipo delictuoso El concepto de dafio . La falta de consentimiento del ofendido . . Actitud que asume la escuela positiva . Ausencia de justa causa para revelar . : Formas de comisién del delito. Accién u omisién . Elemento intencional en el delito de revelacién . Contenido y alcance de Ia intencién delictuosa El problema de la participacién. Plurisubjetividad del delito . Sentido de Ja proteccién penal del secreto . 42 Q 43, 44 46 48 51 51 54 54 57 61 63 65 66 69 73 80 CAPITULO SEGUNDO LA REPRESION PENAL sumario: I, Antecedentes. II, El Cédigo actual, Hi. Tipo sim- ple y tipo calificado. 1V. Sujeto activo y sujeto pasivo del delito. V. La conducta delictuosa, Revelacién, divulgacién, publicacién, VIL Otros delitos de revelacién. VII. Prevaricato y revelacién de secretos. VIIL. Elementos del tipo delictuoso. IX. El concepto de dafto. X. La falta de consentimiento del ofendido. XI. Actitud que asume la escuela positiva. X11, Ausencia de justa causa para revelar. XIII. Formas de comisién del delito. Accién u_omisién, XIV. El elemento intencional en el delito de revelacién. XV. Con- tenido y alcance de la intencién delictuosa. XVI. El problema de la participacién. Plurisubjetividad del delito. XVII. Sentido de la proteccién penal del secreto. I. Del secreto profesional puede decirse lo que de otras instituciones: que no nacié al conjuro del pensamiento, sino de la accién; no fue obra de creacién intelectual, sino de la vida. La vida de relacién lo hizo surgir como necesidad y no fue sino después cuando se ocuparon de él los legis- ladores y cuando juristas y moralistas lo hicieron objeto de estudio. Pero esa realidad del problema se debié a la amenaza que entrafiaba la revela- cién para determinados bienes. Pronto se debe haber sentido lo necesario que era el secreto para la vida social y lo facil que era revelarlo, asi como las consecuencias lesivas que esto ultimo podia traer aparejadas. Por eso surgié la necesidad de defenderse de tales consecuencias. De alli el con- traste que ofrece la temprana aparicién de su regulacién penal frente a la tardia procupacién que del secreto han tenido los legisladores en materia civil y en otras ramas del derecho. Es decir, que antes que ocuparse de la obligacién de reserva en si misma, interesaron los efectos de su incumpli- miento, Y Ja doctrina corrié paralela a la legislacin. Antes que estudiar Ja naturaleza de la obligacién y el origen de ésta, hubo necesidad de defen- derse, mediante la proteccién penal, de los dafios causados a la sociedad y al individuo con la revelacién de un secreto por quienes mds necesario era que lo guardaran. En suma, era preciso vivir antes que filosofar. Las Jeyes punitivas desde muy antiguo se ocuparon de la revelacién de secretos y a la doctrina penal, especialmente contempordnea, se debe lo mejor y mds abundante que se ha escrito al respecto. Por eso nos vamos a ocupar de ella en primer término, dedicdndole este capitulo, pero en el SECRETO PROFESIONAL DEL ABOGADO Y DEL NOTARIO 43 buen entendimiento de que a esta prioridad histérica que ha tenido el as- pecto penal del problema, que no es sino adjetivo, corresponde una indis- cutible prioridad ldgica del aspecto sustantivo, esto es, del estudio de la obligacién de reserva propiamente dicha, en su origen, en su naturaleza, en su alcance, que habremos de intentar en los siguientes capitulos. Ha legado ya para el secreto profesional la época de madurez cientifica que permitird un mejor planteamiento del problema y que nos hard ver que estamos antes frente a una obligacién que frente a un delito, que encon- tramos primero un vinculo juridico y sélo después, eventualmente, un. hecho antijuridico. La legislacién penal mexicana tiene en el tema que nos ocupa una afieja tradicién, que arranca en el derecho espafiol desde las Partidas y pasa por la Novisima Recopilacién a los cédigos espatioles del siglo xix, hasta llegar al vigente. Por su parte Francia, al tipificar en el Codigo Penal de 1810 un delito que V'ancion droit habia reconocido y perseguido como tal en diversas profesiones, aunque sin la unificacién que en cuanto a la penalidad alcanz6 en la legislacién napolednica, tradujo en normas. punitivas de cufio moderno lo que antes era una inquietud de la doctrina y la jurisprudencia, tenazmente empefiadas en ocuparse del secreto pro- fesional y resolver los problemas a que da origen. Esos problemas son casi los mismos que suscita ahora. Con raz6n el Doctor Juan P. Ramos, ilustre penalista argentino, al ocuparse del secreto profesional, lo califica de “‘cues- tidn vieja en el mundo y siempre insoluble del todo”, Idea semejante expresa Perraud Charmantier al estimar que el problema del secreto no es cosa nueva en el derecho, sino tan vieja como la conciencia humana. Y se comprende porqué. Ya deciamos en el capitulo anterior que si el con- tenido del secreto puede variar, a tono con cada €poca de la historia, en cambio el secreto en si mismo, la guarda de la intimidad, es una tendencia inherente a la naturaleza del hombre. Hay escasas referencias de lo que el derecho, en pueblos més antiguos, establecié al respecto. Se sabe que en Roma, la pena para quien revelaba un testamento era la misma que para un falsario, al que se equiparaba. Y no se puede pasar por alto la influencia de la Iglesia Catélica al legis- lar canénicamente, desde muy antiguo, sobre una institucién diversa del secreto profesional pero en algdn modo semejante a él, cual fue el sigilo de la confesién sacramental, Il. Nuestro Codigo Penal, vigente en el Distrito Federal desde 1931, tiene antecedentes, dentro de la materia que nos ocupa, en los derogados Codigos de 1871 y 1929. A ellos habremos de hacer referencia mas adelan- te. La solucién del Cédigo actual ha consistido —como deciamos en el capitulo anterior— en colocar el tipo delictuoso de revelacién de secretos 44 AUGUSTO ARROYO SOTO. dentro de un titulo especial, el noveno, que Heva ese nombre y comprende solamente dos articulos con {a siguiente redaccién: Articulo 210, Se aplicaré multa de cinco a cincuenta pesos o prisién de dos me ses a un ajio al que sin justa causa, con perjuicio de alguien y sin consent miento del que pueda resultar perjudicado, revele algin secreto o comunica- cién reservada que conoce o ha recibido con motivo de su empleo, cargo o puesto. Articulo 211. La sancién sera de uno a cinco afios, multa de cincuenta 2 quinientos pesos y suspensién de profesin en su. caso, de dos meses a un afio, cuando la revelacién punible sea hecha por persona que presta servicios pro- fesionales o técnicos, 0 por funcionario o empleado piiblico, 0 cuando el se- creto revelado o publicado sea de cardcter industrial. III. La primera observacién que surge a Ja vista de esos dos preceptos es que el delito de revelacién de secretos profesionales no constituye en nuestra ley un tipo auténomo, sino mas bien un subtipo o tipo derivado, accesorio de otro principal, cuya existencia necesariamente presupone. E] articulo 211 expresa simplemente una variante del tipo fundamental descrito en el 210, variante que surge como calificativa, para aumentar la penalidad, pero que no contiene elementos propios, como no sean los que motivan la calificacién, sino que presupone los del articulo prece- dente. Por regla general las circunstancias calificativas 0 agravantes no son elementos integrantes del delito, sino ajenos o exteriores a él. Se le sobre- afiaden, con el consiguiente efecto agravatorio, pero sin ser necesarias para su existencia. Sélo en algunos casos Hegan a serlo, porque el legislador las incluye dentro de los elementos del tipo, y entonces cambia su natu- raleza, ya que mds que de circunstancias calificativas deberfa hablarse de tipo calificado con respecto a otro, considerado como simple u ordi- nario. Tal acontece con la revelacién de secretos profesionales y los doc- tores Carranca y Trujillo y Carrancé y Rivas, aunque no se refieren ex- presamente a ella en los siguientes conceptos, precisan el fendmeno que acabamos de indicar: Las circunstancias calificativas, que son modificativas de la sancién penal en un sentido agravatorio, no deben confundirse con los elementos constitutivos del tipo delictivo. Estos son elementos que lo integran y sin los cuales no puede existir. Aquéllas son accidentales, generalmente, y s6lo cuando Ia propia ley las convierte en constitutivas cambia su naturaleza.? Pues bien, los elementos del delito de revelacién de secretos en general estan sefialados en el articulo 210. El 211 los presupone y les afiade algo nuevo, para calificar al tipo. Pero ges que presupone todos y cada uno de ‘ Cédigo Penal anotado, nota nim. 164 al articulo 54.

También podría gustarte