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.- La Etnoecología.

Tomado del libro: El Juego de la Superviviencia. Toledo, Victor (1991).

El surgimiento de una nueva disciplina proviene del dilema de explicar el porqué existe poco
avance y comprensión de la sabiduría campesina en el manejo de la naturaleza y en donde el
desarrollo científico y tecnológico no ha podido solventar problemas de esta índole. Algunos
autores como Conklin (1954) Y Levi- Srauss (1964), plantearan las tres limitaciones a saber:
primero, se aborda el estudio de los saberes tradicionales, separándolos de sus significados
prácticos, con una tendencia a examinar la cultura como algo distinto y autónomo de la
producción; segundo, se ha hecho énfasis en el estudio de fracciones (plantas, animales, suelo,
fenómenos climáticos, etc), o "dimensiones" (sistemas clasificatorios, nomenclaturas, usos), de
esa sabiduría, olvidándose de generar una comprensión holística o de su totalidad; y tercero, se
ha concentrado exclusivamente en la "porción objetiva" de esas sabidurías, olvidándose que en
el corpus campesino los conocimientos objetivos se hallan "amalgamados" junto con otras
dimensiones más subjetivas del pensamiento que son las creencias y las percepciones. La
mayoría de los investigadores se concentraron más en el estudio de los conocimientos mismos,
que en quienes lo generan y de los significados que aquellos adquieren para su propia
supervivencia. Sus enfoques se dedican a estudiar ciertos conocimientos y practices
campesinas aislándolos de la fuente de la cual se originan: el problema de la resolución
cotidiana de la sobrevivencia y este punto en particular depende del interés del investigador por
iniciar y mantener un diálogo con el productor. Según Barahona (1987): "lo que falta es superar
la barrera del silencio campesino: entrenar el oído para escuchar los cuentos no contados,
aprender a educirlos. Incitar a que se nos cuente cómo está pensando solo implica, a lo mejor,
que se nos acepte como aprendices merecedores".

De alguna forma estas deformaciones y sesgos de la investigación han retardado el desarrollo y


maduración de la disciplina encargada de estudiar las sabidurías campesinas y sus significados
prácticos: la etnoecología. Solo algunos autores han logrado establecer un marco teórico
apropiado: Conklin (1954), lo utilizó por vez primera en su estudio sobre los Hanunoo de las
Filipinas, agregando el prefijo -etno- a la palabra ecología para denotar que el área del
conocimiento especificado fue el del observado (el productor rural) no el de observador (el
investigador). Lara una buena parte de los antropólogos, sin embargo, la etnoecología es una
fracción de la etnociencia (nueva etnografía o etnografía semántica) según Fowler (1977). Si la
etnociencia se dedica a estudiar la suma total de conocimientos que una cultura tiene sobre su
universo natural y social y sobre sí misma, la etnoecología es aquella área encargada de
estudiar aquella porción del conocimiento tradicional sobre la naturaleza. Sin embargo, el

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término ha sido utilizado más ampliamente para denotar "la manera como los agricultures
tradicionales conceptualizan los ecosistemas de los cuales dependen" según Brosius, et al,
(1986), "las percepciones indígenas de las divisiones naturales del mundo biológico y las
relaciones que los humanos establecen con ellas" según Posey, et al, (1984) o "las bases
ecológicas de las interacciones y relaciones humanas con el ambiente" según Bye (1981). En
estas últimas definiciones, las pretensiones de la etnoecología se tornan muy cercanas o casi
identicas a la ecología humana, sin que los autores antes citados hagan una distinción entre
ambas. La definición más aceptada es la propuesta por Conklin y que restringe su estudio al
cuerpo de conocimientos de una población humana que tiene sobre su medio ambiente, citado
por Ellen (1982), Brosius, et al, (1974) y Bellón (1990). Por su parte Jonson (1974) como Bellón
(1990) y Toledo (1990), proponen extender el dominio de la etnología no solo al conocimiento
sino también a los comportamientos que dicho conocimiento genera, reconociendo de paso que
el estudio de los sistemas cognitivos no puede ser separado de su puesta en práctica.

Definiendo lo tradicional
Aunque la investigación etnológica puede realizarse en cualquier sitio del mundo y con
cualquier productor rural, por lo común tiende a concentrarse en el estudio de los saberes y
habilidades "tradicionales" relativos al manejo de los recursos naturales. El término tradicional
ha sido utilizado muy frecuentemente en numerosos estudios, y aunque no existe una
definición rigurosa de este término, se utiliza para referirse a los habitantes de la areas
campesinas del tercer mundo. La idea de lo tradicional también se ha empleado con el ánimo
de oponerlo al de moderno, queriendo con ello distinguir los dos polos en que se encuentra
dividida la población de productores rurales del mundo. De esta manera el sector tradicional
sería aquel formado por toda la gama de población rural que por una u otra razón permanecen
realizando un manejo de la naturaleza basado en sus practices ancestrales y con poco o ningún
acceso a las nuevas tecnologías (especialmente las agrícolas), generadas en las últimas
décadas (por ejemplo, fertilizantes químicos, pesticidas, maquinaria, energía eléctrica). El sector
moderno por el contrario, es aquel que ha adoptado todo el paquete tecnológico
contemporáneo de la llamada agricultura industrial y que por una o varias razones se abstiene
de utilizar prácticas derivadas del conocimiento históricamente acumulado. Si bien esta división
es particularmente clara para el caso de la agricultura y la pesca, la misma se vuelve menos
notoria en los casos de la ganadería y aún más en el de la producción forestal.

El término resulta vago ya que existen una gama de situaciones socioculturales entre los
habitantes de los países subdesarrollados, por lo que se busca profundizar más en lo que se
considera los sujetos de la investigación etnoecológica. Primero, los sujetos pueden ser

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indígenas, cuando hablan alguna otra lengua en vez o además de la lengua nacional (español,
portugués o inglés, en el caso de los países latinoamericanos), o mestizos, cuando hablan el
idioma nacionalmente reconocido. Algo similar sucede cuando se introduce el ámbito geográfico
en el que los productores tradicionales realizan sus actividades. Por lo común, el término
tradicional tiende a denotar a los productores campesinos de las áreas terrestres (incluyendo
los cuerpos de agua continentales) y a excluir a las poblaciones esencialmente pescadoras de
las costas. Es por ello conveniente tener presente a los productores tradicionales en ese
manejo combinado de los recursos naturales (en éste caso terrestres y acuáticos). Segundo, el
tomar en cuenta el criterio económico. En este caso logra arribarse a una distinción que corre
por debajo de las características culturales y que en cierta forma las explica: la diferencia entre
las sociedades tribales y las sociedades campesinas. Mientras que se entiende que los grupos
tribales (incluyendo tanto las sociedades de nómadas como agrícolas), constituyen
comunidades rurales generalmente aisladas geográfica y económicamente del resto de las
sociedades nacionales que las incluyen, los grupos de campesinos viven en comunidades que
de una u otra forma se hallan conectadas a través de transacciones económicas con los
mercados regionales, nacionales e internacionales. En lo general, los grupos campesinos
conforman la población mayoritaria de las porciones rurales tradicionales de los países del
tercer mundo, y su proporción tiende a incrementarse en la medida que las tendencias sociales
y económicas del mundo transforman las aisladas sociedades tribales de nuevos grupos
campesinos.

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