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Control de Lectura Iii - Teorïa Del Desarrollo
Control de Lectura Iii - Teorïa Del Desarrollo
1) INTRODUCCIÓN
En estos momentos, se reconoce que no todo va bien con la globalización y de que hay una
base real para el malestar, se tiene un análisis más profundo que relaciona políticas
específicas con errores concretos. Los expertos y los políticos coinciden en las áreas en las
que deben producirse cambios y en este libro Stiglitz se ocupa de la cuestión más espinosa:
¿cómo hacemos que funcione la globalización? ¿Qué cambios serían necesarios para que la
globalización cumpliera con sus expectativas o, al menos, se acercara a ellas?
Stiglitz manifiesta que los países en vías de desarrollo no han hecho siempre todo lo posible
para que avance su bienestar y los países ricos no estaban haciendo todo lo que estaba en
sus manos para ayudar a estos países, sino que a veces les estaban haciendo la vida más
difícil. Los programas del FMI empeoraron la crisis del Este Asiático y la “terapia del choque”
que impulsaron en la antigua Unión Soviética y sus satélites desempeñó un importante papel
en los fracasos de la transición.
Por estas razones, para que funcione la globalización, se requieren cambios grandes y
pequeños, algunos de los que remarca Stiglitz son:
El Estado debe jugar un papel más activo para repartir a todos los beneficios del
crecimiento En materia de comercio internacional se debe dar un tratamiento justo a los
países en vías de desarrollo.
2) Capítulo 1: OTRO MUNDO ES POSIBLE
Quienes no están contentos con la globalización no plantean objeciones al acceso más amplio
a mercados globales o a la difusión del conocimiento global, más bien manifiestan lo
siguiente:
Las reglas de juego que gobiernan la globalización son injustas y el diseño de ellas
está hecho para beneficiar a los países industrializados y en la mayoría de los casos
han empeorado a los países pobres.
Se centra en los valores materiales y toma en cuenta otros valores como el medio
ambiente y la vida misma.
La gestión de la globalización ha implicado la pérdida de buena parte de la soberanía
para muchos países y de su capacidad para tomar decisiones en cuestiones claves que
afectan al bienestar de sus ciudadanos.
Tanto en los países en vía de desarrollo como en los desarrollados hay muchas
personas que han salido perdiendo.
El sistema económico con el que se ha presionado a los países en vías de desarrollo
es inadecuado y a menudo muy perjudicial.
Hoy en día todos coincidimos o estamos de acuerdo de que no es positivo todo lo que
conlleva la globalización y de que existe razones para su análisis más profundo vinculando
políticas específicas con fracasos específicos.
Conseguir que la globalización funcione no va hacer fácil. Aquellos que se benefician con el
sistema actual se resistirán al cambio y son muy poderosos. Ya se han puesto en marcha
fuerzas transformadoras y son muchas las cosas que deben realizarse, por lo que la
comunidad internacional ha reconocido 6 ámbitos en los que se producen problemas:
a. El calado de la pobreza
A estas alturas ha quedado claro que la apertura de los mercados (eliminar las
barreras comerciales, la apertura a los flujos de capitales) no va a resolver por sí sola
el problema de la pobreza ya que incluso puede llegar a empeorarlo, lo que se
necesita es más ayuda y un régimen comercial más justo.
b. La necesidad de ayuda exterior y la condonación de la deuda
Muchos países en vías de desarrollo afrontan una carga enorme de deuda (la mitad o
más del gasto público o de las divisas obtenidas de las exportaciones se emplean para
pagar estas deudas), el desarrollo es difícil de por sí, con la carga de la deuda se hace
en realidad imposible.
c. La aspiración a crear un comercio más justo
La liberalización comercial supuestamente conduciría al crecimiento, sin embargo esto
no ha sido evidente. El poco éxito que han tenido los acuerdos comerciales
internacionales a la hora de promover el crecimiento en los países pobres son que con
frecuencia éstos estaban desequilibrados: Los países desarrollados podían imponer
aranceles sobre mercancías producidas por los países en vías de desarrollo siendo 4
veces más elevados que los impuestos sobre bienes producidos sobre otros países
desarrollados y mientras que los países en vías de desarrollo se veían obligados a
abandonar los subsidios destinados a ayudar a sus industrias emergentes, los países
desarrollados podían mantener sus subsidios agrícolas, reduciendo los precios
agrarios y socavando a los países en vías de desarrollo.
d. Las limitaciones de la liberalización
En 2003 el FMI llegó a reconocer que con lo referente a muchos países en vías de
desarrollo, la liberalización del mercado de capitales no ha conducido a aumentar el
conocimiento aino a una mayor inestabilidad.
La liberalización del comercio y del mercado de capitales eran componentes claves en
el Consenso de Washington, ésta prestaba poca atención a cuestiones como la
equidad, el empleo y la competencia, a la determinación del ritmo y la periodización de
las reformas o cómo llevar a cabo las privatizaciones, se centró exclusivamente en el
aumento del PBI y no en cuestiones que afectan al nivel de vida, ocupándose muy
poco de la sostenibilidad.
Debemos remarcar que el Perú aún sigue aplicando las pautas del consenso de
Washington, a pesar de ya haberse demostrado todas las deficiencias que este tiene.
e. La protección del medio ambiente
El peligro al que se enfrenta el mundo a largo plazo es la sostenibilidad
medioambiental. Este es un problema reconocido ya universalmente.
f. Un sistema defectuoso de gobernanza global
Existe un consenso en la mayoría de que algo va mal en el modo en que se toman las
decisiones a escala global. Cada vez se está más de acuerdo de que existe un
problema de gobernanza en las instituciones públicas internacionales, como el FMI,
que conforman la globalización, y en que estos problemas contribuyen a sus fracasos.
La falta de carácter democrático de su gobernanza ha contribuido a su falta de
legitimidad, socavando su eficacia, sobre todo en lo referente a su gestión
democrática.
Se exige a los gobiernos nuevas políticas: El mercado pudo haber estado produciendo
crecimiento, pero se ha estado presentando acompañado de nuevos problemas sociales y
económicos.
La idea convencional de que el desarrollo de EE.UU se debió al capitalismo enteramente libre
es errónea. Hoy el Estado estadounidense desempeña un papel central en las finanzas,
proporciona o avala una parte significativa del conjunto del crédito, con programas para
hipotecas, préstamos para estudiantes, exportaciones e importaciones, cooperativas y
pequeñas empresas, no sólo regula la banca y garantiza los depósitos, sino que también
intenta garantizar los flujos crediticios dirigidos a grupos desfavorecidos. Históricamente el
gobierno estadounidense ha desempeñado un papel económico incluso mayor a la hora de
promover el desarrollo, el desarrollo tecnológico y de infraestructuras. EE.UU ha tenido éxito
en parte debido al papel que ha desempeñado el Estado en la promoción del desarrollo, la
regulación de mercados y a la hora de proporcionar servicios sociales básicos, el interrogante
al que nos enfrentamos nosotros como países en vías de desarrollo es si en la actualidad sus
Estados son capaces de desempeñar un papel similar.
La capacidad de un Estado para controlar las acciones de individuos o compañías se ha visto
limitada por los acuerdos internacionales que chocan con los derechos de los estados
soberanos para tomar decisiones. La suscripción de acuerdos comerciales internacionales
puede impedir que el Estado regule las entradas y salidas de dinero, caliente, especulativo,
aunque la liberalización del mercado de capitales pueda conducir a una crisis económica. A la
vez contamos con un sistema de gobernanza global caótico y carente de coordinación a
escala global sin un gobierno mundial.
Se precisa una serie de instituciones y acuerdos que aborden un conjunto de problemas,
desde el calentamiento del planeta al comercio internacional, pasando por la circulación del
capital. Como señala Stiglitz: “Podemos vivir de manera local, pero cada vez más tendremos
que pensar en términos más globales, considerarnos como parte de una comunidad global.
Esto conllevará algo más que tratar a los otros con respeto, conllevará a pensar en lo que es
justo… Se impone un cambio de mentalidad si queremos que cambie el modo en que se
gestiona la globalización.”
3) Capítulo 2: LA PROMESA DEL DESARROLLO
El Estado debe jugar un papel activo que haga posible que los beneficios del crecimiento no
queden en manos de unos pocos y se garantice equidad y estabilidad en el largo plazo.
Actualmente el enfoque de desarrollo se ha ampliado, incluye aspectos más allá de la
medición del PIB y hay cierto consenso en que el Estado debe proporcionar educación básica,
estructuras legales, infraestructura y seguridad social y asumir la regulación de la
competencia, los bancos y el medio ambiente, sin embargo esto no es suficiente.
El desarrollo debe transformar la vida de las personas y no sólo la economía, por eso es
preciso que las políticas de educación y empleo vayan de la mano. Los elementos centrales
de las estrategias exitosas de desarrollo son: los mercados, el Estado y los individuos. El
cuarto elemento son las comunidades, que al ser involucradas hacen posible llegar a prestar
servicios que responden a las necesidades. Su participación también genera sentido de
pertenencia y compromiso, todos factores clave para el éxito de los programas de desarrollo.
i. El Este Asiático
La globalización contribuyó a sacar a los países del este asiático de la pobreza, dando acceso
a los mercados internacionales así como a la tecnología que aumentó la productividad.
Supieron cómo gestionar la globalización y sacar partido de la misma, sin que se aprovechara
de ellos. Consiguieron crecimiento y estabilidad, no se centraron sólo en la estabilidad de
precios, sino en una verdadera estabilidad, asegurándose de que se crearan nuevos puestos
de trabajo al mismo ritmo con el que se incorporaban más personas al mercado de trabajo. La
pobreza disminuyó espectacularmente, mientras que la salud y la esperanza de vida
mejoraron y la alfabetización casi se universalizó. Si bien estos países con economía de
mercado se hallaban profundamente implicados en la globalización, sus propios mercados
distaban mucho de ser libres. La globalización se medía y programaba y el Estado intervenía
en la economía con cautela, pero extendiéndose a todas sus actividades. Los gobiernos
Asiáticos han mostrado el papel que debe cumplir el estado y lo que debe hacer. Toda esta
experiencia, nos lleva a rechazar con más firmeza el fundamentalismo de mercado del
Consenso de Washington, que abría su mercado a estragos de los especuladores, se debe
poner más énfasis en la equidad y las políticas para ayudar a los pobres.
ii. Latinoamérica
Latinoamérica adoptó las políticas del Consenso de Washington, con más entusiasmo que
otra región, fracasando totalmente.
En 1980, EE.UU, haciendo frente a su propio problema de inflación, impulsó aumentos en las
tasas de interés que llegaron a superar el 20%, esto repercutió sobre los créditos a
Latinoamérica, provocando la crisis de la deuda latinoamericana, cuando México, argentina,
Brasil, Costa Rica y otros países no consiguieron pagar su deuda, como resultado de esto la
región sufrió tres años de declive y 10 años de estancamiento. Fue en este periodo cuando
las políticas económicas Latinoamericanas cambiaron de manera radical y muchos países
adoptaron el consenso de Washington que minimizaba el papel del Estado. Si bien esto
permitió que los precios volvieran a estabilizarse y se reanudase el crecimiento, como ocurrió
al final, el crecimiento no fue sostenible. Se basaba en fuertes préstamos extranjeros y en
privatizaciones que liquidaban los bienes nacionales a favor de los extranjeros y los beneficios
correspondientes no se invertían, se produjo un auge del consumo. El PBI aumentó pero la
riqueza nacional disminuyó. Mientras que el Este Asiático experimentó una reducción enorme
de la pobreza, el progreso de América Latina fue mínimo, lo cual trajo una desilusión
generalizada en Latinoamérica con respecto al consenso de Washington, como por ejemplo
en los gobiernos de izquierda de Brasil, Venezuela y Bolivia. A menudo se ha censurado a
estos gobiernos por ser populistas, porque prometen dar educación y atención sanitaria a los
pobres y esforzarse por conseguir políticas económicas que no se limiten a lograr el
crecimiento, sino que también garanticen que sus frutos se repartan de manera más amplia.
Para el caso Peruano, éste sigue apoyándose en el Consenso de Washington, por lo cual
urge que cambie su enfoque de desarrollo, sino de otra forma, el país estará destinado al
fracaso.
Se debe entender que el éxito significa un desarrollo sostenible, equitativo y democrático que
se centre en aumentar el nivel de vida, no sólo el PBI medible. Si bien la renta es una parte
importante del nivel de vida, no es el único, también lo es la salud (medida en esperanza de
vida, mortalidad, etc.) y la educación. Hasta ahora el PBI ha sido una manera muy cómoda de
medir el crecimiento económico, pero el sólo no define el desarrollo, se puede conseguir que
aumente el PBI destrozando el entorno, agotando los recursos naturales escasos, recibiendo
créditos extranjeros, pero dicho crecimiento no es sostenible. El PBI en muchos países se ha
convertido en un fin en vez de un medio para lograr el desarrollo. Si bien en algunos casos el
incremento del PBI se ha presentado asociado a la reducción de la pobreza, como en el Este
Asiático, esto fue debido a que los gobiernos diseñaron políticas que garantizasen que los
pobres también se beneficiaran, si toda la sociedad en su conjunto no comparte el crecimiento
económico, entonces el desarrollo ha fracasado. Los gobiernos Asiáticos se dieron cuenta de
que el éxito necesitaba estabilidad social y política y que ésta a su vez requiere tanto niveles
elevados de empleo como una desigualdad limitada.
Es importante que los países se concentren en la equidad, en asegurarse de que todos
comparten los frutos del crecimiento, es una obligación moral y es necesario para que se dé
un crecimiento sostenido. El recurso más importante para un país es su gente y si una parte
de su población no vive de acuerdo a su potencial el país no será capaz de acuerdo a sus
capacidades. Los índices elevados de desigualdad, pueden derivar en descontento social,
pudiendo aumentar la criminalidad y generándose un clima no atractivo para los negocios.
Por lo tanto no se trata sólo de renta sino del nivel de vida en su conjunto. El desarrollo
también involucra la salud y el medio ambiente, pero también involucra la seguridad
económica, lo cual refleja la importancia que los trabajadores a pie le otorgan.
El enfoque amplio de desarrollo reconoce los peligros que conlleva la estrategia única que
había caracterizado a las políticas de desarrollo en el pasado, la educación sin puestos de
trabajo no conducirá al desarrollo y la liberalización del comercio sin carreteras y puertos no
podría generar más comercio. China fue experta en cambiar su estrategia a medida que
fueron transcurriendo sus tres décadas de desarrollo.
Proporcionar más recursos y reforzar los mercados siguen siendo importantes para que el
desarrollo tenga éxito. Los países no pueden crecer sin capital, los mercados son esenciales,
los mercados contribuyen a repartir los recursos, garantizando que se distribuyan, lo cual es
especialmente importante cuando son escasos. Esta estrategia fortalece al mercado pero a la
vez al Estado. Cada país debe saber, en cada momento, cuál es la combinación adecuada de
Estado y mercado. El éxito Asiático nos hace recordar que el Estado tenía un papel muy
importante que desempeñar. Claro está que lo que importa no es el peso que tenga el Estado
sino lo que hace. El Estado debe darse cuenta que para tener éxito es necesario leyes más
sólidas en cuanto al gobierno corporativo, y con el afán de fortalecer el mercado es necesario
la educación y la salud. En la actualidad casi todo el mundo está de acuerdo en que es
necesario que se implique a la hora de proporcionar educación básica, estructuras legales,
infraestructura y seguridad social y en lo que se refiere a la regulación de la competencia, los
bancos y el impacto medioambiental. Los países Asiáticos se dieron cuenta que el Estado
debía hacer más, consideraron que es responsabilidad suya mantener el pleno empleo y
promover de manera activa el crecimiento, y se preocuparon por la desigualdad y la
estabilidad social.
El desarrollo consiste en transformar la vida de las personas y no sólo la economía. Por eso
es necesario considerar las políticas de educación y de empleo a través de la doble óptica de
cómo promueven el crecimiento y cómo afectan de manera directa a los individuos. Invertir en
la población, en educación, reporta beneficios, del mismo que hacerlo en maquinarias, pero la
educación tiene otros efectos más importantes: abre la mente a la idea de que es posible el
cambio, que existen otros modos de organizar la producción, pues enseña los principios
básicos de la ciencia moderna y los elementos del razonamiento analítico y potencia la
capacidad de aprender. Y dicha educación tiene que ser compatible con el trabajo que la
gente tendrá que realizar cuando acabe sus estudios.
La educación puede usarse para promover la salud y el medio ambiente así como para
impartir conocimientos técnicos. Contar con una base fuerte de educación primaria es
esencial para identificar a las personas con más capacidad para acceder a la formación
superior, para reducir el abismo que media en el acceso al conocimiento entre los países
desarrollados y los menos desarrollados, así como debe haber un sistema sólido de
educación secundaria y universitaria.
Pero sabemos que de poco sirve tener individuos muy formados si no existen puestos de
trabajo para ellos. Sin los empleos adecuados, los países en vías de desarrollo perderán ese
capital intelectual tan necesario porque se marcharán a países desarrollados, lo que se
conoce como la fuga de cerebros. Por eso se educación y empleo deben ir de la mano.
viii. Los desafíos de la implementación
Para el éxito del desarrollo no sólo es necesario visión de futuro y una estrategia, sino que las
ideas deben convertirse en proyectos y políticas. Las políticas tienen que diseñarse para que
les lleven a la práctica simples mortales, y si aparentemente no pueden, y si una y otra vez
producen problemas de implementación, entonces es que hay algún error en la base.
Gestionar el cambio es difícil y lanzarse a reformas de gran envergadura no funciona. Lo que
importa no es sólo el ritmo del cambio sino cómo se suceden las reformas. El equilibrio
también es importante: permitir que crezcan las diferencias entre las rentas rurales y urbanas
es otra fórmula para crear problemas. Muchas de las estrategias de desarrollo que no se
implementaron bien fallaron porque se basaban en una visión errónea del desarrollo.
Los individuos que quieran ser competitivos en esta economía global tienen que contar con la
cualificación y los recursos necesarios para ello. Mientras la globalización y la nueva
tecnología reducen las diferencias entre regiones de la India y China y los países
desarrollados, el abismo entre África y el resto del mundo va en aumento. Dentro de los
países también está aumentando la diferencia entre pobres y ricos y con ello la diferencia
entre aquellos que pueden competir de manera eficaz a escala global y quienes no pueden.
Los países industriales y sus grandes empresas poseen los recursos, muchos otros no. Lo
que resulta notable es lo bien que lo han hecho la India y China, dad sus limitaciones.
¿Con qué posibilidades cuentan entonces las empresas con mucho menos capital y menos
innovadoras de los países en vías de desarrollo? Ocupar los nichos que son demasiado
pequeños como para interesar a los gigantes.
El resto del globo no puede solucionar los problemas del mundo en vías de desarrollo.
Tendrán que hacerlo por sí mismos, pero al menos se puede crear un terreno de juego más
nivelado, incluso sería mejor si se inclinara a favor de los países en vías de desarrollo.
Hacerlo es un deber moral. Una estabilidad y seguridad mayores en el mundo en vías de
desarrollo contribuirá a la estabilidad y la seguridad del mundo desarrollado.
Sabemos que Adam Smith fue defensor tanto del libre mercado como del libre comercio:
El libre comercio permite que los países saquen provecho de sus ventajas comparativas, de
modo que todas las naciones se beneficiarían puesto que cada una se especializará en
aquellas áreas en que más destaque. Áreas comerciales amplias permiten que empresas e
individuos puedan especializarse. Los mercados de mayor tamaño impulsan la eficacia de
cada productor y la posibilidad de elección de los consumidores. Sin el libre comercio, el
capital y el trabajo obtendrán ganancias diferentes en países distintos.
En un país con falta de capital, como maquinaria y tecnología, el trabajo va a ser menos
productivo y los salarios más bajos. Si el trabajo se traslada de un país donde la productividad
y los salarios son más bajos a uno donde son elevados, el aumento de la producción puede
ser enorme y crecerá la economía mundial. El libre comercio permite que la gente no tenga
que trasladarse. En teoría esto significará que a medida que aumente la demanda de
productos de un país como China, también aumentará la mano de obra no cualificada y, en
último término, los salarios de mano de obra no cualificada en China crecerán.
Los defensores del libre comercio dicen que, si bien se pierden puestos de trabajo, se
generan nuevas oportunidades. Puestos de trabajo de productividad elevada y salarios altos
sustituyen a puestos de trabajo de productividad elevada y salarios reducidos. Sin embargo en
muchos países notamos una tasa de desempleo elevada y quienes pierden sus puestos de
trabajo no pasan a ocupar otro alternativo con mayor salario, sino que pasan a engrosar la
lista de los parados, la teoría se muestra desligada de la realidad.
Lo que sucedió en los países de vías de desarrollo fue que la liberalización se dio tan rápido
que el sector privado no tuvo tiempo para responder y generar nuevos puestos de trabajo, con
intereses altos, el sector productivo no podía permitirse realizar las inversiones necesarias
para crear nuevos empleos. En los países desarrollados las políticas monetarias y fiscales
funcionan bien, los puestos de trabajo deberían generarse al mismo tiempo que se pierden,
pero no sucede así, hoy se escucha en las noticias internacionales el grave problema del
desempleo que estaba ocurriendo en los países europeos, protestas por las calles y
manifestaciones con respecto a la falta de empleo. Los trabajadores de mediana edad suelen
tener muchas dificultades para encontrar empleo, jubilándose anticipadamente y los
trabajadores de baja cualificación sufren de manera especial.
Cuando el resultado que se obtiene de una rápida liberalización comercial es el aumento del
desempleo, es posible que no se noten los beneficios que ésta prometías. Cuando los
trabajadores pasan de puestos de trabajo de baja productividad, pero protegidos, al
desempleo, es posible que aumente la pobreza más no el crecimiento.
El argumento habitual a favor del libre comercio se basa en la eficiencia, se pueden producir
más bienes con los recursos disponibles si cada país se centra en su propia ventaja
comparativa. Pero existe algo incluso más importante a la hora de determinar el ritmo del
crecimiento en los países en vías de desarrollo, es la rapidez con la que acceden al
conocimiento y las tecnologías de los países desarrollados, sin embargo los países en vías de
desarrollo presentan un desfase en cuanto a recursos y en cuanto a tecnología. Para
conseguir un crecimiento sostenido se debe salvar la distancia del conocimiento que mejorar
la eficiencia y aumentar el capital disponible.
Para alcanzar con éxito el desarrollo, las economías de los países en vías de desarrollo tienen
que pasar a basarse en sector industrial. Para que ellos puedan penetrar estos sectores
industriales tienen que protegerlos hasta que sean lo bastante fuertes para competir con los
gigantes internacionales existentes. Sin protección, un país cuya ventaja comparativa estática
reside, por ejemplo, en la agricultura, con expectativas limitadas de crecimiento. La protección
industrial en sentido amplio puede conducir a aumentar el volumen del sector industrial, que
en casi todas partes constituye la fuente de la innovación, estos avances repercuten en el
resto de la economía, como es el caso de los efectos beneficiosos del desarrollo de
instituciones, como mercados financieros, que acompañan al crecimiento de un sector
industrial. Un sector industrial amplio y en crecimiento proporciona ingresos con los que el
gobierno puede financiar la educación, las infraestructuras y otras inversiones necesarias para
el crecimiento.
Doha fracasó. Los acuerdos comerciales son injustos y a la vez la ronda de desarrollo va a
hacer poco para conseguir que es régimen sea más justo o favorezca más el desarrollo. No
obstante es posible diseñar un régimen comercial global que promueva el bienestar de los
países más pobres y que, al mismo tiempo, sea positivo para los países desarrollados en su
conjunto. Aunque Doha fracasó a la hora de cumplir permanece el reto de crear en el futuro
un régimen comercial justo y que ofrezca a los países pobres del mundo la oportunidad de
desarrollarse a través del comercio.
El sistema actual hace que el tratamiento preferencial sea algo voluntario por completo, que
cada país industrial avanzado aplica a su antojo. Las preferencias pueden eliminarse si el país
en desarrollo no hace lo que desea el país que hace la concesión. El tratamiento preferencial
se ha convertido en un instrumento político, un arma para conseguir que los países en vías de
desarrollo no se salgan del camino trazado.
Libre comercio para los pobres: propuesta para felicitar el acceso al mercado .
Una sola reforma simplificaría de manera simultánea las negociaciones, promovería el
desarrollo y corregiría las desigualdades del régimen actual. Los países ricos deberían
sencillamente abrir sus mercados a los pobres, sin reciprocidad y sin condiciones
económicas y políticas. Los países de renta media deberían abrir sus mercados a los
países menos desarrollados y se les debería permitir ampliar preferencias entre sí sin
hacer las extensivas a los países ricos, de modo que no deban temer que las
importaciones de estos países acaben con sus industrias emergentes. Incluso se
beneficiarían los países desarrollados, porque podrían llevar a cabo con mayor rapidez
la liberalización entre sí, sin tener que atender a las preocupaciones del mundo en vías
de desarrollo. Esta reforma sustituye el principio de “reciprocidad para y entre países,
independientemente de las circunstancias” por el principio de reciprocidad entre
iguales, pero diferenciando entre aquellos que se encuentran en circunstancias
considerablemente diferentes.