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Parasociólogo no. Pará sociólogo. Acerca de la descolonización pedagógica en Arturo Jauretche.

2010
Por Juan Esteban Godoy

Parasociólogo no. Pará sociólogo. Acerca de la descolonización pedagógica en


Arturo Jauretche.

Por Lic. Juan Esteban Godoy


“La instrumentación cultural se encarga que el país se venga zonzo (…)
de aquí que suele suceder que los que andan con libros no entiendan los
intereses del país y sólo los entiendan los que leen alpargatas en lugar
de libros. Éstos saben poco pero llevan la ventaja de no saber lo que
enseñan los colonizadores. Y no saber, cuando saber es tontería, es
i
sabiduría”.

“Los sociólogos han establecido que yo soy un parasociólogo. Quizás


lo soy, pero no por encontrarme al costado de la sociología, sino
porque les digo “pará, sociólogo”, cuando entra a macanear”. ii

Pensar la política nacional del último siglo (sobre todo del 30 en adelante) sin
realizar una profunda lectura de los pensadores nacionales (en contraposición a los
enajenados), como lo fueran Hernández Arregui, Scalabrini Ortíz, John William Cooke,
Arturo Jauretche y tantos otros, sostenemos es tarea imposible1. Pues para que un
pueblo se desarrolle como tal es necesario que realice una lectura de su pasado desde la
perspectiva de los oprimidos, de los marginados, acallados, silenciados, para así poder
abordar el presente en la elaboración de un proyecto común orientado por la utopía. Es
necesario escuchar esas voces y esos silencios que están presentes en nuestro continente
latinoamericano, a la vez que se critica las ideas dominantes (de los sectores
dominantes) imperantes en nuestros países. Es aquí donde consideramos que don Arturo
ha cumplido un papel implacable respecto de éstas, y es en esta faceta de este pensador
nacional donde pondremos el énfasis de nuestro análisis, a saber: en la des/colonización
pedagógica.

Citamos a Norberto Galasso en relación a la vigencia de Arturo Jauretche hoy,


dicho autor considera que ésta “se liga, por supuesto a la existencia de una cuestión

1
No excluimos aquí aportes que puedan surgir de autores de otras latitudes, pero sí consideramos que
su lectura debe hacerse desde nuestra perspectiva, sin importar acríticamente pensamientos pensados
y desarrollados para otras realidades. John William Cooke dirá que “(…) lo que hace que una ideología
sea foránea, extraña, exótica, antinacional no es su origen sino su correspondencia con la realidad
nacional y sus necesidades”. Citado en Jauretche, Arturo. (2004). Introducción (Norberto Galasso y
Germán Ibáñez). Textos selectos. Buenos Aires: Corregidor, página 12-13.

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nacional irresuelta en la Argentina, circunstancia que otorga actualidad a quienes,


como él, bregaron toda su vida para que dejásemos de ser una “Argentina colonial” y
fuésemos una “Argentina libre”. Pero obedece, además a la singularidad del
pensamiento jauretchiano, nacido en íntima vinculación con los fenómenos sociales,
pletórico de emoción y calidez porque brota de la vida misma, producto de largos años
de ir y venir por los rincones del país valorando experiencias, observando, registrando,
hurgando en las causas, sin dejarse tentar por supuestos ideológicos o reflexiones
abstractas (…)”iii.

Es de resaltar también la prosa Jauretchiana (con una fuerte impronta del


precursor de FORJA Manuel Ortíz Pereyra), la cual es incisiva, pareciera escrita con el
pulso agitado por las circunstancias que exigen las luchas nacionales, una escritura
profundamente sentimental, que puede lograrse a su vez porque don Arturo (según nos
cuenta René Orsi) no escribía sino que dictabaiv, consiguiendo una escritura que logra
anclarse en lo más profundo de quien lo lee. No es una escritura preocupada por las
formas eruditas (pretendiendo delimitar el público), adquiriendo la sencillez, que al
decir de don Arturo pretende el entendimiento del pueblo entero. Con respecto a su
escritura le comenta a la revista Gente: “creo haber logrado y a esto atribuyo el éxito de
mis libros, hacerme entender (…) he logrado el arte de decir fácil, los cosas difíciles.
Generalmente parece que los escritores se esmeraran en decir difícil, las cosas
fáciles”.v

Por último el presente, además de ahondar en la colonización pedagógica en


Jauretche, tiene la intención de realizar una revisión crítica de los “modelos”
dominantes en el “mundo académico” y específicamente en la sociología. Asume el
propósito de incomodar, de generar debate al interior del “campo social”.

Para comenzar a hablar de des/colonización pedagógica en Jauretche, es


necesario resaltar que dicho autor está basando su crítica concibiendo que la situación
del país se desarrolla como una semi-colonia, en la cual somos políticamente
independientes, y no son necesarias las armas (por momentos pueden serlas), sino que
aquí surge como esencial la colonización pedagógica para asegurar la dominación. Por
el contrario en las colonias, la garantía está dada por las armas, y por la presencia del
invasor extranjero, por lo que es estimulada la creación de una conciencia nacional, a

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diferencia de lo que sucede en las primeras2. Así Jorge Enea Spilimbergo argumenta que
la actitud de Jauretche era “estrictamente consecuente, a partir del hecho de que la
Argentina semi-colonial importaba ideologías (como capitales, mercancías, medios de
producción) todas las cuales se convertían en factores de dependencia, en cuanto
ideologías importadas”vi. Con respecto al mundo colonial, Frantz Fanon sostiene que es
un mundo dividido en compartimentos, y que la línea divisoria está marcada por
ejércitos, cuarteles, policía, balas, etc. pero los dos mundos no son excluyentes sino que
se superponen, a la vez que “en las colonias la infraestructura es igualmente
superestructura”.vii

Jauretche arguye que existe en el país una intelligentzia (no inteligencia) que es
fruto de la colonización pedagógica, la cual está conformada por individuos que se
autodefinen como intelectuales, se desarrollan en una superestructura cultural que se
reduce a la determinación de modos y de un instrumental que opera en su formación y
difusión, a la vez que no permite que se transforme en inteligencia, y forme una cultura
nacional, vale decir, una conciencia nacional. Norberto Galasso sostiene que “cumplido
el rol positivo de alfabetizar, la enseñanza oficial ejerce luego su papel nefasto para la
inteligencia nacional: conformar un pensamiento ajeno a la realidad del país,
enciclopedista y exótico, “civilizado”, para el cual la Argentina real es solamente
“barbarie””viii.

Dicha intelligentzia identificó a los valores universales con cultura despreciando


toda otra cultura. Así identificó cultura con civilización, por lo cual se buscó un
pensamiento extraviado, no propio, enajenado, que apuntaba a crear Europa en
América. No se trató enriquecer nuestra cultura con otra sino de suplantarla, de eliminar
una e imponer otra. Pero lo fructífero, creador, en realidad, es asimilar a la cultura
nacional los valores universales, y no introducirlos como absolutos, ya que pertenecen a
otros tiempos y a otras realidades3. Según Antonio Canales “imponerle a un hombre

2
Jauretche toma esta diferenciación de Jorge Abelardo Ramos.
3
Jauretche dirá del viaje que realizara con su mujer Clarita por Europa: “las experiencias que saqué de lo
ajeno me sirven a mí para comprender mejor lo nuestro”. En Galasso, Citado en Galasso, Norberto.
(2005). Jauretche y su época. La revolución inconclusa, 1955-1974. Tomo II. Buenos Aires: Corregidor,
página 168. Originalmente en Jauretche, Arturo, La Hipotenusa 3-8-1967. Originalmente en Jauretche,
Arturo: El Nacional, 27-9-1958.

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que adopte como propias, costumbres de vida emitidas por los capitales del dinero, o
que piense con las pautas culturales del enemigo, fueron realidades contra las cuales
debió enfrentarse”ix. A su vez Jauretche pone de relevancia la actitud que dicha
intelligentzia tiene respecto del hombre, a saber: “considera al hombre una entelequia,
una abstracción y no un hombre de carne y hueso que está a nuestro lado (…)
sustituyen a ese hombre concreto por una idea: la humanidad, y para ella son sus
amores y sus devociones”.x

Nuestro autor nos cuenta con respecto a la superestructura cultural, que


“desentrañando la trama de nuestro coloniaje económico, que fue primera tarea,
descubrimos que él se asentaba sobre el coloniaje cultural. Descubrimos que ambos
coloniajes se apuntalan y conforman recíprocamente, pero que si el coloniaje
económico daba los puntos de apoyo cultural, éste era, a su vez, la forma de
penetración y estabilización de aquél. ¡La traición de la inteligencia! Esa es la primera
en el orden de culpas. La primera que debíamos evitar”. xi

En la superestructura cultural tienen una fuerte impronta la enseñanza oficial, los


diarios, radios y la televisión (claro que hoy con mucha más presencia). Jauretche
sostiene que “nada más engañoso que la prensa llamada independiente”.xii Así
calificará a la libertad de prensa como libertad de empresa, libertad de los dueños de los
MM.CC. Esta situación se multiplica en los países dependientes por la presencia de
grandes intereses extranjeros. Ahí está la dictadura periodística que echa rayos de luz o
sombras (incluso sobre el mismo personaje, como por ejemplo, con Raúl Prebisch)
según su conveniencia4.

Existe toda una “maquinaria académica” que con sus respectivas citas generan
unos “enclaves intelectuales”, los cuales funcionan como verdaderos guetos de
pensamiento. Hay citas referenciales entre sí, invitaciones mutuas ya sea a congresos,
becas, cátedras, charlas (claro que sin este nombre, sino que con otros más decorados
como simposios u otro más “coqueto”), todo lo cual no tiene relación con el
conocimiento adquirido en tal o cual materia, con el desarrollo de un pensamiento

4
Véase Jauretche, Arturo. (2008). Ejército y política. Buenos Aires: Corregidor, páginas 109-111.
También Jauretche, Arturo. (2004). Los Profetas del Odio y la Yapa los profetas. Buenos Aires: Corregidor
páginas 157-177.

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nacional. Son pilas y pilas de papeles, ríos de tinta que es de dudar que alguien
realmente las lea. Lo importante es figurar, y hacer figurar, para que luego nos hagan
figurar a nosotros también en un “círculo virtuoso”. Estos enclaves excluyen a cualquier
pensamiento que se desenvuelva fuera de estos “moldes”. A decir de Jauretche
(hablando no solo del “mundo académico) “hay una receta para recorrer el camino del
triunfo literario que es traicionarse a sí mismo, traicionando al país. Entonces, si se
tiene algunas aptitudes técnicas, se llega después a La Nación de los domingos, de allí
a la revista Sur y a los premios literarios, cátedras, etc. Esto no tiene nada que ver con
la literatura comprometida y no comprometida. El compromiso es el de no
comprometerse con la nación real… Para triunfar hay que comprometerse… a no
comprometerse”.xiii

Hernández Arregui refuerza el argumento que venimos desarrollando, al


sostener que “quien debe callar para poder vivir (tal es el caso de la mayoría de los
miembros de la intelligentzia) vivirá desnaturalizando idealmente la realidad. Y así el
intelectual colonizado construirá una Argentina espectral, pues él mismo es el fetiche
deshumanizado de la colonización pedagógica que lo desposee”.xiv

Las “izquierda tradicional” con sus órganos y partidos, no escapan a esta


estructura cultural de un país semi-colonial, se desenvuelve como una izquierda
abstracta, que no tiene en cuenta la cuestión nacional, y termina siendo una derecha
concreta. Pues no tienen otra historia, ni otra literatura que la oligarquía, no le oponen
(no le pueden oponer) un punto de vista nacional. Esta “izquierda” se enfrenta a la
derecha en el plano externo (a veces siquiera, sobre todo cuando surgen movimientos de
corte nacional y popular, calificándolos -peyorativamente- como populistas). Sino
recordemos (por citar uno de los numerosos ejemplos) la infame diferenciación del
Partido Comunista durante la década del ’70 entre Videla, un General democrático; y
Pinochet, un dictador. La gran división en un país que lucha por la elaboración de una
identidad y por la liberación es entre lo nacional y lo antinacionalxv. Galasso argumenta
al respecto que “el pensamiento de la clase dominante, que ésta impone a la mayor
parte de la sociedad para resguardar el orden (…) no encontró en los intelectuales y
políticos de la vieja izquierda-salvo Ugarte- la crítica develadora. Fue Jauretche, en
cambio, que destacó la importancia de esta cuestión, desnudando la función

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reaccionaria de la “colonización pedagógica” y dedicando sus mayores esfuerzos a


demoler esas “zonceras” paralizantes”xvi.

Hay que actuar contra esta cultura, hay que criticarla, hay que desarrollar una
política cultural que no sea ni más ni menos política que la que se nos impone como
cultura. Es similar a lo que sucede en el campo de la historia que nos imponen una
historia (fuertemente cargada de valores, contra lo que creen o dicen creer algunos
“Romeros” y algunas “flores de Romero”) como la visión científica, objetiva, pero no es
más que una visión política de esta.

Así la descolonización pedagógica se halla fuertemente vinculada al


conocimiento de la historia, al revisionismo histórico. Acentuado por la condición de
país dependiente en el que la historia aparece “como un campo de batalla
permanente”xvii. Según Horacio González con el concepto de colonialismo pedagógico
Jauretche “quería señalar un armazón de vasta complejidad ideológica por el cual se
había elaborado una historia nacional regulada por jerarquías oficiales, la “historia
de los vencedores” que dejaba en la oscuridad un yacimiento sufriente”xviii, la cual
habría que rescatar para ser nación. De esta forma no hay proyecto posible sin revisión
del pasado, pues existe una falsificación de la historia precisamente para impedir el
desarrollo de una política nacional. El problema aquí no es historiográfico sino que es
político pues “lo que se nos presenta como historia es una política de la historia”.xix Al
autodenominarse HISTORIA (así con mayúsculas) aparece como falsa, pues al arrojarse
para sí misma la “virtud” de ser la historia verdadera, y no una visión parcial sobre ésta,
se desarrolla en el ámbito de aseveraciones taxativas que presentadas de dicha forma no
pueden ser otra cosa que falsas.

Jauretche aboga fuertemente porque el país conozca su propia historia, tan fuerte
como los que quieren que se detenga en el pasado, y argumenta que “los falsificadores
no fueron individuos aislados sino los instrumentos de una sistemática política del
conocimiento histórico desteñida a servir la política de la oligarquía y la dependencia
económica del país”.xx

Hay una fuerte impronta en la historia oral, en las vivencias personales, en esas
corrientes profundas que surgen del saber popular, así por ejemplo recordará, “de

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memoria y con pantalones cortos”, que el territorio de Lincoln había sido habitado por
los ranqueles, lo cual era “olvidado” por la educación escolar, y él se había enterado por
la tradición oral que persistía en el pueblo. A su vez que era un personaje de “armas
tomar” como se puede ver en su participación en el levantamiento de Paso de Los
Libres, dicha revuelta radical será luego reflejada en el poema (que prologara Borges,
en su primera edición –sin escatimar halagos, de los que luego se “olvidará”- y luego
Abelardo Ramos). Al tiempo que en el “medio pelo” sostiene la eficacia de utilizar
como correctivo al dato numérico, la experiencia personal, afirmará el estaño como
método de conocimiento. Así pone de relevancia la relatividad de los números (encima
a veces hay un uso malintencionado para fines político-económicos). En relación a lo
que venimos argumentando Norberto Galasso sostiene que “a través de un rico
entrecruzamiento entre análisis teórico y praxis política, Jauretche se constituyó en uno
de los principales cuestionadores del orden dependiente. Mientras otros se limitaban a
lanzar denuestos contra el imperialismo, él puso al desnudo diversas expresiones de la
opresión semi-colonial, en lo político, lo económico, lo histórico, lo social y lo cultural.
Implacablemente radiografió vicios y miserias de la enseñanza, la judicatura, la
prensa, las academias, la estructura económica del atraso, etc.”xxi.

Es menester comenzar a desarrollarse a partir de lo propio, no desdeñándolo,


sino haciéndolo desde el saber popular. Carla Wainsztok sostiene que la originalidad de
Jauretche (como la de otros: Martí, S. Rodriguez, etc.) implica “un cambio
epistemológico que recupere las voces de aquellos que están al margen de la
ciencia”xxii. Hay que quitarse el “entripado”, descubrir nuestras zonceras para ser un
poco menos zonzos y sobre todo pensar desde nuestras tierras, desde América Latina,
desde “La Patria Grande”. Por ejemplo nuestro autor sostiene que el concepto de medio
pelo (simplificando, aparentar un status superior que el que realmente posee) es variable
según la sociedad donde se aplique la categoría. La construcción además es desde abajo
pues “nada puede construirse desde arriba si no se trabaja en el seno del pueblo”xxiii.
Galasso argumenta que “su valoración de los sectores populares como protagonistas de
la historia, se corrobora en planteos de desbordante simpatía por nuestros
trabajadores”.xxiv

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Más que un científico frío que busque la objetividad del dato científico,
confeccione cuadros, y se inunde en números y tubos de ensayo, se requiere estaño,
caminar el pueblo, conocerlo, vivirlo, ser parte de este. Basta de la tan mentada
objetividad, a estas alturas, ¿alguien puede seguir creyendo en esta?

La colonización pedagógica nos presenta una educación que desprecia el sentido


común, intenta obstaculizarlo, pero claro no hay que perder de vista que ellos proponen
una educación desvinculada del mundo real y en este contexto es lógico que se tenga al
sentido común como el peor de los sentidos. Jauretche, en cambio, proclama que el
sentido común es el buen sentido y todos lo tenemos pero hay que buscarlo por debajo
de la formación cultural a la que nos tienen acostumbrados desde pequeños. Según
Antonio Gramsci hay que buscar en la memoria histórica del pueblo el sentido común,
que es el mejor de los sentidos, es el (también dirá él) buen sentidoxxv.

Son los sectores considerados “cultos”, “académicos”, los que tienen más
posibilidad de caer en falsedades, pues éstos han sido penetrados por la colonización
pedagógica, “de ahí (sostienen Galasso y Germán Ibáñez) que Jauretche dijese que el
principal problema es el de aquellos más “civilizados”, más ligados a la cultura oficial,
pues deben “primero desaprender, para luego aprender la verdad”, mientras que los
trabajadores (decimos los sectores populares en general), por su menor contaminación
con la ideología dominante, son capaces de acercarse más rápidamente al
conocimiento de la propia realidad”xxvi, la “vara” con la que miden es con la de su
propia realidad.

Las zonceras con la que trabaja don Arturo Jauretche, y nos hace un llamado a
liberarnos de ellas son, a saber: “principios introducidos en nuestra formación
intelectual (y en dosis para adultos) con la apariencia de axiomas, para impedirnos
pensar las cosas del país por la aplicación del buen sentido”xxvii, las hay políticas,
geográficas, culturales, etc. Así el descubrir las zonceras aparece como un acto de
liberación.

Hay diferentes “planes” que confluyen en una política que se dirige al


impedimento de una política nacional. Entendiendo por esta “una línea política que
obliga a pensar y dirigir el destino del país en vinculación directa con los intereses de

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las masas populares, la afirmación de nuestra independencia política en el orden


internacional y la aspiración de una realización económica sin sujeción a intereses
imperiales dominantes”xxviii. Lo nacional “no significa, en modo alguno negar lo
extranjero, ni sustentar un nacionalismo xenófobo (…) Lo nacional es lo universal visto
por nosotros”xxix 5.

Podemos ver como don Arturo emprende la lucha contra la colonización


pedagógica desde diferentes planos: en el cultural, sobre todo en los profetas del odio y
la yapa; desde lo económico, como lo hiciera en el Plan Prebisch impugnando el análisis
de éste acerca de la situación del país hacia 1955 y una forma de ver la economía del
país que es como ir a comprar al almacén con el manual del almacenero; en lo social, en
esos apuntes para una sociología nacional que denominó el medio pelo en la sociedad
Argentina; y en lo político (y/o geopolítico), puede verse sobre todo en Ejército y
Política6. Jauretche, sostiene Darío Alessandro, se dedicó a “destruir lo que llamara
colonización pedagógica sin cuya destrucción consideraba imposible la liberación
nacional”.xxx

Nuestro autor nos propone pensar en nacional, desde el centro del planisferio,
no como estamos acostumbrados de abajo y desde un rincónxxxi. Girar el planisferio, es
ya liberarse de este prejuicio. Así don Arturo aboga por la patria grande, en
contraposición a las patrias chicas, que surgen de la desvinculación, desunión de
nuestras patrias que habrían estado originalmente unidas. Solo así, en el camino de la
unidad latinoamericana será posible la liberación.

5
Vale resaltar la diferencia de la posición nacional con el nacionalismo, a saber: en la primera el
segundo le es adjetivo; en cambio el nacionalismo opone a ideologías foráneas otras que también lo
son, desvinculan Nación de Pueblo, se hallan influidos por personajes como Maurras.
6
Claro que dichas categorías no son ni excluyentes, ni exhaustivas. La intención es dar una visión
general de la obra de Jauretche en torno a la descolonización pedagógica.

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Parasociólogo no. Pará sociólogo. Acerca de la descolonización pedagógica en Arturo Jauretche. 2010
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i
Citado en Galasso, Norberto. (2005). Jauretche y su época. La revolución inconclusa, 1955-1974. Tomo
II. Buenos Aires: Corregidor, página 407. Originalmente en Jauretche, Arturo, La Hipotenusa 3-8-1967.
ii
Citado en Jauretche, Arturo. (2004). Textos selectos. Buenos Aires: Corregidor, página 173.
iii
Galasso, Norberto. (2005). Jauretche y su época. La revolución inconclusa, 1955-1974. Tomo II. Buenos
Aires: Corregidor, página 591.
iv
Orsi, René. (1985). Jauretche y Scalabrini Ortíz. Buenos Aires, Peña Lillo.
v
Citado en Jauretche, Arturo. (2004). Textos selectos. Buenos Aires: Corregidor, páginas 181-182.
Originalmente en Revista Gente, 19/11/1970.
vi
Spilimbergo, Jorge Enea. (1985). Desmontando por izquierda. En Parcero Daniel. Cabalgando con
Jauretche (pp. 67-72). Buenos Aires, Roberto Vega, página 68.
vii
Fanon, Frantz. (2007). Los condenados de la tierra. México: Fondo de Cultura Económica, página 34.
viii
Galasso, Norberto. (2003). Jauretche y su época. De Yrigoyen a Perón, 1901-1955. Tomo I. Buenos
Aires: Corregidor, página 27.
ix
Canales, Antonio. (1985). Prólogo. En Orsi, René. (1985). Jauretche y Scalabrini Ortíz. Buenos Aires,
Peña Lillo, página 8
x
Citado en Jauretche, Arturo. (2004). Textos selectos. Buenos Aires: Corregidor, páginas 79-80.
Originalmente en El 45, 4/4/4961.
xi
Citado en Jauretche, Arturo. (2004). Textos selectos. Buenos Aires: Corregidor, páginas 180.
Originalmente en Discurso, 29/6/1942.
xii
Jauretche, Arturo. (2004). Los Profetas del Odio y la Yapa los profetas. Buenos Aires: Corregidor página
159.
xiii
Jauretche, Arturo. (2004). Textos selectos. Buenos Aires: Corregidor, página 71. Originalmente en
Mano a Mano entre nosotros, 1969.
xiv
Hernández Arregui, Juan José. (1973). ¿Qué es el ser nacional? (la conciencia histórica en
Iberoamérica). Buenos Aires: Plus Ultra, página 162.
xv
Spilimbergo, Jorge Enea. (1985). Desmontando por izquierda. En Parcero Daniel. Cabalgando con
Jauretche (pp. 67-72). Buenos Aires, Roberto Vega.
xvi
Galasso, Norberto. (2005). Jauretche y su época. La revolución inconclusa, 1955-1974. Tomo II. Buenos
Aires: Corregidor, páginas 592-93.
xvii
Verdi, Luis. Prólogo. (1985). En Parcero Daniel. Cabalgando con Jauretche (pp. 11-15). Buenos Aires,
Roberto Vega.
xviii
González, Horacio. (1999). Restos Pampeanos. Ciencia, Ensayo y Política en la Cultura Argentina del
Siglo XX. Buenos Aires: Colihue, página 137.

10
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xix
Jauretche, Arturo. (2008). Política nacional y revisionismo histórico. Buenos Aires: Corregidor, página
16.
xx
Citado en Jauretche, Arturo. (2004). Textos selectos. Buenos Aires: Corregidor, página 151.
Originalmente en Revista Dinamis, 1972.
xxi
Galasso, Norberto. (2005). Jauretche y su época. La revolución inconclusa, 1955-1974. Tomo II. Buenos
Aires: Corregidor, página 592.
xxii
Wainsztok, Carla. (2006). Descolonización Pedagógica. En Cuadernos para la Emancipación Nº 29,
Buenos Aires, Agosto del 2006.
xxiii
Goldar, Ernesto. (1975). Jauretche. Buenos Aires, editorial del noroeste. Cuaderno Nº 17 de Crisis.
xxiv
Galasso, Norberto. (2005). Jauretche y su época. La revolución inconclusa, 1955-1974. Tomo II.
Buenos Aires: Corregidor, página 200.
xxv
Díaz Salazar. (1991). El Proyecto de Gramsci. Barcelona: Anthropos.
xxvi
Citado en Jauretche, Arturo. (2004). Introducción (Norberto Galasso y Germán Ibañez). Textos
selectos. Buenos Aires: Corregidor, página 11.
xxvii
Jauretche, Arturo. (2004). Manual de Zonceras Argentinas. Buenos Aires: Corregidor, página 12.
xxviii
Jauretche, Arturo. (1976). Forja y la década infame. Con un apéndice de manifiestos, declaraciones y
textos volantes. Buenos Aires: Peña Lillo, página 21.
xxix
Citado en Jauretche, Arturo. (2004). Introducción (Norberto Galasso y Germán Ibañez). Textos
selectos. Buenos Aires: Corregidor, página 13.
xxx
Alessandro, Darío. (1985). De una Argentina colonial a una Argentina libre. En Parcero Daniel.
Cabalgando con Jauretche (pp. 45-50). Buenos Aires, Roberto Vega.
xxxi
Jauretche, Arturo. (2008). Ejército y política. Buenos Aires: Corregidor.

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