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Bastaría el misterio de tus ojos

para perderme en una noche atribulada


bastaría la ceguera de los míos
para el ensueño de una muerte enamorada.

Pero la noche se detiene en su batiente


estrellado planetario, y el vacío
se resigna a la espera y al hastío
del fluir de una vida imaginada.

Orfeo no regresa con su lira


Prometeo se ha quedado con el fuego
y los hombres solitarios les reclaman
el calor ausente y la música olvidada.

Es por ello, criatura extraña,


que decido replegarme en la nada
hasta lograr refugiarme en mis entrañas
y así escuchar tu voz que me reclama.

07/01/2010

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