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Un silencioso encuentro

por Christian Carter


Ese día había salido de casa, motivado por la ilusión de encontrar
algo a la vuelta de la esquina. Decidí pasear por la calle
Valparaíso, ya que siempre me había parecido un lugar agradable de
frecuentar. Vagué por toda la extensión de la calle, mirándolo
todo, pero sin prestar verdadera atención a algo en particular.
Llegué al final de mi ruta un tanto decepcionado por no haber
encontrado nada interesante, así que opté por volver sobre mis
pasos. A la altura de Villanelo, encontré un elemento que no se
hallaba allí cuando pasé por primera vez. Mi atención se centró de
inmediato en una figura femenina que se elevaba sobre un podio.
Bajo unos vestidos blancos y angelicales, había una mujer joven,
dueña de una belleza que hubiera desatado los celos de la misma
Afrodita y el deseo del caprichoso Zeus. La pintura blanca cubría
toda su piel tersa, y la convertía casi en un ser sobrenatural.
Era una estatua humana. No era primera vez que veía una, pero si
era la primera vez que una me cautivaba tanto con su belleza; era
una escultura cincelada por el mismo Miguel Ángel. Ella no me
miraba, denotaba estar concentrándose en mantener su posición
rígida e inexpresiva, inconmovible a los suspiros. La flecha de
Cupido hizo su efecto en mí, mas creí que debía mantenerme en
silencio, como leí por ahí, las palabras están llenas de falsedad
o de arte; la mirada es el lenguaje del corazón. ¿Qué hacer para
que aquella nívea Psiqué se fijara en mí?. Observé un sombrero
vacío a los pies del podio y me iluminé. Saqué un par de monedas
del bolsillo, y lancé una al sombrero. Automáticamente ella cobró
vida, me dirigió una mirada y una sonrisa, para luego volver a
quedarse inmóvil. Supe entonces, que estaría arrojando monedas
hasta que el espíritu de la noche la trajera a la vida.

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