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Para Crispín
Para Crispín
cursillo, cuando la buena fortuna, hizo que pusiese mi atención en la conversación de la
mesa de al lado. En ella, un compañero profesor, contaba que días antes, un juglar había
visitado su instituto. ¿Un juglar?, pregunté uniéndome a la charla, ¿en pleno siglo XXI? Sí,
sí, contestó mi compañero, la actuación es una maravilla y los chavales quedan encantados.
Por suerte recordaba su nombre: Crispín D'Olot
Localicé a Crispín fácilmente porque, aun siendo juglar, no le faltan destrezas para
con las tecnologías de nuestro tiempo y el pasado mes de febrero, vino a visitar el instituto
donde doy clase.
En la primera de las dos sesiones de Versos y Bardos, Crispín recogía la literatura en
castellano desde la Edad Media hasta el Barroco, en una hora y media. Juan Ruiz, Jorge
Manrique, juglares, clérigos, romances, serranillas, Lope, Quevedo, Góngora.. Para mí,
como profesora, el plan resultaba altamente atractivo, pero para los alumnos, las cosas no
pintaban igual y yo tenía serias dudas sobre la respuesta de los chicos.
Hasta que apareció Crispín en el salón de actos y todo cambió. Desde el primer
momento nos cautivó a todos y enlazando canciones, versos, música y unas acertadísimas
explicaciones que permiten que los alumnos estén aún más centrados, Crispín logró que
todos esos textos, sus autores, la época en la que vivieron, la música que utilizaron...en fin,
todo lo que en clase quiero transmitir y no sé cómo hacerlo, llegase hasta los alumnos del
modo más natural. La hora y media se nos hizo corta a todos. Alumnos y profesores,
escuchamos atentos, reímos y disfrutamos, recorriendo la literatura de la mano de este
singular juglar.
Cuando comenzó la segunda sesión, de la época de la Ilustración hasta el siglo XX, la
sensación era diferente para algunos alumnos y profesores que repetíamos experiencia,
porque ya sabíamos que íbamos a pasar un rato excepcional. Pero algunas caras de los
alumnos nuevos mostraban esa expresión típica de “seguro que esto va a ser un rollo”.
Y otra vez sucedió lo mismo. Crispín volvió a conquistarnos a todos llevándonos a
ver cómo juegan al escondite las cualidades humanas, un castillo a cuatro leguas de Pinto y
treinta de Marmolejo, doncellas tendidas sin chales en los pechos, un niño que gana un duro
al año, decenas de nombres de mujer, la España de Machado, Don Friolera, Lorca, Miguel
Hernández, arroz con leche...
Crispín no solo hace teatro, recita poemas, toca instrumentos, canta canciones, da una
clase de literatura...; Crispín hace todo eso y mucho más, en un espectáculo completo, bien
estructurado, con mucho y muy variado contenido, ameno, emocionante, divertido, y
participativo. Y sabe hacerlo de tal forma que todo el mundo queda atrapado en él.
¿Qué más se le puede pedir? Nada. Porque además, este juglar hace regalos.
A mí, como espectadora, me hizo sentir emoción, admiración, alegría, reflexión,
congoja, carcajadas..y mil cosas más (es difícil poner en palabras la magia de este viaje
literario con Crispín).
Como profesora me ha hecho el mejor de los regalos: hacer que mis alumnos abran su
mente. Por fin se creen que la literatura, hasta la más antigua, puede gustarles y me
escuchan de otra forma.
¡Y qué mejor regalo que ése que se llevan los alumnos! Abrirse a la literatura, ni más
ni menos.
¡Que Dios os guarde muchos años, querido juglar, que mis futuros alumnos
requerirán vuestra destreza!