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INSECE : PROBLEMAS DE EDICIÓN

DE TEXTOS FRAGMENTARIOS
(Aul. Gell. 18, 9, Liv. Andr. fr. 1 Bl. Y Enn. 326-327 V2)*

INSECE:PROBLEMSIN
EDITING FRAGMENTARY TEXTS
(Aul. Gell. 18, 9, Liv. Andr. fr. 1 Bl. and Enn. 326-327 V2)

1. Que no exista una obra de conjunto sobre la transmisión indirecta de


los textos clásicos es, a nuestro modo de ver, buena prueba, de un lado, de
la dificultad que la cuestión entraña y, de otro, de la imposibilidad de tra-
tar su prolija casuísitica con criterios generales l.
Efectivamente, la cita de un autor por otro es un hecho textual en el que
se ven implicados factores extraordinariamente diversos: las característi-
cas del texto citado y las del recipendiario, la intencionalidad del autor de
este, su método de trabajo y su forma de citar son algunos de los múltiples
elementos que convierten cada cita en un hecho singular y difícilmente sis-
tematizable.
Además, el texto citado ha conocido ya un proceso de transmisión más o
menos largo hasta el momento en que es incorporado al nuevo texto. A par-
tir de ahí, comienza una nueva historia de la transmisión, con sus vicisitudes
a veces rocambolescas. Y no es imposible que las tradiciones vuelvan a entre-
cruzarse si alguien, en algún momento del proceso, decide intervenir sobre
la cita tomando como referencia la tradición directa del texto citado 2.

• El texto de este trabajo se ha beneficiado de las valiosas sugerencias del profesor José Luis
Vidal, a quien expreso aquí, una vez más, mi gratitud.
1. La bibliografia sobre la transmisión indirecta está compuesta por multitud de estudios par-
ticulares que sería demasiado prolijo citar aquí. Sin embargo, las obras de conjunto suelen ser par-
cas a este respecto. Por poner sólo un ejemplo, la reciente y meritora síntesis de R.J. Tarrant
(. L'édition de la littérature latine classique " en J. Hamesse, ed., Les problemes posés par l'édi-
tion critique des textes ancien s et médiéoaux, Louvain-la-Neuve, 1992, p. 1-56) ignora totalmente
la cuestión, cosa que no deja de sorprender en un trabajo titulado de dicha forma.
2. Algunas observaciones destacables sobre esta problemática pueden verse en X. Ballester,
• Filología y crítica textual. A propósito del testimonio neotérico -. Yeleia 4 (1987), p. 319-333.

Rev. de philologie, 1998, LXXII, 2.


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Todos estos problemas han provocado habitualmente una cierta descon-


fianza hacia los testimonios de la tradición indirecta que resulta evidente
en muchas ediciones de textos clásicos. No todos los editores se toman la
molestia de inspeccionar exhaustivamente los testimonia relativos a su texto,
y todavía menos son los que se atreven a preferir variantes atestiguadas
indirectamente contra la autoridad de la tradición llamada directa. En
muchos casos, tal desconfianza está justificada, pero en otros tiene la apa-
riencia de decisión apriorística, cuando no de culpable negligencia.
Y, sin embargo, no hay que olvidar que una gran parte de la literatura
latina nos ha sido conservada exclusivamente por testimonios indirectos o,
dicho de otra forma, es una literatura fragmentaria. En estos casos, no es
infrecuente observar cómo un editor se aferra de manera desesperada a la
cita como a un clavo ardiendo, postergando cuantos reparos formula a este
tipo de testimonios cuando sí cuenta con el apoyo de la tradición directa.
No es necesario decir que ni la una ni la otra son actitudes rigurosas. El
valor de la tradición indirecta no es mayor ni menor según sea la única
conservada o venga acompañada de la tradición manuscrita y, en ambas cir-
cunstancias, sólo un escrutinio particular -casi diríamos microscópico- de
cada caso concreto puede ser la guía para decidir entre una y otra.

2. Un ejemplo revelador de la complejidad de esta problemática puede


constituirlo el capítulo de Gelio que será objeto de análisis en este trabajo
y que transcribimos a continuación. Se trata de Aul. Gell. 18, 9 3 :
Quid significet apud M. Catonem verbum 'insecenda' ; quodque 'insecenda' potius
legendum sit, quam, quod plerique existimant, 'insequenda'.

In libro uetere, in quo erat oratio M. Catonis de Ptolomaeo contra Thermum, sic
scriptum fuit .'
Sed si omnia dolo fecit, omnia avaritiae atque pecuniae causa fecit,
eiusmodi scelera nefario, quae neque fando neque legendo audivimus,
supplicium pro factis dare oportet. ***
'Insecenda' quid esset, quaeri coeptum. Tum ex his, qui aderant, alter litterator fuit,
alter litteras sciens, id est alter docens, doctus alter. Hi duo inter sese dissentiebant.
Et grammaticus quidem contendebat «'insequeruia' scribendum esse> .' 'insequenda'
enim scribi' inquit '<debet», non 'insecenda', quoniam 'insequens' significat' ***, tra-
ditumque es se 'inseque' quasi 'perge dicere' et 'insequere', itaque ab Ennio scriptum in
his versibus .'
inseque, Musa, manu Romanorum induperator
quod quisque in bello gessit cum rege Philippo
Alter autem ille eruditior nihil mendum, sed recte atque integre scriptum esse per-
severabat et Velio Longo, non homini indocto, fidem esse habendam, qui in commen-

3. Transcribo el texto por la edición teubneriana de C. Hosius, A. Gellii Noctium Atticarum


libri XX post Martinum Hertz edidit ..., Leipzig, 1903.
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tario, quod fecisset de usu antiquae lectionis, scripserit non 'inseque' apud Enniuni
legerulum, sed 'insece' ; ideoque a ueteribus, quas 'narrationes' dicimus, 'insectiones' esse
appellatas ; Varronem quoque versum hunc Plauti de Menaechmis .'
nihilo minus esse videtur séctius quam sómnia,
sic enarrasse .' nihilo magis narranda esse, quam si ea essent somnia. Hoec illi
inter se certabant.
Ego arbitror et a M. Catone 'insecenda' et a Q. Ennio 'insece' scriptum sine u lit-
tera. Offendi enim in bibliotheca Patrensi librum. verae vetustatis Lioii Andronici, qui
inscriptus est '08ÚO"uéLa,in quo erat versus primus curn hoc verbo sine u littera
virum mihi, Camena, insece uersutum,
factus ex illo Homeri versu :
<av8pa )lOL évvette, Moüaa, trosirtpottov. >
Illic igitur aetatis et [idei magnae libro credo. Nam, quod in versu Plautino est .'
sectius quam somnia, nihil in alteras partes argumenti habet. Etiamsi veteres autern.
non 'inseque', sed 'insece' dixerunt, credo, quia erat lenius leuiusque, tamen eiusdem
sententiae uerburn videtur. Nam et 'sequo' et 'sequor' et item 'secta' et 'sectio' consuetu-
dine loquendi differunt ; sed qui penitus inspexerit, origo et ratio utriusque una esto
Doctores quoque et interpretes uocurn Graecarum :
av8pa )lOL lvvórró, Moüoa,
et
éonere vuv )lOL, Moüoac,
dictum putant, quod Latine 'inseque' dicitur ; namque in altero v geminu m, in
altero u esse tralatum dicunt. Sed etiam ipsum illud étm, quod significat verba aut
versus, non aliunde esse dictum tradunt quam árro TOU lrróu80L Kai TOU eliretv.
Eadem ergo ratione antiqui nostri narrationes sermonesque 'insectiones' appellita-
verunt.

El pasaje es bien conocido porque afecta a diversos textos arcaicos y, al


mismo tiempo, porque constituye un buen ejemplo del método argumenta-
tivo de Gelio. Comienza con una cita de Catón que, a pesar de la laguna que
afecta al texto en ese lugar, parece que contenía el término insecenda, como
testimonia el lema del capítulo 4. Dicha palabra se convierte a continuación
en el núcleo del debate, que Gelio plantea, como en otras ocasiones, en la
forma de una discusión entre dos personajes anónimos S. El primero de ellos,
un gramático, indica que la forma correcta debe ser insequenda y no inse-
cenda, y alega el testimonio de unos versos de Ennio. El segundo, sin
embargo, trae a colación la opinión de Velio Longo, quien, en su comentario
de usu antiquae lectionis, habría defendido insece para el texto de Ennio y
añade a su argumento el uso del término insectiones entre los autores anti-
guos y el de sectius en Plauto. Sólo a continuación de este debate es cuando
Gelio se pronuncia personalmente sobre el problema: a su juicio, Catón

4. Que exista una laguna es la explicación más verosímil, como propuso Can ter ; otros autores
intentaron postular de diversas maneras una corrupción en el texto: vid. el aparato crítico de
Hosius en ese lugar.
5. Sobre el empleo del diálogo como procedimiento retórico en Gelio, puede verse R. Marache,
Les Nuits Attiques, París 1967, p. xxxv-xxxvi,
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debió de escribir insecenda y Ennio insece. Su argumento se fundamenta, en


primer lugar, en haber visto en la biblioteca de Patras un ejemplar «de gran
antigüedad y fidelidad" de la Odisea de Livio Andronico cuyo primer verso
rezaba virum mihi, Camena, insece versutum. El pasaje continúa y concluye
con razonamientos de orden estilístico destinados a asegurar la preferibili-
dad de la forma arcaica.
Como puede verse, el capítulo es de gran riqueza como fuente de trans-
misión de textos arcaicos; de hecho, gracias a él conocemos sendos frag-
mentos de Catón y Livio Andronico que no son documentados por ninguna
otra fuente y otro de Ennio para el que contamos también con el testimonio
de Festo. Por este motivo, se ha convertido en la referencia esencial para los
editores de los textos fragmentarios mencionados. Pero, además, es el único
garante de un verbo arcaico inseco, que utilizarían Catón, Livio Andronico
y Ennio en lugar de insequo. En lo que sigue, nos interesará menos la cita
de Catón 6 que, como se ha dicho, presenta por lo demás una laguna muy pro-
blemática, y nos centraremos en qué repercusión ha tenido el capítulo en la
edición de los fragmentos de los poetas.
Los editores de Ennio son unánimes en la forma de editar el fragmento.
Tanto Vahlen en su edición canónica 7, como Steuart 8 y Skutsch 9 restituyen
el texto de Ennio en la forma siguiente:
insece, Musa, manu Romanorum induperator
quod quisque in bello gessit cum rege Philippo.
De todos ellos, sólo Skutsch muestra en su comentario ciertas dudas
acerca de la grafía correcta de insece: «Whether he wrote insece or inseque
cannot be decided» !o. Naturalmente, la aceptación de la forma insece repre-
senta confiar en el testimonio de Gelio, cuando afirma de manera taxativa :
Ego arbitror et a M. Catone et a Q. Ennio insece scriptum sine u littera.
Y, de la misma manera, supone rechazar el testimonio del Epítome de
Festo n, que glosa la forma inseque de la siguiente manera:

6. H. Jordan, M. Catonis praeter libruni de re rustiea quae extant, Leipzig 1860, ed. anastá-
tica, Stuttgart, 1967, fr. X, p. 42 edita el fragmento en la siguiente forma: Sed si omnia dolo [ecit,
omnia avaritiae atque peeuniae causa [ecit, eiusmodi seelera nefaria, quae neque t (anda neque
legenda audiuimus, supplieium pro (aetis dare oportet.
7. J. Vahlen, Ennianae poesis reliquiae, iteratis euris reeensuit ..., Leipzig, 1928, reimpr. Amster-
dam, 1967, fr. X, l.
8. E.M. Steuart, The Annals of Quintus Ennius, Cambridge, 1925, reimpr. Hildesheim-New
York, 1976.
9. O. Skutsch, The Annals of Q. Ennius, edited with introduetion and commentary , Oxford,
1985.
10. Vid. su comentario ad loe.
1!. W.M. Lindsay, De uerborum. signi(ieatu quae supersunt eum Pauli epitome, Leipzig, 1913,
p. 99 Y véase también el fr. 36 de los ineerta de Vahlen. De Festo dependen también los lemas
inseque e insequis de dos glosarios latinos: vid. ThlL, s. V.
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inseque apud Ennium die; insexit dixerit. 12

Paralelamente, en el caso del fragmento de Livio Andronico los editores


reproducen unánimemente la lectura tal cual consta en Gelio 13 :
uirum mihi, Camena, inseee uersutum
En apariencia, por lo tanto, nada resulta extraño en el comportamiento
de los editores delante del pasaje de Gelio. En todos los casos han restituido
el texto de Ennio y Livio Andronico de acuerdo con el testimonio geliano,
tomándolo como autoridad fiable. Y,a su vez, la opinión de los editores ha sido
asumida tradicionalmente por los especialistas sin mayor discusión, y de la
misma manera ha pasado, por ejemplo, al Thesaurus linguae Latinae 14.
No hay que olvidar, con todo, que la explicación etimológica y fonética de
la forma inseee ha creado más de un quebradero de cabeza a los estudiosos.
Algunos, como Stolz 15 o Pokorny 16, la hacen derivar de la misma raíz de
insequo, y recurren a la analogía con formas como inseetiones para expli-
car el consonantismo. Otros, como Kühner-Holzweissig 17 y Devoto 18, pre-
fieren recurrir a una raíz sec- que relacionan con formas como lit. sak-, sak-
aú 'decir', gr. cerr-, alemán sag-en o eslavo soeiti. Para los primeros, la
dificultad estriba en explicar una evolución de la labiovelar indoeuropea a
una velar simple en latín en ese contexto fonético. Los segundos, haciéndola
derivar de una raíz con velar, y no con labiovelar, no explican, sin embargo,
cómo el verbo inseeo pueda ser doblete de insequo.
Sea como sea, el problema puede tener otro tipo de solución si atendemos
previamente a la cuestión textual, es decir, si consideramos cuáles son las
garantías con las que contamos para asegurar la existencia de tal verbo.

3. Para comenzar, es necesario que consideramos con atención el propó-


sito y el método argumentativo de Gelio en el capítulo que nos ocupa. Como

12. La edición de esta glosa por parte de Lindsay no deja de presentar problemas. Extraña la
utilización de la forma dic en imperativo, y quizás sea mejor entenderlo como abreviatura de
dicttum) o diciitur), fórmulas muy frecuentes en el Epítome. Por lo demás, la frase insexit dixerit
es poco comprensible, y tal vez pueda tratarse de una glosa. A pesar de ello, ha sido interpretada
también corno un fragmento enniano: uid. nota anterior.
13. Citamos aLivio Andronico por la edición teubneriana más reciente, la de J. Blansdorf,
Fragmenta poetarum Latinorum epicorum. et lyricorum pra.eter Ennium et Lucilium, post W Morel
nouis curi s adhibitis edidit Carolus Büch.ner, editionem tertiam auct.lm curauit ... , Stuttgart-
Leipzig 1995 ; por lo que se refiere a este fragmento, la edición de Blansdorf sigue sin discrepancia
alguna a las de Morel y Büchner.
14. Vid. ThlL, s. u. (inseco, insequo).
15. F. Stolz, Historische Grammatik del' lateinischen Sprache, Leipzig, 1894, p. 252.
16. J. Pokorny, Indogermanisches Etymologisches Worterbuch, Tübingen-Basel, 19943, p. 897.
17. R. Kühner-F. Holzweissig, Ausführliche Gra.matik del' lateinischen Sprache. Erster Teil :
Elementar-, Formen- und Wortlehre, Hannover, 19122, reimpr. 1966, p. 820.
18. G. Devoto, Storia delta lingua di Roma, Bolonia, 19442, p. 3D.
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ya se ha dicho, el origen del debate está en el uso del término insecenda por
Catón. Para rebatir esta lectura, de carácter evidentemente arcaico, el
gramático anónimo recurre a la forma enniana inseque, mientras que el
segundo interlocutor alega la autoridad de Velio Longo, quien en el verso del
épico prefería leer insece. Por fin es Gelio quien tercia apoyándose en un
manuscrito de Livio Andronico que también ofrecería esta última forma.
Bien mirado, en todo este proceso de argumentación existe un defecto de
principio, consistente en validar o invalidar el uso de una forma en un
determinado autor mediante el paralelo de otros autores diferentes. Dicho
de otra manera, se trata de una extrapolación del criterio del usus scribendi
que no puede sostenerse de manera rigurosa. Que Catón empleara -o no- la
forma insecenda no implica de ninguna forma que Ennio hubiera escrito -o
no- insece ; ni, por supuesto, que Livio Andronico ofreciera insece obliga a res-
tituir automáticamente esta forma en los textos de Ennio y de Catón. Gelio
procede aquí como si todos estos autores veteres presentaran unas carac-
terísticas estilísticas y léxicas uniformes, lo que constituye un apriorismo
inaceptable.
Pero, más allá de este vicio de principio, vale la pena señalar otros
detalles que pueden arrojar alguna luz sobre la cuestión. En primer lugar,
para el texto de Ennio, parece desprenderse que la communis opinio, fun-
damentada en los manuscritos, defendía la lectura inseque. Contra ella sólo
se alega el argumento de Velio Longo, quien prefería leer insece en virtud
de las formas insectiones y sectius.
De Velio Longo sabemos que fue contemporáneo -o casi- de Gelio, y que
se ocupó, entre otras cosas, de la ortografía y del texto de Virgilio 19; lo que
de él se conserva nos muestra un especial gusto por las formas arcaicas y
raras, lo cual permitiría acercarlo a la escuela arcaizante cuyoskxponentes
más preclaros fueron Frontón y el propio Gelio 20. Ahora bien, lo que aquí
más nos interesa es dilucidar qué grado de confianza merece su propuesta
insece para el texto de Ennio y, a juzgar por los elementos con los que conta-
mos, nos tememos que más bien poca. Desde luego, nada nos autoriza a pen-
sar que la opinión de Velio Longo se fundamentara en razones de tipo
textual o en la inspección de manuscritos, sino más bien en argumentos de
tipo gramatical. Los fragmentos de Velio Longo que se nos han conservado
nos lo perfilan como un gramático, y no como un crítico textual 21. De hecho,

19. Vid. A. Dihle, s.v.• Velius Longus -. RE 8 A, col. 632 ; S. Timpanaro, Per la storia delta
filologia virgiliana antica, Roma, 1986, p. 129-133 Y V. Lomanto,. Velio Longo -. Enciclopedia Viro
giliana, vol. V', p. 473.
20. Importantes son a este respecto los trabajos de R. Marache, La critique littéraire de langue
latine et le déueloppement du goút archaisarü du Ir siecle de notre ere, Rennes, 1952 y Mots no"·
veaux et mots archaiques chez Fronton et Aulu-Gelle, París, 1957.
21. Vid. Timpanaro, op. cit., p. 130 ss. y Zetzel, op. cit., p. 55 ss.
INSECE : PROBLEMAS DE EDICIÓN DE TEXTOS 265

sólo se nos ha conservado un fragmento en el que Velio trata de un pro-


blema textual, a propósito de Aen. X 244 ss., y no podemos decir que su
intervención sea de ninguna manera afortunada, sino más bien una conje-
tura insostenible 22. Así las cosas, no es imposible que insece haya también
de considerarse conjetura de Velio Longo, aceptada de manera entusiasta por
un Gelio que compartía con él una clara propensión al arcaísmo. He aquí,
por lo tanto, un primer dato que despierta algunas sospechas.
Pero sigamos adelante. Es en este momento del capítulo cuando Gelio da
por concluido el relato de la ficticia discusión (Haec illi inter se certabant) y
decide intervenir de manera personal, aportando un dato que pretende
concluyente: él ha visto en la biblioteca de Patras un ejemplar uerae uetus-
tatis de la Odisea liviana donde aparece la forma insece. E insiste luego, sin
escrúpulo de redundancia, en que tal libro le parece aetatis et fidei magnae.
Es precisamente en este punto donde procede plantear la confianza que
Gelio nos merece en este tipo de noticias. De una manera breve, las dos
cuestiones que se suscitan pueden formularse como sigue: ¿Tenemos que
creer a Gelio cuando asegura haber realizado la autopsia de tal manuscrito?
y, aunque así fuera, ¿qué valor tendría el testimonio de tal códice para el
establecimiento del texto de Livio Andronico?
Larga ha sido la discusión sobre las fuentes de Gelio, su autenticidad, su
valor y su tratamiento 23. Puede decirse, sin embargo, que el debate sigue
abierto en sus líneas generales, porque los procedimientos del autor de las
Noches Áticas no se dejan sistematizar fácilmente. A nuestro modo de ver,
es prácticamente imposible describir el método en que trata e introduce las
citas, simplemente porque carece de un método único. En ocasiones, cita de
manera directa a un autor antiguo, cuando es posible que sólo lo conozca por
una fuente intermedia o p~ una fuente compilativa; otras veces, sin
embargo, nos proporciona exactamente el itinerario de su información,
fuentes intermedias inclusive. En un momento determinado puede camu-
flar una información meramente libresca bajo el relato de un episodio ficti-
ciamente vivido por él, o atribuir lo que ha leído en un gramático a un inter-
locutor inventado. Pero al paso siguiente es capaz de volver a un cierto rigor

22. Vid. Timpanaro, op. cit., p. 131-132.


23. El trabajo más importante sigue siendo el de L. Mercklin, « Die Citiermethode und Quel-
lenbenutzung des A. Gellius in den Noctes Atticae -. JbClPh Suppl. (1857-60), p. 635-712. Entre
los trabajos antiguos pueden verse también A.C.H.J. Kretzschmer, De A Gellii fontibus. I. De auc-
toribus A Gellii grammaticis, Poznan, 1860, L.L. Ruske, De A Gellii Noctium Atticarum fontibus
quaestiones selectae, Breslau, 1883, J.w. Beck, « Studia Gelliana et Pliniana ", JbCIPh Suppl. 19
(1892), p. 1-55, O. Froehde, • Romische Dichtercitate bei Gellius -. en Festschrift Johannes
Vahlen, Berlín, 1900, p. 323-342 Y el prefacio de la edición de Hosius, pp. xvii ss. Más reciente-
mente, las págínas de Marache en la introducción de su edición Budé, L. Holford-Strevens, Aulus
Gellius, Londres, 1988, p. 47-58 Y B. Baldwin, Studies in Aulus Gellius, Lawrence, Kansas, 1975,
p.71-87.
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pseudo-filológico y proceder como lo haría el más escrupuloso gramático de


su tiempo. En el fondo, no hay que olvidar que esa libertad le viene conce-
dida por el carácter eminentemente literario de una obra que algunos, con
excesiva frecuencia, se han empeñado en leer como si fuera científica. Así las
cosas, cada una de las informaciones de Gelio ha de ser analizada de manera
particular, con el fin de determinar el grado de confianza que merece.
Si volvemos ahora a las dos cuestiones que hemos dejado planteadas, la
primera de ellas nos remite a un problema más general q,ue es el de la ins-
pección de manuscritos por Gelio. Son muy abundantes los pasajes de las
Noches Áticas en que el autor asegura haber visto códices, especialmente
antiguos o raros, de autores latinos o griegos 24. Tales noticias han sido valo-
radas de manera diferente por los estudiosos, sobre todo cuando se refieren
a manuscritos de Virgilio 25, pero sería, a nuestro juicio, erróneo aceptarlas
o rechazarlas todas de manera conjunta. Desde luego, si Gelio no había visto
algunos de esos manuscritos, presumía de haberlo hecho, de lo que puede
deducirse que en su época tal práctica no era inhabitual 26. Sin embargo,
es también posible que a veces nos hallemos ante una invención geliana
para ocultar una fuente, como propuso Mercklin para 9, 427, o con otras
finalidades.
En el caso que nos ocupa, no podemos sustraernos a la sospecha de hal-
larnos ante una ficción de estas características. Gelio necesitaba apoyar su
defensa de la variante arcaica insece y el argumento más sólido podría ser,
en su criterio, de carácter textual: un manuscrito muy rtiguo y, en conse-
cuencia, muy fiable, de Livio Andronico. Esta equiparacion entre la antigüe-
dad de un manuscrito y su bondad es evidente en diversos pasajes de
Gelio 28, y viene a ser una anticipación intuitiva del concepto de recentiores
deteriores, tan influyente en la crítica textual hasta Pasquali 29.
Por otra parte, Gelio pretende haber visto tal libro en la biblioteca de
Patras, ciudad que es mencionada aquí por única vez en la obra. No pode-

24. Sin hacer un elenco exhaustivo, véanse, por ejemplo 1,7,1-5; 1, 14, 1 ; 1, 15, 18 ; 1, 16,
15 ; 1, 21, 1 sigs ; 2, 3, 5-6 ; 2, 14 ; 5,4 ; 6, 20, 6 ; 9, 14 ; 12, 10, 6 ; 13 21, 4 ; 13, 21, 16 ; 15, 30 ,
18,5,11 Y 20, 6, 13-14. Vid. también Holford-Strevens, op. cit., p. 139-141.
25. Vid. las diferentes opiniones de Holford-Strevens, op. cit., p. 139-141 ; L. Gamberale,
" Autografi virgiliani e movimento arcaizante », Atti del convegno virgiliano sul bimillenario delle
Georgiche, Napoli 1977, pp. 359-367, M. Geymonat, « La problematica ecdotica del testo », s. v.
« Eneide ", Enciclopedia Virgiliana, vol. Il, Roma, 1985, p. 286-296, esp. p. 290 Y J.E.G. Zetzel, Latin

Textual Criticism in Antiquity ; New York, 1981, p. 62.


26. Vid. J. Velaza, Itur in arüiquam. siluam. Cuestiones y problemas en torno a la tradición anti-
gua del texto de Virgilio, en prensa.
27. Mercklin,op. cit., p. 640 ss.
28. Véanse, por ejemplo, 5, 4 : atque ibi expositi erant Fabii Alma/es, bonae atque sincera e
uetustatis libri, quos venditor sine mendis esse contendebat, y 13,21, 16 : Ego quoque in Iugur-
Iba Sallustii summae fidei et reoerendae uetustatis libro 'die' casll patrio scriptum inveni.
29. Vid. G. Maselli, Lingua e scuola in Gellio grammatico, Lecce, 1979, p. 69-71.
INSECE : PROBLEMAS DE EDICIÓN DE TEXTOS 267

mos discutir con argumentos sólidos la posibilidad de que Gelio hubiera visi-
tado esta ciudad. Aunque no sabemos grandes cosas de la biografía del autor,
es segura su estancia de estudios en Atenas 30 y, por 10 tanto, podría haber
visitado también otras ciudades griegas. Lo que ya no parece tan probable
es que en su época la biblioteca de Patras dispusiese de un ejemplar tan
antiguo de Livio Andronico, cuyas copias, por otra parte, debían ya de esca-
sear en la propia Roma. Pero, aunque el episodio en su conjunto tiene una
apariencia, como mínimo, sospechosa, carecemos de datos sólidos que nos
permitan negarlo rotundamente 31.
Sea como fuera, la segunda cuestión que hemos planteado más arriba
merece un tratamiento totalmente independiente de esta primera. Aunque
concedamos que Gelio dice verdad, y que él encontró la lectura insece en el
raro códice patrense, ello no implica de ninguna manera que esa sea la lec-
tura preferible para el texto de Livio Andronico. Más bien al contrario, el
hecho de que Gelio, aparente buen conocedor de las bibliotecas e incluso del
comercio anticuario de la ciudad de Roma, no pueda alegar más testimonio
que el de un códice casi exótico, nos sitúa ante lo que en el lenguaje de la
crítica textual moderna llamaríamos una lección muy débilmente atesti-
guada. Podría, por supuesto, alegarse en defensa de insece que se trata de
una lectio difficilior, pero no hay que olvidar que ese criterio es válido por
lo general para las variantes procedentes del proceso de transmisión de
época medieval, pero no tanto para las variantes antiguas, ni mucho menos
cuando el único garante de la lectura es, como en este caso, un esforzado
paladín del arcaísmo y la anomalía. Por otro lado, la variante inseque difí-
cilmente podría derivar por corrupción textual de insece, mientras que el
fenómeno contrario sería más explicable, por lo que no se puede descartar
que la lección del códice de Patras fuese un error de transmisión.

4. Después de todo lo dicho, parece prudente revisar cuál ha de ser el


criterio prevalente a la hora de editar estos fragmentos de Ennio y de Livio
Andronico. En primer lugar, este criterio depende de la confianza que se
otorgue a Gelio en el pasaje en cuestión y del valor de su pretendido códice.
Pero, además, creemos que el criterio debe ser coherente para los dos
autores, puesto que los dos se ven afectados en la misma medida por el argu-
mento de la autoridad de Gelio.
Dicho en otras palabras, si creemos que Gelio dice la verdad respecto al
códice de Patras y si, además, consideramos que la lectura de dicho códice

30. Vid. Holford-Strevens, op. cit., p. 10.


31. Algo similar vienen a concluir Zetzel, op. cit., p. 60 Y Holford-Strevens, op. cit., p. 140-141.
Vid. también L. Gamberale, « La riscoperta dell'arcaico " en G. Cavallo-P. Fedeli-A. Giardina,
edd., Lo spazio letterario di Roma antica. Vol. IlI. La ricezione del testo, Roma, 1990, p. 579.
268 J. VELAZA

era preferible a la del resto de la tradición manuscrita, insece es la forma


que debe defenderse, tanto para Livio Andronico como para Ennio. Si, por
el contrario, aún concediendo a Gelio el beneficio de la duda y cerrando los
ojos a la razonable sospecha de que en este lugar nos esté ofreciendo una
de sus ficciones, pensamos que la excepcionalidad de la lectura no permite
anteponerla al resto de la tradición, y que incluso podría tratarse de una
corrupción textual, habremos de decantarnos por la forma inseque.
A nuestro modo de ver, la segunda opción es, por muchos motivos, la más
verosímil. Aunque en la argumentación expuesta hasta aquí hemos inten-
tado proceder con el mayor rigor posible, la noticia de Gelio nos sigue sus-
citando graves sospechas. Y, si nuestra suspicacia es fundada, insece no sería
en Livio Andronico otra cosa que una invención arcaizante de Gelio, inspi-
rada en -o bajo capa de- la conjetura de Velio Longo para Ennio. Ambas se
habrían perpetuado injustamente en la tradición en lugar del correcto
inseque.
J. VELAZA
Uniuersitat de Barcelona

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