Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
247
248 GEST ACION INDIVIDUAL DE LO COLECTIVO
Otro de los tipos de poder social, que determina la colectjviz,ición de: una
conducta, es el caudillaje. C1aro es q\le, dentro de este concepto de caudillo o líder
habría que proceder a una' clasificación, de subtipos; verbigracia, el carisOlático, ~s:
decir, aquel al que se atribuye una cualidad extraordinaria, fuerzas sobrenaturales
o sobrehumanas o ,por lo rilenos.,excepcionalesy ejemplares (profeta,: enviado .de
DioS-, hechicero, jefe ejemplar, hérge) y es seguido por el grupo en virtud. de ra·'
zones. de confia~a, ,de f.e que se: tiene en él, establJciéndose entonces entre él y
su masa una colectivización de 'carácter emotivo;l el caudillo democrático que in"
terpreta el sentir del, grupo; etc.~·
En las páginas que preceden inmediatamente, se ha' mostrado' que lo que hoy
es modo colectivo, tuvo antes que ser' invención individu'al o serie de invenciones
individuales, convertidas' despuéS en módulo comunal,en~"¡rtud de un proceso
de socialización; eS decir, en virtud de un' proceso detransfórmacióri de' 16 personar
en colectivo. ' '", , ., .
1 Cfr. WEBER. (Mu), Economía] Sociedad, tomo lo trad. castellana de Medina Echava·
rría, Fondo de Cultura E~onómica, Méltico, '1~41,pp. ;!25,. ;!52 y,$S, ,. . '
2 <;:fr. YOUNG (KÜI¡balf), Socitl1 Ps]ch%g], 3" ed."New York, Crofts &Co., 1956,
pp. 226·256~lA PIERE (Richard T:)-, ., FARNswoRTH (Paul R.L Soditl'PsycholóU,' 2" ed.,
New York, McGraw.HilI, 1942, pp,. 296 Y ss. .
250 CARACTERISTICAS DE LOS MODOS COLECTIVOS
ciales o modos colectivos, cuando ya están constituídos, algo específicamente nuevo I.·..•. ~>',·· ••
.~
I
Pero además
que sobre ello sea nos preguntamos,
necesario siguiendo la metáfora de Durkheim, si en
insistir más. ..:I'•':~.-.....
la elaboración de un modo colectivo, o de una instituci6n social, se produce una
especie de reacción de química mental, por la que desaparecen los ingredientes con
los cuales se forma, y entonces surge un cuerpo nuevo.
Adviértase, en primer lugar, que, desde luego, la conversi6n de un modo in-
dividual en colectivo, es decir, su socialización, aporta nuevos caracteres, los que
han sido ya explicados, es decir, los propios de los modos sociales. ,Pero pueden
suceder dos cosas: a) que el modo colectivo sea el mismo modo individual, s610
que privado de su acento individual y convertido en carril común; b) puede acae-
cer también que el modo colectivo se forme por la fusión y combinaci6n de múl·
tiples y variadas aportaciones indiyiduales, y entonces con todas ellas se constituya
una nueva forma de conducta, que no se parezca a ninguno de los componentes
individuales que contribuyeron a su elaboración.
Hay modos colectivos que se reducen al hecho de que una conducta indivi·
dual se socializó. Esos modos colectivos, por ejemplo, el uso de determinado tre-
bejo inventado por un individuo, tienen autor conocido, un individuo. Lo que
primero fué creación de éste, obtuvo después generalización entre todos los miem·
bros de un grupo. Se trata sencillamente de una conducta individual que se h¿
socializado. Claro es que al socializarse ha perdido los matices individuales y se
ha tornado vía comunal. Esta transformación no es ciertamente pequeña; porque
un comportamiento individual al convertirse en colectivo suele perder su genuina
autenticidad, suele perder finura, suele perder parte de su calidad, suele embas-
tecerse, suele tornarse más tosco y más simple. La cosa es dara: las rutas co-
munales, los procedimientos genéricos, no pueden albergar la riqueza' que es pro-
pia de un alma individual; por ser algo general y de todos, ya no expresan la
delicada complejidad de un espíritu individual; son más bien vías de pública uti-
lización en las que desaparecieron los finos matices que sólo puede tener lo in-
dividual, que es lo verdaderamente auténtico. Es lo que sirve para muchos; pero
precisamente por eso no sirve a ninguno con la intensidad con que servía a su
autor, puesto que éste lo hizo para su propia medida. Al dejar de ser algo a la
singular medida de un individuo, gana en amplitud, pero pierde en delicadeza,
pierde en intensidad, pierde en ajuste exacto. Pero fundamentalmente es lo mis-
0:0 que un individuo había creado para sí propio, sólo que adaptado a las nece-
sidades genéricas de todos. Cierto que además tiene de nuevo algo que no poseía
como conducta individual, a saber, la vigmcia colectiva, es decir, el hecho de que
es reco,?ocido Y observado generalmente como patrún de conduda por todos Jos
CARACTERISTICAS DE LOS MODOS COLECTIVOS 251
integrantes de un círculo social, y que, como tal, e! individuo lo halla preconstituído
y ejerciendo una presión sobre él.
Pero, de otro lado, hay también hechos colectivos, modos sociales, que aun-
que hayan tenido que formarse con aportaciones humanas, éstas no fueron ini-
cialmente las de un solo individuo, sino las contribuciones de muchos sujetos. Y
entonces ocurre que con todas las múltiples y a veces diversas aportaciones indir
,iduales fué gestándose un nuevo modo de comportamiento de índole colectiva.
En tal caso, e! modo colectivo no es igual, en ocasiones ni siquiera similar, ~
fllnguna de las conductas individuales con cuya combinación se formó. A tales
casos sería aplicable la expresión durkheiminiana de un proceso de química men-
tal, que da origen a la formación de algo nuevo, bien que empleando esta ex-
presión nada más que con el alcance de un símil imaginativo, y nunca al pie de
la letra. Tal es el caso del idioma. Claro es que éste no tiene un origen mágico,
ni misterioso; ha tenido que formarse --como cualquier otro hecho human(}-
con aportaciones de los hombres; pero han intervenido en su constitución y en
su desarrollo un sinnúmero de contribuciones y también un sinnúmero de factores
modificantes, hasta constituirse como modo comunal de expresión de los compo-
nentes de un grupo. Es lo que sucede con determinadas costumbres, en las cuales.
ha ido decantando como modo colectivo e! resultado de complejísimos procesos
de combinación y de recíproca adaptación de un sinnúmero de conductas indivi-
duales. Es también lo que sucede con la formación de ciertas corrientes de opi-
nión pública, que no representan tan sólo una opinión individual socializada, sino-
que constituyen el compromiso de varias opiniones individuales. Es lo que ocurre,
asimismo, con varias instituciones, que han ido gestándose en virtud de la con-
currencia de muchos y muy diversos factores.
Para aclarar y precisar todavía más los conceptos referiC1os, se puede acudir-
a otra comparación usada por Blande!, al exponer y comentar la teoría de Dur-
kheim. "Lo social tiene en lo psicológico su condición virtual. Mas esta virtua-
lidad, abandonada a ella misma, resultaría inerte e impotente. El individuo no·
puede por su solo esfuerzo mental producir ninguno de los efeotos que son pe-
culiares a lo social. Como e! pedernal, el individuo es rico en chispas. Mas para
sacar fuego de la piedra, es preciso golpearla con un eslabón. Y no es ella quien
produce e! fuego, sino el golpe que recibe. Para dar vida a las representaciones
colectivas, es preciso que los individuos, en los cuales se halla su condición vir-
tual, entren en cantacto y en choque, a fin de que, así puedan ellas brotar de
ese contacto y de ese choque. Y de la misma manera que la intensidad de la chis-
pa depende de la habilidad y la fuerza con que ha sido e! golpe sobre la piedra,
así, la índole de las representaciones colectivas depende de! modo como se haya
establecido e! contacto entre los miembros del grupo. Por consiguiente, para que
haya sociedades y representaciones colectivas, evidentemente es necesario que haya
hombres capaces de asociación y espíritus humanos capaces de pensamiento. Ma~
para que las sociedades, las representaciones colectivas sean tales o cuales, es de
todo punto necesario que entre los hombres y los espíritus se establezca el con-
tacto de una cierta manera y no de otra. La morfología de los grupos es el factor
que rige la índole de las instituciones y que especifica las representaciones colec-
tivas correspondientes. Jamás el análisis abstracto de la conciencia individual, ni
el conocimiento, por profundo que sea, de lo cual ésta es virtualmente capaz,
252 CONDUCTA EXPRESIVA DE UNA SITUAClON SOCIAL
3 Cfr, BLONDF.L, 1nlr9JHclioIJ á /1/ PSJCholo"i~ collutit,~, cap. JI. (Hay trad. casto de este
libro "Psicología colectiva", publicada por Editorial Américá,Mt'y.ieo, 1945.)
CONDUCTAS COLECTIVAS 253
individuos (no como tales, sino como miembros de un grupo) y engendra módulos
de comportamiento que son ya colectivos desde el momento en que nacen.
En esos casos, aunque quienes piensan son los individuos (no olvidemos que
son los únicos que pueden pensar) y aunque lo que piensan es algo nuevo -no
la conformidad a un modo preestablecido--, sin embargo, eso que piensan, lo
piensan no en· su carácter de individuos, sino en la actitud de desempeñar una
función social creadora, es decir, reflejándose en su conciencia (siempre individual)
las aspiraciones, las necesidades, los deseos concordes de una multitud de sujetos,
de los integrantes de un grupo. Tales aspiraciones y deseos no son sentidos por
cada uno de ellos en cuanto personas singulares, sino en tanto que participamos en
ti grupo, y, además, sintiendo cada uno en su conciencia el influjo 'de' las con·
ciencias ejenas y ejerciendo a la vez sobre éstas su propia acción concomitante.
Es decir, se forma una corriente colectiva con' una serie de aportaciones que pro-
Yienen de individuos, las cuales se producen en la misma dirección,' bajo la presión
de una común circunstancia, y brotan homogéneas por obra del recíproco influjo
que entre ellas se da. Es decir, los individuos que actúan no se adaptan a los modos
colectivos anteriormente establecidos, antes bien, tratan de innovarlos. Por lo tanto,
inventan algo nuevo; pero eso que inventan no constituye la· proyección de su vida
individual, de su yo singular, sino que ·les viene sugerido bajo la aCc1ónde una
determinada situación social -p. e., de una situación injusta, caducada-, e inspi-
rado por análogos pensamientos que se producen en, otros individuos en virtud de
las mismas influencias. Se forma esa corriente de psiquismo colectivo -:..entiéndase
bien, no un alma colectiva, sino fenómenos psíquicos de individuos, pero suscitados
por circunstancias sociales e influí dos por una recíproca interacción.
El psiquismo colectivo es una realidad, pero no una realidad substantiva, sino
la realidad de un proceso de recíprocos influjos entre las mentes de los individuos,
funcionando éstas no en manifestación de sus respectivas singularidades, sino en
función de algo común, y bajo el influjo de unos mismos problemas comunes y de
de un mismo contorno sociaL
.)' éstos obran sobre el comportamiento de aquél, en una serie de recíprocos influjos
de cada cual sobre todos y todos sobre cada cual. Y de esta guisa, se va formando
una corriente de conducta propiamente colectiva, la cual tiene los caracteres de 105
modos colectivos preconstituidos, sólo que con la diferencia de que, mientras que
éstos se hallan ya configurados de antemano, aquella conducta colectiva se está
produciendo dinámicamente, por virtud de ese proceso de las acciones de individuos
en reciproco influjo y en el desempeño de funciones sociales.
Téngase presente que la conciencia o la mente del individuo se halla influida
poderosamente por su pertenencia a los grupos sociales. Ocurre, pues, que muchas
veces, cuando actúa, su mente, sus emociones y sus conductas prácticas están im-
pregnadas de materiales colectivos.
Con esos materiales colectivos puede realizar una obra relativamente personal
verbigracia, cuando un poeta con los materiales del idioma -pensamiento comu-
nal- crea originalmente.
Otras veces, se deja llevar por la inercia de los modos colectivos y se limita a
reproducirlos fielmente en su comportamiento.
Otras veces, se acomoda fundamentalmente a los modos colectivos, pero in-
troduciendo en ellos nuevos matices o leves cambios, los cuales pueden quedarse
como meros acentos individuales, pero pueden también influir sobre los demás,
llegar a socializarse, y quedar incorporades al modo colectivo anterior.
Pero, a veces, ocurre también que, impregnado de los elementos de una deter-
minada situación colectiva, reacciona frente a ésta, no en función de su singular
individualid:ld, sino como inserto en ese marco social, y lo que hace, presionado
por el contorno e. influido por los demás que se hallan en igual estado, de manera
análoga a lo que hacen los demás a. la vez que él, viene a constituir ya elemento
integrante de una conducta colectiva.
A este respecto tiene una gran importancia la situación concreta colectiva.
• efe. Ml\cDolJGUL (W.), 7"be Gro"/' Mind, 1\12ll, pp, 49-50; tamhi¿'n. BHO\li':-; (J. F.).
Psycb%gy alld ¡be Soá-tl Order, ) 936, pp. 65 Y ss.
MENT ALlDAD COLECTIVA 255
5 Sobre este punto, véase DEWEY (lohn), Hllmall Nalllre 4nd Candll'l, An Inlrodu'lioJl
lo Sot:iAi PJy.h%gy, The Modero Library, New York, pp. 60 Y ss. Véase también: BOUTHOUL
(Gaslon), Tra;lé de Sori%gie, 2' ed., Paris, 1949, pp. 157 Y ss.
256 UNIDAD DE ESTILO Y CONCIENCIA DEL "NOSOTROS"
en éstas, al tener que enfrentarse con las mismas situaciones, reaccionan de ¡Dodo
semejante. Claro es que ante una misma situación varias personas pueden reaccionar
de modo diferente. Pero cuando se trata de un grupo de personas, las cuales, en
tanto que miembros de ese grupo, tienen ciertas características comunes, entonces
es más probable que la mayor parte de esos sujetos reaccionen creadoramente ante
la. nueva situación de un modo similar, en virtud de dos factores: en virtud de
poseer previamente una mentalidad' pareja, y también por causa de la identidad
de la situación objetiva.
7 Cfr. BOUGLE (C.), Bilan de la Soci%gie Francaise Conle1l1poraine, Paris. 195~. 'pp,
10-12.
8 Cfr. ORTEGA YGASSET (José), El Hombre y la Gente, Revista de: Occidente. Ma<!ri.l.
19H, pp. 208-209.
~o(·loJOl'ia.-ll .
258 HOMBRE Y SOCIEDAD
daría deshumanizado, pues habría dejado de ser individuo, y por tanto quedaría
,convertido en autómata o en bestia. Un hombre enteramente socializado, colec-
tivizado, que no conservase la raíz íntima de su singular individualidad, sin nada
de pensamiento propio, antes bien recibiéndolo del medio social para todas las
situaciones de su vida,. teniendo mecanizados sus sentimientos, uniformada su con-
'ducta en todos los aspectos, habría perdido su raíz propiamente humana, pues
ésta consiste en la individualidad autónoma con un destino propio, insustituíble,
incanjeable. En ese estado de colectivización integral, succdería además que que-
darían totalmente ahogadas las fuentes creadoras que son siempre las individuales.
Así, pues, el hombre si estuviera solo no podría constituir realmente un ser
humano. Para desenvolverse como tal precisa indispensablemente de la sociedad.
Fuera de ella no cabe la existencia humana. El hombre, para realizar efectiva-
mente su esencia humana, tiene que hallarse socializado en no pequeña parte.
Pero, de otro lado, para ser efectivamente un ente humano, tiene también que
conservar fuera de lo social la raíz de su propia individualidad y tiene que cul-
tivar las fuentes creadoras propias de ésta. Podemos decir, metafóricamente, que
debemos estar a medias dentro de la sociedad y a medias fuera de ella -sin que
con esta expresión se quiera indicar que sea precisamente tal proporción ma.te·
mática la debida o la constitutiva del equilib~io conveniente ...Se trata tan sólo de
expresar que también en este punto la estruCtura de la vida humana se muestra
.como bipolar, es decir, <¡ue tiene <¡ue desarrollarsc con e<¡uilibrio entre dos polos,
el individual y el social, participar en ambos en forma de tensión balanceada.
"El hombre está solo y al mismo tiempo está relacionado -dice Erich Fromm
. Está solo, en tanto en cuanto que es una entidad única, no idéntico a ningún otro,
y que tiene conciencia de su propio yo como una entidad separada. Tiene quc
estar solo cuando ha de juzgar o tomar decisiones meramente por medio del ppder
de su razón, Y, sin embargo, no puede soportar una soledad total, un no estar
en relación con sus prójimos. Su dicha depende de la solidaridad <¡ue'cxperimente
con sus prójimos, y con las generaciones pasadas y futuras",'"
10 Cfr. FRO"'M (Erich), M"" lor HilllJelf: AIl IJlfllliry inlo Ihe PIycholop,y nf El/in,
Rinehart & Co., New York, 1947, p, 43.