Está en la página 1de 9

Vieja friendo huevos

La Vieja friendo huevos es un cuadro de Velázquez, realizados en su etapa sevillana.


Actualmente se encuentra en la National Gallery of Scotland, en Edimburgo, tras
adquirirlo en 1955 por 57.000 libras.

La fecha del cuadro, aunque no está claramente definida se situaría en torno al año
1618, antes del traslado definitivo de Velázquez a Madrid, lo cual sucedería en 1623.

La técnica
Este cuadro, como otros realizados en su primera época, está influido por el
claroscuro, un foco de luz, que siempre viene desde la izquierda, ilumina la parte
derecha del cuadro, es decir, la anciana, sus útiles y huevos fritos, dejando oscuro el
resto, fondo y niño. En este caso el claroscuro es muy intenso, tanto que es difícil
apreciar la pared que se encuentra al fondo del cuadro y solo la identificamos porque
en ella cuelga una cesta.

El realismo es casi fotográfico, Velázquez se esmera porque los objetos destaquen en


este ejemplar bodegón donde aparecen platos, vasijas, cubiertos, cacerolas, morteros
y jarras, destacando el brillo especial del cristal o la influencia de la luz en el melón que
porta el muchacho. La fritura de la vieja está increíblemente conseguida, tanto que el
aceite hirviendo está literalmente saltando ante nuestros ojos.

Los pies y las manos son de las partes más expresivas del cuerpo, y si observamos por
un momento las manos de la vieja nos daremos cuenta de que el artista ha trabajado
en ellas con esmero, lo mismo sucede con las manos del chico que la acompaña en la
sala sujetando el melón o apretando la vasija de cristal.

El uso de personajes populares se hace frecuente en las pinturas de la primera época


de Velázquez, llegando a utilizar modelos de su entorno familiar en muchos de los
casos, por ejemplo la mujer que aparece en este cuadro también lo hace en "Cristo en
casa de Marta y María".

Destaca por sus cualidades tenebristas, altos contrastes de luces y sombras; a la par
que hace uso de tonalidades clasicas y tenues mostrando un claro predominio de
tonalidades ocres y pardas. Patente del virtuosismo del autor, es el detalle con que
plasma las naturalezas muertas, las manos de la vieja, incluso los objetos en escorzo.

La escena de organización oval, en la que aparecen medias figuras en planos muy


próximos, introduce al espectador en la acción congelada.

1
El aguador de Sevilla
El aguador de Sevilla es una obra de juventud de Diego Velázquez, en la que ya
demuestra alguno de los fundamentos de su pintura. Este cuadro perteneció a los
reyes españoles hasta que, en 1813, fue regalado por el rey Fernando VII a Lord
Wellington en reconocimiento a su ayuda en la Guerra de la Independencia.

Actualmente se conserva en el palacio londinense de Apsley House (Wellington


Museum).

La obra y características destacadas


La obra es una de las mejores realizadas por Velázquez antes de su traslado a Madrid
en el año 1623. Todavía mantiene la técnica del claroscuro, iluminando una zona del
cuadro con un foco de luz desde la parte izquierda y oscureciendo el resto del lienzo.
Destaca sobremanera la calidad de los objetos representados en el cuadro, el
tratamiento que Velázquez hace del cristal o de la cerámica son magníficos, así como
el detallismo hiperrealista que se puede observar en la obra, por ejemplo en las gotas
de agua que resbalan por el cántaro.Destaca asímismo la introducción de bodegones
dentro de sus cuadros, como el que aquí vemos,naturalezas muertas a las que daba
una corporeidad casi escultórica, plástica, al igual que unas calidades que nos hacen
sentir que podemos acariciar esos objetos representados. Todo ello pintando
personajes populares.

Tema
El cuadro puede representar una alegoría de las tres edades del hombre; el aguador,
un anciano, ofrece una copa con agua a un chico joven. Esa copa representa el
conocimiento. Mientras tanto, al fondo de la escena, un mozo aparece bebiendo,
como si estuviera adquiriendo los conocimientos.

Posiblemente sea la obra maestra de la etapa sevillana por lo que se realizó entre
1619-1622. Aparecen dos figuras en primer plano, un aguador y un niño, y al fondo un
hombre bebiendo en un jarro, por lo que se ha sugerido que podría representar las
tres edades del hombre. Velázquez sigue destacando por su vibrante realismo, como
demuestra en la mancha de agua que aparece en el cántaro de primer plano; la copa
de cristal, en la que vemos un higo para dar sabor al agua, o los golpes del jarro de la
izquierda, realismo que también se observa en las dos figuras principales que se
recortan sobre un fondo neutro, interesándose el pintor por los efectos de luz y
sombra. El colorido que utiliza sigue una gama oscura de colores terrosos, ocres y
marrones. La influencia de Caravaggio en este tipo de obras se hace notar,
posiblemente por grabados y copias que llegaban a Sevilla procedentes de Italia

2
Adoración de los Magos
La adoración de los Magos es un lienzo de Diego Velázquez conservado en el Museo
del Prado desde su inauguración en 1819.

Historia del cuadro


El cuadro lo realiza Velázquez cuando tiene 20 años de edad, en 1619; un año antes se
había casado con Juana Pacheco, hija de su maestro Francisco Pacheco. Posiblemente
se realizó para el noviciado de San Luis de los jesuitas de Sevilla. El espino del ángulo
inferior derecho, alusivo a la Pasión de Cristo, puede hacer referencia a una preciada
reliquia que poseía dicho santo, Rey de Francia. El cuadro está fechado en la piedra
donde la Virgen apoya el pie.

Basado en la tradición cristiana, nos muestra a los reyes, dos blancos y uno negro,
ofreciendo regalos al Niño Jesús (oro como rey, incienso como Dios y mirra como
hombre), poco después del nacimiento de éste.

La técnica
Un foco de luz ilumina desde el lado izquierdo el cuerpo del niño Jesús oscureciendo el
resto del cuadro, tanto que el fondo se aprecia con dificultad, incluso es complicado
identificar el rostro del rey Baltasar. Velázquez se basa en personajes populares, tanto
que hay quien afirma que los representados en el cuadro son miembros de su familia,
así la Virgen sería su esposa Juana Pacheco, el Niño Jesús en realidad sería una niña, la
propia hija del artista y el Rey Mago que aparece con barba sería su propio maestro,
Francisco Pacheco. Gaspar sería el propio Velázquez. Velázquez llevaba dos años
ejerciendo como maestro de pintura y un año casado con Juana Pacheco cuando
realiza esta obra. Es muy destacable la calidad de los ropajes, los plegados y el brillo de
los objetos metálicos y de cristal que portan los Magos para ofrecer al niño al igual que
en otras obras de etapa sevillana.

Cristo en casa de Marta y María


El Cristo en casa de Marta y María es un cuadro de Velázquez, realizados en su etapa
sevillana, hacia 1619. Actualmente se encuentra en la National Gallery de Londres tras
el legado realizado en 1892 por Sir William M. Gregory.

El tema y características técnicas del cuadro [editar]

3
El cuadro presenta a una joven que se encuentra trabajando en la cocina y que delante
de ella tiene una mesa llena de comida y animales, (unos ajos que posiblemente es lo
que está machacando, unos huevos y unos pescados). Sin duda se encuentra
cocinando algo. Junto a ella una mujer mayor se acerca y parece que quiere señalarle
algo con el dedo índice de la mano derecha. Al fondo, como si fuera un cuadro dentro
del cuadro aparece una escena religiosa que da el título al cuadro ya que aparece la
figura de Jesucristo hablando con una mujer mientras se acerca a ellos una mujer
mayor.

La escena describe un episodio del evangelio de San Lucas, según el cual Jesús paró en
casa de una mujer de nombre Marta y mientras esta se afanaba por realizar la comida,
su hermana, María, no dejaba de escuchar a Jesús y no ayudaba a su hermana. Marta
se lo recriminó y Jesús le contestó que su hermana María había escogido la mejor
parte que era escucharle a él mientras Marta estaba inquieta y preocupada por la
cantidad de cosas que tenía que hacer. En el pasaje correspondiente del evangelio de
San Juan se identifica el lugar como Betania. Las dos mujeres son habitualmente
conocidas como Marta y María (Marta de Betania y María de Betania).

Parece pues que en el cuadro la mujer vieja sirve de enlace entre las dos escenas, por
un lado ve como María se encuentra escuchando a Jesús y por otro lado advierte a
Marta de que su hermana no le está ayudando nada en la preparación de la comida.

Este tipo de escenas conectadas ya las había realizado con anterioridad Velázquez, ya
que en el cuadro La mulata una sirvienta habría ido a la cocina para buscar algo de lo
que está sirviendo en la mesa, esa mesa, que aparece en la escena del fondo
representa a Jesucristo con los discípulos de Emaús. Como en todos estos cuadros de
primera época es muy destacable la calidad de los objetos que aparecen en el cuadro,
todo lo metálico, cerámico o cristal, incluso los alimentos que aparecen en la mesa,
están realizados con un detallismo y una calidad fotográfica excelentes. La calidad se
nota incluso en la escena del fondo, donde se aprecia una pequeña jarra encima de la
mesa.

La venerable madre Jerónima de la Fuente


Historia del cuadro
Este cuadro no fue atribuido al gran pintor sevillano hasta 1926 cuando se encontraba
en el convento de Santa Isabel la Real de Toledo y al ser restaurado apareció la firma
de Velázquez y la fecha.

Unos años más tarde apareció en el mismo convento un cuadro casi idéntico,
únicamente varía la posición del crucifijo, también firmado y fechado por Velázquez
que se conserva en la colección Fernández de Araoz de Madrid.

4
En ambos cuadro presentaban una filacteria que desde la boca de la monja recogía el
texto: SATIABOR DVM GLORIA…. FICATUS VERIT y que fue posteriormente borrada del
cuadro conservado en el Museo del Prado por no considerarse original.

Descripción del cuadro


El cuadro representa a Jerónima de la Fuente, fundadora y primera abadesa del
convento de Santa Clara de la Concepción tal y como se recoge en la parte inferior del
cuadro.

La religiosa aparece vestida con el hábito marrón propio de las clarisas con las manos
sosteniendo un crucifijo y un libro

El triunfo de Baco
El triunfo de Baco es una pintura del español Velázquez, conservada en el Museo del
Prado desde 1819. Es conocida popularmente como Los borrachos.

El cuadro se realiza después de su llegada a Madrid procedente de Sevilla, estaríamos


entre los años 1626–1628 poco antes de su primer viaje a Italia. En la capital Velázquez
puede contemplar la colección de pintura italiana del rey y se muestra impresionado
por los cuadros de desnudo que tiene la colección así como por el tratamiento del
tema mitológico.

La obra fue pintada para Felipe IV.

El tema
El cuadro describe una escena donde aparece el dios Baco que corona con un ramo de
hojas de vid, a uno de los siete borrachos que lo rodean; podría tratarse de un poeta
inspirado por el vino.[1] Otro personaje semimitológico observa la coronación. Algunos
de los personajes que acompañan al dios miran al espectador mientras sonríen.

En ella se representa a Baco como el dios que premia o regala a los hombres el vino el
cual libera de forma temporal a los hombres de sus problemas. En la literatura barroca,
Baco era considerado una alegoría de la liberación del hombre frente a su esclavitud
de la vida diaria. Puede que Velázquez realice una parodia de dicha alegoría, por
considerarla mediocre.[1]

El dios está metido en la obra como una persona más dentro de la pequeña
celebración que se representa pero proporcionándole una piel más clara que a los
demás para reconocerlo con mayor facilidad.

5
La escena puede dividirse en dos mitades. La de la izquierda, con la figura de Baco muy
iluminada está cercana al estilo italiano inspirado en Caravaggio. Baco y el personaje
que queda detrás aluden al mito clásico y están representados de la manera
tradicional. Destaca la idealización en el rostro del dios, la luz clara que lo ilumina y el
estilo más bien clasicista.[1] La parte de la derecha, en cambio, presenta a unos
borrachines, hombres de la calle que nos invitan a participar en su fiesta, con un aire
muy español similar a Ribera. No hay en ellos ninguna idealización, sino que presentan
rostros avejentados y desgastados. Tampoco se mantiene en este lado la clara luz que
ilumina a Baco, sino que estas figuras están sumidas en un claroscuro evidente.
Además, lo trata con una pincelada más impresionista.

En esta obra, Velázquez introduce un aspecto profano a un asunto mitológico, en una


tendencia que cultivará aún más en los siguientes años.

Hay varios elementos que dan naturalismo a la obra como son la botella y el jarro que
aparecen en el suelo junto a los pies del dios, o el realismo que presenta el cuerpo de
este. Jugando con los brillos consigue dar relieve y texturas a la botella y al jarro
creando un parecido con el bodegón. Estas jarras son muy similares a las que aparecen
en cuadros pintados por Velázquez durante su etapa sevillana.

Influencias
En el cuadro se percibe la influencia de Rubens, así como la de de Caravaggio, con
cuyas escenas de retratos de Baco existe conexión, y la de Ribera, en cuyos retratos de
sabios extremadamente populares, que en muchos casos parecen mendigos, se inspira

La túnica de José
La túnica de José es un cuadro del pintor sevillano Diego Velázquez, que se conserva en
el museo de la Sacristía Mayor del Monasterio de San Lorenzo de El Escorial (Madrid,
España).

La fecha y la técnica
El cuadro estaría pintado después de realizar su primer viaje a Italia entre los años
1629-1631. Parece que Velázquez ha abandonado el claroscuro y una luz general
invade la habitación donde tiene lugar el suceso. Asimismo los colores (azul, naranja,
amarillo) están muy influenciados por artistas venecianos, bien de los cuadros que se
disponía en la colección real o de los que Velázquez ha podido contemplar en su viaje a
la península itálica, donde hace escalas en Venecia y en Roma.

Dos de las figuras aparecen, una de espaldas y la otra de lado con el pecho
descubierto, mostrándonos su anatomía, su musculatura, esa tendencia a desnudar a

6
las figuras, que ya observábamos en obras como El triunfo de Baco o La fragua de
Vulcano poco a poco irá ganando terreno en las obras velazqueñas debido a esta
influencia italiana, la referencia a Miguel Ángel es inevitable.

Poco a poco Velázquez va "soltando la muñeca" pintando de una forma menos


detallista que en sus cuadros de primera época, pero es capaz de conseguir una calidad
similar en los objetos metálicos o cerámicos que aparecen en la obra, nunca perderá
su realismo fotográfico, aunque cada vez sus pinturas sean más sueltas. La
profundidad también le interesa y vemos como hace porque el paisaje pueda
apreciarse entre la gente que forma parte de la escena.

Es muy curiosa la figura del perro que aparece en la obra y que hay quien sostiene que
es una recomendación de Pedro Pablo Rubens, quien le diría a Velázquez que de esta
manera el cuadro gana en elegancia. No será la única vez que Velázquez utiliza esta
figura, ya que la vemos también en obras como Las Meninas realizada en el año 1659.

El tema
La referencia está en el Antiguo Testamento, cuando los hijos de Jacob se presentan
delante de su padre para comentarle que su hijo favorito, José, ha muerto debido al
ataque de unos lobos. Los hermanos de José, un poco cansados de los sueños
poderosos que continuamente tenía su hermano, decidieron venderlo a unos
comerciantes egipcios para quitárselo de enmedio, enseñan a su padre, las ropas de
José, que poco antes habían manchado con la sangre de un cordero, para dar
veracidad a la situación.

Jacob, está representado justo en el momento que recibe la noticia, por eso hace
ademán de levantarse de la silla en la que se encuentra, alzando los brazos, con gesto
de sorpresa ante la noticia de la muerte de su hijo favorito. El perro, introducido en el
cuadro por Velázquez, ladra a los sospechosos de la mentira, quizás dándose cuenta
del engaño que los demás no son capaces de apreciar.

La fragua de Vulcano
La fragua de Vulcano es una obra de Diego de Velázquez realizada después de su
primer viaje a Italia en 1629, los críticos están de acuerdo en fechar la obra en 1630 al
mismo tiempo que su cuadro "La túnica de José". Parece ser que ambos cuadros se
hicieron sin el encargo del rey, aunque sí pasaron a formar parte de colecciones reales
al poco tiempo. Actualmente se encuentra en el Museo del Prado donde ingresó el 5
de agosto de 1819.

Temática

7
El cuadro describe el momento en que el dios Apolo, coronado de laurel visita el lugar
donde Vulcano se encuentra fabricando armas para la guerra. La corona de laurel
sobre la cabeza permite identificar al personaje como Apolo. El dios Apolo comunica a
Vulcano el adulterio de su esposa Venus con Marte, dios de la guerra, por esa razón
todos los personajes miran con cara sorprendida al dios que acaba de presentarse en
el estudio, incluso alguno de ellos abre la boca y los ojos para indicar este gesto de
sorpresa.

Velázquez se inspiró para realizar esta obra en un grabado de Antonio Clempesta,


modificándolo ampliamente y centró la acción narrativa en el traje de Apolo, mediante
un estilo clasicista barroco que no recuerda nada al tenebrismo. Destaca el interés por
el desnudo, como influencia de la estatuaria grecorromana y de la corriente clasicista
de Guido Reni. De Reni podría provenir también la composición a modo de friso. A
Guercino recuerda, por otro lado, los tonos claros de la figura de Apolo.

Esta obra la realizó en Roma sin mediación de encargo a instancias del pintor Pedro
Pablo Rubens que había visitado España aquel mismo año de 1629. Velázquez realiza
dos grandes lienzos en la casa del embajador español. Son dos lienzos que constituyen
pareja y que se trae con su equipaje de regreso a España: La túnica de José y La fragua
de Vulcano.

Análisis [editar]

El asunto elegido para este lienzo es una escena sacada de la mitología romana, en
concreto de La metamorfosis de Ovidio. Velázquez la interpreta en una versión
estrictamente humana, con personajes contemporáneos. Apolo se ve envuelto en un
manto que deja al descubierto su torso desnudo. Vulcano, en este caso, es
simplemente un herrero, al igual que los ciclopies podridos que le ayudan, que son
hombres del pueblo que conocen el oficio. Vulcano le contempla con ojos atónitos
después de haber escuchado la mala noticia sobre el adulterio de su esposa con el dios
a quien le estaba forjando en esos momentos una armadura. La caverna donde el dios
herrero forja las armas de los demás dioses es en el cuadro una herrería de tantas
como Velázquez pudo ver en España o en Roma. Con la maestría que le caracteriza,
pinta además una serie de variados artefactos propios de una fragua.

No es extraño el interés de Velázquez por el desnudo, desde que llegó a Madrid en


1623 comienza a dar muestras de ello, pero este desnudo se acrecienta en sus obras
después de su primer viaje a Italia entre los años 1629-1631.

De su viaje italiano no sólo recoge su interés por el desnudo sino también la influencia
de la pintura veneciana, que podemos apreciar en la utilización del color para pintar,
como se ve en la llamativa túnica naranja del dios Apolo. De su paso por Roma recoge
la influencia de Miguel Ángel a la hora de hacer figuras muy fuertes y muy masivas. La
musculatura de Vulcano y de otros personajes que le rodean no es desdeñable, son

8
figuras atléticas que muestran sin pudor su fortaleza, incluso fuerzan su posición para
que se noten más los músculos.

Por otro lado Velázquez siempre estuvo obsesionado por conseguir profundidad en sus
obras. En este caso comienza a utilizar lo que se denomina «emparedados de espacio»,
es decir, enfrenta unas figuras a otras para que en nuestra mente exista esa sensación
de profundidad. Logra la profundidad del espacio de esa manera, y no tanto por el
paisaje de la ventana situada al fondo de la estancia.
Por último es destacable, como en muchas de sus obras, la calidad fotográfica de los
objetos que aparecen en el cuadro, en este caso principalmente metálicos, armaduras,
el yunque, los martillos o el mismo hierro candente muestran un gran realismo llevado
al extremo. Al fondo, en la parte superior de la derecha, se ven diversos objetos sobre
una repisa que forman un bodegón por sí mismos, lo que es característico de las
primeras obras de Velázquez.

Como buen pintor español sus personajes son populares, no están idealizados como en
las pinturas italianas. Vulcano incluso llega a ser bastante feo y el dios Apolo, aunque
tiene un aura que lo diferencia de los demás, no nos permite juzgar la idealización de
su rostro

También podría gustarte