Miércoles 5 de noviembre del 2008
Alejandro Flores
El Economista
N
uestra generación
debe provocar lo
mismo que hicie-
ron los jóvenes del
68, dice el filósofo y periodista
francés, Rafael Glucksmann,
quien se asume a sus 30 años
como uno de los herederos de
aquel movimiento estudiantil
que se dio una década antes de
que él naciera.
“La revolución de 1968 de-
rrumbó dos mitos para siempre:
el conservador de los estados
autoritarios, y el mito de la Re-
volución como museo”. Esa
revolución, la crítica al con-
servadurismo, es la revolución
permanente.
“Octavio Paz lo dijo mejor
que nadie: el 68 es la revuelta
del presente contra los fantas-
mas del porvenir y los recuerdos
del pasado”.
Glucksmann estudió Filo-
sofía y Ciencias Políticas. A los
20 años llegó a Argel, donde
comenzó a escribir para algunos
periódicos, y esta labor lo llevó
a realizar documentales para la
televisión francesa sobre Ruan-
da y las revoluciones democráti-
cas en Europa del Este. Este mes
publicará en Francia una larga
entrevista con el Presidente de
Georgia. Y recientemente visitó
La capacidad
de sentirse
chechenio, ruandés
o emigrante en un
barquito es lo que hace
la diferencia entre un
hombre y un individuo
robotizado”
Hay que generar otro 68: Rafael Glucksmann
La solidaridad
de los estremecidos
nuestro país para presentar Mayo
del 68. La subversión permanente
(Taurus, $179), que escribió con
su padre, André Glucksmann,
otrora líder del 68.
Desde la culminación de la
Segunda Guerra Mundial hasta
los años 70 hubo un estallido im-
presionante en las cifras de estu-
diantes. Ir a la universidad dejó
de ser un privilegio excepcional
pero las limitaciones que la uni-
versidad y todas las autoridades
imponían a los jóvenes fueron
creando en ellos resentimiento,
lo cual hizo que esos estudiantes
se inclinaran hacia la izquierda y
que una gran porción asumiera
el radicalismo político.
La protesta fue universal y
contagiosa. Muchas ciudades de
EU entran en ebullición, violen-
ta y no violenta, sobre todo en
revueltas contra la guerra de
Vietnam; Martin Luther King
es asesinado en abril del 68.
“La gran diferencia del 68 en distintos países es la represión. México (arriba al
centro) tiene más que ver con Praga (abajo) que con París”.
La Plaza
Hay múltiples manifestaciones
y huelgas tanto en Berlín occi-
dental y Belgrado, como en Tokio
y Seúl. La “Primavera de Praga”
aglutina a la población checa.
“Lo nunca visto en México”, la
exigencia de “democratización”,
reúne a 400,000 personas, es-
tudiantes, mezclados con gen-
te humilde, lo que acaba en un
baño de sangre en la plaza de las
Tres Culturas.
¿Qué tiene que ver el Mayo
del 68 francés con el 2 de octubre
mexicano? Aquí se recogieron ca-
dáveres, cuando en París, “papeles
y montañas de piedras”.
“La gran diferencia entre el
68 de las sociedades democráti-
cas y el 68 de los regímenes au-
toritarios es la represión. México
tiene más que ver con Praga que
con París. La Primavera de Praga
terminó aplastada por los tan-
ques soviéticos.
“Octavio Paz decía que aun-
que en México había una dictadu-
ra más abierta que las dictaduras
del este de Europa, había un pun-
to en común fundamental: Moscú
y México están llenos de mau-
soleos de la Revolución y de re-
volucionarios amordazados, eso
es el principio de los regímenes
pretendidamente revolucionarios
que transforman la Revolución
en culto o museo”.
Como ocurrió en México con
la creación del PNR, ahora PRI.
“El PRI centra en sí los dos
mitos en contra de los cuales el
68 se levanta: el mito de la revo-
lución como un museo y el mito
del conservadurismo institucio-
nal y del Estado central.
“En México es el partido de
Estado el que pretendió afian-
zar la revolución per-
manente. Y cuando
es el Estado quien
El economista
decide esto paraliza las contradic-
ciones y transforma la Revolución
en una pura consigna”.
Pero el espíritu revolucionario
es algo que tiende al movimiento
y a la reinvención perpetua, en
cierto sentido al futuro.
“Sí, el futuro es muy impor-
tante pero más importante es no
sacrificar el presente en nombre
del futuro. Como menciona Dos-
toievski en Los hermanos Kara-
mazov, cuando la voz de uno de
los hermanos pregunta: ¿Será que
en nombre del futuro se pueden
justificar las lágrimas de un ni-
ño? Yo creo que las lágrimas de
este niño, que son el presente,
no pueden ser sacrificadas por
un porvenir mejor.
“Hay una característica en la
filosofía occidental moderna de
desacreditar la emoción, los sen-
timientos, porque el sentimiento
es infrarracional y perturbador
para la razón. Pero hay que pen-
sar a partir de los sentimientos.
Sin despreciar nunca que la emoción
frente a las lágrimas del niño es un
valor filosófico en sí, porque aquella
capacidad de empatía, que trata el es-
critor estadounidense Philip K. Dick
en varias de sus novelas, es el antí-
doto, según creo, a las tendencias al
repliegue sobre uno mismo”.