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El Siglo de Oro

El período entre el Renacimiento y el Barroco, la "Edad Dorada" de España realmente se extendió durante
dos siglos (el XVI y el XVII) y es la etapa más fecunda y gloriosa de las Artes y las Letras españolas. La novela
alcanzaría su más alto nivel de universalidad y expresión con Don Quijote de Miguel de Cervantes y otros
géneros claramente españoles como el de la novela picaresca (Lazarillo de Tormes y el Guzmán de Alfarache
de Mateo Alemán).

Fue también una época dorada para la poesía. En el siglo XVI, Boscán y Garcilaso de la Vega adaptaron la
poesía lírica italiana al castellano alcanzándose la máxima expresión en la poesía mística de Fray Luis de León
y San Juan de la Cruz y en la prosa de Santa Teresa. Dos grandes figuras de los siglos XVI y XVII fueron Luis de
Góngora, cuyo estilo difícil y complejo derivaba originalmente de un movimiento latinizante
("culteranismo"), y Francisco de Quevedo, maestro del "conceptismo".

El teatro es otro género que también alcanzó un gran nivel. La obras dramáticas ya no se pusieron en escena
en los alrededores de las iglesias después de la creación de los "corrales de comedias", algunos de los cuales
todavía existen, como el de Almagro (Ciudad Real). Juan de Encina, Torres Navarro y Gil Vicente fueron los
precursores de Lope de Vega, Tirso de Molina y Calderón de la Barca.

También el Humanismo había florecido desde los principios de la Edad Moderna con Luis Vives y las obras
monumentales en las que colaboraban varios autores, como la Biblia Políglota Complutense. Obras
fundamentales en los campos de la historia y la política fueron las de Mariano Zurita, Hurtado de Mendoza y
las crónicas de la colonización de América de varios protagonistas.

El período del siglo XVII se cerró con la publicación de Idea de un Príncipe, del licenciado Saavedra Fajardo, y
de El Criticón, del filósofo y escritor Baltasar Gracián.

El siglo XVI produciría uno de los maestros de la pintura española: Doménikos Theotokopoulus, "El Greco",
que realizó la mayoría de su trabajo en Toledo, donde se conservan muchas de sus pinturas: El expolio
(Cristo con sus ropas desgarradas), El martirio de San Mauricio, La resurrección de Cristo y El entierro del
conde Orgaz representan un momento decisivo para la pintura española y universal.

Entre los primeros pintores del siglo XVII que practicaron el realismo figuran Ribalta y Rivera pero este estilo
alcanzó su esplendor con Diego de Velázquez (1599-1660), cuyas numerosas obras cuelgan en el Museo del
Prado: Las Meninas, La rendición de Breda, La fragua de Vulcano, además de sus famosos retratos de Felipe
IV, el príncipe Baltasar Carlos y del conde-duque de Olivares.

Velázquez fue el pintor de Madrid pero Zurbarán y Murillo trabajaron en Sevilla, volcados en la temática
religiosa. La Edad de Oro tiene también su estilo arquitectónico propio, el Plateresco, un estilo similar al
trabajo de los plateros, una reacción purista y espartana contra el trabajo de filigrana. Su ejemplo más
representativo es el monasterio de El Escorial de Felipe II que fue iniciado por Juan Bautista de Toledo y que
terminó, tras su muerte, Juan de Herrera.

Podríamos considerar que el Siglo de Oro español comienza en la segunda mitad del siglo XVI, cuando tras
las crisis sociales surgidas en Castilla, Valencia y Mallorca, Carlos I estabiliza su Imperio y consolida un Estado
Moderno con una Monarquía absoluta. Social y económicamente, España encara una fase de expansión. La
plata de los tesoros que se extraen de América, así como la herencia que el Rey acopia en sus manos de
reinos de medio Europa favorecen al desarrollo del país.
La creatividad y la producción artística empiezan a desarrollarse poco más tarde, a finales ya del siglo, con el
Renacimiento. Entrados ya en el XVII, y mientras la sociedad española empieza a vivir su declive, producto
de la progresiva ruina a la que se ve sometido el Estado español para mantener todas sus colonias, el Siglo
de Oro, en su vertiente cultural llega a su auge de la mano de nuevas corrientes artísticas: el Manierismo y el
Barroco.

La expulsión de los moriscos, las guerras de separación de Portugal y Cataluña, los bandidos, la falta de
recursos que provenían de América, cada vez más escasos, inciden en el proceso expansionista del Imperio.
Comienzas las derrotas exteriores y con ellas, el desmembramiento del Reino. Pero tradicionalmente, hablar
del Siglo de Oro español, es relacionarlo con la cultura. Juan Luis Vives, seguidor de Erasmo, los hermanos
De Valdés, o Francisco de Vitoria, fueron los primeros que comenzaron a destacarse en el ámbito literario,
todos de marcado índole económico, como poco más tarde, lo fueron Martín de Azpilcueta y Tomás de
Mercado. Las ciencias experimentales comenzaron a florecer. Surgieron centros de estudio como la Casa de
la Contratación o la Biblioteca de El Escorial. Y como consecuencia, se desarrollaron otras ciencias aplicadas,
como las navales, la cartografía o la minería. Paralelamente, a mediados del XVI, la literatura renacentista
también empezó a dar sus primeros frutos importantes de la mano de Garcilaso de la Vega, de clara
inspiración italiana, y de Fray Luis de León. en novelas, surgió con fuerza el género picaresco con “El Lazarillo
de Tormes” en el año 1554. En literatura mística, Teresa de Jesús se convirtió en una de las grandes poetas
no de la época, sino de todos los tiempos de la literatura hispana. Ya en el siglo XVII, la crisis económica y
social, fomentó el gusto por el espectáculo; las clases populares dieron un paso al frente e intentaron en el
campo de las artes ofrecer una expresión al mundo de la situación qeu se vivía. La ostentación, la
extroversión… el Barroco español conoció una época gloriosa: Francisco de Quevedo, representante del
conceptismo, firme defensor de la moral, y gran escritor de poemas amorosos. Luis de Góngora, el mayor
exponente del culteranismo con su “Fábula de Polifemo y Galatea” (1613). Los ensayos renacen con Baltasar
Gracián y su “Criticón“, y sobre todo, la narrativa hispana de la mano del propio Quevedo con su “Buscón“,
Mateo Alemán y su “Guzmán de Alfarache” o Miguel de Cervantes con la obra cumbre de la literatura
española: “El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha“. Por último, enmarcado también dentro del
Barroco español, no podía quedarse atrás el teatro, y de esta época es también nuestro mayor exponente, el
Fénix de los Ingenios, el prolífico dramaturgo Lope de Vega, autor de grandes obras como “El Caballero de
Olmedo” o “Fuenteovejuna“. Tirso de Molina, con “El burlador de Sevilla” o Calderón de la Barca, otro de
nuestros grandes autores, con “La vida es sueño” y “El Alcalde de Zalamea“, son también claros
representantes de nuestro Siglo de Oro.

Pero no sólo en el terreno literario destacamos en esta época, pues este boom artístico llegó a otras ramas
artísticas como la arquitectura, con la construcción de el monasterio de El Escorial, obra de Juan de Herrera.

En pintura, El Greco, José de Ribera, Zurbarán, y sobre todo, Murillo y Velázquez se convirtieron maestros de
talla mundial: “La Rendición de Breda“, “La venus del Espejo“, “Las Hilanderas“…

La Rendición de Breda – Velázquez

El Siglo de Oro fue para todos un grito a los sentidos, a la expresión en todas sus artes, a la
elevación del espíritu, y a la grandeza de un Imperio venido a menos, pero que durante más
de un siglo se convirtió en el centro mundial artístico. El Siglo de oro es , hoy por hoy,
nuestro Siglo.

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