La lengua no existe como algo rígido y totalmente uniforme dentro de la comunidad
en que se habla. Es un hecho social condicionado por las circunstancias de los hablantes. Aunque dentro de una comunidad lingüística existe una lengua común, se observan diferencias en todos los planos: fonéticas, morfológicas, sintácticas y léxicas. Las diferencias hacen que se rompa la uniformidad. Por este motivo, en el caso del idioma español y con el fin de que exista un modelo que sirva como referencia para todos los hablantes de nuestra lengua, se ha creado una variedad estándar o común, que es normativa. Así, la variedad estándar es normativa y sirve como modelo unificador. La institución oficial encargada de establecer y fijar la norma lingüística es la Real Academia Española. La norma académica fija lo que se considera correcto. La norma académica es, por tanto, un punto de referencia del español correcto al que debemos tender. Sin embargo, aunque unas personas se acercan más que otras, dicho ideal es irrealizable en su totalidad.
Variedades de la lengua: son las diferencias lingüísticas que se producen dentro de
una comunidad de hablantes, y son: 1) Variedades geográficas o diatópicas: son las peculiaridades que adquiere la lengua dependiendo del área geográfica donde se hable. Algunas particularidades geográficas del español son: seseo, ceceo, aspiración de –s en final de palabra (Andalucía); conservación de f- inicial en palabras que en latín la tenían, como farina, plural –as en –es, artículo delante del posesivo (norte de Asturias y León); uso de la forma verbal en –ía en vez de –ra o –se, en oraciones condicionales (País Vasco, Cantabria, Burgos, Palencia y La Rioja); voseo (Argentina); 2) Variedades sociales o diastráticas: son las peculiaridades que presenta la lengua dependiendo del nivel cultural, social, económico y de la edad de los hablantes. Cuando el hablante infringe la norma lingüística se dice que incurre en el vulgarismo. Ejemplos frecuentes: intercambio de b y g: agüelo (abuelo), abujero (agujero); cambio de orden: cocreta (croqueta), dentrífico (dentífrico); adición de sonidos al principio o al final de palabra: amoto (moto), un taxis (un taxi); reducción de palabra: bofetá (bofetada), patá (patada); confusión de género: mucho agua (mucha agua), este aula (esta aula); anacolutos o inconsecuencias en la construcción del discurso: me se ha roto (se me ha roto), yo me parece bien (a mí me parece bien); el dequeísmo, relajación en los participios terminados en –ado (acabao), conversión de –d en –z final de palabra (Valladoliz). 3) Variedades de estilo o diafásicas: peculiaridades que adquiere la lengua dependiendo del contexto, situación, tema e interlocutores. No utilizamos el mismo lenguaje con un compañero que con un profesor. Nos adaptamos porque diferenciamos las distintas situaciones, y a éstas adecuamos el lenguaje.