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5 Psicometría: características específicas de género

Aída Pascual López


Javier García Campayo

¿Es necesario tener en cuenta el género


en la evaluación psicométrica?
La utilización de instrumentos psicométricos rasgos de personalidad (ira, hostilidad, control
para la detección, evaluación y seguimiento de impulsos, etc.), en la actualidad no es fre-
de trastornos psiquiátricos es muy habitual en cuente la utilización de distintos instrumentos
la práctica clínica siendo, además, imprescin- o puntos de corte según el género del pacien-
dible para la evaluación estandarizada en la te. En este capítulo repasamos los estudios rea-
investigación en salud. Aunque se ha reflexio- lizados sobre la evaluación psicométrica en
nado mucho sobre la presentación diferencial función del género en aquellas patologías y
en función del género de ciertos trastornos rasgos en los que es más habitual encontrar
psiquiátricos (como la depresión, la ansiedad, diferentes formas de presentación en hombres
los trastornos somatomorfos, etc.) y de los y mujeres.

Trastornos afectivos y de ansiedad


Los trastornos afectivos y de ansiedad se presen- mostrar, por ejemplo, un sobrediagnóstico de
tan con más frecuencia en mujeres. Aunque ha- depresión en la población femenina.
bitualmente se diseñan tests psicométricos diri-
gidos a evaluar la intensidad de estos trastornos Evaluación de la depresión
en los que no actúe el género como variable de
confusión, en ocasiones algunas investigaciones Actualmente se acepta la existencia de diferen-
revelan el inadecuado diseño de estos instru- cias de género en la prevalencia e incidencia de la
mentos, que pueden enmascarar los resultados y depresión, pero algunas de estas diferencias, evi-
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denciadas mediante la utilización de instrumen- lidad, baja autoestima y pobre concepto de sí


tos diagnósticos, podrían deberse a la inclusión mismas asociados a ideación suicida en chicas jó-
de ítems con un elevado grado de asociación al venes.
género femenino, lo que podría enmascarar los
resultados. Para aclarar este hecho, Salokangas y Evaluación de la ansiedad
cols. (2002) evaluaron las diferencias de género
en los resultados obtenidos con el Inventario de Parecen existir importantes diferencias de gé-
Depresión de Beck (IDB) y la Escala de Depresión nero en la intensidad de la ansiedad que refie-
(DEPS). Los análisis mostraron que las mujeres ren hombres y mujeres, siendo mayor en estas
tenían puntuaciones más altas en el IDB pero no últimas. Asimismo, también se han encontra-
en la DEPS, y que además obtenían puntuaciones do diferencias de género en la expresión de la
mayores en los ítems que hacían referencia a la sensibilidad a la ansiedad entre hombres y
pérdida de interés por el sexo y al llanto fácil. mujeres, comenzando en la infancia y adoles-
Estos autores argumentan que estas dos conduc- cencia (Walsh y cols., 2004), así como en la
tas se asocian biológica, psicológica y cultural- sintomatología. Las diferentes formas de ex-
mente al género femenino y que, por lo tanto, perimentar ansiedad en función del género
deberían ser eliminadas de los instrumentos que pueden tener importantes implicaciones al
evalúan la depresión. evaluar este parámetro. El Anxiety Sensitivity
Index, diseñado por Peterson y Reiss y valida-
Para paliar las diferencias obtenidas en las pun- do en la población española por Sandin y cols.,
tuaciones de depresión en función del género, se es un instrumento para evaluar las sensacio-
recomienda la utilización de la Escala de nes de miedo asociadas a la ansiedad. En la
Depresión del Centro de Estudios Epidemiológicos estructura factorial de 10 ítems se observó
(CES-D) en su versión de 15 ítems en vez de la de que uno de los de la subescala «Miedo a los
20 ítems, ya que ésta ha demostrado estar menos problemas mentales» mostraba diferencias en
influenciada por el género en sus resultados función de género (ítem 15: «cuando estoy
(Stommel y cols., 1993). También existe debate en nervioso me preocupa que pueda estar men-
torno a las diferencias de género a nivel sintomá- talmente enfermo»), por lo que debería ser eli-
tico, especialmente importante para poder desa- minado si se quiere utilizar una misma estruc-
rrollar instrumentos diferentes para evaluar la de- tura para evaluar a hombres y mujeres (Keogh,
presión en función del género, en caso de ser 2004). Estudios previos realizados con esta
necesarios. Uno de los últimos estudios realizados misma escala (Stewart y cols., 1997) habían
para aclarar este punto fue el de Bogner y Gallo mostrado que las mujeres obtenían puntua-
(2004), quienes analizaron el perfil de síntomas ciones más altas en el factor «preocupación fí-
que mostraba una población de 1.727 personas sica», lo que está relacionado con los factores
diagnosticadas de depresión. Este amplio estudio de preocupación social y psicológica. Además,
mostró que no existían diferencias de género en las mujeres presentaban puntuaciones globa-
el informe de síntomas de depresión realizado por les mayores que los hombres. Cuando se eva-
los propios pacientes, incluso teniendo en cuenta lúan las reacciones de estrés en función del
los elevados niveles de los síntomas depresivos en género se observa que las mujeres tienen una
las mujeres y la influencia de otras covariantes. mayor probabilidad de contestar favorable-
Sin embargo, otros estudios muestran diferencias mente a los ítems que describen la vulnerabi-
sintomáticas en función del género (Olsson y lidad emocional y la sensibilidad, mientras
Knorring, 1997), como la mayor frecuencia de que los hombres señalan ítems que expresan
tristeza, llanto e ideación suicida en chicos jóve- irritabilidad, tensión y facilidad para disgus-
nes frente a los sentimientos de fracaso, culpabi- tarse por algo (Smith y Reise, 1998).
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Trastornos por consumo de alcohol


Los trastornos relacionados con el consumo de psicométrica. La Alcohol Expectancy Scale, de-
sustancias (como alcohol, alucinógenos, can- sarrollada por Leigh en 1990, tiene como obje-
nabis, cocaína, etc.) se presentan de manera di- tivo evaluar las creencias asociadas al consumo
ferente en hombres y mujeres. Este apartado se de alcohol en hombres y mujeres. Sin embargo,
centra principalmente en el alcohol, por la am- posteriores análisis han revelado que los hom-
plitud de investigaciones de género realizadas bres responden más favorablemente que las
sobre esta cuestión. Estas investigaciones mujeres a algunos ítems, hecho que podría ex-
muestran diferencias en el tipo de consumo, la plicarse por los distintos hábitos de consumo
absorción del alcohol, las consecuencias del masculinos y los diferentes efectos esperados
consumo, las creencias asociadas a éste y las (p. ej., una creencia masculina asociada al con-
motivaciones que llevan al consumo y poste- sumo de alcohol es que éste aumenta la agre-
rior abuso de esta sustancia. Los estudios sobre sividad) (Johnson y Johnson, 1998). Cuando se
el consumo de alcohol y la conducta sexual evalúan los hábitos de consumo en relación
han mostrado que los individuos de distinto con el contexto social y la búsqueda de sensa-
género y orientación sexual difieren en sus cre- ciones se observa que el consumo excesivo en
encias sobre los efectos del alcohol en su res- los hombres es más probable en contextos de
puesta sexual. Estos distintos patrones de cre- búsqueda de relaciones sexuales mientras que
encias en función del género tienen unas en las mujeres el consumo excesivo se asocia
importantes implicaciones en la evaluación más al dolor emocional (Beck y cols., 1995).

Trastornos somatomorfos
Los trastornos somatomorfos, según el Manual cioculturales), los instrumentos de evaluación
Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos como el Cuestionario SOMS de detección de
Mentales, se caracterizan por la presencia de síntomas somáticos (Rief y Hiller, 2003) tienen
múltiples síntomas somáticos sin una causa or- distintos puntos de corte según sea el paciente
gánica clara que explique totalmente su sinto- hombre o mujer.
matología. Dentro de esta categoría diagnósti-
ca se incluirían síndromes como la fibromialgia, Tradicionalmente, las mujeres refieren mayo-
el de fatiga crónica o el del colon irritable, con res niveles de síntomas somáticos y de estrés
una elevada prevalencia en el sexo femenino. emocional que los hombres. Piccinelli y Simon
La forma más extrema de este grupo la consti- (1997) encontraron estos resultados en un re-
tuye el trastorno de somatización, que es cró- ciente estudio que mostraba, además, una es-
nico y polisintomático, y se caracteriza por, al trecha correlación entre los síntomas somáti-
menos, cuatro síntomas inexplicables (dos gas- cos y el estrés emocional en ambos sexos,
trointestinales, uno sexual y uno seudoneuro- aunque las mujeres referían más síntomas so-
lógico). A causa de la mayor presencia de sín- máticos para cada nivel de estrés emocional.
tomas somáticos inexplicables en las mujeres Sin embargo, cuando se controló el centro de
(debido, probablemente, a la suma de factores estudio y el estrés emocional, el análisis de la
hormonales, inmunológicos, psicológicos y so- regresión lineal no mostró diferencias signifi-
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cativas en el nivel de síntomas somáticos en do» y «enfado-estado». Estas diferencias de


función del género. Estos datos no parecen género son consistentes con los costes de la
apoyar la creencia habitual de que las mujeres expresión del enfado en mujeres y los benefi-
somatizan más que los hombres, aunque es cios sociales de éste en los hombres.
necesario realizar más estudios.
Cuando se analizan escalas sobre la hostilidad en
Habitualmente, las escalas dirigidas a evaluar la hombres y mujeres también se encuentran dife-
personalidad incluyen escalas de masculinidad/fe- rencias sustanciales, que hacen que no siempre
minidad, como es el caso del MMPI-II, o están di- resulten adecuadas para la evaluación general
señadas para que la variable sexo no actúe como (sin tener en cuenta el género). Esto ocurre, por
variable de confusión. A continuación repasamos ejemplo, con entrevistas estructuradas para la
algunos de los últimos estudios realizados sobre la evaluación de la hostilidad, que han mostrado
evaluación de rasgos de personalidad que pueden que evalúan distintos conceptos de hostilidad en
resultar de interés. hombres y mujeres (Davidson y Hall, 1995). En
hombres, se observa, por ejemplo, que el poten-
Enfado, ira y hostilidad cial de hostilidad (Potential for Hostility) tiene
relación con la hostilidad observada, mientras
La expresión de emociones negativas, como el que esa correlación no se encontraba en mujeres
enfado y la ira, varía en función del género, (en quienes la hostilidad se asocia a la afectivi-
probablemente debido a factores biológicos y dad negativa).
psicosociales. Uno de los estudios más am-
plios sobre la evaluación de la expresión del Deseabilidad social
enfado en función del género fue el realizado
por el grupo de Forgays y cols. (1998), quienes Los instrumentos para la evaluación del con-
analizaron la «Escala de expresión del enfado cepto de «deseabilidad social» han mostrado
estado-rasgo» (State-Trait Anger Expression importantes diferencias en función del géne-
Inventor, STAXI, de Forgays y cols., desarrolla- ro, por lo que la evaluación debe basarse en la
da en 1997) en función del género. El análisis utilización de diferentes escalas (construidas
factorial inicial mostró seis factores (equiva- específicamente para evaluar de igual manera
lentes a las seis subescalas) y un séptimo fac- a hombres y mujeres) y tiene que tener muy
tor asociado al «enfado-estado». Cuando se en cuenta la perspectiva del género. Este caso
analizaron los ítems que componían el «enfa- puede ilustrarse claramente con la escala de
do-estado» aparecieron dos factores útiles pa- Respuestas socialmente deseables (Socially
ra ambos sexos. Finalmente, se mantuvo la es- Desirable Responding, SDR), en la que se ha
tructura de seis subescalas del STAXI. En el observado que las mujeres son más sensibles a
estudio dirigido a analizar las diferencias de los contenidos de más de dos tercios de la es-
género mediante el STAXI se observó la emer- cala (Becker y Cherny, 1994). Debido a este
gencia de un séptimo factor en las mujeres, hecho, esta escala ha derivado en otros dos
«sentirse como expresando el enfado», por lo instrumentos, el Gender-Free Inventory of
que el estudio concluye que: a) el modelo de Desirable Responding (GFIDR), y el 12-item
siete factores es un mejor instrumento para Gender Balanced Inventory of Desirable
evaluar el enfado en ambos géneros, y b) exis- Responding (GBIDR), diseñados específica-
ten importantes diferencias de género en dos mente para solventar el problema de la escala
factores («sentirse como expresando el enfa- inicial.
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Habilidades cognitivas
Cuando se evalúa la inteligencia no se suelen Aunque la existencia de diferencias individuales
encontrar diferencias de género en los resulta- en algunas tareas específicas entre hombres y
dos debido, casi con seguridad, a que los instru- mujeres sea un hecho probado, aquéllas no son
mentos para evaluar la inteligencia han sido di- constantes cuando se considera la edad. Por
señados precisamente para que no existan estas ejemplo, un estudio llevado a cabo en España
diferencias. Sin embargo, es habitual encontrar (Fernández Seara, 1984) sobre el rendimiento
diferencias de género en habilidades cognitivas cognitivo y la inteligencia general en hombres y
específicas. Por ejemplo, las mujeres ofrecen va- mujeres, mostró diferencias a favor de éstas en
lores medios superiores a los hombres en fluidez los subtests de información y vocabulario, pero
verbal, vocabulario, gramática y lectura (es decir, aquéllas eran mayores, respectivamente, en los
en el área verbal), mientras que los valores de los intervalos de edad de 36-50 y 7-9 años. En cuan-
hombres con frecuencia son superiores en la re- to a los hombres, mostraban valores superiores en
presentación espacial y en la comprensión téc- comprensión y aritmética, siendo estas diferen-
nica (Colom, 1994). Para el estudio de la contri- cias máximas en los intervalos de edad de 36-50
bución de la variable sexo a las diferencias y 24-35 años. Otra variable que se debe tener en
interindividuales se ha empleado el estadístico cuenta es la época en la que se han realizado las
w2 (omega cuadrado), procedente de las técni- investigaciones (Sternberg y Detterman, 2003), ya
cas de metaanálisis. Este estadístico informa de que mientras que en los estudios realizados en la
la proporción de varianza en la distribución to- década de 1980 se encontraban diferencias en la
tal de las puntuaciones en una variable (en este capacidad matemática y verbal, en estudios más
caso, la inteligencia), que puede explicarse por recientes sólo se mantienen las diferencias en la
las diferencias de sexo. aptitud espacial en función del género.

Conclusión
En el diseño de instrumentos psicométricos te que se vaya a evaluar. Sólo así se consigue
no se debe olvidar la perspectiva de género, una correcta evaluación del paciente, sin rea-
siendo necesario el control de esta variable lizar un sobrediagnóstico o infradiagnóstico y
mediante técnicas estadísticas o el diseño de sin olvidar variables importantes para la com-
escalas diferenciales según el sexo del pacien- prensión de la patología objeto de evaluación.

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