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MI FAMILIA Y DOÑANA

Había una vez un niño llamado Carlos que vivía en Italia con sus padres y
hermanas. Sus padres se pasaban todo el día dirigiendo su empresa de
muebles, de esta forma, no tenían tiempo para estar con él.
Carlos se sentía solo por las tardes en su casa ya que sus dos hermanas
mayores casi nunca estaban.
Por las mañanas se sentía más acompañado ya que iba a la escuela donde
jugaba y hablaba con sus compañeros y compañeras de clase. Todos
hablaban de cosas como videojuegos, ordenadores, etc., cosas que a Carlos
no le llamaban la atención, pero al menos no estaba solo.
Un día en su habitual rutina paso algo inesperado cuando se encontraba en
clase. Un niño llamó a la puerta de su clase y la señorita Marta fue a
recibirlo, se llamaba Juan parecía algo raro. La señorita Marta lo presento
a la clase y dijo que era un nuevo alumno llegado de Andalucía.
La señorita dijo a Juan que tomara asiento, y Juan algo asustado comenzó
a andar entre las filas de mesas. Carlos al que le llamaba espacialmente la
atención el niño nuevo y de donde procedía le dijo que se sentara a su lado.
Para sorpresa de Carlos, Juan era muy simpático y le contaba cosas de
Andalucía que a Carlos le gustaba bastante. Le contó sobre los paisajes, los
animales que allí vivían y el calor con el que recibían a los demás.
Por primera vez en mucho tiempo Carlos estaba emocionado, ilusionado
con las cosas que Juan le contaba y mostraba en fotografías. Comenzó a
llamarle la atención los animales, los paisajes que le enseñaba su amigo de
Doñana, según él era un lugar maravilloso, lleno de paisajes bonitos,
pájaros de todas los tipos, colores, formas que Carlos pudiera imaginar, y
empezó a investigar sobre el tema.
Una mañana se dirigía a clase ansioso por ver a su nuevo amigo para
enseñarle las nuevas fotos que había encontrado de unas aves llamadas
flamencos que se encontraban en ese lugar y que él encontraba muy
interesante. Pero ocurrió algo inesperado Juan no estaba, al preguntar a la
señorita Marta si sabía que le había pasado a su amigo, ella contestó algo
triste que Juan había vuelto a Andalucía.
Carlos al escuchar esto se puso muy triste, al poco tiempo empezó a ir mal
en clase, se encerraba en su habitación, no hablaba con sus compañeros de
clase...
Sus padres preocupados por él mantuvieron una charla con él. Carlos les
explicó lo que sucedía, lo triste que estaba con la marcha de Juan y lo
mucho que le gustaba Doñana. Le enseñó a sus padres y hermanas todas
las cosas que había encontrado de allí, las aves, los animales, esos bonitos
paisajes. Los padres veían lo ilusionado que encontraban a su hijo cuando
hablaba de aquel lugar y comprendieron que tenían que ir a Doñana para
que volviera a tener esa ilusión que tenía cuando Juan estaba aún en Italia.
A Carlos le entró una inmensa alegría tras recibir la noticia de sus padres
de que iban a ir a Doñana, y lo preparó todo para la excursión. El viaje fue
largo, y Carlos estaba impaciente y a la vez emocionado por ver todas las
cosas que había descubierto de aquel lugar.
Fueron a buscar a su amigo Juan que les recibió con una gran alegría, y se
fueron a Doñana. Carlos estaba como loco, iba de aquí a allá, queriendo
ver todo al mismo tiempo. Le gustaba todo lo que veía, era primavera y las
marismas estaban llenas de pájaros de todos los colores, esas fantásticas
aves que tanto le habían llamado la atención los flamencos, eran preciosos
como todos los animales que vio en su visita. Durante los días que estuvo
con su amigo Carlos estaba lleno de felicidad, ilusionado, pero a la hora de
la marcha una tristeza invadió a Carlos. No habló en todo el viaje de
regreso. En los meses después, los padres de Carlos lo veían cada vez peor,
deprimido, no hablaba casi nada, siempre estaba en su habitación
investigando. Pasados unos años Carlos seguía ilusionado con aquel lugar,
Juan con el que nunca perdió el contacto, seguía explicándole todo lo que
allí sucedía. Los padres de Carlos decidieron ir a vivir a Doñana,
decidieron que era una cosa que haría a su hijo muy feliz y tras pensarlo
mucho decidieron que su empresa estaba en muy buenas manos con sus
hijas mayores, pues habían acabado sus estudios y eran capaces de dirigir
por si solas la empresa. Al decírselo a Juan, también se puso muy contento
por su amigo, y por verlo de nuevo después de años sin verse. A Carlos la
noticia le causa una gran felicidad, y prepararon el viaje. Encontraron una
casita cerca de Doñana, en el mismo barrio donde vivía Juan. Todos eran
muy felices en Doñana, mantenían el contacto con sus hermanas que les
visitan unas 4 veces en el año, Carlos estudiaba cosas referente a Doñana
junto con Juan y sus padres se encontraban felices de verlo tan ilusionado
con sus estudios. Con el tiempo Carlos se hizo un hombre, estudió mucho
sobre los animales, las aves, el medio ambiente y terminó trabajando en el
sitio que el más deseaba: Doñana. No había día en el que Carlos no diera
gracias por ese cambio, era el hombre más feliz del mundo.

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