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Veneno

By juan re-crivello

Veneno by juan re-crivello Pá gina 1


First Edition

Veneno and briose social


(c) 2010 by Juan Re-crivello

Cover & Illustracions by Churrova http://www.20minutos.es/museo-virtual/

This book is a work of fiction. Names, characters, places and incidents are either a
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Edited by: la torpeza de la iguana Ed. and Juan re Crivello


e-mail: juuanre@hotmail.com

Veneno by juan re-crivello Pá gina 2


En multitud de sociedades la historia está marcada por el uso de esta
sustancia. La vemos detrás de una resuelta respuesta, de alguien que desea
restablecer una perdida, de honor, de posición o de reparto de afectos.

¿Siempre matamos por matar?.

No. Pero el uso del veneno a diferencia de las armas esta precedido por un
mayor sigilo y cálculo del despiadado asesino. Por ello nos enfrentamos a un
paciente y duro alegato de quien trabaja escondido en su fe, en su recelo o en
su venganza.

Pero antiguamente también se utilizaba para incluir en su trayectoria a la


disidencia. En el juicio a Sócrates en el 399 a de C, se le condenaría a morir
por La Cicuta. Este destacado filósofo del que Platón recogería alguno de sus
discursos encontraría el final -con 70 años, en Atenas.

Y, ¿si de muertos hablamos?. Diremos que el veneno ha castigado durante


años a deudores de un asesino –por el dolor digamos, pero también a quienes
como Sócrates partían de la mayéutica.

Es decir mediante el dialogo confiaban en el arte de ayudar a dar a luz.


Para este filósofo dicho método le definiría de la siguiente forma: “la gran
ventaja es, [de] poner en estado de discernir con seguridad, si lo que el alma
de un joven siente es un fantasma, una quimera o un fruto real”. (Platón:
Teeteto, 148).

Una línea va separando estos dos aspectos: la impaciencia vital del asesino y
sus métodos históricos para hacer desaparecer a su objetivo y el segundo, es
el terremoto moral que la muerte de un gran filósofo ha llegado como
legado hasta nuestros días, en forma de entender el interior humano o
imaginar la ciencia. Cada vez más, nos interrogamos respecto a la propia
conciencia en relación a otro que opera como reactivo.

El cálculo frio y elaborado del mentor o el coach define un horizonte. El veneno


espiritual si no es delimitado, no podrá dejar de ser un alimento tóxico, para
transformarle en libertad y emancipación en el interior de cada individuo.

Veneno hasta los 18

Margarita temblaba bajo la lluvia, Una tormenta infame y calurosa escupió


agua, tierra y hedor -de verano de trópico. Nadie protestaría. Todos

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aguardarían con calma que se deshiciese aquel espectro venido desde el
cielo.

Ella esperaba que abrieran la fábrica. A las 5 de la mañana un pitido diría


¡adelante!, de allí hasta las 7. Con sus 13 años tenia un compromiso con su
familia. Con la literatura barata, también. Dirían que en la piedra de la
globalización, millones de pobres se incorporaban al consumo. O, más sueños
se reunirían en la aldea. A ella aquello le importaba bien poco, salvo aquella
nube azul zafiro que el polvo de las maquinas barrían sobre su pueblo. Un
toxico que mataba en barrena. Su agria lengua les pasaba al lado y resucitaba
a los que la familia había enterrado. Se decía a si misma que a los 18 se
subiría a un tren o a un barco apiñada para dejarse caer donde el mundo les
insultaba, pero estaba libre de fuego y suciedad. En esa parte de Europa o
América los caciques no podían dictar sus normas y la fría altanería del pan y
carne donde iría a comprar, ella consideraba que estaría llena de lineales
batiéndose en ofertas. El pitido les despertó. Su nieve aromática comenzó a
barrer. Ni el asco, ni el inoportuno matambre de seda pendiente de comprar, le
apartarían de aquel espacio listo para llevarle a los 18.

Veneno y Líder

El gato estaba mojado, era verde el líquido que manchaba su pata derecha. El
grifo de la pica goteaba sin remedio. En la pecera, un pez carnívoro se había
devorado a los demás y esperaba expectante el error humano de una mano
que entrara para acariciarle. Su mordisco de tiniebla se quedaría un dedo del
vecino. ¡Si hasta daba rabia ver tamaña dejadez!. E l dueño del piso dormía
agitado en un retrete de madera –en el lavabo. ¿La última noche?. Una, o dos
más. La radio estaba zumbando un discurso. Era Perón. Su maratón de
masticar chicle y hablar de la alegría de la clase trabajadora, o de los
descamisados sin roña y paquetes de sabrosos briose en los domingos,
sonaba a cruel. ¿Era aquel, el paraíso?. O el final de 1955.

En la despensa del barrio le habían dado al dueño de este piso la ración de


vago. Esa cartilla que inventaban los infames gobernantes cuando intervenían
con precios de dulzura y remiendos aquí o allá. Aún encima de la mesa, estaba
el kilo de café, los dos de azúcar y las botellas de leche. La bebida iba a parte.
Era la cuenta de la clase obrera que se había acomodado al veneno del
domingo, pero racionado en semana. Su dueño despertó. Golpeaban a la
puerta. Nadie podía venir en lunes. De la borrachera del fin de semana no le
podían decir ¡ni esto!. Abrió la puerta. Era la asistenta social del régimen. Ella

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le proveía de algún que otro brillante del economato. La hizo pasar. Solo
escucho un discurso que reemplazo al del líder que ya afónico estaría sediento
de hembras jóvenes, para olvidar que el país se caía.

Un grito -le volvió hacia la nevera. El dedo astillado del visitante -por su pez
hambriento, le tuvo que recoger en hielo. En la pecera se batía un orgulloso
Dios, en un agua bañada de sangre. Agitada. Llena de efímera venganza. Solo
pudo ayudar a llevar a la asistenta social al dispensario. De cuentas de aquello
esa mañana no pudo ir al trabajo. El régimen le dispenso por un accidente
familiar –así ponía el papel que le escribieron. La radio preparaba otro discurso
del líder, de visita en una fábrica de salchichones.

Veneno and briose

La glándula del amor esta atrofiada. La salinidad de la lengua demuestra una


fase de irritación. La pastilla o el aceite de mango metido en un potente briose
calman, agitan pero no liberan.

De ello vamos a hablar. Del veneno espiritual. Millones de individuos se


levantan aborreciendo su trabajo o a su amante. No son capaces de cambiar,
Ni siquiera de alterar su hocico hacia la derecha para olfatear algún guisado
extraño pero más sabroso. Han renunciado a navegar por la ladera del místico
y apretujado sol. Y si estalla algún grito ¡es en verano!. En alguna hamaca
transparente y arrugada.

La sed les ha abandonado.

El toxico social fábrica asesinos o maquinas que fagocitan los triunfos. Pero al
llegar a la soledad del hotel, se quitan sus nalgas o sus solapas de cartón y les
invade una cruel soledad.

Ante lo cual observamos, a monstruos cargados de arsénico espiritual como


vomitan sus incapacidades en el atril de los triunfadores. Y la televisión –madre
yugular de la nueva fe, agita cual espada una carcajada. ¡Todos nos hemos
transformado en celuloide!.

Y el veneno esta por doquier. Y los espasmos de rabia… también.

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