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PIZARRO LEONGÓMEZ Eduardo y VALENCIA AGUDELO León.

”Ley de Justicia
de y Paz”. Bogotá : Norma, 2009. 338 P; 23 cm.

RESEÑA

Eduardo Pizarro Leongómez es un prestigioso académico del Instituto de Estudios


Políticos y Relaciones Internacionales de la Universidad Nacional de Colombia,
Presidente de la Comisión de Reparación y Reconciliación y columnista del diario
El Tiempo, quien desde su experiencia, su rigor científico y su conocimiento de las
prácticas de justicia transicional en otras partes del mundo, valora la nuestra y
muestra que, a pesar de los problemas, ya que la cibona análisis se ha convertido
en un referente internacional.

León Valencia es un ex dirigente Guerrillero y uno de los analistas más respetados


en temas de orden público, director de la corporación Nuevo Arco Iris, desde la
cual orientó y participó en la investigación académica sobre “parapolítica”. Es
columnista de los diarios El Tiempo de Bogotá y El Colombiano de Medellín.

Este libro ofrece para el lector dos visiones opuestas de la ley de justicia y paz.
Cada uno de los autores expone su punto de vista con argumentos opuestos que
permitirán al lector construir su propio juicio frente a esta polémica ley.

Esta obra es un balance presentado en dos partes: En primer lugar Eduardo


Pizarro rescata algunos aspectos que ha traído consigo la aplicación de la ley de
justicia y paz, como es el hecho de que la verdad haya empezado a aflorar con
34000 delitos confesados, muchos de los cuales permanecían en total impunidad
y ni siquiera eran conocidos por las autoridades; 2100 fosas comunes, 2666
restos humanos, 662 cuerpos plenamente identificados, decenas de políticos
encarcelados y, finalmente, la importancia que han recuperado las víctimas dentro
del conflicto interno. En segunda instancia esta obra nos presenta un análisis de
los aspectos negativos del proceso, como la extradición de varios jefes narco
paramilitares, un rearme de las estructuras mafiosas, no estar juzgando un
proceso concluido sino en caliente y, los rechazos producto de posturas políticas y
no fundadas en los resultados.

Esta obra le presenta a quienes han sido víctimas del conflicto, a quienes están
siendo juzgados a través de ella y a la opinión pública en general las falencias y
avances durante estos cuatro años de aplicación de la ley 975 de 2005.
La obra está publicada en un tamaño mediano (23 x 14cm), y consta de 338
páginas, organizadas en un prólogo, una introducción, siete capítulos de contenido
escritos por Eduardo Pizarro con su respectiva conclusión y anexos. La segunda
propuesta del texto es escrita por León valencia en un único capítulo denominado
“Ni Justicia ni paz” y finaliza también con algunos anexos. Ambos autores
presentan en sus bibliografías datos otorgados por la CNRR y documentos
públicos emanados por organismos internacionales, la unidad nacional de
fiscalías y otros libros y revistas de renombre.
En el capítulo primero se enfoca la experiencia colombiana comparada con la
experiencia internacional en el intento de reconocer los derechos de las víctimas a
verdad, la justicia y la reparación de manera simultánea e integral. Y se plantea el
modelo, como un ejemplo a seguir si se tiene en cuenta que en otros países se
han desarrollado este tipo de leyes a través de amnistías o indultos en contextos
de pos conflicto o pos dictadura y no en medio de la persistencia del conflicto
armado interno. En el segundo capítulo se enfoca la a ley y la creación de
Comisión Nacional de Reparación y Reconciliación como un avance en el
reconocimiento de los derechos de las víctimas de la violencia política en la
agenda pública y la conciencia ciudadana. El capítulo tres retoma el concepto de
reparación integral a través de la verdad, la justicia y la reparación. El capítulo
cuarto muestra el impacto en la disminución de los delitos contra la vida y la
libertad personal como consecuencia del proceso de desmovilización en el año
2005 por parte de 32.000 miembros de las autodefensas unidas de Colombia. El
capítulo cinco se dan a conocer algunos avances en la inutilización y fundición de
las armas de grupos armados ilegales. En el capítulo seis se plantea que el
proceso de Reconciliación es el mayor vacío del proceso actual debido al clima de
polarización ideológica que vive Colombia. En el capítulo siete se da una mirada a
la política del perdón y se destaca como una necesidad de cambio de mentalidad;
pero advierte del peligro de una banalización, es decir, de una utilización
indiscriminada en todo tiempo y lugar del mismo y de su utilización política como
un mecanismo de presión dirigida hacia las víctimas para que acepten una
Reconciliación forzada. Eduardo Pizarro termina esta primera parte concluyendo
con una posición optimista del proceso pese a todas las dificultades que se
afrontan en un proceso de justicia transicional.
León Valencia en el Capítulo final hace un recuento de la política de seguridad
democrática del Presidente Uribe desde su primer mandato y del proceso de
desmovilización, presentando una fuerte crítica al galimatías difícil de entender
por colombianos y extranjeros. Plantea que la guerra se ha transformado debido a
la negación del conflicto, a los claros nexos entre el narcotráfico y la política y a los
graves escándalos por parte de las fuerzas armadas; además destaca el
desinterés tanto del gobierno como de las guerrillas para iniciar los procesos de
negociaciones y para abrir un espacio a un posible acuerdo humanitario que
permita la liberación de los secuestrados. Adicionalmente se destacan aspectos
como la continua violación a los derechos humanos y la fragmentación de la ley
para acomodarla a intereses personales. El autor plantea principalmente que
“Estamos en un conflicto armado, negando el conflicto, negociando una parte del
conflicto y con elementos de posconflicto.
Personalmente me enriqueció mucho esta obra en cuanto a que por primera vez
conocí el término “justicia transicional” y pude darme cuenta de la magnitud de
responsabilidades que implica una Reparación y lo que significa para Colombia el
hecho de centrar a las víctimas como el principal fundamento de esta ley. Ese
aspecto rescato de la ley. Además yo creo en la capacidad del pueblo colombiano
de iniciar procesos de Reconciliación Nacional.
En segundo lugar considero que está en manos de las altas cortes frenar la
manipulación de la ley por parte del ejecutivo para no asumir su responsabilidad
de responsabilidad de participar con la reparación de las víctimas. El Estado ha
sido el principal violador a los derechos de las víctimas y también deberá ser
juzgado
RESEÑADO POR: Ángela María Úsuga Sepúlveda, estudiante de primer semestre
de Derecho de la Universidad de Antioquia.
Santa Fe de Antioquia, Marzo de 2010.

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