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BY: LA ESTUDIOSIDAD La estudiosidad “se nos presenta como una virtud moral que modera el apetito de conocer la verdad” (1) Dicho en otras palabras, la estudiosidad nos modera el apetito de conocer, ordenandolo. En una época tan confusa, oscura y anarquica en el mundo de las ideas es muy importante ta osibitidad que Dios nos brinda de ser luz en el mundo. “Cuanto mas nos interesemos por el estudio, mejor preparados nos encontraremos para hablar a este mundo jadeante, que espera mas que nunca la proclamacién valiente de la verdad y si es posible, de la verdad integral. En este sentido es projimo, para nosotros, todo aquel que tiene apremio de verdad”. La estudiosidad deriva de la virtud de la templanza, que modera la tendencia instintiva a los deseos y placeres. Por ser seres racionales tendemos naturalmente al conocimiento y debemos ordenar el ansia excesiva de saber para evitar caer en la soberbia y en la superficialidad. Es decir, debemos buscar el término medio. No es bueno buscar demasiado conocimiento, querer saberlo todo. Tampoco es bueno tratar de conocer y comprender todo Porque nuestra mente es limitada, pero es conveniente que utilicemos y desarrollemos nuestro intelecto y nuestros talentos. La estudiosidad tiene que ver con la seriedad que implica el estudiar un tema, conocerlo en profundidad hasta llegar a la verdad. Lo que importa es el espfritu con que usemos nuestro intelecto. Si aprendemos para saber y hacer el bien estara ordenado. Si lo hacemos para independizarnos de la ética y de la moral ya no sera virtud, el trabajo y el conocimiento acumulado. Sirvan como ejemplo las palabras de aquel catedratico de Medicina que les dijo a sus alumnos el primer dia de clase: “Lo esencial en la persona es el alma, pero tiene un cuerpo”. Esto es ordenar los conocimientos a la verdad. Asi como la comida es el alimento de nuestro cuerpo, todo conocimiento es el alimento espiritual que debe estar ordenado hacia la Verdad que es Dios. Nuestra alma aspira naturalmente a conocer todas las cosas, pero la moderacién del deseo de saber es la virtud de ta estudiosidad. Esta moderacién tendra dos Ambitos: el fin que buscamos al estudiar y el modo en que lo hacemos. En cuanto al fin si lo que nosotros buscamos es saber y conocer la Verdad y lo que Ella ilumina, la estudiosidad nos ayudaré a evitar los errores intelectuales y filoséficos, rechazandolos. En cuanto al modo, seremos perseverantes. La estudiosidad nos estimulard en ir para adelante. Ni abandonaremos los estudios por pereza, ni nos desbocaremos con total independencia de la ética y la moral por soberbia, La estudiosidad necesita de ciertas condiciones: En primer lugar del silencio, Es necesario y casi imprescindible generar un clima de silencio. para el trabajo intelectual. Como decia Saint Exupéry, el silencio “es el espacio donde el espiritu puede desplegar las alas”. Es imposible imaginar a un Mozart, a un Beethoven componiendo, o a un Miguel Angel disefiando la cUpula de San Pedro con ta radio a todo volumen o la televisién prendida. En segundo lugar la estudiosidad necesita recogimiento. En una oportunidad un discfpulo de Santo Tomas le pidié consejo para ordenarse en los estudios. De los 16 consejos que el santo le dio ty si bien estaban dirigidos a un religioso pueden aplicarse a todos nosotros) 7 de ellos se referfan al recogimiento. Algunos de ellos eran . “Deseo que seas tarde para hablar y tardo pera acudir alli donde se habla”. Dicho en otras. palabras, debemos huir de los lugares en donde la charla es continua, vana y superficial, en donde es sélo chachara y el espiritu no se alimenta sino que se desparrama. “No quieras andar averiguando hechos ajenos”. El vivir indagando en las vidas ajenas no es bueno para el alma, porque nos dispersa y nos introduce en intimidades que no nos corresponden y por eso nos sentimos mal. La enorme insatisfaccién reinante de la gente desbordada lleva hoy en dia a que se cuenten todas las intimidades a cualquiera y aun en publico, lo que es mucho mas grave, porque se expone a veces la intimidad de otros o se nos involucra en la de ellos, “Muéstrate amable con todos pero no seas demasiado familiar con nadie, pues el exceso de familiaridad engendra el menosprecio y da la ocasién de sustraer tiempo al estudio”. La excesiva familiaridad pone en peligro la intimidad propia y ajena, porque generalmente terminamos hablando de mas y contando lo que deberiamos reservar a personas que no son las indicadas. Los subordinados, en general, tampoco respetan a quien debe mantener su lugar en funcién de su jerarquia y no lo hace. Cierta distancia en el trato genera respeto. En un mundo tan vulgar como el nuestro, donde predominan los medios de comunicacién ordinarios y los niveles de los programas son soeces, esto es comin y ha sido exacerbado continuamente por la revolucién para embrutecer a las personas y degradarlas, destruir las jerarquias, la autoridad, el pudor y masificar. “No te entrometas de manera alguna en palabras y obras de los hombres del mundo”. El querer estar al tanto de todo lo que sucede en el mundo, de las Ultimas noticias, el perder horas hablando de las anécdotas cotidianas que son irrelevantes, resulta nocivo para la concentracian que necesita el estudio. “Huye de todo vano activismo”. El afan febril y desmedido de la accién se contrapone con la serena investigacion y contemplacién de la verdad. Y por Ultimo, Santo Tomas le dijo: “Gusta de frecuentar tu celda, si quieres ser introducido en la celda del vino” (Cant 2,4). Si bien esto se refiere a un texto del Cantar de los Cantares y est especialmente dirigido a los religiosos, lo que en profundidad nos quiere decir Santo Tomés es la necesidad del recogimiento para llegar a paladear profundamente el Bien, la Verdad y la Belleza. Todas las grandes obras, empezando desde la Redencién del mundo, las obras de literatura, de musica, de pintura, de arquitectura y de la ciencia, fueron gestadas en un ambiente de serenidad y silencio, Unido al recogimiento esta la soledad que es el precio que hay que pagar para crecer en la vida del espiritu. Lo que San Agustin llamaba la “pureza de la soledad” que se puede conservar atin en medio de una gran ciudad y Platén ya lo decia: “puedes estar en una ciudad como un pastor en su cabafia situada en lo mas alto de la colina” (3). Hubo quien dijo que: “El hombre vale en proporcién a la cantidad de soledad que puede aguantar”... Y cuando hablamos de soledad no sélo hablamos de soledad fisica sino espiritual. Esto es to que llamamos el saber estar a solas consigo mismo, (que al principio nos puede costar porque estamos vacios). Nuestro Sefior nos dio sobrados ejemplos de la necesidad de retirarse en soledad para hablar con Su Padre. Finalmente, para lograr la virtud de la estudiosidad hara falta una buena dosis de caracter. La inteligencia es s6lo un instrumento, nuestro carécter le dara buen uso 0 no. Es por eso que el estudiante puede compararse al atleta, quien solo con un entrenamiento constante y firme logrard la meta. La voluntad es por lo tanto imprescindible. Es preferible no ser tan britlante y tener una voluntad férrea. La virtud de la estudiosidad también requeriré ciertas virtudes morales. Para desarrollar la vida espiritual e intelectual en plenitud deberd hacer falta cierto orden y ejercicio de virtudes morales para que los vicios y los desordenes, (como la pereza, el orgullo, la ira o la lujuria), no nos arrastren y nos tironeen impidiéndonos concentrarnos y crear. Hay que darle al espiritu el espacio adecuado, las condiciones necesarias para que pueda desarroliarse. Nuestro Sefior nos recordé: “Bienaventurados los corazones puros porque ellos verdn a Dios”. (mt 5, 8). Entre las virtudes morales, {a més importante es la humildad, “Sera preciso estar siempre abierto a ta verdad, venga de donde viniere, sobre todo la que nos llega a través de los grandes. No es perder la dignidad saberse como enanos sentados en las espaldas de un gigante. Bien ha dicho Pascal: “Quien sube sobre los hombros de otro ve més lejos, ain cuando sea mas pequefio”. El Cardenal Luciani, por su parte, escribe que “ser confidentes de grandes ideas vale mas que ser inventores mediocres”. Lo mismo se diga cuando la verdad nos ega por boca de una persona simple. “No mires de quién oyes las cosas - recomienda Santo ‘Tomas al estudiante que lo consultaba - mas lo que diga de bueno confialo a tu memoria”. Lo importante no es la persona, sea Aristételes, San Agustin, Bossuet, Pascal o el portero del departamento, sino la verdad. Cuanto més preciosa es una idea, tanto menos interesa saber de dénde viene. Sélo la verdad tiene derechos y los tiene doquiera se manifieste. Pero al mismo tiempo sera preciso odiar el error, venga de donde viniere. A este respecto escribe Ernest Hello: “Quienquiera que ama la verdad aborrece el error y este aborrecimiento del error es la piedra de toque mediante la cual se reconoce el amor a la verdad. Si no amas la verdad, podras decir que la amas e incluso hacerlo creer a los demas, pero puedes estar seguro de que, en ese caso, careceras de horror hacia lo que es falso, y por esta sefial se reconoceré que no amas la verdad”. La humildad nos llevard a no aferrarnos a nuestras propias ideas sobre todo cuando se apartan de la verdad. Somos herederos de una tradicién de verdad, de una verdad que no hemos inventado sino que hemos recibido para profundizarla cada vez mas. De ninguna manera deben ser conmovidas las firmes certezas sobre las cuales descansa todo el trabajo de la inteligencia”. (4) Servimos a un Dios que dijo: “Yo soy la Verdad” y, sino podemos anunciar lo mismo, es mejor que nos callemos y Lo escuchemos. La oracién. Todo estudio serio y verdadero debiera estar ligado a la trascendencia; y la inteligencia sdlo encontrar reposo y verdadera plenitud cuando se incline ante la Verdad. No se trata sélo de rezar antes de estudiar, sino de impregnar de Dios el contenido, de estar abierte 2 le particule de verdad que cada rama de ciencia encierra. No es lo mismo estudiar en Biologia que las langostas ponen huevos resistentes a la sequia (como la muestra del poder y de ta maravilla de la Creacién de Dios) que hacerlo como quien simplemente estudia las caracteristicas de un insecto. Detras de ese insecto debemos “ver” la maravilla y la perfeccién de Dios. De ahi que el espiritu de oracién debiera de impregnar el estudio y he ahf el fundamento de rezar antes de clase en los colegios catélicos, para hacernes abrir la mente a las maravilla de la Creacién y ver al Creador en todo to que aprendiéramos en la aula. En cuanto a los ingredientes de la estudiosidad, son los siguientes: La concentracién: De la misma manera que la lupa concentra tanto el calor de un haz de luz que llega hasta a prender fuego, la inteligencia y la voluntad deben concentrarse en el estudio para dar fruto y evitar dispersarse. La fectura: La lectura es el medio universal de aprender. Gracias a los libros nos llegan los conocimientos y el pensamiento de todas las generaciones anteriores. En la actualidad, los libros han sido desplazados casi en su totalidad por internet. Pero internet sirve para investigar, no para aprender. Para aprender se necesita un maestrowelante de uno que nos pueda explicar las inquietudes que surgen. Tampoco es bueno ni leer de todo, ni demasiado. Hay que leer lo bueno, eligiendo las iecturas, seleccionando los grandes maestros que siguieron la linea de la verdad, y profundizando en los conceptos para aprender. La lectura superficial (y mucho peor si son sélo revistas y novelas de actualidad cuyo Unico valor es que sea un best. seller) vulgariza el espiritu y la pasién por leer y la avidez intelectual nos juegan en contra, Tampoco hay que limitarse sélo a tos grandes maestros de la vida espiritual y los Clasicos. “Una obra magistral es una cuna, no una tumba” (5). La memoria: Si bien el “memorismo” no es recomendable, ta memoria es una potencia del ‘alma mediante la cual se retiene y se recuerda lo aprendido. Se la puede ayudar con la memoria escrita (para no sobrecargarla) pero lo mas importante, como quienes somos, de dénde venimos, adonde vamos, cual es el sentido de nuestra vida y lo que debemos hacer para ganarnos la vida eterna, deberé quedar grabado en nuestra memoria. En una época esto se grababa con el catecismo. Hoy ya no es asi y de ahi, en gran parte, la confusién en que vivimos. Entre los consejos que Santo Toméds dio a su discipulo estaba: “Esfuérzate por ubicar todo lo que puedas en el cofre de tu mente, como quien desea llenar un vaso” (6). Es fundamental recordar lo mas importante, los grandes lineamientos de los hechos que le dardn claridad a nuestras ideas. La profundizacion. El examinar un tema hasta su raiz para comprenderlo mejor es necesario para tener solidez en nuestro conocimiento. No obstante, tenemos que temer al exceso de especializacién por el riesgo de perder la visién de conjunto. De ahi la importancia de tener cierta formacién humanistica, literaria, histérica y filoséfica que nos da una apertura a lo universal. Esta bien estudiar una sola pieza del cuerpo humano para tograr conocerla mejor, mientras no nos olvidemos que forma parte de la persona en su totalidad. Todas las ramas de las ciencias deben apoyarse y relacionarse unas con otras en referencia a la Verdad suprema que es Dios. Es imposible saber y manejar bien la politica de un pais si no sabemos su historia, y la historia sin conocer su retigién, ni estudiar filosofia sin la teologia que la lumina, porque cuando la politica, la historia y la filosofia cortan sus raices se enloquecen, que es lo que vemos hoy en dia. Una dosis de accién, Et peligro de una ciencia sin una cuota de accién es que pierda el sentido de la realidad. El pensamiento debe apoyarse en los hechos como los pies se apoyan en el suelo. De ahi que la gente sencilla y simple del campo conserve una sabiduria y un sentido comin a veces superior al de los grandes intelectuales. Escribir. Si uno tiene condiciones, vale ta pena escribir para dejar escrito a otros los frutos de nuestros trabajos y conclusiones. Es muy importante publicar. Lo escrito, escrito esta y puede conservarse durante siglos, mientras que las palabras puede erosionarlas el tiempo. Los vicios contra la estudiosidad son la negligencia (por defecto), y la curiosidad (por exceso). La negligencia. La pereza (0 la ignorancia culpable en no aprender) dependera de nuestra responsabilidad en saber. Muchas veces podemos pasar horas frente a los libros sin que por ello aprendamos algo. El conocimiento no entra por ésmosis. Sino ponemos nuestra voluntad de aprender y nuestra atencién, todo puede servirnos para distraernos: el teléfono, el timbre, la mosca que Vuela o el sol que atraviesa la ventana. Para saber hace falta estudiar, aunque todo en la actualidad nos transmita que todos podemos hablar de cualquier tema. Hoy en dia la “docta incultura” permite que cualquiera se sienta habilitado para tratar de los temas superiores, més delicados y sublimes (como el celibato sacerdotal) sin ningin conocimiento previo, remitiéndose a su propia opinion o to que han dicho los tlamados “formadores de opinién” como los periodistas, los artistas, los deportistas 0 los politicos. Atonitos, escuchamos en la television a las artistas y modelos semi desnudas hablar de temas delicados y profundos como la soberania o la defensa de la Patria. Con dolor vemos cémo una novela escrita por un pseudo hereje de moda cualquiera, es devorada por millones por el solo atractivo de que difama y ataca a la Iglesia de Cristo. A su vez, los lectores de estas novelas creen que ya con et: solo hecho de haberla leido es suficiente para saber de historia, de Teologia y de los mismos Concilios. Una sola novela poniendo en discusién y tela de juicio los 20 siglos de historia. Documentada con sangre de la Iglesia los milagros... la vida de los santos... las érdenes retigiosas... ;Patéticol y... doloroso. Paradojicamente “para ensefiar la ignorancia pueden ser instrumentos adecuados los colegios y las universidades. La ignorancia se puede ensefiar”. (7) “Podria decirse que la educacion actualmente en los colegios y universidades tiene no poco de ello. Se estudia todo, menos lo necesario: el sentido mismo de la existencia “. (8) La curiosidad. La curiosidad es el vicio que nos lleva a indagar sobre lo que no debiera importarnos. Puede nacer del ansia de conocer, pero desordenado y desorbitado. No es malo buscar la verdad, pero no es bueno dedicarse a cuestiones secundarias que tapan y nos distraen de la esencia. Dedicar horas a estudiar cuantos soldados murieron en una batalla no es lo importante, sino conocemos por qué se peleaban. El dato puede ser verdadero, pero la clave es saber por qué se peleaba, cual era el motivo que habia generado la batalla. Este espiritu se ha metido aun en la Iglesia, donde pseudo tedlogos no hacen mas que estudiar para ver cémo combatir al Magisterio. Los tedlogos fieles sdlo se nutren de la Verdad, que es Dios y de lo que El nos ha revelado como verdadero. San Leén Magno dice al referirse a los pseudo tedlogos: “Son maestros del error porque no fueron discipulos de la verdad”. Necesitan convertirse, agrega, como se convirtié Roma, “que era maestra del error y se volvid discipula de la verdad”. Conocer la Verdad no implica cualquier verdad, sino la Verdad suprema, que es Dios. Por tiltimo, Santo Tomas aconsejé a su discipulo: “No investigues las cosas que te superan” que tan bien nos clarifica aquella anécdota de San Agustin cuando trataba de entender el misterio de la Santisima Trinidad y se encontré en ta playa con un nifio que llenaba su balde. San Agustin le pregunté que trataba de hacer. ¥ el nific le contest6: “Estoy tratando de volcar el agua del océano en mi balde”.- El Santo le contesté que eso era imposible. A lo cual el nifo respondié: - “Lo mismo es que tu quieras comprender con tu mente el misterio de la Santisima Trinidad” ,- Notas: (1)"Siete virtudes olvidadas”. Rev P. Alfredo Saenz. Editorial Gladius. Pég. 136 (2) “Siete virtudes olvidadas”. Rev. P. Alfredo Séenz. Editorial Gladius. Pag. 133 (3)*Siete virtudes olvidadas”. Rev. P. Alfredo Saenz. Editorial Gladius. Pag. 140 (4) “Siete virtudes olvidadas”. Rev. P. Alfredo Saenz. Editorial Gladius. Pag. 142 (5)"Siete virtudes olvidadas”. Rev. P. Alfredo Sdenz. Editorial Gladius. Pég. 146 (6)“Siete virtudes olvidadas”. Rev. P. Alfredo Saenz. Editorial Gladius. Pag. 146 (7)“Siete virtudes olvidadas”. Rev. P. Alfredo Saenz, Editorial Gladius. Pag. 156 (8)“Siete virtudes olvidadas”. Rev. P. Alfredo Saenz, Editorial Gladius. Pag. 162

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