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PERIODIZACION EN LA HISTORIA DEL PENSAMIENTO ECONOMICO Oreste Popescu* RESUMEN Para comprender el mundo de los acontecimientos histéricos, el investigador debe emprender todo un proceso de reelaboracién, bosquejando formas de vida especificas (series, tipos, sistemas, estilos, estructuras), que a su vez se constituyen en punto de partida para realizar cortes transversales en el curso histérico y determinar de este modo periodos mas o menos largos. Para quien desea realmente “iluminar la coscura trama de los fendmenos histaricos”, quien anhela “un conocimiento més pro: fundizado de las relaciones del devenir histérico”, la periodizacién se vuelve un instrumento analitico de primera magnitud. La luminosa advertencia de Henri Berr y Lucien Febre, de que “no hay problema metodolégico de mayor importancia dentro del campo de la historia que aquel de la periodizacion’, tiene, ain en nuestros dias plena actvalidad. En lo que sique nos proponemos contemplar mas de cerca la cuestién de la periodizacion en la historiografia del pensamiento econémico. PALABRAS CLAVE: periodizacién, historiografia. ABSTRACT In order to understand the world of historic events, the researcher must undertake a whole reclaboration projedt, sketching specific ways of life (systems, sfles, structures) which at the same time are the starling point to make cross sections in the historic progress cand determine more or les long periods. To make periods is an analytic instrument of first PERIODIZACION EN/ LA HISTORIA DEL PENSAWIENTO ECONOMIC Para comprender el mundo de los acontecimientos historicos, todo un proceso de reetaboracin, bosquejando formas de vida espec sistemas, estilos, estructuras) as que a Su vez se constituyen en punto de partida para realizar cortes transver- sales en el curso hist6rico y determinar de este modo perlodes mas o menos largos, o ms 0 menos inicos y homogéneos. Por supuesta que todo intente de periodizacién debe producir simulténea~ mente un género de desgarramiento en el flur unitario de los hechos hist6rions, los cuales se resislen a toda desintegracién en particulas. Pero ante la incapacidad de! espfritu humano de abrazar en una perspectva nica la totalidad espacio-tamporal de los hechos del hombre, no hay altematva’. Por para quien desea realmente “iluminar fa oscura tama de los fenémenos histércos’, quien anhela conocimianto ms profundizado de las retaciones del devenir histérico”, la periodizaciin se vuelve un instrumento analtico de primera magnitud, La luminosa advertencia de Henri Berry Lucian Febre, de que “no hay problema metodoligico de mayor importancia dentro del campo dela historia que aquel de la periodizacién, tiene, aun en nuestros das, plana actualidad El interés de la Teoria de la Historia por la problematica de la periodizacién es de reciente fecha, Es cierto que Leopold von Ranke planted el problema ya en 1854, en su conocido ensayo “Sobre las Epocas de la Nueva Historia”, pero los historiadores se concen- traron en el estudio del tema a partir del principio de nuestro siglo, a raiz de las polémicas surgidas en torno a ta legitimidad y necesidad del periodo medioeval, sobre el que se basa el esquema helenistico dels tres edades, muy dominant, y que vino a substi a pari de sialo, XVI el esquema helenistig f 0. POPESCU PERIODIZACION EN LA HISTORIA DEL PENSAMIENTO ECONMICO de ordenar el suceder de la historia en moldes novedosos’. Los avances logrados en la poblematica de la periodizaci6n en el campo de la historia general, deberdn ser acompafiados tarde o lemprano por similares progresos metodatégicos en el Ambito de las historias espe- ciales. S6lo de una fructitera complementacién de los enfoques glabales con los enfoques sectoriales es de esperar que surja una sistemética periodizacién satistactora. Un examen crftico de la situacion existente en cada sector cienttico especial se impone, pues, con pre- murat, En Jo qué sigue nos proponemos contemplar més de cerca la cuestion de la periodizacién en la historiogratia del pensamiento econémico® 2. PRIMEROS INTENTOS. Ou Pont de Nemours, el autor del primer ensayo sobre la historia det pensamiento econdémico “De l'origine et des progrés d'une science nouvelle”, publicado en 1768, pudo tranquilamente eludir la problemética de ta periodizacién. Para un buen fisiGcrata, era en efecto “evidente” que la historia de! pensamiento econémico debfa limitarse al inventario y la inter- pretacién de las ideas de los “economistas”, esto es de la misma familia de los fisidcratas. Pero la cuestin se planted, medio siglo més tarde, cuando al disponerse de mayor perspec- liva hislérica y més nutrida informacién bibliogréfica, los historiadores de la nueva ciencia se petcataron de la existencia de varios perfados histéricos. Es la etapa de los ensayos sisteméticos en la historia de la historiografa del pensamiento econdmico, que va desde los escritos de J. R. MacCulloch hasta el de Matteo de Agustin, MacCulloch tiene en la mente el esquema humanistico de las tres edacles de la historiogafa general, pero embearazado por el hecho de no poder descubrir rasgos de pensamiento econémico ni para la antigUedad ni para el medio, limita su investigacién a los pensadores de la era moderna dividiéndolos en tres etapas correspondientes a tres grandes corrientes econémicas dominantes sucesivamente, de Thomas Mun (‘sistema mercantil’), de Frangois Quesnay (‘secla de los economistas o los fisiécratas") y de Adam Smith ("verdadero fundador de la teorla modema de fa economia politica"). (7) Estoy pensando sobre todo en los escrtos de OSWALD SPENGLER, Der Untergang des Abendlandes, Munich, 1910-1922, AANOLD J. TOYNBEE, A Study of Mistry, Oxford, 1934 se; ALFRED WEBER, Kulturgeschichte als Kultursozologia, Munich, 1849, 4a. ed. 1963, (8) Entre los escrtos que encaran el problema de a periodizacién en distntas historias especiales podemos mencionar 4 titulo de ejemplo: RIGH PH, MEYER, “Prnziien der wissenschtichen Periodenbildun mit besonderer Aucsieht aut i Literaturgeschicite", en Eupharion, 8, 1901; FRITZ FRIEDRICH, “Versuch aber die Peioden der deengoschichte der Neuzeit und thr VehAltiss zur Gegenwart, en Historische Zeitsehrit, 122, 1920; y KARL HEUSS|, Altertum, Mitlelater, Neuzeit in der Kirchengeschichte. Ein Beitrag zum Problem der historchen Periosisierung, Tébingen 1921 (9) Por consiquiente, queda excluda también la consideracién dol campo de la Historia de los Hechos Ecandmicos. Una primera orientacion sabre este tema lo ofrece HERBERT HEATON, “Cristera of pariodization in economic history" fen Jouinal of economic history, New York, 1, 1956. (10) Para las distintas etapas recorridas por la historogratia del pensamiento econémico consitese: ORESTE POPESCU, On the histoirography of economic thought: A bibliographical survey. Ed, de la Baconnire, Neuchatel, Switzerland, 1964, pp. 18 ss. (11) JOHN RAMSAY MACCULLOGH, A discourse on the rise, progress, peculiar objects and importance of Political Economy, Edinburgh, 1824; 3a, ed. en su trabajo Principles of Potical Economy, 1825; 4a. ed, rev. como pretacio de Wealth of Nations, 1828, de Adam Smith ‘CUADERNOS DE CC.EE. y EE, NY 38, 2000, op. 87-113 9 PERIODIZAGION EN LA HISTORIA DEL PENSAMIENTO ECONOMIGO 0. poPEscu También Juan Bautista Say tiene en la mente el esquema de las tres edades, pero la utiliza s6lo para la antigedad, en la que, por distincién de MacCulloch, encuentra algunas huellas fragmentarias y aisladas pero dignas de mencién en las obras de Plat6n, Jenofonte y Arisidteles, y, por consiguiente, interesante de reunir como ideas integrando ta ‘primera época” del pensamiento econémico, Para las siguientes cinco épocas pertenecientes a la era moderna, emplea, como MacCulloch, criterios de distincién tomados del mismo mundo del pensamiento econémico, distinguiendo una “segunda época", correspondiente al “sistema mercantil”; una “tercera época’, correspondiente al sistema de los “economistas”; una “cuarta época’, correspondiendo al sistema te6rico de David Hume y Adam Smith; una “quinta época, a sus continuadores desde Malthus y Ricardo hasta Stroch, Gioja, Senior, Mill, Tranoy y Droz: y una “sexta época’, sdlo esbozada pero no publicada, sobre los reformadores sociales con- temporineos encabezados por Saint-Simon y sus discfpulos™ El esquema de la periodizacidn de Juan Bautista Say ha tenido una profunda influencia sobre los pensadores posteriores franceses y, a través de éstos, sobre el conjunto de la historiograffa del pensamiento econémico. Aunque no siempre se han mantenido sus lineas de detalle y aunque casi nunca se han hecho comentarios criticos directas sobre el mismo, lo cierto es que el esquema de Say con sus ventajas y desventajas, se ha transmitido en sus grandes lineas hasta nuestros dias. El punto de partida lo constituye Jérome-Adolphe Blanqui, quien debid a Juan Bautista Say no sélo la vocacién para la ciencia econémica sino también ‘su catedra de historia y economia politica en la Escuela Especial de Comercio de Paris, y a quien nosotros también debemos el primer tratado sistemético de historia de las doctrinas econdmicas"®, Aunque se aparta de la \inea de Say al intentar premaluramente ligar el desa- Trotlo de las ideas econdmicas al curso de los hechos econdmicos, Blanqui sigue no obstante las huellas de Say ampliando y diversificandolos hasta perderse en un verdadero laberinto cuando abarcé la problemética de ta periodizacién. En efecto, de los 46 capitulas en que se divide su obra, 10 capitulos estan dedicados al periodo de la antigiiedad greco-romana, tras lo cual dedica otros 10 capftulos para llenar el vacio de la edad media, que su antecesor consider6 sin valor. Prosiguié después, como Say, con el estudio det sisterna mercantilisia a cuya exposicién reserva 11, para concentrarse finalmente en los restantes 14 capitulos expositivos al desarrollo del pensamiento econémico del tltimo siglo: la escuela fisiocratica, con dos capitulos; la escuela de Adam Smith y sus discipulos inmediatos, con 7 capftulos: la doctrina de tos “economistas sociales franceses” (Sismondi, Dunoyer, Villenueve-Bargemont y Ch. Comte), los “economistas eclécticos"(Storch, Ganilh, Florez Estrada), los “economistas saint-simonianos”, y, por ultimo, los “economistas utépicos” (Fourier, Owen), a cada uno de los cuales dedica un capitulo por separado, Como vemos, en grandes Iineas la diferencia con Say es solamente de escala. Mientras Say se limit6 a una exposiciOn de 30 paginas, Blanqui amplla fa Optica legando a una exposicién de 800 paginas, distribuidos entre 46 capitulos y (12) JEAN-BAPTISTE SAY, *histoire abrégée des progrés de Economie Politique”, en su Cours complet deconomie politique pratique, Vol. Vi, Paris 1828-1823, (13) JEROME-ADOLPHE BLANQUI, Histoire do FEconamie Poltique en Europe depuis les anciens jusqu’d nos jours, Patis,2 vols. 1837-1838, 5a, od, 1882, a CCUADERNOS DE CCE. y EE, N38, 2000, pn. 67-113, POPE: ERIODIZAGION EN LA HIST ENSABFIENTO ECONOMIC que por sf mi abra. Des- ampliarse la obra ineremer r blancos de la critica. Cor a el valor intrinsecc igacién, erudito obra que atin hoy ho de hab doctrinas econémi iferentem e tralaba de corrientes de idk cfan época en la historia, 0 de simples matices o variedades de las anteric ion apenas merecen el nombre de doctrinas parece en este sentide lvi6 a reducir las grandes $ del pensamiento iodos, correspondien EN LA HISTOR DEL PENSAMIENTD ECONGN entre el sistema de Quesnay y el de Adam Smith, pero le falta el coraje necesaslo, a pasar de que eslé pisando tierra firme. El mérito de haber dicho tal vez la palabra decisiva en este asunlo pertenece a Henri Baudrillart, cuyo ensayo sobre los problemas metodolégicos de la historia del pensamiento econdmico, publicado en 1867, cayé igualmente en el olvida”. Es ciarto que también Baucrillart aoude al esquema de periodizacién dominante, de la antigliedad-edad media-edad moderna come puntos de relerencia en la historia de nuestra ciencia, acepténdoto con el mismo some- Timiento irreflexivo con que a su iempo Platén y Aristoteles aceptaban a institucidén de la esclavitud como algo impuesto por la ley natural. Pero por encima de estos moldes frios, nuiestro autor comienza a percatarse de que el curso del pensamiento econémico ha seguido palrones peculiares. Por supuesto esté lejos de levantar la voz contra al esquema humanistico de las tres edades. Lo que le interesa a Baucrillart es més bien armonizar y encuadrar las grandes etapas recortidas por fa ciencia econémica con y dentro del esquema dominante en fa historia general. Ast, si bien desarrolla como etapas distintas el curso del pensamiento en la antigliedad y la edad media, no deja de caracterizar, casi con las mismas palabras, las contribuciones de un Platén, Jenofonte, Aristoteles en la antigledad y las de Philippe de Comines, Oresme y Thomas Mocenigo, en la edad media. Se trata en efecto, observa el autor. de simples contribuciones fragmentarias, discursos ocasionales o fragmentos de discursos, que si bien comprueban un determinado nivel de reflexidn crftica, no dejan de ser simples luces de bengala en la prolongada obscuridad el pasado. Baucrillat vaca en considerar todo el pasado de la antigledad y la edad media como una gran Unidad en la trayectoria de! pensamiento econémico, pero en cambio actia con mano segura cuando prooede a segrnentar e! curso del pen samiento eoondmico de a edad moderna en dos unidades de tierppo orgénicas, cada una de las cuales PERIDOIZAGION EN LA HISTORIA DEL PENSAMIENTO la viqueza surgda de a cooperacién de la naturale y del tome; por un andlsis de las condiciones que fecundan el trabajo y de fa naturleza de ls capitales; por hondos estucios sabre el papel exacto de las especies metéicas y del papel moneda: en una palabra, por una compleja multitud de obser- vaciones seguras, a pesar de las hipdlesis y de los errores justamente reprochados ..; he aqui la ciencia. He aqui la ciencia con asgos etemos que el espirity humana le reconoce; campo distinto, imétodo, prncipios general Pero tanto la contribucién de Daire como la de Baudrillart pasaron desapercibidas. El grueso de los autores que comenzaron a explorar la hisloriogralia del pensamiento econ6- mico siguieron la ruta abierla por Blanqui, en la cual los criterios de periodizacién es PERIODIZACION EN LA HISTORIA DEL PENSAMIENTO ECONOMICO 0. POPESCU Como convencido partidario de la escuela histérica, John Kells Ingram, en su obra “His- toria de Economia Politica’ opta por el esquema humanistico de las tres edades empleado en {a historiograffa pura. La distribucién del material entre el perfodo antiguo y el medioeval no !e produce mayores dificultades, aunque observa de paso que las doctrinas de ambos perlodos tienen en comin una estructura rudimentaria sino que ademas estén intimamente emparentadas. La dificultad surge cuando plantea la cuestiGn de limites entre la edad media y la edad modema. En el deseo de incorporar el sistema mercantilista en la edad moderna, Ingram se ve obligado a empujar el limite de esta edad hacia atrds en detrimento de la edad media. La fijacién del limite hacia el tinal del siglo XIlI, aunque esté respaldado por la auto- ridad de Comte que Ingram invoca, est4 sin duda en posicién antagdnica con la tendencia dominante en la historiograffa pura, en la que el limite estaba moviéndose entre 1450 (inven- ci6n de la imprenta), 1453 (cafda de Constantinopla y fin de la Guerta de los Cien Afos), 1492 {descubrimiento de América), 1517 (Reforma) e incluso 1750 (llustracién)®, Como vemos, la ampliacién del esquema tripartita de la historiografia pura no da resullados muy felices en la historiograffa de la ciencia econémica, como por lo demés no lo da tampoco en la historiografia general. Recuérdese, a tal efecto, la proposicién de Gustav Schnijrer de sustituir el esquema tripartido por un esquema bipartito, que elimina la edad media como periodo general en la historia, y retiene solamente los periodos de la antigtiedad y la edad moderna®. Si Ingram hubiese conocido este trabajo de su coeténeo, probablemente su enfoque metodolégico hu- biera tenido menores dificultades a vencer: la docirina de Arisiételes se hubiera podido fundir con la doctrina de Santo Toms en un solo perfodo, la antigiledad, hacienda pareja con la integracién del mercantitismo y del smithianismo en el otro perfodo, la edad modema. Con todo, el esfuerzo de Ingram es muy meritorio, Mas atin, debemos agregar 2 su saldo favorable también la firme decisién de eliminar como obsoleta la vieja clasificacién que se remonta, como vimos, a Adam Smith, presentando la historia del pensamiento econdmico como si constara de la sucesiva aparicién y reinado de tres perfodos correspondientes a las doctrinas mercantilistas, fisiocrdtica y smithiana. Si bien reconoce la independencia de la fisiocracia como escuela, su parentesco con el smithianismo es demasiado poderoso como para merecer ‘que se reconozea para cada una por separado la existencia de periodos independiente. Invo- cando con razén que el mismo Adam Smith habia sentido que era mucho més profundo aquello en que concordaban ambas escuelas que aquello en que se diferenciaban, Ingram siente la tesis de que para los tiempos modernos y hasta la tercera década del siglo XIX la historia del pensamiento econdmico es de hecho estrictamente bipartita: en el primer periodo eina el sistema mercantilista, mientras en el segundo alcanza el predominio de fo que él llama el “sistema de libertad natural” forjado conjuntamente por Quesnay y Adam Smith y sus respectivos disefpulos. Muy digno de mencién es también el intento de Ingram de reducir a un denominador comtin la multitud de escuelas y corrientes que brotaron a partir de la tercera década dei siglo XIX, las que reune bajo el rétulo de “escuela hist6rica” o “escuela realista” (28) JOHN KELLS INGRAM, & history of poltical economy, Edimburgo y Londres, 1888, 3a, ed. aumentada por un capitulo suplementario de W. A. Scotty una introduccién do R.T. Ely, Londras.y Nuova York, 1915 (28) Véase la biblionratia mencionada en las natas 4 y $ de mas aniba (30) GUSTAV SCHNURER, Uber Periodsierung der Wellgeschicite, Unversitats-schritten reburg in der schweiz, 1900. 4 CCUADERNOS DE CCLEE. y FE, N38, 2000, p. 67-113 Peni AGION EN LA HISTORIA DEL PENSAMIENTO ECONO 0. PaPescu econdmicos y las ideas econémicas, fos fundadores del marxismo-leninismo han alcanzado olla mela en la ciencia: "Gracias a sus trabajos, la historia de la economia politica adquirié conerecién cientfica"™. Su fecha de nacimiento se remonta a 1861-1863, con la elaboracién de la obra *Teorias de la Plusvalia’, cuando “por primera vez en la historia de la cienci econémica, Marx descubrié el candicionamiento objetivo de las teorlas econdmicas, demos trando el nexo de cada teoria con una etapa determinada del desarrollo de fa sociedad, con la situacién de una u otra clase, con la lucha de clases". Aungue se han hecho algunos intentos de periodizacién de la historia tras el esquema de Marx, también en el mundo occi- dental, como por ejemplo los de Eric RolF® y Manuel Agustin Aguirre, en general so economislas sovcticos los que mas lo siguen. Los enfoques de ambas ramas son sin embargo diferentes. Si. bien fas dos ramas aceptan con Engels, que las ideas de fos pensadores griegos “forman hist6ricamente los puntos teéricos de partida de la ciencia moderna’, y ven en Aristételes el punto culminante en el desarrollo de las ideas econémicas de los antiguo aceptando incluso que su influencia directa se ha extendido tanto sobre los escritores de la antigledad romana como de los flésotos cristianos medioevales a rama sovigtica sigue no obstante haciendo un severo corte entre las doctrinas econdmicas de! periodo “esclavista’ y el feudal’. Aun mayor es la discrepancia entre los dos ban pecto a la ubicacion de la doctrina mercantilsta. Mientras Roll y Aguirre fa ubican dentro del periodo correspondiente a la Sociedad Capitalista, Karataev, Ryndina, Stepanov y los demas la ubican dentro de la Sociedad Feudal, invocando que de lo contraria significaria dividir la historia econémica en la €poca del capital mercantily la del capital industrial pero que “semejante divisién contradic la interpretacién marxista-leninista de las formaciones econémicas sociales". Pero el punto culminante de la discrepancia radica en la distinta modalidad de enfocar la periodizacién a partir del momento de aparicién de fas doctrinas econémicas burguesas correspondientes al sistema capitalista industrial, Roll distingue en grandes lineas cuatro periodos: los clésicos con A. Smith, Ricardo, Malthus, ec., el sistema de Marx y sus discrpulos, el sistema moderno del equilibrio y el andlisis marginalista, y el periodo contempordneo correspondiente al sis- tera keynesiano, Para los autores soviéticos empero no hay para este mismo lapso de tiempo sino dos elapas, vistas y designadas todavia por Marx como la etapa de la economia pi clasica” y la etapa de la economia politica "vulgar". Los clésicos son todos los autores, desde Pelly a Smith y Ricardo “que investigan fa conoalenacidn interna del régimen burgués de produccién” (Marx), hecho que puede ser realizado slo mediante el instrumental analitico de la teorfa del valor-trabajo; mientras tos economistas “vulgares", por el contrario, son los autores que han abandonado la teora de! valor-trabajo, y como tal, “no saben més que hurgar 0. POPESCU PERIODIZACION EN (A HISTORIA DEL PENSAMIENTO ECONOMICO neoclésicns y los keynesianos, y sus respectivos historiadares. “Los economistas historiado- res tratan, por todos los medios, de no reconocer la teoria del valor-trabajo en la economia poltica clésica; y esto lo hacen para no verse obligados a admitir la relacién entre la doctrina de Mark y la de los clésicos burgueses™®. Refiriéndose directamente ala periodizacién de Roll, los soviticos sostienen que esta divisién, por consiguiente, “suscita las objecciones mas enérgicas” aunque dentro de la del hisloricismo marxista-eninista es comprensible ta equi- vocacién de! Roll®, quien sigue siendo, como todos los demés “un economista burgués" El esquema de la periodizacién de Marx vence o se derrumba con los supuestos metodolégicos subyacentes a su sistema: la dialéctica hegeliana, la interpretacién pesimista de la historia y la concepcién tecnolégica inmanente, que por pertenecer todas al campo de la metaffsica escapan a un anélisis critica positivo, por un lado; y el materialismo econémico, la concepcién det valor-trabajo y la ley natural de la armonia universal, por el otro lado. Aunque {a idea del materiatismo econémico la encontramos expuesta con anterioridad, por autores como James Madison 0 Giuseppe Pecchio, es muy probable que el apego de Marx a esta tesis se deba mas bien a la impresién que le haya producido la revolucién tecnolégica ‘que estaba presenciando. El concepto del valor-trabajo como la ley de la armonfa universal las fecoge de los clasicos. El andlisis critico de estas tesis ha movilizado mucho estuerzo, pero el resultado es netamente desfavorable a la tesis de Marx. Es por esta raz6n que muchos de los discipulos contempordneos neomarxistas han tratado de suavizar la rigidez de las tesis de ‘su maestro. Con todo, tanto el materialismo econémico, como el concepto del valor-trabajo y la ley natural de fa armonia pre-establecida cldsica, han sido rechazadas desde hace ya tiempo del seno de las ciencias sociales". Por supuesto que nada se dice con esto contra su empleo como ideas de trabajo. Pero a utilidad de las ideas de trabajo se mide por sus frutos, en nuestro caso por la eficiencia de! esquema de periodizacién marxista, En este aspecto, hay que observar que el esquema marxista no es sino una reiteracién del esquema humanistico de las tres edades, puesto que las edades agregadas por Marx se refieren al futuro, y como tal pertenecen a la filosoffa y no a la teorla de la historia. Es muy ilustrativo el hecho de que ambos esquemas se enfrentan con fa misma dificultad cuando tratan de establecer el limite entre el periodo medioeval (feudalismo) y el modemo (capitalismo), y de ubicar en forma Satisfactoria al sistema mercantilista. Con todo no desaparece la profunda diferencia que hay entre los dos esquemas, nada favorable al esquema marxista. En el esquema de Ingram, por ejemplo, los perfodos aparecen como unidades tomporales on las que se reunen en conjuntos orgdnicos la totalidad de las interrelaciones culturales, mientras en el esquema de Marx se ponen de manifiesto sélo las doctrinas que han surgido, bajo la actuacién de una sola fuerza hist6rica, la lucha de clases. Finalmente la distincién entre el perfodo de la economia cldsica, que de acuerdo con 1a dptica de los autores marxistas ortodoxos (soviéticos) culmina con Marx, y el perfado de la economia ‘vulgar’ que conforme a la misma éptica es un perfodo (39) N.K. KARATAEV, DAW. RYNDINA, STEPANOY y otras (Ei) op. cl. p.187 (40] NK. KARATAEV, BEN. RYNDINA, STEPANOY y otras (Ed) op. cit 1 p.13, 212 y 515. (41) Para una etica compotente véanse PITIRIM A. SOROKIN, Contemporary sociological theories, New York, 1928; EDUARD HEINIANN, Comunisma, Marxismo o democracia, New York y Londres, 1942, 3a, ed. 1950:y ANDRE PIETTRE, Mare y Mansismo, Paris, 1957. CCURDERNOS DE CEE. y EE, N38, 2000, pp. 87-113, 9 PERIODZAGION EN LA HISTORIA DEL PENSAMIENTO ECONOWICO retrégrado, que toca el fondo con las contribuciones de Walras, Marshall y Keynes, no es sino otro brillante testimonio de las deformaciones que se pueden producir en el campo de ta periodizacién si se parte de criterios imbuidos de juicios vatorativos”. En el pats de Augusto Come el influjo de la corriente histérica en la historiogratia del pensamiento econémico se resintié recién en el siglo presente. De las miltiples obras que han contriouido a dilucidar la problemdtica de la periodizacién, aman la atencién en prime término, las de Jean Chevalier® y de André Pieltre". La Optica de Chevalier es a primera vista muy parecida a la de Marx. En efecto, como Manx también Chevalier establece un paralalismo entre la marcha de fos hechos econémicos y la de las ideas econémicas, retor necho de que también formula algo asi como una ley dialéctica de fa evolucién econdmica idea de s jo como determinista no le crea problemas, puesto que si bien los individuos gozan del libre albedro, en la sociedad como un tado no deja de establecerse de acuerdo al principio de dAlembert, un determinado equilibrio. “La fuerza que cada uno puede 0 quiere aplicar, donde quiere, cuando quiere, a quien quiere, es equilibrada por las reacciones que ella determina y el universo queda sometido a sus propias leyes"®, Pero, con todo, hay entre los dos autores subslanciales diferencias, Chevalier sabe que los veinte siglo de historia no son suficientes para elecluar generalizaciones', por esto antes que delerminar leyes, su preacupacién inmediata es de orden metodologica. A la perspectiva lineal de Marx éste contrapone una perspectiva ciclica, y al enfoque mas bien milenario de aquel, Chevalier contrapone el enfoque secular. Pero fo novedoso de Chevalier radica en el empleo del método de las. generaciones coma instrumento de periodizacién®’, método que lo lleva de que tanto ela historia de los hechos como en la de las ideas hay una permanente alternativa entre los temas liberales y los sistemas dirigistas, que se extienden en ond desembocan en grandes contlagraciones mundiales®, La explicacién deb eterno y constante ratorno de los dos sistemas hay que buscarla en la naturaleza de la memoria colective:. "De mémoire d'homme *, dicese comGnmente en francés: el alcance de la memoria del hombre es més o menos dg so os de anoriangia narcanal aus los visions los 0, POPESCU PERIODIZAGION EN LA HISTORIA DEL PENSAMIENTO ECONDMICO evolucién debido a la solidez de su fundamento..."*. Después de 300 afios el ciclo es completo. Todas las combinaciones posibles entre los dos sistemas han sido probadas de suerte dife- rente y finalmente abandonadas. Se reinician las cosas del mismo punto de partida y se actiia en la misma obra; con actores y trajes nuevos sobre un decorado diferente, claro esta; mas no debemos dejarnos engaflar, el drama es el mismo. El publico también. Aun no ha enve- jecido". Se diré que este esquema desemboca en puro materialismo econdmico, agravado, por lo demas, por la reduccién del acontecer de la vida y de las ideas econémicas a dos formas exiremas. Como primera aproximacién metodoldgica este proceder es ineludible; pero, obser- va Chevalier, la investigacién habra de ser llevada mucho mas a fondo, y en este caso todas estas objecciones serdn superadas: “Cualquiera persona eslé consciente de que es tener prisa de designar una época liberal o autoritaria, sin tener cuenta de todas las etapas intermediarias por las cuales se pudo pasar’. Es un poco como si no se viera en el afio mas qua dos estaciones bien distintas; el invierno y el verano, 0 la estacién de las lluvias o de las sequias, Una definicién tan somera podria bastar tanto cuanto se tratarfa sélo de subrayar el contraste entre las dos actitudes para registrar las alternativas y despejar la ley de la periodizacién. Pero si se quiere penetrar con mds detalles en el estudio de fendémenos sociales, es imprescindible profundizar el andlisis y examinar los hechos con més cuidado. Entonces nos damos cuenta de que si la corriente que lleva a los pueblos hacia su destino evoca la sinusaide de la corriente alternativa con sus periodos de ciento cincuenta afios, se debe pensar en una corriente polifacética. La fase econémica que sobre todo llama nuestra atencidn no es jg Unica que cuenta en la evoluci6n social. Las obras contribuyen igualmente en caracterize soca; la fase filosdfica que a veces somete los espiritus a la disciptina de fa religién y &¥eces tos deja tomar las varias direcciones del libre pensamiento; la fase cientifica.que a veces les orienta hacia el espiritualismo y a veces hacia el materialismo; por fin, la fase polltica que a ‘veces convierte los ciudadanos en servidores del Estado y a veces el Estado al servicio comin de los ciudadanos. Unos y otros nunca coinciden exactamente (y aqui debemos advertir que las creencias y la ciencia son los dos polos entre los cuales brota el pensamiento: cuando las ideas estan bajo la impronta del espiritualismo, la ciencia estudia la materia; cuando las ideas estan influidas por el materialismo, la ciencia se espiritualiza y empieza a estudiar las fuerzas inmateriales). Los desniveles que surgen entre las fases intreducen variables que modifican los caracteres fundamentales de la época™. También el enfoque de Piettre es a la primera vista muy parecido a tos de Marx y Chevalier, en cuando establece una marcha paralela de los dos perfodos de la historia de los hechos econdmicos con los de la historia de las ideas. Pero las diferencias substanciales no dejan de ponerse pronto de manifiesto. Las ideas de Marx, y de Chevalier tienen fuerza de ley de evolucidn, las de Piettre son simples hipdtesis de trabajo, y alin estan limitadas al fluir de las civilizaciones mediterréneas: Roma, Grecia y el Occidente", En contraste con Marx, cuya perspectiva es lineal, y de Chevalier, cuya perspectiva es cfclica, Piettre trabaja con la com- (49) JEAN CHEVALIER, op. cit p. 51 y's (30) JEAN CHEVALIER, op. cit. p. 56; ver igualmente p. 188. (51) ANDRE PIETTRE, Les tiois ages'de Economie, Pars, 1955, p. 11 y ss (CUADERNOS DE CC.E. y FE, N98, 2000, pp. 87-113 9 IGN EN LA HISTORIA DEL PEN: binacin a fabora una tr ucién en ¢ atx que € la periodizacién tucha de cl de las generaciones, Piette toma su punto de partida de la dindmic lizaciones. cada civilizacién: economia subord nomi indepen: ponden en principio tres etapas del pensamiento subordinadas o bajo tutela de la m ctrinas econdmic a ha sido y sera para Piettre la economia puede st a de “economocracia”. Pero atin erencia del determinismo « como s aron- que la la u turno determin encias {| economocracia a por el contrario, a travé mentalidades"™. Por ol €s preciso como un todo puede influir la serie de los hec a afitmar que la economia no siempre determine ta civlizacién; qh aiin el espiritu y la ed de afirmar que la relacidn es reciproca y que responde una intl no mene 0, POPESCU PERIODIZAGIGN EN LA HISTORIA DEL PENSAMIENTO ECONOMICO y persiste también durante la primera etapa de la civilizacién occidental hasta el Siglo XVII “asi, durante un largo perfodo que abarca desde la Antigtiedad hasta el Antiguo Régimen de Francia, el pensamiento econdmico permanece como pensamiento de una economia en tutela de una economia de servicio”. Pero esta conclusién se vuelve contra la tesis central de! esquema de Piettre, y comprueba que el desarrollo de las ideas econémicas no encaja dentro de la sistemética general de las distintas elapas de la civilizacién. Més atin, como vimos, Piettre se ve obligado a apretar en el mismo molde dos modos tan diferentes del pensamiento econdémico coma lo fueron el que toma como foco de irradiacién a Aristételes y Santo Tomas, y el que irradia alrededor de Bodin, Serra y Mun. La fuente de estas dificultades radica precisamente en que Piettre como todos los autores influidos por la escuela histérica se han guiado en sus intentos de periodizacién més bien tras los esquemas generales del desarrollo de la vida histérica. Por supuesto es muy acertado tener a la vista el conjunto de la trama histérica, el “intellectual scenery” de ‘Schumpeter. Pero si el clima intelectual de la historia nos permite comprender mejor algunos acontecimientos especiales, no debe ser interpretada que ha sido también el origen o la autora de estos acontecimientos especiales, y como tal no debe ser utilizada como guia para la periodizacién del cualquier acontecimiento hist6rico, inclusive de las ideas econémicas. Es menester compenetrarse de que los criterios para efectuar los cortes en el fluir histérico deben ser elegidos no teniendo en la vista modelos foréneos sino que estos deben surgir del seno mismo de la fenomenologia respectiva. Ya Benedetto Croce habia llamado la atencién sobre la tendencia de muchos historiadores de partir de una “época" y luego encajar, muliléndolas, las historias verdaderas de las disciplinas especiales, como si estas fuesen empleadas de la época®*. Estos olvidan, como hizo observar también Bauer, que las “épocas" no son sino tipos histéricos que, como tal, proceden de la abstraccién; y no son més que simples hipdtesis de trabajo, que solamente tienen valor hasta el momento en que la investigacién particular y la ampliacién de nuestros conocimientos especiales, diferencien més exactamente las propieda- des histéricas y, en consecuencia se puedan formar nuevas tipos mejor adaptados a la vista individual®. Las “épocas” de la historia general o de la historia econémica pueden servir ‘come punto de referencia en la periodizacién del devenir de las ideas econémicas, pero hay que tener cuidado que estos puntos de referencia no se transformen en dogmas, en esquemas rigidos que comprimen y deformen el propio ser. Por esto es mejor que el investigador prudente no se deje atraer por las periodizaciones efectuadas en otras disciplinas. La periodizaciGn, observa muy acertadamente también Kirn, debe salir de la materia en que trabajamos. En una historia econémica no puede emplearse como limite de época el concilio de Nicea, ni en una historia de la Iglesia la invencién de ta pélvora®. (87) ANDRE PIETTRE, op. ct. p. 3. (68) BENEDETTO CROCE, op. cit. parte quinta, cap. Vit (69) WILHELM BAUER, op. cit. p. 142. (60) PAUL KIRN, Einfihrung indie Geschichtswissenschat, Belin, 1947, versién espafola México, 1961, p. 108. CCUADERNDS DE CCE. y EE, N° 38, 2000 np. 67-113 101 PERIODIZACION EN LA HISTORIA DEL PENSAMIENTO ECONOMACO 0. POPESCU 4, PERIODIZACION TRAS CRITERIOS DERIVADOS DE LA MISMA ESTRUCTURA CON- CEPTUAL DE LA CIENCIA ECONOMICA. Por suerte, en la historia crtica de la historiagratfa del pensamiento econémico hay suficientes testimonios de que semejantes reflexiones rio eran del todo extrafias. Efectivamen- le, al lado de los autores que optaron por construir su esquema de periodizacion tras las épocas abstraldas de otras disciplinas 0 incluso de la historia universal, surgieron simulténea- mente otros que intentaron elaborar esquemas de periodizacién acudiendo a criterios intima- mente relacionados con la marcha de la doctrinas econdmicas. Un intento muy atractivo lo debemos a Luigi Cossa, quien en su famosa “Guida® divide el curso del pensamiento econdmico en cuatro perfodos: fragmentaria, monogréfico-sistemético, sistemético-cientifico y cientifico-critico. En efecto, observa Cossa, justificando su esquema: 1°) e! periodo que llamaremos fragmentario, el cual comprende la antigtledad, la edad media, y sean algunos escritores, se extiende hasta el fin del siglo XVII; 2°) El perfodo que llamaremos de los sistemas empfricos y de las monografias, que va del siglo XVI a la mitad del siglo XVIII; 3°) el perfado de los sistemas cienticos (Quesnay y Smith), ol cual, si bien tiene precursores en el siglo XVII, se desarrallé y perfeccioné durante la segunda mitad el siglo XVII y en las primeras décadas del siglo XIX; 4°) el perlodo critico contempordneo en el cual, a rafz de las controversias entre las diversas escuelas, y de las exploraciones de las mismas bases de la ciencia, surgieron una multitud de oportunidades y esfuerzos para remover las equivocaciones, perfeccionar los métodos, compilar datos més abundanles y mejor elaborados sobre la base de la observacién, garantizan ‘que las conclusiones cientficas sean més completas y exactas, y formuladas con mayor cautela las reglas del arte econdmico™. No hay duda que el esquema de Cossa, pese al hecho de que el autor mismo no lo siguié muy fielmente, deja un sentimiento de satisfaccién en la mente del lector. Cossa ha sabido efectuar mejor que ninguno de sus antecesores los més adecuados cortes en el devenir de las doctrinas econémicas, pero dasafortunadamente no ha podido com- probar la certeza de sus secuencias. Y esto se ve de inmediato al examinar mas de cerca su esquema. Lo primero que salta a la vista es que los criterios que le sirven de base en los primeros dos perfodos no son los mismos en la determinacién de los tltimos: fragmentos-monograflas contra sistemas empfricos-sistemas cientificos. Es obvio que las rellexiones, tanto empiricas como cientificas, pueden tomar formas de fragmentos, monograflas o tratados. Los aspectos formales estén ubicados en un plan distinto de los aspectos sustanciales de las ideas econémicas. Y no Se precisa agregar, que son precisamente los aspectos sustanciales los que deben ser tomados en consideracién en la historia de la ciencia, Un segundo intento mucho més satisfactorio lo debemos a René Gonnard®. La semilla del nuevo esquema ya habia sido sembrada por Wilhelm Roscher, quien en su "Historia de la (61) LUIGI COSSA, Guida alo studio del'eonomia politica, Min, 1876, tercera edicién publicada bajo el tule: Introduzione aifo studio del'economia police, Miki, 1890. (62) LUIGI COSSA, op. cit. ed. 1892, p. 143-144 (63) Alm en nuostros das algunos erticns de primera mano, como W. Sombart, valoraban el esquerna de Cossa como ‘uno de log més exitasos. Ver WERNER SOMBART, Dio drei Nationalékinomien, Mlinchen y Leipzig, 1930, p. 11 (64) RENE GONNARD, Histoire des doctrines économiques, 3 vols. Paris, 1921-1923; nueva adicién en un valumen, Paris, 1990, Ta, odicidn, Paris, 1947. 102 (CURDERNOS DE CC.EE.y EE, NF 34, 2000, pp. 87-113, 0. PaPEScU PERIODIZAGION EN LA HISTORIA DEL PENSAMIENTO ECONOMICO Ciencia Econémica en Alemania"®, al tomar en consideracién las bases idealdgicas de las distintas escuelas, sugiere una periodizacién en funcién de éstas: 1°) Librecambistas, 2°) Socialistas, 3°) Reaccionarias, 4°) Realistas o doctrinas histéricas. Pero el impulso decisivo hacia la nueva Optica se debe a un banal decreto del gobierno francés del 30 de abril de 1895, ‘mediante el cual se instituye el estudio del pensamiento econémico como materia doctoral, estableciéndose por el mismo decreto su nombre: “Histoire des doctrines économiques” Nuestra disciplina tiene desde ahora en adelante su estatuto legal, tiene un nombre y lo Unico ‘que le falta es un contenido digno de su nombre. Las labores preparatorias se deben a las obras de Charles Gide y Charles Rist® y de Othmar Spann®, ambas de enorme influencia entre los estudiosos de la época. E! minucioso inventario de las docenas de doctrinas efectuado en dichas obras fue revisado y fundido en familias de doctrinas por René Gonnard, quien dis Que seis etapas fundamentales correspondientes a las seis familias de doctrinas econémicas: 1°) La doctrina de la moderacién (edad antigua y edad media), 2°) La doctrina mercantilista, 3} La fisiocracia, 4") La escuela liberal, 5°) El socialismo y 6°) Las escuelas realistas. Desde el punto de vista formal muy poca cosa se puede objetar a la sistemdtica de Gonnard, salvo probablemente lo referente al nombre de escuelas “realistas”, intraducido, como vimos, por Roscher y aceplado también por Ingram, que deja la impresién de que las escuelas anteriores hubieran tenido una naturaleza “irrealista". Mucho més feliz parece el nombre de escuclas “solidaristas", puesto que las distintas ramas que las integran centran su mirada en la idea de Solidaridad: nacional, religiosa, gremial, cooperativa, polltica, regional, etc., y con esto se distinguen tanto del enfoque “atomista" de la escuela liberal como del fundado en la “lucha de clases” del socialismo, cuyo denominador comtn es la ideologfa “individualista’. En ta \inea abierta por Gonnard se encuentran la mayoria de los historiadores del pensamiento econémico de la primera mitad de nuestro siglo. Algunos han intentado incluso refinar, alin més, su esquema, Enlre estos merecen especial mencién, en primer término, Amintore Fanfani®, quien en un esfuerzo de sintesis, trata de reducir la multitud de doctrinas econémi- cas a solo tres grandes familias correspondientes a tres grandes perfodos en ta historia del pensamiento econémico: “1*) las doctrinas voluntaristas, formuladas en la antigledad greco- romana por los filésofos de la época, en la Edad Media por los Escoldsticos y en la edad Moderna por los ltamados mercantilistas; 2°) las doctrinas naturalistas, formuladas por los fisidcratas, Adam Smith y sus seguidores mas 0 menos ortodoxos de los siglos XIX y XX, y 3°) las doctrinas neo-voluntaristas en que se basan las doctrinas normativas contemporéneas (65) WILHELM ROSCHER, Geschichte der Nationalékonomik in Deutschland, Minchen 1874 (66) CHARLES GIDE y CHARLES AIST, Histoire des doctrines économiques, Paris, 1909, 7a ed. 1947, dstinque entre: 1 Los Fundadores; 2° Los Adversarios: Socalistes, List, Proudhon; 3° Los Disidentes: Escuela Wistérica, Socialstas Excitedra; 4° Marxistas, Socialsma Cristiano; §° Dactrnas Recientes: Hedonistas, Socalistas Agrarios, Solidarstas, ‘Anarquisas. (67) OTHMAR SPANN, Die Hauptineorion dor Volkswirtschatslohra auf dogmengoschichticher Grundlage, Leipzig, Heidelberg, 1911, 25a, edicion 1949, dstingue las siguientes etapas: 1. Presmercantlismo; 2. Metcantitsmo; 3. Tran: sioidn a Sistema Fisiverdtico; 4, Doctina Fisiocratic: 5. Escuela Individual, 6. Escuela Universalista; 7. Optimismo de Carey y sus seguidores europeos; 8. Desarrollo del Socialismo; 8. Escuela Histrice y Teoria de la Utiidad Maroinal, 10, Teorias ecanémicas actuales. (68) AMINTORE FANFANI, Stor delle dottrine economiche, 2 vals. , Min, 1938-1948, 4a .edieion en un volumen, (Milan Messina, 1956, ‘CUADEANOS DE CCE. y EN 38, 2000, op. 67-118 108 PERIODIZACION EN LA HISTORIA DEL PENSAMIENTO ECONOMICD 0. PoPEscU de la economia y aquéllas que les abrieron el camino atin a principios del siglo XIX”. El criterio de distincién de las tres grandes doctrinas la constituye la fe o la duda en la espontaneidad del orden econémico para alcanzar soluciones dptimas. Mientras las doctrinas “naturalistas” (fisiécratas, smithianas y marxistas) creen en la espontaneidad del orden econémico natural, tanto los pensadores anteriores como posteriores al clasicismo liberal-socialista dudan de la existencia de un orden econdmico esponténeo éptimo, y como tal, tralan de imponer un orden econémico racional fruto de la voluntad humana al servicio de la raz6n, de donde viene su nombre de “voluntaristas. Los voluntaristas aristotético-tomista mercantilistas pensaban que la realizaci6n del orden econdmico racional no encontraria resistencias invencibles en el medio humano, por el contrario, los neo-voluntaristas del final del siglo XIX y el siglo XX tienen conciencia de que esto es posible sdlo sometiéndose a limitaciones racionales y a resistencias de distinta naturaleza, a veces invencibles, a veces no. Los precursores del neo-voluntarismo serian las escuelas realistas (la escuela histérica, la escuela nacional de economia, el institucionalismo norteamericano), pero como neo-voluntarista integralista hay que ver sélo a la doctrina social de la Iglesia, unificada a partir de 1891, con la encfclica Rerum Novarum del Papa Ledn XIll. Asi es la periodizacién en la mente del Ifder de la democracia cristiana italiana. Otra es la imagen de los perlodos de las doctrinas econémicas en la mente del socialista Ferdinad Zweig, quien procede a recortarlos en funcién de la extensién temporal de cuatro doctrinas basicas: 1°) la doctrina escoléstica; 2°) la doctrina mercantilista; 3°) la doctrina libera!, y 4°) la doctrina socialista. Zweig nos asegura que estas cuatro doctrinas basicas, que son no sélo econdmicas, sino también politicas y sociales y en cierta forma filosdficas, corresponden al mismo tiempo fundamentalmente a cuatro dislintas fases del desarrollo eco- némico, social y politico y al desarrollo de todas las formas de vida. Ademés, observa Zweig, en esta sistematica s¢ ve con mediana claridad también la confirmacién del movimiento dialéctico en el desarrollo de las ideas e instiluciones econémicas: los mercantilistas comba- tieron la doctrina escoléstica y del antagonismo de ambos salié la sintesis del “laissez faire"; Adam Smith dedica la cuarta parte de su libro para combatir a los mercantilistas, pero su sistema desemboca finalmente en otra corriente, el socialismo. A su turno el socialisma de ‘nuestros dias comienza con una violentisima critica contra el sistema smithiano. No cabe duda de que si Max Stirmer nos hubiera dejado una historia de fas doctrinas econémicas, las grandes doctrinas y los respectivos periodos de la historia del pensamiento econdmico se hubieran presentado en la siguiente secuencia: 1°) Liberalismo; 2°) Solidarismo; 3°) Socialis- ‘mo, y 4°} Anarquismo. Dificilmente se hubiera podido rechazar semejante tesis, a menos que se rechazaran las tesis de todas los demés antecesores desde Roscher hasta Zweig. La realidad es que si bien se puede hablar de un perfodo liberal en el fluir de las ideas econémicas, las Siquientes doctrinas socialistas, solidaristas e incluso anarquistas na pueden invocar el dere~ cho de representar un determinado perfodo en la historia de los iiltimos ciento cincuenta afios; y esto por el sencillo motivo de que todas han sido simulténeas, mas adn porque paralela- (69) FERDINAND ZWEIG, Economic ideas: a study of historical perspectives, New York, 1950, 104 CUADERNOS DE CCLEE.y EE, NY 98, 2000 pp. 87-113 0. POPESCU PERIODIZADIGN EN LA HISTORIA DEL. PENSAMIENTO ECONOMIC mente a ellas también ha coexistido la doctrna liberal”. Lo que es posible distinguir en la Sptica sustancial no lo es siempre en la dotica temporal y espacial, Si es quo se quiere insistir en emplearo! criterio ideolégico para el perfado que va aproximadamente de la tercera década del siglo pasado, entonces este periado més bien se puede designar como de guerra de todos contra todos, 0 mejor atin, de la anarquta ideoldgica. Solo en este sentido se puede hablar de un perfodo del “anarquismo” en la historia de tas “doctrinas” econémicas. Este debe haber sido uno de los hechos que debe haber impresionado més a los historiadores que escribieron después de la primera guerra mundial, pues sélo asf es explicable su paulatino alejamiento del criterio ideoldgico en la sistematizacién y periodizacién de la historia del pensamiento econémico. Volviendo a tomar una idea cara a J.B. Say, fue precisamente un economista francés quien llamd la atencién sobre fa necesidad de sustituir el criterio ideoldgico por el teérico, pues sélo de este modo se puede medir el verdadero desarrollo de una ciencia. Entre uno y otro enfoque, decfa Gattan Pirou, hay todo un mundo de diferencias: la teora tiene como objetivo el conocer fa realidad econémica; la doctrina, por el contrarlo, la apreciacién de la misma en funcién de un critero superior, generalmente moral ya quien desea acercarla; la teoria surge de la verdad, la doctrina de un ideal; a teorfa observa lo que es y comprueba lo que se ha hecho, la doctrina proclama lo que deberia ser y dicta lo que debe hacerse; la teorfa es neutral, la doctrina es parcial; el tecrico examina fa vida econdmica como el fisiélogo el cuerpo humano, para conocer sus funciones, sus mecanismos y sus leyes, mientras el doctrinaro la conternpla como el médico, para curala y salvala; la teoria es especultiva, la doctrina normative” Con a sustitucién de la éptica ideolégica por la Gptica teorética se entra en una nueva etapa de la periodizacion en la historia del pensamiento econdmico. Los primeros intentos se remontan a los historiadores del final del siglo XIX, y entre estos figura en primera plana Eugen Dithring con su ‘Historia erftica de la Economia Poltica y del Socialismo" de 1871” Aceptando como eriterio de periodizacién las contribuciones teéricas, considera el perfado anterior a la escuela fisioordtica como un perfodo prefiminar a los ensayos cientficos, distribuidos a su tumo en tres sub-perfodos: de los fildsofos antiguos y escolésticos, de los mercantilisias y de los autores de transicién (Pelly, Locke, Boisguilbert y John Law). El segundo periado corresponde a los fisiécratas, “los primeros representantes de una teoria pura que ejercié gran influencia"’, precisamente por haber logrado por primera vez, reducir a un sistema unitario toda la complejidad de la vida econémica real. El tercero corresponde a Adam Smith, quien elabora ya un sistema més equilibrado y més sistemdtico, mas éficaz y por consiguiente de un valor cientifico mas persistente: “Con las obras de Adam Smith se 1:07 quan de Io b sin PPERIODIZACION EN LA HISTORIA DEL PENSAMIENTO ECONOMICO 0. porescU del fundador de la Economia Politica. Como continuadores directos del edificio te6rico del maestro se destacan dos ramas: inglesa la una, representada por la generacién de Malthus y Ricardo: alemana-americana la otra, representada por la generacién de Carey y List. El continuador indirecto del sistema cientiico de Smith, “deformado" por Ricardo y Malthus es el sistema del socialismo Clentitico de Marx, mientras su sistema “socialitario” es la continuacién del de Smith a través de {a rama “fructifera" (sch6pterische) de Carey y List. Dentro del perfodo postsmithiano, la trayectoria de la ciencia econémica hasta 1870, por consiguiente se puede cortar en tres sub-etapas: la de Malthus y Ricardo, la de Carey y Listy la de Marx y Dulnring”®. Como vemos, Diihring pone como limites de un perfodo fa aparicién de obras de potencia creadora. En su infatigable ofensiva contra el sistema marxista, no olvidé salir al encuentro de la tesis del materialismo histérico como ins- ‘trumento de periodizacién en la historia, con una reflexién de valor durable: “Las grandes mentes decisivas en la historia de la ciencia no son aquellas que son el producto de una época, sino aquellos que hacen épocas"®. El esquema de Dithring permanecié rezagado al margen de la corriente dominante en la historia de pensamiento econémico durante cerca de tres décadas. Pero con el paulatino relajamiento de las disputas de orden ideol6gico y el creciente interés por los problemas especificos tedricos, comenz6 por echar raices. Al principio empleado en forma timida, como fesulta de las obras de Joseph Rambaud” y Lewis Haney’®, logra imponerse como esquema dominante con la publicacién de las obras de Schumpeter”, G. H. Bousquet! y Gustavo del Vecchio". El criterio bésico de la periodizacién lo constituye el nacimiento y el nivel de desarrollo de la teoria econémica. Todos los dems criterios si es que no han sido declarados abiertamente obsoletos, estén recordados Unica y exclusivamente para determinar matices dentro de los mismos perfodos. Por supuesto, no es de esperar que haya unidad de mira en los cortes del fluir de nuestra Ciencia, pero con esto en nada anulard la division bésica de la historia del pensamiento econémico en dos perfodos fundamentales: el periodo “precientfico” y el perfodo “cientifico”. La determinacién de! limite entre los dos periodos seré funcién de la preferencia de los autores en utilizar como subcriterio el comienzo de las contribuciones teéricas, 0 por el contrario, aptando por el suberiterio de la relativa madurez y la configuracién en un sistema Idgico cerrado de la teor‘a econdmica. Asi, Mientras los primeros estarén propensos a retroceder el limite desde Adam Smith y Quesnay hasta Ricardo Cantillén®, desde Cantillén hasta Ernst Ludwig Carl, desde Carl hasta William Petty™, (75) EUGEN DUHRING, op. ct. pp. 173 ss. (76) EUGEN DURING, op. ct. p. 9 (77) JOSEPH RAMBAUD, Histoire des doctines économiques, Paris y Lyon, 1899. 38, ed. 1908. (78) LEWIS H. HANEY, History of economic thought, Nueva York, 1911, 4a. ed. 1949, 3a. reimpresion, 1953 (79) JOSEPH A. SCHUMPETER. Epochen der Dogmen und Methodengeschichte, TUbingen 1914, 22. edicién 1924; History of economic analysis, exitado de los manuscitos de Elizabeth boody Schumpeter, Nueva York, 1954 (60} G. H. VOUSQUET, Essai sur 'évolution de la pensée économique, Paris, 1927. (81) GUSTAVO DEL VECOHIO, “Vecchi © nuove tecrie economiche”. publicado en el simposio Nuova Gollana di Economist, T, 12 Storia delle dottrine (Botta-Cannan-Del Vecchio), 2” ediciin ampliada publicada como volumen separado, Tutin, 1956. (82) WS. JEVONS, "R. CANTILLON and the nationality of politcal economy" en: Contemporary Review, Enoro 1881, (83) ANTON TAUTSCHER, "Der Bergrinder der Volkswirtschatsiere ~ ein Deutscher’, en Schmoliers Jahrbuch, 1940; Emst Ludwig Carl, der Begrinder der Volkswitschafsltir, Jena. 1939. (84) KARL MARX, Theorin iber den Mehrwert, Vol. |, y N.K. KARATAW, NIN, RYNDINA, STEPAMOY y otros, storia ‘ekonomiceskih uceni, Vol. p. 115, 106 CCURDERNOS DE CC.EE.y EE, NP 38, 2000, pp 87-113, 0. POPESCU PERIODIZAGION EN LA HISTORIA DEL PENSAMIENFO ECONOMIC desde Petty a Antonio Serra® y desde Serra hasta Jean Bodin® e incluso Oresme*, los titimas, por el contrario, estén persuadidos de mover e! limite hacia delante, desde Adam Smith a Ricardo™, PERIODIACION EN LA HISTORIA DEL PENSAMIENTO ECONOMIC 0. POPESCU general en la problemética normativa: es el perfodo de la economfa como metaflsica (de Sombart}, de economia como ética aplicada (de Heimann), o de la economia coma teorfa politica, como 10 designamos nosotros. Durante tos trescientos afios siguientes, el centro de interés se desplaza hacia el campo praxeoldgico: es el periodo de la economia como sistema de politica econémica (de Heimann y Salin}, 0 de teorfa administrativa como lo designamos Nosotros. A partir del siglo XVIII hasta nuestros dias los pensadores abrazan un nuevo campo del saber, al cambiar de éptica metodoldgica: es el perfodo de la economia como ciencia naturalista (de Sombart), es fa economia de la armonfa natural (de Heimann), es la economia como teorla sociolégica, como la designamos nosotros. La ciencia econémica de nuestro tiempo no tiene, sin embargo, un rasgo tan exclusivista como las dos ciencias econémicas anteriores. La “Gestalt” de la ciencia econémica contempordnea es compleja, en el sentido de que cultiva al mismo tiempo tanto las ramas det saber normativista y praxeoldgico. La “Economie Politique de los clasicos de todas las orientaciones no era ya la misma que la de los pensadores mercantilistas, pero tampoco tan antagdnica como se suele describir en las historias de las doctrinas. Los cldsicos centraron su interés en la problemética de la teorfa, esto es, del “ser” econdmico, pero lo hacian con la finalidad de incrementar la eficacia de la praxeotogfa econémica y muy particularmente para reforzar el arsenal de argumentos al ser- vicio de los altos objetivos de su politica econémica, La “Economie Politique” de los clasicos edne, pués, en un solo edificio cientifico las contestaciones a las tres preguntas fundamen- tales del “ser”, “deber ser" y ‘hacer’, y no debe sorprender que al mezclar preguntas tan distintas termin6 en la verdadera anarquia de doctrinas tan caracterfsticas de mediados del siglo XIX. A la economia polttica del tipo artesanal, con funciones no diferenciadas, oponen los neocldsicos una ciencia econémica del tipo manufacturero, con funciones diterenciadas, El centro de interés sigue siendo la Teorfa, en cuya renovacién se procede con muchisimo éxito, precisamente porque se hace una rigurosa separacién entre los enfoques teéricos y tos enfoques normativos y praxeoldgicos. Pero casi al mismo tiempo se est4 procediendo a una revision y reelaboracién de las otras dos disciplinas, ctlas mismas separadas Metodoldgicamente, brotando sucesivamente una disciplina especial para los problemas Praxeolégicos, conocida bajo el nombre de “teorfa de la politica econémica" y otra para los problemas de orden normativo, conocida bajo el nombre de “filosofia econémica”. Parece Pues metodoldgicamente correcto dividir el perfodo de la economia como ciencia naturalista en dos subperfodos, el clasico y neocldsico, por tener cada uno de ellos una fisonomia muy peculiar, y una separacién en el tiempo, de fécil determinacién'™. 5. CONSIDERACIONES FINALES. Como pudimos comprobar a lo largo de este ensayo, la problemética de la periodizacion en la historiografia del pensamniento econémico, no esté ni peor ni mejor qué en la historiogratia general. Después de mds de un siglo de ensayos empiricos eclécticos {excepcidn: Daire, (101) ORFSTE POPESCU, Inroduccién a la Ciencia Econdmica Gontomporinea, 3" ed, Ed, Ail, Barcelona 1968 (Part). 112 ‘CUADERNOS DE CEE. y EE, N° 38, 2000, pp. 67-113, 0. POPESCU PERIODIZAGION EN LA HISTORIA DEL PENSAMIENTO ECONOMIC Baudrillart}, la historiograffa del pensamiento econémico comienza a tomar conciencia de la necesidad de un tratamiento critico de fa periodizacién. Mientras un grupo de historiadores acuden a modelos prestados de {a historia general o historia de los hechos econdmicos (Ingram, Marx, Roll, Aguirre, Karataev-Ryndina-Stepanov, Chevalier, Piettre), olros intentan extraer sus esquemas de la misma estructura det pensamiento econémico, tomando sucesi- vamente en consideracién ya sea criterios formales (Cosa), ya sea sustanciales de naturaleza ideoldgica (Roscher, Gonnard, Spann, Fanfani, Zweig), de naturaleza te6rica (Diihring, Rambaud, Haney, Schumpeter, Bousquet, Stark) o de naturaleza metodoldgica (Satin, Sombart, Heimann y el autor del presente ensayo). Desesperado de tantos intentos infructuosos en la historiografla de nuestra ciencia, estaba pensando Sombart que probablemente la causa del mal antes que radicar en tos autores, habria que buscarla en el cadtico vaivén de los cambios de dptica en la misma ciencia econémica, Esto parece clerto, pero, como vimos, también parece muy cierto que en una materia como la nuestra la interferencia de los juicios valorativos encuentran una tierra muy receptiva. Sin embargo, las tiltimas causas de todas las disputas hay que buscarlas en lo dificultoso de ta tarea de periodizacién. “Por eso la comprensién de lo histérico en ninguna parte se pone de manitiesto como en la eleccin de las secciones de tiempo; en ninguna parte puede el historiador demostrar tanta como aqui si sélo se qued6 en el exterior o en la superficie del suceder, o si ha penetrado més hondamente en fa esencia de una época. Es aqui donde puede demostrar si slo es un pedante, un rat6n de biblioteca, un buréerata de la historia, 0 st realmente es un historiador»"” (102) WILHELM BAUER, op. cit, p. 185. ‘CUADERNOS DE CC.EE.y EE, N38, 2000, pp. 87-113 18

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