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Teodoro Petkotf THE MAGICAL STATE Debo comenzar por una pequena apostilla personal. Lei este libro por ura casualidad, en su edicién en inglés, el mismo afio de su apari- cidn. Lo vien el escritorio de un amigo, eché un vistazo sobre algu ras paginas al azar y ya no pude soltarlo. Lo pedi prestado y me lo bebi de un trago. A Fernando no lo conocia personalmente, pero a raiz del entusiasmo que me desperté su trabajo pronto hicimos contacto. No creo incurrir en alguna desme- sura si digo ~y estoy dispuesto a sostenerlo- que éste es un libro fundamental para la comprensién de Venezuela. Una leyenda urbana de la Cuarta Republica temprana difundia la especie, atribuida a Romulo Betancourt, de que para orientarse en la politica nacional era preciso leerse la monumental histo: ria de Venezuela de Gonzdlez Guinan. Pues bien, cambiando lo El Estado magico cambiable, y sin necesidad de cum- pir la empresa ciclopea que Rémulo aconsejaba, la lectura detenida de la obra de Fernando Coronil arroja, tal ver més licidamente que ninguna tra, una vivida luz sobre las cir- ccunstancias que nos han hecho se como somos. Esto es lo que podria lamarse un trabajo holistico. Se aproxima Fer- nando @ la venezolanidad desde una perspectiva miltiple. La economia, {a politica, la sociologia, la ideotogia y la cultura son los elementos con fos que Coronil compone la arqui- tectura de su estudio, Hasta las paginas sociales de los periédicos fueron objeto de su acucioso escal- pelo intelectual. El resultado es ” El Estado Magico” #1 Estado magico no es otro que el “"petroestado”, esa categoria espe Clalisima de estados (y de paises) Cul Cee sot} construidos a partir del diluvio de ingresos en divisas fuertes que cae sobre los territorios de cuyo sub- suelo brota el petréleo. Antes del cognomento de "petro: estado”, la literatura econémica habia creado el concepto “enferme- dad holandesa” para definir las dolencias que aquejan a los paises sometidos ala influencia de ingre- sos extraordinarios provenientes del petréleo. Curiosamente, pero tam- bién explicablemente, en razén del eurocentrismo, aquella calamidad recibié el nombre de un pais euro- peo, que dista de ser un petro- estado, cuando los te6ricos tenian a mano la posibilidad de utilizar algu- ‘nos gentilicios sobradamente em- blematicas de ella. Esa “enferme- dad” podia perfectamente bien ser bautizada como "saudita” o “nige: riana” 0 “indonesia”...o “venezola nna’. Pero la famosa “enfermedad” alude, en verdad, més que nada a las consecuencias econdmicas de la plétora de divisas que termina por agobiar a las naciones petroleras del Tercer Mundo. La permanente apreciacién de la moneda nacional hace de estas economias grandes ‘grandes importadoras y precarias productoras de cualquier otra cosa ‘que no sea el aceite de la tierra. Los estados, receptores del ingreso y redistribuidores de é!, adquieren dimensiones elefantisicas porque fen economias con un débil tejido productivo altemo al petroiero, pasan a ser los mayores emplea ores del pais, a través de mecanis- mos clientelares y populistas que financian lealtades politicas.... mien- tras el sistema funciona. Las socie- dades “petroestadales” generan toda una ideologia que le es especi- fica y que trasciende las representa iones del mundo que ordinaria- mente son propias -y, ademas, distintas entre si- de los diferentes sectores sociales. Una de las intere- santes comprabaciones que hace el estudio sobre la pobreza adelantado Por los equipos de la UCAB, es que en Venezuela los rics y los pobres piensan igual del Estado, de los {gobiemos y de sus relaciones con nos y otros. Ricos y pobres poseen tuna mentalidad parejameente “fil” respecto al Estado. Los unos esperan del Estado proteccion econémica; se sienten beneficiarios de toda clase de subsidios, desgravamenes arancelarios, exenciones y exone: raciones tributarias, tasas cambiarias diferenciales: Los otros sienten al Estado obligado a proporcionar proteccion social a través de toda ‘clase de programas, por incostea bles que puedan ser. En definitiva, ‘icos y pobres poseen una mental: dad de “golileros”. O, para decirlo ‘un tanto mds académicamente, poseen la mentalidad de los busca dores de renta, de los “rent seekers” de la reciente literatura econémica No somos un pais de productores, sino de pobladores de un campa- mento minero, siempre a la busque- dda del negocio “one shot”, del que nos va hacer ricos de la noche a la mafiana, sin los remordimientos calvinistas de las vicjas burguesias del Primer Mundo y de sus respecti- vas clases obreras. En efecto, aunque no siempre, pero ‘no pocas veces, las propias empre- 595 indlustriales, que podrian imagi- nnarse asociadas a la paciencia de la “tasa de retomo” y del largo plazo, no han sido sino trampajaulas para captar en el corto plazo porciones de renta ‘Alguna ver un presidente venezola- no acufié una frase demoledora: “Este es un pais de empresas que- bradas y empresarios opulentos”... Ese Fstado mifico, dispensador de lo bueno y lo maio, caja chica inagota- ble, financista de los poderes fécticos ¥¥ de insttuciones publicas y privadas, hha sido uno y e! mismo desde Juan Vicente Gémez para acé, como bien lo demuestra Coronil al negarse a aceptar esa periodizacién que intro- ‘duce una soluciin de continuidad; propias de cada gobernante y de sus Tespectivos contextos; la historia del pais y de su cultura ha sido la de “estatizacién” de su vida toda. Por supuesto, en una sociedad de buscadores de renta, en la cual la palanca principalisima de su distr- bucién es el magico estado que la recibe primariamente, el contro! de Este 0, mejor dicho, de los canales a través de los cuales fluye aquélla, es Lun objetivo prioritario de ios actores sociales y politicos. De all los vincu- los non sanctos que se establecen entre unos y otros a través de los infinitos meandros de la corrupcién. La mitificacion de ésta, mas alla de su deletérea realidad, ¢3 tipica de la cultura del petroestado. Esta no es una cultura de ganar-ganar. Si yo pierdo es porque alguien gana a mis ‘expensas y si gana, puesto que lo Juzgo con mi misma mentalidad goiillera, no puede haber sido licita- mente sino con trampas. La corrup- i6n es, pues, el Deus ex machina de todos nuestros males y la expli- caci6n totalizante de ellos. Si somos un pais rico, como reza la ideologia oficial, y lo habita un pueblo pobre es porque es un pais de ladrones, no una sociedad disfuncional. Por 0 los proyectos politicos mas portantes, después del gran acuerdo nacional de 1958, han sido Una interminable sucesion de dia- tribas impregnadas de moralina e hipocresta, dirigidas a la mutua

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