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"l no tena nombre, pero todos lo llamaban.

No tena casa, pero el mundo era su hogar


. No tena horarios, pero su hora de dormir lleg al final".
Era una tarde soleada cualquiera. Muchos volvan de sus trabajos y otros se prepar
aban para stos, vivir en este barrio por un tiempo te da esa clase de intuicin que
te hace saber cuando algo est fuera de lugar pues uno ya conoce la rutina de los
vecinos cercanos y otras gentes de por aqu
pens
; por esa razn me percat de que un
elemento del paisaje barrial se encontraba ausente. Era aquel perro aventurero q
ue uno siempre poda observar al salir de su casa.
Yo supuse que al ser callejero aquel can tarde o temprano iba a dejar de aparece
r por las calles y las pequeas plazas de las cercanas, pero creer que siempre iba
a estar aqu para saludar a la gente era un pensamiento reconfortante. Varios das p
asaron pero el animal no apareca, los nios que hacan ruidosos los ocasos preguntaba
n por l y sus padres les daban respuestas inciertas pues ya suponan que le haba suc
edido.
Decid buscar al perro con algunos adultos del barrio (al menos 2 3 sin incluirme,
si mi memoria no falla), pues ese perro era muy querido por todos. Incluso Pabl
o, el anciano conocido por ser un solitario hizo su esfuerzo por ayudarnos. Todo
s saban que bamos a encontrar, pero aceptar la verdad no siempre es fcil. Especialm
ente cuando yace sin vida frente a ti. Nadie olvidara nunca la noche que lo enco
ntramos en una plaza algo alejada del barrio, haca fro y en el firmamento no se ap
reciaban estrellas. La atmsfera era particularmente desoladora, pero solo era alg
o que nosotros percibamos. l ya no tena preocupacin alguna.
Aquel callejero tan osado finalmente decidi descansar en el ltimo de los muchos at
ardeceres que vio y nosotros respetamos esa decisin dndole un entierro adecuado en
la plazoleta en la que siempre se lo poda ver jugando con los nios.
Lo nico de lo que puedo estar seguro, es que la memoria de ese perro nunca ser ol
vidada por el barrio que tanto am.

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