Está en la página 1de 36
CAPITULO I APROXIMACION HISTORICA A LA ODA CLASICA Y EUROPEA E] estudio de la oda en la poesia espaiola del siglo XVI exige la consideracion previa, aunque sea en forma de esbozo, de la historia de la oda en el mundo clasico. Con el propésito de reconstruir la diacronia de esta forma pottica, se traza un breve panorama de sus manifestaciones grecolatinas ¢ italianas, que establecen una tradicién continuada por las principales literaturas europeas del momento! En la literatura griega el término oda no designa un tipo especifico de poema, sino la poesia lirica en general, y engloba sus dos principales ramificaciones: la lirica monédica, de corte intimista, y la lirica coral, en forma triddica. Se incluyen también bajo ese rétulo ciertas composiciones de tipo festivo, en su mayor parte conviviales, representadas por Anacreonte y sus imitadores. Aunque quedan vestigios de las «canciones de trabajor, testimorio de una €poca mas antigua, la lirica monédica griega se remonta a Arquiloco (s. VII a.C.), que forja la noci6n de lirica apelativa transmitida siglos mas tarde a la poesia romana {Grimal, 1978: 21). Safo y Alceo Hevan a la cima este tipo de oda. Los epitalamios Y poemas amorosos de la primera reafirman el lirismo personal, sin mengua de la dimensién colectiva, que se mantiene al pensar en el auditorio como receptor de las vivencias subjetivas. Ademas de los cantos de amor, Alceo cultiva temas baquicos y sociales, con los que se entremezclan comentarios de orden metapoético. Para sus innovaciones, ambos han tenido en cuenta la tradicion popular y oral, representada ' Blestuctio se podria completar con la consideracion de las odas francesa, inglesa, portuguesa y alemana, tratadas en la tesis doctoral que ha dado origen a este libro, del que se han suprimide por razones de espacio. La instauraciOn de la oda en Franela es levada a cabo por Ronsard y la Méiade, cuyas aporlaciones contintan Malherbe, Racan, Maynard y Saint-Amant, entre otros (se ocupan del tema Chamard, 1899, 1961; Maddison, 1960; Marmicr, 1962). A finales del siglo XVI surgen las prin muestras inglesas de odas que, tras los previos tanteas de Watson, Soowthern, Barnes o Spenser, comienzan a adquirir cntidad en ta obra de Drayton, Jonson y el grupo a él vinculado, «the sons of ens, Milton, Cowley y Dryden (de los numerosos estudios sobre la oda inglesa pueden meneionarse los siguientes: Shaier, 1918; Nethercol, 1921-1922; MeBven, 1939; Shuster, 1940; Maclean, 1952: Maddison, 1960; Heath-Stubbs, 1969; MeGuinnes, 1971; Fowler, 1973; Jump, 1974: Fitzgerald, 1987). En Portugal, la oda del Quinientos tiene como principales representantes a Ferreira y Camoens, sin olvidar las aportaciones de Andrade Caminha, Faledn de Resende y D. Bernardes (veanse Earle, 199] ¥. para cuestiones de atribucién de la poesia de Camoens, Azevedo Filho, 1985), La oda alemana ‘comienza a florecer en el siglo XVII, con los ensayos de Wickheriein y Opitz, que contintian sus seguidores Plavius, Schottell, Zessen y Neumarch. En épocas posteriores aleanzaria con Klopstock y Holderlin sus maximos logros (véase, para la historia de la oda alemana, Viétor, 1961). 13, en varios de los géneros de su repertorio, tales como los himeneos, los epitalamios © las quejas amorosas en boca de una mujer. Sus ritmos y versificacién serian adaptados por poctas latinos como Catulo y, sobre todo, Horacio. Con el nombre de género anacreéntico, que en si mismo constituye una variedad de oda, se conocen los poemas atribuidos a Anacreonte y a sus continuadores helenisticos. La lirica de Anacreonte fue compilada por algunos gramaticos alejandrinos -Zenodoto, Aristfanes de Bizancio y Aristarco-, que la distribuyeron en cinco libros, tres de ellos de composiciones liricas, uno de elegias y otro de dilirambos. Las primeras versan sobre asuntos amorosos, tratados con dulzura, urbanidad y gracia, sin la profundidad emotiva caracteristica de los poetas lesbios. El espiritu suave y facil de Anacreonte permanece en la coleccién de Anacreénticas que figuraba como apéndice del cédice del siglo X de la Antologia Palatina de Constantino Cefala. Componen el conjunto sesenta y dos poemillas escritos entre los anos 500 a.C. y 500 d.C., cuyo hallazgo y posterior publicacién, en 1554, se deben a Henri Estienne. En esta coleccién se amalgaman temas extraidos directamente de Anacrconte con otros de corte alejandrino, El género coral? alcanza sus mas altas cotas en la obra de Pindaro, recopilada y editada por los criticos alejandrinos. Arist6fanes de Bizancio (s. Il a.C.) clasificd sus poemas en diez categorias: epinicia, hymnoi, paianes, hyporchemata, prosodia, partheneia, enkomia, paroinia, dithyramboi y threnoi. De toda esta produccién sélo han sobrevivido los epinicios, tal vez por su menor vinculacién al paganismo (Maddison, 1960: 6). A partir del siglo II, quedan fuera de circulacion los demas géneros, de los que s6lo se poseian noticias indirectas hasta que en 1906 Grenfell y Hunt publican varios restos de paianes encontrados en Egipto. Al texto de las odas se sumarian los denominados scholia, notas marginales debidas a la mano de Aristarco de Samotracia (217-145 a.C.) y Didimo (80-10 a.C.), entre otros, y conservadas en forma fragmentaria. Hacia el siglo II, el conjunto de poemas y notas, transmitido en rollos de papiros, seria transferido a cédices. Pronto se constituyen las familias de manuscritos conocidas como «recensién ambrosiana» y «recension vaticana», representadas por el manuscrito del siglo XIII de la Biblioteca ‘Ambrosiana de Milan y por el manuscrito del siglo XII de la Biblioteca Vaticana, respectivamente. Se afiade a estas otra serie derivada de las ediciones de los criticos bizantinos de los siglos XIII y XIV (Race, 1986: 8-9). También se debe a los fildlogos alejandrinos la division de los epinicios en grupos correspondientes a los juegos Olimpicos, Piticos, Nemeos e [stmicos. Solo siete de los cuarenta y cinco epinicios de Pindaro son monostréficos. Los demas se construyen segun el caracteristico esquema triddico, consistente en una ? Alas aportaciones de Aleman, ibico, Estesicore y SimOnides como precursores del epinicio se referen Maddison (1960), Higginbothan (1969) y Suarez de la Torre (1988). No conviene desestimar la figura de Baquilides. que trata el modelo pindarico con una téenica y estilo peculiares (Garcia Romero, 1988; Suter de Ia ‘Torre, 1988). 4 estrofa y una antistrofa de idéntica estructura y un épodo, que establecen en la primera triada el modelo reproducido en las siguientes, El resultado sugiere una impresion de varicdad y virtuosismo en equilibrio mediante la exacta cisciplina y la permanente tensién entre libertad y refreno (Race, 1986: 13). Aunque cualquier aserto acerca de las circunstancias de ejecucién de las odas se base en conjeturas, al haberse perdido la nocién musical del género en la época de que datan los scholia, ¢l acompafamiento musical y los movimientos de la danza, correspondientes a los nuicleos de la estrofa, guardan sin duda estrecha relacion con la peculiar textura métrica del poema. En cualquier caso, el efecto real de las odas proviene del texto, al que se supeditan los demas componentes, empleados como realce de la poesia’, En la constitucién y desarrollo de la oda el epinicio pindarico interviene de forma decisiva aportando a la historia del género un legado que Maddison (1960: 19) compendia en la siguiente caracterizacion: «a high seriousness in the lyric, the choice of themes of general importance and the treatment of them with confidence, the address of an audience, the illustration of the theme with myth and aphorism, and the conventional appearance of the poet in the ode as a personage of great importance with immortality in his gift Destinados a la celebracién de las victorias atléticas en los juegos griegos, los epinicios equivalen a una secularizacion de los himnos a divinidades, no exenta, sin embargo, de referencias a los dioses. De este modo, a la ocasion promotora de las odas epinicias subyace una marcada proyeccién religiosa, que toma la victoria como medio para aleanzar el favor divino, la gloria y la condicion perdurable para la posteridad (Jump, 1974: 4). Reafirma ese caracter la presencia de diversos elementos procedentes de los himnos, adaptados a las exigencias de una composicién supuestamente secular. Al igual que aquellos, el comienzo de muchas odas pindaricas sittia el suceso celebrado en un contexto general y mitico, para sancionar la creencia de que todos los aspectos de la vida humana estan regidos por la accién de los dioses. De Ja poesia himnica proceden asimismo los ruegos 0 peticiones de favor y bendicién, frecuentemente intercalados en las odas y de valor transicional 0 demarcativo (Race, 1986: 27 ss.) En el epinicio se da cabida a un elemento adicional, el publico, directamente determinado por la ocasién y cireunstancias dela lirica coral, arte de una comunidad para quien el poeta acttia como intérprete y portavoz (Ortega, 1984: 24). En el hablante concurren las facetas de poeta, sacerdote y profeta que refiere ante el publico acontecimientos de interés colectivo y reviste de proyeccién universal los sucesos individuales. Esta caracteristica actitud se perpetuaria como aspecto intrinseco al género (Maddison, 1960: 4). Por otra parte, cl poeta no elude las referencias a sus sentimientos, a su inspiracién y propésito artistico y asus rivales, * Race (1986; 14) aduce en apoyo el pasaje del capitulo VI de la Poética, en donde Aristoteles precisa que la musica y el espectaculo son componentes prescindibles de la tragedia, 15 sin menoscabo del aleance colectivo de su funcién como depositario eventual de la gloria de Grecia. Algunos pasajes deponen la genuina voz de laudator que informa elespiritu de las odas para adoptar la de ensenante y consejero que emite sentenci: proverbios y maximas de fuerte carga moral (Shafer, 1918: 20}. S, Al lado del poeta y de la comunidad, el laudandus* se incorpora a las odas para condicionar en buena medida la seleccién de motivos y la configuracion del conjunto. Asumen este rango personajes como Hier6n de Siracusa, Teron de Acragante, Didgoras de Rodo, Midas de Acragante, Ségenes de Egina..., todos ellos vencedores en la competicién y objeto de la alabanza que canaliza el desenvolvi- miento del epinicio y, al involucrar a la familia y antepasados del vencedor y a su ciudad, conecta los diversos integrantes del poema con una marcada incidencia en su dimensién colectiva. Irreductible a una formula fija, la estructura de la oda pindérica se sujeta no obstante a ciertas coordenadas. Se abre en general con un comienzo brillante -ya sea una imagen, un fragmento de sabiduria gnémica, un ruego o una invoca- clon-, enderezado a captar el interés de la audiencia. A esta seccién inicial, reservada a la primera estrofa, le sucede, en la primera antistrofa o en el primer épodo, una breve referencia a la ocasion de la oda. Prosigue en la digresion mitologica, entre- verada con rapidos comentarios sobre la técnica poética. Usualmente clausuran el poema nuevos elogios del vencedor y una reflexion filosdfica 0 de caracter general. El mito esta presente en la practica totalidad de las odas, a excepcion de ocho. De valor eminentemente funcional, acerca al auditorio a arquetipos de conducta. Exhibe una estructura compleja, con avances y relrocesos, aceleraciones y retardaciones y la caracteristica composicién ciclica o anular, en la que distintos cuadros o pasajes del mito ocupan un centro enmarcado por el punto cardinal del tema o cl sumario, Destaca asimismo el depurado empleo de la técnica alusiva, que reduce el relato a lo esencial y suprime los vinculos entre los diversos motivos para dejar libertad de interpretacién. El componente moral, otro de los factores genéricamente relevantes, de profundidad y se limita a una serie de preceptos extraidos del cédigo ético de la clase aristocratica. Las maximas de Pindaro siguen la tradicién didactica de Hesiodo, Teognis, Foquilides y dos dichos de Cheirén» y se expresan con la acertada concisién propia de los poetas gnomicos de su tiempo. Desempenan en los epinicios el cometido de dotar a los temas de una dimensién universal y de ofrecer una realidad paradigmatica (Maddison, 1960: 8-10; Race, 1986: 29) carece 4 El poeta, el laudandus y ct piiblico de Ta lirica coral mantienen complejas relaciones determinantes de la configuracion de cada epinicio, destinado al elogio del atleta vencedor, su familia, sus antepasados, su ciudad y los mitos asociados a él, dircctamente o a través de la comunidad, Consiillense al respecto los siguientes trabajos de Gentil: «Aspettt del rapporto poeta, commitiente, uditorio nella lirica corale grecas (1965) y «Poeta-comitente-publico: (1981). 16 En lo que toca a la dispositio, la oda triadica de Pindaro se opone por su disenio arquitecténico o formal al esquema lineal caracteristico de las odas monédicas, si bien esta dicotomia tropieza en la practica con una continua interaccién (Tracy, 1952: 203). De este modo, la estructura formal o estréfiea del epinicio, en el que la organizacién triddica de los nticleos se proyecta a la totalidad del poema, es conciliable con el esquema lineal, garante de la continuidad discursiva que se logra con medios como las repeticiones periédicas, los motivos o imagenes directrices, las variaciones sobre determinados temas a lo largo de las triadas, el empleo de particulas y las figuras contrastivas. Ala luz de estas precisiones, resulta obvio que el esluerzo por lograr la unidad prevalece sobre cl supuesto desorden tantas veces achacado a los poemas de Pindaro. Suscribiendo la explicacién de Shafer, «Pindar's apparent disorder, his apparent ‘flightiness’, is the result of, and is only made possible by, the deep lyrical enthusiasm which informs all he says and gives to his odes a fundamental unity attainable by no other means. In different words, we may express the whole matter by saying that Pindar has given to his odes an emotional rather than a logical unity» (Shafer, 1918: 22). Enelorden sintactico destaca, en primer lugar, el caracteristico encabalgamiento que opera manteniendo la continuidad gramatical y tematica entre estrofas consecutivas, por otra parle netamente discernidas en los cambios de musica y danza. Como contrapartida a esta quicbra de las fronteras prosédicas, se tiende a reunir en cada nucleo un sistema de imagenes, que forman unidad con la estrofa que las contiene, aunque acompafien a un tema que se prolonga a través de diferentes estrofas (Maddison, 1960: 17-18). De los restantes factores sintacticos, se puede mencionar la tendencia a la yuxtaposicin 0 supresion de particulas y al aislamiento de la palabra (Ortega, 1984: 46). Ya en el plano morfosintactico, cabe sefalar la alternancia entre las formas verbales de pasado, presente y futuro, que se superponen y concatenan, asi como la variedad en el ritmo narrativo (Suarez de la Torre, 1988: 30). Como particularidades técnicas sobresalen Jos juegos de palabras®, las litotes, los catélogos 0 listas de vencedores, héroes, lugares, cualidades virtuosas..., las escenas, los comienzos con una priame®, sin que estas menciones agoten el caudal de sus procedimientos poéticos. Lugar aparte ocupa el uso de la imagen, elemento decisivo del estilo pindarico. Las expresiones metaforicas de los epinicios muestran un repertorio limitado de polos referenciales, comprendidos en los ambitos de lo En Ia Olimpica 6 se encuentra el juego de palabras de fon, ‘violeta’, con famos: en la istmica 6, entre aietos, “aguila’, y Aias (Race, 1986: 17) El término priael deriva de pracambuium (pretudio’ o ‘introduccion’. Consiste en la spresentacién en secuencia de diversas realidades 0 hechos frente a los que el poeta destaca otros distintoss (Suarez de la Torre, 1988: 30). Tal como se aplica en la literatura clisica consta de dos partes, foil y elimax. La primera tiene como funcion introducir y realzar el término elimatico mediante una enumeracion que sirva de contraste o analogia (Race. 1986; 33). 17 heroico, lo divino, la gloria, la felicidad, las proczas fisicas, la dignidad, el decoro, la actividad de escribir poesia y el propio canto. Sugieren forma, luz y sonido, efectos visuales y concretos que se prefieren a los vagos y abstracts. En el gusto por las imagenes mixtas, especialmente las que combinan las nociones de altura y distancia, se constata la propension de Pindaro a la complejidad lingitistica. Sin pretender incurrir en los marbetes topicos que acompafian a la delineacion del estilo de Pindaro, tantas veces tildado de caético y abstruso, han de reconocérsele a justo titulo las cualidades de riqueza, variedad, elevacion y arrebato. En sus epinicios, el impetu y la audacia se someten a un constante refreno que los constituye en acabados paradigmas del estilo sublime, en el que, a partir de Dionisio de Halicarnaso, se sittia la obra pindari Aparte de su valor intrinseco, la lirica coral griega reviste interés en la historia de la oda por su ulterior repercusion, tanto en el ambito latino como en el europeo. Al menos en la fase de su constitucién, la poesia espanola desechara la via que tomaba como modelo la oda coral en la forma ofrecida por su mas conspicuo representante, Aun asi, hay que conceder que no se sustrajo a la impronta pindarica, ejercida desde los albores del género y detectable en variedad de detalles, cuya procedencia pudo haber estado mediatizada, en este caso, por Horacio o por el horacianismo elaborado en Italia. Sin entrar en el problema del peso ejercido por la poesia coral griega, se puede dar curso a la enumeracién de algunos de los rasgos de indole pindarica que contribuyen a afianzar el concepto de oda legado a la posteridad: el mito, con sus prolongaciones estructurales y su imbricacién en el presente poematico; la gnémica, de honda repercusién en la vertiente moral del género; la dimensién consciente que asume el poeta, plasmada en explicitas referencias a su tarea; la importancia otorgada al laudandus, en conexién directa con la modalidad epideictica que tan adecuadamente se aviene con el género; la aptitud de la oda como cauce de contenidos religiosos, que se remontaria al origen himnico del epinicio; el componente heroico, rasgo crucial en la elaboracién romance de la oda, y en relacién con el trasfondo épico del modelo griego; el caracter ocasional que ha suscilado el poema y su proyeccién publica, que permite involucrar a una colectividad en un epinicio investido asi de dimensiones universales, sin merma de su entronque en la actualidad contemporanea. Obviamente, se han omitido las referencias a la forma estréfica, que no recibe cultivo en la literatura del primer Siglo de Oro. En la estimacién de los autores espanoles, estos componentes configuraban la textura del género y a ellos recurririan al acometer la empresa de ampliar con una oda clasica el arsenal de formas poéticas disponibles. La oda latina tiene como principal representante a Horacio, autor de una coleccién de Carmina que se reparte en cuatro libros, publicados entre los afios 23 y 13..C. El conjunto, unido a las demas obras que integran la produccién horaciana, cuenta con una amplia tradicion manuscrita’ y exegética. De esta tiltima sobreviven 7 La tradicion manuscrita de la obra de Horacio esta representada principalmente por los siguientes codices (Brink, 1971: 1-10): Ambrosianus O 136 sup., ss. IX-X: Bernensis 363, s. IX; Monacensis lat 18 como unico testimonio los comentarios de Porfirién y Acrén®, transmitidos en notas marginales a los textos de los poemas. En los albores del Renacimiento comienza a ser objeto de ediciones, que se suceden de forma ininterrumpida a partir de la princeps de 1470°, De dar crédito a los repetidos pasajes en que el autor se proclama el primero en introducir la lira lesbia en el carmen latino, en la poesia de Horacio la continuidad de la tradicion griega se armoniza con las innovaciones. Para conciliar ambos logros, toma de sus predecesores griegos distintos elementos que se amoldarén a las exigencias impuestas por la lengua y cultura latinas ¢ instaura un nuevo género poético que en su obra alcanza sus maximas cotas”, Aunque no faltan reminiscencias de otros representantes de la lirica monédica, Safo y Alceo se erigen en los principales modelos. De ellos obtiene Horacio sus metros preferidos, las estrofas safica y aleaica. Safo, evocada en alguna ocasion (U-13, v. 25), enlaza con otra vertiente poética, la de los neotéricos y la elegia amorosa. La deuda con Alceo, por el contrario, no se circunscribe al metro, a juzgar por los pasajes de los Carmina en que se declara su seguidor (I-1, v. 34; 1-26, v. 11; 1-32, v. 5). Sin embargo, esta aclimatacién del plectro lesbio al latin produce un resultado sensiblemente diverso en el que las evocaciones del modelo"! cobran nuevo sentido al insertarse en un poemario que supera la simplicidad de la lirica griega arcaica y se destina a un publico lector (Nisbet-Hubbard, 1970: xi). De este modo, las estrofas eolias amplian sus dominios para acoger diferentes tradiciones, entre cllas las de la poesia de Anacreonte y las Anacreénticas (I-17, T- 23, 1-25, 1-27). Horacio acude con frecuencia a los autores alejandrinos ecmo fuente indirecta de los ritmos y motivos de los antiguos lesbios. Aunque intenta eliminar los vestigios de helenismo, no permanece indiferente a esta tradicion. Asi lo ponen de manifiesto los innegables débitos contraidos con ella en los poemas conviviales y de primavera, en el tratamiento de los temas amoroso y politico, en ciertas odas. dedicatorias y en la insistente presencia de motivos como la obsesién por la muerte y las dudas sobre el més alla. Sin caer en Ia copia servil, los principales temas de las odas retoman a menudo los lugares comunes de la Antologia (Nisbet-Hubbard, 14685, s. XI: Codex St. Claude, Dép. Jura (Bibl. Municipale), n.” 2, 8. XI; Vatleanus Reginae 1703; Biandinius Vetustissimus; Harleianus 2725, s. IX; Parisinus 10310, ss, IX-X: Parisinus 7972, ss. IX- X; Leidensis lat. 28, s. IX; Parisinus 7974, s. X; Parisinus 7971, 8. X. * Se tene noticia de otros comentaristas, entre ellos Clarano, Modesto, Terencio Escauro y Caristo. Existe también otro cuerpo de notas conocido como el Commentator Cruquianus (Nisbet-Hubbard, 1970: xvii). Tras la primera impresién de las Odas, los Epodos y el Arte Podtica, con los scholia de Porfirion y Aeron, por A. Tuseano, aparecen las siguientes ediciones: en 1482, la de C. Landino: diez anos més tarde, la de A. Mancinello, que afiade a sus proplos comentarios los de Porfrién, Acron y Landino: en 1503, la de Badio Ascento; en 1561, la de Dionisio Lambino; en 1568, la de C. Cruquio. “Bl texto y las traducciones proceden de la edicién bilingae de M. Fernandez-Galiano y V. Cristobal: Horacio, Odas y Epodes, Madrid, Catedra, 1990, "Pasquali (1920: 104} constata que clertos fragmentos de Aleco sélo han proporcionado el emblem intial Jas odas que presuntamente los imitan (I-14, I-18, 1-37...). Fraenkel (1959: 154-178) estudia la relacién. de las odas 1-9, 1-10, 1-14, 1-87, 1-13 y IIF-12 con sus modelos griegos. 19 1970: xiit-xiv). Dejando a un lado estas influencias gencrales de la poesia alejandrina, se puede sefialar a Calimaco como modelo que, en opinion de Wilkinson (1968: 118), anticipa la calculada perfeccién, la economia, el ingenio, la ironia y el sentido de la situacion caracteristicos del lirico latino. La oda IV-2, Pindarum quisquis studet aemulari, establece los limites entre el quehacer del poeta tebano y el del propio Horacio", puestos en parangon con Jas figuras del cisne y de la abeja, que representan los rasgos caracteristicos de la oda pindarica y la horaciana, elevacién y arrebato, en un caso, y restriccion y laboriosidad, en otro'®, Horacio aqui aplica Ja técnica de la recusatio para rendir tributo a Pindaro proclamandolo inimitable. Sin embargo, la vena pindarica se manifiesta en algunas secciones de los Carmina, entre ellas la constituida por los seis primeros poemas del libro tercero, conocidos como Odas romanas. Este grupo exhibe rasgos calificables de pind: tales como él estilo elevado, la fraseologia y colorido griegos, el empleo de un verso- clave que sumariza el principio ético contenido en la oda y, sobre todo, la exaltacion de las virtudes romanas", que coinciden con las que Pindaro elogia en los vencedores eginetas (Highbarger, 1935: 235 ss.). Del conjunto descuella la oda IIl-4, una de Jas mas ambiciosas imitaciones pindaricas (Race, 1986: 122), inspirada en la Pitia I. Ambos poemas tratan acerca del poder de las musas y el papel reservado al gobernante como agente divino fundador de un nuevo orden, misién en la que interviene el poeta en actitud de intérprele de la divinidad’®. rico Similares en tono y estructura a las Odas romanas, el conjunto, situado en ellibro IV, que Highbarger (1935) designa como Odas triunfales, incorpora elementos propios de los epinicios de Pindaro, que quedan ostensibles al proceder a la alabanza de los héroes (Druso, Marcio Censorino, Lolio...) y sus antepasados. La impronta pindarica se constata asimismo en la complejidad estructural obtenida con la aplicacién de técnicas propias de la lirica coral: las introducciones indirectas, los periodos circulares, las expresiones heroicas, las portentos maximas insertas en forma paratactica, las abruptas admoniciones y las digresiones (Nisbet-Hubbard, 1970). Dentro de estas tltimas adquieren especial relieve los relatos mitolégicos empleados con propésitos éticos, funcionalidad de la que son representativas las historias de las Danaides (III-11) y de Europa (III-27), que el poeta refiere para aleccionar a Lide y Galatea. ‘A pesar de estas y otras concomitancias, las odas de Horacio obedecen a un impulso lirico diferente al que habia generado el epinicio pindérico. Difuminadas © También en ta epistola 1-3 previene sobre los riesgos de imitar a Pindaro: «Pindaricl fontis qui non cexpallust haustus, / fastidire lacus et rivos ausus apertos (wv. 10-11). Se enclerra en estas imagenes la contraposicion entre la poética de los lirioos arcalcus y la de los poetae novi. seguidores de Cabmaco y Euforién (Cristobal, 1990: 26-28) “ paupertas, frugalitas, patientia, tusttia, constantia, prudentia, virtus, fortitudo, castitas y pictas. = Leanse al respecto los andlisis de Fraenkel (1959: 276-285) y Higginbothan (1969: 57-60). 20 las circunstancias de ejecucién propias de la lirica coral, pierde vigencia la caracteristica forma triadica, que los Carmina, destinados a un puiblico lector, evitan. De esa estructura queda como tnico vestigio la ocasional ordenaci6n tripartita de la materia (III-6, entre otras), siguiendo un esquema que en Pindaro era el resultado de la proyeccién del principio triddico a todo el poema. Las odas de Horacio no participan del caracter colectivo que hacia del epinicio pindarico una institucién social, vehiculo al mismo tiempo de la expresion de los sentimientos individuales. Sin eludir esa vertiente'®, predomina en los Carmina la que, por su ligereza en tono, caracter y contenido, enlaza con la monodia griega. Sus poemas, destinados a una selecta minoria, unen a la trabajada forma una técnica refinada que los convierte en exponente del propio ideal de aurea mediocritas (Shafer, 1918: 33) Horacio inicia en las letras latinas ¢l cultivo del género de la oda", Aunque a partir de Probo se generalizan las denominaciones de odae, iambi y saturae, en sustitucién de las genuinas carmina, epodon y sermones (Brink, 1971: 37), no carece de significado, a efectos genéricos, la eleccién de un titulo latino que expresa el caracter autéctono de una forma de filiacién griega. La expresion de los sentimientos colectivos, designio de la lirica ccral, se ha perdido en la poesia de Horacio, que resulta de una diferente idea de lirismo plasmada en una peculiar voz poélica. Desprovista de todo talante subjetivo, esa primera persona enearna una entidad estereotipada y convencional, que emite sus opiniones sobre temas politicos, morales y asuntos de la vida cotidiana, todo ello desde la perspectiva de una moral de aplicacién practica. El hablante se presenta como un yo objetivado que renuncia a constatar sus propios sentimientos y preficre moralizar situandose en un plano mas elevado. En esta primera persona objetivada y moralizadora confluyen dos facetas, la voz ptiblica y la personal, en general determinadas por la materia pocmatica. Inspirado por Febo o las musas, Musarum sacerdos, el poeta se siente llamado a cantar las glorias del Imperio, misién a veces depuesta en favor de asuntos cotidianos y de indole personal. Al entrar en colisién, ambas voces son susceptibles de ser conjugadas, al ejemplo de Alceo, que modulé su lira para cantar hazafas bélicas, de un lado, y a las deidades del amor, de otro (I-32, vv. 5-12)!*. El cantor de los de " Pindaro noes cl tinico modelo de ta lirica coral, No faltan imitaciones, aunque esporddie: esicaro, Baquilides y Siménides. "Horacio se alinea asi cnire otros poetas introductores de géneros. A Catulo, Licinio Calvo y Ticidas se deben los primeros epitalamios latinos. La elegia se incorpora a la poesia romana de la mano de Propercio, Comelio Galo y Tibulo. Virgilio, Calpurnio y Nemesio instituyen el poema bucélico. '

También podría gustarte