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UNIVERSIDAD CENTRAL DE VENEZUELA

Facultad de Humanidades y Educación


Comisión de Estudios de Postgrado
Especialización en Docencia en Educación Superior
Evaluación en nuevos ambientes tecnológicos de enseñanza y el aprendizaje

Lic. Gustavo Mizraim González


Lic. Gerardo Luis Lugo Rengifo

Resumen ejecutivo Foro 1


LA EVALUACIÓN Y SUS IMPLICACIONES EN LOS NUEVOS AMBIENTES DE
APRENDIZAJE

Introducción

Seguidamente los integrantes del Equipo N° 1 les ofrecemos los aspectos más
significativos que resaltan en las intervenciones del Foro Virtual 1 llamado: LA
EVALUACIÓN Y SUS CARACTERÍSTICAS Y TIPOS, siendo una reflexión
fundamentalmente de orden teórico a partir del desarrollo de una primera estrategia
que nos permitió revisar y discutir entorno a la definición y base pedagógica de la
evaluación educativa o instruccional, por medio de un ejercicio colaborativo
utilizando la técnica del mapa conceptual.

Sobre las definiciones de evaluación instruccional

Hemos podido intercambiar una serie de definiciones que nos han permitido
configurar las bases sobre las cuales desarrollar los diversos temas que durante este
semestre estaremos discutiendo.
Karima ha iniciado sus intervenciones con un primer esfuerzo de conceptualización:
“Evaluar es participar en la construcción de un tipo de conocimiento axiológico,
interpretando la información, estableciendo visiones no simplificadas de la realidad y
facilitando la generación de una verdadera cultura evaluativa”. A lo que Nattaly acotó “…la
evaluación vista desde un contexto educativo, es un proceso continuo y sistemático que
consiste en emitir un juicio de valor, partiendo de un conjunto de informaciones y datos
sobre la evolución o resultados de los estudiantes con la finalidad de tomar una decisión de
cambio y/o mejora de la calidad de la enseñanza y de los procesos de perfeccionamiento de
los docentes, todos estos, basados en los logros adquiridos en función de los objetivos
propuestos...”. Este aporte fue reforzado por la siguiente observación de Gustavo: “La
evaluación es una proceso de reflexión INTENCIONADA que evidencia si los objetivos
planificados han logrado su cometido en el desarrollo cognitivo, actitudinal y procedimental
dentro del aula, y si las estrategias, herramientas y técnicas han colaborado expresamente
en ello...”
A partir de estos aportes que marcaron la pauta inicial del Foro María Estefanía
quiso aportar los siguientes elementos que reforzaron la incipiente reflexión: “…la evaluación
es un proceso complejo y dinámico que ha venido sufriendo una serie de cambios como
consecuencia de la relatividad de los conocimientos y porque además no existe un
aprendizaje definitivo, puesto que todo conocimiento, según la teoría construccionista social
(a la cual me apego sin desmerecer las otras teorías), se va construyendo de forma
permanente y como producto del intercambio social y a lo largo del tiempo. Lo anterior nos
indica que la evaluación debe ser producto de un proceso de dialogo, intercambio de saberes
y el consenso de todos los actores que participamos en los procesos de enseñanza y
aprendizaje”.
En lo que podríamos considerar un segundo momento de este Foro Virtual surgieron
diversas intervenciones que vinieron a enriquecer lo hasta ahora aportado. Así Oscana le
dio un interesante valor agregado a la reflexión con los siguientes aportes: “La Evaluación
posee un concepto muy amplio, dentro de los cuales podemos considerar dos perspectivas,
la primera que es un instrumento de investigación didáctica y, la segunda que es un medio
pedagógico que proporciona una información que ayuda al alumnado a progresar en su
aprendizaje. La finalidad de la evaluación es tender siempre a la mejora de la intervención
didáctica, extendida ésta a todos los elementos que intervienen en el proceso de enseñanza-
aprendizaje; así, por una parte, sirve para facilitar el proceso de toma de decisiones y
consecuente y progresivamente ir adaptándolo a la ayuda pedagógica que precisa el
alumnado, y, por otra parte, para constatar si estas intervenciones han sido significativas o
no, también hemos de reconocer que la evaluación es un instrumento de investigación…”.
Ante las perspectivas que van surgiendo, Gerardo acotó, apoyado en un autor:
“Personalmente estoy negado a inclinarme de forma radical a «casarme» con un
determinado paradigma en el campo de la educación, considero que cada uno ha dado y da
respuesta a la naturaleza de los contenidos que son considerados en el ámbito educativo al
que se refiera; no obstante, es innegable que se apunte a un proceso que haga mayor
referencia a la dinámica instruccional que a los resultados de la misma, sin dejar de estimar
lo que aporta el resultado para considerar dicha dinámica y las estrategias que la
acompañan. Definitivamente asumo con Alfaro (2006) que «la fuerza positiva de la
evaluación depende de la validez y fundamentación que sirve de base a la toma de
decisiones que deben hacer todos los agentes involucrados en el proceso». De allí que dicho
proceso implique, en sí mismo, una oferta educativa que dinamiza los aprendizajes y llama a
revisar constantemente la acción de la enseñanza. Asumiendo la evaluación como una
capacidad natural humana que en la educación permite regular y verificar el logro de
expectativas instruccionales y el alcance de competencias académicas, se asume que la
misma está inserta en el mejoramiento continuo del mismo proceso en el cual participa”.
Gabriela da un mayor refuerzo a partir de otro autor: “Según Rodríguez (2002) la
evaluación es un conjunto de procesos sistemáticos que ayudan a analizar una información
valida y fiable, para luego ser comparada con otra referencia o criterio que permita tomar
una decisión que favorezca la mejora del objeto evaluado. En el caso específico de la
evaluación a distancia o semi-presencial, se puede definir como la validación de los
conocimientos de los estudiantes, al tiempo que se determina el éxito del entorno o
ambiente de aprendizaje”. En esta misma línea José aporta una visión desde la perspectiva
de otro de los autores estudiado: “Escudero (2002) «la evaluación bien entendida es,
probablemente, el principal elemento de cimentación, de articulación simultánea, de tres
conceptos claves en la configuración de una Universidad moderna, esto es, autonomía,
calidad y responsabilidad». En mi opinión la evaluación es un proceso sistemático,
participativo y multidimensional que produce información suficiente, la cual nos permite
como educadores, orientar los procesos de enseñanza y aprendizaje hacia la búsqueda de
procurar que los estudiantes se empoderen y comprendan la realidad que les rodea y
puedan de este modo ser agentes transformadores de la misma, procurando siempre el bien
colectivo por encima del individual”.
Posteriormente Gilda interviene para aportarnos algo de su reflexión y ayudarnos a
construir la experiencia colectiva: “La evaluación es considerada un proceso sistemático y
continua integrada a su propio proceso, basado en métodos y técnicas de investigación
social, se podría afirmar que no existe un consenso en su concepción teórica, por cuanto la
misma esta en correspondencia con los distintos paradigmas del conocimiento humano, con
el fin de aproximarse al conocimiento de la realidad. En el campo educativo no sólo se
evalúa el aprendizaje, sino todos los componentes del sistema y de la institución en su
conjunto, que esta caracterizado por un alto grado de regulación interna. Conocer la realidad
y valorarla de manera sistemática e intencional depende, en buena parte, de la experticia
del evaluador o evaluadores y del conocimiento previo que se tenga de la realidad a
evaluar”. Ayudándonos a dar un cierre a este aspecto de conceptualización a partir de los
mapas conceptuales elaborados de forma conjunta.
Finalmente, Gabriela interviene nuevamente y nos da un aporte novedoso que nos
hace entender que la reflexión no está acabada, “La evaluación educativa puede ser
considerada como un proceso de tipo investigativo, en el cual el evaluador asume el rol de
investigador para determinar los fenómenos que ocurren durante el proceso educativo, en
este sentido es prudente citar a Pérez Gómez (1993) quien define la evaluación como la
toma de conciencia sobre el curso de los procesos y resultados educativos, con el objeto de
valorarlos. De ahí que la evaluación implique a su vez un proceso de reflexión en el cual se
pueda interpretar la realidad obtenida dentro del campo educativo, para de determinar las
debilidades y fortalezas del estudiante en cuanto a los contenidos y objetivos de una cátedra
determinada.
Con esto cada uno de los participantes puede construir su propio concepto, e incluso
se podría dar un paso para reconstruir los ejercicios de mapas conceptuales que cada grupo
ha elaborado.

Más allá de los conceptos…

De forma paralela a esta construcción teórica colectiva fueron surgiendo en este Foro
Virtual 1 una serie de reflexiones que ofrecían diversos horizontes para la comprensión de la
práctica educativa, específicamente en este tema tan álgido como lo es la evaluación.
Siendo Karima nuestro pivote en la reflexión ella acotaba lo siguiente: “Construir una
cultura evaluativa implica incorporar a la evaluación como una práctica cotidiana, además un
proceso reflexivo, sistemático y riguroso de indagación sobre la realidad, que atiende al
contexto, considera globalmente las situaciones, atiende tanto a lo explícito como lo implícito
y se rige por principios de validez, participación y ética. Puedo también agregar que implica
valorar y tomar decisiones que impactan directamente en la vida de los otros. En este
sentido y tomando en cuenta estos aspectos para la evaluación de ambientes tecnológicos
de enseñanza y aprendizaje; seria importante agregar que debe estar la integración de lo
teórico y la tecnología para su implantación en el aula de clases”; Nattaly, como parte de
este equipo de trabajo, refuerza esta intervención: “Para que la evaluación de ambientes de
aprendizajes puedan ser eficaces se deben considerar lo siguientes aspectos: el desarrollo y
perfeccionamiento del ambiente, su organización y el mejoramiento de las personas que
intervienen en él, no sólo evaluando productos, hay que hacer énfasis y tomar en cuenta los
procesos. Como lo expresa Santos Guerra: «Se evalúa para comprender la naturaleza de los
programas, para mejorar a través del análisis y de los resultados de lo que se hace y lo que
se pretende hacer y para generar y reforzar teorías interpretativas de la realidad. La
evaluación que se propone no tiene solamente la pretensión de etiquetar un programa como
bueno/malo, ni siquiera la de facilitar la toma racional de las decisiones sobre otros
programas o la continuidad o mejora del que se ha evaluado, sino que se convierte en un
instrumento, en un proceso permanente entre la racionalidad teórica y la racionalidad
práctica» (citado por Ruiz, 1996)”.
Y en esa línea Gustavo acota: “…la evaluación no debe ser vista como un proceso
ético, donde se determina qué es bueno o qué es malo, para eso hay otras disciplinas (v.g.
la ética). Por eso, no se trata pues de una evaluación punitiva en lo que se ha convertido la
evaluación "sumativa", ni objetiva en cuanto se adhiere sin más a un enfoque positivista. La
evaluación es una proceso de reflexión INTENCIONADA que evidencia si los objetivos
planificados han logrado su cometido en el desarrollo cognitivo, actitudinal y procedimental
dentro del aula, y si las estrategias, herramientas y técnicas han colaborado expresamente
en ello...”; a lo que María agrega: “Comparto con Gustavo que la evaluación no es un
proceso ético, pero que si debe mantener los principios rectores de una visión integral de la
condición humana. Lo anterior implica que necesariamente debe darse un cambio de cultura
en el hacer y el ser de la evaluación, teniendo presente que todo proceso de formación
permanente en la persona sea hombre o mujer , debe permitir proyectarse en el mundo que
supone la complejidad de la incertidumbre (recordando a Morín), para en el proceso alcanzar
el desarrollo pleno de todas sus potencialidades, lograr la armonía, el bienestar, el éxito
personal y el colectivo, que se traduce en el bienestar y desarrollo de las generaciones
contemporáneas y las que se vallan generando en el tiempo y en el espacio”.
Karima en una nueva intervención nos indica: “Tomando como referencia los aportes
de mis compañeros, y la vivencia propia en cuanto a la evaluación, me parece oportuna la
cita de Peters, «el éxito del que enseña sólo puede definirse a partir del éxito del que
aprende». En el mismo sentido, como docentes diariamente, en el aula de clase (bien sea de
3era etapa o a nivel superior) evidenciamos fallas que los estudiantes tienen y que en
ocasiones imposibilitan su avance...la evaluación no puede ser aplicada como instrumento
punitivo en sus diversas formas de aplicación, a través de los instrumentos ya conocidos, por
tanto, la constante evaluación por parte del docente le da insumos tanto para beneficiar el
avance del estudiantado, como para el proceso de enseñanza... En la incorporación de la
tecnología en la enseñanza, la evaluación, aunque así no lo parezca es más consensuada y
abierta, lo que no quiere decir que en el aula convencional no lo sea, diferenciándose esta a
que cada estudiante avanza a su ritmo, pero teniendo igualmente una retroalimentación del
proceso que este protagoniza”. Siendo esto reforzado nuevamente por Nattaly: “…por su
carácter sistémico el diseño instruccional propone la evaluación a lo largo de todo el proceso,
e implicando en cada caso una actividad de enjuiciamiento, tanto de los aprendizajes como
de los elementos que están inmersos en el proceso. Dicha evaluación implica la comparación
entre los objetivos impuestos de una actividad intencional y los resultados que se
produce…”; a partir de lo cual nos ofrece una serie de criterios que, según su perspectiva,
para mejorar la calidad de la actividad evaluativa.
Por otra parte, Oscana también nos ofrece algunas pautas: “Los criterios que se
utilizan para las evaluaciones, tienen que responder a las preguntas: ¿Qué evaluar? ¿Cuándo
evaluar? y ¿Cómo evaluar? Los criterios que responden a la pregunta sobre ¿Qué evaluar?
son criterios indicadores sobre que aprendizajes son los que debe conseguir el alumno al
finalizar la unidad didáctica. Por lo tanto hace referencia a la obtención de las metas
propuestas al principio de la unidad, es decir, los objetivos didácticos.
Para responder a la pregunta sobre ¿Cuando evaluar? podemos indicar que las evaluaciones
pueden hacerse en tres momentos diferentes, al inicio o principio de una unidad didáctica,
hacemos una exploración inicial que nos aporta datos referidos a aptitudes, interés, etc…”.
Gerardo, a su vez, apunta a la siguiente síntesis sobre el tema: “Si se parte de una
definición global e integral que no desprecie el mismo proceso que históricamente ha
realizado la educación en su referente evaluativo, se puede asumir que la evaluación
educativa o de los procesos de enseñanza-aprendizaje es un elemento esencial que de forma
sistemática debe permitir confrontar lo qué se aprende y cómo se aprende, lo que se enseña
y cómo se enseña; fomentando la reflexión sobre la práctica pedagógica y sobre los
contenidos que la misma favorece, en cualquier campo del conocimiento humano.
Deben involucrarse no sólo los resultados que pueden ser tipificados en términos numéricos
o literales, sino los logros metodológicos, los progresos didácticos, las limitaciones o
potencialidades cognitivas, las fallas estratégicas, con la posibilidad de una búsqueda
colectiva y/o cooperativa de soluciones y de ampliación (construcción o deconstrucción) de
nuevos conocimientos, mejorándose la calidad misma de los procesos de enseñanza-
aprendizaje. Es la evaluación posiblemente el elemento más relevantes y delicados en la
dinámica educativa, que debe ser abordado con mucha claridad de criterios en favor de
todos los involucrados. De allí que Alfaro (2006) afirme que la tendencia es a considerar la
evaluación como «un proceso: flexible, cooperativo, integral, holístico, formativo, valorativo,
decisorio, negociado, crítico y práctico»".
Otros elementos de síntesis, con un horizonte donde destaca un llamado a la ética y a
la calidad de la evaluación, y basado en su experiencia, nos lo aporta José: “uno de los
primeros pasos que tenemos que dar para ir en pos de esa tan anhelada calidad,
transformación y cambio de la evaluación de los procesos de enseñanza y aprendizaje, es
que tanto el docente y el estudiante se empoderen de la realidad socioeducativa en la cual
se encuentran inmersos. Lo anterior implica en un primer momento, hacer un proceso de
reflexión en lo individual y en lo colectivo, el cual nos permita reflexionar sobre los valores,
principios, costumbres, prejuicios, intereses, percepciones, las relaciones de poder, los
instrumentos, los recursos y modelos que hasta el momento han influenciado y por ende
orientado los procesos educativos, no con el fin de descalificar o negar los procesos
históricos culturales que hasta ahora han condicionado y orientado las prácticas
instruccionales, lo que se trata es de reconocer cuales debilidades y fortalezas nos han
aportado al hecho educativo y específicamente a la evaluación, cada uno de esos procesos…”
Gilda, en esta línea de síntesis, nos indica: “La evaluación educativa se constituye en
un proceso de indagación integral, continua y permanente para generar información
imprescindible para la toma de decisiones. La evaluación implica conocer la realidad para
después valorarla, la manera cómo se conoce la realidad va a depender del paradigma en
que nos coloquemos. Por lo general, la evaluación es un proceso participativo y centrado en
el estudiante que compromete a todos los sectores implicados de la totalidad del sistema,
sin omitir ningunos de los aspectos involucrados en la concepción del hecho educativo,
constituyéndose la evaluación de los aprendizajes como parte central de este proceso”.
Nuevamente José nos enriquece la reflexión con una intervención que nos apunta al
cierre del tema, apoyado en diversos autores que le ofrecen una visión muy practica del
ejercicio de la docencia y su referente evaluativo: “Comparto la opinión de muchos
investigadores (as) de reconocido prestigio académico entre los cuales destacan González
(2006), Hernández (2002) y otros (as) , los (las) cuales manifiestan que para que los
procesos evaluativos contribuyan a generar aprendizajes significativos, los docentes deben
proponer a sus estudiantes actividades, tareas y procedimientos de evaluación que reflejen
las interpretaciones y significados construidos como producto del aprendizajes alcanzados y
mediados por el docente, a la par de fomentar actividades didácticas orientadas a que los
estudiantes reconozcan, reflexionen y valoren la utilidad de lo que aprenden para
comprender y dar sentido a los significados. Aunado a lo anterior es pertinente brindar
experiencias didácticas en las que amplíen progresivamente los contextos de aplicación de
los contenidos, ya que esto permite apreciar la evaluación como una experiencia natural e
inherente del proceso de aprendizaje. Todo lo anterior se hace con miras a lograr que el
estudiante desarrolle su autonomía, esto es, que sea capaz de controlar y autorregular su
propio proceso de aprendizaje. Claro está, a la par de todas estas acciones el docente debe
promover procesos de participación democrática que permitan el intercambio de opiniones,
la toma de decisiones en base a criterios bien definidos y como producto del consenso
colectivo del grupo, requiriéndose entonces que se den procesos de autoevaluación (para
propiciar la reflexión sobre la práctica individual) y coevaluación (reflexión, interacción y
autorregulación mutua sobre la práctica).
Gabriela, por su parte nos ayuda nuevamente a cerrar la reflexión con el siguiente
aporte: “…más allá de evaluar un producto final, se debe tener en cuenta aspectos
relevantes del progreso que realiza el estudiante durante día a día dentro de su entrono
académico, ya que estos son los únicos que pueden ofrecer una visión más cercana sobre los
logros alcanzados por el estudiante en un área específica”.

Conclusión

La experiencia forista ha sido muy enriquecedora y nos ha permitido, cada uno desde
su propia reflexión, reforzar conceptos y criterios para el la práctica de la evaluación,
otorgándonos elementos para continuar con las reflexiones que continúan en los foros
subsiguientes, que van a hacer énfasis en los aspectos virtuales y los ambientes tecnológicos
para la enseñanza y el aprendizaje en la práctica educativa en Educación Superior.

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