sién de poner orden y asi unificar y dotar de unidad y organi-
cidad al discurso retérico, una condicién sine qua non para lo-
grar la inteligibilidad del texto.
Solo asi, a partir del entendimiento del texto, se lograran al-
canzar, en consecuencia, el placer cognitivo y estético y, al mis-
mo tiempo, el placer emocional o catdrtico, propios tanto de la
poesia como del discurso retérico, que aspira a convencer y tam-
bién a agradar con las hechuras de su diccién esmerada.
EL ESTILO ENSARTADO Y EL PERIODICO
117. La periodizacién en el “estilo”
Muy ligado al ritmo de la prosa aparece la periodicidad,
pues de igual manera que el ritmo unifica y organiza y da
impresién de limitado y cerrado a un texto, el perfodo es
una forma de expresién ideal, perfectamente acomodada a
los requisitos de una obra poética o discurso retérico estili-
zado (0 sea, aqucl que posee ritmo, orden, simetria y facili-
dad de ser contemplado con una sola mirada), pues el pe-
riodo es una diccién que tiene en si misma un principio y un
fin y una dimensién que resulta abarcable con una mirada
(Arist. Rk. 1409235].
Y fue —una vez maés— Trasimaco de Calced6n quien co-
menz6 a construir perfodos bien elaborados en sus discursos
y a evitar el hiato, dos rasgos ‘de estilo luego desarrollados
con rigor y asumidos como propios por Isécrates.
Afirmaba Teofrasto —segtin un testimonio que nos trans-
mite Dionisio de Halicarnaso [Thphr. Fr. 3 Schmidt]— que
fue Trasimaco de Calcedén quien dio comienzo a poner en
practica y hacer realidad la “excelencia” (areté) retérica, que
luego exhibié con galanura e hizo consustancial a sus discur-
sos el orador Lisias y que algunos otros imitaron y s6lo logré
superar Deméstenes,
176cEn qué consistia esa “excelencia” (areié)? —se cuestiona
Dionisio de Halicarnaso haciendo uso pedagégico de la “pre-
gunta retorica”—. Y se responde a rengl6n seguido diciendo:
en apretar, concentrar y compactar los pensamientos, extrayen-
do de ellos sus significados fundameniales, reduciéndolos a su
contenido esencial, para, a continuaci6n, expresarlos con com-
pacidad, coherencia, atezamiento y tersura (D. H. Lys. 6].
Segtin la Suda [Sud. s. v. Thrastimakhos], fue Trasimaco
quien introdujo el modo retérico de la periodizacién inven-
tando e introduciendo en la practica los conceptos de “perio-
do” y Rélon.
En efecto, Trasimaco de Calced6n puso en marcha el “estilo
periédico” que més tarde perfeccioné Isécrates haciéndolo mas
amplio, caudaloso y fluido que el de sus predecesores Lisias y
Trasimaco, que, como ya anteriormente sefalamos, era mas
compacto, terso y contenido en sus limites.
La diferencia entre ambas periodizaciones consiste en que
los perfodos de Trasimaco y Lisias resultan mas vivos y rea-
les por su sencillez, mientras que los de Isécrates resultan a
veces excesivamente frios, ceremoniales y tan carentes de
vida, tan alejados de la realidad del habla normal o colo-
quial, que incluso nos transmiten la sensaci6n de tedio y de
ese aburrimiento 0 esplin que comunican con frecuencia las
‘obras tocadas de la mas acabada y sublime perfeccién.
118. Ritmo, periodo, perfeccién y poesia: Poética y Retérica
La Retérica —lo estamos viendo— eché mano de recursos ti-
picos de la poesia para enaltecer o engalanar su cstilo.
Ahora bien, tanto la poesia como el discurso retérico son
obras del lenguaje, y como tales —dado que el lenguaje es
intercambio dialégico (didlektos) [Arist. Rk. 1404a29]—, son
“dialdgicas”, es decir, se dirigen a una segunda persona, dis-
tinta del que habla, sobre la que intentan influir.
177La poesia dispone de mas recursos para llevar a cabo su
funcién, que es la de proporcionar el placer que es propio
de cada género poético, lo que el Estagirita denominaba la
oikeia hedoné (Po. 1459a21], que se suma al placer general de
toda poesia, que es el resultante de ser una imitacion (el pla-
cer cognitive del reconocer y entender [Po. 1448b18] “qué
es cada cosa, como, por ejemplo, éste es aquel personaje fa-
moso” [Po. 1448b16]) y el placer derivado de ser una aperga-
sia, 0 sea, una “perfecta realizacién” por la excelencia de sus
ritmos 0 armonias [Po. 1448b20].
En el discurso retérico, porque su funcién no es el enhe-
chizamiento placentero del receptor, sino su persuasién, las
exigencias de estrategias estilisticas a las que esta sometido
son menores 0, en cualquier caso, son las de la poesia pero
aplicadas de forma mis ligera o light y siempre sometidas a
la férrea ley del “término medio” (el “término medio se
adapta bien”, 16 méson harméttei [Arist. Rh. 1414a26]).
Por ejemplo, no hace falta el metro, sino que basta —y
ademas es preferible— el ritmo (pues “la forma del estilo es
menester que no sea ni métrica ni desprovista de ritmo” [Rh.
1408b21}), y las recurrencias han de ser muy discretas, los
compuestos deben ser rechazados como propios de la poesia
{pues “el abundante empleo de palabras compuestas es un
uso del todo propio de la poesia” [ RA. 1406b1]), y la metafo-
ra y el epiteto deben emplearse con tiento, cuidando mucho
que no parezcan poéticas [Rk. 1407b31].
Sin embargo, hay un punto en el que coinciden la poesia y
el discurso retérico. Ambas producciones del dégos 0 “lengua-
je-pensamiento” necesariamente deben estar sometidas al or-
den y concierto marcado por el ritmo y la bien ajustada dis-
posicién sintactica.
En la oralidad predominaba el “estilo ensartado” o léxis
eiroméne de frases que se van apoyando una en otra de forma
que —aqui tiene de nuevo razén Aristételes [Arist. Rh.
1409a24|— da la impresidén de que la exposicién no va a
178acabar nunca, pero al cabo si finaliza mediante una frase de
cierre que repite la frase inicial redondeando lo que se ha
dado en Hamar “composicién anular” 0 ringcompositie®.
Pero con el advenimiento de la escritura, pronto se comen-
z6 a valorar en prosa el estilo periddico (déxis katestramméne),
compuesto a base de periodos, entendiendo por “periodo” la
porcién de discurso poseedora de una extensién abarcable
por la mirada, que da la impresi6n de finitud porque contie-
ne un pensamiento completo.
Los periodos se organizan a través de las relaciones sintacti-
cas y de significado que se establecen entre sus miembros
(kéla), relaciones que introducen un innegable ritmo, una si-
metria y una proporcionalidad que recuerda las relaciones
ritmicas y métricas que se establecen, a través del ntimero, en
Ja poesia.
El “estilo periédico” (léxis katestramméne) —nos dice el Es-
tagirita— tiene numero, lo cual es la cosa mas facil de recor-
dar que existe, razén por la cual se recuerda mejor lo escri-
to en este estilo que lo compuesto en “estilo ensartado” o
léxis eiroméne.
Bien es verdad, sin embargo, que lo escrito en “estilo pe-
riddico” no se recuerda tan bien como lo que esta en verso,
porque en el verso si que esta patente e] numero (el “metro”)
con el que se miden, por lo que resulta que el discurso versifi-
cado es el que mejor se recuerda de todos los discursos [Arist.
Rh. 14096].
Pero lo que ahora nos interesa mds poner de relieve es que
tanto los versos métricos en la poesia como los kéla 0 “miem-
bros” en el “estilo periddico” (léxis katestramméne) introducen
un sentido de ritmo y de armonia en el discurso retérico que
delimita y por ello produce placer cognitivo, pues nos deleita-
mos al aprender con facilidad y alcanzar los limites de las
cuestiones examinadas [Arist. Rh. 1409b1].
22W, A.A. van Otterlo, “De ringcompositie als opbowprincipe in de epis-
che gedichte van Homerus”, nederl. Akad. Afd, Letterkunde 51, 1948.
179EL PLACER COGNITIVO, ESTETICO Y EMOCIONAL
119.El placer cognitivo y el placer estético en la poesia y en el
discurso retérico
Hay, pues, un placer de indole cognitiva en la poesia y en el
discurso retorico elegante que se eleva sobre la diccién pedes-
tre a base de adaptar estrategias poéticas embellecedoras.
Por ejemplo, la metafora. Debe emplearse en poesia y sirve
también para los discursos retéricos [Arist. Rh. 1404631] con
la condicién de que se emplee con la requerida cautela pro-
curando que sea apropiada y esté bien adaptada al contexto
(harmottotisas [1405a10]), 0 sea que se perciba que esta per-
fectamente basada en una clara analogia [14095al1] y que
por ende pueda decirse de ella que esta bien traida [1405b5}.
La metdfora es una recurrencia semdntica. Es, por tanto, un
elemento productor de ritmo, pues el Estagirita dice que este re-
curso de la metafora es propio de ese afin que muestra el poeta
por la sinonimia, bien contrario a la aficién del sofista (aqui ya
aparece empleada esta palabra en mal sentido) por Ja homoni-
mia, que le sirve a este embaucador que es el sofista para enga-
Har a la audiencia utilizando palabras homdnimas, que tienen
idéntica forma pero muy diferente significado [Ré. 1404b37].
Por tanto, ya tenemos tanto a la poesia como al discurso
retérico dispensando los dos placeres, el cognitivo y el estéti-
co. El placer cognitivo, en tanto que ambos usan de la metafo-
ra, que, si esta bien construida o bien traida, es una especie
de placentero enigma o agradable adivinanza que se resuielve
[Arist. Rh. 1405b4]. Y placer estético, pues qué duda cabe de
que la metdfora bien forjada se aparta de lo corriente, extran-
jeriza [1405a8] la lengua produciendo admiracién y gusto, y,
ademas, si encaja bien en el contexto, como le sienta bien un
vestido de color ptirpura a un joven [1405a13], produce pla-
cer, el placer derivado del ritmo que encaja arménicamente
las piezas que lo producen.
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