tendiendo que ya no lo hardn desde los arboles era, segtin el
Fstagirita, una placentera expresién metafGrica que compartia
esencia con las adivinanzas, pues queria decir que con los bos-
ques talados, como lo estaban las regiones en guerra, mal po-
drian cantar las cigarras desde las ramas de los drboles. He
aqui una expresi6n novedosa que hoy, desde la Lingtistica
Pragmatica, explicariamos por el concepto de ‘implicatura’.
Asimismo un cambio imprevisto de una palabra esperada
por otra inesperada para provocar el efecto cémico también es-
tarfa en esta misma linea, segtin Aristételes. Y asi, por ejemplo,
si en lugar de decir “caminaba teniendo bajo sus pies sanda-
lias”, transtormamos la frase cambiando su ultima palabra, que
era la esperada, por otra imprevisible, diciendo “caminaba te-
niendo bajo sus pies sabafiones”, estaremos afectando a nues-
tros oyentes a base de sorprenderles con ‘dicciones nuevas’
[Rh. 1412426].
LOS LUGARES COMUNES
103. Los “lugares comunes” en el discurso retorico
Ademéas de las estrategias retGricas ya vistas, el orador que preten-
da alcanzar el éxito con su discurso debe, siguiendo el modelo de
Protagoras y Gorgias, hacer acopio de temas o tesis que pudieran
ser objeto tanto de exaltacin o elogio como de vituperacién o
censura [Cic. Bruf. 46 ss.], aprenderlos de memoria y alargarlos o
abreviarlos, en el momento oportuno de la realizacién del discur-
so, segtin la conveniencia [Pl. Prt. 334e; Grg. 449b-c].
La ventaja de dominar estos temas estribaba en que el ora-
dor nunca se quedaria callado sin material para continuar su
discurso, pues, por ejemplo, en un discurso epidictico en elo-
gio de un héroe, siempre podria recurrir a la genealogia ratifi-
cadora de virtudes y vicios (Aquiles era heroico porque lo fue
su padre Peleo y éste porque lo fue su padre Eaco y éste por-
154que Jo fue su padre Zeus) 0 a las consideraciones generales so-
bre los efectos del valor [Arist. RA. 1418435].
Lo que en Homero era el enorme ‘pastizal de las palabras’
(Hom. / XX, 249], es ahora el conjunto de tdpoi o “lugares co-
munes’, unas parcelas obligadas del discurso que el orador debe
dominar porque no son aspectos de la realidad, sino de la reali-
dad hecha discurso, que, por tanto, deben aprenderse de me-
moria, deben imitarse y deben adaptarse a todo discurso.
Practicar una parcelacién de la realidad seria imposible, pero el
lenguaje posible en una comunidad politico-social se puede parce-
lar en ‘lugares’ que por su contenido ético-politico seran siempre,
mas tarde o més temprano, ttiles y utilizables en los discursos.
En todo discurso politico-social habrd que tratar de lo posible y
le imposible, de un hecho pasado ya irrecuperable, de un hecho
futuro que no tiene realidad mds que en nuestra voluntad, de una
cuestién importante o sin importancia [Arist. Rh, 1397a-1402b].
En todos los géneros de discurso aparecerd el tema de lo con-
veniente y lo perjudicial, de lo beneficioso y lo nocivo, de lo
justo y lo injusto, de lo noble y Io vil de lo honrado y lo ver-
gonzoso, de lo bello y lo feo [Arist. Rk. 1358b 20).
Asi la argumentacién racional del discurso retérico queda
muy bien delimitada a un esquematico sistema de ‘lugares’ o
tépoi a partir de los cuales se puede montar todo tema.
De este modo queda espacio para las estrategias psicolégi-
cas de emocionar al ptiblico oyente (pathos) y wansmitirle una
buena impresién del cardcter del hablante (éthos).
EL. ESTILO IDEAL EN FL DISCURSO RETORSCO
104. El fundamento del “estilo” en la Retérica
Por ultimo, se impone la cuestién del estilo, cuyo fundamento -
no esta en absoluto alejado de las bases sobre las que se apo-
ya la concepcidn del lenguaje retérico.
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