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sante el ravés del rita y cin bien tismo es wapatis- cia y sus laéptica recho de nicos en, de van- blado-, ue cen- Is movi- lagran elemen- ediato e je pue- duda alguna le 2008 Capitulo 1. Historia y dilemas de los movimientos antisistémicos”” Elnacimiento de los movimientos antisistémicos y sus debates estratégicos enlos afios de 1789 a 1945 Desde sus primeros afios, la economia-mundo capitalista, que fun- ‘ona desde por lo menos hace cinco siglos, ha provocado siempre fuertes resistencias por parte de los trabajadores, y ello bajo formas diversas: re- ‘urltas campesinas, motines de hambre, movimientos mesisnicos, ¢ in- thiso diversas formas del bandidismo social. Pero es hacia el siglo XIX ‘qe, por primera vez, se han constituido movimientos antisistémicos, po- litos, organizados y durables, lo que ha sido una notable creacién social, ahieval no obstante y durante mucho tiempo, se le ha dado muy poca atencin, ademas de no haberla analizado tampoco suficientemente. Esta creaci6n de un instrumento del cambio social, si bien se ha tevelado como algo muy eficaz, ha conocido al mismo tiempo ciertos limites. ¥ es esta realidad contradietoria, doble, la que puede explicar eleurioso fendmeno que se desarroll6 después de 1945. En efecto, mien- ttasque durante este periodo de la segunda posguerra estos movimien- {osparecian estar més fuertes que nunca, es en esta misma época cuan- dose han manifestado las dudas mas grandes respecto de su capacidad para aleanzar sus propios objetivos, paradoja aparente que resultaba ddelas presiones contradictorias nacidas tanto de la estructura como de lasestrategias de estos movimientos. Entonces, no se puede comprender lo que ha sucedido después de1945 mas que desde el contexto de la historia propia de esos mo} mientos, y esa historia debe necesariamente partir de la época de la ® Be texo fue publicado originalmente en inglés como capitulo del Tibro colectivo ttwlado Transforming she Revolution, que inclu también ensayos de Giovanni Arvighi, Samir Amin y André Gunder Frank. La presente raduecisn al espaol est hecha, en cambio, dela version de ‘sclibroen francs, tivlada Legrand tumulte? Les mouvementssociaus dans |'éomonnie- monde BB La Découvente, Paris, 1991, pp. 10 ~ $5, La traduccisn del frances al espaol es obra de (aris Antonio Aguirre Rojas. Historia y dilemas de los movimientos antisistémicos Revolucién Francesa. ¥ no porque esta Revolucién, ni tampoco el pe riodo napolednico, hayan sentado las bases de la organizacién de esos movimientos, ain cuando en esos tiempos nosotros podemos ya des- cubrir los embriones de estos iiltimos. Mas bien, el punto principal es que la Revolucion Francesa, de un lado ha puesto a la ideologia del Antiguo Régimen en una postura defensiva, y lo ha hecho definitiva mente en la escala de todo el sistema mundial, y de otra parte, ella ha sentado solidamente las bases de los temas ideolégicos del mundo mo derno, de las consignas y las razones de ser de todos los movimientos que le han sucedido. En resumen, todo lo que puede condensarse en la célebre formula: “Libertad, Igualdad, Fraternidad”. Pues en un primer sentido, estas consignas han inspirado lo que podriamos llamar de manera muy amplia el movimiento social, es de- Cir, la lucha de las clases oprimidas, y especialmente de las clases obre- ras en la conquista por la libertad (derechos politicos en toda la exten: sion de este término, acceso a una cierta seguridad econémica que hace posible optar por diversas alternativas politicas y sociales, control so- cial sobre el lugar del trabajo y sobre el espacio en el que uno vive), la igualdad (es decir la eliminacién de los criterios politicos, econémicos y sociales de todo tipo de diferenciacién), y la fraternidad (Ia ayuda mutua y la Solidaridad de las clases obreras, concebida como la condi- cin necesaria de la fraternidad de toda la humanidad entera). Es claro que estos ideales del movimiento social no nacieron si- bitamente en la época de la Revolucion Francesa: tenfan ya una larga historia detras de ellos; incluso, habian sido algunas veces planteados por movimientos de protesta religiosa. Pero la Revolucion Francesa los transformé completamente, en primer lugar porque les confirié una forma aicae independiente de toda religion. En segundo lugar, porque les dio también una legitimidad social tal que incluso los pensadores conscientemente conservadores, del tipo de Joseph de Maistre, se com- prometieron por vez primera en un combate sistematico en contra de ellos, reconocien¢ o de esta manera su creciente fuerza y presencia so- cial. Finalmente, la Revolucién Francesa los expandié en el mundo en- tero, convirtiéndolos en ideales generales que no estaban asociados con ningiin lugar, con ningin grupo humane, 0 con ningtin pueblo o nacién en particular La tercera dimensién novedosa es que esas consignas han inspi- rado también lo que podrfamos llamar, de manera muy amplia, el mo- vimiento nacional, es decir la lucha de los pueblos oprimidos en la con- quista de la libertad (su autonomia politica, econémica y cultural, en tanto que colectividad), la igualdad (encarnada esencialmente en el con- Immanuel Wallerstein cepto de soberania junto de un puebloe! Gién interna, y tamb plo con otros pueble objetivos es tal, que movimiento social ta historia de los debat nos obliga a manten ‘Aqui también nuevos. Pero la Rev mundial dos concep cidos universalmen erucial para toda las pitalista, con su sis momento se atribui: Jucién Jo ha convert pleta del pueblo, co concepto es el de la pba mas que a un pec ces se ha convertide €luso de aquellos cu 3] camino que por otro lado, parac revolucionarios, sin Ja forma de la conq ‘un nacionalismo at dente atin dentro d tiempo, revoluciona también imperialis legitimando en cad Sin duda,com del periodo de la Re haber eliminado al Monarquia. Y esto, movimiento nacion: caso, por parte del Pero muy prontose nuevo espiritu dent nuaron expandiénd Asi, desdelay la clase obrera desa rque pom- rade aso- Immanuel Wallerstein cepto de soberania nacional), y la fraternidad (la solidaridad del con- junto de un pueblo en tanto que pueblo, por encima de toda diferencia- cién interna, y también la solidaridad de ese pueblo en tanto que pue- blo con otros pueblos oprimidos similares a él). La analogfa entre los objetivos es tal, que algunos han pensado poder aplicar el término de movimiento social también a estos movimientos nacionales. Pero la larga historia de los debates politicos entre estos dos tipos de movimientos, nos obliga a mantener para ellos dos denominaciones distintas. Aqui también los objetivos, considerados en si mismos, no eran nuevos. Pero la Revolucién Francesa ha impuesto a todo el sistema mundial dos conceptos que hasta ese momento no habian sido recono- cidos universalmente. Primero, el concepto de soberania, concepto crucial para toda la superestructura politica de la economia-mundo ca- pitalista, con su sistema interestatal: aquella cualidad que hasta ese momento se atribuia ala figura de un individuo, el “soberano”, la Revo- Jjucién Jo ha convertido en un concepto que se atribuia a la figura com- pleta del pueblo, convertido ahora en pueblo “soberano”. El segundo concepto es el de la nacionalidad, que hasta ese momento no se aplica- bamés que a un pequefio mimero de Estados, y que a partir de enton- cesse ha convertido en un patrimonio comin de todos los pueblos, in- dluso de aquellos cuya existencia no ha sido hasta hoy reconocida, El camino que ha tomado esta expansién de la idea nacional es, por otro lado, paradéjico, porque no es la de la difusion de los ideales revolucionarios, sino més bien la del imperialismo revolucionario bajo |aforma de la conquista napoleénica, la que en su momento provocd un nacionalismo antifraneés. Este doble aspecto de su origen es evi- dente atin dentro del nacionalismo moderno, que puede ser, al mismo tiempo, revolucionario frente a fuerzas de opresion mas poderosas, pero también imperialista frente a otras fuerzas més débiles, provocando y Iegitimando en cada momento otras luchas distintas. n duda, como lo sabemos bien, la Revolucién Francesa fue seguida el periodo de la Restauracién, de una época durante la cual se pensaba uber eliminado al movimiento social a través del restablecimiento de la Monarquia. Y esto, sobre todo en Francia, en donde movimiento social y movimiento nacional eran considerados, simultneamente, como un fra- «aso, por parte del ‘Concierto europeo’ que habia organizado Metternich, Pero muy pronto se vio que no era tan facil tratar de limitar y encasillar al muevo espiritu dentro de los viejos moldes. Las ideas inspiradoras conti- auaron expandiéndose bajo formas diversas. Asi, desde la primera mitad del siglo XIX, los protomovimientos de laclase obrera desarrollaron en su seno todos los elementos que estaban Historia y dilemas de los movimientos antisistémicos ‘Immanuel Walle destinados a mantenerse también como caracteristicas de su época mas madura: su capacidad de organizacién (como el caso de las Sociedades Secretas en Inglaterra, que estaban forzadas a ser secretas en virtud de la Ley en contra de las Coaliciones), los diversos intentos de construir uto- pfas colectivas (defendidos por los partidarios de Owen, por los Saint- simonianos, por los fourieristas), la violencia (bajo la forma del uddismoy del blanquismo, pero también de la Revolucion Haitiana con la insurree- cién de los esclavos), la reivindicacién de reformas legislativas llevadas a cabo por parte del Estado (Ia Campatia por el establecimiento de la ley de las diez horas y en contra del trabajo de los nifios y de las mujeres, en Inglaterra, el Movimiento Cartista en general, pero también la Campaiia por la emancipacién de los eatdlicos, en Irlanda y en Gran Bretaiia). este mismo periodo, las manifestaciones de la corriente de los movimientos nacionalistas han puesto en evidencia todas las ambigiie- dades que habrian de continuar también durante las etapas posterio- res. Es claro que varios nuevos Estados se formaron sobre la base de las antiguas fronteras “coloniales”, como fue el caso en América Latina, pero también en Bélgica en 1830, casos que fueron dirigidos por gru- pos que han podido encontrar apoyo en el descontento social interno, alimentado, por lo demés, por la influencia ideolégica de la Revolucién Francesa. Y esos movimientos se beneficiaron ademas de una coyuntu- ra internacional favorable, teniendo el apoyo de una o de varias gran- des potencias de la época, Pero también es claro que esos movimientos, no necesariamente movilizaron en su apoyo a las grandes masas de las capas sociales mas desfavorecidas de sus respectivos paises. Después, la economia-mundo capitalista se ha ido incorporando nuevas zonas y nuevos territorios; de ello ha resultado su reestruetura- cién politica y la creacién de nuevos Estados. En la linea de esta crea cién, se pueden distinguir tres variantes, que se pusieron en practica en el caso del Imperio Otomano. La primera, es la que podriamos llamar adel nacionalismo en si mismo, como fue el caso de la Revolucién Grie- ‘ga de 1820-1830, que fue abiertamente apoyada por la Gran Bretafia y que estaba representada, en esta situaci6n, por dos figuras tipicas y opuestas: de un lado por ese romantico liberal, tercermundista antes de que este término fuese inventado, que era Lord Byron, y de otra par- te, por el imperialista cultural en todo su esplendor que fue Lord Elgin. Una segunda variante es la de la reconstruccién Ilevada a cabo desde el interior, y es este el caso de la ruptura que llevé a cabo Egipto con el Imperio Otomano, ruptura construida por parte del primero de los “modernizadores”, que era Méhémet-Ali. Gran Bretafia y Francia lo apoyaron en la medida en que su proyecto debilitaba al dominio impe- rial otomano, ses. Pero al mis de este proyect fuerte y auténe truccién desde de Francia y de observamos ini encontrar los 0 de Abd El-kade Estos inte fasos, como era podia intentarse estos tiltimos ha volucionario de En1848,p proletaria ha int neficio dela clas trol obrero sobre irrumpié en eln violencia extrem: dictadura militar comprobaba que Sabemos bien qu Marx se refierea dieciocho bruma lidad. Como no mental del movin influencia sobre« nista, que fue pub dela insurreccién fleto, que en otra en la oscuridad,h de amplitud mun Pero 1848 n movimiento social Nes”, seguramente ciones importante: ra internacional d intentos por crear: ciones que eran a Ttalia y en Hungri nanuel Wallerstein tial otomano, y sobre todo, cuando este tiltimo se oponfa a sus intere ses. Pero al mismo tiempo, esas dos potencias se opusieron a los planes deste proyecto, cuando intenté crear un Estado egipcio efectivamente rte y autonomo. Finalmente, una tercera posibilidad fue la recons- tuccién desde afuera, y es el caso de la conquista de Argelia por parte de Francia y de su colonizacién a partir del aiio de 1830. En este caso, observamos inmediatamente una fuerte reacci6n, en la cual es posible encontrar los origenes del nacionalismo argelino moderno, el Estado de Abd El-kader y su resistencia a la conquista Estos intentos de movimientos organizados eran todavia muy cor fusos, como era de esperarse en un periodo en el que se intentaba lo que podia intentarse, sin demasiados andlisis o debates estratégicos. Porque estos titimos han surgido verdaderamente, slo a partir del ambiente re volucionario de 1848 y de las derrotas politicas que lo han acompati En 1848, porvez primera en Francia, un grupo politico cuya base e1 proletaria ha intentado seriamente conquistar el poder del Estado en be- neficio de la clase obrera, junto a la legalizaci6n de los sindicatos y el con: trol obrero sobre los lugares de trabajo. El intento fracas6, la guerra civil itrumpié en el mes de junio, siendo una guerra civil corta pero de una violencia extrema, y después el orden fue restablecido por medio de una dictadura militar con rasgos populistas, bajo la égida de Napole6n III. Esto omprobaba que la victoria del movimiento social no llegaria facilmente. nos bien que uno de los anilisis politicos més conocidos de Carlos refiere a estos acontecimientos ya su prolongacidn, en la obra £7 brumario de Luis Napoleén Bonaparte, y esto no es wna casua lidad. Como no lo es tampoco el hecho de que el texto estratégico funda: mental del movimiento social moderno, el que ha ejercido la mas grande influencia sobre ese movimiento es el del Manifiesto del Partido Comu- ae fue publicado precisamente a comienzos de 1848, es decir antes dela insurreccién dejunio, la que f precisamente ha provocado que un pan- feto, que en otras condiciones quiza habria estado destinado a perderse ena oscuridad, haya en cambio podido dar nacimiento a un movimiento deamplitud mundial. Pero 1848 no ha sido solamente una ensefianza fundamental para ¢ novimiento social, también ha sido la época dela “primavera de las nacio- nes”, seguramente muy breve, pero que ha establecido también ciertas le ciones importantes para el futuro. Porque es claro que ha sido la coyuntu- 1 internacional desfavorable la que provoed la derrota de los distintos ntentos por crear nuevos estados soberanos, sobre la base de reivindica- ciones que eran a la vez constitucionales y nacionales (en Alemania, en talia yen Hungria). De esta experiencia, era necesario concluir que los Historia y dilemas de los movimientos antisistémicos movimientos nacionales no podrian triunfarsin estar acompafiados de una coyuntura internacional favorable, que les permitiese encontrar aliados entre las grandes potencias. En resumen, la revohucién nacionalista no era un proceso més facil que el de la revoluci6n social, y ellas debian, ambas y cada una por su lado, contar sobre todo con sus propias fuerzas, y esas fuerzas era necesario construirlas y organizarlas. Entonces, la gran leccion de 1848, es que todos esos movimientos tenian necesidad de una organizacion politica estable, capaz de levar a cabo las diversas hichas durante largos afios; ésta era un arma indispensa- ble para la victoria, y este axioma ha sido la base de la estrategia de todos los movimientos de cierta importaneia a partir de esta fecha. Algunos di- ‘rin, incluso, que esta leccién fue demasiado bien comprendida. Naturalmente este principio no fue admitido de entrada sin dis- cusién. Muy por el contrario, entre 1848 y la insurreecién obrera si- guiente, la de la Comuna de Paris en 1871, la discusion fue intensa y se polariz6, de un lado, en el debate entre los marxistas y los anarquistas enel seno de la Primera Internacional, fundada en 1864, y de otra par- te, entre los marxistas y los proudhonianos. Para los proudhonianos, la salida consistia en Salirse y ubiearse fue- ra del circulo de las relaciones de la produccién capitalista, y para los ‘anarquistas el objetivo era lardestrucci6n del Estado, en tanto que base de todo el sistema; tales eran los verdaderos medios de realizar, segtin ellos, los objetivos de la clase obrera. Por su lado, los marxistas juzgaban que dicho retiro seria una estrategia destinada al fracaso, y de ninguna manera algo progresista; y en cuanto a la destruecién del Estado, ella no serfa tan facil de cumplir como lo crefan los anarquistas. En lugar de estas dos vias, Jo que los mharxistas proponian era mas bien una empresa metodica de conquista del poder del Estado, apoyandose en el potencial revolucionatio de aquellos que “no tienen nada que perder, més que sus cadenas”, es de- cirla clase del proletariado industrial. Poniendo el acento sobre la organi- zaci6n colectiva, despreciaban todo aquello que parecia derivar del indivi- dualismo, no obstante, sin rechazar la moral del trabajo; aunque con: piendo que esta iltima deberfa de ser aplicada, especificamente, s6lo por aquellos que estaban dispuestos a emplearta al ae te conn Las estates outbonaas goes eee mente como ineficaces, sino eS a degenerar en comporti= restaban a derivar en una vi , a ap, o dicho dé pvyentos similares 0 prOximos a los del tumpenproletariado, © faa aero snera, a cornportamientosirresponsablesy politicarnent Por el eontrario, para los marxistas, el eambio social deberins do final de esfuerzos rigurosos y conscientes. Immanuel Wallerstei También es 1 muchos puntos de nacié de una empr cidn politica partie contra de Alemanis por una fuerza arm francesa y alemana dado la prueba del: day adecuadament lizando en torno d ‘como particularme Ysstibitament to de “dictadura de concepto destinado Yesasi que en 1872 Ja Internacional ot nal misma, queha1 bien débiles, se aps movimientos débil de esta Primera Int Occidental se organ que poderosos sind rn los que constitu De este modi nizacién politica h sobre tres tipos de 2 En le mayor, mento no uno sinod lado sindicatos, y de adherentes en los mi avveces, pero eso n0 i distintas y dentro d actuaban en el seno eampo de la “econom listas lo que los obrer medios de accién erai nes por medio dela i Ciaciones, directas o| Por su lado, los tructura estatal y del Immanuel Wallerstein ‘También es necesario considerar que la Comuna de Paris fue desde muchos puntos de vista un acontecimiento sorprendente, porque ella no nacié de una empresa metédiea y consciente, sino més bien de una situa~ cin politica particular: la de la derrota de Francia en la guerra de 1870, en contra de Alemania, Es claro que la Comuna seria destruida y masacrada por una fuerza armada, derivada de una alianza de las clases dominantes francesa y alemana. Pero no es menos cierto que esa Comuna nos habi dado la prucha de la eapacidad de las clases obreras para organizarse répi- dayadecuadamente en el contexto de una situacién revolucionaria, movi- lizando en torno de ella un amplio apoyo de las masas, y mostrindose como particularmente apta para la ereacion y la inventividad social. Ystibitamente, ella ha dado también un sentido concreto al concep- tode “dictadura del proletariado” (un sentido pasajero, evidentemente), concepto destinado, a partir de ese momento, a tener una muy larga vida. Yesasi que en 1872, los marxistas vencerin definitivamente en el seno de laInternacional Sobre los anarquistas bakuninistas, aunque la Internacio- nal misma, que ha reunido en su seno a un conjunto de movimientos mas bien débiles, se apagara cuatro aiios después, al igual que varios de esos movimientos débiles. Entonces, en el periodo siguiente, y en sustitueién deesta Primera Internacional, en la mayor parte de los paises de Europa Occidental se organizaran partidos obreros s6lidos y metédicos, lo mismo que poderosos sindicatos. Y ambos, estos partidos y estos sindicatos, s rin los que constituyan la base de la Segunda Internacional. De este modo, entre 1870 y 1914, y como el debate sobre la orga- nizacién politica habia sido ya resuelto, las discusiones se centraron sobre tres tipos de problemas nuevos. En la mayor parte de los Estados europeos, hubo desde ese mo- mento no uno sino dos tipos de organizacién de la clase obrera, de un lado sindicatos, y del otro partidos socialistas; ambos reclutaban sus adherentes en los mismos sectores, su personal dirigente se sobreponia aveces, pero eso no impedia que se mantuvieran como organizaciones tistintas y dentro de campos de accién diferentes. Los sindicatos actuaban en el seno de los Ingares de trabajo, y sobre todo dentro del campo de la “economia”, luchando por arrancar a los patrones capita- listas lo que los obreros consideraban como sus propios derechos. Sus medios de accién eran, de un lado la huelga, la presion sobre los patro- nes por medio de la interrupeién de la produecién, y del otro las nego- ciaciones, directas o por la intermediacién de las autoridades politicas. Por su lado, los partidos socialistas actuaban en el euadro de la es- tructura estatal y del dominio “politico”, luchando por arrancar aquello a Historia y dilemas de los movimientos antisistémicos Jo que los obreros tenian derecho, no de las manos de los patrones, sino miis bien de las manos del Estado. Sus medios de accién eran andlogos a los de los sindicatos: el empleo de una cierta forma de violencia en contra del Estado, y también las negociaciones con él. Se puede entonces pensar, a partir de estas similitudes, que los esfuerzos de sindicatos y de partidos se habrian podido facilmente sincronizar y armonizar. Pero en aquellos tiempos surgié fatalmente el problema de las prioridades y de las jerar- quias entre los dos tipos de organizacién, y esto se complicé rapidamente, por la emergencia de dos tendencias —llamadas por algunos “desviacio- nes”—, y que se repartian de manera desigual en el seno de esas organiza- ciones. La primera tendencia fue el resultado de la aparicién de esa capa que, de una manera peyorativa, fue nombrada “aristocracia obrera”, 0 dicho de otro modo, de una capa de obreros altamente calificados, me- jor pagados, y que eran frecuentemente conservadores en materia de reivindicaciones politicas ~esto, en razon de su “posicion de clase”, en la medida misma en que ellos ya tenian algo mas que perder que sola- mente sus cadenas—. Ahora bien, es importante subrayar que fue pre- cisamente en el seno de esta capa obrera que los sindicatos habian echa- do inicialmente raices. Visto desde la lejanfa, nos parece ahora inevita- ble que hayan sido esos obreros los que tuvieron un lugar tan despro- porcionado en el seno de esas direcciones sindicales. Lo que entonces derivé, rapidamente, en el hecho de que las reivindicaciones sindicales se concentraron, fundamentalmente, en torno de la lucha por las nece- sidades materiales més inmediatas. La otra tendencia habia nacido de la evolucién de los partid cialistas, los que tendian hacia la construecién de una suerte de alianza de clases, en la medida en que atrafan hacia ellos, cada vez més, a cier- tos intelectuales de origen burgués. Varios de estos iiltimos, gozaban de buenas situaciones profesionales en el seno de las clases medias, ¢ incluso de las clases altas. Pero sobre todo a partir de su formacién, estaban bien entrenados en el ambito de las tareas de la organizacion que eran indispensables para un partido politico. Mucho mas que los obreros calificados, estos intelectuales se mostraron como capaces de cocupar los puestos de responsabilidad, cada vez mas numerosos, den- tro de los aparatos de direcci6n de esos partidos. Y entonces, empez- ron a ver el rol del partido como el de una vanguardia, encargada de mantener en el camino correcto a un sindicalismo que estaba domina- do por la aristocracia obre 2yLos gérmenes de estas contradicciones estaban entonces ya sem- brados desde este periodo, atin cuando en aquellos tiempos no tomaran so- Immanuel Wallerstein todavia la forma de un conflicto interno abiertamente declarado, sino so- lamente la de una tensién respecto de la prioridad jerarquica de uno 0 de otro tipo de onganizacién; y vale la pena sefialar que en esa época, esta contradiccién no fue de hecho solucionada nunca verdaderamente. Muy alcontrario, ella se integré aunque sin confundirse, dentro de la segunda gran divergencia interna del movimiento socialista, la que se referia al punto de a téctica de la conquista del poder del Estado, y que puede resumirse sumariamente en la oposicién entre a via parlamentaria o gradual, yla via dela insurreccién revolucionaria. Al principio, la discusién fue llevada to- talmente de buena fe entre los defensores de un mismo ideal: el ideal dela sociedad socialista, puesto que esa discusion le habia sido impuesta al mo- vimiento, a partir de una situacién nueva e independiente de su voluntad. Esasituacién era la dela extensi6n continua del derecho de voto, esencial- mente dentro de los paises centrales de la economfa-mundo, Sin duda, esta era una antigua reivindicacién de todo el movimiento democratico, pero fue s6lo hacia mediados del siglo XIX que las fuerzas conservadoras se dieron cuenta de que podian obtener, con la conce- sién de esta demanda, ciertas ventajas para la cooptacion de estos mo- vimientos. De hecho, en Inglaterra por ejemplo, fue el tory Disraeli y no liberal Gladstone, quien propuso la mas amplia extensién de este de- recho al voto, lo que es un signo evidente de este cambio. Y se podria agregar que incluso en Alemania, fue el ultraconservador Bismarck quien de hecho invent6 lo que més tarde se llamaré el Estado-Provi- dencia. Entonees se planteaba la pregunta a los socialistas, de decidir si allos debian o no participar en las elecciones, si debian o no participar dentro de la vida parlamentaria, y finalmente, a partir del fin del siglo XIX, incluso si debian o no participar en el gobierno. Sobre este proble- ma, hubo entonces aquellos que no vefan ninguna razén para no llevar acabo esta participacién, pues consideraban que su electorado poten- cial constituia claramente la inmensa mayoria de la poblacién, y esto por definicion. En consecuencia, los partidos socialistas tenfan todas las oportunidades de ser los grandes beneficiarios de esta extensién del derecho de voto, con lo cual podrian hacer que el Estado evolucionara enla direccién que los beneficiaba a ellos. Por otra parte, los escépticos frente a esta participacién, retomaban nuevamente los argumentos de Jos marxistas en contra de los proudhonianos y los bakuninistas, pues pensaban que las cosas no serian tan faciles. La burguesfa, afirmaban, no se dejaria expulsar del poder por medio de los simples resultados dectorales, o mas exactamente, ella no permitiria una supresién del «apitalismo por la simple via electoral. En consecuencia, el proletaria-

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