Está en la página 1de 21
i — = i 1 EVASION DEL PELIGRO | EL Homnre, que vive en un mundo donde reina el azar, se ve oy | obligado 2 buscar la seguridad. Ha tratado de obtenerla en dos Nees | formes. Con una de ellas intenté ganarse el favor de las = ias que le rodean y determinan su destino. Se manifesto et siiplica, en el sactificio, en el rito y en el culto mégico. A Ia lat- gga, estos métodos burdos fueron relegindose. Se considers que el sacrificio de un corazin contrite era mas agradable a [os dioses que el de toros y bueyes; y Ia actitud intima de reverencia y de- vorién, mis descable que las ceremonias externas. Si el hombre no podia domefiar el destino, podia, cuando menos, aliatse con 4; poniendo su voluntad atribulada al lado de as potencias die pensudoras de Ia suerte, podria escepar al fracaso y triunfar en oO medio de Ia destruecién, El otro camino consistié en Ia invenciin de las artes para, por Su media, colocar a su disposicién los poderes de la naturaleza; el | hombre constrtiye una fortaleza valiéndose de las mismas condi- Giones y fuerzas que Je amenazan. Construye albereucs, teje ves. fides, convierte al fuego en amigo suyo y va desarrollando Tas artes complicadas dle le vida en sociedad. Es un método que con- iste en cambiar «l mundo mediante la accidn, mientras el otro Gonsiste en cambiarse uno mismo en sus sentimientos ¢ ideas, El Becho de que en el método que se dirige a la accién se haya visto Brexpresin de un orgullo peligroso y hasta una provocacién de Tes poderes de la naturalesa, pone muy bien de relieve cuan poco dominio ha adquirido el hombre sobre sf mismo por medio de Au'dominio dlc Ia naturaleza. Los pucblos han oscilado entre consi # Tas artes como un don de Tos doses © como una invasion AE Sts pretrozativas. Ambas versiones dan testimonio del hecho de SNe 2 siente que en Jas artes hay algo de extraordinario, algo Sebtehumano o no natural. Pocos han sido los espiritus que han Pvisto que mediante las artes el hombre podria establecer, con a ot sobre las fuerzas y las leyes de la naturalezs, un reinado } ToL Omles, cle Ta justicia y de la belleza, y esos pocos no han mado mucho a atencién. = 3 4 EVASION DEL PELIGRO Los hombres se han complacido con los frutos de las artes que conocian y en tos siglos tiltimos se han dedicado eada vez mayor abinco a su multiplicacién, Pero este esfuerzo ha ido acompafiado de una desconfianza profunda acerca de que las artes Pudieran ser un mérodo adecuado para aftontar los peligros se- rios de Ta vide. Quien dude de Ia verdad de esta afirmacién no tiene mas que pensar en la desestimacién con que se ha mirado fia idea de Ia préctica. Los filésofos han celebrado el método para cambiar las ideas personales y los hombres religiosos el de cambiar los afectos del corazon. Semejantes cambios 0 convers res han sido ensalzados en razén de si mismos y silo accidental- mente por el cambio préctico que podian acarrear. Se pensaba, mis bien, que este tltimo cambio era una prueba del ocurrido en el pensamiento y en el sentimiento, y no abravo Ie conside- racién de un método capaz de transformar el escenario de Ia vida. Se han tenido como inferiores, cuando no como viles, las zonas en que el empleo de las artes ha dado lugar a efectivas transfor- maciones objetivas, y como serviles las actividades respectivas. Se han contagiado del menosprecio que recae sobre Ja idea de le material. La cualidad honrosa que acompafia a la idea de “lo es piritual” se ha reservado para Jas cambios en a actitud interior. El menosprecio de la accidn, del obrar y del hacer, ha sido cultivado por los filésofos. Pero si es verdad que los filésofos han perpetuado la subestimacién, enunciindola y justificandola, no son ellos quienes 1a han originado. Cierto que glorifiearon su propia profesién al colocar Ja teorfa tan por encima de la pric: tica, pero con independencia de su acritud habia otros muchos factores que conspiraban al mismo fin. El trabajo ha sido una carga penosa, vinculado a una maldicién, Se ha realizado com. pulsivamente y bajo la presién de Ia necesidad, en tanto que la actividad intelectual ha sido la compafiera del ocio, En virtud del caricter desagradable de Ia activided practica, su mayor parte ha cargado sobre las espaldas de esclavos y siervos. De este modo, Ja deshonra social que distinguia a esta clase se extendié a su trabajo, También hay que contar con Ia secular asociacién del conocimiento y del pensamiento con principios inmateriales y es pirituales, mientras que las artes y cualquier otra actividad pric- tica tienen que ver con Ia materia. Porque el trabaio se hace con el cuerpo, por medio de instrumentos mecénicos y recie so- ies EVASION DEL PELIGRO 5 tyre coves materiales. La subestimacién del pensamiento acres Ue cosas materiales por comperacién con el pensamiento inma- vial, se extendié a todo lo que tuviera algo que ver con la pric- Me podsiamos seguir por esta linea. Seria muy instructiva una hhistoria natural de Tas ideas acerca del trabajo y de las artes que abarcen toda una sucesién de pueblos y culturas. Pero basta a puestro propésito con plantear Ja cuestion: 4A qué se debe esta Uiscriminacion insidiosa? Una poca reflexiin nos hard ver que fas explicaciones que se han pretendido dar hasta ahora necesic tan, a su ver, ser explicadas. Ideas derivadas de las castas of Tes y ce sus reacciones emotivas dificilmente pueden fungir COM azones justificativas de una creencia, aunque hayan podido des empefar un papel importante en su-producciin. El desdén por Ja materia y los cuerpos y Ia glorificacién de lo inmaterial no es algo obvio que se explicaria por ef solo. Y, como veremos en detalle més tarde, la ides que conecta el pensar y el conocer con alsin principio o fuerza separada por completo de las cosas ft- sicas ro tesiste a la critica, especialmente después de la adopeién franca del método experimental por Ins ciencias de la naturaleza. Las cuestiones sugeridas son de largo alcance, {Cuél es la cau- sa de esa separacién abrupta entre teorfa y prictica y cual su importancia? ior qué la practica ha de ser desdefiada junto con fa materia y con el cuerpo? Qué efectos ha producido esta opi- nnién en las divercas modalidades de la accién, en la industria, en Ta politica, en las bellas artes, y también en Ja moral, cuando es ia como activided exterior que acarrea consecuencias y fo como una mera actitud interna? JEn qué modo la separacién entre inteligencia y accién ha repercutido en Ja teorfa del cono- Gimiento? sCudl ha sido, en particular, el efecto que ha produ- sido en la concepcién y en Ia marcha de la filosofia? ¢Cuilles son Tas fuerzas que operarian en la cancelacién de esta dualidad? {Cuil seria el efecto de cancelarla y que el conocimiento y la Sccisn confluyeran en una conexién intrinseca? iQué revisiones de la teoria tradicional del espiritu, del pensamiento y del co» Pocitiento serfan menester y qué cambio en Ia idea acerca del Sficio propio de la filosofia? LY cémo repercutira todo ello sobre las disciplinas que se ocupan de las diferentes fases de la activi- dad humena? 6 EVASION DEL PELIGRO stas son Jas cuestiones que constituyen el tema del libra. y marcan Ta indole de los problemas que vamos a examinar. En este primer capitulo de introduccién repasaremos algunas de tas razones histéricas que han contribufdo a Ia elevacién del conoci- miento. pot encima de Ia accién, Esta etapa de nuestro estudio ronda de manifiesto que la exaltacién del intelecto puiro y de so actividad por encima de los asuntos pricticos tiene que ver fun- damentalmente con Ja busqueda de una certera absoluta ¢ incon- movible. La caracteristica distintiva de la actividad préctica, tan propia de ella que no puede ser eliminada, es, precisamente, su incertidumbre. Respecto a ella sélo cabe decir: Obra, pero a tu cuenta y riesgo. El juicio y Ia creencia concerniontes a las ac- ciones a realizar nunce podrén obtener mis que una probabilidad precaria. Y parecié siempre que, gracias al pensamiento, los hom- bres podrfan sustraerse a fos peligros de la incertidumbre, La actividad prictica se ocupa de situaciones individvalizadas ¥ Gnicas, que nunca se repiten idénticas y acerca de las cuales, or consiguiente, no puede abrigarse una seguridad completa Ademés, toda actividad implica cambio. Por su parte, el intele to, de acuerdo con In doctrina tradicional, puede’ captar el ser universal, y un ser universal es fijo e inmutable, Siempre que se da una actividad préctica, nosotros, los seres humanos, nos en- contramos involucrados, como participes, en cl resultado. Todos los temores, toda Ia subestimacin y desconfianza nos acompafian cuando pensames en nosotros mismos, siguen también al pensa- miento sobre las acciones en que participamos. La desconfianza que el hombre siente por si mismo le em encima de y ha crefdo que en ef conocimiento puro ea donde podefa lograr esta autotrascendenci 0 es menester que nos extenczmos s que scom- afian a Ta accién externa. Toda la sabiduria proverbial a este respecto puede condensarse en el dicho de que el hombre propo. ne y Dios dispone. Es Ia fortuna y no nuestra intencién y nue: accién la que determina el éxito 0 el fracaso en enda caso, El tetisino de In expectativa frustmada, Ia tragedia de los propé- sitos © ideales en bancarrota, Ins catdstrofes ocasionadas por sc- cidentes constituyen otros tantos lugares comunes de nuesttas losas de Ia vida humana. Inspeccionamos las condiciones, esco- gemos con cuidado y nos lanzamos a la accién dejando todo lo puja a ir més alla y por r EVASION DEL PELIGRO “demés en manos del azar, el hado o 1a Providencia, Los mozahis tas mos aconsejan que, al actuar, miremos al fin y luego nos in- forman que cl fin de nuestras acciones es siempre inciesto. Ni el falco prudente, ni el plan minucioso, ni la eleeci6n cnidaosa, ni Ja accion misina vigilante constituyen. jamés los tinicos factores de fingim resultado, Siempre tienen voz y voto fuersas naturales fextrafias e indiferentes, condiciones imprevisibles, Y cuanto més feascendental el resultado, més peso tienen aquellas fuerzas ¥ con- diciones. Por esto los hombres han suspirado siempre por una zona de In vida donde seria posible una actividad que no fucra externa rni tuviera consecuencins exteriores, “Sobre todo, seguridad”, he aqui une consigna que ha desempefado un gran papel en esa preferencia de que viene gozando el conocimiento frente a Ja ac: ‘cién, En quicnes el proceso del puro pensar es connatural y disponen de ocio y de aptitud suficientes para entregarse a su in- linacién, no se perturba la dicha que acompafia al conocer; no te halla involucrada en los riesgos a los que no puede sustraesse Ja accion exterior. Se ha sostenido que el pensamicnto es une actividad puramente interna, intrinseca a le mente; y, de acuerdo con Ia doctrina clisica tradicional, Ia mente es completa a misma y autosuficiente, La accién extema puede ser conséct cia de sus operaciones, pero de un modo extrinseco. Como la activided racional es completa en si misma, no necesita manifes- tarse. Fl fracaso y la frustracién se atribuyen a los accidentes de tuna zona de la existencia extrafia, intratable ¢ inferior. El ducto del pensamiento se proyecta scbce un mundo que Ie 2 ‘extrafio, pero que 2n modo alguno puede menoscabar la suprema- ia e integridad clel pensamienro y del conocimiento por lo que a su naturaleza intrinseca se refiere. De aqui que se mire con altivo desdén a Jas artes mediante Tas cusles el hombre obtiene la seguridad prictica posible en ‘cualquier realizacin. La seguridad que proporcionan las artes es telativa, incomple:a siempre y al albur de circunstancias impre- vistas. Y hasta cade maldecir la multiplicacién de las artes como Uba fuente de peligros inédito Sada una de ellas reclama s Propias medias de proteccién. Cada una de ellas trae con sus ope- Faciones consecuencias nuevas e imprevistas que implic ligres para los que no estamos preparados, El anhelo de certera mn pee 8 EVASION DEL PELIGRO ¢s un anhelo de paz segura, un buscar un objeto no ensombrecice pot los riesgos y el temor que la accién proyecta sobre él. Porque Jo que inquieta al hombre no es la incertidumbre misma, sino el hecho de que encierra peligro de posibles dafios. Una incerti dumbre que afectara slo a las consecuencias que fuéramos @ ex- perimenter en detalle no tendria la menor importancia si estuvié- ramos seguros de que no se perturbaria el goce. Al contratio, una incerticlumbre semejante prestarfa a Ia accién el acicate de to aventura y el picante de la variedad. Bl deseo de certeza com- pleta slo se puede realizar en el conocimiento puro. Tal es el veredicto de nuestra tradicién filoséfica mas permanente. Aungue Ia tradicién, como veremos mis tarde, se ha filrrada fen todos los temas e inspira la forma de los problemas y conclu. siones habituales referentes a Ja mente y al conccimiento, cabria dudar, sin embargo, si, descargados del peso de la tradicién y a base de nuestra experiencia actuel, serfamos capaces de adoptar ese punto de vista que desdefia Ja prictica y exalta el conoci miento separado de le accién que aconseja Ia tradicién. Porque el hombre, a despecho de los peligros inédites con que le envuel- ve todo el aparato de sus nuevas artes de produccién y transpor te, ha aprendido a jugar con las fuentes del peligro. El of) considerable que esta teniendo lugar en Ia posicién de la mie por ejemplo, ifustea sobre el cambio ocurrido en la actitud frente al valor “sexuridad” considerado como un fin en si mismo. Por Jo menos subconscientemente, hemos adquirido un. sentimiento de confianza, un sentimiento que nos sugiere que el control de Tas condiciones principales de lo azaroso est pasando en grado apreciable a nuestras manos. Vivimos rodeados por la. protec- ccién de miles de artes y hemos descubierto téenicas de seguro que mitigan y distribuyen los dafios eventuales. Dejando a un lado Jos temores que som sectiela de una guerra, se podria conjeturat con seguridad que si el hombre occidental contempordineo se viera despojado por completo de todas sus viejas creencias acerca del conocimiento y de Ia accién, consideraria, con un alto grado de confianza, que en sus manos reside la posibilidad de obtener un grado razonable de seguitidad en Ia vida. Esta figuracién nuestra es de caréeter especulativo. Su acep- tacién no se halla requerida por la argumentacién, Vale como una indlicacién de las condiciones que antes prevalecian y en las cuales ° EVASION DEL PELIGRO J dominanre era ol cle necasided do In seguridad wes primitivos no disponian de ninguna de les ona Ios HomarSrorectorasy ates de que ahora gooumes, ni corey confizba en sus propios poderes cuando eran reforzados Hamp porumentos de Tas artes. Vivia en unas condiciones en Pee ioe ee ballaba exttaordinariamente expuesto al peligro ¥5 al te ao tiempo, cazecla de los medios de defensa gue hoy en dia moitmigca trivial. Faltaba Ja mayoria de nuestras herramientas y $07 altos unas senllos; no habia una previsin segura; el hombre teMefrentaba con las fuerzas de Ta naturaleza en un estado de ig que fisicn desnudes; fuera de los easos en que se vela rodeado Te condiciones desacostumbradamente benignas, le acosaban pe Hieos implacables, Por consiguients, el misterio rodeba a Tas ex- periencias de 10 bueno y lo dafesc; ni el bien ni el mal podian Be puestos en relacién con sus causas naturales y parecian ser bendiiones o maldiciones provenientes de poderes fuera de todo control. Las crisis precarias del nacimiento, Ia pubertad, la en- fermedad, Ta muerte, Ia guerra, el hambre, las plagas, la caza con gus incertidumbres, las vicisitudes del clima y los grandes cam- bios de las estaciones, mantenfan a la imaginacién ocupada con Io incierro, Cualquiet escenario u objeto envueltos en cualquier tragedia o triunfo conspicuos en no importa qué modo accidental, obraba ina significacin especial. Se le consideraba como una fuente de bienes 0 como un presogio de males. Por eso algunas cosas efan apreciadas como medios que promovian la seguridad, el mismo modo que un buen artesano se confia en cus herrae mientas, mientras que otras eran temidas y esquivadas por micdo asus dafiinas virtualidades. El hombre, a la desesperada, se agerra a un clavo ardiendo, y como carecia de los instrumentos y técnicas desarrollados mucho is tarce, ech mano, con ayuda de Ia imaginacién, de cualauier Cosa que puciera ser considerada como una reserva de socorro en tiempos de mayor incertidumbre. En atencién al interés y el cui- dado que ahora prestamos al empefio de adquirir destreza en el emplep de instruments y a la invencién de medios mis adecua- dos para nuestros fines, entonces se dedicaba al registro de los Dresagios, 2 los pronésticos vanos, a las ceremonias tituales y a la Ianipulacién de objetos dotados de poderes méicos sobre el acae- cer natural. En una atmésfera semejante nacié y prosperd la fl sentimients a EVASION DEL PELIGRO 10 religion primitiva. Mejor dicho, en esta atmésfera consistia la disposicién religiosa. Constantemente se buscaba la alianza con todo lo que pudiera promover Ja prosperidad y ofrecer una defensa contra. poderes hostiles. Aunque esta actitud se acentuaba sobre todo a propé- sito de las crisis recurrentes de la vida, sin embargo, no era m clara Ia linea divisoria entre estos asuntos decisivos, con sus riesgos extraorclinarios, y los actos corrientes de cada dia. Actos que te- nian que ver con las ocupaciones diarias y con objetos triviales, iban también acompafiados, como medida de seguridad, de otros actos rituales. La fabricacién de un arma, Ia operacién del alfa- reto, cl tejido de una manta, la siembra y Ia recoleccién, requ rian actos diferentes de las técnicas empleadas. Tales actos esta- ban revestidos de una solemnidad especial y se creian necesarios para asegurar el éxito de las operaciones priicticas. Aunque resulta dificil evitar el empleo de la palabra “sobre- natural”, podemos eludir el sentido que Ta palabra sugiere en nos- ‘otros. No habiendo un Area definida de lo netural, mal podia tener algiin sentido algo que estuviera més all y por encima de Jo natural. Como lo han seftalado los antropéloges, Ja distinciin existente era entre lo ordinatio y lo extraordinario; entre Ia mar- cha prosaica y corriente de las cosas y Ia irrupcién de un a dente crucial que determinaba la direccién adoptada por el curso de los acontecimientos. Pero ambas zonas no se hallaban nitida- mente demarcadas, Existia como una tierra de nadie donde se entrecruzaban. En cuaquier momento lo extraordinario podia irrumpir en la vida normal y quebrantarla o revestirla de esplen- dor. El empleo de las cosas ordinarias en condiciones criticas iba cargado de inexplicables virtualidades de bendicién o' de mal- dicign. Las dos ideas dominantes 0, como podriamos denominarlas, Tas dos que prosperaron en semejantes circunstancias, fueron la de Io sagrado y lo suertoso —aue acarrea buena suerte— con sus contrarias lo profano y lo nefasto. Como en el caso de lo sobre- natural, no debemos prestar a estas palabras el sentido que nos sugiere su. empleo actual. Cuslquier cosa cargada de alguna po- tencia extraordinaria, para bien o para mal, se consideraba sa- grada; lo sagrado significa que no se le puede abordar sin la interposicién de escrupulosos ritos. Lo sagrado, ya se trate de un y ‘eto @ persona, o de un utensilio ritual, presenta una fas Tuga objet? « fecrita ia recomendacion: “Tratese con cuidado. et en TR Bigg ha surgido el precepto: Noli me tangere, Estin rodeados Desaiibicioncs ¥ prescipciones, de toda una serie de tabs. EL le proMryraddo puede contagiar de su poder misterioso a otras objeto Mogurarse el favor de lo sagrado equivale a estar en el cy del éxito y cualquier logro patente vale como prueba del amine ie nos dispensa alguna potencia protectora, circunstancia, favors politicos de todas las edades han sabido explotar muy Gien. En vittud de su sobrecarga de fuerza, de caracter ambivn- fuane, para acercarse a lo sagrado no basta con las precauciones Fiuales, sino que es menester una acitud de aumision, Hay ritos Ge purfiacion, de humlcin, de ayuno y siplien como otras iciones previas para asegutarse el favor. Coa ero cs Io que dispenaa Ta bendicion ola buena suerte. Pero pronto se establecié una diferencia entre las ideas de lo sa- le lo que acarrea la buena suerte, a cattsa de la dispos- se en cada caso. Un ob- ido y d Sgn diferente con que habia de nborda eto que acarrea buena suerte es algo para ser empleado y para ser manipulado més que tratado con reverente temor Suscita conjures, mavias, adivineciones mejor que stiplicas y humillacio- es. Ademis, un amuleto o mascota suele ser’ algo concreto y tangible, mientras que lo sagrado, por lo general, no se halla lo- calizado en forma definida; su potencia acrece en la misma me: dida en que su sede y su forma son vagos. Se puede ejercer una presién sobre el objeto que propicia Ia suerte, se le puede castigar y hasta abandonarlo, si resulta inoperante. Asi se desarrolla cierto elemento de dominio en su empleo, a diferencia de la sumisa dependencia propia de la actitud frente-a lo sagrado. Se estable- id asi una especie de ritmo de dominacién y sumisién, de impre- acién y stiplica, de utilizacién y comunién. : Pero hasta ahora no tenemos més que una descripcién unila- feral. En todas las épocas los hombres han procedido a menudo de un modo practico y efectivo y han disfrutado de sus satisfac- ‘ones diarias. Aun en las mismas ceremonias de que hemos ha- blado intervenfa como un ingrediente més la aficién comtin por To dramatico lo mismo que el gusto por la repeticién una vez es tablecida la rutina. El hombre primitivo pronto dis con algunos instrumentos y algunas técnicas. A esto unfa el conocimiento pata BR Oe ee 1 EVASION DEL PELIGRO prosaico de las propiedades de las cosas ordinarias, pero ese cono- cimiento estaba rodeado de otras creencias de tipo imaginativo y emotivo y més o menos sumergido en ellas. Ademés, el prestigio iba vinculado a estas tiltimas. Por lo mismo que algunas creen. cias eran cuestién de hecho, no poseian el peso ni la autoridad propios de las creencias en torno a lo extraordinario e inexplica- ble. Tropezamos todayia con el mismo fendmeno en todos los lugares en que les creencias religiosas se mantienen con vigor. Las creencias prosaicas sobre hechos verificables, las creencias respaldadas por las pruebas de los sentidos y por sus frutos prove- chosos no brillan demasiado en comparacién con el halo que rodea a los objetos rituales y ceremoniosos, Por eso se consideraba que les cosas a que se referian eran también de rango inferior. La familiazi- dad deserrolla un sentido de igualdad, cuando no de desdén. Reba- jamos a nuestro nivel las cosas que manipulamos diariamente. Es tuna perogrullada decir que a los objetos reverenciados se les atri- buye un status superior. Aqui se halla la fuente del dualismo fundamental de la atencién humana. La distincién entre dos ac- titudes, la del control diario y In de dependencia de algo supe- rior se generalizé por fin intelectualmente y su resultado fué la concepcién de dos reinos distintos. El inferior era campo de lo previsible y donde el hombre disponfa de artes e instrumentos con los que podia lograr un grado razonable de dominio. El superior era un campo donde ocurrian cosas tan fuera de nuestro aleance que por eso mismo eran testimonio de Ja presencia y operacién de poderes que se cernian por encima de Jas cosas habituales y mundanas, La tradicién filosdfica en torno al conocimiento y a la prac- fica, a lo inmaterial o espiritual y a lo material, no es algo ori- ginal y de primera mano. Su transfondo lo constituye el estado cultural que hemos esborado. Esa tradicién se convirtié en una atmésfera social en que la division de lo ordinario y lo extraordi- nario fué domesticada. La filosofia reflexiéné sobre ella y la for- mulé y legitimé racionalmente. La masa de informacién corres. pondiente 2 las artes cotidianas, el acervo de conocimientos de hecho, eran cosas que los hombres conocfan gracias a lo que hav cian. Eran productos y promeses de utilidad. Participaban de la estima relativamente baja correspondiente a cosas semejantes si se Jas compara con Ja de las extraordinarias y divinas. La filosofia =. EVASION DEL PELIGRO B ders del reino que habia estado reservado a la religién. Bice oe diferentes de los que scompafiaban a jas artes empiricas, precisamente porque se entretenia en los cam- idel Sez superior. La filosofia respiraba un aire mas puro que Fquel en que se desenvuelven los afanes de la vida dieria, Io taisme que las actividades que adoptaban la forma de ritas y cere- fmonias eran mas nobles y mas divinas que las aplicadas al trabajo. El cambio de Ja religion a la filosofia fué tan grande por lo que se refiere a Ja forma, que fécilmente se olvida Ta identidad én cuanto al contenido. La forma deja de ser Ia de Ia historia parrada en un estilo fantastico y patético y se convierte en la del discurso racional, atenido a los cénones de la ligica. Es sabido ue aquella parte del sistema de AristSteles que generaciones pos- teriores lamaron “metafisica”, él la denomind “protofilosofia”. Podriamos citar pasajes en que describe esa “protofilosofia” que presentan Ia tarea fileséfica como feiamente racional, objetiva y al a. Asi, nos dice que consttiuye la rama mas comprehen- si | conocimiento, porque su objeto lo constituye la defini- ign de Jos raszos que corresponden a todas las formas posibles del Ser, por mucho que difieran en detalle. Pero si colocamos estos pasajes dentro del contexro que les corieeponde centro de la mente de Aristételes, veremos cue Ia amplitud y la universalidad de esta “filosofia primera” no son de lun géneto estrictamente analitico, Sefialan, més bien, una dis. tincién respecto al grado de valor y al titulo de reverencia. Ex: plicitamente identifica su protofilosofia —o metafisica— con la teologia, y nos dice que esta por encima de las demés ciencias, ya cue éstas tratan de Ia generacién y la produccién, mientras que el objeto de aquélla permite una verdad demostrativa, es de- ie, necesaria; y sus abjetos son divinos, tales como para que Dios 8 ocupe de ellos. Dice también que los objetes de Ia filosofia son tales que consttiuyen las causas de lo divino que se manifiesta fen nosotros, y que si lo divino se halla presente en algiin lugar fs en cosas como ésas de Jas que se ocupa Ja filosoffa. La supre- macia de estos objetos en cuanto a su valor y dignidad Ia vemos también claramente en el enunciado de que el Ser de que se ccupa Ia filosofia es primario, etemo y autosuficiente, poraue su aturaleza es el Bien, de suerte que el Bien se encuentra entre Tos primeros principios de que se ocupa la filosoffa. Pero no se i EVASION DEL PELIGRO trata del bien en el sentido con que le comprendemos en la vida cortiente, sino en el sentido de lo intrinseee y eternamente per- fecto, de Io que es completo y sssculed)] Desdle la més remota antigiiedad, dice APstételes, la tradicién nos ha transmitido en forma narrativa la idea de que los cuerpos celestes son dioces y que lo divino ciccunda a todo el mundo natural. Este nitcleo de verdad, viene a decir, fué adomado de mitos por consideracién a las masas, como un expediente propio para preservar las instiuciones sociales. La labor negativa de la filosofia consietié en desperitar el nticleo de tales afadidos fan- tisticos. Desde el punto de vista de la creencia popular, éte fué su trabajo principal y, como se ve, destructor. Las mesas sentian ‘que se minaba la religién. Pero Ia contribucién permanente fue de caracter positive. La cteencia de que lo divino rodea al mun- do fué deslizada de su contexto mitico y convertida en Ia base de Ia filosofia, sirviendo también de base a la ciencia fisica, como lo sugicre fa observacién de que los cuerpos celestes son dioses, Na- rar ta historia del universo en forma de discurso racional y no de patética fantasta, equivale a descubrir la légiea como ciencia racienal, La conformidad, por parte de la realidad suprema, con Jos requerimientos de la légica, atribuia a sus objetos constitut- vos caracteristicas necesarias ¢ inmutables, La contemplacién pnra de estas formas constitufa la suprema y casi divina felicidad del hombre, Ia comunién con Ja verdad inmutable. Sin duda, la geometria de Euclides proporcioné Ia clave de Ia logic como instrumento para traducir lo sano de Ia opiniéa en moldes del discurso racional. La geometria parecia revelar Ia posibilidad de una ciencia que nada debia a la observacién y a Tos sentidos, fuera de la mera ejemplificacién con figuras o dia- gramas. Parecfa revelar un mundo de formas ideales (o no-sen- sibles) relacionadzs entre sf por vinculos etemos y necesarios que sélo la razin podia detectar. Este deccubrimiento fué generaliza- do por Ia filosofia en Ja forma de una doctrina que afirmaba la existencia de un reino del Ser fio que, ante la mirada del pensa- miento, constituia un sistema completo de verdades inmutables ¥y necesarias. Si consideramos los fundamentos de as filosofias de Platén y Aristételes al modo como un antropélogo considera su material, esto es, como un objeto cultural, resulta claro que estas filosofias EVASION DEL PELIGRO 6 constitaian otsas tantas sistematizaciones, en forma racional, del Contenido de Ia religign y de Tas creencias artisticas de les grieaos. Ja sistematicacién implicé una purificacién. La Tégica suministra- fa los patrones a los que tenian que amoldarse, en definitiva, lor bjetos reales, ¥ Ta ciencia fisica era posible en 1a medida en que glonundo de la natuealesa mostrara en. sus mutabilidades la ejem- plificacién de objetos racionales iamutables y itimos. De « fodo, junto con Ia eliminacién de Jos mitas y de las supersticio- hres groseras, &© establecieron los idleales de la ciencia y de une vida conforme a razén, En lugar de In costumbre, habrian de guior Ia conducta fines que pudieran justificarse ante la razon, Estos dos ideales representan una contribucién permanente a la civilizacion occidental. Pero a pesar de nuestra gratitud por estos dones permanentes, no podemos olvidar las condiciones que los acompafiaban, Por- ‘que trajeron consigo la idea de un reino superior de realidad fija, tinieo del gue es posible trazar una ciencia verdadera, y la idea ea er ie coe bse on HL aut ver ry ver Ia experiencia y los asuntos pzicticos, Glorificaron lo in table a expensas del cambio cuando era evidente que toda activi- dad practica corresponde al reino de Jo cambiante. Entonces sur- git también la idea, que ha gobernado a la filosofia desde los etiegos, de que Ja funcién del conscimiento consiste en descubrir To antecederitemente real y no, como.ocurre con nuestros juicios ‘pricticas, en adquirir aquel género de comprensién necesaria para abordar los problemas que van svrgiendo. Al fijar esta concepcién del conocimiento se establecié tame bién, por lo que respecta a las filosofias de tipo clasico, la tarea especial que incumbe a Ia investigneién filosifica. Como una forma especial de conocimiento, le corresponde ol deseubrimien- t0 de lo real en si, clel Ser en y po: si. Se distingue de otras clases de conocimiento poraue se ocupa de una forma de Ser més alta ¥ més definitva que la que sirve de objeto de estudio a las cien- Gias de Ja naturalera. Y si viene 2 ocuparse de Ia conducta hu- ‘Maha ¢3 para imponer a los actos de ésta fines de los que se dice ue dcrivan ce tn naturaleza de In razin, De este modo desvié @l Pensamiento de toca investigadén de los fines que sugiere Ja SSperiencia de las condiciones reales y los medics concretos de su Tedlizacin, Tradujo en forma racional le doctrina de la huida 16 EVASION DEL PELIGRO de las vicisitudes de la existencia, sirviéndose de patrones que no exigen un enfrentamiento activo con las condiciones. En lugar de Ja deliberacién mediante ritos y cultos, tenemos la liheracién me- diante Ja razén. Esta liberacién era un asunto intelectual y reté- ico consistente en un conocimiento a lograr aparte de toda acti- vided practice, Los ambitos del conccimiento y de la accién se dividieron cada uno en dos regiones. No hay que concluir de lo que deci- mos que le filosofia griega separara la actividad y el conocimien- to, Los unia, pero distinguiendo Ia actividad de la accién, esto es, del obrar y del hacer. El conocimiento racional y necesario era considerado, como en Jas loas que le ditige Aristételes, como una actividad Gltima, como Ia forma dltima, autosuficiente y cerrado en si misma de una actividad autooriginada y autonome, Era una actividad ideal y eterna, independiente del cambio y, por lo tan- to, del mundo en el que acttian y viven los hombres, el mundo que experimentamos en forma sensible y préctica. La actividad pura se distinguia netamente de In accién prictica. Esta tiltima, ya fuera en la industria o en las bellas artes, en Ia moral o en la politica, ce las habia con una region inferior del Ser, gobernada por el cambio y que, por consiguiente, sélo dispone de Ser por cortesia, pues el hecho del cambio pone de manifiesto su defi- ciencia en cuanto al asentamiento en el Ser. Esté infestada de Nosser. Por el lado del conocimiento, la divisién implicaba una dife- rencia entre conocimiento, en su sentido pleno, y cteencia, El primero es demostrativo, necesario, es decir, seguro. La creencia, por el contrario, no es més que opinién; por su incertidumbre y mera probabilidad, corresponde al mundo del cambio, lo mismo que el conocimiento corresponde al reino de Ia realidad verda- dera. Este hecho acerca una vez més la discusién a nuestro tema especial, ya que afecta a Ia idea del oficio e indole de 12 filosofia, No se puede negar que el hombre conoce dos modos, dos dimen- siones de creencia. Dispone de creencies sobre existencias resles yy sobre el curso de los acontecimientos, y también las pose acer- ca de fines a perseguit, politicas a adoptar, bienes a obtener ¥ males a evitar. El problema ms apremiante entre todos los pro- Dlemas précticos se refiere a la conexién que pueda existir entre Jos objetos de estas dos clases de creencia. ICémo emplearemos EVASION DEL PELIGRO n nuestras creencias intelectuales més auténtices y seguras para re- falar nuestras creencias pricticas? {Como podrén servir estas te timas para organizar e integrar nuesteas creencias intelectuales? Hay una auténtice posibilidad de que el problema verdadero de Is filosofla tenga que ver, precisamente, con esta cuestin. hombre dispone de creencias proporcionadas por la nag clentffica, creencias acerca de Ia estructura y los process reales de les costs; también dispone de creencias acerca de los valores que deben regular su conducra. La cuestion acerca de Ia forma nds efectiva y fecunda de interaccién entre estos dos modos de ereencia constituye el problema més general ¢ importante de todos Jos que nos plantea Ja vide. Alguna disciplina racional, distinta sin duda de cualquier otre ciencia, deberd abordar el problema. Podriamos concebir asi la funcién de Ja filosofia, pero la tradicién filosdfica nos desaconseja una definicién semejante de Ia filoso- fia, poraue, de acuerdo con ella, los reinos del conocimiento y del accién préctica no guardan entre s{ ningun relacién intrin- seca, Fste es el centro hacia el cual convengen los diversos ele- mentos de nuestro examen y podemes, por Jo tanto, recapitularlos con provecho, El reino de lo prictico es Ia regién del cambio y el cambio es siempte contingente; abriga un ingrediente de cam- bio que no puede ser eliminado. Si una cosa cambia, su altera- cin prucha de modo evidente su carencia de Ser verdadero o completo. Lo que es, en el sentido pleno ¢ incisivo de Ia palabra, es siempre, eternamente. Para lo gue es el cambio o alteracién es algo contradictorio en s{ mismo. Si no posee defecto o imperfec- ion por qué ha de cambiar? Aquello que deviene 0 “llega a ser”, Unicamente “Ilega a ser” pero no es jamés verdaderamente. Se halla investido de No-ser, privado de Ser en el sentido per- fecto. El mundo de Jz generacién es el mundo de Ia decadencia ¥ la destruccién. Siempre que una cosa llega a ser, alguna otra deja de ser. _De este modo, el menosprecio de la prictica obtuve una jus! Hiicacién filoséfica, ontolégica. La accién practica, a diferencia e Ta sutoactiviciad racional que gira en tomo a si misma, corres Ponde al reino de la generacién y la decadencia, reino inferior, Por su valor, al reino del Ser. Como el Ser titima o Realidad es @lgo fijo, permanente, que no admite cambio © valoracién alguna, Puede ser captado por Ja intuicién racional y expuesto en demos- 18 EVASION DEL PELIGRO teacién racional, es decis, universal y necesaria, No me cabe dda que antes de que surgiera Ia filosofia existia también un senti- miento de que Io inalterablemente fijo y lo absolutamente: cierto ‘son una misma cosa, © que el cambio es la fuente de donde pro- ceclen todas Jas incertidumbres y calamidades. Pero la filosofia formulé definitvamente este sentimiento germinal. Fué afirmaco sobre bases consideradas tan demostrativamente necesarias como Tas conclusiones de la geomettia y de la légica. De este modo se {j6 Ia predispesicién de Ta filosoffa hacia lo universal, invariable y eterno. Es una posicién comin a toda la tradicién filoséfica clisica, Todas las partes del esquema se sostienen mutuamente. El Ser o Realidad verdadera es completo; al ser completo, es perfes- to, divino, inmutable, el motor inmovil. Hay, ademés, cosas que cambian, que aparecen y desapacecen, que se generan y perecen por razn de su falta de estabilidad, que s6lo confiere Ia partici- pacién en el Ser iltimo. Sin embargo, estos cambios poseen for- ma y cardeter y pueden ser conocidos en la medida en que tien- den hacia un fin que representa el acabado y colmo de los cambios en cuestién. Su inestabilidad no es absoluta, pues se halla mar- cada por una aspiracién hacia un fin, Lo perfecto y completo es el pensamiento racional, el término 9 fin tiltimo de todo movimiento natural. Todo lo que cambia, Iega a ser ¥ se disipa, es materials el cambio define Io fisico. En al macjor dle los casos, es una potencialided para aleanzar un fin estable y fijo. A estos dos reinos diferentes corresponden dos ti- pos de conccimiento. Sélo uno de ellos es conocimiento en sen tido pleno, esto es, clencia. Posee una forma racional, necesaria e inmutable, Es cierto. La otra forma de conocimiento, que se ‘cupa del cambio, no es més que creencia u opinitn; empisica y particular; contingents, cuestién de probabilidad y no de certeza. Lo mas a que puede Megar cs a afirmar que laa cosas por lo

También podría gustarte