Está en la página 1de 13
! COMO SAMAR {| NUESTRA IMAGEN DE Dios _ i? Dennis Linn ae Sheila Fabricant Linn Matthew Linn PROMEXA Dedicatoria Cuando el Hijo del Hombre venga en su gloria serén reunidas delante de El todas las naciones y apartard los unos de los otros como aparta el pastor las ovejas de las cabras, y pondré las ovejas a su derecha, y las cabrasa su izquierda. Entonces el Rey diré a los de su derecha: “Venid, benditos de mi Padre, heredad el reino preparado para vosotros desde la fundacién del mundo...” Entonces diré también a los de la izquierda, “Apartaos de mi, malditos, al fuego eterno preparado para el diablo y sus Angeles...” E irdn éstos al castigo eterno, y los justos a la vida eterna. (Mateo, , 41, 46) Este libro esté dedicado a todos aquellos que algu- na vez se sintieron cabras y temieron el castigo eterno. AER Parte I Como sanar nuestra imagen de Dios El buen tio Jorge Yo (Dennis) crecf con una imagen de Dios que se parecia al buen tio Jorge, comolo describe Gerard Hughes, Dios era un pariente de a familia, muy admirado por mamé Y papé, que lo describfan como un ser muy amoroso, gran amigo de la familia, muy poderoso e interesado en todos nosotros. Con el tiempo nos llevaron a visitar al “buen tio Jorge”. Vivia en una mansién formidable, tenfa barba, era rudo y amenazante. No podiamos compartir la admiracion que profesaban nuestros padres a esta joya de la familia. Al final de la visita, el tio Jorge se ditigié a nosotros: “Ahora escuchen, quetidos —empez6, con aspecto muy severo- deseo verlos aqui una vez por semana, y si dejan de venir, permitanme mostrarles lo que les stuceder4.” Entonces nos guidal sétano de la mansién. Estaba obscuro, se volvia cada vez més caliente a medida que bajamos, y empezamos a escuchar gritos sobrenaturales, aterradores, En el sotano ha- bfa puertas de acero. El tio Jorgeabrié una, “Ahora veanen el interior, queridos”, dijo. Vimos una imagen de pesadilla, un grupo de hornos llameantes con pequefios demonios en es- pera, que lanzaban a las llamas a hombres, mujeres y nifios queno visitaronal tioJorgeo queno actuaron de una manera que él aprobara. “Y sino me visitan, queridos, esahia donde iréncon toda seguridad”, dijoel fo Jorge, Después, nos lev6 escaleras arriba con mama y papa. Cuando fuimos a casa, tomados fuertemente de una mano de papa y de la otra de mamé, ella se incliné hacia nosotros y dijo: “Y ahora, zno aman al tio Jorge con todo su corazén, su alma, mente y fuerza?” Y nosotros, aborreciendo al monstruo, dijimos: “Si, loamo", porque decir cualquier otra cosa serfa unirnos ala fila que esperaba para entrar al horno. A una tiemna edad se ha instalado la esquizofrenia religiosa y no dejamos de repe- tiral tio Jorge cuanto le amamos y cuan bueno es y que s6lo deseamos hacer aquello que le complazca. Obedecemos lo que se nos dice que desea y no nos atrevemos a admit, ni siquiera a nosotros mismos, que lo aborrecemos ¢Por qué no sané? Durante muchos afios nosotros tres hemos orado por la curacién de las heridas de la vida. Hemos expe- rimentado una profunda curacién en nuestra propia vida y en las vidas de los demés. Pero yo (Dennis) finalmente me enfrenté a un problema en mi vida para el que no funcioné la oracién de la curaci6n. ¢Por qué no? Soy medio aleman. Aunque no deseo estereotipar a todos los alemanes soy, como muchos de mis ancestros, hijo de un alemén santurr6n. Como el santurrén del “puen tio Jorge”, que echaba al fuego llameante a todos los que no actuaban de una manera que aprobara, yo también veia todos los errores y las faltas de todos salvo los mios Durante afios intenté por me- dio de la oracién de sanacién de: hacerme de mi rigidez de crite- rio. Aunque mis oraciones me sa- naron de muchas cosas, yo segut igual respecto de mi rigidez. A menudo me preguntaba por qué, si rezaba tanto, Dios no me sa- naba? Entonces, un dia observé que mi actitud anterior habia desa- parecido. Por qué, pregunté, de pués de tantos afios de lucha, sti- bitamente y casi de modo auto- matico habia un cambio tan ma- ravilloso en mi vida? Nos volvemos como el Dios al que adoramos Cambié cuando mi imagen de Dios cambié. La ma- yor parte de nosotros reconocemos que llegamos a ser como nuestros padres a quienes desde siempre adora- mos, aun con todos sus errores. Puede que no nos demos cuenta de que también nos volvemos como el Dios al que adoramos. Desafortunadamente, el Dios al que creci adorando era alemdn. Mi Dios era un santurrén aleman que se sentaba en su trono de juicio (en ese momento yo tenia una idea de un Dios masculino). Siendo un alemén santurr6n, mi Dios podia ver todos los errores y las faltas en los demas. Sia mi Dios santurrén no le gustaba lo que veia en los demas, podia separarse de ellos mandandolos al infierno. Y si mi Dios era un alemén santurr6n, entonces no importaba cudntas oraciones para sanar rezara, probablemente nunca cambiaria. Me volvi como el Dios al que adoraba. En cada aspecto de nuestras vidas, nos volvemos como el Dios al que adoramos. Por ejemplo, en esta época en que tenemos la capacidad de aniquilarnos unos a otros con armas nucleares, muchas iglesias han publicado cartas pastorales sobre la paz. La carta pastoral de nuestra Iglesia dice que jams utilicemos armas nucleares contra nuestros enemigos. Sin embargo, si mi Dios puede enviar a sus enemigos al infierno, entonces yo también puedo mandar un infierno nuclear sobre mis enemigos. Pero si mi Dios no trata a las personas de esa manera, yo tampoco puedo hacerlo. Encontramos que una clave para sanar de manera personal y social es sanar nuestra imagen de Dios Cémo cambié mi imagen de Dios Un dia Hilda vino a verme llorando porque su hijo habia intentado suicidarse por cuarta vez. Me conté que estaba involucrado en prostitucién, trfico de drogas y asesinato. Terminé su lista de los “grandes pecados” de su hijo con, “lo que me preocupa més es que mi hijo dice que no quiere tener nada que ver con Dios. Qué va a suceder con mi hijo si se suicida sin arrepentirse y deseando no tener nada que ver con Dios?” Puesto que en aquella época mi imagen de Dios se parecia a la del buen tio Jorge, pensé “Dios probable- mente enviaré a tu hijo al infierno.” Pero no deseaba decirselo a Hilda. Me dio gusto que mis afios de entre- namiento teolégico me hubieran enseftado qué hacer cuando no sé como contestar una pregunta teolégica dificil: preguntar a la otra persona “;Qué piensa us- ted?” “Bueno —contesté Hilda—, pienso que cuando mueres, te presentas frente al tribunal de Dios. Si vivis- te una vida buena, Dios te mandaré al paraiso. Si viviste una vida mala, Dios te mandaré al infierno.” Triste- mente, concluy6: “Puesto que mi hijo vivid una vida tan mala, si llegara a morir sin arrepentirse, Dios segura- mente lo mandaré al infierno.” ‘Aunque tendia aestar de acuerdo con ella, no desea- ba decir: ";Correcto, Hilda! Tu hijo probablemente seré enviado al infierno.” De nuevo agradeci mi entrena- miento teolégico que me ensefié una segunda estrate- gia: cuando no sepas cémo solucionar un problema teolégico, entonces deja que Dios lo resuelva. De mane- ra que dije a Hilda: “Cierra los ojos. Imaginate sentada al lado del tribunal de Dios. Imagina también que tu hijo murié con todos estos graves pecados y sin arre- pentirse. Acaba de llegar anteel tribunal de Dios. Aprieta mi mano cuando lo hayas podido imaginar.” Algunos minutos después Hilda apreté mi mano. Me describi6 toda la escena del juicio. Entonces le pregunté: “Hilda, ;e6mo se siente tu hijo?” Hilda con- test6: “Mi hijo se siente muy solo y vacio.” Pregunté a Hilda qué le gustaria hacer. Me dijo: “Deseo abrazar a mi hijo.” Levantd los brazos y empez6 a llorar al imagi- narse abrazando fuerte a su hijo. Finalmente, cuando dejé de llorar, le pedi que mira- 1a a los ojos de Dios y viera lo que Dios deseaba hacer. Dios bajé del trono, y al igual que ella, abrazé al hijo de Hilda. Y los tres, Hilda, su hijo y Dios, lloraron juntos estrechandose entre si Dios nos ama por lo menos tanto como la persona que mas nos ama Estaba pasmado. Lo que Hilda me ensefié en esos cuantos minutos es la base fundamental de la sana espiritualidad cristiana: Dios nos ama por lo menos tanto como la persona que mas nos ama. Dios nos ama por lo menos tanto como Hilda ama a su hijo, o por lo menos tanto como Sheila y Matt me aman. Cuando Sheila y Matt mas me aman, no vana decir: “Dennis, te amamos incondicionalmente, mucho mas de lo que puedes llegar a imaginar. Pero en realidad fallaste. De manera que, al diablo contigo, pero recuer- da cudnto te amamos.” Y aun cuando Sheila tiene una bolsa enorme, no guarda en ella un cuaderno de cuen- tas y escribe mis pecados y el castigo que merezco. Y si Sheila y Matt no hacen estas cosas, :ser4 posible que Dios tampoco las haga? {Qué nos dice la Biblia acerca del castigo vengativo? Al principio me era dificil creer en el Dios amoroso de Hilda. Habia crecido leyendoa Mateo, 25, acerca de lo que Dios hace con las cabras, y otros pasajes de castigo aparentemente vengativo en la Biblia. Por ejemplo, Mateo, 5:29 dice que si tu ojo derecho es una tentacién, seria mejor extraerlo que provocar que Dios te mande a las llamas del infierno. Estos pasajes hacian que Dios me pareciera ser un maltratador de nintos, muy parecido al buen tio Jorge ‘Asumiendo que lo que habia aprendido de Hilda podia ser cierto, empecé a preguntarme, ic6mo es que los que m, an un lenguaje de castigo vengativo? Entonces comencé a observar que los que més nos aman —abuelos, padres, amigos— a menudo utilizan las mismas palabras de castigo vengativo que Dios y el tio Jorge y otros maltratadores de nifios, pero que su significado es muy diferente Por ejemplo, nuestros primos Ana y Jorge criaron a cuatro de los adoles- centes mas sanos que conocemos. A menudo les decimos: “{Cémo lo hicie- ron?” Una vez les preguntamos: “zPueden recordar si el afio pasado en alguna ocasién castigaron a sus hijos?” Ambos parecian no recordar. Con insistencia les preguntamos: “Han castigado a sus hijos durante los ultimos cinco 0 10 afios?” Ambos se miraron y nos contestaron lo mismo. Ana dijo: “Recuerdo un viaje familiar. En el asiento trasero del coche habia tal barullo que Jorge dijo: ‘Niftos, si no se estén quietos, jlos voy a amarrar al techo del coche!’ ZY recuerdas Jorge lo quietos que se quedaron?” Por aquella época su hijo Joe vino a casa. Le preguntamos cuando lo habian castigado por tiltima vez sus padres y al principio parecié no recor- dar. Por tiltimo, le preguntamos, “Joe recuerdas alguna vez durante los tiltimos cinco 0 10 afios que te hayan castigado tus padres?” La cara de Joe se nos aman u ilumin6. “¢Recuerdan cuando hicimos un viaje en coche y estabamos hacien- do mucho ruido? Paps, ti nos dijiste que si no nos estabamos quietos nos amarrarias al techo del coche.” Entonces Joe agregé: “iY vaya si estuvimos quietos! Pero sabiamos que no nos amarrarias sobre el techo del coche.” Todos rieron. Amarrar a los hijos al techo de un coche es un castigo vengativo. No obstante, todo el tiempo utilizamos el lenguaje del castigo vengativo en nuestros hogares y familias. Estas afirmaciones son exageraciones (hipérboles) que pueden ser utilizadas con seguridad sélo dentro de un contexto en que todos entienden que no deben ser tomadas literalmente. (Los autores de la Biblia y el propio Jestis a menudo utilizaban hipérboles, como en Mateo, 29. La gente de su época sabia que no debia tomarlo literalmente.) Como Joe, sabemos que aun cuando algunas veces las personas utilizan este Ienguaje, nos aman realmente y que por consiguiente nunca llevarén a cabo el castigo. Todos los que participan saben que el lenguaje slo se emplea para enfatizar la importancia de hacer algo para que podamos gozar el estar juntos. Asf las palabras de enojo de Jorge en el coche probablemente signifi- caban: “Es importante que estén quietos para que podamos gozar del viaje juntos.” Y en Mateo, 5:29, en lugar de ordenarnos la extraccion de nuestro ojo derecho, es probable que Dios esté diciendo algo como: “Es importante que no se utilice mal la vista para la lujuria (que no se daite el ojo derecho —la ventana al coraz6n) para que podamos gozar juntos la belleza interna de la creacién.” ¢Pero qué hubiera sucedido si Jorge y Ana hubiesen sido personas abu- sivas que hubieran amarrado a sus hijos al techo del coche? Si los hubiése- mos escuchado amenazando asia sus hijos, hubiéramos llamado a la policia y puesto a Ana y Jorge (0 al buen tio Jorge, por lo mismo) en una institucién mental para que ya no pudieran dafiar a sus hijos. Pero la buena noticia es que Dios es por lo menos tan amoroso como Ana y Jorge. Como ellos, Dios no es un maltratador de nifios, sino un amante de los nifios. La respuesta de Jestis al castigo vengativo La misién central de Jestis era cambiar nuestra ima- gen de Dios de maltratador de nifios a amante de los niftos. Jestis siempre trat6 de modificar la imagen ven- gativa que la gente tenia de Dios. A menudo intents tocar a un leproso o perdonar a alguien 0, durante el sabbath, curar. Pero los sacerdotes, escribas y fariseos prohibieron a Jestis hacerlo porque interpretaban lite- ralmente los pasajes de castigo vengativo de sus biblias que explicaban en forma clara las consecuencias de estas acciones “ilegales”” Por ejemplo, en la historia de la mujer adtiltera (Juan, 8:5), los escribas y fariseos desean apedrearla a muerte. Se justificaron diciendo a Jestis: “Y en la ley nos mand6 Moisés apedrear a tales mujeres.” (Juan, 8:5) Hacen referencia a la ley de Moisés (Lv., 20:10, Dt, 22:20) que dice que Dios ordena el castigo vengativo de apedrear a muerte a la mujer aduiltera. Si Jestis, como los esctibas y fariseos, hubiera leido literalmente los pasajes de castigo vengativo de la Biblia, se hubiera unido a los escribas y fariseos para apedrear a la mujer adiiltera. Cuando los invita a soltar las piedras, los invita también a dejar de leer literalmente los pasajes de castigo vengativo de la Biblia. La lectura literal de los pasajes acerca del castigo vengativo nos puede volver locos Cuando comprendi més claramente el peligro de leer literalmente los pasajes de castigo vengativo en la Biblia fue cuando me llamaron a un hospital para enfer- mos mentales para ver a mi amigo Bill Wilson. Los guardias me escoltaron a su habitacién. Las manos de Bill estaban encadenadas a su cama y tenia una venda sobre el lado derecho de su cara. Aquella mafiana habia intentado sacarse el ojo derecho. Cuando le pregunté por qué, me mencioné a Mateo, 5:29 “Por tanto, si tu ojo derecho te fuere ocasién de pecar, sacalo, y échalo de ti; que mejor te es que se pierda uno de tus miembros, que no que todo tu cuerpo sea echado al infierno.” Todos sabjan que Bill habia actuado como un loco por tomar tan literalmente la primera parte de ese pasaje. “Si tu ojo derecho te fuere ocasion de pecar, arrancalo y échalo.” Pero me daba cuenta de que Bill no estaba mds loco por tomar la primera parte de ese pasaje literalmente que yo por tomar de la misma ma- nera la segunda parte creyendo que Dios vengativa- mente me lanzaria al infierno. Bill no estaba més loco que yo cuando siendo ado- lescente caminaba por una estacién de gasolina y vi un calendario con la fotografia de una mujer desnuda. Pensé: “Ahora que cometi un pecado mortal, si después de salir de aqui tengo un accidente de coche y muero, iré directamente al infierno.” Y Bill no estaba mas loco que muchos padres que he escuchado decir a sus hijos: “Mas vale que te comportes porque si no Dios te casti- gard.” Los 20 mil afios del enojo de Dios ces los perdonaré. Pero si se desvian del camino recto y estrecho un poquitito ;ZAP!, los enviaré al infierno tan rapido que sus cabezas darn vueltas.” Y eso es lo que hemos estado llamando las “buenas noticias” del Evan- gelio. { Mitendencia a leer literalmente el lenguaje de casti- go vengativo en la Biblia venia en parte de un entendi- miento comuin de la ensefianza de san Anselmo (1033- 1109). En la Intimidad redentora, Dick Westley menciona al tedlogo Walter Imbiorski quien describe cémo la teologia de Anselmo frecuentemente ha sido caricaturi- zada a través de la ensefianza cristiana popular: Ves, en cierta forma la dificultad reside en que la mayor parte de nosotros estamos atrapados emocionalmente en lo que yo lamaria la Teologia de la Salvacién de Anselmo, que dice algo asf: Dios creé el mundo. Adén y Eva pecaron. Dios se molest6 mucho, entré en tun enojo que duré 10 mil aftos, azoté las puertas del paraiso y Janz6 a los pillos afuera. Por eso estuvo alla arriba eno- jado y pasaron alrededor de cinco mil afios hasta que el Hijo ileg6, lo empujé con el codo y le dijo: “Oye, Papa, ya es tiempo de perdonar a la gente de all abajo.” Dios contest6: “No. Nome gustan, ofendieron mi divina ma- jestad, se quedan afuera. jMés bien hagamos otra galaxia!” Pasaron cinco mil afios mas y el Hijo regres6 y dijo: “jAndale, Papa, perdonémoslos! Mira, te voy a decir lo que voy a hacer. $i los amas de nuevo, bajaré y | seré uno de ellos y entonces tendrés que amarlos porque seré uno de ellos.” Dios mir6 al Hijo y dijo: “No cuentes con ello. No me entusiasma mucho.” Entonces el Hijo contesté: “Esta bien, Dios-Padre, te voy a decir lo que voy a hacer. Voy a poner condiciones més duras. Te haré tuna oferta que no puedes rechazar. No solo bajaré y me volveré uno de ellos, sufriré por ellos, verdadera sangre, isabes cuanto te emociona eso Papa! {Qué dices?” Y Dios dijo: “Esa es una buena propuesta. Pero seré una verda- dera tortura y verdadera sangre, ninguna trampa de Dios entiendes. Vas a sufrir mucho. Y si lo haces, enton- ZEs Dios un abogado acusador o un abogado defensor? La teologia de Anselmo olvida algunas “buenas noticias” muy importantes porque ignora otras inter- pretaciones tradicionales y més compasivas de los rela tos del Nuevo Testamento. Por ejemplo, parakletos, 0 el “espiritu de Jestis que nos juzga” podria traducirse mejor como “nuestro abogado defensor que nos justifi- ca” (Juan, 14:15, Juan, 15:26). El espafiol lo transmite bien, puesto que en muchas traducciones biblicas y oraciones de la Iglesia describe al espiritu de Jestis que juzga como nuestro abogado. El Nuevo Testamento tiene muchas historias de Jestis como abogado defensor. Dos de estas historias son la de san Pablo (Hechos, 9:1-22) y la de la mujer aduiltera (Juan, 8:2-12). Al impedir que cualquier otro la apedree o condene, Jestis es el abogado defensor de la mujer aduiltera. Jestis la juzga, pero como abogado defensor, no acusador. Jestis reconoce y sefiala la con- ducta destructiva de la mujer (adulterio), pero se pone sin reservas de su lado como persona. Con quienes parece estar mas molesto es con las personas que avien- tan las piedras y que se comportan como abogados acusadores (Juan, 8:7). Jestis es también el abogado defensor de Pablo. Dificilmente se pueden imaginar personas de corazén tan duro como Pablo. Como fariseo judio que podia ver los errores y las faltas en todos los demas salvo en si mismo, Pablo padecia una adiccin similar a “mi santurroneria alemana”. Ademés, Pablo se comportaba como un “adicto al enojo” y un “adicto al control” Pablo no queria tener nada que ver con Jestis. Hasta persiguié activamente a Jestis (Hechos, 9:4) y no mostr6 signos de arrepentimiento. {Qué hizo Jestis? Jestis amé y sané a Pablo. La imagen farisaica y castigadora de Dios para Pablo (muy 4 21 parecida al buen tio Jorge) cambié por la de un Dios amoroso. Enel momento en que la imagen de Dios cam- bi6 para Pablo, éste también cambié. Empezé a recupe- rarse de su adiccién a una santurronerfa vengativa, ala violencia y al asesinato porque descubrié que Dios tampoco era adicto a esas cosas. gY qué habia hecho Pablo para propiciar que sanara? Nada. Dios no habia puesto condiciones a Pablo. Ningtin arrepentimiento previo, nada. La buena nueva de la historia de Pablo y de otras historias del Nuevo Testamento no es: Dios ama al pecador arrepentido. Mas bien la buena nueva radical es: Dios ama y sana al pecador no arrepentido Esto no significa que el arrepentimiento no sea im- portante o carezca de significado. Pero no se trata de que primero nos arrepintamos y que después Dios nos ame. Ms bien, es justo lo opuesto. Pablo pudo arrepen- tirse s6lo porque Dios lo amé y sané, aun cuando él no se habia arrepentido. La tinica raz6n por la que tenemos la capacidad de pasar del no arrepentimiento al arre- pentimiento es porque primero Dios nos amé y sané (1 Juan, 4:19), en tanto que atin no nos habiamos arre- pentido. Asi, el arrepentimiento es importante no para obtener el amor y el perdén de Dios sino, mas bien, como en el caso de Pablo, para gozar e incorporar totalmente a nuestra vida el acto de sanar que Dios inici6. De hecho Jestis juzga a Pablo y le dice todo lo que ha hecho mal, inclusive le pregunta por qué persiguis a los cristianos (Hechos, 9:4). Pero en lugar de condenar a Pablo, Jestis comprende la “exactitud” y la sensatez de Ja vida de Pablo. Jestis es un abogado defensor que puede ver a través de la bondad interna de Pablo. Nos sanamos cada vez que Jestis nos juzga como abogado defensor, de tal manera que sabemos que somos incon- dicionalmente amados. La recapitulacién de toda la vida de Jestis como abogado defensor més que acusador son sus palabras finales en la cruz. La cruz demuestra dos profundas realidades: la profundidad de la destruccién provoc da por la conducta no amorosa, y la profundidad ain mayor del amor en la respuesta de Dios. Jestis compasi- vamente otorga el perdén de su Padre a sus asesinos no arrepentidos con las palabras de un abogado defensor: “Padre, perdénalos, porque no saben lo que hacen” (Lucas, 23:34).

También podría gustarte