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El Augur
El Augur
Erika Mergruen
El augur
Hoy slo son curiosidades, pero en los parques de mi infancia los pjaros
adivinadores eran parte del paisaje. Casi siempre se trataba de canarios, aunque se poda
ver uno que otro gorrin. Estaban encerrados en pequeas jaulas de carrizo custodiadas
por el pajarero, si acaso ese era el nombre de tal oficio y no el de entrenador. Este
personaje dejaba salir al pjaro de la jaula para que realizara actos inauditos como
empujar una carreola diminuta o colocar un bibern de plstico sobre un beb del
mismo material. El pajarero declamaba las rdenes y las razones del actuar del pajarillo,
siempre con un tono agorero. Al final, el acto culminaba cuando el pjaro sacaba de una
caja, con el pico, un papel doblado: ah se lea la suerte que nos estaba deparada. No
logro recordar ningn escrito, pero s la sensacin de maravilla que me provocaba ver al
ave realizando todos esos prodigios al tiempo que mi emocin creca porque se acercaba
el momento del papelito.
Ahora imagino que todos los augurios en la historia de la humanidad eran un
poco de esto: de los ojos que atesoraban aves varias, sus cantos, sus vuelos, su hambre y
su sed. En parte todos los que aguardaban el augurio eran como nios que buscan
maravillarse, o bien slo como nios que buscan olvidarse del espanto.