194 TEOLOGIA LIBERADORA
Dios es amor, es una vida sin Dios. Y si, tal como se ve en la
Trinidad, ese amor es compartido, una vida en que no se comparte
es una vida sin Dios. Y si las tres divinas personas tienen igual
poder en este compartir de Dios, entonces la vida en que no se
comparte el poder es también una vida sin Dios.
Las consecuencias del compartir de Dios van mésallé del plano
personal, de modo que todos aquellos que afirman creer en un
Dios que es amor, en un Dios trino, deben también afirmar que la
sociedad —o la iglesia— donde tal amor no se manifiesta es tam-
bign una sociedad —o una iglesia— sin Dios.
Como hispanos en esta sociedad debemos dejar de lado las
interpretaciones puramente metafisicas de la doctrina de la Tri-
nidad y ocuparnos de descubrir, imitar y aplicar en nuestra so-
ciedad y vida eclesidstica el amor del Trino Dios. ¥ tal como lo
hemos sido en tantos otros aspectos, nos ofrecemos como pueblo
que es «puentes para que nuestros hermanos y hermanas de la
raza blanca en esta comunidad noratlintica comprendan el signi
ficado de esta doctrina para la vida y fe de la iglesia toda.
CREADOR DEL CIELO
Y DE LA TIERRA
a
Elmismo Credo Apostélico que afirma creer en un Dios Padre
de cuyo gobierno nada escapa —pantocréor— afirma también
que ese Dios es el creador de los cielos y la tierra. Es muy im-
portante que exploremos el significado de esa declaracin, ya que
nuestra existencia tiene luger dentro de la creacién y es parte de
ella.
Y vio Dios que era bueno
La primera consecuencia obvia de la doctrina de la creacién es
que todo lo creado tiene un valor positivo, La iglesia primitiva
insistia en que Dios es «todopoderoso» —o «todogobernante»—y
«creador de los cielos y la tierra» porque algunos restaban valor a
tal afirmacién. La iglesia aclaraba que en modo alguno eran los
cielos y Ja tierra el producto de algin error o pecado. Son, por el
contrario, el resultado de la voluntad de Dios. El libro del Génesis
Jo reitera una y otra vez: cuando Dios creé todas las cosas, «vio
Dios que era bueno»,
La doctrina de la creacién es en primera instancia la afirma-
cidn del valor positivo del mundo y de todo lo creado, y en se-
gundo lugar el rechazo de toda doctrina o teoria que niegue 0
ee196 ‘TEOLOGIA LIRERADORA
tienda a minimizar tal valor. Como ocurre en otros sistemas
religiosos, muchos cristianos tienden a refugiarse en un tipo de
religién ultramundano, en oposicién a la doctrina de la creacién
que afirma que este mundo en que vivimos es el que Dios creé y
vio que era bueno. No hay dudas de que tenemos que admitir —y
también denunciar— que este mundo esta plagado de pecado.
Pero el hecho es que no tenemos otro mundo ni otro cosmos que
no sean estos cielos y esta tierra que Dios ha creado. Querer aban-
donar nuestra realidad por cualquier otra es no s6lo un error, sino
una imposibilidad,
Elcosmos creado por Dios, del cual somos parte y enel que nos
movemos y existimos, esta formado por «los cielos y la tierra».
Esto se interpreta con mucha frecuencia en el sentido de que mas
alld de esta «tierra», plagada de pecado y de realidadestemporales,
existe un lugar eterno, 0 «cielo», colmado de realidades puras ¢
imperecederas, Sobre esa base opera el escapismo cristiano, que
invita a huir de las cuestiones terrenas y a buscar las recompensas
celestiales. Lo que a veces no percibimos es que, segiin la Biblia,
tanto el cielo como la tierra son realidades temporales, que no
sélo estén coloreadas por la realidad del pecado, sino que un dia
seran deshechas y pasardn, Asf es que la creencia en que acd abajo
estamos en un transitorio evalle de lagrimas» y que el cielo «alla
arriba» es un lugar de puras bienaventuranzas no tiene bases
biblicas, En Lucas 10.18, Jestis les dice a sus discfpulos que al tiem-
po de su ministerio, y probablemente como resultado del mismo,
él vio a Satanis caer del cielo, En Apocalipsis 12, el «gran dragén
escarlata» estaba en el cielo, y Ja razén por la que hay tantos ayes
sobre la tierra es que el dragdn ha sido expulsado del cielo, donde
estaba su residencia, Al final de ese libro se nos promete que no
CREADOR DEL CIELO Y DE LA TIERRA
197
él 6
oa pat creacidn de una nueva tierra, sino también de un
El afirmar que Dios es el creador de los cielos y la tierra im-
Plica también que nosotros somos parte de esa creacién, El signi-
Head de auestra humanidad seré explorado con més dete
nimfentoenel proximo capitulo, Sin embargo, es muy importante
ue recordemos que no existimos sino dentro de los confines de
Te creacién, que no podemos escapar del orden de lo creado, pues
2o somos otra cosa sino criaturas. Es en este cosmos, compuesto
Por cielos y tierra, donde hemos de vivir y servir a Dios,
Dios no es lo mismo que la creacién
La segunda consecuencia que se desprende de la doctrina de la
creacion es que Dios es una realidad diferente a lo creado, Ni Dios
fluye naturalmente de la creacién, ni la creacign nos conduce
simple y ditectamente a Dios. Esto es lo que afirmaban |
‘e6logos del siglo cuarto al decir que la creacidn no pertenece a
sesencia», sino a la «voluntad» de Dios. En ese tiempo, esa
afirmacién cobraba gran importancia, pues era la manera de
afirmar que el Verbo de Dios, la segunda persona de la Trinidad
era totalmente divina, Se afirmaba que el cosmos era chechon
«creado», queera producto de la «voluntad» de Dios; mientras que
Por otro lado el Verbo es xengendrado, no creado» y «de la mse
esencia del Padre» —frases ambas que aparecen en el Credo
Niceno, La creacién, pues, no fluye de la substancin de Dios, como
las series de emanaciones que postulaban los neoplaténic
Deserla creacién el resultado de una serie de emanaciones que
Proceden de lasubstancia divina, esas emanaciones estarian orga~
nizadas errquicamente, de modo que unas estarian mas proximas
ee ae‘TEOLOGIA LIBERADORA
198
a Dios que otras. Pero como la creacién no consiste en snare
ciones de la substancia divina, sino que es el producto de la vo
luntad de Dios, las criaturas no ocupan un orden en el que oan
mis cerca 0 mis lejos de Dios. Ontolégicamente, todo ser creado
dista infinitamente del ser de Dios 7
Durante la Edad Media prevalecié el concepto de que existia
un orden jerarquico que podia ser escalado por el ser hasta Megar
a Dios. Gracias, al menos en parte, a la influencia del zee a
Dionisio, considerado discipulo directo del apéstol Pablo, to i la
realidad se veia como una serie de jerarquias ordenadas, por las
que al subir se alcanzaba Ja meta de la vida eristiana, Sobre esta
premisa se construyeron muchos de los grandes clésicos del mis-
ticismo cristiano, como el Jtinerarium mentis in Deum de Buena-
ventura. Tal concepto del cosmos y su ordenamiento esté mas
proximo a la teoria de las emanaciones del neoplatonismo que a
ina cristina de la creacién.
* ° ee esto significa es que Dios no puede ser alcanzado a ve
vés del escalamiento hacia ls regiones més alts de la ere
Nétese que alos baales del Antiguo Testamento silo se les po a
encontrar en los montes ycollados altos, mientras que el Diosde
Israel no slo hablaba desde del Monte Sinaf, sino también desde
las llanuras de Egipto y Babilonia. Asi, lo que es cierto en a
minos geograficos lo es también en términos de posturas onto:
6gi ales.
Gunlteaticamesler aos ees hla
Israel habla tanto al rey David y al rey Salomén en sus tronos
como al profeta Amés entre los pastores de Tecoa. Dios es &
berano sobre su creacién, y en modo alguno puede uno acerca
a él por mas que avance en el escalamiento de un orden j
CREADOR DEL CIELO Y DE LA THERA 199
Firquico, sea éste geogréfico, ontolbgico, eclesidstico 0 socio-
politico,
Esta situacién no se les escapa a los hispanos. En toda sociedad
humana existe la creencia de que los més «encumbrades y po-
derosos» estan mas cerca de Dios. Muchas veces, ni aun le iglesia
Sceaba desta tendencia. En la denominacién a la que pertenezco,
existe Ja extrafa préctica de poner a las iglesias el nombre de
Brandes donantes, practica ésta que habria escandalizado a los
Cristianos de siglos pasados, (Siendo estoasi, muy pocaso ninguna
iglesia levaria el nombre de hispanos u otras minorias) ¥ es que
¢l poder y el prestigio de la sociedad en general se tradutce fra!
mente en poder y prestigio dentro de las denominaciones cris-
tianas, como si la posesin de poder y prestigio social garanti-
jaz una relacion més estrecha con Dios. Lo que ocurre hoy es
ue, auunque no elevamos nuestro ojosa los lugares altos donde los
baales eran adorados, somos inducidos e invitados, hasta por las
mismas iglesias, a levantar nuestros ojos @ los logros, informes «
historias de los éxitos por los cuales los baales de hoy reciben
culto.
Ta exeacién, por otro lado, no es el orden jerdrquico que nos
conduce hacia lo divino, como la escalera que nos lleva hacia le
buhardill, sino que en el acto mismo de la creacién Dios man.
ene su soberania, El Dios soberano que escoge no hablar en me-
dio del viento recio, sino en el silbo apacible, que elige no hablar
al rey Jeroboam, sino al profeta Amés en medio de los pastores de
Tecoa, es el Dios que nos habla en la persona del carpintero de
Galilea, quien a su vez afirma que «quien me ha vistoa miha visto
al Padres, y de cuyos labios salen también las palabras sorpren-
dentemente antijerérquicas: «Los primeros serén iiltimose y «al
que sirva, entre ustedes, ese serd el mayor.»
LET LL a eee aera error200 “TEOLOGIA LISERADORA
Elafirmar que le creacién es buena significa que no podemos
ni debemos tratar de escapar de ella. Afirmar que la creacién no
es Dios es decir que no tiene carécter final o ultimo,
Los cielos y la tierra
4Los cielos y la tierra», afirma el Credo. Tal declaraci6n puede
interpretarse de diversas maneras. Una de ellas es que se refiere a
la parte fisica del planeta (tierra) y a todo lo que lo rodea (cielos).
Empero la declaracién del Credo implica otra dimensién que se
hace necesario destacar. Hablar de «los cielos ya tierra» significa
que toda esta tierra fisica que vemos —el planeta Tierra, el
sistema solar, las galaxias y todo cuanto se encuentra en el
espacio— no abarca la totalidad de Ia creacién. Existen también
alos cielos», pero no en el sentido de un «lugar alli arriba». Los
acielos» son més bien todas la dimensiones de la creaci6n que la
mente humana no puede alcanzar ni concebir.
} il cielo es la creacién inconcebible para el humano; la tierra es la
cxeacién concebible para él ... Este “més alla” separado del humano y
que le confronta, algunas veces de manera amenazadora, otras veces de
manera gloriosa, no debe sin embargo confundirse con Dios. Cuando
alcanzamos lo que para nosotros es inconcebible, no hemos alcanzado
a Dios, sino al cielo. Si a esa realidad inconcebible queremos llamarle
Dios, lo que hacemos es deificar una criatura, haciendo lo mismo que
hacia el llamado “hombre primitivo” cuando adoraba al sol. Muchos
filésofos han caido en tal deificacién de la criatura, Las fronteras de lo
que podemos concebir no son el limite de lo que nos separa de Dios,
sino la frontera que el Credo define como el limite entre el cielo y 1a
tierra.» Karl Barth, Dogmaties in Outline, Haxper & Row Brothers,
Nueva York, 1959, pp. 61-62.
a
(CREADOR DEL CIELO Y DELA TIERRA 201
Eneste punto debemos evitar dos posiciones que parecen estar
diametralmente opuestas, pero que en ocasiones conducen a las
mismas consecuencias pricticas. La primera de ellas es la posicién
escapista o espiritualizante que ya hemos discutido anteriormente,
Conforme a esa posicién existen dos lugares, que son los cielos y
la tierra, La tierra es el espacio fisico donde vivimos en cuerpo,
donde suceden cosas que sélo adquieren significado en tanto
contribuyan a abrir o cerrar las puertas de los cielos. Para la mis-
ma posicién, el cielo es el lugar donde habitan los espititus, donde
lasalmas vivirén eternamente siempre y cuando hayan ganado tal
privilegio mientras vivian en la tierra. Tal posicién, como lo he~
mos dicho anteriormente, tiene muy pocas bases biblicas.
La segunda posicién afirma que no existe otra cosa que la rea~
lidad fisica, empirica y cuantificable del mundo; que a lo que el
Credo se refiere es simplemente a lo que en términos mis mo-
demos liamariamos nuestro planeta y el espacio que lo rodea. No
hay dudas de que cuando la Biblia se refiere al «cielo» casi siempre
implica algo més que el firmamento, Al hablar del «cielo», el
alcance es mucho mayor que el que concedemos normalmente.
El cielo es un orden de la realidad totalmente vedado al cono-
cimiento humano, que nos recuerda constantemente que el mun-
do empirico, predecible y mesurable no constituye la totalidad de
Ia creacién, El Dios pantocrétor gobierna no sélo sobre la tierra,
sino también en el cielo. Asi es que la lucha contra los poderes del
pecado ocurre no s6lo en la tierra, sino también en los cielos.
Lo que esto implica es que la «tierra» que podemos ver, medir,
comprender y gobernar es silo una parte de la creacién de Dios,
¥ que por encima, debajo, alrededor y mis allé de ella existen «los
ciclos». Esto resulta ser de importancia capital para la teologia y
ee: | Ce202 ‘TEOLOGIA LIBERADORA
piedad de los hispanos, porque en estos dias escuchamos mucho
acerca del concepto «moderno» del «universo cerrado». Se nos
dice constantemente que la visién mecanicista del universo parece
funcionar y que como no podemos pensar sino en términos de
causa y efecto, serfa insensato hablar de la intervencién de Dios
en a historia. Se nos dice que el universo funciona en base leyes
inalterables que no podemos cambiar o suspender y que por lo
tanto el universo esti cerrado a toda intervencién divina. Rudolf
Bultmann ha dicho: «Es imposible utilizar ls luz eléctrica, las
condas radiales, asi como subscribirnos a los avances médicos
modernos y a la vez creer en el mundo de milagros y espiritus del
Nuevo Testamento.»? Pero el caso es que no sdlo es posible sino
que es bien comun, pues en todo el mundo y ciertamente en las
comunidades creyentes hispanas se usa no sdlo el fluido eléctrico
ylasondas radiales, sino también las computadoras y las méquinas
impresoras a base de rayos laser para contar las maravillas que
Dios ha hecho en las vidas de los creyentes.
{Constituye esto simplemente el empefio en negar lo que a
todo ser pensante le resulta evidente, como Bultmann nos quiere
hacer creer? {O existe algo més detrés de todo esto? Es dado pen-
sar y sospechar que quienes propugnan la idea de un universo
cerrado, cuyo funcionamiento es igual al deuna maquina, afirman
sencillamente una ideologia que sostiene el presente orden de
cosas, y con la cual destruyen o al menos mutilan las aspiraciones
de aquellos cuya esperanza reside en el cambio. La «razén mo-
derna» impide que pensemos en la intervencién divina. Cabe aqui
? Rudolf Bultmann, Kerygma and Myth, Harper & Row, Nueva
York, 1961, p.5.
CREADOR DEL CIELO Y DE LA TIERRA 203
Preguntarnos: ¢Quién establece lo que es la «modernidad>? ;Y
quién define lo que es la «razén»?
El hecho es que la formulacién de la filosofia kantiana nos ha
hecho muy conscientes del grado en que nuestra razén impone
sus lfmites a la realidad. Asi es que afirmamos, por ejemplo, que
Ja causalidad es una «ley natural» cuando es una ley de nuestra
propia raz6n. Se ha hecho muy evidente después de Freud, Marx
Y Sus sucesores que la «razdn» no funciona en un vacfo, sino que
esté condicionada por factores histéricos, psicolégicos, socio-
econémicos y de otras indoles.’ También hemos sido avisados que
a misma razén puede ocultarse esos factores de si misma y con-
vencerse de que sus conclusiones son el resultado de la «razén
pura». De modo que cuando la «razén» requiere que creamos en
uun euniverso cerrado» que no funciona sino a base de leyes me-
cinicas, uno empieza a sospechar si esa definicidn de la «razén»
no es acaso formulada para la defensa del statu quo y como un
medio para frustrar las esperanzas de quienes sélo cuentan con la
intervencién divina.
A quienes profesan el concepto de un universo cerrado res-
pondemos que Dios es el creador de cielos y tierra, y que la tierra
que puede ser abarcada y manipulada para sus propios fines por la
mente humana es sélo una parte del todo. Una parte, por cierto,
cya naturaleza se malinterpreta cuando se le confunde con el
todo.
| * Casi desde los inicios de mis estudios teoldgicos he estado bajo la
influencia de José Ortega y Gasset y su comprensi6n de la razén, De
gran interés es su articulo «Ni vitalismo ni racionalismo», publicado en
la Revista de Occidente, de octubre de 1924 y reproducido en José
Ortega y Gasset, Obras Completas, vol. 3, Revista de Occidente, Madrid,
1947, pp. 270-80.
CN204 TEOLOGIA LIBERADORA
En conclusién, cuando afirmamos que Dios es el creador de la
tierra y ef cielo, lo que decimos es que cuando consideramos todo
cuanto conocemos, y hasta buena parte de lo que desconocemos,
no estamos hablando de Ja totalidad de Ia creacién, Como una
realidad que podemos manejar y comprender, la «tierra» es sélo
parte de todo lo creado. Los que ejercen el poder sobre la natu-
raleza y la historia lo seguirén haciendo conforme a su cono-
cimiento y control de los mecanismos propios para ello. Pero eso
no es todo, pues existen también los mecanismos del cielo, que
son las dimensiones misteriosas ¢ incontrolables de la creacién
Porotro lado, cuando afirmamos que Dioses el creador del cie~
loy la tierra estamos diciendo también que el carécter racional y
predecible de los procesos de la tierra son también parte de la
creacién de Dios, y que no podemos servir a Dios sin que esos
procesos se utilicen para sus propésitos.
“Ambas cosas son muy importantes para la espiritualidad his-
pana. Con sélo asistir a un culto de adoracién o de oracién en una
iglesia hispana se advierte que para ellos el universo no esté
cerrado, ya que no se limita sélo a cuestiones «terrenas», sino que
se exhibe confianza plena en los asuntos del «cielo». Es cierto que,
como muchas veces se nos acusa, algunas veces nos vemos ten-
tados por el deseo de abandonar los asuntos de la «tierra». Pero
cuando esto ocurre, la fe acude en socorro nuestro al recordarnos
que creemos en «Dios Padre Todopoderoso, creador del cieloy de
Ja tierra».
Creacién y evolucién
Enestos dias hay un fiero debate sobre la teoria de la evolucion
y su relacién con la doctrina de la creacién. No es esta la opor-
CREADOR DEL CIELO ¥ DELA TIERRA 205,
tunidad para entrar en ese debate, pero si creo que existen dos
puntos que requieren clarificacién, por cuanto tocan a la teologia
ya la experiencia hispanas,
El primer punto es que en el debate contempordneo se reduce
la doctrina de la creacién alo que con toda propiedad deberfa lla~
marse «los inicios de la creaciéns.* Cuando con toda propiedad se
comprende, la creacién no es algo que ocurrié en el pasado, sean
seis mil o seis billones de afios atras, y que ahora constituya una
curiosa antigiiedad o el objeto de una ortodoxia fandtica, La
creacién tiene que ver tanto con los inicios como con a conti-
nuidad de la existencia de los cielos y la tierra. No hemos de su-
poner que Dios fue el Creador s6lo en el inicio de la creacién y
que luego se dedicara a mantener lo que habia creado. La creacion
subsiste, aun en el dia de hoy, porque el Dios que la creé de la
nada contintia al presente su obra creadora. Sin la obra creadora
ysustentadora de la Palabra de Dios, el cielo y la tierra no podrian
subsistir por un instante. En consecuencia, la doctrina de la crea-
cién no se limita en modo alguno a una declaracién acerca del
principio de lo creado, sino que ademas constituye una afirmacién
de la realidad y responsabilidad presentes,
El segundo punto que necesitamos aclarar es el significado del
término «evolucién» y la razén por la que afirmo que mucho de
Jo que se quiere decir con ese término no es biblico. El problema
con la teoria de la evolucién no es que afirma que a Dios le tomé
miles de millones de aiios completar el mundo presente —en
Frase tomada en préstamo de Ireneo, quien al referirse a las
historias del Génesis no habla de la «creaciéno, sino del «principio de la
cxeacisn»206 ‘TEOLOGIA LIBERADORA
realidad, aun después de tantos aftos, Dios todavia no ha con-
cluido su obra, pues «todavia no se ha manifestado Jo que hemos
de ser». El verdadero problema de la teoria de la evolucién es que
en sus versiones més populares afirma que la ley suprema de la
creaci6n es la supervivencia de las especies més aptas. Esto es
contrario a la Biblia, La ley suprema de la creacién es la victoria
del amor. No existe un mejor ejemplo de esto que la resurreccién
de Jesucristo, quien fue destruido como no apto por el més apto
imperio de su tiempo, pero que fue levantado con poder de entre
Jos muertos.
Afirmar que la ley suprema de la creacién es la supervivencia
de los més fuertes 0 aptos es también afirmar que el proceso me-
diante el cual los poderosos oprimen y destruyen a los mas débiles
es parte del proceso de la evolucién, por el cual se crea un mundo
mejor. Por eso, y no porque se hable de millones de afios en vez
de siete dfas, los hispanos tenemos que denunciar esta teoria
simplista que se hace pasar por ciencia. La denunciamos porque
la evolucién ha ido mucho mas allé de ser una teorfa de las
ciencias biolégicas para convertirse en una justificacién de
sistemas politicos y sociales injustos.
9
LA CRIATURA HUMANA
Aligual que cualquier otra doctrina, la antropologfa cristiana
—en términos tradicionales, la doctrina del «hombre»— ha sido
usada en formas opresivas. En nuestro intento de teologizar desde
una perspectiva hispana, es necesario darle una nueva ojeada a
esta doctrina, tanto en su desarrollo histérico como en lo que se
refiere a las agendas escondidas a las que tal desarrollo ha servido.
Cuerpo y alma
Al abordar la antropologia cristiana, la mayoria de nosotros
pensard inmediatamente que el primer punto a considerar es si el
ser humano ¢s una combinacién de cuerpo y alma, A otros se les
ocurriré pensar que también existe la opcién de hablar sobre
«cuerpo, alma y espiritu», Asi es que el debate fundamental seria
si concebimos al ser humano como consistente en dos o tres.
componentes; 0 como se dirfa en términos tradicionales, una
antropologia edicotomista» o una antropologia «tricotomista». En
el canon ntimero once, el Cuarto Concilio de Constantinopla
(869-870) rechazé toda antropologia «tricotomista».' Con base en
“HL Denzinger, Bachiridon symbolorum definitionum et declaratio-
num de rebus fidei et morum, 31° ed, Herder, Roma, 1957, pp. 1665-66.