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II
Desde el punto de vista del sinthome como reparacin del nudo, tenemos que
detenernos en lo que Lacan llam lapsus del nudo.
corte, un redondel determinado revela ser aquel del que los otros se sostenan
y esa propiedad del redondel decisivo no exista antes del corte mismo.
Cmo sabemos que un cadenudo es borromeo? Cortando uno de los hilos.
All, con el corte, se revela la propiedad borromea. El borromeismo existe slo
por ese instante de desanudamiento en el que los redondeles se dispersan y,
en esta dispersin, se trata de lo real en s.
Ahora bien, si lo simblico es lo discriminante por excelencia y lo imaginario es
del orden de la representacin, el encuentro con lo real del desanudamiento es
un encuentro horripilante de un punto donde se desvanecen semejanzas y
desemejanzas y donde el Uno mismo abandona sus poderes.
Con respecto al corte, donde se ratifica al nudo como real, la propiedad que
garantiza a la operacin cumplida, nace de la operacin misma.
El instante del desanudamiento borromeo es as asociable a una serie de
figuras: el surgimiento del sentido en el que se desata el tejido de las
significaciones; la abertura del despertar entre dos imaginarios: el sueo y el
insomnio; el choque con el encuentro de lo inaudito; el golpe de una
nominacin real del deseo; etc. Es el desanudamiento el que da la estructura
de esos instantes diversos: advenimiento instantneo de la dispersin que se
seala por el horror.
Este horror se experimenta porque lo real del nudo no es ms que el
advenimiento, con el desanudamiento, de lo real como tal.
En el Gnesis hay como un presentimiento de lo real pensndolo como previo
a la Creacin. Es la expresin Tohuwabohu de Jeremas 4,23, o el Tohu Bohu
del Gnesis, que indica lo desordenado, lo catico. Se trata del advenimiento
de una dispersin. Antes del Fiat lux slo haba caos, desorden abismo y
oscuridad. Mientras no se construya el enunciado supremo de un Dios
Hgase la luz, por ejemplo- o de una armona, nada asegura que el caos no
exista. No olvidemos que en un segundo tiempo, Dios nomin: da.
Imaginariamente, o sea con lo imaginario, podemos abordarlo con categoras
infamantes: Caos, Mal, Nada, Sufrimiento, Muerte, Corrupcin. A ello, un sujeto
marcado por lo imaginario responder con las pasiones del mal: asco,
vergenza, escndalo, terror o piedad, lo que Freud situaba dentro de las
defensas primarias.