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CATULO POESIAS INTRODUCCION, TRADUCCION ¥ COMENTARIO DE ANTONIO RAMIREZ DE VERGER Ellibro de bolsillo Clasicos de Greciay Roma Alianza Editorial Primera edicién en «libro de bolsilo»: 1988 Primera reimpresién (revisada): 1990 Cuarta reimpresin: 1994 Segunda edicién: 1997, Primera edicién (tetera del libro) en «Biblioteca tematicay: 2000 Disenode cubierta: Alianza Editorial Proyecto decoleccién: Rafael Sahudo Tustracién: Rafael Safudo Reserados todo os derechos contenido de exa obra estproteido pra Ley ae ‘stublece penas de psn y/o mult ademas de us corespondientsindemnizacones or dene perjicos, par quienes reprodujere,plaiare,dtrvuereno com npiicament, en iodeo en prt, una obra Mera, atitin 9 lets, 58 ‘eansformacin iterpretacino eecucin asic jada en cualquier ipo desoporte ‘comunicada srs de cnlier med, snl prcepia tora © delatraducci6n,introducciény comentario: Antonio Ramirez, de Verger © Alianza Editorial, . A, Madrid, 1988, 1990, 1992, 1993, 1994, 1997, 2000 Calle Juan Ignacio Luca de Tena, 15; 28027 Madrid, teléfono91 39388 88 ISBN:84-206-3611-8 Depésito legal: M. 19.014-2000 (Compuesto eimpreso en Fernénder Ciudad, S.L. (Catalina Suérez, 19. 28007 Madrid Printedin Spain APURA sine qua non PREFACIO Este libro ofrece al curioso de la poesfa clésica una versién completa en espafiol de las poesias de Catulo. He seguido el texto latino por la edicién de G. P. Goold (1988), pero sin olvidar tampoco la oxoniense de Mynors (1958). He preferido, como otros traductores de poesfa clasica, man- tener la forma externa del verso latino, aunque la traduc- cién no sean verso. Las notas aclaratorias a modo deco- mentario, puestas intencionadamente después de la traduccién, incluyen breve interpretacién literaria, acla- raciones de algunos versos y bibliografia selecta para quienes deseen profundizar un poco mis; en ellas mi deu- acon los comentaristas y criticos modernos es inmensa. Por iiltimo, he relegado las explicaciones de los nombres propiosal indice final de los mismos. Los afios transcurridos desde la primera y segunda edi- ciones han aconsejado llevar a cabouna amplia revision de las mismas. Deseo mostrar mi agradecimiento a los profe- sores Vicente Cristobal, Gabriel Laguna, Ana Pérez Vega, Luis Rivero y Francisco Socas por sus atinadas observacio- nes correcciones al texto de la primera edicién. Asimis- mo, debo dejar constancia de mi gratitud al Servicio de 10 ANTONIO RAMIREZ DE VERGER Préstamo Interbibliotecario de la Biblioteca Universitaria de Huelva por su eficaz apoyo bibliografico. INTRODUCCION A.RamiRez DE VERGER Huelva, Campus del Carmen, 16 de abril dela Lord, what would they say as par Did their Catullus walk that way? Years, 1919, W.B. Yeats, como E. Pound en el caso de Propercio, reaccio- naba contra la frialdad con que los fildlogos del sigho xix y comienzos del xx analizaban a obra de Catulo. El veia en ella aun poeta romantico, intimo y vital, ausente de los comen- tariosy estudios de los criticos oficiales. No obstante, es pre- iso reconocer que los comentarios del inglés R. Ellis y del alemén W. Kroll son todavia validos para entender la no siempre facil poesia del veronense. Y también hay que hacer notar que la visién roméntica de Schwabe, de Havelock o de los Catulli Carmina de Carl Orff sélo apuntan al Catulo de Lesbia. {Qué hacemos entonces con los diferentes tonos de nuestro poeta? Como siempre, me parece que por el térmi- no medio podremos intentar legar al Catulo del siglo 1a.C. Leer las diferentes poestas de Catulo es como estar leyen- do ala veza poetas tan aparentemente distintos como Lucre- cio, Virgilio, Horacio, Propercio, juvenal o Marcial. Pues Lu- crecio habria firmado el éxtasis de Atis, a Virgilio no le importé poner en boca de Dido las palabras de Ariadna, Horacio copié su himno a Diana, Propercio aprendié de Ca- tulo a emplear los ejemplos mitolégicos en sus elegias, Juve- nal habria incluido en sus sétiras el corrosivo ataque de Ca- _ 2 ANTONIO RAMIREZ DE VERGER tulo a Pompeyo y César, y Marcial tuvo de maestro al vero- nense en sus inmortales aguijones epigramaticos, Loslecto- res de Catulo estardn de acuerdo conmigo, si afirmo que su. poesia puede ser lasciva (32) 0 puritana (30), superficial (33) © profunda (76), sencilla (43) 0 compleja (68 B), llena de gracia y humor (53) 0 extremadamente seria (58), carifiosa (50) oimplacable (88). Catulo, por tanto, no debe ser reduci- do a una sola cara, sea ésta la de su poesia de amor, sea lade sus ataques satiricos, o sea, lade sus elaborados poemas lar- 0s. Ahora bien, los aproximadamente 2.300 versos de su coleccién tienen una sola vor: Catulo de Verona, poeta lati- no del siglo a.C. Entremos, pues, en su vida yen su obra, 1. ELAMBIENTE POLITICO Y LITERARIO. Una época que produce escritores y politicos de la talla de Cicerén, Pompeyo, Catén de Utica, Lucrecio, Catulo o Sa- lustio no puede ser considerada como un tiempo de declive ydescomposicin sino comoun priodode crisis de cam- io, EL siglo 1 a.C. no dejé de conocer enfrentamientos politi- 0s y sociales: la guerra Social entre Roma y susaliados: os (91-88), el enfrentamiento entre Mario y Sila que acabé enladictadura de este ultimo (82-79), la confrontacién per- manente entre los optimates y populares con el consiguiente fracaso de a politica ciceroniana dela concordia ordinum (la conjuracién de Catilina del 63 es una muestra), el fracaso del primer triunvirato y la derrota de Pompeyo en el 48 con la inevitable dictadura de Julio César hasta caer asesinado en los Idusde marzo del 44. ¥ todo ello ocurriaen unaépocaen ‘que Roma pasé de ser una ciudad-estado ala capital de un gran imperio. Las instituciones republicanas no supieron adaptarse al cambio producido en menosde un siglo. Cuan- do Octaviano, tras vencer a Marco Antonio en Accio (a. 31), INTRODUCCION 13 quedé como princeps, el estado romano empezé aencontrar las solucionesadecuadasa la nueva situacién mundial’. Este fue el tiempo que le tocé vivir a Catulo. Ahora bien, también hay que precisar que la historia de la gente normal no esa que nos cuentan Cicerdn, César 0 Salustio. La gente dela calle no estaba pendiente delas maniobras politicas de los tritinviros, de las campafias de César en la Galia o de Pompeyo en el Este. Los romanos normales andaban tam- bién preocupados, como en cualquier época, con sus Pro- blemas diarios de subsistencia y con sus diversiones favori- tas, como el teatro y las carreras del Circo. A todo ello hay ‘que afiadir que los romanos seguian rigiéndose por un cédi- {g0 de conducta en sus relaciones sociales; se puede resumir en dos palabras: mos maiorum, que se plasmaba en concep- tos muy concretos para ellos, como eran el Estado (res publi- a), la ley, el respeto (pietas), la lealtad (fides), el buen nom- bre (fama), la patria, el hogar (domus) y las obligaciones de cada cual (officium) ?, Es el mismo cédigo que encontramos tuna y otra ver en la obra de Catulo, un hombre extremada- mente conservador en sus relaciones sociales; de ahi que reaccione tan duramente contra quienes traspasan el c6digo de conducta esperada en un ciudadano, sea en la politica (casos de César 0 Mamurra), en la amistad (Alfeno 0 Gelio) oenel amor (Lesbia o Rufo). Junto al cambio politico se produjo una explosién cultu- ral? helenizante entre una elite de ciudadanos, que podian permitirse el lujo de comprar mosaicos para decorar sus ‘mansiones o dedicar su tiempo alocio de escribir o leer poe- sia amorosa, epigramas picantes poemas épicos. Logi ‘mente, la mayoria de los romanos ni tenfa dinero suficiente para comprarse casas de lujo ni tan siquiera sabfa leer 0 e ccribir. Asi pues, cuando se habla de la cultura del siglo a. ‘nos referimos al grupo de ciudadanos de la clase alta (Cice- +6n, César, Catulo 0 Salustio) que quedaron totalmente im- buidos de la cultura griega, ala que dieron una nueva vida “ [ANTONIO RAMIREZ DE VERGER través de sus obras en latin. La literatura latina del siglo 1.C. es la unica que no desmerece mucho de Homero o los gran- des liricos y tragicos griegos. Y uno de los factores que con- tribuyeron a que ello sucediera fue el desarrollo de un nue- vo movimiento poético que abrié nuevos caminos a los viejos y cldsicos temas griegos. Los nuevos» poetas fueron los responsables. 2. LA «NUEVA» POESIA Catulo alude a una serie de poetas que compartian los mis- ‘mos gustosliterarios: Cecilio (35), Licinio Calvo (50), Hel- vio Cina (95), Cornificio (38) y Valerio Catén (56). Todos ellos formaron un grupo pottico, los «novisimos» oneoté- ricos, como Cicerén los llamo despectivamente (Cartas a Atico, 7.2.1; Disputaciones Tusculanas, 3.45, y el Orador, 161)4. Adoptaron el programa literario del poeta alejandrino Calimaco (ca. 305-240 a.C.). Este lo resumié en el poemain- troductorio de los Aetia o Explicaciones de la siguiente for- ‘ma, que melimito a parafrasear: ‘Cuando por primera vez puse un cuaderno en mis rodillas, Apolo ‘me dijo: «Poeta, engorda atus victimas parael sacrifcio, pero man- ‘téndelgada tu Musa, Y algo més: viajalejos de las carreteras genera les, nolleves tu coche por rutas trilladas por otros. Mi audiencia es nde quienes aman cl canto agudo dels cgnrs, no elrebuznode (Acti, fr 1.22-31 Pfeiffer) ‘Los principios literarios eran: a) preferencia por las for- ‘mas literarias menores, como la poesia didactica, la poe- sfa bucélica, el epigrama, el himno y el epilio; recuérde- se el lema calimaqueo de «un gran libro es un gran mal»; INTRODUCCION 15 b) gusto por la obra acabada y pulida; c) propensién alas re- ferencias eruditas (mitologsa, ciencia, geografia, astrono- mia); d) originalidad del tema y su tratamiento, y ¢) subjeti- vvismo. Los poetas «novisimos» de la Roma del siglo + enarbola- ron la bandera calimaquea para reaccionar contra la poesta tradicional romana, que se limité a la poes(a épica (Ennio cra el maestro) y dejaba la poesia lirica y el epigrama para los aficionados. Los «nuevos» poetas elevaron, como en Grecia, ala categorfa de arte la poesfa de ocasi6n, la invecti- vay el epigrama, ademas de lograr epitalamios y epilios de gran altura, Asi, Catulo propugna un «libro nuevo» que sea culto y muy trabajado (1), ataca la poesfa tradicional de Vo- lusio (36), defiende el nuevo tipo de poesia de ocasién (16, 50), siente un especial atractivo por la poesia artistica (35) y despreciala vulgaridad (12, 22,44). Las referencias eruditas, abundan en las poesias largas, pero no faltan en las cortas (7.2-6, 34, 35.14-19, 36.11-17, 46, 55 [58.6-10], 60). ¥, en cuanto al subjetivismo, nadie pondré en duda el cardcter, emotivo ¢ intimista de las poesias 63, 64, 66 6 68. ‘A partir de Catulo, y sin olvidar a Lucrecio, la poesia lati- na pudo emularno sélo a Homero y a Menandro, como ha- bbian hecho el citado Ennio y los comedidgrafos Plauto y Te- rencio, sino que también se supo replicar adecuadamente a los grandes liricos griegos (Safo, Alceo, y otros), e incluso el epigrama amoroso griego fue superado en una forma nue- va: la elegfa amatoria latina, anunciada, es verdad, porla ele- ‘gia narrativa griega, casi enteramente perdida, y por el mis- mo Catulo. 3. UNA CORIA VIDA: ‘Sinos atenemos a la realidad de los datos, esto es lo que sa- bemos dela vida de Catulo®: nacié en Verona en el afio 87, 16 [ANTONIO RAMIREZDE VERGER segtin la Crénica de San Jerénimo; pasé gran parte de su vida en Roma, donde trabé buenas amistades y conocié a los grandes personajes de la época (Pompeyo, Cicerén, Catén, César, y otros); su familia era acomodada por las posesiones {que tenfa en Verona, Sirmién (31) y cerca del Tiber (44); se convirtié en amante de una mujer casada, una de las tres hermanas del tribuno P. Clodio; acompaiié al propretor G. ‘Memio a Bitinia durante los afios 57-56; su hermano fallecié en Troya en fecha desconocida; compuso una coleccién de oesias que fueron publicadas no antes del afio 54; y murié en Roma, segiin el mismo San Jerénimo, alos treinta aos, es decir, en el 57. No obstante, San Jerdnimo no fue muy exacto, pues es seguro que Catulo vivia en el55 por sus refe- rencias a las campafias de César en la Galia y Germania en dicho af (11.10-12) y por la alusién al segundo consula- do de Pompeyo (113.2), también ocurrido en el afio 55. El atio de su muerte se suelefijar en el 54 (el de su nacimiento, por tanto, en el 84), aunque no lo sabemos con seguridad. Sélo es cierto que su muerte debié ocurrir antes del afio 32 portuna alusién de Cornelio Nepote en su biografia de Atico (12.4). Elresto deo que se cuenta dela vida, educacién yan- danzas del poeta de Verona es mero juego literario, 4. UNA COLECCION PROBLEMATICA ‘Una primera lectura de las 113 poesias de Catulo nos lleva dividir su coleccién en tres partes diferentes: 1) poesfas cor- tas en metros variados (1-60, de las que las 18-20 son apé- crifas); 2) poesias largas (61-68), y 3) epigramas (69-116). Desde el punto de vista del libro antiguo tendrfamos tres ro- los de papiro que contendrian, respectivamente, 848, 1.135 320 versos. Tal distribucién ha parecido desproporciona- daa algunos criticos, que han separado los tres voliimenes dela coleccién dela forma siguiente: 1) 1-60= 848 versos; NTROBUCCION wv 2) 61-64 = 795 versos, y 3) 65-116 = 648 versos. Los tres i- bellise guardabanen una sola caja (capsula). Cuando el per- gamino sustituyé al papiro, el contenido de los tres rollos 0 volimenes paséa formar un solo manuscrito. La coleccién en su forma actual no presenta ni unidad de estilo ni de temas, como es el caso, por ejemplo, delas Bucé- licas de Virgilio o del Monobiblos de Propercio. Por una par- te, las poesias largas se caracterizan, en general, por unestilo levado, propio de la tragedia o dela épica, mientras que el tema comiin esel del matrimonio’, excepto la 65 que sirve de introduccién a la Cabellera de Berenice. En ellas, Catulo es Calfmaco trasplantado a Roma. La erudicién y el arte que iega no se encuentraneen las poesias cortas 0 en os epi ‘gramas de forma continuada, Por otra parte, las poesfas en ritmos variados (1-60) se caracterizan por ser piezas de oca- sién (versiculi), escritas en un estilo refinado (urbanus), simpatico (venustus) y ligero (lepidus) es el estilo de la co- media plautina, de las cartas de Cicerén 0 de las Sdtiras de Horacio. Y, finalmente, los epigramas (69-116), en disticos clegiacos, despliegan un tono directo y punzante, quenotie- ze nada que ver con la manera descriptiva de las poesias cor- tas de la primera parte. Esto quiere decir que Catulo escri- bié tres libros diferentes? Pudiera ser, aunque ello no significa que estemos ante tres autores diferentes. Ni mucho ‘menos. Vuelvo a insistir en que la voz de Catulo es tinica, aunque se exprese en formas diferentes. El sentimiento de 1a 8 resurge en la 76, los términos de la 64 (132-148) son cal- co de los de la 30, la solemnidad del himno a Diana (34) se parece a la del himno a Himeneo (61.1 y'ss.),0 la acritud de la 28y la 57 no es menor que las dedicadas a Mamurraen los epigramas 105, 114 115. Enlostres libeli, pues, hay tres formas poéticas de expre- sarla propia experiencia: la ligera y simpética de las poestas breves, a elevada y culta de las piezaslargas, y la breve e hi- riente delos epigramas. 18 ANTONIORAMIREZDE VERGER Otra cuestién que ha suscitado una gran polémica atatie ala edicion dela coleccién catuliana: ;Fue publicada por el mismo Catulo o fue obra de un editor péstumo? Wilamo- witz, en 1913, zanjé la cuestién con su caracteristica altane- ria: «Catulo consagré lo mejor de su mente a la ordenacién de su libro de poesias. Si hay alguien que no lo vea asi, “tant pis pourlui"». Unos criticos han argumentado a favor de esa tesis, otros creen en una edicién péstuma’. No sé si merece la pena gastar tanto esfuerzo en una cuestin irresoluble. Baste imaginar que Catulo, como muchos poetas modernos, pens6 en cierta ordenacién artistica, dirigida a una audien- cia selecta e inteligente, aunque no cabe descartarla posibili- dad de quela muerte leimpiierculminar una ordenacién inal. 5. UNA COLECCION VARIADA («MULTA VENUSTE, MULTA DULCITER, MULTA CUM BILE») 5.1. Unamor desgraciado: Lesbia Gran parte de las poesias de Catulo giran en tornoasugran pasidn: Lesbia, ala que dedica directa o indirectamente los siguientes poemas: 2, 3,5,7,8, LL, 13, 36, 37, 42, 43, 51, 58, 68 B yC, 70, 72, 75, 77,79, 82, 83, 85, 86,87, 91, 92, 104, 107 ylo9. Catulo queria evocar con Lesbia, nombrelliterario de Clo- dia, a belleza, el refinamiento y la cultura de su amada por referencia a Lesbos, la patria de Safo, la poetisa que ejercia un atractivo especial en Catulo. Desde Apuleyo (Apologia, 10), se suele identificar a Les- bia con Clodia. El problema es que existian tres Clodias en esta época. La opinién més extendida? sefiala ala segunda hija de Apio Claudio Pulcro, cénsul en el 79, y que era la es- posa de Quinto Metelo Céler, pretor en el 63, gobernador de INTRODUCCION 19 la Galia Cisalpina, a tierra de Catulo, en e162, cénsulen el 60 ymuertoenel59. Qué fue lo que atrajo de Lesbia a Catulo? Las poestas 43 y 86 responden ala pregunta: la belleza de su cuerpo y su manera de ser. Lesbia, siel retrato de Catulo no es mera des- criptio pulchritudinis, tenfa una nariz proporcionada, ojos morenos, boca atractiva, pies bonitos y lengua elegante; a cllo se afiadia un encanto especial que procedia de su elegan- cia, refinamiento y cultura. Cicerén, sin embargo, nos ha dejado la pintura negativa de Clodia, la Lesbia de Catulo y posterior amante de M. Celio Rufo. En el discurso que pro- rnuncié en abril del 56 en favor de Celio, la fina y bella Lesbia aparece como ambiciosa y ninfémana, no muy lejos de la Lesbia de las poesfas 11, 37 0 58, cuando las relaciones con ella habjan terminado, Recuerda a la Sempronia que tan bien pintara Salustio (Conjuracién de Catilina, 25) y est, desde luego, muy lejos del ideal de matrona romana descrito en el famoso epitafio de Clodia (CIL P1211). No obstante, habré que dudar no poco de la pintura partidista de Cicerén y del resentimiento de un enamorado abandonado. Lesbia debié ser més humana y convencional’®, Lo cierto es que Lesbia produjo en Catulo una atraccién irresistible, como nos dice en Ia poesia51. Tras el «flechazo» que pudo haberse producido en Verona durante la estancia de Metelo como gobernador, Catulo vivié una apasionada y turbulenta historia de amor con sus conocidas fases de feli- cidad, duda, reconciliacién y ruptura definitiva'!. La épocade felicidad y de admiracién por Lesbia se refleja ‘en las poesias 2, 3,5,7, 13, 37.11-13,43, 58.1-2 (el recuerdo), 68 B.67-72,y 131-4, 79.1-2, 82, 86 y 92. Sinos fiamos de sus poesias, Catulo amé profundamente a Lesbia, con un amor que trascendia la mera atraccién fisica. EI mismo poeta lo entendié como una relacién seria, exactamente igual a la que los romanos establecian en sus relaciones politicas 0 amistosas. Este tipo de relacign se expresaen latin con eltér- 20 ANTONIO RAMIREZ DE VERGER mino foedus amicitiae 0 foedus amoris, «pacto de amor», ‘cuando se aplica ala esfera del amor, como es el caso de Ca- tulo, pese a su terminologfa de la amistad, y como sera en- tendido por los poetas elegiacos posteriores', Lacondicién fundamental en estos pactos era légicamente la fides o wleal- tad». Las poesias 70, 72, 87 y 109 desarrollan este motivo. Catulo, pues, entendié su relacién con Lesbia comoun pacto de amor entre enamorados (recuérdese el pacto de amor de Septimioy Acmé enla45) con dos condiciones: amor y fide- lidad. Pero, como suele ocurrir a menudo, una de las partes, ‘onoentendié la relacién en esos términos an drésticos ono quiso cumplir el pacto establecido, Esa fue Lesbia, seguin la versién de Catulo (11.21-4). Nuestro poeta, ante as infideli- dades de Lesbia, entra en una fase de dudas y de lucha entre To que le dicta la razén y lo quelle dice su corazén (8, 72,75, 76y 85). Hubo una breve reconciliacion a su vuelta de Biti- nia (107), pero aquella diosa blanca (68 B.70) del comienzo de sus relaciones quedaba ya muy lejos. Al final, la razén se ‘impone y Catulo rompe con ella en una despedida memora- ble: ‘Que viva ylo pase bien con susamantes... que no busque, como antes, miamor, {quepor suculpahamuerto,como una lor albordede un prado, cuando elaradola troncha al pasar (unary21-4) A pesar de todo, Catulo no debié olvidar faécilmente a Les- bia, pues mucho después nuestro poeta recuerda cémo la amd y en qué situacién de depravacién se encuentra ahora «su querida Lesbia> (58). Bl poeta de las poesfas a Lesbia es esponténeo, directo y sin- cero. Sin embargo, es curioso observar quella actitud de Ca- INTRODUCCION a tulo hacia Lesbiay hacia la mujer en general fue la de un ro- mano tradicional. Desprecia a las prostitutas (41-43, 86, 110, 111), prefiere a la mujer romana casada y sumisa a su marido (61.144-6; 62.59-65), siente simpatia por las mujeres ‘oamantes de sus amigos (6, 10, 35, 55, 96) ysu ideal de mu- jer no es de carne y hueso, sino mitica, como la Acmé (45), personaje de novela rosa, la nereida Tetis (64), la Ariadna (64), que sacrifica a su familia por seguir a'Teseo, 0 es Lao-

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