ESTUDIO PRELIMINAR
por Joaquin Abellan
1. SOCIEDAD, POLITICA Y RELIGION
A COMIENZOS DEL SIGLO XVI EN ALEMANIA
A) Acomienzos del siglo XVI Alemania era el pais mas
extenso de Europa y, con unos veinte millones de habitan-
tes, era también el mas poblado. Su unidad politica, sin em-
bargo, no existia en realidad. El Sacro Imperto Romano de
Ja Nact6n alemana vivia en una tensién continua entre la vo-
luntad centralizadora del emperador y las tendencias centri-
fugas de los territorios. Desde mediados del siglo XIII, con
la caida de los Staufen, el emperador de Occidente se habia
reducido practicamente a ser un rey de Alemania. Pero den-
tro de Alemania tampoco habia logrado construir un estado
politicamente unido. Ef Registro imperial de 1495 daba cuen-
ta de mas de trescientos cincuenta territorios, entre princi-
pados, condados, ciudades imperiales libres, abadias, obis-
pados, territorios de los caballeros y otros.
En esta situacién el poder efectivo del emperador se apo-
yaba mas en la capacidad de su propia dinastia (desde 1437
la casa de Habsburgo) que en derechos expresos. Las relacio-nes entre el emperador y los principes territoriales habian si-
do determinadas a mediados del siglo XIV por esa pieza cen-
tral de la constitucién imperial que fue la Bula de Oro de
1356. Resultado de las negociaciones entre el emperador y
los grandes principes, que desde 1257 habian reclamado el
derecho exclusivo de elegir al emperador, la Bula de Oro sig-
nificaba ademis la exclusién de la intervencién del papado
en los asuntos imperiales: el poder imperial podria ser ejer-
cido independientemente de la coronacién papal.
El desgarramiento de la situacién politica entre el empe-
tador y los territorios en los tiltimos afios de la Edad Media
fue haciéndose mas profundo. Mientras los territorios se fue-
ron transformando en estados territoriales, el imperio, en
cambio, como conjunto, no lograba una vida politica comin.
Desde comienzos del siglo XV se escucharon voces que re-
clamaban la reforma del imperio y proponian alternativas a
la situaci6n actual. Un programa completo de reformas lo
presenté Nicolas de Cusa (De Concordantia Catholica, 1433).
Su reforma propugnaba una influencia efectiva de los Esta-
mentos imperiales sobre el gobierno, asi como reuniones
anuales de la Dieta imperial y la creacién de un tribunal de
justicia imperial permanente. A partir de 1486 el movimiento
de reforma del imperio se hizo més intenso y se dio un paso
muy importante en 1495 cuando la Dieta imperial, reunida
en Worms, aprobé la tregua perpetua que ponia los presu-
puestos para un desarrollo politico conjunto aleman. En la
Dieta imperial de 1500, celebrada en Augsburgo, se apro-
baria la formacién de un Gobierno imperial (Regiment) por
encima del emperador y de los Estamentos. Este Gobierno
imperial no duré mas de dos afios y fue tan ineficaz como
el gobierno monarquico, por no contar tampoco con los me-
dios econémicos y personales adecuados para su funcién.
En las capitulaciones electorales de Carlos se volvié a plan-
tear la cuestion y la Dieta imperial de 1521, en Worms, acor-
dé la formacién de un Gobierno imperial hasta que el em-
perador Carlos volviera a Alemania. A pesar de algunas me-
didas de este Gobierno imperial (1522-1530) tuvo tan poco
éxito como el primero al seguir sin un poder efectivo paraimponerse a los estados territoriales. Al cruzarse la cuestién
religiosa de la reforma luterana en la politica imperial, los
estados territoriales adquirieron mayor autonomia frente a
las instituciones imperiales centrales. La Dieta imperial de
1526, celebrada en Spira, acordé que los estados debian con-
ducirse en materia religiosa como cada cual estimara mejor,
segtin su responsabilidad ante Dios y ante la majestad im-
perial y el imperio. La dindmica politica que se impuso con
la adopci6n de la reforma luterana impediria definitivamente
la realizacién de la idea imperial de Carlos V.
Los estados territoriales, al asumir como una actividad pro-
pia el fomento y vigilancia de la nueva confesién religiosa,
estaban evolucionando hacia una nueva forma de poder po-
litico. No s6lo por la organizaci6n moderna de su actividad
sino por la ampliaci6n de la esfera de actividades estaban ca-
minando hacia una forma de Estado que hacia la competen-
cia al imperio. La evoluci6n hacia la forma de Estado abso-
luto moderno se realizaba en los territorios mientras el im-
perio como tal no lograba esa consolidacién como Estado mo-
derno.
El movimiento de reforma del imperio entre 1495 y 1526
no logré efectivamente grandes avances. A pesar de sus ma-
gros resultados, sin embargo, frené el desmoronamiento del
imperio que parecia inminente en el siglo Xv. No se logré
que Alemania tuviera un sistema politico unificado y efecti-
vo y €sta mantendria una constituci6n muy peculiar hasta
comienzos del siglo XIx'.
B) El reparto de la poblacién en Alemania a comienzos
del siglo XVI era bastante desigual. La densidad mayor se da-
ba en el valle del Rin y en el sur; menor densidad tenian
Turingia y Sajonia y la densidad mas débil se registraba en
el noroeste y al este del Elba. Alemania contaba entonces
con unas tres mil poblaciones, de las que unas 2.800 no Ile-gaban a mil habitantes; alrededor de 100 tenfan entre mil
y dos mil habitantes. De las cincuenta restantes, mas de 30
tenian entte dos mil y diez mil habitantes y sélo 15 eran gran-
des ciudades.
Las ciudades desarrollaron el maximo de sus energias crea-
doras entre 1480 y 1530. La dinamica vida de las ciudades
alemanas, organizada en torno al comercio y las institucio-
nes de crédito, aproveché la situacién caética de Francia en
el siglo xv, que produjo el desvio del comercio del Rédano
a los pasos orientales de los Alpes. Las ciudades alemanas
aprovecharon asimismo la conflictiva situacién politica de Ita-
lia, que le haria perder su supremacia en el comercio de lar-
ga distancia. Por otra parte, el incremento de la demanda
de metales preciosos para la financiaci6n de gastos militares
favorecia a Alemania que, hasta mediados del siglo XVI, se-
tia el principal productor europeo de plata, sustituido en-
tonces por las colonias espafiolas en América.
La historia alemana de antes y durante la Reforma fue una
€poca de las ciudades?. La civilizacién de la época se desa-
troll6 en las ciudades. Incluso los principes de los estados te-
tritoriales contaron con los burgueses de las ciudades para
el desarrollo de su administraci6n estatal. Durante la segun-
da mitad del siglo XvI decreceria la energia de las ciudades
y la burguesia ciudadana influiria poco en la historia alema-
na de los siglos XVII y XVill.
C) Una situaci6n muy distinta a la de las ciudades pre-
sentaba el grupo social de los caballeros (Reschsritter). Este
estamento habia conocido su época de esplendor entre los
afios 1100 y 1250, habiendo vinculado su destino al del em-perador romano. Su pérdida de influencia en los siglos fina-
les de la edad media fue paralela a la introduccién de nue-
vas attes de guerra, de las armas de fuego y de los ejércitos
profesionales. Por otra parte, su carencia de representacion
en la Dieta imperial les privaba de influencia politica en el
imperio.
La llamada de Lutero en 1520 a los nobles alemanes des-
pertaria en muchos caballeros el deseo de mejorar su situa-
cién con la secularizacion de los bienes eclesiasticos. Un ca-
ballero, Hutten, habia clamado asimismo contra los eclesias-
ticos de la iglesia romana encontrando una acogida favora-
ble entre los caballeros de Franconia. En el verano de 1522
maduraron los planes de accion politica que se proponia co-
mo meta final la secularizacién de los dominios eclesiasti-
cos. Franz von Sickingen (1481-1523), legendario condot-
Hero, patticiparia también en Ja accion contra el arzobispa-
do de Tréveris. En la primavera y verano de 1523, sin em-
bargo, serian vencidos por los nobles y la Liga suaba que arra-
86 23 castillos en el oeste de Franconia. A partir de la derro-
ta de 1523, los caballeros no volverian a tener ninguna sig-
nificaci6n politica. Algunos se unitian a los campesinos en
su rebelién (1524-1526), como Gétz von Berlichingen. Otros
se convertirian en bandoletos y salteadores de caminos.
Lutero se distanciarfa de las pretensiones y acciones de los
caballeros *.
D) A pesar de la préspera actividad econémica de las ciu-
dades, el siglo XVI fue un siglo predominantemente agrico-
la. Mas de las 3/4 partes de la poblacién alemana vivia en
el campo y también en los nticleos urbanos se practicaba la
agricultura.La organizacién de la actividad agricola y de la sociedad
agraria, sin embargo, ptesentaba caracteres muy diferencia-
dos de una region a otra de Alemania. Las diferencias entre
la vieja Alemania y la Alemania de los colonos al este del
Elba se harian incluso mas profundas en este periodo. En
la vieja Alemania la mayor parte de la tierra era propiedad
de principes, nebles y eclestasticos, si bien habia campesi-
nos libres e independientes en Friesland, en la parte occi-
dental de Holstein, Baja Sajonia, Tirol y Selva Negra. Estos
campesinos libres e independientes, no obstante, no de-
terminarian el curso general de la historia agraria alemana;
su situaci6n, por otra parte, no eta uniforme en todas las
regiones.
Limitandonos a la region del Alto Rin, entre Basilea y Hei-
delberg, donde comenzaria la rebelién de 1524, es preciso
sefialar que la tenencia de la tierra por parte de los campesi-
nos era en su mayor parte hereditaria y con rentas fijas. Quiere
esto decir que los campesinos eran virtuales propietarios. Po-
dian dividir la tierra o venderla, con el consentimiento del
sefior. En esta realidad, muy distinta a la de otras regiones
alemanas, se han apoyado quienes consideran que la insatis-
faccién de los campesinos del sudoeste aleman no era tanto
econémica como social y politica’. Ante las nuevas medi-
das del derecho nuevo que los sefiores estaban introducien-
do, los campesinos reclamaban el derecho antiguo. En esta
reclamaci6n se pueden condensar las exigencias de una liga
campesina, la del Bundschuh, que protagoniz6 diversos le-
vantamientos locales desde finales del siglo xv. Otros levan-
tamientos como los del Armer Konrad, \levado a cabo en
1514 contra el duque de Wiirttemberg, se pueden inscribirigualmente en los antecedentes de la guerra de los campesi-
nos de 1524. En esta guerra, sin embargo, se asocian dos tra-
diciones reivindicativas: la reivindicacién del derecho anti-
guo y la reivindicacion del derecho divino.
"La reivindicacién del derecho antiguo habia sido una de-
fensa de las comunidades campesinas contra los intentos de
los sefiores de ampliar las atribuciones politicas del Estado
moderno en detrimento de la autonomia administrativa de
los campesinos. Las quejas de los campesinos apuntaban, so-
bre todo, contra la extensién de la jurisdiccién de los tribu-
nales, contra la introduccién de nuevos tributos, contra la
limitaci6n del derecho de caza y el usufructo de pastos y bos-
ques, contra la introduccién del derecho romano, en resu-
men. A esta lucha por el derecho antiguo, iniciada en los
cantones suizos alpinos muchos afios atras, vino a sumarse
la reivindicacién por el derecho divino. Bajo este ambiguo
lema, de procedencia husita, se encerraba no sdlo la inten-
ci6én de volver al antiguo derecho sino también la de crear
unas telaciones sociales orientadas por la justicia divina. De
esta aspiraci6n derivaban tanto las exigencias de abolicién
de la servidumbre y del mantenimiento de la libertad del
derecho de caza y similares como las exigencias de una re-
forma eclesiastica e imperial, que en las reivindicaciones
del derecho antiguo anteriores no habian jugado ningiin
papel.
Ambas tradiciones reivindicativas de los campesinos se aso-
cian definitivamente en la guerra de los campesinos de 1524.
La justicia divina se convierte en el lema que guia los levan-
tamientos: «La justicia divina se convirtié en el puente a tra-
vés del cual los campesinos, que hasta entonces se habian
adhetido sdlo al derecho antiguo, pudieron acceder a la
revolucién»>.
La guerra de los campesinos comenzé con levantamientos
locales a comienzos del verano de 1524 en Suiza, Selva Ne-
gta y obispado de Bamberg. El levantamiento de los campe-sinos de Stiihlingen, en julio de 1524, consolidé la rebelién.
A los campesinos se unieron algunas ciudades impetiales, co-
mo Rothenburg, y caballeros como Gétz von Berlichingen
y Florian Geyer. En marzo de 1525 los campesinos se unie-
ron en una liga cristiana con su centro en Memmingen, donde
se redactarian los doce articulos, nicleo reivindicativo de los
campesinos. A comienzos de mayo de 1525 la guerra se ha-
bia extendido hacia el centro de Alemania. La batalla deci-
siva setia en Turingia (Frankenhausen), a mediados de ma-
yo, donde los campesinos fueron totalmente derrotados igual
que les sucedié a los campesinos tiroleses en 1526.
Lutero se vio implicado en la guerra de los campesinos al
ser solicitada su opinién sobre el programa de los doce arti-
culos, de 1525. Su rechazo tajante de Ja violencia frente a
la autoridad no evité que muchos tuteranos participaran en
la rebeli6n, que, junto a reivindicaciones de tipo econdmi-
co, aspiraba a una renovacién de la iglesia.
E) La iglesia catélica presentaba a comienzos del siglo
XVI, vista desde fuera, una imagen esplendorosa. El cisma
del papado (1378-1415) se habia superado en el concilio de
Constanza (1414-1418). Las tesis conciliaristas que afirma-
ban la superioridad del concilio general sobre el papa no fue-
ron finalmente aceptadas por el papado. Pero un cambio im-
portante se habia fraguado en el papado a lo largo del siglo
XV. El papado se habia ido convirtiendo progresivamente en
una institucién que acentuaba su caracter nacional-italiano,
més preocupado por los estados pontificios y sus propias fa-
milias que por los asuntos eclesidsticos universales. La asimi-
laci6n del humanismo tenacentista por los papas del siglo
XVI significaba una reconciliaci6n del papado con Italia a la
vez que dejaba en un segundo plano la reforma de la igle-
sia, que pata otras naciones tenia caracter prioritario.
Un asunto interno de la iglesia catélica tenia especial re-
percusién en Alemania: el de las finanzas. Los papas tenian
grandes necesidades de dinero para el mantenimiento del es-
tado de la iglesia. El aumento de las indulgencias a finales
del siglo xv y comienzos del XVI tenia ante todo una moti-vacién financiera. La venta de cargos eclesidsticos asi como
el hecho de que muchos obispos se vieran a si mismos como
sefiores seculares hizo, entre otras causas, que la historia ecle-
sidstica del final de la edad media fuera un bochorno de in-
moralidad y arbitrariedad. Por lo que respecta a Alemania
es preciso no olvidar que desde comienzos del siglo Xv se
habfan manifestado quejas y protestas (gravamina) contra las
exacciones papales. Desde su primera expresién en el conci-
lio de Constanza en 1417, las Dietas imperiales de todo el
siglo se hicieron eco de esas protestas y agravios, en las que
se combinaba la exigencia de reforma eclesiastica con la pro-
pia necesidad de reforma del imperio. En fos afios anteriores
a la reforma luterana, el papa se podia presentar a los ale-
manes como el enemigo que les privaba de su riqueza y li-
bertad.
Junto a la situacién del papado ha de sefialarse otro factor
que contribuy6 a preparar la reforma tuterana: una nueva
espiritualidad. Desde el siglo xIVv se habia difundido un mo-
vimiento de espiritualidad, la devotio moderna, que iba a
contribuir a la reforma de la espiritualidad de los conventos
y también de los laicos a través de los Hermanos de la vida
comin. Esta nueva espiritualidad iba a consolidar el espacio
interior de una individualidad mas independiente y frater-
nal, para la que no son importantes ni los votos ni las pro-
mesas ni las sanciones can6nicas.
Otras formas de religiosidad popular y la sentida necesi-
dad de reformar la iglesia no fueron suficientes para que la
iglesia realizara su propia reforma. El 5.° concilto de Letran,
celebrado entre 1512 y 1517, en visperas de la reforma lute-
tana, por tanto, no impidié que se continuara la compra y
acumulaci6n de cargos eclesiasticos. El margrave Albrecht von
Brandenburg, después arzobispo de Maguncia, consiguié la
autorizacion papal para acumulacion de cargos eclesiasticos
mediante el pago de 10.000 ducados. Para la obtencién de
esa cantidad, que le habia sido adelantada por los banque-
ros Fugger, recibié la autorizacién del papa Leén X para emi-
tir indulgencias en sus territorios. El dominico Tetzel seria
su comisario. La decidida oposicién de Lutero al comerciode las indulgencias le llevaria a la redaccién de las 95 tesis
de 15176. oo : ,
2. NOTAS SOBRE LA BIOGRAFIA DE LUTERO
Martin Lutero nacié el 10 de noviembre de 1483 en la ciu-
dad minera de Eisleben, en el Harz (hoy Repablica Demo-
cratica Alemana). Su padre, Hans Luder, era un pequefio
empresario minero que, a los pocos meses del nacimiento
de su hijo Martin, se trasladé con la familia a la vecina ciu-
dad de Mansfeld, igualmente minera. La familia Luteto vi-
vié al principio una situacién econémica estrecha, que me-
joré sensiblemente con el paso de los afios hasta el punto
de que el padre de Lutero dejé al morir la cantidad de 1.250
gulden (diez veces superior a lo que ganaba un profesor uni-
versitario al afio).
La infancia y adolescencia de Lutero transcurrieron en
Mansfeld, Magdeburg (1497-1498) y Eisenach (1498-1501),
donde su familia tenia conocidos. En la escuela catedralicia
de Magdeburg siguié las ensefianzas de los Hermanos de la
vida comin. En Eisenach vivid en un ambiente culto y pia-
doso con las familias Schalbe y Cotta, cultivando unas amis-
tades que mantendria a lo largo de toda su vida.
Entre 1501 y 1505 estudié en la Universidad de Erfurt,
una de las mayores y présperas ciudades de toda Alemania.
Con veinte mil habitantes y una activa vida comercial cono-
cia asimismo una fuerte vida religiosa. Erfurt, donde Lutero
viviria diez afios, contaba con una Universidad, fundada en
1392, que sobresalia entre las alemanas como una de las mas
modernas de la €poca. Luteto obtuvo alli el titulo de Magzs-
ter Artium. Los estudios de esta Faculiad de Artes eran pro-
pedéuticos para las Facultades de Medicina, Derecho 0 Teo-
logia y estaban dominados por el occamismo, que habia si-do difundido en Alemania por los escritos del profesor de
Tiibingen Gabriel Biel (hacia 1415-1495). Aunque se culti-
vaban también otras tendencias, como el humanismo, pro-
bablemente Lutero no entré en contacto con ellas. En ese
occamismo dominante se desarrollarian también sus poste-
tiores estudios de Teologia.
Tras los estudios en la Facultad de Artes, Lutero iba a co-
menzar la carrera de Derecho, por deseo de su padre. Pero
estos planes no se realizaron por la repentina decisién del
joven Lutero de hacerse monje. El 2 de julio de 1505, en
Stotternheim, cerca de Erfurt, le sorprendié una tormenta
tan violenta que creyé que iba a morir. Pidié socorro a Santa
Ana, patrona de los mineros, y prometié hacerse monje. El
17 de julio cumplia su promesa, contra la voluntad de su
padre y después de haber consultado si esa promesa le vin-
culaba, ingresando en el Schwarzes Kloster de los agustinos
eremitas. En la ciudad de Erfurt habia treinta y seis conven-
tos, ademés de noventa iglesias, y Lutero eligié el convento
de los agustinos eremitas no por la rigidez de su regla, como
se ha solido decir, sino porque reinaba alli la misma orienta-
cién filos6fico-teolégica que habia conocido y estudiado en
la Facultad de Artes de la Universidad.
En 1507 (27 de febrero) fue ordenado sacerdote y comen-
26 sus estudios de Teologia. En octubre de 1508 fue trasla-
dado al convento de la orden en Wittenberg para continuat
sus estudios y dar clases al mismo tiempo de filosofia moral
en la Facultad de Artes de aquella Universidad, fundada por
el principe Friedrich II] en 1502. En marzo de 1509 recibié
el grado de Baccalaureus biblicus en la Facultad de Teologia
de Wittenberg y comenzé6 a explicar las Sentencias de Pedro
Lombardo, que habian constituido la dogmtica fundamental
a lo largo de la edad media. En el otofio regresé a Erfurt pa-
ra volver definitivamente a Wittenberg en 1511. Esta ciu-
dad, capital de la Sajonia electoral después de la divisién de
Sajonia, en 1495, en Sajonia electoral y ducado de Sajonia
(Leipzig), seria la residencia permanente de Lutero para el
resto de su vida. Sélo en contadas ocasiones salié de Witten-
berg. En una de esas ocasiones, en noviembre de 1510, ha-bia realizado un viaje a Roma con otros frailes de su orden;
afios después veria este viaje como desvelador de la munda-
nidad de la curia romana.
En la Universidad de Wittenberg consiguiéd el grado de
Doctor en Teologia en octubre de 1512, comenzando inme-
diatamente su actividad como profesor de Biblia (Lectura in
Biblia), docencia que desempefiaria a lo largo de treinta afios.
En el estudio y exégesis de los textos biblicos descubrié Lu-
tero su nueva teologia, que seria el fundamento para su re-
forma. Explicé los Se/mos (1513-15), la Carta a los Romanos
(1516-17) y la Carta a los Gélatas (1517-18). De la mano de
estos textos biblicos encontré la que seria su tesis teolégica
central: la justificaci6n por la fe. Lutero habia vivido angus-
tiado desde su entrada en el convento por tentaciones y cues-
tiones de fe. No veia cémo llegar a un Dios benevolente.
Por su formaci6n occamista habia aprendido que el hombre,
amando a Dios con un amor desinteresado, puede crear en
él una disposicién que le permite la llegada de la gracia. Pe-
ro Lutero cuanto més se mortificaba para merecerla mas in-
digno se encontraba. Incapaz de sentir la benevolencia de
Dios se creia condenado. La angustia por la predestinacién
no le dejaba en paz. Después de muchas dudas y sufrimien-
to encontré la salida a sus angustias en la interpretacién del
pasaje de la Carta a los Romanos 1,17: «Entonces comencé
a entender la justicia de Dios como la justicia en la que el
justo vive pot don de Dios y precisamente por la fe, y co-
mencé a entender que esto significa que la justicia de Dios
se manifiesta en el evangelio, es decir, la justicia pasiva, me-
diante la cual el misericordioso Dios nos hace justos por la
fe, como esta escrito: el justo vive de la fe»’. Esta tesis de
la justificaci6n por la fe se convirti en la piedra angular de
la teologia luterana y en el punto de partida de todas sus
reflexiones, incluidas las relativas al orden politico.
Las primeras manifestaciones radicales de esta nueva teo-
logia las expresé en la controversia sobre la teologia escolas-tica de 4 de septiembre de 1517 y en las tesis sobre las indul-
gencias (31 de octubre de 1517) que le condujeron al con-
flicto con Roma.
Aunque el conflicto de Lutero con Roma se mantuvo du-
rante toda su vida, se desarrollé fundamentalmente en los
afios 1517-1520, es decir, entre las tesis sobre las indulgen-
cias y la excomunién como hereje. Durante estos tres afios
desarrolla Lutero su teologia: en 1518 expone sus tesis ante
el capitulo de su orden en Heidelberg, ante el cardenal Ca-
yetano en el otofio de ese mismo afio y en la controversia
con el dominico Johann Eck (1486-1543) en Leipzig, en 1519.
Eck logré marcar a Lutero como hereje y en la primavera de
1520 comenzaria el proceso de excomunién de éste. El 15
de junio de 1520 la bula Exsurge Domine declataba 41 tesis
de Lutero como heréticas y contrarias a la doctrina cat6lica.
Tras la publicacién de la bula, Lutero tenia sesenta dias para
retractarse; de lo contrario, seria excomulgado. Lutero no sélo
no se retracté sino que quemé la bula y las decretales papa-
les, junto con las obras escolasticas, el 10 de diciembre de
1520 a las puertas de la ciudad de Wittenberg. La excomu-
nin definitiva le fue decretada por la bula Decet Romanum
Pontificem, de 3 de enero de 1521. Pero Lutero habia segui-
do trabajando intensamente en el desarrollo de su teologia
y en 1520 publicé los tres grandes escritos reformadores: A
fa nobleza cristiana de la nacton alemana acerca de la refor-
ma de la condicién cristiana, La cautividad babilinica de la
iglesia y La libertad del cristiano.
A la excomunién por parte de la iglesia romana siguié la
declaracién de destierro por parte del emperador. Reunida
la Dieta imperial (Rezchstag) en la ciudad de Worms desde
comienzos de 1521, Lutero fue citado a declarar. No se re-
tract6 de sus tesis y el Edicto de 25 de mayo de 1521 (con
fecha de 8 de mayo) hizo caer sobre Lutero el destierro
(Retchsacht), ordenando asimismo la destruccién de sus es-
critos.
Los afios siguientes a 1521 fueron decisivos para la vida
de Lutero y para la fijacién de su doctrina. Al salir de la ciu-
dad de Worms, después de su interrogatorio en la Dieta im-perial, fue secuestrado y llevado al castillo Wartburg, cerca
de Eisenach, en Sajonia, donde disfruté de la proteccion del
principe elector Friedrich III, que no ejecuté el decreto de
destierro acordado en la Dieta. Diez meses vivid Lutero en
el Wartburg, meses de trabajo fructifero durante los cuales
tradujo al aleman el Nuevo Testamento. Durante esa ausencia
de Wittenberg, sin embargo, sus seguidores en la ctudad ma-
nifestaron otras orientaciones reformadoras con las que no
estaria de acuerdo Lutero. Entre 1521 y 1525 Lutero polemi-
z6 no con Roma sino con personas que se habian adherido
a las ideas reformadoras. A finales de diciembre de 1521 lle-
garon a la ciudad de Wittenberg reformadores exaltados, los
profetas de Zwickau (otra ciudad de Sajonia), que crefan en
la acci6n inmediata del espfritu de Dios y rechazaban el or-
den establecido. A la cabeza de este movimiento en Wit-
tenberg estaba Andreas Bodenstein, conocido como Andreas
Karlstadt (1480-1541), quien lograria que el concejo de la
ciudad aprobara, en enero de 1522, una reforma del culto,
de las iglesias y monasterios, con la eliminacién de image-
nes de santos y del bautismo de los nifios. Lutero que se ha-
bia «escapado» unos dias a Wittenberg en el mes de diciem-
bre tuvo conocimiento de los planes subversivos de los que
él calificaba de Schwarmer (exaltados) y escribié en contra
de ellos Eize treue Vermahnung xu allen Christen, sich zu
hiiten vor Aufrubr und Emporung (una fiel exhortaci6n a
todos los cristianos para que se guarden de la rebelidn y le-
vantamiento). Cuando volvié a Wittenberg en marzo de 1522
puso orden en la ciudad y Karlstadt tuvo que abandonarla.
En relaci6n con los exaltados fue asimismo relevante la po-
lémica de Lutero con Thomas Miintzer (1490-1525). La re-
lact6n entre ambos reformadores evolucioné, desde 1519, de
una valoraci6n reciproca al distanciamiento y la polémica,
llegando incluso al odio mutuo. En la ciudad de Allstedt
(también en Sajonia), Mtintzer formé un centro reformador
opuesto a Wittenberg. Lutero presioné ante las autoridades
para que persiguieran a Miintzer. Este tuvo que abandonar
Sajonia y se implicé en los levantamientos campesinos, pri-
mero en el Alto Rin, después en Mihlhausen (Turingia).Durante la guerra de los campesinos, especialmente en el
afio 1525, tomé Lutero posicién ensefiando que la libertad
del cristiano no se puede confundir con la liberacién social
y politica. La doctrina sobre la autoridad politica que habia
desarrollado en Sobre la autoridad secular... (1523) la apli-
cé al conflicto concreto de la rebelién campesina.
Al mismo tiempo que fijaba su doctrina sobre el poder
politico y defendia la obediencia a la autoridad del cristia-
no, Lutero polemiz6 con Erasmo de Rotterdam (1466 6
1469-1536) a propésito del libro de éste De Abero arbitrio
(1524). Erasmo defendia el libre arbitrio, no negando al hom-
bre una cierta participacién en la obra de la salvacién. Lute-
ro contesté a este escrito con De servo arbitrio (1525), don-
de afirma que la libertad del cristiano consiste en reconocer
Ja impotencia de su voluntad y que la fe es siempre un don
gratuito de Dios.
El afio de 1525 seria también significativo para Lutero por
otros importantes acontecimientos. El 13 de junio se casé con
Katharina von Bora, una monja exclaustrada, por lo que re-
cibié criticas incluso de sus seguidores, no tanto por romper
el voto de castidad —no habia sido el primero— sino por
el momento en que lo hizo. La guerra de los campesinos to-
davia seguia, la venganza de los sefiores se estaba realizando
de forma cruel. A esos amigos no les parecia adecuado que
Lutero buscara su felicidad individual en medio de esa si-
tuacién apocaliptica. También en ese mismo afio murié Frie-
drich III, el Sabio, su protector.
Con la guerra de los campesinos acaba un primer periodo
de cimentacién y rapido crecimiento de la Reforma. A pat-
tir de entonces la expansién de la Reforma conocié otro rit-
mo y se realiz6 bajo otras condiciones. Siguié conociendo con-
troversias internas y —caracteristica fundamental— depen-
dié del poder secular dando lugar a la formacion de iglesias
evangélicas territoriales.
En las controversias internas de los reformadores participé
Lutero desde su catedra universitaria y desde el palpito en
Wittenberg, asi como con sus cartas y escritos. Continué vi-
viendo en Wittenberg con su mujer, con la que tendria seishijos, en el antiguo convento de los agustinos que, vacio por
la exclaustracién de sus monjes, habia recibido Lutero como
regalo de boda del principe Friedrich III, el Sabio. En una
ocasién se desplaz6 a Marburg para participar en una con-
troversia sobre la eucaristia, entre el 1 y el 4 de octubre de
1529, a invitacién del landgrave Philipp von Hessen. Las te-
sis contrapuestas de Lutero y Zwingli al respecto no Ilega-
tian a armonizatse.
En la formaci6n de las iglesias territoriales también tuvo
Lutero una activa patticipacién. La importancia de la autori-
dad secular para la reforma habia ido en aumento desde su
Mamada a los nobles alemanes en 1520 para que intervinie-
ran en la reforma de la iglesia cristiana. La intervencién mas
decisiva tendria lugar con la practica de las visitas de inspec-
cién. En 1525 Lutero habia solicitado a su principe elector
una inspeccién de las comunidades evangélicas. El acuerdo
de la Dieta imperial de 1526, en Spira, sobre la autonomia
de los principes y nobles para llevar los asuntos religiosos de
sus respectivos territorios como cada cual estimara mejor fa-
cilité la intervencidn de aquellos en los asuntos eclesidsticos.
Entre 1527 y 1530 el principe elector de Sajonia, Johann der
Bestandige (Juan el Constante), puso en practica las visitas
de inspeccién de las iglesias y escuelas. De esta manera se
daba al movimiento reformador la forma de una iglesia te-
rritorial, de extraordinarias consecuencias para la posteridad.
Que la reforma en Alemania adopté la forma de iglesias evan-
gélicas territoriales se manifest6 asimismo en el hecho de que
la Confessto Augustana, redactada por Melanchton para la
Dieta imperial de 1530, en Augsburgo, fue firmada no por
los tedlogos sino por los Estamentos del imperio. Los teélo-
gos actuaron como consejeros de los principes. Se puede dis-
cutir si el elector de Sajonia y Lutero tenian la misma idea
de la iglesia. Pero Lutero, en cualquier caso, colaboré acti-
vamente con la autoridad secular en la formaci6n de las igle-
sias evangélicas dependientes del poder politico. En 1527 pro-
logé Lutero una instruccién de los Visitadores, redactada por
Melanchton (Unterricht der Visitatoren an die Pfarrherren
in Kurfirstentum zu Sachsen). Luteto se habia dirigido a lasautoridades politicas porque creia que nadie excepto ellas po-
dian realizar la reforma. La instruccién que el principe elec-
tor de Sajonia curs6 en el mismo ajio a los Visitadores deja-
ba ver que los Visitadores eran entendidos por él como sus
funcionarios (Instruction und Befelch dorauf die Visitatores
abgefertiget sein, de 16 de junio de 1527). Aunque Lutero
seguia pensando en una iglesia de obispos, la realidad de
la iglesia territorial se haria mAs s6lida con el establecimien-
to en 1539 del primer Consistorio. El Konsistorium, autori-
dad eclesidstica nombrada por el principe, asumia las fun-
ciones de vigilancia de las comunidades evangélicas y de juez
en los asuntos eclesiasticos. La dependencia de las iglesias
evangélicas del Estado Ilegaria en Alemania hasta 1918.
En los tiltimos afios de la vida de Lutero se agudizé su po-
lémica con el papado romano. Lutero crefa que el dia del
Juicio Final estaba cerca y desde esta perspectiva escatolégi-
ca combatié también a los judios, entendiendo que el culto
de las sinagogas era una ofensa a Dios que atraeria su célera.
El 28 de febrero de 1546 murié Lutero en la misma ciu-
dad en que habia nacido 62 afios antes. Habia emprendido
viaje pata mediar en un contencioso hereditario de los con-
des de Mansfeld y de camino se agravaron sus dolencias, mu-
tiendo en Eisleben. Su cadaver fue trasladado a Wittenberg
y enterrado en la iglesia del palacio. !
3. SOBRE LA CONCEPCION LUTERANA
DE LA AUTORIDAD POLITICA
A) Lutero es, ante todo, un tedlogo cristiano y no un
pensador politico moderno. Las coordenadas de su reflexi6n
sobre la autoridad son biblicas y teolégicas. En los textos bi-
blicos se encuentra la clave pata entender su pensamiento
politico y en ellos fundamenta Lutero su doctrina de los dos
reinos, pieza central de su pensamiento y de su posicién an-
te lo politico.
Esta doctrina es basica para entender los escritos que se
han seleccionado en Ia presente edicién. Sélo desde ella selogra la perspectiva adecuada pata comprender sus afirma-
ciones a lo largo de la guerra de los campesinos y para com-
prender, en Gltimo término, toda la realidad humana en el
mundo. En numerosos pasajes de sus escritos formula Lute-
ro esta doctrina con términos similares, si bien puede apre-
ciarse en esctitos posteriores a los seleccionados en esta edi-
cién una creciente valoracién positiva del mundo humano.
En el escrito Sobre /a autoridad secular... (1523) dice Lu-
tero: «Tenemos que dividir a los hijos de Adan y a todos los
hombres en dos partes: unos pertenecen al reino de Dios,
los otros al reino del mundo. Los que pettenecen al reino
de Dios son los que creen rectamente en Cristo y estan bajo
él, puesto que Cristo es el rey y sefior en el reino de Dios,
como dice el Salmo 2 y la Escritura entera, y para eso ha ve-
nido él, para instaurar el reino de Dios y establecerlo en el
mundo [...] al reino del mundo, o bajo la ley, pertenecen
todos los que no son cristianos [...]»*. Reino de Dios y rei-
no del mundo son, por tanto, dos comunidades de personas
con una cabeza que se van a diferenciar también por tener
cada uno una manera distinta de gobernarse. El tono agus-
tiniano de esta formulacién de los dos reinos es claro. Lutero
habia leido a S. Agustin en los afios 1510-1511, aunque trans-
formara el contenido de esta construccién agustiniana.
En cada uno de los reinos existe un tipo de gobierno dife-
rente: «Dios ha establecido dos clases de gobierno entre los
hombres: uno, espiritual, por la palabra y sin la espada, por
el que los hombres se hacen justos y piadosos a fin de obte-
ner con esa justicia la vida eterna; esta justicia la administra
é! mediante la palabra que ha encomendado a los predica-
dores. El otro es el gobierno secular por la espada, que obli-
ga a ser buenos y justos ante el mundo a aquéllos que no
quieren hacerse justos y piadosos para la vida eterna. Esta
justicia la administra Dios mediante la espada. Y aunque
no quiere retribuir esta justicia con la vida eterna, si quiere
que exista para mantener la paz entre los hombres y la re-compensa con bienes temporales»’. El gobierno espiritual
consiste en gobernar mediante la palabra y los sacramentos.
Es el modo como Dios gobietna a sus creyentes. El gobierno
secular, por el contrario, consiste en el empleo de la espada.
Dios utiliza este modo de gobierno, con la espada y con la
ley, para los no cristianos.
Ambos regimenes son distintos y no se les puede confun-
dir. No se puede utilizar la forma de gobierno secular en
el reino de Dios ni el gobierno espiritual para los asuntos
del mundo. Pero ambos son necesarios en el mundo: «Sin
el gobierno espiritual de Cristo nadie puede llegar a ser jus-
to ante Dios por medio del gobierno secular [...]. Donde
impera solamente el gobierno o la ley, aun cuando se trate
de los mismos mandamientos de Dios, sélo habra hipocre-
sfa, Pues sin el Espiritu Santo en el coraz6n nadie llega a ser
verdaderamente bueno por buenas que sean sus obras» !°.
Siendo ambos tipos de gobierno necesarios en el mundo,
Lutero insiste en su separacion, pues de la utilizacién de una
forma de gobierno en el reino no adecuado se deriva corrup-
cién y desastre, como él observa en la historia de su tiempo:
«Quien confunda estos dos reinos, como hacen nuestras ban-
das de falsos espiritus, colocaria la ira en el reino de Dios
y la misericordia en el reino del mundo, lo cual seria situar
al demonio en el cielo y a Dios en el infierno. Esto era lo
que querian hacer esos campesinos» ''.
Con esta divisién de los hombres en dos reinos y con la
forma de gobierno que Lutero considera propia de cada uno
de ellos, podemos comprender la funcién que Lutero asigna
a la autoridad politica. El no tiene una reflexién sistematica
sobre el Estado ni sobre el poder politico. A Lutero le preo-
cupa fundamentalmente la autoridad que ejerce el gober-
nante y se ocupa de ella desde un punto de vista cristiano.
Su pregunta es si la autoridad es compatible con la condi-
cién del cristiano, si su existencia y funcién encuentran fun-damento en los textos biblicos. En estos mismos textos bus-
ca Lutero asimismo una respuesta al problema de los limites
del poder.
La autoridad est4 fundada, instituida per Dios; forma par-
te, por tanto, del orden divino. Eso es lo que decia S. Pablo
en la Carta a los Romanos, a la que Lutero se remite conti-
nuamente. Desde esa consideraci6n, la obediencia de los stib-
ditos cristianos es una consecuencia igualmente afirmada por
S. Pedro. Pero en los Hechos de los Apéstoles 5,30 se dice:
«hay que obedecer a Dios antes que a los hombres». El hom-
bre cristiano se encuentra en una tensién que Lutero resuel-
ve afirmando: @) que la autoridad es una instituci6n de ori-
gen divino, 4) que el cristiano en cuanto tal no necesita de
la autoridad, y c) que la aceptacién de la autoridad por el
cristiano, asf como el servicio a la misma, e incluso su ejerci-
cio, derivan de un motivo estrictamente cristiano: el amor
al prdjimo.
Desde esta ley cristiana del amor al prdjimo soluciona Lu-
tero las relaciones del cristiano con la autoridad politica. Se-
gtin él, el cristiano sirve a la autoridad e incluso la desempe-
fia porque es util y necesario para el projimo. En eso consis-
te realmente el amor cristiano, en colocar al otro en primer
plano. Desde la perspectiva del amor cristiano uno no hace
algo porque lo necesite, o tenga un interés propio, sino por-
que es dtil y bueno para el otro. Para el otro es Gtil y bueno
que se evite el mal o que se castigue; es bueno y util, por
tanto, que la autoridad sea servida también por el cristiano.
Desde el amor al prdjimo queda clara fa funcién de la auto-
ridad secular: existe porque es necesitada por los otros hom-
bres. Desde el amor al prdjimo el cristiano sitrve y obedece
a la autoridad porque es necesaria para los otros.
Sobre esta base del amor vincula Lutero la existencia del
cristiano al mundo. Como tal cristiano no necesita de la auto-
tidad, de la espada, que en el reino de Dios no puede em-
plear. Pero por amor cristiano se somete a algo que es bueno
y necesario para los no cristianos y que ha sido querido por
Dios.
La doctrina de los dos teinos, concepto con el que se co-noce desde 1922 la concepcién de Lutero sobre el reino de
Dios y el reino del mundo (que no se reduce al estado 0 a
la autoridad), incide directamente en dos cuestiones de gran
televancia en el pensamiento de Lutero: en la cuestién de
la resistencia u oposicién a la autoridad y en la idea medie-
val de la cristiandad.
a) Empezando por esta dltima, se puede sefialar que Lu-
tero rompe la idea medieval de la cristiandad. La christiani-
tas, en su formulacién madura bajomedieval, comprendia
a todos tos hombres creyentes en una iglesia universal, den-
tro de la cual existfan dos érdenes y dos poderes, el eclesias-
tico y el laico '*, No habia dos reinos y, como resalta Lute-
ro, cada orden no poseia una manera univoca y diferenciada
de gobernar. Con frecuencia se actuaba con la espada en asun-
tos que sélo tenfan que ver con el alma y la palabra; ta espa-
da se aplicaba a cuestiones que debian ser gobernadas con
ottos medios. Donde tenia que haber sdlo palabra y predi-
caci6n habia también, segtin Lutero, coacci6n y castigo tem-
poral.
Frente a esa confusién de los dos modos de gobierno, Lu-
tero quiere separar abiertamente los dos reinos, dotados ca-
da uno de un gobierno propio y diferente, aplicable sélo a
su reino y no utilizable para el otro. El problema que se le
presentaba, por tanto, a Lutero era cémo establecer un puente
entre el cristiano, perteneciente al reino de Dios, y el reino
del mundo que se rige con una forma de gobierno que el
cristiano no necesita pata si mismo. La ley cristiana del amor
al prdjimo le brindaba la solucién.La superacién del mundo dinico de la cristiandad no es ta
nica consecuencia de la doctrina de los dos reinos. Otra con-
secuencia es la eliminacién del orden jerarquico en la iglesia
catélica. Segtin Lutero, ésta sélo debe gobernar con la pala-
bra y la palabra no se puede imponer, de la misma manera
que tampoco se puede perseguir una creencia. De aqui que
Lutero entienda que los cargos eclesidsticos son exclusivamen-
te funciones de servicio a los cristianos y no autoridad, care-
ciendo, por consiguiente, de los instrumentos de ésta. A la
base de esta afirmaci6n luterana esta su tesis de la universa-
lidad del sacerdocio, que expuso en el manifiesto a la noble-
za cristiana de 1520).
También se deriva otra consecuencia igualmente relevan-
te. La autoridad gobernante en el mundo no tiene poder para
tratar los asuntos del alma y de la fe. Su funcion se dirige
y se agota en la actuacion externa del hombre. Esta cuesti6n
de los limites a la autoridad secular preocupé especialmen-
te a Lutero, y a ella dedica una parte de su escrito de 1523
Sobre la autoridad secular’.
4) La doctrina de los dos reinos conduce a Lutero a ne-
gar toda posibilidad de resistencia activa a la autoridad, con
las matizaciones que més adelante sefialamos. La autoridad
no tiene poder sobre la fe ni sobre la salvaci6n del alma. St
traspasa sus limites, el cristiano no debe oponerle resistencia
sino sufrir la injusticia que se comete en su cuerpo y en sus
bienes. En los escritos entre 1523 y 1526, que se recogen en
la presente edici6n, Lutero mantiene siempre su concepcién
biblica de la autoridad y no encuentra justificaci6n para la
resistencia.
Las manifestaciones de Lutero acerca de la resistencia a la
autoridad no acabaron, sin embargo, con esos escritos. Al
hilo de los acontecimientos politicos Lutero fue consultado
varias veces sobre esta cuestion, centrada basicamente en las
relaciones entre los principes y el emperador. Con ocasiénde la Dieta imperial de 1529, celebrada en Spira, el princi-
pe elector de Sajonia solicité de Lutero un dictamen sobre
la legitimidad de una alianza de los principes evangélicos con-
tra el emperador. Lutero redacté dos informes, en noviern-
bre y en diciembre de 1529, en los que mantiene sus tesis
conocidas: no se puede derramar sangre por el evangelio; el
evangelio manda suftir por su causa; la condicién del cristia-
no va inseparablemente unida a la cruz".
Las relaciones entre los principes evangélicos y el empera-
dor se hicieron ms tensas en la Dieta imperial de 1530, en
Augsburgo. Los evangélicos elevaron una protesta formal para
declarar nulo el acuerdo de la Dieta. Las capitulaciones elec-
torales del emperador, por su parte, le prohibian actuar en
ese caso conira los Estamentos sin un procedimiento formal
determinado. Si el emperador no cumplia sus capitulacio-
nes y actuaba contra los Estamentos que habfan elevado una
apelacién formal, ¢podian declararle la guerra? Esta era la
consulta que el principe elector de Sajonia dirigié a Lutero
nuevamente; queria saber si en ese caso concreto habia que
soportar al emperador o estaba justificada la guerra contra
él. La respuesta de Lutero distinguia el punto de vista profa-
no del punto de vista cristiano. Desde este dltimo no cabia
la resistencia activa’. La situacién entre el emperador y los
ptincipes evangélicos se agravaba y ninguna de las dos par-
tes cedia. El partido evangélico solicit6 un informe sobre la
posibilidad de una alianza y una guerra contra el empera-
dor. Lutero dio su dictamen, en su nombre y en el nombre
de los tedlogos que habian participado en las conversaciones
de Torgau (octubre de 1530) junto con los consejeros del prin-
cipe elector de Sajonia, que se puede resumir en los siguien-
tes puntos: 1) si los juristas entienden que existe un derecho
de resistencia segiin el derecho imperial, debe ser aceptadoasimismo desde un punto de vista cristiano; 2) si los teélo-
gos habian dicho antes otra cosa era debido a que descono-
cian que el derecho del imperio permitia la resistencia en
determinados supuestos. Pero la opinion de los tedlogos, dice,
siempre ha sido la de ensefiar la obediencia al derecho
secular 7.
La relacion entre el emperador y los principes es de nuevo
abordada por Lutero en una controvetsia de 1539 '*. El ob-
jeto principal de esta Zirkulardisputation es la figura del pa-
pay de los papistas que son presentados como los auténticos
transgresores del derecho imperial, raz6n por la que consi-
dera que deben ser combatidos. El papa, piensa Lutero, no
es ninguna autoridad a la que se deba obediencia sino, mas
bien, un monstruo, un ser dafiino para la comunidad. Al
tratar la relacién entre los principes y el emperador, Lutero
reconoce un derecho de resistencia a aquéllos en el caso de
una guerra comenzada por el emperador. Esta posicién la
mantiene asimismo en algunas Charlas de sobremesa de 1539
y anteriores ',
Recapitulando las afirmaciones de Lutero sobre la resisten-
cia a la autoridad puede establecerse lo siguiente:
1) El sGbdito individualmente considerado no puede
ejercer ninguna resistencia activa contra la autoridad.
2) Resistencia activa contra la autoridad sélo la pueden
ejercer aquellas personas que poseen funciones de autoridad
ellas mismas.
3) Una resistencia activa puede fundarse en un derecho
de resistencia, como en el caso de la legitima defensa reco-
nocida por el derecho politico positivo. Puede fundatse asi-
mismo en la obediencia a Dios: esta posibilidad de resisten-cia se da en el caso del invasor, que es el representante del
no-orden. La resistencia sirve aqui a la reconstruccidn del or-
den divino”?,
B) La doctrina de los dos reinos es el tema de la teologia
luterana que ha sido investigado con mayor amplitud en los
Ultimos afios. La expresién «doctrina de los dos reinos» (Zwet-
Reiche-Lehre) no fue utilizada por el propio Lutero, pero,
desde que se acufié en torno a 1922, se ha impuesto su uso
y se ha generalizado en la investigacién luterana. Como f6r-
mula para designar una realidad compleja encierra el peli-
gro de la simplificacién, que deberia ser evitada al tener pre-
sente que Lutero no limita el reino de! mundo al estado 0
a la autoridad politica sino que bajo el reino del mundo en-
tiende todo el mundo secular, incluyendo la naturaleza, la
familia, las ciencias y las artes. En este sentido, las relaciones
entre autoridad y gobierno espiritual son una parte nada mas,
aunque muy importante, de la doctrina de los dos reinos.
En la interpretacion de la doctrina de los dos reinos matcé
un hito importante el libro de Johannes Heckel, Lex Chari-
tatis (1953), al entender a Lutero en las coordenadas agusti-
nianas de las dos ciudades. Esta tesis ha sido ampliamente
debatida por investigaciones posteriores, como las de Wal-
ter von Loewenich, Franz Lau y Heinrich Bornkamm, entre
otros. Para la revision de la tesis central de Heckel habria
que tomar en consideracién otras obras posteriores a 1526,
como la interpretacién del Sa/mo 127 (1532) y la Zerkular-
disputation ber Mat. 19,21 (1539), en las que el mundo
humano adquiere una valoracién més positiva para el
cristiano *'. De acuerdo con estos textos, el cristiano necesi-
taria el mundo no sélo por amor al prdjimo sino tambiénpor sf mismo, como animal social. En los afios setenta se ha
incrementado de nuevo la discusién sobre la doctrina de los
dos reinos, promovida fundamentalmente por Ulrich Duch-
row, si bien se ha estudiado en primer lugar la historia de
su influencia”?.
A pesar de que esta doctrina ha sido calificada acertada-
mente como un laberinto, no se puede pasar por alto que
es un serio intento de fundamentar teolégicamente la exis-
tencia del cristiano en el mundo. Esta doctrina coloca al cris-
tiano activamente en el mundo, pero no significa, al mismo
tiempo, una liberacién del mundo en si mismo.
4. EN TORNO A LA MODERNIDAD DE LUTERO
La contribucién de Lutero a la modernidad ha sido valo-
rada muy distintamente a lo largo de la historia. Desde las
interpretaciones de los pietistas entre los siglos XVII y XVIII
la imagen de Lutero ha sufrido una transformaci6n signifi-
cativa en la investigacién. Los pietistas, aun no ofreciendo
una interpretacién Gnica (Spener, Zinzendorf, Gottfried Ar-
nold), rompieron la imagen de Lutero que habia ofrecido
la ortodoxia anterior al entender que la reforma atin estaba
sin acabar. Los ilustrados del siglo XVill consideraron a Lu-
tero como un precursor de la libertad, como un luchador con-
tra la tradicién y el orden jerarquico y como un defensor de
la autonomia del individuo. Destacaban en sus interpreta-
ciones los aspectos de la lucha de Lutero contra Roma y vefan
en la negativa de Lutero a someterse al papado un combate
en favor de la raz6n y de la libertad de conciencia. Esta ima-
gen liberalizadora y progresista de Lutero seria mantenida
por los pensadores liberales en el siglo XIX y también por
Marx.
Esta interpretaci6n que vincula a Lutero con la moderni-dad es cuestionada a comienzos del siglo XX por Ernst
Troeltsch. Lutero, segiin Troeltsch, no es un hombre mo-
derno sino medieval. Entre Lutero y el mundo moderno hay
mas bien una escisién. Con la interpretacién de Troeltsch
se introduce una matizacién importante en la significaci6n
hist6rica de Lutero. En unos momentos en que, precisamente,
se vivia en Alemania una veneracién profunda por Lutero,
Troeltsch fija su atenci6n en las tradiciones democraticas de
las iglesias anglosajonas. En este contexto, Lutero aparecia
como un hijo de la edad media, como un teélogo que habia
prolongado la época confesional de los viejos dogmas. Asi-
mismo indica Troeltsch que la ética politica de Lutero, asi
como su comportamiento concreto, habia reforzado el po-
der de la autoridad estatal. La doble moral luterana, con su
distincién entre cristiano y hombre del mundo, ha sido, se-
gin Troeltsch, especialmente funesta para el desarrollo po-
litico alem4n. La ruptura entre Lutero y el mundo moderno
no le impide a Troeltsch afirmar que la concepcién luterana
de la fe cristiana trajo una liberacién que se llevaria a sus
filtimas consecuencias en el desarrollo del protestantismo ”>.
Lutero es un hombre medieval, ajeno a otros movimien-
tos del siglo XVI que apuntaban hacia la modernidad, para
los que incluso significé un freno al volver a situar en el cen-
tro de la vida humana la cuestin de la gracia y de la salva-
ci6n. Entre los mismos reformadores hubo otros hombres mas
modernos que Lutero, como Zwingli, menos dogmitico y ex-
ponente de una moral burguesa, o Calvino, mas racional y
humanista ™.Si Lutero no es un hombre moderno, su reforma contenia
ciertamente un potencial de modernizacién vinculado al
acontecimiento histérico de la ruptura de la unidad de la fe
cristiana. Este fraccionamiento de la fe religiosa esta a la ba-
se de la modernidad europea, y la reforma luterana, al mul-
tiplicar la pluralidad de Europa, favorecié la génesis del mun-
do moderno, si bien no se puede decit que se trate de una
autoria exclusiva, ya que cada €poca es resultado de miilti-
ples causas que se generaron en la época anterior. Al anali-
zar la contribuci6n de la reforma al mundo moderno es asi-
mismo importante no perder de vista la diversidad de orien-
taciones religiosas que se fueron acufiando entre los refor-
mados, para poder indagar su vinculacién con las raices del
mundo moderno.
Si nos preguntamos por las raices de la modernidad pode-
mos encontrar en la reforma luterana concretamente algu-
nos impulsos profundos:
4) La reforma luterana comporté una desclericalizacién
de la vida humana. La iglesia dejé de ser una jerarquia de
administradores de sacramentos de la salvacion, abandonando
con ello su pretensién de ordenar las cosas del mundo. Este
rechazo del clericalismo y de la teocracia es una de las raices
de la moderna emancipacién del hombre racional en su re-
lacién con el mundo. La pérdida de una posicién privilegia-
da por parte de sacerdotes y frailes hizo posible que el mun-
do del trabajo, de la familia y del Estado se convirtieran en
esferas propias de la vida del cristiano.
4) La negacién de un orden eclesiastico levaba implici-
ta la negacin de una esfera sacral independiente de la acti-
vidad propia del cristiano. Esta negacién de una esfera sa-
cral independiente pudo conducir al cristiano a una entrega
total al mundo, a la familia, al Estado, a modo de teligién
sustitutiva. Estas actividades humanas ganaron en indepen-
dencia y autonomia, avanzando la secularizacién del mundo.
c) La ruptura de la unidad religiosa, causada por la re-
forma luterana, condujo finalmente a que las distintas con-
fesiones religiosas fueran neutralizadas entre si, establecién-
dose la base det absolutismo politico, forma que adquirié1 Sobre la organizaci6n constitucional del Imperio alem4n, vid. Fritz
Hartung, Deutsche Verfassungsgeschichte. Vom 15. Jahrhundert bis zur Ge-
genwart. Stuttgart, 9.4 ed., 1969.? La significacién de las ciudades para la Reforma ha sido un tema im-
portante en la investigacién de la historia de la Reforma. Artur Geoffrey
Dickens (The German Nation and Martin Luther, London, 2.* ed., 1976)
sostiene que la Reforma fue un acontecimiento urbano. Esta tesis ha sido
discutida especialmente para los afios posteriores a la primera fase de la Re-
forma en los que fue muy activo el papel de los principes territoriales. So-
bre esta discusién, vid. Rainer Wohlfeit, E:nfuhrung in die deutsche Re-
formation, Miinchen, 1982, pp. 118-123.3 Ulrich von Hutten (1488-1523), humanista notable, fue especialmente
critico de la iglesia romana. Era uno de los nobles que habian aceptado es-
ponténeamente a Lutero. La relacién de los nobles con la Reforma fue muy
diferente a lo largo de la difusién de la misma: vid. Volker Press, «Adel,
Reich und Reformation», en W. J. Mommsen (ed.), Séadtbiirgertum und
Adel in der Reformation, Svuttgatt, 1979, pp. 330-383.4 Asi, Giinther Franz sefiala que la rebelién campesina se produce en
las zonas en que chocan la autonomia rural y el principio de soberania te-
rritorial. Para la investigacion marxista, sin embargo, la guerra de los cam-
pesinos constituye uno de los acontecimientos de la revolucién protobur-
guesa, al que se asocia la Reforma. Sobre el concepto de «revolucién proto-
burguesa» y la discusién sobre su viabilidad, vid. Rainer Wohlfeil, op. cit
en nota 2, pp. 174-199.5 G. Franz, Der deutsche Bauernkrieg, 11.* ed., 1977, p. 90.6 Sobre el ambiente religioso anterior a la Reforma, vid. Joseph Lortz,
Historia de Ja Iglesia, trad. cast., Madrid, 1982, vol. Il, pp. 49-63.7 Lutero, Werke, Weimarer Ausgabe, vol. 54, 185.8 Sobre la autoridad secular, p. 289 Si los hombres de armas..., p. 134-5.
10 Sobre la autoridad secular..., p. 31.
1 Carta sobre el duro librito contra los campesinos, p. 111.12 Esta idea de cristiandad habia sido formulada con toda claridad en
el siglo xi por Otto von Freising (De duabus civitatibus), Hugo de San Vic-
tor (De Sacramentis) y Bernardo de Claraval (De constderatione). Betnardo
precisa que las dos espadas estan en manos del pontifice, el cual libremen-
te encarga a los principes que usen la espada temporal en beneficio de! propio
papa. La distincién, por tanto, entre dos érdencs —eclesidstico y laico—
es una distincién interior a la iglesia. La bula Unam Sanctam, de Bonifacio
VIII (1302), culminaria este planteamiento. Sobre este concepto, vid. Etienne
Gilson, La filosofia en la edad media, Madrid, 1965, 2.* ed., cap. V.. y
Walter Ullmann, Princtpios de gobierno en la edad media, Madrid, 1971,
parte I.A la nobleza cristiana..., en esta edicion, p. 3.
id. Sobre la autoridad secular, parte segunda.15 Vid. Luther an Kurfitrst Johann, 18. Nov. 1529, en Werke, WA, Brie-
fe V, 180 y Luther an Kurfiirst Johann, 24. Dez. 1529, en Werke, WA,
Br. V, 208.
\6 Vid. LuPber an Kurfiirst Johann, 6. Marz 1530, en Werke, WA, Br.
V, 249.17 Vid. Beilagen von Schriftstiicken zu Torgau 26-28. Oktober 1530, en
Werke, WA, Br. V, 661 y ss.
\8 Vid. Die Zirkulardisputation iiber das Recht des Widerstandes gegen
den Kaiser (Math. 19,21), 9.Mai 1539, en Werke, WA, vol. 39 Il, 34 y ss.
19 Vid. las charlas de sobremesa de 3 de abril de 1538, 7 de febrero y
3 de matzo de 1539, en Werke, WA, Tischreden III, 631, Nr. 3810; IV,
235, Nr. 4342 y IV, 271, Nr. 4380, respectivamente.20 Para un anilisis pormenorizado de la cuesti6n de la resistencia en las
obras de Lutero, asi como para una valoraci6n de las investigaciones de K.
Mueller (1915) y F. Kern (1916), vid. Karl-Ferdinand Stolzenau, Die Frage
des Widerstandes gegen die Obrighest bei Luther zugleich in ihrer Bedeu-
tung fir die Gegenwart, resis doctoral, Univ. Miinster, 1962.
2! Zirkulardisputation..., citada en nota 172 Sobre el estado actual de la investigacién y del debate sobre la doc-
trina de los dos reinos, vid. Bernhard Lohse, Martin Luther. Eine Einfith-
rung in sein Leben und Werk, Miinchen, 2.* ed., 1982.23 La tesis de E. Troeltsch en Ernst Troeltsch, Die Bedeutung, des Pro
testantismus fiir die Entstehung der moderner Welt (1911), trad. cast. co-
mo E/ protestantismo y el mundo moderno, Méjico, 3.* ed., 1967, y Die
Soziallehren der christlichen Kirchen und Gruppen, Tiibingen 1912
Para una historia de la imagen de Lutero en la investigacion, vid. Bern-
hard Lohse, Einfuthrung..., citada en nota 21, cap. VI
24 Vid. Thomas Nipperdey, «Lutero y el mundo moderno», en Funda-
cién Fr. Ebert (ed.), Martin Lutero, 1483-1983, Madrid, 1984, pp. 69-85.
Nipperdey no se pregunta por Lutero y su influencia en la génesis del mundo
moderno sino que invierte la pregunta y al preguntarse por las raices de
nuestra modernidad se encuentra con Lutero.el Estado moderno en sus comienzos. La desaparicién del or-
den eclesiastico independiente hizo al Estado mas soberano
al asumir mayores competencias en materia de religion y cul-
tura.ae =. dynBIBLIOGRAFIA
OBRAS DE LUTERO
Werke. Kritische Gesamtausgabe, Weimar, 1883 y ss. (1, «Schriften; Il,
«Fischreden», III, «Die Deutsche Bibel»; IV, «Briefwechsel>).
Ausgewiblte Werke, ed. de H. H. Borcherdt y G. Metz, Miinchen, 1914
y 88.; 3.2 ed., 1948-1965, 6 vols. y 7 vols. complementarios.
Luthers Werke in Auswahl, ed. de Otto Clemen, Bonn, 1912-1933, 8 vols.
(Walter de Gruyter, Berlin, 1959).
Calwer Lutherausgabe, ed, de Wolfgang Metzger, Miinchen Hamburg,
1964-1968, 12 vols.
Obras, ed. de Te6fanes Egido, Sigueme, Salamanca, 1977, vol. 1.
Obras de Martin Lutero, trad. cast. de Carlos Witthaus y otros, El Escudo
por convenio especial con Ed, Paidés, Buenos Aires, 1967-1977, 7 vols.
BIBLIOGRAFIAS
Karl ScHOTTENLOHER: Bib/tographie zur deutschen Geschichte im Zeital-
ter der Glaubensspaltung 1517-1585, Leipzig 1933-1940, 6 vols.; 2.* ed.,
Stutegart, 1956-1958. Vol. 7, «Das Schriftum von 1938 bis 1960, bearb.
Ulrich Thiirauf, Stuttgart, 1966.
Historische Forschungen in der DDR 1970-1980, Analysen und Berichte,
Berlin (DDR), 1980 [Zeitschrift fur Geschichtswissenschaft 28 (1980),
Sonderband]. :
REVISTAS
Archiv fiir Reformationsgeschichte, Berlin, 1903-4 y ssLuther. Mitteilungen der Luthergesellschaft, Berlin, 1919 y ss.
Luther-Jabrbuch, Leipzig, 1919 y ss.
The Sixteenth Century Journal, Saint Louis/Mo., 1972 y ss.
BIOGRAFIAS Y ESTUDIOS GENERALES
Martin BRECHT: Martin Luther. Sein Weg zur Reformation 1483-1521,
Stuttgart, 1981.
Richard FRIEDENTHAL: Luther. Sein Leben und setne Zeit, Miinchen, 1967.
Ricardo Garcfa-ViLLOSLADA: Martin Lutero, BAC, Madrid, 1973, 2 vols.
Erwin IseRLOH: Weder Ketzer noch Heiliger. Luthers Bedeutung fiir den
Scumenischen Dialog, 1982.
Bernhard Louse: Martin Luther. Eine Einfiihrung in sein Leben und sein
Werk, Miinchen, 1981; 2.* ed., 1982.
Joseph Lortz: Die Reformation in Deutschland, Freiburg, 1939-1940; exis-
te trad. cast., Madrid, Taurus.
Thomas NiprerDEy: Lutero y e/ mundo moderno, en Fundaci6n Ebert (ed.),
Martin Lutero, 1483-1983, Madrid, 1984.
Gerhard Rirter: Luther. Gestalt und Tat, Miinchen, 6.* ed., 1959.
SOBRE PENSAMIENTO POLITICO
Heinrich BORNKAMM: Luthers Lehre von den zwei Reichen im Zusammen-
hang seiner Theologie, Giitersloh, 1958; 3.* ed., 1969.
Ultich Ducurow: Christenheit und Weltverantwortung. Traditionsges-
chichte und systematische Struktur der Zweireichelehre, Stuttgart, 1970
(Forschungen und Berichte der evangelischen Studiengemeinschaft 25).
Johannes HECKEL: Lex Charitatis. Eine juristische Untersuchung iiber das
Recht in der Theologie Martin Luthers, Minchen, 1953.
— Im Inrgarten der Zwei-Reiche-Lehre, Zwei Abhandlungen zum Reichs-
und Kirchenbegriff Martin Luthers, Miinchen, 1957.
Erwin IseRLOH y Gerhart MULLER (eds.): Luther und die politische Welt,
Wiesbaden, 1984.
Franz Lau: Luthers Lehre von den beiden Reichen, Berlin, 2.* ed., 1953.
Walter Von LOEWENICH: «Luthets Stellung zur Obrigkeit», en Staat und Kir-
che im Wandel der Jahrhunderte, ed. de W. P. Fuchs, Stuttgart 1966,
53-68.
Heinz-Horst SCHREY (ed.): Die Lehre Luthers von den zwei Reichen, Darm-
stadt, 1969.
J. Cargill THOMPSON: Political Thought of M. Luther, London, 1984.Gunther Wotr (ed.): Luther und die Obrigkeit, Darmstadt, 1972.
SOBRE LA EPOCA DE LA REFORMA
Karlheinz BLASCHKE: «Wechselwirkung zwischen der Reformation und dem
Aufbau des Territorialstaates», en Der Staat 9 (1970), 347-364.
— «Die Struktur der Gesellschaft im obersichsischen Raum zur Zeit Lut-
hers», en Bettrige zur Geschichte der deutschen Sprache und Literatur
92 (1970), 21-44.
Arthur G. Dickens: The German Nation and Martin Luther. London, 2.*
ed., 1976.
Fritz HartunG: Deutsche Verfassungsgeschichte, Stuttgart, 9.* ed., 1969.
Hajo Hotsorn: A History of modern History. The Reformation, London,
1965, vol. 1.
Hermann KELLENBENZ: Deutsche Wirtschaftsgeschichte, Band 1: von den
Anfiingen bis zum Ende des 18. Jahrhunderts, Miinchen, 1977.
Heinrich Lutz: Reformation und Gegenreformation, Minchen Wien, 1979.
VOLKER Press: «Adel, Reich, und Reformation», en W. J. MOMMSEN (ed.),
Stadtbiirger tum und Adel in der Reformation. Stuttgart, 1979, 330-383.
Rainer WonLFEIL: Einfiihrung in die deutsche Reformation, Minchen,
1982.
SOBRE LA GUERRA DE LOS CAMPESINOS
Friedrich ENGELS: Der deutsche Bduernkrieg, Berlin, 1972; existe trad. cast.
Giinther Franz: Quellen zur Geschichte des Bauernkrieges, Munchen
Darmstadt, 1963.
— Der deutsche Bauernkrieg (1935), Darmstadt, 1977, 11.* ed.
Thomas Niprervey: «Guerra de los campesinos alemanes», en C. D. KER-
NIG (ed.), Marxtsmo y Democracta, Madrid, 1975.
M. M. SmiRIN: Die Volksreformation des Thomas Miintzer und der grosse
Bauernkrieg, Berlin, 1952 (Mosca, 1947)
Hans-Ulrich WeHLER (ed.): Der deutsche Bauernkrieg 1524-1526, Géttin-
gen, 1975 (Sonderheft de Geschichte und Gesellschaft).
Rainer Wontreit (ed.): Der Bauernkrieg 1524-1526. Bauernkrieg und Re-
formation, Miinchen, 1975.ESCRITOS POLITICOSA LA NOBLEZA CRISTIANA DE LA NACION
ALEMANA ACERCA DE LA REFORMA
DE LA CONDICION CRISTIANA (1520)
Este manifiesto An den christlichen Adel der deutschen Nation von des
christlichen Standes Besserung es el primero de los tres grandes escritos re-
formadores de 1520. Lutero se dirige a las autoridades seculares, porque
ya no acepta la tesis medieval de la superioridad del orden eclesiastico so-
bre el laico, ya que «todos los cristianos pertenecen, en verdad, al mismo
orden y no hay entre ellos ninguna diferencia excepto la del cargo» (WA
6, 407).
Este escrito debe situarse en la perspectiva de los agravios (gravamina)
y de la necesidad de reformas, que desde hacia afios preocupaba a los ale-
mages. Lutero ofrece unas propuestas de reforma muy detalladas, después
de haber atacado las tres murallas que los «romanistas» se habian construi-
do: 1) la superioridad del poder eclesiéstico, 2) el monopolio de la inter-
pretacién de la Escritura, y 3) la supremacia del papa sobre el concilio.
An den christlichen Adel... se publicé hacia el 12 de agosto de 1520 y
en una semana se agoto la primera edicion de 4.000 ejemplares. Pocos es-
critos de Lutero tuvieron tanta influencia en la opinion pablica alemana.
‘Al manifiesto le seguirian los ottos dos grandes escritos de 1520: De cap-
tivitate Babylonica ecclesia praeludium (La cautividad babilénica de 1a igle-
sia), en Werke, WA 6, 997-573 y Von der Fretheit eines Christenmenschen
(La libertad del cristiano), en Werke, WA 7, 20-38.En De captivitate Babylonica... aborda Luteto la reforma de la teologia,
especialmente la doctrina de los sacramentos. Reduce los sacramentos de
siete a tres y en la doctrina de la eucaristia combate los tres «cautiverios»:
1) el robo a los laicos de una de las especies (vino-sangre), 2) la doctrina
de la transubstanciaci6n, y 3) la idea de que la misa es una buena obra y
un sacrificio.
En Von der Fretheit eines Christenmenschen oftece Lutero una sintesis
de la vida cristiana, del cristiano como ser libre, basada en su tesis funda-
mental de la dualidad del cristiano: «el cristiano consta de dos naturalezas,
la espiritual y la corporal. Atendiendo al alma, es denominado hombre es-
piritual, nuevo, interior; se le llama hombre corporal, viejo y exterior en
relaci6n con la carne y la sangre» (WA 7, 20)
El texto de An den christlichen Adel der deutschen Nation von des chris-
wichen Standes Besserung esta en la edicién de Weimar (WA), vol. 6,
404-469. La traduccién sigue este texto, pp. 404-415 (es decir, la primera
parte, antes de las propuestas concretas de reforma)
JESUS
Al venerable y digno senor Nikolaus von Amsdorf', i-
cenciado en Sagrada Escritura, canonigo de Wittenberg, amt-
go mio especialmente benevolente.
Dr. Martinus Luther.
jLa gracia y la paz de Dios, ante todo, venerable, digno
y estimado sefior y amigo!
Ya ha pasado el tiempo del silencio y ha llegado el tiem-
po de hablar, como dice el Eclesiastés?. De acuerdo con
nuestro propésito he reunido algunas propuestas referentes
a la mejora del orden cristiano para presentarlas a la nobleza
cristiana de la nacién alemana, por si Dios quiere ayudar a
su iglesia mediante el orden seglar, pues el orden eclesiaSti-
co, al que con mayor raz6n corresponde, se ha convertido
totalmente en indigno para semejante tarea. Envio todo es-to a su Excelencia para que lo juzgue y, si es preciso, lo co-
trija. Me hago cargo de que no dejaran de reprenderme por
atreverme yo a tanto, un hombre despreciable y apartado del
mundo, por atreverme a dirigirme a tan magnos y elevados
estamentos en asuntos tan graves € importantes, como si no
hubiera en el mundo nadie més que el doctor Lutero para
preocuparse por la condicién cristiana y para dar consejos a
gentes tan extraordinariamente inteligentes. No pido discul-
pas, que me reprenda quien quiera. Quiza sea todavia deu-
dor a mi Dios y al mundo de una necedad; me he propuesto
ahora, si lo logro, saldarla honradamente, pasando incluso
por bufén. Si no tengo éxito me queda atin una ventaja: na-
die tendré que comprarme una capucha ni regalarme un
peine >. Todavia esta por ver guzéx le pone los cascabeles a
quién. Debo cumplir con el refran: «En todo lo que el mun-
do hace debe estar presente un monje, aunque hubiera que
pintarlo»*, Muchas veces ha hablado un tonto con sabidu-
tia y muchas otras personas listas han hecho el tonto grose-
ramente, como dice Pablo: «El que quiera ser listo, vuélvase
necio» >, Ademas, como no slo soy necio sino también un
doctor en Sagrada Escritura con juramento, estoy contento
de la oportunidad que se me presenta de responder a mi ju-
ramento de una manera necia. Os ruego que me disculpéis
ante los medianamente inteligentes, pues sé que no merez-
co la gracia y la benevolencia de los muy inteligentes, que
con tanto empefio he buscado con frecuencia: de ahora en
adelante no las quiero tener ni quiero tampoco tomarlas en
consideracién. Dios nos ayude a no buscar nuestra honra si-
no s6lo la suya. Amén.
Wittenberg, en el convento de los Agustinos, la vispera
de San Juan Bautista del afio 1520.A la Serenisima y Muy poderosa Mayestad Imperial y a la
Nobleza cristiana de la nactén alemana.
D. Martinus Luther.
jAnte todo, la gracia y la fuerza de Dios! ;Serenisima Ma-
jestad! jMuy graciosos y queridos sefiores!
No ha ocurrido por mera curiosidad ni por desatino que
yo, un pobre hombre particular, me haya atrevido a hablar
a vuestras altas Dignidades: la miseria y las cargas que opri-
men a todos los érdenes de la cristiandad, especialmente a
los territorios alemanes, han movido a otros, no sélo a mi,
a gritat en muchas ocasiones y a pedir ayuda; ahora también
me han obligado a mi a gritar y a clamar que Dios quiera
dar a alguien el espiritu pata que socorra a esta miserable
nacién. Algo han intentado varios Concilios*, pero esos in-
tentos han sido obstaculizados por la astucia de algunos hom-
bres y la situaci6n ha empeorado; la maldad y la perfidia
de esos hombres pienso examinarlas ahora —Dios me
ayude— para que, una vez conocidas, no puedan ser en lo
sucesivo tan dafiinas y perturbadoras. Dios nos ha dado co-
mo Cabeza una sangre noble y joven, despertando con ello
muchos corazones a una buena y grande esperanza; nos co-
rrespondera a nosotros contribuir con lo nuestro y usar con
provecho el tiempo y la gracia.
Lo primero que tenemos que hacer en este asunto es, an-
tes que nada, proveernos de gran seriedad y no emprender
nada con la confianza puesta en una gran fuerza o en la ra-
z6n, aunque el poder de todo el mundo fuera nuestro, pues
Dios no puede ni quiere tolerar que se comience una buena
obra con la confianza puesta en la propia fuerza y raz6n. Dios
la echaria al suelo y nada se podria hacer, como dice el Sal-
mo 33,16: «No vence el rey por su gran ejército, no escapa
el soldado por su mucha fuerza». Y es por este motivo, me
temo yo, por lo que sucedié hace afios que fieles principescomo el emperador Federico I y el otro Federico’, asi como
otros muchos emperadores alemanes, fueran pisoteados y
optimidos de manera tan lamentable por los papas, aunque
el mundo los temia; quiza confiaron mas en su poder que
en Dios y por ello tuvieron que caer. Y en nuestra época,
équé otra cosa ha elevado tan alto al ebrio de sangre, Julio
II’, sino, presiento yo, el que Francia, los alemanes y Ve-
necia se han apoyado en si mismos? Los benjaminitas derro-
taron a cuarenta y dos mil israelitas porque éstos habfan con-
fiado en su propia fuerza’.
Para que no nos suceda lo mismo con este noble Carlos
debemos estat conscientes de que en este asunto no trata-
mos con hombres sino con los principes del infierno, que
a gusto llenarian el mundo de guerras y sangre sin dejarse
superar. Aqui hay que emprender la tarea con humilde con-
fianza en Dios, renunciando a Ja fuerza fisica, y hay que bus-
car la ayuda de Dios mediante profundas oraciones, no te-
niendo ante los ojos nada mas que la miseria y el dolor de
la desventurada cristiandad y sin tomar en consideracién lo
que la gente mala haya merecido; si no lo hacemos asi, el
juego se iniciara con gran apariencia, pero, cuando se avan-
ce, los espiritus malos causaran tal confusién que el mundo
entero nadarfa en sangre y sin haberse logrado, no obstante,
nada. Procedamos, por tanto, con el temor de Dios y con
sabiduria. Cuanto mayor es el poder mayor es la desgracia
si no se acttia en el temor de Dios y con humildad. Si los
papas y los romanos han podido confundir hasta ahora a los
reyes entre si con la ayuda del diablo, lo pueden seguir ha-
ciendo si procedemos con nuestra fuerza y nuestra capaci-
dad y sin la ayuda de Dios.Los romanistas '° se han rodeado, con gran habilidad, de
tres murallas con las que, hasta ahora, se han defendido de
que nadie los pueda reformar, por lo que la cristiandad en-
tera ha caido terriblemente. En primer lugar: cuando se les
ha presionado con el poder secular han establecido y procla-
mado que el poder secular no tiene ningtin derecho sobre
ellos sino que, antes al contrario, es el poder espiritual quien
est4 por encima del secular. En segundo lugar: si se les quie-
re censurar con la Sagrada Escritura responden que nadie,
excepto el papa, tiene capacidad para interpretar la Escritu-
ra. En tercer lugar: cuando se les amenaza con un concilio,
pretextan que nadie puede convocar un concilio, excepto el
papa. Asi que nos han robado subrepticiamente los tres lati-
gos para poder quedarse ellos sin castigo y se han situado
en la segura fortificacién de estas tres murallas para practicar
todas las villanias y maldades que ahora estamos viendo. Y
cuando tuvieron que celebrar un concilio ' debilitaron su
eficacia previamente, pues los principes se comprometieron
bajo juramento a dejarlos como estaban, dando ademas to-
do el poder al papa sobre la regulacién del concilio; por esta
raz6n da igual que haya muchos concilios o que no haya nin-
guno, prescindiendo de que siempre nos engafian con fic-
ciones y filigranas. Tanto temen por su pellejo a un concilio
libre y verdadero que han intimidado a reyes y principes pa-
ta que crean que seria contra Dios el no obedecerles a ellos
en todas sus astutas y maliciosas fantasmagorias. Que Dios
nos ayude ahora y nos conceda una de las trompetas con que
se derribaron las murallas de Jericé ? para que derribemos
de un soplo también estas murallas de paja y de papel y nos
ayude a desatar los latigos cristianos para castigar el pecadoy a revelar la astucia y el engafio del demonio para que nos
perfeccionemos mediante el castigo y recuperemos su cle-
mencia.
Ataquemos, en primer lugar, la primera muralla.
Se han inventado que el papa, los obispos, los sacerdotes
y los habitantes de los conventos se denominan el orden ecle-
sidstico (gezst/ich) y que los principes, los sefiores, los artesa-
nos y los campesinos forman el orden seglar (we/tlich), lo
cual es una sutil y brillante fantasia; pero nadie debe apo-
carse por ello por la siguiente raz6n: todos los cristianos per-
tenecen en verdad al mismo orden y no hay entre ellos nin-
guna diferencia excepto la del cargo, como dice Pablo (7 Co-
rintios 12,12 y s.): todos juntos somos un cuerpo, pero cada
miembro tiene su propia funcién con la que sirve a los otros;
esto resulta del hecho de que tenemos un solo bautismo, un
solo Evangelio, una sola fe y somos cristianos iguales, pues
el bautismo, el Evangelio y la fe son los Gnicos que convier-
ten a los hombres en eclesiasticos y cristianos. El hecho de
que el papa o el obispo unja, haga la tonsura, ordene, con-
sagre, vista de manera diferente al laico, puede convertir a
uno en un hipécrita y en un pasmarote, pero no puede ha-
cer nunca un cristiano ni un hombre eclesidstico. Por ello,
todos nosotros somos ordenados sacerdotes pot el bautismo,
como dice San Pedro en 1 Pedro 2,9: «Vosottos, en cambio,
sois linaje elegido, sacerdocio real, nacién consagrada» y el
Apocalipsts: «Hiciste de ellos linaje real y sacerdotes para
nuestro Dios» 3. Si no existiera en nosotros una consagra-
cién mas alta que la que da el papa o el obispo nunca jams
se haria un sacerdote por la consagracién por el papa y por
el obispo y no se podria celebrar la misa ni predicar ni con-
fesar.
Por esta taz6n, la consagraci6n por el obispo no es nada
més que la eleccién por él de uno de entre la multitud, en
lugar y en nombre de la asamblea —todos ellos tienen el
mismo poder— al que le ordena ejercer ese mismo poderpara los demas; de igual manera que si diez hermanos, hijos
del rey, herederos por igual, eligieran a uno para que gober-
nara la hetencia por ellos: todos ellos serian reyes y con igual
poder, y, sin embargo, se encomienda a uno su administra-
cién. Lo digo todavia con mayor clatidad: si un grupo de
cristianos seglares piadosos fueran hechos prisioneros y los
llevaran a un desierto y no tuvieran entre ellos ningtin sacer-
dote ordenado por un obispo y, de coman acuerdo, eligie-
fan a uno, casado o no, y le encomendaran el ministerio de
bautizar, celebrar misa, confesar y predicar, seria un verda-
dero sacerdote como si lo hubieran consagrado todos los obis
pos y papas. De aqui que, en caso de necesidad, cualquiera
puede bautizar y confesar, lo que no seria posible si no fué-
ramos todos nosotros sacerdotes. Esta gracia y este poder tan
grandes del bautismo y de la condicién cristiana nos los han
destruido totalmente y nos han hecho que los desconozca-
mos con el detecho canénico. Era asi como hace tiempo los
cristianos elegian a sus obispos y sacerdotes de entre 1a mul-
titud, y éstos eran posteriormente confirmados por otros obis-
pos sin toda la ostentacién que reina ahora. Asi fueron obis-
pos San Agustin, Ambrosio, Cipriano.
Ahora que el poder secular esta bautizado igual que no-
sotros y tiene la misma fe y el mismo Evangelio debemos
dejarles ser sacerdotes y obispos y debemos considerar su oficio
como un ministerio que pertenece y sirve a la comunidad
cristiana. Pues quien ha salido del bautismo puede gloriarse
de estar consagrado sacerdote, obispo y papa, aunque no co-
tresponda a cualquiera desempeiiar tal cargo. Ya que todos
nosotros somos igualmente sacerdotes, nadie debe darse im-
portancia y atreverse a desempefiar ese cargo sin nuestro con-
sentimiento y nuestra eleccién, pues todos tenemos igual po-
der; lo que es comin nadie puede tomarlo por si mismo sin
la voluntad y mandato de la comunidad. Y st ocurriera que
alguien fuera elegido para este cargo y fuera destituido porsus abusos estaria entonces igual que antes. Por ello, en la
cristiandad un orden sacerdotal no deberia ser otra cosa que
un cargo: mientras esta en el cargo, va delante; si es desti-
tuido es un campesino o un ciudadano como los dems. Es
igualmente verdad que si un sacerdote es destituido ya no
es sacerdote. Pero ellos se han inventado los characteres
indelebiles y dicen la tonteria de que un sacerdote desti-
tuido es, sin embargo, diferente a un simple laico. Si, ellos
suefian que un sacerdote nunca puede dejar de ser sacerdo-
te, que no puede convertirse en seglar; todo esto son leyes
y habladurias inventadas por los hombres.
Se sigue de aqui que seglares, sacerdotes, principes, obis-
pos y, como dicen ellos, «eclesiasticos» y «seglares» no tienen.
en el fondo, verdaderamente, ninguna otra diferencia que
la del cargo o funci6n y no se diferencian por su condicién,
pues todos pertenecen al mismo orden, como verdaderos sa-
cerdotes, obispos y papas, pero no pertenecen a una nica
y Ja misma funci6n, del mismo modo que tampoco entre
los sacerdotes y los monjes tienen todos una Gnica y la mis-
ma funcién. Y esto esta en San Pablo (Romanos 12,4 y s.
y 1 Corintios 12,12 y s.) y en Pedro (1 Pedro 2,9), como he
dicho antes: que todos nosotros somos un solo cuerpo de la
cabeza, Jesucristo, y cada uno es miembro del otro. Cristo
no tiene dos cuerpos, uno seglar y otro eclesistico; es una
sola cabeza y tiene un solo cuerpo.
Aunque ahora se les llama eclesiasticos 0 sacerdotes, obis-
Pos 0 papas, tampoco estan separados de los demas cristia-
nos y no tienen mayor dignidad que la de tener que admi-
nistrar la palabra de Dios y los sacramentos; ésta es su fun-
cién y su cargo; la autoridad secular tiene en su mano la es-
pada y el latigo para castigar a los malos y para proteger a
los buenos. Un zapatero, un herrero, un campesino, todos
tienen la funcién y el cargo de su oficio y, no obstante, to-
dos estan por igual consagrados sacerdotes y obispos y todosdeben servir y ser Gtiles con su cargo o funcién a los demas,
de manera que todas esas diferentes funciones estan dirigi-
das a una comunidad pata favorecer el cuerpo y el alma, de
la misma manera que cada uno de los miembros del cuerpo
sitve a los otros.
Mira ahora con qué espiritu cristiano se ha dicho y esta-
blecido que la autoridad secular no est4 por encima de los
eclesiasticos y que tampoco puede castigarlos. Esto quiere de-
cir tanto como que la mano no puede hacer nada si el ojo
sufre una gran calamidad. ¢No es antinatural, por no decir
anticristiano, que un miembro no ayude al otro, que no lo
defienda de su ruina? Si, cuanto mas noble es el miembro
mas deben ayudarle los otros. Por ello digo yo que, puesto
que el poder secular esta ordenado por Dios para castigar a
los malos y proteger a los buenos, hay que dejarle desempe-
fiar su cargo libremente, sin impedimentos, en todo el cuer-
po de la cristiandad sin tomar en consideracién a las perso-
nas, sean éstas el papa, los obispos 0 sacerdotes, los monjes
o monjas o lo que sea. Si para obstaculizar a la autoridad
secular fuera suficiente el hecho de que es un oficio inferior,
entre los ministerios cristianos, al de predicador, confesor o
al orden eclesiastico, habria que impedir también que los
sastfes, zapateros, canteros, carpinteros, cocineros, bodegue-
ros, campesinos y todos los oficios laicos diesen al papa, a
los obispos y a los sacerdotes zapatos, vestidos, casa, comi-
da, bebida o rentas. Si se deja a estos seglares desarrollar sus
trabajos sin impedimentos, qué van a hacer entonces los es-
critores romanos con sus leyes, que utilizan para escaparse
de la accién del poder secular cristiano y con las que pueden
obrar abiertamente el mal, dando cumplimiento a lo que
dijo San Pedro: «Entre vosotros habra falsos maestros que in-
troduciran bajo cuerda sectas perniciosas»? '
Por ello, el poder secular cristiano debe desempefiar su mi-
nisterio libremente, sin impedimentos, sin tomar en consi-
deracién si afecta al papa, a un obispo o a un sacerdote; quiensea culpable, que lo sufra; lo que ha dicho el derecho cané-
nico en contra es una mera presuncién romana. Pues S. Pa-
blo dice a todos los cristianos: ; o ¢tenemos que rezar también «creo en el
papa de Roma», reduciendo asi la iglesia cristiana entera-
mente a 22 hombre, lo que no seria sino un error diabélico
e infernal?
Ademis, todos somos sacerdotes, como se ha dicho antes,
todos tenemos wna fe, un Evangelio, un so/o sacramento:
écémo no ibamos a tener también el poder para apreciar y
juzgar lo que es justo o injusto en la fe? gDénde se queda
la palabra de Pablo, 7 Corintios 2,15: «el hombre de espiri
tu puede enjuiciarlo todo mientras a él nadie puede enju
ciatlo» y 2 Corttios 4,13: «tenemos todos el mismo espiritu
de fe»? ¢Cémo no ibamos a sentir tan bien como un papaincrédulo lo que es o no conforme con la fe? Por todos estos
y otros muchos pasajes tenemos que convertirnos en libres
y valientes y no tenemos que dejar enfriar el espiritu de la
libertad (como lo llama Pablo)” con palabras imaginarias
de los papas, sino que debemos juzgar libremente todo lo
que ellos hacen u omiten segiin nuestra fiel comprensién de
la Escritura y obligarles a seguir el mejor entendimiento y
no el suyo propio. Hace afios Abraham tuvo que escuchar
a su Sara, que habia sido sometida a él con una dureza que
nadie ha superado en la tierra”? y también el asno de Ba-
laam fue mis listo que el mismo profeta*‘. Si Dios hablé
entonces a través de un asno contra un profeta, épor qué no
iba a poder hablar a través de un hombre piadoso contra el
papa? Mas todavia, S$. Pablo reprime a S. Pedro por estar
equivocado en Gé/atas 2,11 y s. Por esto corresponde a todo
cristiano, por haber aceptado la fe, comprenderla y defen-
derla y condenar todos los errores.
La tercera muralla cae pot si misma cuando caen las dos
primeras. Si el papa actéia contra la Escritura, nosotros esta-
mos obligados a defenderla y a castigar al papa y a corregirlo
segin la palabra de Cristo, Mateo 18,15: «Si tu hermano te
ofende, ve y hazselo ver, a solas entre los dos; si no te hace
caso llama a otro o a otros dos. Si no te hace caso, diselo
ala comunidad y si no hace caso ni siquiera a la comunidad,
considéralo como un pagano». Aqui se le ordena a todos los
miembros que se preocupen de los dem4s; cuanto més tene-
mos que hacerlo nosotros cuando quien acta mal es un
miembro que gobierna la Comunidad, que, con sus obras,
causa a los demas mucho dafio y escndalo. Si debo denun-
ciarlo ante la comunidad tengo que reunirla ya.
No tienen tampoco ningtin fundamento en la Escritura
para atribuir Gnicamente al papa la facultad de convocar o
aprobar un concilio sino sdlo en sus propias leyes que valen
en cuanto no perjudiquen a la cristiandad y a las leyes deDios. Si el papa es culpable, pierden su vigencia tales leyes
porque es perjudicial para la cristiandad no juzgarlo mediante
un concilio.
Asi leemos en los Hechos de los Apéstoles 15,6 que no
fue S. Pedro quien convocé el cencilio de los apéstoles sino
que fueron todos los apéstoles y los ancianos; ahora bien,
si esto le hubiese correspondido inicamente a S. Pedro no
habria sido un concilio cristiano sino un conciliabulo heréti-
co. Tampoco el famoso Concilium Nicaenum fue convoca-
do ni ratificado por el obispo de Roma, sino por el empera-
dor Constantino; y después de él otros muchos emperadores
han hecho lo mismo y han resultado ser los concilios mas
cristianos de todos”. Si sdlo el papa tuviese el poder de
convocarlos, todos habrian sido heréticos. Incluso cuando mi-
ro los concilios que ha hecho el papa no encuentro que se
haya realizado nada especial en ellos.
Asi pues, si la necesidad lo exige y el papa es dafiino para
la cristiandad, el primero que pueda, como miembro fiel de
todo el cuerpo, debe hacet algo para que se celebre un con-
cilio auténtico, libre, y nadie mejor que la espada secular
puede hacerlo, especialmente ahora que es también cocris-
tiana, cosacerdote, coeclesiastica, copoderosa en todas las cosas
y teniendo el deber de desempefiar con libertad su cargo y
funcién, que han recibido de Dios, por encima de cualquic-
fa, si es necesario y Gtil que los desempefien. ¢No seria un
comportamiento antinatural que, en un fuego en una ciu-
dad, todos tuvieran que permanecer inactivos y dejar que
el fuego quemara todo lo que pueda arder s6lo porque no
tuvieran el poder del burgomaestre o porque el fuego afec-
tara, quiz4, a la casa del burgomaestre? ¢No esta cada uno
obligado a movilizar a los otros y a convocarlos? Con mucha
mayor faz6n se est4 obligado en la ciudad espiritual de Cris-
to, cuando se levanta el fuego del escdndalo, sea en el go-
bierno papal o donde quiera que sea. Lo mismo ocurre cuan-
do los enemigos asaltan una ciudad: el honor y el agtadeci-miento lo gana el primero que retine a los demas. ¢ Por qué,
pues, no iba a merecer el honor quien denuncie a los ene-
migos infernales y despierte a los cristianos y los convoque?
No tiene ningiin fundamento que ellos digan que no es
licito luchar contra su poder. Nadie en la cristiandad tiene
poder para hacer dafio, para prohibir que se combata el da-
fio. No hay otto poder en la iglesia que no sea para su per-
feccionamiento. Por esta raz6n si el papa quisiera utilizar el
poder para impedir que se celebre un concilio libre, se im-
pediria con ello una mejora de la iglesia y, por consiguiente,
no debemos tomarlo en consideracién ni a él ni a su poder
y, si ex-comulga y truena, habria que despreciarlo como a
un loco y, confiando en Dios, ex-comulgarlo y expulsarlo,
a su vez, como se pueda, pues tal poder temerario no es na-
da, ni tampoco lo tiene y pronto se destruye con un pasaje
de la Escritura donde Pablo dice a los corintios: «Dios me
ha dado el poder pata mejorar la cristiandad, no para
destruirlas 2°, ;Quién quiere saltarse este versiculo? Es del
diablo y del anticristo el poder que combate lo que sitve pa-
ta el mejoramiento de la cristiandad, por lo que no hay que
obedecer a ese poder en absoluto sino oponérsele con el cuer-
po, los bienes y con todo lo que podamos.
Y si sucediera un milagro a favor del papa y contra el po-
der secular o si alguien provocara una plaga, como preten-
den que ha sucedido muchas veces, hay que considerar que
han sucedido sélo por el diablo, por haberse roto nuestra fe
en Dios, como el mismo Cristo ha proclamado en Mateo
24,34: «saldran cristianos falsos y profetas falsos con mi nom-
bre, con tal ostentacién de sefiales y portentos que extravia-
r4n a los mismos elegidos» y S. Pablo dice a los tesalonicen-
ses que el anticristo sera poderoso en falsos milagros por obra
de satanas?’.
Retengamos, por tanto, que el poder cristiano no puede
estar contra Cristo, como dice S$. Pablo: «no tenemos poderalguno contra Cristo, sdlo en favor de Cristo» ”*. Si el po-
der realiza algo contra Cristo es el poder del anticristo y
de! demonio, aunque Iluevan y granicen milagros y plagas.
Milagros y plagas no prueban nada, especialmente en estos
Ultimos tiempos, muy calamitosos, para los que toda la Es-
critura ha anunciado falsos milagros. Por esto tenemos que
agarrarnos a las palabras de Dios con fe firme, y entonces
el diablo dejara sus prodigios.
Espero que con todo lo anterior se destruya el miedo falso
y engafioso con el que los romanos nos han creado, durante
largo tiempo, una conciencia apocada y pusilanime y que
se vea que ellos estén sometidos a la espada, igual que todos
nosotros, que no pueden interpretar la Escritura basandose
en su mera fuerza y sin conocimientos y que no tienen nin-
gan poder para prohibir un concilio ni para hipotecarlo ni
para coaccionarlo o quitarle su libertad; y si lo hacen queda
claro que pertenecen vetdaderamente a la comunidad del an-
tictisto y del demonio y no tienen nada de Cristo, salvo el
nombre.1 Nicolas von Amsdorff (1483-1565), profesor de la Facultad de Teolo-
gia de la Universidad de Wittenberg. Acompaiié a Lutero en la disputa de
Leipzig contra Eck (1519) y a la Dieta de Worms (1521).
? Vid. Eclesiastés 3,7.3 Como fraile, Lutero Ilevaba capucha y tonsura.
4 Alusion al dicho monacus semper praesens 0 quidquid agit mundus
monachus vult esse secundus: se encuentra en Muziano (1471-1526) como
titulo de una poesia y también en un sermon de Geiler von Karserberg
(1445-1510).
> Vid. 1 Corintios 3,18.6 Concilios reformadores fueron el de Constanza (1414-18), el de Basi-
lea (1431-49) y el 5.° Lateranense (1512-17).7 Federico I Barbarroja (1152-1190) acord6 en 1176, después de la ba-
talla de Legnano, una paz poco ventajosa con el papa Alejandro III. Fede-
rico II (1212-1250) no sali6 triunfante de su lucha con el papado.
8 Julio II (1503-1513), mas guerrero que eclesiastico, habia formado la
Liga de Cambrai en 1508 contra Venecia y la Liga Santa en 1512 contra
Francia.
9 Vid. Jueces 20,21. El texto biblico dice 20.000.10 Asi flarma Lutero a los partidarios y defensores de la soberania papal.
La idea de las 3 murallas esta en la Eneida de Virgilio, V1, 549. También
el Vadiscus oder die rémische Dreifaltigkett de Ulrich von Hutten
(1488-1523).
1 EB) 5.° Concilio Lateranense (1512-17) no realiz6 sus proyectos de re-
forma.
12 Vid. Josué 6,20.3 Vid. Apocalipsis 5,10.14 Agustin, obispo de Hipona, padre de la iglesia latina (354-430); Am-
brosio, obispo de Milan, padre de la iglesia latina (340-397); Cipriano, obispo
de Cartago (hacia 210-258).15 Cardcter indeleble, imborrable. Segin la doctrina catélica los sacra-
mentos del bautismo, confirmacién y orden imprimen cardcter, un sello im-
borrable.16 Vid. 2 Pedro 2,1-3.17 Vid. Romanos 13,1-7, 1 Pedro 2,13.18 Segiin Decretum Gratiani, 1, Distinctio 40, can. 6.
19 Gregorio I, papa (590-604). Vid. Regula Pastoralis, II, 6, en MIG-
NE,PL 77, col. 34.20 Vid. Decretum Gratiani, 1, dist. 19, can. 1, 2.21 Vid. Lucas 22,32.22 Vid. 2 Corintios 3,17.
23 Vid. Génests 21,12.
24 Vid. Naémeros 22,28.25 El Concilio de Nicea (325), el primer concilio ecuménico, fue convo-
cado para examinar la disputa sobre el arrianismo.26 Vid. 2 Corintios 10,8.
27 Vid. 2 Tesalonicenses 2, 9 y Ss.28 Vid. 2 Corintios 13,8.i ‘ . i
SOBRE LA AUTORIDAD SECULAR: HASTA
DONDE SE LE DEBE OBEDIENCIA (1523)
En la segunda quincena de octubre de 1522 predicé Lutero varios sermo-
nes en Weimar, dedicando dos de ellos al tema de la autoridad secular. Por
su cortespondencia sabemos que queria poner por escrito estas reflexiones.
El 7 de noviembre de 1522 el duque Georg de Sajonia (ducado) prohibié
la venta de la traduccién del Nuevo Testamento que Lutero habia realizado.
También en Baviera habia sido prohibida. Este fue el motivo final que le
lev a redactar este escrito, preocupado por los excesos del poder secular.
Von weltlicher Obrigheit, wie weit man ihr Gehorsam schuldig set sc pu-
blicé entre el 12 y el 21 de marzo de 1523.
El escrito esti dedicado al duque Johann de Sajonia (Sajonia electoral),
hermano del principe elector Friedrich If, llamado el Sabio, a quien suce-
deria en 1525, y lleva fecha de Afio Nuevo de 1523 que, segtin la costum-
bre de la época, corresponde a la Navidad (de 1522).
En Von welthcher Obrigkett... desarrolla Lutero la denominada doctri-
na de los dos reinos.
La traducci6n sigue el texto de la edicién de Weimar: WA 11, 245-280.A su alteza y muy noble principe y setor, Juan, duque
de Sajonia, conde en Turingia y marqués de Meissen, mi be-
nevolente senor. ;Gracia y paz en Cristo!
La necesidad y los ruegos de muchas personas, y en pri-
mer lugar el deseo de Vuestra Alteza, me obligan, ilustrisi-
mo y benevolente sefior, a escribir sobre la autoridad secular
y su espada, sobre c6mo debe usarse cristianamente y hasta
donde se le debe obediencia. Mis palabras las mueve la pa-
labra de Cristo, Mateo 5,39 y s.: «No debes resistir al mal
sino cede ante tu adversario, y a quien te quite la tinica da-
le también la capa», y Romanos 12,19: «Mia es la venganza,
dice el Sefior, yo daré lo merecido». En tiempos pasados el
principe Volusiano ' reproché estos versiculos a S. Agustin
y combatié la doctrina cristiana porque dejaba a los malos
hacer el mal y porque no era compatible con la espada secular.
También los sofistas? de las universidades han chocado
con estos textos, pues segtin ellos, no se podrian conciliar
ambos entre si. Para no convertir en paganos a los principes
han ensefiado que Cristo no ordené estos mandamientos si-
no que sélo los aconsejé para los perfectos. Seguin esto, Cris-
to tendria que mentir y estar equivocado para que los prin-
cipes mantuvieran su honor. Los ciegos y miserables sofistas
no podian dignificar a los principes sin rebajar a Cristo. Su
venenoso error se ha extendido a todo el mundo, de modo
que todos consideran esta doctrina de Cristo como consejos
para los perfectos y no como mandamientos obligatorios y
comunes para todos los cristianos; han Ilegado tan lejos que
han permitido para el perfecto estado episcopal, incluso pa-
ra el mas perfecto de todos, el del papa, la imperfecta con-
dicién de la espada y de la autoridad secular y no sdlo eso
sino que a nadie en la tierra se las han atribuido tanto como
a ellos. El diablo se ha posesionado tanto de los sofistas yde las universidades que ellos mismos no saben lo que ha-
blan y ensefian ni cémo lo hacen.
Espero, en cambio, poder instruir a los principes y a la
autoridad secular pata que permanezcan cristianos y Cristo
permanezca como el Sefior, sin convertir, no obstante, los
mandamientos de Cristo en consejos, en beneficio de ellos.
Haré esto come un servicio de stitbdito a Vuestra Alteza y
para utilidad de todo el que lo necesite, para alabanza y gloria
de Cristo, nuestro Sefior. Encomiendo a Vuestra Alteza y a
toda su familia a la gracia de Dios, pidiéndole que la quiera
conceder misericordiosamente. Amén.
Wittenberg, dia de afio nuevo de 1523°.
Servidor de Vuestra Alteza
Martinus Luther.' Volusiano, procénsul. Vid. S. Agustin, Epistulae 136 y 138, en MIG-
NE PL 33, 514 ys. y 525 ys.
2 Designa asi a los tedlogos escolésticos.3 Se trata de la Navidad de 1522.Hace poco tiempo escribi un librito a la nobleza alemana
e indiqué cuales eran su ministerio y su funct6n cristianos*.
Cémo se han orientado por él lo tenemos a la vista. Por esto
debo dirigir mi celo en otra direcci6n y escribir ahora lo que
deben dejar de hacer y lo que no deben hacer y espero que
se guien ahora como lo hicieron por aquel librito, permane-
ciendo principes, eso si, pero sin llegar nunca a ser cristia-
nos. Pues Dios todopoderoso ha vuelto locos a nuestros prin-
cipes de tal manera que no piensan otra cosa sino que pue-
den hacer y prohibir a sus sibditos lo que quieran (y los stib-
ditos también se equivocan al creer que estan obligados a
obedecer todo eso), hasta el punto que han comenzado ahora
a ordenar a las gentes que se desprendan de ciertos libros
y que crean y mantengan lo que ellos dicen *; con estas ac-
ciones tienen la audacia de sentarse en la silla de Dios y do-
minar las conciencias y la fe y darle lecciones al Espiritu San-
to segtin su loco cerebro. Y, no obstante, pretenden que na-
die les diga nada y que se les siga llamando sefiores benevo-
lentes.
Escriben y hacen escribir que el emperador lo ha pedidoy que quieren ser obedientes principes cristianos, como si real-
mente lo tomaran en serio y no se les notata su malicia. Si
el emperador les tomara un castillo o una ciudad o les im-
pusiera cualquier cosa injusta, ibamos a ver con qué facili-
dad descubrian que debian oponerse al emperador y no obe-
decerle. Pero cuando se trata de maltratar a los pobres hom-
bres y de expiar su maldad con la palabra de Dios dicen que
es por obediencia al mandato del emperador. A estas gentes
se les llamaba antes canallas; ahora hay que llamarles obe-
dientes principes cristianos. Sin embargo, no permiten que
nadie sea interrogado o se defienda, por mucho que se insis-
ta; para ellos resultaria insoportable que el emperador u otra
persona se comportara con ellos de la misma forma. Estos
son los principes que gobiernan el imperio en los paises ale-
manes; es por esta raz6n por lo que en todos los territorios
van tan bien las cosas, como veremos.
Como la célera de estos locos basta para exterminar la fe
cristiana, para negar la palabra de Dios y ultrajar la majes-
tad divina, no puedo ni quiero soportar por mas tiempo a
mis inclementes y coléricos sefiores y tengo que oponerme
a ellos, al menos con la palabra. Y si no he tenido miedo
de su idolo, el papa, que amenaza con quitarme el alma y
el cielo, debo mostrar que tampoco tengo miedo a sus esca-
mas y a sus pompas°, que amenazan con robarme el cuer-
po y la tierra. Dios haga que monten en célera hasta que
desaparezcan los habitos grises’ y nos ayude a no morir por
sus amenazas. Amén.
En primer lugar, hemos de fundamentar s6lidamente el
derecho y la espada seculares de modo que nadie pueda du-
dar de que estén en el mundo por la voluntad y orden de
Dios. Los versiculos que los fundamentan son éstos: Roma-
nos 13,1 s.:
y «El sefior es juez sobre los hombres». Y los Hechos de fos
Apéstoles, 1,24: «Dios conoce los corazones». Y Jerensias,
17,9 y s.: «Malo e impenetrable es el corazén del hombre,
équién puede escudrifiarlo? Yo, el Sefior, que sondea los co-
razones y los rifiones». Un tribunal debe y tiene que estar
muy seguro cuando juzga y debe verlo todo a plena luz. Pe-
to los pensamientos y los sentimientos del alma no se reve-
lan a nadie excepto a Dios, por lo que resulta indtil e impo-
sible obligar o constrefiir a alguien por la fuerza a que crea
de un modo u otro. Para esto hace falta otro método, la fuerza
no puede nada. Me asombran esos grandes locos cuando de-
claran undnimemente De occultis non tudicat Ecclesia, \a ighe-
sia no juzga las cosas secretas. Si la iglesia, con su gobierno
espiritual, sdlo gobierna los asuntos manifiestos, gcémo se
permite el insensato poder secular juzgar y regular una cosa
secreta, espiritual y oculta como es la fe?
Ademéas, cada uno corre su propio riesgo en su manera
de creer y debe vigilar por si mismo que su fe sea verdadera.
Asi como nadie puede ir al infierno 0 al cielo por mi, tam-
poco nadie puede creer o no creer por mf; y de la misma
manera que no puede abrirme o cerrarme el cielo o el infier-
no, tampoco puede llevarme a creer 0 a no creer. Creer 0
no creer, por tanto, depende de la conciencia de cada cual,
con lo que no se causa ningiin dafio al poder secular; tam-
bién éste ha de estar contento, ha de ocuparse de sus asun-
tos y permitir que se crea de ésta o de aquella manera, como
cada uno quiera y pueda, sin obligar a nadie. El acto de fe
es libre y nadie puede ser obligado a creer. Se trata, en reali-dad, de una obra divina que viene del Espiritu y que, por
consiguiente, ningiin poder la podria hacer o imponer. De
aqui procede el dicho comiin, que también esté en Agustin:
nadie puede ni debe ser obligado a creer".
Estas pobres y ciegas gentes no ven, ademas, la inanidad
¢ imposibilidad de su intento. Por grande que sea su fuerza
y por muchas que sean sus amenazas, sélo podrian obligar
a las gentes a que les siguieran con la boca y con la mano;
no pueden forzar el coraz6n, aunque lo desgarraran; el pro-
verbio dice la verdad: los pensamientos estén exentos de
aduana. ;Por qué, entonces, quieren obligar a la gente a creer
con el coraz6n ¢éuando ven que es imposible? Al hacerlo asi
fuerzan las couciencias débiles a mentir, a renegar y a decir
algo distinto de lo que tienen en el corazén y ellos mismos
se cargan de esta manera con horribles pecados ajenos, pues
todas las mentiras y las falsas confesiones cometidas por con-
ciencias tan débiles recaen sobre quien las violenta. Seria mu-
cho més facil que, aunque sus stibdites estuviesen en el error,
los dejasen errar antes que forzarles a mentir y a decir algo
distinto a lo que llevan en su coraz6n; no es justo combatir
el mal con algo peor.
éQuieres saber por qué Dios dispone que los principes tem-
porales procedan de modo tan horroroso? Te lo voy a decir.
Dios les ha pervertido el sentido y quiere terminar con ellos
igual que con los sefiores eclesiasticos. Mis inclementes se-
fiores, el papa y los obispos, debian ser obispos y predicar
la palabra de Dios. Han abandonado esta tarea y se han con-
vertido en principes temporales, gobernando con leyes que
s6lo conciernen al cuerpo y a los bienes. Lo han invertido
finamente: deberian gobernar las almas interiormente con
la palabra de Dios y, sin embargo, gobiernan externamente
palacios y ciudades, paises y gentes y torturan las almas con
tormentos indescriptibles. Los sefiores seculares deberian go-
bernar externamente el pais y las gentes, pero no lo hacen.
No hacen otra cosa que vejar y despojar, imponer peaje traspeaje, un impuesto detras de otro y soltar un oso aqui y un
lobo alla; no se encuentra en ellos, ademas, ni derecho, fi-
delidad o verdad y actiian de una manera que seria excesiva
para ladrones y canallas y su gobierno secular se encuentra
tan caido como el gobierno de los tiranos eclesidsticos. Por
esto Dios pervierte su espiritu también, para que procedan
contra el sentido y quieran gobetnar espiritualmente sobre
las almas, al igual que los otros quieren gobernar temporal-
mente, y asi, confiados en si mismos, carguen con los peca-
dos ajenos, con el odio de Dios y de todos los hombres hasta
que perezcan con los obispos, los curas y los monjes —canallas
con canallas—; después echan la culpa al Evangelio y, en vez
de confesarse, blasfeman contra Dios diciendo que es nues-
tra predicacién la causa de todo esto. Es su pervertida mal-
dad la que ha merecido esto y lo sigue mereciendo sin cesar;
asi se comportaban también los romanos cuando fueron des-
truidos. Mira, ahi tienes el designio de Dios sobre estos gran-
des bobos. Pero no han de creerlo, a fin de que este desig-
nio divino no sea obstaculizado por su arrepentimiento.
Si ta dices: Pablo ha dicho en Romanos 13,1: sométase
todo hombre al poder y a ta autoridad; y Pedro dice: debe-
mos ser siibditos de toda institucién humana, yo respondo:
me vienes a propésito; pues los pasajes estan a mi favor. S.
Pablo habla de autoridad y de poder. Té has ofdo ahora que
nadie, excepto Dios, tiene poder sobre las almas. Por lo tan-
to, S. Pablo no ha podido hablar de obediencia alguna sino
donde pueda haber poder. De ahi se sigue que él no habla
de la fe, se sigue que el poder secular no debe gobernar la
fe; él habla de los bienes externos, de ordenarlos y gober-
narlos en la tierra. Esto lo muestran con claridad sus pala-
bras, pues a ambos, al poder y a la obediencia les sefiala su
limite al decir: «Dad a cada cual lo suyo, tributo al que se
le deba tributo, impuesto al que se le deba impuesto, honor
al que se le deba honor, respeto a quien se le deba respeto».
Mira, pues, la obediencia y el poder temporales slo afectan
al impuesto, a los tributos, al honor y al respeto, que son
cosas externas. También al decir: «No hay que temer.al po-
der por las buenas obras sino por las malas», limita el podera que domine las malas obras, no la fe o la palabra de Dios.
Esto lo quiere igualmente S. Pedro cuando dice: «Institu-
cién humana». Ahora bien, ninguna institucién humana
puede extenderse hasta el cielo y sobre el alma, solamente
puede extenderse a la tierra, a las relaciones externas de los
hombres entre si, donde los hombres pueden observar, co-
nocer, juzgar, apreciar y salvar. Todo esto lo ha distinguido
el mismo Cristo sutilmente y lo ha resumido brevemente
cuando dice en Mateo 22,21: «Dad al césar lo que es del cé-
sar y a Dios lo que es de Dios». Si el poder imperial se exten-
diera al reino de Dios y no fuera un poder particular, no los
habria diferenciado. Como ya se ha dicho, el alma no esta
bajo el poder del emperador, éste no puede adoctrinarla, ni
gobernarla, ni matarla ni vivificarla ni atarla ni desatarla, ni
juzgarla ni condenarla, ni detenerla ni liberarla (todo esto
tendria que poderlo si el emperador tuviera poder para man-
dar sobre ella ¢ imponerle leyes); sdlo tiene que ver con el
cuerpo, los bienes y el honor, pues estas cosas estan bajo su
poder.
David expresé todo esto, hace tiempo, en un breve y be-
Ilo pasaje al decir en el Sa/mo 115,16; «He dado el cielo al
sefior del cielo, pero la tierra la he dado a los hijos de los
hombres». Esto es: en lo que esta en la tierra y pertenece al
reino terrenal y temporal ha recibido el hombre poder de
Dios; pero lo que pertenece al cielo y al reino eterno esta
exclusivamente bajo el sefior celestial. Tampoco lo olvidé
Moisés cuando dice en Géneszs 1,26: «Dijo Dios: hagamos
al hombre para que gobierne sobre los animales en la tierra,
sobre los peces en el mar, sobre los pajaros en el aire». El
gobierno externo de estas cosas se ha atribuido a los hom-
bres. En resumen, la idea es ésta, como dice S. Pedro en He-
chos de los Apéstoles 5,29: «Hay que obedecer a Dios antes
que a los hombres». Con estas palabras pone é] también un
limite claro al poder secular. Si hubiera que obedecer todo
lo que el poder secular quisiera, en vano habria dicho que
hay que obedecer a Dios antes que a los hombres.
Si tu principe o sefior temporal te manda estar del lado
del papa o creer de ésta o aquélla manera o te manda desha-certe de ciertos libros, tendrias que decirle: «No le corres-
ponde a Lucifer sentarse junto a Dios; Sefior mio, estoy obli-
gado a obedeceros con mi cuerpo y con mis bienes; orde-
nadme en la medida de vuestro poder en la tierra y os segui-
ré. Pero si me ordendis creer y deshacerme de libros, no os
obedeceré. Pues entonces sois un tirano y vais demasiado al-
to, mandais donde no tenéis derecho ni poder, etc.». Si, a
causa de esto, te despoja de tus bienes y castiga tu desobe-
diencia eres bienaventurado y debes dar gracias a Dios por
ser digno de suftir por causa de la palabra divina; deja a ese
loco montar en célera, que ya encontrara su juez. Yo te digo
que si no te opones a él y le permites que te quite la fe o
los libros, has renegado verdaderamente de Dios.
Te doy un ejemplo de lo que estoy diciendo: En Meissen,
en Baviera y en la Mark, y en otros lugares, han promulgado
un edicto en virtud del cual debe entregarse a las autorida-
des el Nuevo Testamento. En este caso, los stibditos deben
hacer lo siguiente: no deben entregar ni una sola hoja, ni
una sola letra, bajo pena de perder su salvacién. Quien lo
haga, entrega a Cristo a Herodes, pues ellos actttan como
asesinos de Cristo, igual que Herodes. Deben tolerar que en-
tren en sus casas y les quiten por la fuerza los bienes o los
libros. No hay que resistir al mal sino sufrirlo; pero no hay
que aprobarlo ni servirlo ni secundarlo ni dar un paso 0 mo-
ver un dedo para obedecerlo. Estos tiranos acttian como co-
rresponde a principes seculares, son principes «mundanos»
y el mundo es enemigo de Dios; por esto han de hacer lo
que es contra Dios, pero conforme al mundo pata no perder
su honor, permaneciendo como principes seculates. No te
extrafies, por tanto, de que rabien y cometan locuras contra
el Evangelio; han de hacer honor a su titulo y a su nombre.
Debes saber también que, desde el comienzo del mundo,
un principe sensato es un pajaro raro y mas raro todavia es
un principe piadoso. En general son los locos mas grandes
o los peores canallas de la tierra; por esta raz6n hay que estar
prteparados para lo peor con ellos y no se puede esperar nada
bueno de ellos, especialmente en las cosas divinas que afec-
tan a la salvacion del alma. Son los carceleros y verdugos deDios y la célera divina los utiliza para castigar a los malos
y conservar la paz externa. Hay un gran Sefior, nuestro Dios,
que debe tener tales ilustrisimos, nobles y ricos verdugos y
esbirros y que quiere que todos les den riqueza, honor y res-
peto en gran abundancia. Agrada a la divina voluntad que
llamemos a sus verdugos benevolentes sefiores y que nos atro-
dillemos y seamos sus stibditos con toda humildad, siempre
que no extiendan su oficio demasiado y quieran convertirse
de verdugos en pastores. Si se da el caso de que un principe
sea sensato, piadoso o cristiano es éste uno de los mayores
milagros y la sefial mas preciada de la gracia divina hacia un
pais. Por lo general, las cosas suceden segiin el pasaje de Isaias
3,4: Les daré muchachos como principes y chiquillos seran
sus gobernantes» y de Oseas 13,11: «Airado te daré un rey
y encolerizado te lo quitaré>. El mundo es demasiado malo
y no merece tener muchos principes sensatos y piadosos. Las
ranas necesitan sus cigiiefias.
Y si ta me dices: si, el poder secular no obliga a creer,
sdlo impide externamente que se seduzca a las gentes con
doctrinas falsas, ¢cOmo se puede luchar, entonces, contra los
herejes? Mi respuesta: esto deben hacerlo los obispos, a ellos
se les ha encomendado ese ministerio y no a los principes.
Pues la herejia no puede reprimirse con la fuerza; hay que
hacerlo de un modo totalmente diferente, se trata de una
lucha y una actuaci6n con medios diferentes a la espada. Es
la palabra de Dios la que debe luchar aqui; si ella no tiene
éxito, sin éxito quedar4, con toda seguridad, con el poder
secular, aunque bafie el mundo en sangre. La herejia es un
asunto espiritual, que no puede golpearse con el hierro ni
quemarse con el fuego ni ahogarlo en el agua. Sélo esta la
palabra de Dios que lo har4, como dice Pablo en 2 Corintios
10,4; «Nuestras armas no son carnales, son poderosas en Dios
para derribar torreones y consejos que se levanten contra el
conocimiento de Dios y hacemos prisionero a todo espiritu
al servicio de Cristo».
Ademfs, no hay nada més fuerte que la fe o la herejia
cuando se lucha contra ellas con la fuerza bruta, sin la pala-
bra de Dios. Téngase por cierto que la fuerza no tiene unacausa justa y acttia contra el derecho y procede sin la palabra
de Dios y no sabe imponerse mas que por la fuerza bruta,
como hacen los animales irracionales. Tampoco en los asun-
tos temporales se puede proceder con Ja fuerza, a no ser que
la injusticia hubiera sido eliminada previamente con el de-
recho. jCuanto ms imposible cs, en estos asuntos espiritua-
les, actuar con la fuerza, sin el derecho y sin la palabra de
Dios! Mira, por tanto, cuan sutiles e inteligentes son estos
sefiores. Quieren desterrar la herejia, pero con unos medios
que, por el contrario, la fortalecen, volviéndose ellos mis-
mos sospechosos y dando la raz6n a los otros. Amigo mio,
si quieres desterrar la herejia debes encontrar el medio de
extirpatla de los corazones ante todo y de apartarla en pro-
fundidad de la voluntad. Con la fuerza no acabaras con ella
sino que la fortaleceras. ¢De qué te sirve fortalecer la herejia
en el coraz6n debilitandola solamente en la lengua y forzando
ala mentira? La palabra de Dios, en cambio, ilumina los
corazones y con ella caen del coraz6n, por si mismos, todas
las herejias y todos los errores.
Sobre esta destruccién de la herejia hizo un anuncio el pro-
feta Isaias en el capitulo 11 diciendo: «Herira la tierra con
la vara de su boca y matara al impio con el espiritu de sus
labios», Ahi ves que ha sido establecido que el impio sera
muerto o convertido con la boca. En resumen: estos princi-
pes y tiranos no saben que luchar contra la herejia es luchar
contra el demonio, que posee los corazones con el engafio,
como dice Pablo en Efesios 6,12: «No tenemos que luchat
con la carne y la sangre, sino con el espiritu del mal, con
los principes que gobiernan estas tinieblas, etc.». Por esto,
mientras no se rechace al diablo y se le expulse de los cora-
zones es igual que mate yo sus recipientes con la espada o
con el fuego, como si luchara contra el relampago con una
paja. Esto lo ha testimoniado abundantemente Jo 41, cuan-
do dice que el diablo tiene al hierro por paja y no tiene nin-
gun poder en la tierra. La experiencia nos lo muestra tam-
bién. Aunque se queme por la fuerza a todos los judios y
herejes, ni uno solo se convenceria ni se convertifia por ese
procedimiento.Sin embargo, este mundo ha de tener tales principes para
que nadie se ocupe de su funcién. Los obispos han de decli-
nar la palabra de Dios y no han de gobernar con ella las al-
mas sino que han de ordenar a los principes seculares que
las gobiernen con la espada. Por su parte, los principes tem-
porales han de permitir que se cometan —y han de come-
terlos ellos mismos—, la usura, el robo, el adulterio, el ase-
sinato y otras malas obras, dejando que los obispos los casti-
guen con la excomuni6n; asi todo estara patas arriba: gober-
nar las almas con el hierro y el cuerpo con bulas de excomu-
nién, de modo que los principes seculares gobiernen espiri-
tualmente y los principes eclesiasticos gobiernen secularmen-
te. Qué otra cosa tiene que hacer el diablo en la tierra sino
engafiar a su pueblo y jugar al carnaval? Estos son nuestros
principes cristianos que defienden la fe y se comen al turco.
Son, por supuesto, finos compajieros en los que hay que con-
fiar: algo lograran con su fina inteligencia, es decir, partirse
el cuello y llevar al pais y a la gente a la miseria y a la
desgracia.
Yo querria, por esta raz6n, aconsejar a estos ciegos princi-
pes, con toda fidelidad, que se pusieran en guardia frente
aun versiculo muy corto que est4 en el Sa/mo 107: effundit
contemptum super principes “, Os juro por Dios que si pa-
sdis por alto que este pequefio versiculo es comin entre vo-
sottos, estdis perdidos, aun cuando cada uno de vosottos fuera
tan fuerte como el turco, y de nada os servira vuestra rabia
y vuestro furor. Una gran parte de ese desprecio ya ha co-
menzado. Pues hay pocos principes a los que no se tenga
por locos 0 canallas. Esto proviene de que se comportan co-
mo tales y el hombre comin se esta dando cuenta y la plaga
de los principes, que Dios llama contemptum, se extiende
con fuerza entre el pueblo y el hombre comin. Y me temo
que no pueda frenarse si los principes no se comportan co-
mo principes y comienzan de nuevo a gobernar con la razon
y con honestidad.No se tolerar4 a la larga vuestra tirania y vuestra arrogan-
cia, ni se puede ni se quiere tolerar. Mis queridos principes
y sefiores, sabed ateneros a esto: Dios no quiere soportarlo
por mas tiempo. Ya no existe un mundo como el de antes,
en el que cazabais y batiais a la gente como a un venado.
Abandonad, pues, vuestra violencia y vuestra malicia, pen-
sad en actuar con justicia y dejad que la palabra de Dios tenga
el camino que quiere tener, que debe y que ha de tener,
y que vosotros no impediréis. Si hay herejia, que se venza,
como es debido, con la palabra de Dios. Si utilizais mucho
la espada, cuidad que no venga otro, y no en el nombre de
Dios, que os mande envainarla.
Pero tt podrias decir: si entre los cristianos no debe existir
ninguna espada secular, ¢cémo van a ser gobernados en el
orden externo? Debe haber, por tanto, también entre los cris-
tianos una autoridad. Mi respuesta: entre los cristianos no
tiene que haber, ni puede haber, ninguna autoridad, cada
uno esta sometido a los otros, como dice Pablo en Romanos
12,10: «Cada uno debe considerar al otro como su superior».
Y 1 Pedro 5,5: «Sed sibditos unos de otros». Esto también
lo quiere Cristo, Lucas 14,10: «Cuando fueres invitado a una
boda, siéntate en el Gltimo sitio». Entre los cristianos no hay
superior, pues sélo lo es Cristo mismo. ¢Y qué autoridad pue-
de haber si todos son iguales y tienen el mismo derecho, po-
der, bienes y honor? Ademas, nadie anhela ser superior al
otro sino que cada uno quiere ser inferior al otro. Donde
existen tales hombres no se podria establecer, en absoluto,
ninguna autoridad, aunque se quisiera, porque su naturale-
za e indole no tolera tener superiores, ya que nadie quiere
ni puede ser superior. Donde no existen gentes de esta in-
dole, no hay tampoco verdadetos cristianos.
éQué son, entonces, los sacerdotes y los obispos? Mi res-
puesta: su gobierno no es una autoridad 0 un poder sino un
servicio y un ministerio, pues no son superiores ni mejores
que los demas cristianos. Por lo tanto, no deben imponer
leyes o mandatos a los otros sin el consentimiento de éstos;
su gobierno consiste en predicar la palabra de Dios para di-
rigit a los cristianos y vencer la herejia. Como se ha dicho