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ESTUDIO PRELIMINAR por Joaquin Abellan 1. SOCIEDAD, POLITICA Y RELIGION A COMIENZOS DEL SIGLO XVI EN ALEMANIA A) Acomienzos del siglo XVI Alemania era el pais mas extenso de Europa y, con unos veinte millones de habitan- tes, era también el mas poblado. Su unidad politica, sin em- bargo, no existia en realidad. El Sacro Imperto Romano de Ja Nact6n alemana vivia en una tensién continua entre la vo- luntad centralizadora del emperador y las tendencias centri- fugas de los territorios. Desde mediados del siglo XIII, con la caida de los Staufen, el emperador de Occidente se habia reducido practicamente a ser un rey de Alemania. Pero den- tro de Alemania tampoco habia logrado construir un estado politicamente unido. Ef Registro imperial de 1495 daba cuen- ta de mas de trescientos cincuenta territorios, entre princi- pados, condados, ciudades imperiales libres, abadias, obis- pados, territorios de los caballeros y otros. En esta situacién el poder efectivo del emperador se apo- yaba mas en la capacidad de su propia dinastia (desde 1437 la casa de Habsburgo) que en derechos expresos. Las relacio- nes entre el emperador y los principes territoriales habian si- do determinadas a mediados del siglo XIV por esa pieza cen- tral de la constitucién imperial que fue la Bula de Oro de 1356. Resultado de las negociaciones entre el emperador y los grandes principes, que desde 1257 habian reclamado el derecho exclusivo de elegir al emperador, la Bula de Oro sig- nificaba ademis la exclusién de la intervencién del papado en los asuntos imperiales: el poder imperial podria ser ejer- cido independientemente de la coronacién papal. El desgarramiento de la situacién politica entre el empe- tador y los territorios en los tiltimos afios de la Edad Media fue haciéndose mas profundo. Mientras los territorios se fue- ron transformando en estados territoriales, el imperio, en cambio, como conjunto, no lograba una vida politica comin. Desde comienzos del siglo XV se escucharon voces que re- clamaban la reforma del imperio y proponian alternativas a la situaci6n actual. Un programa completo de reformas lo presenté Nicolas de Cusa (De Concordantia Catholica, 1433). Su reforma propugnaba una influencia efectiva de los Esta- mentos imperiales sobre el gobierno, asi como reuniones anuales de la Dieta imperial y la creacién de un tribunal de justicia imperial permanente. A partir de 1486 el movimiento de reforma del imperio se hizo més intenso y se dio un paso muy importante en 1495 cuando la Dieta imperial, reunida en Worms, aprobé la tregua perpetua que ponia los presu- puestos para un desarrollo politico conjunto aleman. En la Dieta imperial de 1500, celebrada en Augsburgo, se apro- baria la formacién de un Gobierno imperial (Regiment) por encima del emperador y de los Estamentos. Este Gobierno imperial no duré mas de dos afios y fue tan ineficaz como el gobierno monarquico, por no contar tampoco con los me- dios econémicos y personales adecuados para su funcién. En las capitulaciones electorales de Carlos se volvié a plan- tear la cuestion y la Dieta imperial de 1521, en Worms, acor- dé la formacién de un Gobierno imperial hasta que el em- perador Carlos volviera a Alemania. A pesar de algunas me- didas de este Gobierno imperial (1522-1530) tuvo tan poco éxito como el primero al seguir sin un poder efectivo para imponerse a los estados territoriales. Al cruzarse la cuestién religiosa de la reforma luterana en la politica imperial, los estados territoriales adquirieron mayor autonomia frente a las instituciones imperiales centrales. La Dieta imperial de 1526, celebrada en Spira, acordé que los estados debian con- ducirse en materia religiosa como cada cual estimara mejor, segtin su responsabilidad ante Dios y ante la majestad im- perial y el imperio. La dindmica politica que se impuso con la adopci6n de la reforma luterana impediria definitivamente la realizacién de la idea imperial de Carlos V. Los estados territoriales, al asumir como una actividad pro- pia el fomento y vigilancia de la nueva confesién religiosa, estaban evolucionando hacia una nueva forma de poder po- litico. No s6lo por la organizaci6n moderna de su actividad sino por la ampliaci6n de la esfera de actividades estaban ca- minando hacia una forma de Estado que hacia la competen- cia al imperio. La evoluci6n hacia la forma de Estado abso- luto moderno se realizaba en los territorios mientras el im- perio como tal no lograba esa consolidacién como Estado mo- derno. El movimiento de reforma del imperio entre 1495 y 1526 no logré efectivamente grandes avances. A pesar de sus ma- gros resultados, sin embargo, frené el desmoronamiento del imperio que parecia inminente en el siglo Xv. No se logré que Alemania tuviera un sistema politico unificado y efecti- vo y €sta mantendria una constituci6n muy peculiar hasta comienzos del siglo XIx'. B) El reparto de la poblacién en Alemania a comienzos del siglo XVI era bastante desigual. La densidad mayor se da- ba en el valle del Rin y en el sur; menor densidad tenian Turingia y Sajonia y la densidad mas débil se registraba en el noroeste y al este del Elba. Alemania contaba entonces con unas tres mil poblaciones, de las que unas 2.800 no Ile- gaban a mil habitantes; alrededor de 100 tenfan entre mil y dos mil habitantes. De las cincuenta restantes, mas de 30 tenian entte dos mil y diez mil habitantes y sélo 15 eran gran- des ciudades. Las ciudades desarrollaron el maximo de sus energias crea- doras entre 1480 y 1530. La dinamica vida de las ciudades alemanas, organizada en torno al comercio y las institucio- nes de crédito, aproveché la situacién caética de Francia en el siglo xv, que produjo el desvio del comercio del Rédano a los pasos orientales de los Alpes. Las ciudades alemanas aprovecharon asimismo la conflictiva situacién politica de Ita- lia, que le haria perder su supremacia en el comercio de lar- ga distancia. Por otra parte, el incremento de la demanda de metales preciosos para la financiaci6n de gastos militares favorecia a Alemania que, hasta mediados del siglo XVI, se- tia el principal productor europeo de plata, sustituido en- tonces por las colonias espafiolas en América. La historia alemana de antes y durante la Reforma fue una €poca de las ciudades?. La civilizacién de la época se desa- troll6 en las ciudades. Incluso los principes de los estados te- tritoriales contaron con los burgueses de las ciudades para el desarrollo de su administraci6n estatal. Durante la segun- da mitad del siglo XvI decreceria la energia de las ciudades y la burguesia ciudadana influiria poco en la historia alema- na de los siglos XVII y XVill. C) Una situaci6n muy distinta a la de las ciudades pre- sentaba el grupo social de los caballeros (Reschsritter). Este estamento habia conocido su época de esplendor entre los afios 1100 y 1250, habiendo vinculado su destino al del em- perador romano. Su pérdida de influencia en los siglos fina- les de la edad media fue paralela a la introduccién de nue- vas attes de guerra, de las armas de fuego y de los ejércitos profesionales. Por otra parte, su carencia de representacion en la Dieta imperial les privaba de influencia politica en el imperio. La llamada de Lutero en 1520 a los nobles alemanes des- pertaria en muchos caballeros el deseo de mejorar su situa- cién con la secularizacion de los bienes eclesiasticos. Un ca- ballero, Hutten, habia clamado asimismo contra los eclesias- ticos de la iglesia romana encontrando una acogida favora- ble entre los caballeros de Franconia. En el verano de 1522 maduraron los planes de accion politica que se proponia co- mo meta final la secularizacién de los dominios eclesiasti- cos. Franz von Sickingen (1481-1523), legendario condot- Hero, patticiparia también en Ja accion contra el arzobispa- do de Tréveris. En la primavera y verano de 1523, sin em- bargo, serian vencidos por los nobles y la Liga suaba que arra- 86 23 castillos en el oeste de Franconia. A partir de la derro- ta de 1523, los caballeros no volverian a tener ninguna sig- nificaci6n politica. Algunos se unitian a los campesinos en su rebelién (1524-1526), como Gétz von Berlichingen. Otros se convertirian en bandoletos y salteadores de caminos. Lutero se distanciarfa de las pretensiones y acciones de los caballeros *. D) A pesar de la préspera actividad econémica de las ciu- dades, el siglo XVI fue un siglo predominantemente agrico- la. Mas de las 3/4 partes de la poblacién alemana vivia en el campo y también en los nticleos urbanos se practicaba la agricultura. La organizacién de la actividad agricola y de la sociedad agraria, sin embargo, ptesentaba caracteres muy diferencia- dos de una region a otra de Alemania. Las diferencias entre la vieja Alemania y la Alemania de los colonos al este del Elba se harian incluso mas profundas en este periodo. En la vieja Alemania la mayor parte de la tierra era propiedad de principes, nebles y eclestasticos, si bien habia campesi- nos libres e independientes en Friesland, en la parte occi- dental de Holstein, Baja Sajonia, Tirol y Selva Negra. Estos campesinos libres e independientes, no obstante, no de- terminarian el curso general de la historia agraria alemana; su situaci6n, por otra parte, no eta uniforme en todas las regiones. Limitandonos a la region del Alto Rin, entre Basilea y Hei- delberg, donde comenzaria la rebelién de 1524, es preciso sefialar que la tenencia de la tierra por parte de los campesi- nos era en su mayor parte hereditaria y con rentas fijas. Quiere esto decir que los campesinos eran virtuales propietarios. Po- dian dividir la tierra o venderla, con el consentimiento del sefior. En esta realidad, muy distinta a la de otras regiones alemanas, se han apoyado quienes consideran que la insatis- faccién de los campesinos del sudoeste aleman no era tanto econémica como social y politica’. Ante las nuevas medi- das del derecho nuevo que los sefiores estaban introducien- do, los campesinos reclamaban el derecho antiguo. En esta reclamaci6n se pueden condensar las exigencias de una liga campesina, la del Bundschuh, que protagoniz6 diversos le- vantamientos locales desde finales del siglo xv. Otros levan- tamientos como los del Armer Konrad, \levado a cabo en 1514 contra el duque de Wiirttemberg, se pueden inscribir igualmente en los antecedentes de la guerra de los campesi- nos de 1524. En esta guerra, sin embargo, se asocian dos tra- diciones reivindicativas: la reivindicacién del derecho anti- guo y la reivindicacion del derecho divino. "La reivindicacién del derecho antiguo habia sido una de- fensa de las comunidades campesinas contra los intentos de los sefiores de ampliar las atribuciones politicas del Estado moderno en detrimento de la autonomia administrativa de los campesinos. Las quejas de los campesinos apuntaban, so- bre todo, contra la extensién de la jurisdiccién de los tribu- nales, contra la introduccién de nuevos tributos, contra la limitaci6n del derecho de caza y el usufructo de pastos y bos- ques, contra la introduccién del derecho romano, en resu- men. A esta lucha por el derecho antiguo, iniciada en los cantones suizos alpinos muchos afios atras, vino a sumarse la reivindicacién por el derecho divino. Bajo este ambiguo lema, de procedencia husita, se encerraba no sdlo la inten- ci6én de volver al antiguo derecho sino también la de crear unas telaciones sociales orientadas por la justicia divina. De esta aspiraci6n derivaban tanto las exigencias de abolicién de la servidumbre y del mantenimiento de la libertad del derecho de caza y similares como las exigencias de una re- forma eclesiastica e imperial, que en las reivindicaciones del derecho antiguo anteriores no habian jugado ningiin papel. Ambas tradiciones reivindicativas de los campesinos se aso- cian definitivamente en la guerra de los campesinos de 1524. La justicia divina se convierte en el lema que guia los levan- tamientos: «La justicia divina se convirtié en el puente a tra- vés del cual los campesinos, que hasta entonces se habian adhetido sdlo al derecho antiguo, pudieron acceder a la revolucién»>. La guerra de los campesinos comenzé con levantamientos locales a comienzos del verano de 1524 en Suiza, Selva Ne- gta y obispado de Bamberg. El levantamiento de los campe- sinos de Stiihlingen, en julio de 1524, consolidé la rebelién. A los campesinos se unieron algunas ciudades impetiales, co- mo Rothenburg, y caballeros como Gétz von Berlichingen y Florian Geyer. En marzo de 1525 los campesinos se unie- ron en una liga cristiana con su centro en Memmingen, donde se redactarian los doce articulos, nicleo reivindicativo de los campesinos. A comienzos de mayo de 1525 la guerra se ha- bia extendido hacia el centro de Alemania. La batalla deci- siva setia en Turingia (Frankenhausen), a mediados de ma- yo, donde los campesinos fueron totalmente derrotados igual que les sucedié a los campesinos tiroleses en 1526. Lutero se vio implicado en la guerra de los campesinos al ser solicitada su opinién sobre el programa de los doce arti- culos, de 1525. Su rechazo tajante de Ja violencia frente a la autoridad no evité que muchos tuteranos participaran en la rebeli6n, que, junto a reivindicaciones de tipo econdmi- co, aspiraba a una renovacién de la iglesia. E) La iglesia catélica presentaba a comienzos del siglo XVI, vista desde fuera, una imagen esplendorosa. El cisma del papado (1378-1415) se habia superado en el concilio de Constanza (1414-1418). Las tesis conciliaristas que afirma- ban la superioridad del concilio general sobre el papa no fue- ron finalmente aceptadas por el papado. Pero un cambio im- portante se habia fraguado en el papado a lo largo del siglo XV. El papado se habia ido convirtiendo progresivamente en una institucién que acentuaba su caracter nacional-italiano, més preocupado por los estados pontificios y sus propias fa- milias que por los asuntos eclesidsticos universales. La asimi- laci6n del humanismo tenacentista por los papas del siglo XVI significaba una reconciliaci6n del papado con Italia a la vez que dejaba en un segundo plano la reforma de la igle- sia, que pata otras naciones tenia caracter prioritario. Un asunto interno de la iglesia catélica tenia especial re- percusién en Alemania: el de las finanzas. Los papas tenian grandes necesidades de dinero para el mantenimiento del es- tado de la iglesia. El aumento de las indulgencias a finales del siglo xv y comienzos del XVI tenia ante todo una moti- vacién financiera. La venta de cargos eclesidsticos asi como el hecho de que muchos obispos se vieran a si mismos como sefiores seculares hizo, entre otras causas, que la historia ecle- sidstica del final de la edad media fuera un bochorno de in- moralidad y arbitrariedad. Por lo que respecta a Alemania es preciso no olvidar que desde comienzos del siglo Xv se habfan manifestado quejas y protestas (gravamina) contra las exacciones papales. Desde su primera expresién en el conci- lio de Constanza en 1417, las Dietas imperiales de todo el siglo se hicieron eco de esas protestas y agravios, en las que se combinaba la exigencia de reforma eclesiastica con la pro- pia necesidad de reforma del imperio. En fos afios anteriores a la reforma luterana, el papa se podia presentar a los ale- manes como el enemigo que les privaba de su riqueza y li- bertad. Junto a la situacién del papado ha de sefialarse otro factor que contribuy6 a preparar la reforma tuterana: una nueva espiritualidad. Desde el siglo xIVv se habia difundido un mo- vimiento de espiritualidad, la devotio moderna, que iba a contribuir a la reforma de la espiritualidad de los conventos y también de los laicos a través de los Hermanos de la vida comin. Esta nueva espiritualidad iba a consolidar el espacio interior de una individualidad mas independiente y frater- nal, para la que no son importantes ni los votos ni las pro- mesas ni las sanciones can6nicas. Otras formas de religiosidad popular y la sentida necesi- dad de reformar la iglesia no fueron suficientes para que la iglesia realizara su propia reforma. El 5.° concilto de Letran, celebrado entre 1512 y 1517, en visperas de la reforma lute- tana, por tanto, no impidié que se continuara la compra y acumulaci6n de cargos eclesiasticos. El margrave Albrecht von Brandenburg, después arzobispo de Maguncia, consiguié la autorizacion papal para acumulacion de cargos eclesiasticos mediante el pago de 10.000 ducados. Para la obtencién de esa cantidad, que le habia sido adelantada por los banque- ros Fugger, recibié la autorizacién del papa Leén X para emi- tir indulgencias en sus territorios. El dominico Tetzel seria su comisario. La decidida oposicién de Lutero al comercio de las indulgencias le llevaria a la redaccién de las 95 tesis de 15176. oo : , 2. NOTAS SOBRE LA BIOGRAFIA DE LUTERO Martin Lutero nacié el 10 de noviembre de 1483 en la ciu- dad minera de Eisleben, en el Harz (hoy Repablica Demo- cratica Alemana). Su padre, Hans Luder, era un pequefio empresario minero que, a los pocos meses del nacimiento de su hijo Martin, se trasladé con la familia a la vecina ciu- dad de Mansfeld, igualmente minera. La familia Luteto vi- vié al principio una situacién econémica estrecha, que me- joré sensiblemente con el paso de los afios hasta el punto de que el padre de Lutero dejé al morir la cantidad de 1.250 gulden (diez veces superior a lo que ganaba un profesor uni- versitario al afio). La infancia y adolescencia de Lutero transcurrieron en Mansfeld, Magdeburg (1497-1498) y Eisenach (1498-1501), donde su familia tenia conocidos. En la escuela catedralicia de Magdeburg siguié las ensefianzas de los Hermanos de la vida comin. En Eisenach vivid en un ambiente culto y pia- doso con las familias Schalbe y Cotta, cultivando unas amis- tades que mantendria a lo largo de toda su vida. Entre 1501 y 1505 estudié en la Universidad de Erfurt, una de las mayores y présperas ciudades de toda Alemania. Con veinte mil habitantes y una activa vida comercial cono- cia asimismo una fuerte vida religiosa. Erfurt, donde Lutero viviria diez afios, contaba con una Universidad, fundada en 1392, que sobresalia entre las alemanas como una de las mas modernas de la €poca. Luteto obtuvo alli el titulo de Magzs- ter Artium. Los estudios de esta Faculiad de Artes eran pro- pedéuticos para las Facultades de Medicina, Derecho 0 Teo- logia y estaban dominados por el occamismo, que habia si- do difundido en Alemania por los escritos del profesor de Tiibingen Gabriel Biel (hacia 1415-1495). Aunque se culti- vaban también otras tendencias, como el humanismo, pro- bablemente Lutero no entré en contacto con ellas. En ese occamismo dominante se desarrollarian también sus poste- tiores estudios de Teologia. Tras los estudios en la Facultad de Artes, Lutero iba a co- menzar la carrera de Derecho, por deseo de su padre. Pero estos planes no se realizaron por la repentina decisién del joven Lutero de hacerse monje. El 2 de julio de 1505, en Stotternheim, cerca de Erfurt, le sorprendié una tormenta tan violenta que creyé que iba a morir. Pidié socorro a Santa Ana, patrona de los mineros, y prometié hacerse monje. El 17 de julio cumplia su promesa, contra la voluntad de su padre y después de haber consultado si esa promesa le vin- culaba, ingresando en el Schwarzes Kloster de los agustinos eremitas. En la ciudad de Erfurt habia treinta y seis conven- tos, ademés de noventa iglesias, y Lutero eligié el convento de los agustinos eremitas no por la rigidez de su regla, como se ha solido decir, sino porque reinaba alli la misma orienta- cién filos6fico-teolégica que habia conocido y estudiado en la Facultad de Artes de la Universidad. En 1507 (27 de febrero) fue ordenado sacerdote y comen- 26 sus estudios de Teologia. En octubre de 1508 fue trasla- dado al convento de la orden en Wittenberg para continuat sus estudios y dar clases al mismo tiempo de filosofia moral en la Facultad de Artes de aquella Universidad, fundada por el principe Friedrich II] en 1502. En marzo de 1509 recibié el grado de Baccalaureus biblicus en la Facultad de Teologia de Wittenberg y comenzé6 a explicar las Sentencias de Pedro Lombardo, que habian constituido la dogmtica fundamental a lo largo de la edad media. En el otofio regresé a Erfurt pa- ra volver definitivamente a Wittenberg en 1511. Esta ciu- dad, capital de la Sajonia electoral después de la divisién de Sajonia, en 1495, en Sajonia electoral y ducado de Sajonia (Leipzig), seria la residencia permanente de Lutero para el resto de su vida. Sélo en contadas ocasiones salié de Witten- berg. En una de esas ocasiones, en noviembre de 1510, ha- bia realizado un viaje a Roma con otros frailes de su orden; afios después veria este viaje como desvelador de la munda- nidad de la curia romana. En la Universidad de Wittenberg consiguiéd el grado de Doctor en Teologia en octubre de 1512, comenzando inme- diatamente su actividad como profesor de Biblia (Lectura in Biblia), docencia que desempefiaria a lo largo de treinta afios. En el estudio y exégesis de los textos biblicos descubrié Lu- tero su nueva teologia, que seria el fundamento para su re- forma. Explicé los Se/mos (1513-15), la Carta a los Romanos (1516-17) y la Carta a los Gélatas (1517-18). De la mano de estos textos biblicos encontré la que seria su tesis teolégica central: la justificaci6n por la fe. Lutero habia vivido angus- tiado desde su entrada en el convento por tentaciones y cues- tiones de fe. No veia cémo llegar a un Dios benevolente. Por su formaci6n occamista habia aprendido que el hombre, amando a Dios con un amor desinteresado, puede crear en él una disposicién que le permite la llegada de la gracia. Pe- ro Lutero cuanto més se mortificaba para merecerla mas in- digno se encontraba. Incapaz de sentir la benevolencia de Dios se creia condenado. La angustia por la predestinacién no le dejaba en paz. Después de muchas dudas y sufrimien- to encontré la salida a sus angustias en la interpretacién del pasaje de la Carta a los Romanos 1,17: «Entonces comencé a entender la justicia de Dios como la justicia en la que el justo vive pot don de Dios y precisamente por la fe, y co- mencé a entender que esto significa que la justicia de Dios se manifiesta en el evangelio, es decir, la justicia pasiva, me- diante la cual el misericordioso Dios nos hace justos por la fe, como esta escrito: el justo vive de la fe»’. Esta tesis de la justificaci6n por la fe se convirti en la piedra angular de la teologia luterana y en el punto de partida de todas sus reflexiones, incluidas las relativas al orden politico. Las primeras manifestaciones radicales de esta nueva teo- logia las expresé en la controversia sobre la teologia escolas- tica de 4 de septiembre de 1517 y en las tesis sobre las indul- gencias (31 de octubre de 1517) que le condujeron al con- flicto con Roma. Aunque el conflicto de Lutero con Roma se mantuvo du- rante toda su vida, se desarrollé fundamentalmente en los afios 1517-1520, es decir, entre las tesis sobre las indulgen- cias y la excomunién como hereje. Durante estos tres afios desarrolla Lutero su teologia: en 1518 expone sus tesis ante el capitulo de su orden en Heidelberg, ante el cardenal Ca- yetano en el otofio de ese mismo afio y en la controversia con el dominico Johann Eck (1486-1543) en Leipzig, en 1519. Eck logré marcar a Lutero como hereje y en la primavera de 1520 comenzaria el proceso de excomunién de éste. El 15 de junio de 1520 la bula Exsurge Domine declataba 41 tesis de Lutero como heréticas y contrarias a la doctrina cat6lica. Tras la publicacién de la bula, Lutero tenia sesenta dias para retractarse; de lo contrario, seria excomulgado. Lutero no sélo no se retracté sino que quemé la bula y las decretales papa- les, junto con las obras escolasticas, el 10 de diciembre de 1520 a las puertas de la ciudad de Wittenberg. La excomu- nin definitiva le fue decretada por la bula Decet Romanum Pontificem, de 3 de enero de 1521. Pero Lutero habia segui- do trabajando intensamente en el desarrollo de su teologia y en 1520 publicé los tres grandes escritos reformadores: A fa nobleza cristiana de la nacton alemana acerca de la refor- ma de la condicién cristiana, La cautividad babilinica de la iglesia y La libertad del cristiano. A la excomunién por parte de la iglesia romana siguié la declaracién de destierro por parte del emperador. Reunida la Dieta imperial (Rezchstag) en la ciudad de Worms desde comienzos de 1521, Lutero fue citado a declarar. No se re- tract6 de sus tesis y el Edicto de 25 de mayo de 1521 (con fecha de 8 de mayo) hizo caer sobre Lutero el destierro (Retchsacht), ordenando asimismo la destruccién de sus es- critos. Los afios siguientes a 1521 fueron decisivos para la vida de Lutero y para la fijacién de su doctrina. Al salir de la ciu- dad de Worms, después de su interrogatorio en la Dieta im- perial, fue secuestrado y llevado al castillo Wartburg, cerca de Eisenach, en Sajonia, donde disfruté de la proteccion del principe elector Friedrich III, que no ejecuté el decreto de destierro acordado en la Dieta. Diez meses vivid Lutero en el Wartburg, meses de trabajo fructifero durante los cuales tradujo al aleman el Nuevo Testamento. Durante esa ausencia de Wittenberg, sin embargo, sus seguidores en la ctudad ma- nifestaron otras orientaciones reformadoras con las que no estaria de acuerdo Lutero. Entre 1521 y 1525 Lutero polemi- z6 no con Roma sino con personas que se habian adherido a las ideas reformadoras. A finales de diciembre de 1521 lle- garon a la ciudad de Wittenberg reformadores exaltados, los profetas de Zwickau (otra ciudad de Sajonia), que crefan en la acci6n inmediata del espfritu de Dios y rechazaban el or- den establecido. A la cabeza de este movimiento en Wit- tenberg estaba Andreas Bodenstein, conocido como Andreas Karlstadt (1480-1541), quien lograria que el concejo de la ciudad aprobara, en enero de 1522, una reforma del culto, de las iglesias y monasterios, con la eliminacién de image- nes de santos y del bautismo de los nifios. Lutero que se ha- bia «escapado» unos dias a Wittenberg en el mes de diciem- bre tuvo conocimiento de los planes subversivos de los que él calificaba de Schwarmer (exaltados) y escribié en contra de ellos Eize treue Vermahnung xu allen Christen, sich zu hiiten vor Aufrubr und Emporung (una fiel exhortaci6n a todos los cristianos para que se guarden de la rebelidn y le- vantamiento). Cuando volvié a Wittenberg en marzo de 1522 puso orden en la ciudad y Karlstadt tuvo que abandonarla. En relaci6n con los exaltados fue asimismo relevante la po- lémica de Lutero con Thomas Miintzer (1490-1525). La re- lact6n entre ambos reformadores evolucioné, desde 1519, de una valoraci6n reciproca al distanciamiento y la polémica, llegando incluso al odio mutuo. En la ciudad de Allstedt (también en Sajonia), Mtintzer formé un centro reformador opuesto a Wittenberg. Lutero presioné ante las autoridades para que persiguieran a Miintzer. Este tuvo que abandonar Sajonia y se implicé en los levantamientos campesinos, pri- mero en el Alto Rin, después en Mihlhausen (Turingia). Durante la guerra de los campesinos, especialmente en el afio 1525, tomé Lutero posicién ensefiando que la libertad del cristiano no se puede confundir con la liberacién social y politica. La doctrina sobre la autoridad politica que habia desarrollado en Sobre la autoridad secular... (1523) la apli- cé al conflicto concreto de la rebelién campesina. Al mismo tiempo que fijaba su doctrina sobre el poder politico y defendia la obediencia a la autoridad del cristia- no, Lutero polemiz6 con Erasmo de Rotterdam (1466 6 1469-1536) a propésito del libro de éste De Abero arbitrio (1524). Erasmo defendia el libre arbitrio, no negando al hom- bre una cierta participacién en la obra de la salvacién. Lute- ro contesté a este escrito con De servo arbitrio (1525), don- de afirma que la libertad del cristiano consiste en reconocer Ja impotencia de su voluntad y que la fe es siempre un don gratuito de Dios. El afio de 1525 seria también significativo para Lutero por otros importantes acontecimientos. El 13 de junio se casé con Katharina von Bora, una monja exclaustrada, por lo que re- cibié criticas incluso de sus seguidores, no tanto por romper el voto de castidad —no habia sido el primero— sino por el momento en que lo hizo. La guerra de los campesinos to- davia seguia, la venganza de los sefiores se estaba realizando de forma cruel. A esos amigos no les parecia adecuado que Lutero buscara su felicidad individual en medio de esa si- tuacién apocaliptica. También en ese mismo afio murié Frie- drich III, el Sabio, su protector. Con la guerra de los campesinos acaba un primer periodo de cimentacién y rapido crecimiento de la Reforma. A pat- tir de entonces la expansién de la Reforma conocié otro rit- mo y se realiz6 bajo otras condiciones. Siguié conociendo con- troversias internas y —caracteristica fundamental— depen- dié del poder secular dando lugar a la formacion de iglesias evangélicas territoriales. En las controversias internas de los reformadores participé Lutero desde su catedra universitaria y desde el palpito en Wittenberg, asi como con sus cartas y escritos. Continué vi- viendo en Wittenberg con su mujer, con la que tendria seis hijos, en el antiguo convento de los agustinos que, vacio por la exclaustracién de sus monjes, habia recibido Lutero como regalo de boda del principe Friedrich III, el Sabio. En una ocasién se desplaz6 a Marburg para participar en una con- troversia sobre la eucaristia, entre el 1 y el 4 de octubre de 1529, a invitacién del landgrave Philipp von Hessen. Las te- sis contrapuestas de Lutero y Zwingli al respecto no Ilega- tian a armonizatse. En la formaci6n de las iglesias territoriales también tuvo Lutero una activa patticipacién. La importancia de la autori- dad secular para la reforma habia ido en aumento desde su Mamada a los nobles alemanes en 1520 para que intervinie- ran en la reforma de la iglesia cristiana. La intervencién mas decisiva tendria lugar con la practica de las visitas de inspec- cién. En 1525 Lutero habia solicitado a su principe elector una inspeccién de las comunidades evangélicas. El acuerdo de la Dieta imperial de 1526, en Spira, sobre la autonomia de los principes y nobles para llevar los asuntos religiosos de sus respectivos territorios como cada cual estimara mejor fa- cilité la intervencidn de aquellos en los asuntos eclesidsticos. Entre 1527 y 1530 el principe elector de Sajonia, Johann der Bestandige (Juan el Constante), puso en practica las visitas de inspeccién de las iglesias y escuelas. De esta manera se daba al movimiento reformador la forma de una iglesia te- rritorial, de extraordinarias consecuencias para la posteridad. Que la reforma en Alemania adopté la forma de iglesias evan- gélicas territoriales se manifest6 asimismo en el hecho de que la Confessto Augustana, redactada por Melanchton para la Dieta imperial de 1530, en Augsburgo, fue firmada no por los tedlogos sino por los Estamentos del imperio. Los teélo- gos actuaron como consejeros de los principes. Se puede dis- cutir si el elector de Sajonia y Lutero tenian la misma idea de la iglesia. Pero Lutero, en cualquier caso, colaboré acti- vamente con la autoridad secular en la formaci6n de las igle- sias evangélicas dependientes del poder politico. En 1527 pro- logé Lutero una instruccién de los Visitadores, redactada por Melanchton (Unterricht der Visitatoren an die Pfarrherren in Kurfirstentum zu Sachsen). Luteto se habia dirigido a las autoridades politicas porque creia que nadie excepto ellas po- dian realizar la reforma. La instruccién que el principe elec- tor de Sajonia curs6 en el mismo ajio a los Visitadores deja- ba ver que los Visitadores eran entendidos por él como sus funcionarios (Instruction und Befelch dorauf die Visitatores abgefertiget sein, de 16 de junio de 1527). Aunque Lutero seguia pensando en una iglesia de obispos, la realidad de la iglesia territorial se haria mAs s6lida con el establecimien- to en 1539 del primer Consistorio. El Konsistorium, autori- dad eclesidstica nombrada por el principe, asumia las fun- ciones de vigilancia de las comunidades evangélicas y de juez en los asuntos eclesiasticos. La dependencia de las iglesias evangélicas del Estado Ilegaria en Alemania hasta 1918. En los tiltimos afios de la vida de Lutero se agudizé su po- lémica con el papado romano. Lutero crefa que el dia del Juicio Final estaba cerca y desde esta perspectiva escatolégi- ca combatié también a los judios, entendiendo que el culto de las sinagogas era una ofensa a Dios que atraeria su célera. El 28 de febrero de 1546 murié Lutero en la misma ciu- dad en que habia nacido 62 afios antes. Habia emprendido viaje pata mediar en un contencioso hereditario de los con- des de Mansfeld y de camino se agravaron sus dolencias, mu- tiendo en Eisleben. Su cadaver fue trasladado a Wittenberg y enterrado en la iglesia del palacio. ! 3. SOBRE LA CONCEPCION LUTERANA DE LA AUTORIDAD POLITICA A) Lutero es, ante todo, un tedlogo cristiano y no un pensador politico moderno. Las coordenadas de su reflexi6n sobre la autoridad son biblicas y teolégicas. En los textos bi- blicos se encuentra la clave pata entender su pensamiento politico y en ellos fundamenta Lutero su doctrina de los dos reinos, pieza central de su pensamiento y de su posicién an- te lo politico. Esta doctrina es basica para entender los escritos que se han seleccionado en Ia presente edicién. Sélo desde ella se logra la perspectiva adecuada pata comprender sus afirma- ciones a lo largo de la guerra de los campesinos y para com- prender, en Gltimo término, toda la realidad humana en el mundo. En numerosos pasajes de sus escritos formula Lute- ro esta doctrina con términos similares, si bien puede apre- ciarse en esctitos posteriores a los seleccionados en esta edi- cién una creciente valoracién positiva del mundo humano. En el escrito Sobre /a autoridad secular... (1523) dice Lu- tero: «Tenemos que dividir a los hijos de Adan y a todos los hombres en dos partes: unos pertenecen al reino de Dios, los otros al reino del mundo. Los que pettenecen al reino de Dios son los que creen rectamente en Cristo y estan bajo él, puesto que Cristo es el rey y sefior en el reino de Dios, como dice el Salmo 2 y la Escritura entera, y para eso ha ve- nido él, para instaurar el reino de Dios y establecerlo en el mundo [...] al reino del mundo, o bajo la ley, pertenecen todos los que no son cristianos [...]»*. Reino de Dios y rei- no del mundo son, por tanto, dos comunidades de personas con una cabeza que se van a diferenciar también por tener cada uno una manera distinta de gobernarse. El tono agus- tiniano de esta formulacién de los dos reinos es claro. Lutero habia leido a S. Agustin en los afios 1510-1511, aunque trans- formara el contenido de esta construccién agustiniana. En cada uno de los reinos existe un tipo de gobierno dife- rente: «Dios ha establecido dos clases de gobierno entre los hombres: uno, espiritual, por la palabra y sin la espada, por el que los hombres se hacen justos y piadosos a fin de obte- ner con esa justicia la vida eterna; esta justicia la administra é! mediante la palabra que ha encomendado a los predica- dores. El otro es el gobierno secular por la espada, que obli- ga a ser buenos y justos ante el mundo a aquéllos que no quieren hacerse justos y piadosos para la vida eterna. Esta justicia la administra Dios mediante la espada. Y aunque no quiere retribuir esta justicia con la vida eterna, si quiere que exista para mantener la paz entre los hombres y la re- compensa con bienes temporales»’. El gobierno espiritual consiste en gobernar mediante la palabra y los sacramentos. Es el modo como Dios gobietna a sus creyentes. El gobierno secular, por el contrario, consiste en el empleo de la espada. Dios utiliza este modo de gobierno, con la espada y con la ley, para los no cristianos. Ambos regimenes son distintos y no se les puede confun- dir. No se puede utilizar la forma de gobierno secular en el reino de Dios ni el gobierno espiritual para los asuntos del mundo. Pero ambos son necesarios en el mundo: «Sin el gobierno espiritual de Cristo nadie puede llegar a ser jus- to ante Dios por medio del gobierno secular [...]. Donde impera solamente el gobierno o la ley, aun cuando se trate de los mismos mandamientos de Dios, sélo habra hipocre- sfa, Pues sin el Espiritu Santo en el coraz6n nadie llega a ser verdaderamente bueno por buenas que sean sus obras» !°. Siendo ambos tipos de gobierno necesarios en el mundo, Lutero insiste en su separacion, pues de la utilizacién de una forma de gobierno en el reino no adecuado se deriva corrup- cién y desastre, como él observa en la historia de su tiempo: «Quien confunda estos dos reinos, como hacen nuestras ban- das de falsos espiritus, colocaria la ira en el reino de Dios y la misericordia en el reino del mundo, lo cual seria situar al demonio en el cielo y a Dios en el infierno. Esto era lo que querian hacer esos campesinos» ''. Con esta divisién de los hombres en dos reinos y con la forma de gobierno que Lutero considera propia de cada uno de ellos, podemos comprender la funcién que Lutero asigna a la autoridad politica. El no tiene una reflexién sistematica sobre el Estado ni sobre el poder politico. A Lutero le preo- cupa fundamentalmente la autoridad que ejerce el gober- nante y se ocupa de ella desde un punto de vista cristiano. Su pregunta es si la autoridad es compatible con la condi- cién del cristiano, si su existencia y funcién encuentran fun- damento en los textos biblicos. En estos mismos textos bus- ca Lutero asimismo una respuesta al problema de los limites del poder. La autoridad est4 fundada, instituida per Dios; forma par- te, por tanto, del orden divino. Eso es lo que decia S. Pablo en la Carta a los Romanos, a la que Lutero se remite conti- nuamente. Desde esa consideraci6n, la obediencia de los stib- ditos cristianos es una consecuencia igualmente afirmada por S. Pedro. Pero en los Hechos de los Apéstoles 5,30 se dice: «hay que obedecer a Dios antes que a los hombres». El hom- bre cristiano se encuentra en una tensién que Lutero resuel- ve afirmando: @) que la autoridad es una instituci6n de ori- gen divino, 4) que el cristiano en cuanto tal no necesita de la autoridad, y c) que la aceptacién de la autoridad por el cristiano, asf como el servicio a la misma, e incluso su ejerci- cio, derivan de un motivo estrictamente cristiano: el amor al prdjimo. Desde esta ley cristiana del amor al prdjimo soluciona Lu- tero las relaciones del cristiano con la autoridad politica. Se- gtin él, el cristiano sirve a la autoridad e incluso la desempe- fia porque es util y necesario para el projimo. En eso consis- te realmente el amor cristiano, en colocar al otro en primer plano. Desde la perspectiva del amor cristiano uno no hace algo porque lo necesite, o tenga un interés propio, sino por- que es dtil y bueno para el otro. Para el otro es Gtil y bueno que se evite el mal o que se castigue; es bueno y util, por tanto, que la autoridad sea servida también por el cristiano. Desde el amor al prdjimo queda clara fa funcién de la auto- ridad secular: existe porque es necesitada por los otros hom- bres. Desde el amor al prdjimo el cristiano sitrve y obedece a la autoridad porque es necesaria para los otros. Sobre esta base del amor vincula Lutero la existencia del cristiano al mundo. Como tal cristiano no necesita de la auto- tidad, de la espada, que en el reino de Dios no puede em- plear. Pero por amor cristiano se somete a algo que es bueno y necesario para los no cristianos y que ha sido querido por Dios. La doctrina de los dos teinos, concepto con el que se co- noce desde 1922 la concepcién de Lutero sobre el reino de Dios y el reino del mundo (que no se reduce al estado 0 a la autoridad), incide directamente en dos cuestiones de gran televancia en el pensamiento de Lutero: en la cuestién de la resistencia u oposicién a la autoridad y en la idea medie- val de la cristiandad. a) Empezando por esta dltima, se puede sefialar que Lu- tero rompe la idea medieval de la cristiandad. La christiani- tas, en su formulacién madura bajomedieval, comprendia a todos tos hombres creyentes en una iglesia universal, den- tro de la cual existfan dos érdenes y dos poderes, el eclesias- tico y el laico '*, No habia dos reinos y, como resalta Lute- ro, cada orden no poseia una manera univoca y diferenciada de gobernar. Con frecuencia se actuaba con la espada en asun- tos que sélo tenfan que ver con el alma y la palabra; ta espa- da se aplicaba a cuestiones que debian ser gobernadas con ottos medios. Donde tenia que haber sdlo palabra y predi- caci6n habia también, segtin Lutero, coacci6n y castigo tem- poral. Frente a esa confusién de los dos modos de gobierno, Lu- tero quiere separar abiertamente los dos reinos, dotados ca- da uno de un gobierno propio y diferente, aplicable sélo a su reino y no utilizable para el otro. El problema que se le presentaba, por tanto, a Lutero era cémo establecer un puente entre el cristiano, perteneciente al reino de Dios, y el reino del mundo que se rige con una forma de gobierno que el cristiano no necesita pata si mismo. La ley cristiana del amor al prdjimo le brindaba la solucién. La superacién del mundo dinico de la cristiandad no es ta nica consecuencia de la doctrina de los dos reinos. Otra con- secuencia es la eliminacién del orden jerarquico en la iglesia catélica. Segtin Lutero, ésta sélo debe gobernar con la pala- bra y la palabra no se puede imponer, de la misma manera que tampoco se puede perseguir una creencia. De aqui que Lutero entienda que los cargos eclesidsticos son exclusivamen- te funciones de servicio a los cristianos y no autoridad, care- ciendo, por consiguiente, de los instrumentos de ésta. A la base de esta afirmaci6n luterana esta su tesis de la universa- lidad del sacerdocio, que expuso en el manifiesto a la noble- za cristiana de 1520). También se deriva otra consecuencia igualmente relevan- te. La autoridad gobernante en el mundo no tiene poder para tratar los asuntos del alma y de la fe. Su funcion se dirige y se agota en la actuacion externa del hombre. Esta cuesti6n de los limites a la autoridad secular preocupé especialmen- te a Lutero, y a ella dedica una parte de su escrito de 1523 Sobre la autoridad secular’. 4) La doctrina de los dos reinos conduce a Lutero a ne- gar toda posibilidad de resistencia activa a la autoridad, con las matizaciones que més adelante sefialamos. La autoridad no tiene poder sobre la fe ni sobre la salvaci6n del alma. St traspasa sus limites, el cristiano no debe oponerle resistencia sino sufrir la injusticia que se comete en su cuerpo y en sus bienes. En los escritos entre 1523 y 1526, que se recogen en la presente edici6n, Lutero mantiene siempre su concepcién biblica de la autoridad y no encuentra justificaci6n para la resistencia. Las manifestaciones de Lutero acerca de la resistencia a la autoridad no acabaron, sin embargo, con esos escritos. Al hilo de los acontecimientos politicos Lutero fue consultado varias veces sobre esta cuestion, centrada basicamente en las relaciones entre los principes y el emperador. Con ocasién de la Dieta imperial de 1529, celebrada en Spira, el princi- pe elector de Sajonia solicité de Lutero un dictamen sobre la legitimidad de una alianza de los principes evangélicos con- tra el emperador. Lutero redacté dos informes, en noviern- bre y en diciembre de 1529, en los que mantiene sus tesis conocidas: no se puede derramar sangre por el evangelio; el evangelio manda suftir por su causa; la condicién del cristia- no va inseparablemente unida a la cruz". Las relaciones entre los principes evangélicos y el empera- dor se hicieron ms tensas en la Dieta imperial de 1530, en Augsburgo. Los evangélicos elevaron una protesta formal para declarar nulo el acuerdo de la Dieta. Las capitulaciones elec- torales del emperador, por su parte, le prohibian actuar en ese caso conira los Estamentos sin un procedimiento formal determinado. Si el emperador no cumplia sus capitulacio- nes y actuaba contra los Estamentos que habfan elevado una apelacién formal, ¢podian declararle la guerra? Esta era la consulta que el principe elector de Sajonia dirigié a Lutero nuevamente; queria saber si en ese caso concreto habia que soportar al emperador o estaba justificada la guerra contra él. La respuesta de Lutero distinguia el punto de vista profa- no del punto de vista cristiano. Desde este dltimo no cabia la resistencia activa’. La situacién entre el emperador y los ptincipes evangélicos se agravaba y ninguna de las dos par- tes cedia. El partido evangélico solicit6 un informe sobre la posibilidad de una alianza y una guerra contra el empera- dor. Lutero dio su dictamen, en su nombre y en el nombre de los tedlogos que habian participado en las conversaciones de Torgau (octubre de 1530) junto con los consejeros del prin- cipe elector de Sajonia, que se puede resumir en los siguien- tes puntos: 1) si los juristas entienden que existe un derecho de resistencia segiin el derecho imperial, debe ser aceptado asimismo desde un punto de vista cristiano; 2) si los teélo- gos habian dicho antes otra cosa era debido a que descono- cian que el derecho del imperio permitia la resistencia en determinados supuestos. Pero la opinion de los tedlogos, dice, siempre ha sido la de ensefiar la obediencia al derecho secular 7. La relacion entre el emperador y los principes es de nuevo abordada por Lutero en una controvetsia de 1539 '*. El ob- jeto principal de esta Zirkulardisputation es la figura del pa- pay de los papistas que son presentados como los auténticos transgresores del derecho imperial, raz6n por la que consi- dera que deben ser combatidos. El papa, piensa Lutero, no es ninguna autoridad a la que se deba obediencia sino, mas bien, un monstruo, un ser dafiino para la comunidad. Al tratar la relacién entre los principes y el emperador, Lutero reconoce un derecho de resistencia a aquéllos en el caso de una guerra comenzada por el emperador. Esta posicién la mantiene asimismo en algunas Charlas de sobremesa de 1539 y anteriores ', Recapitulando las afirmaciones de Lutero sobre la resisten- cia a la autoridad puede establecerse lo siguiente: 1) El sGbdito individualmente considerado no puede ejercer ninguna resistencia activa contra la autoridad. 2) Resistencia activa contra la autoridad sélo la pueden ejercer aquellas personas que poseen funciones de autoridad ellas mismas. 3) Una resistencia activa puede fundarse en un derecho de resistencia, como en el caso de la legitima defensa reco- nocida por el derecho politico positivo. Puede fundatse asi- mismo en la obediencia a Dios: esta posibilidad de resisten- cia se da en el caso del invasor, que es el representante del no-orden. La resistencia sirve aqui a la reconstruccidn del or- den divino”?, B) La doctrina de los dos reinos es el tema de la teologia luterana que ha sido investigado con mayor amplitud en los Ultimos afios. La expresién «doctrina de los dos reinos» (Zwet- Reiche-Lehre) no fue utilizada por el propio Lutero, pero, desde que se acufié en torno a 1922, se ha impuesto su uso y se ha generalizado en la investigacién luterana. Como f6r- mula para designar una realidad compleja encierra el peli- gro de la simplificacién, que deberia ser evitada al tener pre- sente que Lutero no limita el reino de! mundo al estado 0 a la autoridad politica sino que bajo el reino del mundo en- tiende todo el mundo secular, incluyendo la naturaleza, la familia, las ciencias y las artes. En este sentido, las relaciones entre autoridad y gobierno espiritual son una parte nada mas, aunque muy importante, de la doctrina de los dos reinos. En la interpretacion de la doctrina de los dos reinos matcé un hito importante el libro de Johannes Heckel, Lex Chari- tatis (1953), al entender a Lutero en las coordenadas agusti- nianas de las dos ciudades. Esta tesis ha sido ampliamente debatida por investigaciones posteriores, como las de Wal- ter von Loewenich, Franz Lau y Heinrich Bornkamm, entre otros. Para la revision de la tesis central de Heckel habria que tomar en consideracién otras obras posteriores a 1526, como la interpretacién del Sa/mo 127 (1532) y la Zerkular- disputation ber Mat. 19,21 (1539), en las que el mundo humano adquiere una valoracién més positiva para el cristiano *'. De acuerdo con estos textos, el cristiano necesi- taria el mundo no sélo por amor al prdjimo sino también por sf mismo, como animal social. En los afios setenta se ha incrementado de nuevo la discusién sobre la doctrina de los dos reinos, promovida fundamentalmente por Ulrich Duch- row, si bien se ha estudiado en primer lugar la historia de su influencia”?. A pesar de que esta doctrina ha sido calificada acertada- mente como un laberinto, no se puede pasar por alto que es un serio intento de fundamentar teolégicamente la exis- tencia del cristiano en el mundo. Esta doctrina coloca al cris- tiano activamente en el mundo, pero no significa, al mismo tiempo, una liberacién del mundo en si mismo. 4. EN TORNO A LA MODERNIDAD DE LUTERO La contribucién de Lutero a la modernidad ha sido valo- rada muy distintamente a lo largo de la historia. Desde las interpretaciones de los pietistas entre los siglos XVII y XVIII la imagen de Lutero ha sufrido una transformaci6n signifi- cativa en la investigacién. Los pietistas, aun no ofreciendo una interpretacién Gnica (Spener, Zinzendorf, Gottfried Ar- nold), rompieron la imagen de Lutero que habia ofrecido la ortodoxia anterior al entender que la reforma atin estaba sin acabar. Los ilustrados del siglo XVill consideraron a Lu- tero como un precursor de la libertad, como un luchador con- tra la tradicién y el orden jerarquico y como un defensor de la autonomia del individuo. Destacaban en sus interpreta- ciones los aspectos de la lucha de Lutero contra Roma y vefan en la negativa de Lutero a someterse al papado un combate en favor de la raz6n y de la libertad de conciencia. Esta ima- gen liberalizadora y progresista de Lutero seria mantenida por los pensadores liberales en el siglo XIX y también por Marx. Esta interpretaci6n que vincula a Lutero con la moderni- dad es cuestionada a comienzos del siglo XX por Ernst Troeltsch. Lutero, segiin Troeltsch, no es un hombre mo- derno sino medieval. Entre Lutero y el mundo moderno hay mas bien una escisién. Con la interpretacién de Troeltsch se introduce una matizacién importante en la significaci6n hist6rica de Lutero. En unos momentos en que, precisamente, se vivia en Alemania una veneracién profunda por Lutero, Troeltsch fija su atenci6n en las tradiciones democraticas de las iglesias anglosajonas. En este contexto, Lutero aparecia como un hijo de la edad media, como un teélogo que habia prolongado la época confesional de los viejos dogmas. Asi- mismo indica Troeltsch que la ética politica de Lutero, asi como su comportamiento concreto, habia reforzado el po- der de la autoridad estatal. La doble moral luterana, con su distincién entre cristiano y hombre del mundo, ha sido, se- gin Troeltsch, especialmente funesta para el desarrollo po- litico alem4n. La ruptura entre Lutero y el mundo moderno no le impide a Troeltsch afirmar que la concepcién luterana de la fe cristiana trajo una liberacién que se llevaria a sus filtimas consecuencias en el desarrollo del protestantismo ”>. Lutero es un hombre medieval, ajeno a otros movimien- tos del siglo XVI que apuntaban hacia la modernidad, para los que incluso significé un freno al volver a situar en el cen- tro de la vida humana la cuestin de la gracia y de la salva- ci6n. Entre los mismos reformadores hubo otros hombres mas modernos que Lutero, como Zwingli, menos dogmitico y ex- ponente de una moral burguesa, o Calvino, mas racional y humanista ™. Si Lutero no es un hombre moderno, su reforma contenia ciertamente un potencial de modernizacién vinculado al acontecimiento histérico de la ruptura de la unidad de la fe cristiana. Este fraccionamiento de la fe religiosa esta a la ba- se de la modernidad europea, y la reforma luterana, al mul- tiplicar la pluralidad de Europa, favorecié la génesis del mun- do moderno, si bien no se puede decit que se trate de una autoria exclusiva, ya que cada €poca es resultado de miilti- ples causas que se generaron en la época anterior. Al anali- zar la contribuci6n de la reforma al mundo moderno es asi- mismo importante no perder de vista la diversidad de orien- taciones religiosas que se fueron acufiando entre los refor- mados, para poder indagar su vinculacién con las raices del mundo moderno. Si nos preguntamos por las raices de la modernidad pode- mos encontrar en la reforma luterana concretamente algu- nos impulsos profundos: 4) La reforma luterana comporté una desclericalizacién de la vida humana. La iglesia dejé de ser una jerarquia de administradores de sacramentos de la salvacion, abandonando con ello su pretensién de ordenar las cosas del mundo. Este rechazo del clericalismo y de la teocracia es una de las raices de la moderna emancipacién del hombre racional en su re- lacién con el mundo. La pérdida de una posicién privilegia- da por parte de sacerdotes y frailes hizo posible que el mun- do del trabajo, de la familia y del Estado se convirtieran en esferas propias de la vida del cristiano. 4) La negacién de un orden eclesiastico levaba implici- ta la negacin de una esfera sacral independiente de la acti- vidad propia del cristiano. Esta negacién de una esfera sa- cral independiente pudo conducir al cristiano a una entrega total al mundo, a la familia, al Estado, a modo de teligién sustitutiva. Estas actividades humanas ganaron en indepen- dencia y autonomia, avanzando la secularizacién del mundo. c) La ruptura de la unidad religiosa, causada por la re- forma luterana, condujo finalmente a que las distintas con- fesiones religiosas fueran neutralizadas entre si, establecién- dose la base det absolutismo politico, forma que adquirié 1 Sobre la organizaci6n constitucional del Imperio alem4n, vid. Fritz Hartung, Deutsche Verfassungsgeschichte. Vom 15. Jahrhundert bis zur Ge- genwart. Stuttgart, 9.4 ed., 1969. ? La significacién de las ciudades para la Reforma ha sido un tema im- portante en la investigacién de la historia de la Reforma. Artur Geoffrey Dickens (The German Nation and Martin Luther, London, 2.* ed., 1976) sostiene que la Reforma fue un acontecimiento urbano. Esta tesis ha sido discutida especialmente para los afios posteriores a la primera fase de la Re- forma en los que fue muy activo el papel de los principes territoriales. So- bre esta discusién, vid. Rainer Wohlfeit, E:nfuhrung in die deutsche Re- formation, Miinchen, 1982, pp. 118-123. 3 Ulrich von Hutten (1488-1523), humanista notable, fue especialmente critico de la iglesia romana. Era uno de los nobles que habian aceptado es- ponténeamente a Lutero. La relacién de los nobles con la Reforma fue muy diferente a lo largo de la difusién de la misma: vid. Volker Press, «Adel, Reich und Reformation», en W. J. Mommsen (ed.), Séadtbiirgertum und Adel in der Reformation, Svuttgatt, 1979, pp. 330-383. 4 Asi, Giinther Franz sefiala que la rebelién campesina se produce en las zonas en que chocan la autonomia rural y el principio de soberania te- rritorial. Para la investigacion marxista, sin embargo, la guerra de los cam- pesinos constituye uno de los acontecimientos de la revolucién protobur- guesa, al que se asocia la Reforma. Sobre el concepto de «revolucién proto- burguesa» y la discusién sobre su viabilidad, vid. Rainer Wohlfeil, op. cit en nota 2, pp. 174-199. 5 G. Franz, Der deutsche Bauernkrieg, 11.* ed., 1977, p. 90. 6 Sobre el ambiente religioso anterior a la Reforma, vid. Joseph Lortz, Historia de Ja Iglesia, trad. cast., Madrid, 1982, vol. Il, pp. 49-63. 7 Lutero, Werke, Weimarer Ausgabe, vol. 54, 185. 8 Sobre la autoridad secular, p. 28 9 Si los hombres de armas..., p. 134-5. 10 Sobre la autoridad secular..., p. 31. 1 Carta sobre el duro librito contra los campesinos, p. 111. 12 Esta idea de cristiandad habia sido formulada con toda claridad en el siglo xi por Otto von Freising (De duabus civitatibus), Hugo de San Vic- tor (De Sacramentis) y Bernardo de Claraval (De constderatione). Betnardo precisa que las dos espadas estan en manos del pontifice, el cual libremen- te encarga a los principes que usen la espada temporal en beneficio de! propio papa. La distincién, por tanto, entre dos érdencs —eclesidstico y laico— es una distincién interior a la iglesia. La bula Unam Sanctam, de Bonifacio VIII (1302), culminaria este planteamiento. Sobre este concepto, vid. Etienne Gilson, La filosofia en la edad media, Madrid, 1965, 2.* ed., cap. V.. y Walter Ullmann, Princtpios de gobierno en la edad media, Madrid, 1971, parte I. A la nobleza cristiana..., en esta edicion, p. 3. id. Sobre la autoridad secular, parte segunda. 15 Vid. Luther an Kurfitrst Johann, 18. Nov. 1529, en Werke, WA, Brie- fe V, 180 y Luther an Kurfiirst Johann, 24. Dez. 1529, en Werke, WA, Br. V, 208. \6 Vid. LuPber an Kurfiirst Johann, 6. Marz 1530, en Werke, WA, Br. V, 249. 17 Vid. Beilagen von Schriftstiicken zu Torgau 26-28. Oktober 1530, en Werke, WA, Br. V, 661 y ss. \8 Vid. Die Zirkulardisputation iiber das Recht des Widerstandes gegen den Kaiser (Math. 19,21), 9.Mai 1539, en Werke, WA, vol. 39 Il, 34 y ss. 19 Vid. las charlas de sobremesa de 3 de abril de 1538, 7 de febrero y 3 de matzo de 1539, en Werke, WA, Tischreden III, 631, Nr. 3810; IV, 235, Nr. 4342 y IV, 271, Nr. 4380, respectivamente. 20 Para un anilisis pormenorizado de la cuesti6n de la resistencia en las obras de Lutero, asi como para una valoraci6n de las investigaciones de K. Mueller (1915) y F. Kern (1916), vid. Karl-Ferdinand Stolzenau, Die Frage des Widerstandes gegen die Obrighest bei Luther zugleich in ihrer Bedeu- tung fir die Gegenwart, resis doctoral, Univ. Miinster, 1962. 2! Zirkulardisputation..., citada en nota 17 2 Sobre el estado actual de la investigacién y del debate sobre la doc- trina de los dos reinos, vid. Bernhard Lohse, Martin Luther. Eine Einfith- rung in sein Leben und Werk, Miinchen, 2.* ed., 1982. 23 La tesis de E. Troeltsch en Ernst Troeltsch, Die Bedeutung, des Pro testantismus fiir die Entstehung der moderner Welt (1911), trad. cast. co- mo E/ protestantismo y el mundo moderno, Méjico, 3.* ed., 1967, y Die Soziallehren der christlichen Kirchen und Gruppen, Tiibingen 1912 Para una historia de la imagen de Lutero en la investigacion, vid. Bern- hard Lohse, Einfuthrung..., citada en nota 21, cap. VI 24 Vid. Thomas Nipperdey, «Lutero y el mundo moderno», en Funda- cién Fr. Ebert (ed.), Martin Lutero, 1483-1983, Madrid, 1984, pp. 69-85. Nipperdey no se pregunta por Lutero y su influencia en la génesis del mundo moderno sino que invierte la pregunta y al preguntarse por las raices de nuestra modernidad se encuentra con Lutero. el Estado moderno en sus comienzos. La desaparicién del or- den eclesiastico independiente hizo al Estado mas soberano al asumir mayores competencias en materia de religion y cul- tura. ae =. dyn BIBLIOGRAFIA OBRAS DE LUTERO Werke. Kritische Gesamtausgabe, Weimar, 1883 y ss. (1, «Schriften; Il, «Fischreden», III, «Die Deutsche Bibel»; IV, «Briefwechsel>). Ausgewiblte Werke, ed. de H. H. Borcherdt y G. Metz, Miinchen, 1914 y 88.; 3.2 ed., 1948-1965, 6 vols. y 7 vols. complementarios. Luthers Werke in Auswahl, ed. de Otto Clemen, Bonn, 1912-1933, 8 vols. (Walter de Gruyter, Berlin, 1959). Calwer Lutherausgabe, ed, de Wolfgang Metzger, Miinchen Hamburg, 1964-1968, 12 vols. Obras, ed. de Te6fanes Egido, Sigueme, Salamanca, 1977, vol. 1. 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Lutero se dirige a las autoridades seculares, porque ya no acepta la tesis medieval de la superioridad del orden eclesiastico so- bre el laico, ya que «todos los cristianos pertenecen, en verdad, al mismo orden y no hay entre ellos ninguna diferencia excepto la del cargo» (WA 6, 407). Este escrito debe situarse en la perspectiva de los agravios (gravamina) y de la necesidad de reformas, que desde hacia afios preocupaba a los ale- mages. Lutero ofrece unas propuestas de reforma muy detalladas, después de haber atacado las tres murallas que los «romanistas» se habian construi- do: 1) la superioridad del poder eclesiéstico, 2) el monopolio de la inter- pretacién de la Escritura, y 3) la supremacia del papa sobre el concilio. An den christlichen Adel... se publicé hacia el 12 de agosto de 1520 y en una semana se agoto la primera edicion de 4.000 ejemplares. Pocos es- critos de Lutero tuvieron tanta influencia en la opinion pablica alemana. ‘Al manifiesto le seguirian los ottos dos grandes escritos de 1520: De cap- tivitate Babylonica ecclesia praeludium (La cautividad babilénica de 1a igle- sia), en Werke, WA 6, 997-573 y Von der Fretheit eines Christenmenschen (La libertad del cristiano), en Werke, WA 7, 20-38. En De captivitate Babylonica... aborda Luteto la reforma de la teologia, especialmente la doctrina de los sacramentos. Reduce los sacramentos de siete a tres y en la doctrina de la eucaristia combate los tres «cautiverios»: 1) el robo a los laicos de una de las especies (vino-sangre), 2) la doctrina de la transubstanciaci6n, y 3) la idea de que la misa es una buena obra y un sacrificio. En Von der Fretheit eines Christenmenschen oftece Lutero una sintesis de la vida cristiana, del cristiano como ser libre, basada en su tesis funda- mental de la dualidad del cristiano: «el cristiano consta de dos naturalezas, la espiritual y la corporal. Atendiendo al alma, es denominado hombre es- piritual, nuevo, interior; se le llama hombre corporal, viejo y exterior en relaci6n con la carne y la sangre» (WA 7, 20) El texto de An den christlichen Adel der deutschen Nation von des chris- wichen Standes Besserung esta en la edicién de Weimar (WA), vol. 6, 404-469. La traduccién sigue este texto, pp. 404-415 (es decir, la primera parte, antes de las propuestas concretas de reforma) JESUS Al venerable y digno senor Nikolaus von Amsdorf', i- cenciado en Sagrada Escritura, canonigo de Wittenberg, amt- go mio especialmente benevolente. Dr. Martinus Luther. jLa gracia y la paz de Dios, ante todo, venerable, digno y estimado sefior y amigo! Ya ha pasado el tiempo del silencio y ha llegado el tiem- po de hablar, como dice el Eclesiastés?. De acuerdo con nuestro propésito he reunido algunas propuestas referentes a la mejora del orden cristiano para presentarlas a la nobleza cristiana de la nacién alemana, por si Dios quiere ayudar a su iglesia mediante el orden seglar, pues el orden eclesiaSti- co, al que con mayor raz6n corresponde, se ha convertido totalmente en indigno para semejante tarea. Envio todo es- to a su Excelencia para que lo juzgue y, si es preciso, lo co- trija. Me hago cargo de que no dejaran de reprenderme por atreverme yo a tanto, un hombre despreciable y apartado del mundo, por atreverme a dirigirme a tan magnos y elevados estamentos en asuntos tan graves € importantes, como si no hubiera en el mundo nadie més que el doctor Lutero para preocuparse por la condicién cristiana y para dar consejos a gentes tan extraordinariamente inteligentes. No pido discul- pas, que me reprenda quien quiera. Quiza sea todavia deu- dor a mi Dios y al mundo de una necedad; me he propuesto ahora, si lo logro, saldarla honradamente, pasando incluso por bufén. Si no tengo éxito me queda atin una ventaja: na- die tendré que comprarme una capucha ni regalarme un peine >. Todavia esta por ver guzéx le pone los cascabeles a quién. Debo cumplir con el refran: «En todo lo que el mun- do hace debe estar presente un monje, aunque hubiera que pintarlo»*, Muchas veces ha hablado un tonto con sabidu- tia y muchas otras personas listas han hecho el tonto grose- ramente, como dice Pablo: «El que quiera ser listo, vuélvase necio» >, Ademas, como no slo soy necio sino también un doctor en Sagrada Escritura con juramento, estoy contento de la oportunidad que se me presenta de responder a mi ju- ramento de una manera necia. Os ruego que me disculpéis ante los medianamente inteligentes, pues sé que no merez- co la gracia y la benevolencia de los muy inteligentes, que con tanto empefio he buscado con frecuencia: de ahora en adelante no las quiero tener ni quiero tampoco tomarlas en consideracién. Dios nos ayude a no buscar nuestra honra si- no s6lo la suya. Amén. Wittenberg, en el convento de los Agustinos, la vispera de San Juan Bautista del afio 1520. A la Serenisima y Muy poderosa Mayestad Imperial y a la Nobleza cristiana de la nactén alemana. D. Martinus Luther. jAnte todo, la gracia y la fuerza de Dios! ;Serenisima Ma- jestad! jMuy graciosos y queridos sefiores! No ha ocurrido por mera curiosidad ni por desatino que yo, un pobre hombre particular, me haya atrevido a hablar a vuestras altas Dignidades: la miseria y las cargas que opri- men a todos los érdenes de la cristiandad, especialmente a los territorios alemanes, han movido a otros, no sélo a mi, a gritat en muchas ocasiones y a pedir ayuda; ahora también me han obligado a mi a gritar y a clamar que Dios quiera dar a alguien el espiritu pata que socorra a esta miserable nacién. Algo han intentado varios Concilios*, pero esos in- tentos han sido obstaculizados por la astucia de algunos hom- bres y la situaci6n ha empeorado; la maldad y la perfidia de esos hombres pienso examinarlas ahora —Dios me ayude— para que, una vez conocidas, no puedan ser en lo sucesivo tan dafiinas y perturbadoras. Dios nos ha dado co- mo Cabeza una sangre noble y joven, despertando con ello muchos corazones a una buena y grande esperanza; nos co- rrespondera a nosotros contribuir con lo nuestro y usar con provecho el tiempo y la gracia. Lo primero que tenemos que hacer en este asunto es, an- tes que nada, proveernos de gran seriedad y no emprender nada con la confianza puesta en una gran fuerza o en la ra- z6n, aunque el poder de todo el mundo fuera nuestro, pues Dios no puede ni quiere tolerar que se comience una buena obra con la confianza puesta en la propia fuerza y raz6n. Dios la echaria al suelo y nada se podria hacer, como dice el Sal- mo 33,16: «No vence el rey por su gran ejército, no escapa el soldado por su mucha fuerza». Y es por este motivo, me temo yo, por lo que sucedié hace afios que fieles principes como el emperador Federico I y el otro Federico’, asi como otros muchos emperadores alemanes, fueran pisoteados y optimidos de manera tan lamentable por los papas, aunque el mundo los temia; quiza confiaron mas en su poder que en Dios y por ello tuvieron que caer. Y en nuestra época, équé otra cosa ha elevado tan alto al ebrio de sangre, Julio II’, sino, presiento yo, el que Francia, los alemanes y Ve- necia se han apoyado en si mismos? Los benjaminitas derro- taron a cuarenta y dos mil israelitas porque éstos habfan con- fiado en su propia fuerza’. Para que no nos suceda lo mismo con este noble Carlos debemos estat conscientes de que en este asunto no trata- mos con hombres sino con los principes del infierno, que a gusto llenarian el mundo de guerras y sangre sin dejarse superar. Aqui hay que emprender la tarea con humilde con- fianza en Dios, renunciando a Ja fuerza fisica, y hay que bus- car la ayuda de Dios mediante profundas oraciones, no te- niendo ante los ojos nada mas que la miseria y el dolor de la desventurada cristiandad y sin tomar en consideracién lo que la gente mala haya merecido; si no lo hacemos asi, el juego se iniciara con gran apariencia, pero, cuando se avan- ce, los espiritus malos causaran tal confusién que el mundo entero nadarfa en sangre y sin haberse logrado, no obstante, nada. Procedamos, por tanto, con el temor de Dios y con sabiduria. Cuanto mayor es el poder mayor es la desgracia si no se acttia en el temor de Dios y con humildad. Si los papas y los romanos han podido confundir hasta ahora a los reyes entre si con la ayuda del diablo, lo pueden seguir ha- ciendo si procedemos con nuestra fuerza y nuestra capaci- dad y sin la ayuda de Dios. Los romanistas '° se han rodeado, con gran habilidad, de tres murallas con las que, hasta ahora, se han defendido de que nadie los pueda reformar, por lo que la cristiandad en- tera ha caido terriblemente. En primer lugar: cuando se les ha presionado con el poder secular han establecido y procla- mado que el poder secular no tiene ningtin derecho sobre ellos sino que, antes al contrario, es el poder espiritual quien est4 por encima del secular. En segundo lugar: si se les quie- re censurar con la Sagrada Escritura responden que nadie, excepto el papa, tiene capacidad para interpretar la Escritu- ra. En tercer lugar: cuando se les amenaza con un concilio, pretextan que nadie puede convocar un concilio, excepto el papa. Asi que nos han robado subrepticiamente los tres lati- gos para poder quedarse ellos sin castigo y se han situado en la segura fortificacién de estas tres murallas para practicar todas las villanias y maldades que ahora estamos viendo. Y cuando tuvieron que celebrar un concilio ' debilitaron su eficacia previamente, pues los principes se comprometieron bajo juramento a dejarlos como estaban, dando ademas to- do el poder al papa sobre la regulacién del concilio; por esta raz6n da igual que haya muchos concilios o que no haya nin- guno, prescindiendo de que siempre nos engafian con fic- ciones y filigranas. Tanto temen por su pellejo a un concilio libre y verdadero que han intimidado a reyes y principes pa- ta que crean que seria contra Dios el no obedecerles a ellos en todas sus astutas y maliciosas fantasmagorias. Que Dios nos ayude ahora y nos conceda una de las trompetas con que se derribaron las murallas de Jericé ? para que derribemos de un soplo también estas murallas de paja y de papel y nos ayude a desatar los latigos cristianos para castigar el pecado y a revelar la astucia y el engafio del demonio para que nos perfeccionemos mediante el castigo y recuperemos su cle- mencia. Ataquemos, en primer lugar, la primera muralla. Se han inventado que el papa, los obispos, los sacerdotes y los habitantes de los conventos se denominan el orden ecle- sidstico (gezst/ich) y que los principes, los sefiores, los artesa- nos y los campesinos forman el orden seglar (we/tlich), lo cual es una sutil y brillante fantasia; pero nadie debe apo- carse por ello por la siguiente raz6n: todos los cristianos per- tenecen en verdad al mismo orden y no hay entre ellos nin- guna diferencia excepto la del cargo, como dice Pablo (7 Co- rintios 12,12 y s.): todos juntos somos un cuerpo, pero cada miembro tiene su propia funcién con la que sirve a los otros; esto resulta del hecho de que tenemos un solo bautismo, un solo Evangelio, una sola fe y somos cristianos iguales, pues el bautismo, el Evangelio y la fe son los Gnicos que convier- ten a los hombres en eclesiasticos y cristianos. El hecho de que el papa o el obispo unja, haga la tonsura, ordene, con- sagre, vista de manera diferente al laico, puede convertir a uno en un hipécrita y en un pasmarote, pero no puede ha- cer nunca un cristiano ni un hombre eclesidstico. Por ello, todos nosotros somos ordenados sacerdotes pot el bautismo, como dice San Pedro en 1 Pedro 2,9: «Vosottos, en cambio, sois linaje elegido, sacerdocio real, nacién consagrada» y el Apocalipsts: «Hiciste de ellos linaje real y sacerdotes para nuestro Dios» 3. Si no existiera en nosotros una consagra- cién mas alta que la que da el papa o el obispo nunca jams se haria un sacerdote por la consagracién por el papa y por el obispo y no se podria celebrar la misa ni predicar ni con- fesar. Por esta taz6n, la consagraci6n por el obispo no es nada més que la eleccién por él de uno de entre la multitud, en lugar y en nombre de la asamblea —todos ellos tienen el mismo poder— al que le ordena ejercer ese mismo poder para los demas; de igual manera que si diez hermanos, hijos del rey, herederos por igual, eligieran a uno para que gober- nara la hetencia por ellos: todos ellos serian reyes y con igual poder, y, sin embargo, se encomienda a uno su administra- cién. Lo digo todavia con mayor clatidad: si un grupo de cristianos seglares piadosos fueran hechos prisioneros y los llevaran a un desierto y no tuvieran entre ellos ningtin sacer- dote ordenado por un obispo y, de coman acuerdo, eligie- fan a uno, casado o no, y le encomendaran el ministerio de bautizar, celebrar misa, confesar y predicar, seria un verda- dero sacerdote como si lo hubieran consagrado todos los obis pos y papas. De aqui que, en caso de necesidad, cualquiera puede bautizar y confesar, lo que no seria posible si no fué- ramos todos nosotros sacerdotes. Esta gracia y este poder tan grandes del bautismo y de la condicién cristiana nos los han destruido totalmente y nos han hecho que los desconozca- mos con el detecho canénico. Era asi como hace tiempo los cristianos elegian a sus obispos y sacerdotes de entre 1a mul- titud, y éstos eran posteriormente confirmados por otros obis- pos sin toda la ostentacién que reina ahora. Asi fueron obis- pos San Agustin, Ambrosio, Cipriano. Ahora que el poder secular esta bautizado igual que no- sotros y tiene la misma fe y el mismo Evangelio debemos dejarles ser sacerdotes y obispos y debemos considerar su oficio como un ministerio que pertenece y sirve a la comunidad cristiana. Pues quien ha salido del bautismo puede gloriarse de estar consagrado sacerdote, obispo y papa, aunque no co- tresponda a cualquiera desempeiiar tal cargo. Ya que todos nosotros somos igualmente sacerdotes, nadie debe darse im- portancia y atreverse a desempefiar ese cargo sin nuestro con- sentimiento y nuestra eleccién, pues todos tenemos igual po- der; lo que es comin nadie puede tomarlo por si mismo sin la voluntad y mandato de la comunidad. Y st ocurriera que alguien fuera elegido para este cargo y fuera destituido por sus abusos estaria entonces igual que antes. Por ello, en la cristiandad un orden sacerdotal no deberia ser otra cosa que un cargo: mientras esta en el cargo, va delante; si es desti- tuido es un campesino o un ciudadano como los dems. Es igualmente verdad que si un sacerdote es destituido ya no es sacerdote. Pero ellos se han inventado los characteres indelebiles y dicen la tonteria de que un sacerdote desti- tuido es, sin embargo, diferente a un simple laico. Si, ellos suefian que un sacerdote nunca puede dejar de ser sacerdo- te, que no puede convertirse en seglar; todo esto son leyes y habladurias inventadas por los hombres. Se sigue de aqui que seglares, sacerdotes, principes, obis- pos y, como dicen ellos, «eclesiasticos» y «seglares» no tienen. en el fondo, verdaderamente, ninguna otra diferencia que la del cargo o funci6n y no se diferencian por su condicién, pues todos pertenecen al mismo orden, como verdaderos sa- cerdotes, obispos y papas, pero no pertenecen a una nica y Ja misma funci6n, del mismo modo que tampoco entre los sacerdotes y los monjes tienen todos una Gnica y la mis- ma funcién. Y esto esta en San Pablo (Romanos 12,4 y s. y 1 Corintios 12,12 y s.) y en Pedro (1 Pedro 2,9), como he dicho antes: que todos nosotros somos un solo cuerpo de la cabeza, Jesucristo, y cada uno es miembro del otro. Cristo no tiene dos cuerpos, uno seglar y otro eclesistico; es una sola cabeza y tiene un solo cuerpo. Aunque ahora se les llama eclesiasticos 0 sacerdotes, obis- Pos 0 papas, tampoco estan separados de los demas cristia- nos y no tienen mayor dignidad que la de tener que admi- nistrar la palabra de Dios y los sacramentos; ésta es su fun- cién y su cargo; la autoridad secular tiene en su mano la es- pada y el latigo para castigar a los malos y para proteger a los buenos. Un zapatero, un herrero, un campesino, todos tienen la funcién y el cargo de su oficio y, no obstante, to- dos estan por igual consagrados sacerdotes y obispos y todos deben servir y ser Gtiles con su cargo o funcién a los demas, de manera que todas esas diferentes funciones estan dirigi- das a una comunidad pata favorecer el cuerpo y el alma, de la misma manera que cada uno de los miembros del cuerpo sitve a los otros. Mira ahora con qué espiritu cristiano se ha dicho y esta- blecido que la autoridad secular no est4 por encima de los eclesiasticos y que tampoco puede castigarlos. Esto quiere de- cir tanto como que la mano no puede hacer nada si el ojo sufre una gran calamidad. ¢No es antinatural, por no decir anticristiano, que un miembro no ayude al otro, que no lo defienda de su ruina? Si, cuanto mas noble es el miembro mas deben ayudarle los otros. Por ello digo yo que, puesto que el poder secular esta ordenado por Dios para castigar a los malos y proteger a los buenos, hay que dejarle desempe- fiar su cargo libremente, sin impedimentos, en todo el cuer- po de la cristiandad sin tomar en consideracién a las perso- nas, sean éstas el papa, los obispos 0 sacerdotes, los monjes o monjas o lo que sea. Si para obstaculizar a la autoridad secular fuera suficiente el hecho de que es un oficio inferior, entre los ministerios cristianos, al de predicador, confesor o al orden eclesiastico, habria que impedir también que los sastfes, zapateros, canteros, carpinteros, cocineros, bodegue- ros, campesinos y todos los oficios laicos diesen al papa, a los obispos y a los sacerdotes zapatos, vestidos, casa, comi- da, bebida o rentas. Si se deja a estos seglares desarrollar sus trabajos sin impedimentos, qué van a hacer entonces los es- critores romanos con sus leyes, que utilizan para escaparse de la accién del poder secular cristiano y con las que pueden obrar abiertamente el mal, dando cumplimiento a lo que dijo San Pedro: «Entre vosotros habra falsos maestros que in- troduciran bajo cuerda sectas perniciosas»? ' Por ello, el poder secular cristiano debe desempefiar su mi- nisterio libremente, sin impedimentos, sin tomar en consi- deracién si afecta al papa, a un obispo o a un sacerdote; quien sea culpable, que lo sufra; lo que ha dicho el derecho cané- nico en contra es una mera presuncién romana. Pues S. Pa- blo dice a todos los cristianos: ; o ¢tenemos que rezar también «creo en el papa de Roma», reduciendo asi la iglesia cristiana entera- mente a 22 hombre, lo que no seria sino un error diabélico e infernal? Ademis, todos somos sacerdotes, como se ha dicho antes, todos tenemos wna fe, un Evangelio, un so/o sacramento: écémo no ibamos a tener también el poder para apreciar y juzgar lo que es justo o injusto en la fe? gDénde se queda la palabra de Pablo, 7 Corintios 2,15: «el hombre de espiri tu puede enjuiciarlo todo mientras a él nadie puede enju ciatlo» y 2 Corttios 4,13: «tenemos todos el mismo espiritu de fe»? ¢Cémo no ibamos a sentir tan bien como un papa incrédulo lo que es o no conforme con la fe? Por todos estos y otros muchos pasajes tenemos que convertirnos en libres y valientes y no tenemos que dejar enfriar el espiritu de la libertad (como lo llama Pablo)” con palabras imaginarias de los papas, sino que debemos juzgar libremente todo lo que ellos hacen u omiten segiin nuestra fiel comprensién de la Escritura y obligarles a seguir el mejor entendimiento y no el suyo propio. Hace afios Abraham tuvo que escuchar a su Sara, que habia sido sometida a él con una dureza que nadie ha superado en la tierra”? y también el asno de Ba- laam fue mis listo que el mismo profeta*‘. Si Dios hablé entonces a través de un asno contra un profeta, épor qué no iba a poder hablar a través de un hombre piadoso contra el papa? Mas todavia, S$. Pablo reprime a S. Pedro por estar equivocado en Gé/atas 2,11 y s. Por esto corresponde a todo cristiano, por haber aceptado la fe, comprenderla y defen- derla y condenar todos los errores. La tercera muralla cae pot si misma cuando caen las dos primeras. Si el papa actéia contra la Escritura, nosotros esta- mos obligados a defenderla y a castigar al papa y a corregirlo segin la palabra de Cristo, Mateo 18,15: «Si tu hermano te ofende, ve y hazselo ver, a solas entre los dos; si no te hace caso llama a otro o a otros dos. Si no te hace caso, diselo ala comunidad y si no hace caso ni siquiera a la comunidad, considéralo como un pagano». Aqui se le ordena a todos los miembros que se preocupen de los dem4s; cuanto més tene- mos que hacerlo nosotros cuando quien acta mal es un miembro que gobierna la Comunidad, que, con sus obras, causa a los demas mucho dafio y escndalo. Si debo denun- ciarlo ante la comunidad tengo que reunirla ya. No tienen tampoco ningtin fundamento en la Escritura para atribuir Gnicamente al papa la facultad de convocar o aprobar un concilio sino sdlo en sus propias leyes que valen en cuanto no perjudiquen a la cristiandad y a las leyes de Dios. Si el papa es culpable, pierden su vigencia tales leyes porque es perjudicial para la cristiandad no juzgarlo mediante un concilio. Asi leemos en los Hechos de los Apéstoles 15,6 que no fue S. Pedro quien convocé el cencilio de los apéstoles sino que fueron todos los apéstoles y los ancianos; ahora bien, si esto le hubiese correspondido inicamente a S. Pedro no habria sido un concilio cristiano sino un conciliabulo heréti- co. Tampoco el famoso Concilium Nicaenum fue convoca- do ni ratificado por el obispo de Roma, sino por el empera- dor Constantino; y después de él otros muchos emperadores han hecho lo mismo y han resultado ser los concilios mas cristianos de todos”. Si sdlo el papa tuviese el poder de convocarlos, todos habrian sido heréticos. Incluso cuando mi- ro los concilios que ha hecho el papa no encuentro que se haya realizado nada especial en ellos. Asi pues, si la necesidad lo exige y el papa es dafiino para la cristiandad, el primero que pueda, como miembro fiel de todo el cuerpo, debe hacet algo para que se celebre un con- cilio auténtico, libre, y nadie mejor que la espada secular puede hacerlo, especialmente ahora que es también cocris- tiana, cosacerdote, coeclesiastica, copoderosa en todas las cosas y teniendo el deber de desempefiar con libertad su cargo y funcién, que han recibido de Dios, por encima de cualquic- fa, si es necesario y Gtil que los desempefien. ¢No seria un comportamiento antinatural que, en un fuego en una ciu- dad, todos tuvieran que permanecer inactivos y dejar que el fuego quemara todo lo que pueda arder s6lo porque no tuvieran el poder del burgomaestre o porque el fuego afec- tara, quiz4, a la casa del burgomaestre? ¢No esta cada uno obligado a movilizar a los otros y a convocarlos? Con mucha mayor faz6n se est4 obligado en la ciudad espiritual de Cris- to, cuando se levanta el fuego del escdndalo, sea en el go- bierno papal o donde quiera que sea. Lo mismo ocurre cuan- do los enemigos asaltan una ciudad: el honor y el agtadeci- miento lo gana el primero que retine a los demas. ¢ Por qué, pues, no iba a merecer el honor quien denuncie a los ene- migos infernales y despierte a los cristianos y los convoque? No tiene ningiin fundamento que ellos digan que no es licito luchar contra su poder. Nadie en la cristiandad tiene poder para hacer dafio, para prohibir que se combata el da- fio. No hay otto poder en la iglesia que no sea para su per- feccionamiento. Por esta raz6n si el papa quisiera utilizar el poder para impedir que se celebre un concilio libre, se im- pediria con ello una mejora de la iglesia y, por consiguiente, no debemos tomarlo en consideracién ni a él ni a su poder y, si ex-comulga y truena, habria que despreciarlo como a un loco y, confiando en Dios, ex-comulgarlo y expulsarlo, a su vez, como se pueda, pues tal poder temerario no es na- da, ni tampoco lo tiene y pronto se destruye con un pasaje de la Escritura donde Pablo dice a los corintios: «Dios me ha dado el poder pata mejorar la cristiandad, no para destruirlas 2°, ;Quién quiere saltarse este versiculo? Es del diablo y del anticristo el poder que combate lo que sitve pa- ta el mejoramiento de la cristiandad, por lo que no hay que obedecer a ese poder en absoluto sino oponérsele con el cuer- po, los bienes y con todo lo que podamos. Y si sucediera un milagro a favor del papa y contra el po- der secular o si alguien provocara una plaga, como preten- den que ha sucedido muchas veces, hay que considerar que han sucedido sélo por el diablo, por haberse roto nuestra fe en Dios, como el mismo Cristo ha proclamado en Mateo 24,34: «saldran cristianos falsos y profetas falsos con mi nom- bre, con tal ostentacién de sefiales y portentos que extravia- r4n a los mismos elegidos» y S. Pablo dice a los tesalonicen- ses que el anticristo sera poderoso en falsos milagros por obra de satanas?’. Retengamos, por tanto, que el poder cristiano no puede estar contra Cristo, como dice S$. Pablo: «no tenemos poder alguno contra Cristo, sdlo en favor de Cristo» ”*. Si el po- der realiza algo contra Cristo es el poder del anticristo y de! demonio, aunque Iluevan y granicen milagros y plagas. Milagros y plagas no prueban nada, especialmente en estos Ultimos tiempos, muy calamitosos, para los que toda la Es- critura ha anunciado falsos milagros. Por esto tenemos que agarrarnos a las palabras de Dios con fe firme, y entonces el diablo dejara sus prodigios. Espero que con todo lo anterior se destruya el miedo falso y engafioso con el que los romanos nos han creado, durante largo tiempo, una conciencia apocada y pusilanime y que se vea que ellos estén sometidos a la espada, igual que todos nosotros, que no pueden interpretar la Escritura basandose en su mera fuerza y sin conocimientos y que no tienen nin- gan poder para prohibir un concilio ni para hipotecarlo ni para coaccionarlo o quitarle su libertad; y si lo hacen queda claro que pertenecen vetdaderamente a la comunidad del an- tictisto y del demonio y no tienen nada de Cristo, salvo el nombre. 1 Nicolas von Amsdorff (1483-1565), profesor de la Facultad de Teolo- gia de la Universidad de Wittenberg. Acompaiié a Lutero en la disputa de Leipzig contra Eck (1519) y a la Dieta de Worms (1521). ? Vid. Eclesiastés 3,7. 3 Como fraile, Lutero Ilevaba capucha y tonsura. 4 Alusion al dicho monacus semper praesens 0 quidquid agit mundus monachus vult esse secundus: se encuentra en Muziano (1471-1526) como titulo de una poesia y también en un sermon de Geiler von Karserberg (1445-1510). > Vid. 1 Corintios 3,18. 6 Concilios reformadores fueron el de Constanza (1414-18), el de Basi- lea (1431-49) y el 5.° Lateranense (1512-17). 7 Federico I Barbarroja (1152-1190) acord6 en 1176, después de la ba- talla de Legnano, una paz poco ventajosa con el papa Alejandro III. Fede- rico II (1212-1250) no sali6 triunfante de su lucha con el papado. 8 Julio II (1503-1513), mas guerrero que eclesiastico, habia formado la Liga de Cambrai en 1508 contra Venecia y la Liga Santa en 1512 contra Francia. 9 Vid. Jueces 20,21. El texto biblico dice 20.000. 10 Asi flarma Lutero a los partidarios y defensores de la soberania papal. La idea de las 3 murallas esta en la Eneida de Virgilio, V1, 549. También el Vadiscus oder die rémische Dreifaltigkett de Ulrich von Hutten (1488-1523). 1 EB) 5.° Concilio Lateranense (1512-17) no realiz6 sus proyectos de re- forma. 12 Vid. Josué 6,20. 3 Vid. Apocalipsis 5,10. 14 Agustin, obispo de Hipona, padre de la iglesia latina (354-430); Am- brosio, obispo de Milan, padre de la iglesia latina (340-397); Cipriano, obispo de Cartago (hacia 210-258). 15 Cardcter indeleble, imborrable. Segin la doctrina catélica los sacra- mentos del bautismo, confirmacién y orden imprimen cardcter, un sello im- borrable. 16 Vid. 2 Pedro 2,1-3. 17 Vid. Romanos 13,1-7, 1 Pedro 2,13. 18 Segiin Decretum Gratiani, 1, Distinctio 40, can. 6. 19 Gregorio I, papa (590-604). Vid. Regula Pastoralis, II, 6, en MIG- NE,PL 77, col. 34. 20 Vid. Decretum Gratiani, 1, dist. 19, can. 1, 2. 21 Vid. Lucas 22,32. 22 Vid. 2 Corintios 3,17. 23 Vid. Génests 21,12. 24 Vid. Naémeros 22,28. 25 El Concilio de Nicea (325), el primer concilio ecuménico, fue convo- cado para examinar la disputa sobre el arrianismo. 26 Vid. 2 Corintios 10,8. 27 Vid. 2 Tesalonicenses 2, 9 y Ss. 28 Vid. 2 Corintios 13,8. i ‘ . i SOBRE LA AUTORIDAD SECULAR: HASTA DONDE SE LE DEBE OBEDIENCIA (1523) En la segunda quincena de octubre de 1522 predicé Lutero varios sermo- nes en Weimar, dedicando dos de ellos al tema de la autoridad secular. Por su cortespondencia sabemos que queria poner por escrito estas reflexiones. El 7 de noviembre de 1522 el duque Georg de Sajonia (ducado) prohibié la venta de la traduccién del Nuevo Testamento que Lutero habia realizado. También en Baviera habia sido prohibida. Este fue el motivo final que le lev a redactar este escrito, preocupado por los excesos del poder secular. Von weltlicher Obrigheit, wie weit man ihr Gehorsam schuldig set sc pu- blicé entre el 12 y el 21 de marzo de 1523. El escrito esti dedicado al duque Johann de Sajonia (Sajonia electoral), hermano del principe elector Friedrich If, llamado el Sabio, a quien suce- deria en 1525, y lleva fecha de Afio Nuevo de 1523 que, segtin la costum- bre de la época, corresponde a la Navidad (de 1522). En Von welthcher Obrigkett... desarrolla Lutero la denominada doctri- na de los dos reinos. La traducci6n sigue el texto de la edicién de Weimar: WA 11, 245-280. A su alteza y muy noble principe y setor, Juan, duque de Sajonia, conde en Turingia y marqués de Meissen, mi be- nevolente senor. ;Gracia y paz en Cristo! La necesidad y los ruegos de muchas personas, y en pri- mer lugar el deseo de Vuestra Alteza, me obligan, ilustrisi- mo y benevolente sefior, a escribir sobre la autoridad secular y su espada, sobre c6mo debe usarse cristianamente y hasta donde se le debe obediencia. Mis palabras las mueve la pa- labra de Cristo, Mateo 5,39 y s.: «No debes resistir al mal sino cede ante tu adversario, y a quien te quite la tinica da- le también la capa», y Romanos 12,19: «Mia es la venganza, dice el Sefior, yo daré lo merecido». En tiempos pasados el principe Volusiano ' reproché estos versiculos a S. Agustin y combatié la doctrina cristiana porque dejaba a los malos hacer el mal y porque no era compatible con la espada secular. También los sofistas? de las universidades han chocado con estos textos, pues segtin ellos, no se podrian conciliar ambos entre si. Para no convertir en paganos a los principes han ensefiado que Cristo no ordené estos mandamientos si- no que sélo los aconsejé para los perfectos. Seguin esto, Cris- to tendria que mentir y estar equivocado para que los prin- cipes mantuvieran su honor. Los ciegos y miserables sofistas no podian dignificar a los principes sin rebajar a Cristo. Su venenoso error se ha extendido a todo el mundo, de modo que todos consideran esta doctrina de Cristo como consejos para los perfectos y no como mandamientos obligatorios y comunes para todos los cristianos; han Ilegado tan lejos que han permitido para el perfecto estado episcopal, incluso pa- ra el mas perfecto de todos, el del papa, la imperfecta con- dicién de la espada y de la autoridad secular y no sdlo eso sino que a nadie en la tierra se las han atribuido tanto como a ellos. El diablo se ha posesionado tanto de los sofistas y de las universidades que ellos mismos no saben lo que ha- blan y ensefian ni cémo lo hacen. Espero, en cambio, poder instruir a los principes y a la autoridad secular pata que permanezcan cristianos y Cristo permanezca como el Sefior, sin convertir, no obstante, los mandamientos de Cristo en consejos, en beneficio de ellos. Haré esto come un servicio de stitbdito a Vuestra Alteza y para utilidad de todo el que lo necesite, para alabanza y gloria de Cristo, nuestro Sefior. Encomiendo a Vuestra Alteza y a toda su familia a la gracia de Dios, pidiéndole que la quiera conceder misericordiosamente. Amén. Wittenberg, dia de afio nuevo de 1523°. Servidor de Vuestra Alteza Martinus Luther. ' Volusiano, procénsul. Vid. S. Agustin, Epistulae 136 y 138, en MIG- NE PL 33, 514 ys. y 525 ys. 2 Designa asi a los tedlogos escolésticos. 3 Se trata de la Navidad de 1522. Hace poco tiempo escribi un librito a la nobleza alemana e indiqué cuales eran su ministerio y su funct6n cristianos*. Cémo se han orientado por él lo tenemos a la vista. Por esto debo dirigir mi celo en otra direcci6n y escribir ahora lo que deben dejar de hacer y lo que no deben hacer y espero que se guien ahora como lo hicieron por aquel librito, permane- ciendo principes, eso si, pero sin llegar nunca a ser cristia- nos. Pues Dios todopoderoso ha vuelto locos a nuestros prin- cipes de tal manera que no piensan otra cosa sino que pue- den hacer y prohibir a sus sibditos lo que quieran (y los stib- ditos también se equivocan al creer que estan obligados a obedecer todo eso), hasta el punto que han comenzado ahora a ordenar a las gentes que se desprendan de ciertos libros y que crean y mantengan lo que ellos dicen *; con estas ac- ciones tienen la audacia de sentarse en la silla de Dios y do- minar las conciencias y la fe y darle lecciones al Espiritu San- to segtin su loco cerebro. Y, no obstante, pretenden que na- die les diga nada y que se les siga llamando sefiores benevo- lentes. Escriben y hacen escribir que el emperador lo ha pedido y que quieren ser obedientes principes cristianos, como si real- mente lo tomaran en serio y no se les notata su malicia. Si el emperador les tomara un castillo o una ciudad o les im- pusiera cualquier cosa injusta, ibamos a ver con qué facili- dad descubrian que debian oponerse al emperador y no obe- decerle. Pero cuando se trata de maltratar a los pobres hom- bres y de expiar su maldad con la palabra de Dios dicen que es por obediencia al mandato del emperador. A estas gentes se les llamaba antes canallas; ahora hay que llamarles obe- dientes principes cristianos. Sin embargo, no permiten que nadie sea interrogado o se defienda, por mucho que se insis- ta; para ellos resultaria insoportable que el emperador u otra persona se comportara con ellos de la misma forma. Estos son los principes que gobiernan el imperio en los paises ale- manes; es por esta raz6n por lo que en todos los territorios van tan bien las cosas, como veremos. Como la célera de estos locos basta para exterminar la fe cristiana, para negar la palabra de Dios y ultrajar la majes- tad divina, no puedo ni quiero soportar por mas tiempo a mis inclementes y coléricos sefiores y tengo que oponerme a ellos, al menos con la palabra. Y si no he tenido miedo de su idolo, el papa, que amenaza con quitarme el alma y el cielo, debo mostrar que tampoco tengo miedo a sus esca- mas y a sus pompas°, que amenazan con robarme el cuer- po y la tierra. Dios haga que monten en célera hasta que desaparezcan los habitos grises’ y nos ayude a no morir por sus amenazas. Amén. En primer lugar, hemos de fundamentar s6lidamente el derecho y la espada seculares de modo que nadie pueda du- dar de que estén en el mundo por la voluntad y orden de Dios. Los versiculos que los fundamentan son éstos: Roma- nos 13,1 s.: y «El sefior es juez sobre los hombres». Y los Hechos de fos Apéstoles, 1,24: «Dios conoce los corazones». Y Jerensias, 17,9 y s.: «Malo e impenetrable es el corazén del hombre, équién puede escudrifiarlo? Yo, el Sefior, que sondea los co- razones y los rifiones». Un tribunal debe y tiene que estar muy seguro cuando juzga y debe verlo todo a plena luz. Pe- to los pensamientos y los sentimientos del alma no se reve- lan a nadie excepto a Dios, por lo que resulta indtil e impo- sible obligar o constrefiir a alguien por la fuerza a que crea de un modo u otro. Para esto hace falta otro método, la fuerza no puede nada. Me asombran esos grandes locos cuando de- claran undnimemente De occultis non tudicat Ecclesia, \a ighe- sia no juzga las cosas secretas. Si la iglesia, con su gobierno espiritual, sdlo gobierna los asuntos manifiestos, gcémo se permite el insensato poder secular juzgar y regular una cosa secreta, espiritual y oculta como es la fe? Ademéas, cada uno corre su propio riesgo en su manera de creer y debe vigilar por si mismo que su fe sea verdadera. Asi como nadie puede ir al infierno 0 al cielo por mi, tam- poco nadie puede creer o no creer por mf; y de la misma manera que no puede abrirme o cerrarme el cielo o el infier- no, tampoco puede llevarme a creer 0 a no creer. Creer 0 no creer, por tanto, depende de la conciencia de cada cual, con lo que no se causa ningiin dafio al poder secular; tam- bién éste ha de estar contento, ha de ocuparse de sus asun- tos y permitir que se crea de ésta o de aquella manera, como cada uno quiera y pueda, sin obligar a nadie. El acto de fe es libre y nadie puede ser obligado a creer. Se trata, en reali- dad, de una obra divina que viene del Espiritu y que, por consiguiente, ningiin poder la podria hacer o imponer. De aqui procede el dicho comiin, que también esté en Agustin: nadie puede ni debe ser obligado a creer". Estas pobres y ciegas gentes no ven, ademas, la inanidad ¢ imposibilidad de su intento. Por grande que sea su fuerza y por muchas que sean sus amenazas, sélo podrian obligar a las gentes a que les siguieran con la boca y con la mano; no pueden forzar el coraz6n, aunque lo desgarraran; el pro- verbio dice la verdad: los pensamientos estén exentos de aduana. ;Por qué, entonces, quieren obligar a la gente a creer con el coraz6n ¢éuando ven que es imposible? Al hacerlo asi fuerzan las couciencias débiles a mentir, a renegar y a decir algo distinto de lo que tienen en el corazén y ellos mismos se cargan de esta manera con horribles pecados ajenos, pues todas las mentiras y las falsas confesiones cometidas por con- ciencias tan débiles recaen sobre quien las violenta. Seria mu- cho més facil que, aunque sus stibdites estuviesen en el error, los dejasen errar antes que forzarles a mentir y a decir algo distinto a lo que llevan en su coraz6n; no es justo combatir el mal con algo peor. éQuieres saber por qué Dios dispone que los principes tem- porales procedan de modo tan horroroso? Te lo voy a decir. Dios les ha pervertido el sentido y quiere terminar con ellos igual que con los sefiores eclesiasticos. Mis inclementes se- fiores, el papa y los obispos, debian ser obispos y predicar la palabra de Dios. Han abandonado esta tarea y se han con- vertido en principes temporales, gobernando con leyes que s6lo conciernen al cuerpo y a los bienes. Lo han invertido finamente: deberian gobernar las almas interiormente con la palabra de Dios y, sin embargo, gobiernan externamente palacios y ciudades, paises y gentes y torturan las almas con tormentos indescriptibles. Los sefiores seculares deberian go- bernar externamente el pais y las gentes, pero no lo hacen. No hacen otra cosa que vejar y despojar, imponer peaje tras peaje, un impuesto detras de otro y soltar un oso aqui y un lobo alla; no se encuentra en ellos, ademas, ni derecho, fi- delidad o verdad y actiian de una manera que seria excesiva para ladrones y canallas y su gobierno secular se encuentra tan caido como el gobierno de los tiranos eclesidsticos. Por esto Dios pervierte su espiritu también, para que procedan contra el sentido y quieran gobetnar espiritualmente sobre las almas, al igual que los otros quieren gobernar temporal- mente, y asi, confiados en si mismos, carguen con los peca- dos ajenos, con el odio de Dios y de todos los hombres hasta que perezcan con los obispos, los curas y los monjes —canallas con canallas—; después echan la culpa al Evangelio y, en vez de confesarse, blasfeman contra Dios diciendo que es nues- tra predicacién la causa de todo esto. Es su pervertida mal- dad la que ha merecido esto y lo sigue mereciendo sin cesar; asi se comportaban también los romanos cuando fueron des- truidos. Mira, ahi tienes el designio de Dios sobre estos gran- des bobos. Pero no han de creerlo, a fin de que este desig- nio divino no sea obstaculizado por su arrepentimiento. Si ta dices: Pablo ha dicho en Romanos 13,1: sométase todo hombre al poder y a ta autoridad; y Pedro dice: debe- mos ser siibditos de toda institucién humana, yo respondo: me vienes a propésito; pues los pasajes estan a mi favor. S. Pablo habla de autoridad y de poder. Té has ofdo ahora que nadie, excepto Dios, tiene poder sobre las almas. Por lo tan- to, S. Pablo no ha podido hablar de obediencia alguna sino donde pueda haber poder. De ahi se sigue que él no habla de la fe, se sigue que el poder secular no debe gobernar la fe; él habla de los bienes externos, de ordenarlos y gober- narlos en la tierra. Esto lo muestran con claridad sus pala- bras, pues a ambos, al poder y a la obediencia les sefiala su limite al decir: «Dad a cada cual lo suyo, tributo al que se le deba tributo, impuesto al que se le deba impuesto, honor al que se le deba honor, respeto a quien se le deba respeto». Mira, pues, la obediencia y el poder temporales slo afectan al impuesto, a los tributos, al honor y al respeto, que son cosas externas. También al decir: «No hay que temer.al po- der por las buenas obras sino por las malas», limita el poder a que domine las malas obras, no la fe o la palabra de Dios. Esto lo quiere igualmente S. Pedro cuando dice: «Institu- cién humana». Ahora bien, ninguna institucién humana puede extenderse hasta el cielo y sobre el alma, solamente puede extenderse a la tierra, a las relaciones externas de los hombres entre si, donde los hombres pueden observar, co- nocer, juzgar, apreciar y salvar. Todo esto lo ha distinguido el mismo Cristo sutilmente y lo ha resumido brevemente cuando dice en Mateo 22,21: «Dad al césar lo que es del cé- sar y a Dios lo que es de Dios». Si el poder imperial se exten- diera al reino de Dios y no fuera un poder particular, no los habria diferenciado. Como ya se ha dicho, el alma no esta bajo el poder del emperador, éste no puede adoctrinarla, ni gobernarla, ni matarla ni vivificarla ni atarla ni desatarla, ni juzgarla ni condenarla, ni detenerla ni liberarla (todo esto tendria que poderlo si el emperador tuviera poder para man- dar sobre ella ¢ imponerle leyes); sdlo tiene que ver con el cuerpo, los bienes y el honor, pues estas cosas estan bajo su poder. David expresé todo esto, hace tiempo, en un breve y be- Ilo pasaje al decir en el Sa/mo 115,16; «He dado el cielo al sefior del cielo, pero la tierra la he dado a los hijos de los hombres». Esto es: en lo que esta en la tierra y pertenece al reino terrenal y temporal ha recibido el hombre poder de Dios; pero lo que pertenece al cielo y al reino eterno esta exclusivamente bajo el sefior celestial. Tampoco lo olvidé Moisés cuando dice en Géneszs 1,26: «Dijo Dios: hagamos al hombre para que gobierne sobre los animales en la tierra, sobre los peces en el mar, sobre los pajaros en el aire». El gobierno externo de estas cosas se ha atribuido a los hom- bres. En resumen, la idea es ésta, como dice S. Pedro en He- chos de los Apéstoles 5,29: «Hay que obedecer a Dios antes que a los hombres». Con estas palabras pone é] también un limite claro al poder secular. Si hubiera que obedecer todo lo que el poder secular quisiera, en vano habria dicho que hay que obedecer a Dios antes que a los hombres. Si tu principe o sefior temporal te manda estar del lado del papa o creer de ésta o aquélla manera o te manda desha- certe de ciertos libros, tendrias que decirle: «No le corres- ponde a Lucifer sentarse junto a Dios; Sefior mio, estoy obli- gado a obedeceros con mi cuerpo y con mis bienes; orde- nadme en la medida de vuestro poder en la tierra y os segui- ré. Pero si me ordendis creer y deshacerme de libros, no os obedeceré. Pues entonces sois un tirano y vais demasiado al- to, mandais donde no tenéis derecho ni poder, etc.». Si, a causa de esto, te despoja de tus bienes y castiga tu desobe- diencia eres bienaventurado y debes dar gracias a Dios por ser digno de suftir por causa de la palabra divina; deja a ese loco montar en célera, que ya encontrara su juez. Yo te digo que si no te opones a él y le permites que te quite la fe o los libros, has renegado verdaderamente de Dios. Te doy un ejemplo de lo que estoy diciendo: En Meissen, en Baviera y en la Mark, y en otros lugares, han promulgado un edicto en virtud del cual debe entregarse a las autorida- des el Nuevo Testamento. En este caso, los stibditos deben hacer lo siguiente: no deben entregar ni una sola hoja, ni una sola letra, bajo pena de perder su salvacién. Quien lo haga, entrega a Cristo a Herodes, pues ellos actttan como asesinos de Cristo, igual que Herodes. Deben tolerar que en- tren en sus casas y les quiten por la fuerza los bienes o los libros. No hay que resistir al mal sino sufrirlo; pero no hay que aprobarlo ni servirlo ni secundarlo ni dar un paso 0 mo- ver un dedo para obedecerlo. Estos tiranos acttian como co- rresponde a principes seculares, son principes «mundanos» y el mundo es enemigo de Dios; por esto han de hacer lo que es contra Dios, pero conforme al mundo pata no perder su honor, permaneciendo como principes seculates. No te extrafies, por tanto, de que rabien y cometan locuras contra el Evangelio; han de hacer honor a su titulo y a su nombre. Debes saber también que, desde el comienzo del mundo, un principe sensato es un pajaro raro y mas raro todavia es un principe piadoso. En general son los locos mas grandes o los peores canallas de la tierra; por esta raz6n hay que estar prteparados para lo peor con ellos y no se puede esperar nada bueno de ellos, especialmente en las cosas divinas que afec- tan a la salvacion del alma. Son los carceleros y verdugos de Dios y la célera divina los utiliza para castigar a los malos y conservar la paz externa. Hay un gran Sefior, nuestro Dios, que debe tener tales ilustrisimos, nobles y ricos verdugos y esbirros y que quiere que todos les den riqueza, honor y res- peto en gran abundancia. Agrada a la divina voluntad que llamemos a sus verdugos benevolentes sefiores y que nos atro- dillemos y seamos sus stibditos con toda humildad, siempre que no extiendan su oficio demasiado y quieran convertirse de verdugos en pastores. Si se da el caso de que un principe sea sensato, piadoso o cristiano es éste uno de los mayores milagros y la sefial mas preciada de la gracia divina hacia un pais. Por lo general, las cosas suceden segiin el pasaje de Isaias 3,4: Les daré muchachos como principes y chiquillos seran sus gobernantes» y de Oseas 13,11: «Airado te daré un rey y encolerizado te lo quitaré>. El mundo es demasiado malo y no merece tener muchos principes sensatos y piadosos. Las ranas necesitan sus cigiiefias. Y si ta me dices: si, el poder secular no obliga a creer, sdlo impide externamente que se seduzca a las gentes con doctrinas falsas, ¢cOmo se puede luchar, entonces, contra los herejes? Mi respuesta: esto deben hacerlo los obispos, a ellos se les ha encomendado ese ministerio y no a los principes. Pues la herejia no puede reprimirse con la fuerza; hay que hacerlo de un modo totalmente diferente, se trata de una lucha y una actuaci6n con medios diferentes a la espada. Es la palabra de Dios la que debe luchar aqui; si ella no tiene éxito, sin éxito quedar4, con toda seguridad, con el poder secular, aunque bafie el mundo en sangre. La herejia es un asunto espiritual, que no puede golpearse con el hierro ni quemarse con el fuego ni ahogarlo en el agua. Sélo esta la palabra de Dios que lo har4, como dice Pablo en 2 Corintios 10,4; «Nuestras armas no son carnales, son poderosas en Dios para derribar torreones y consejos que se levanten contra el conocimiento de Dios y hacemos prisionero a todo espiritu al servicio de Cristo». Ademfs, no hay nada més fuerte que la fe o la herejia cuando se lucha contra ellas con la fuerza bruta, sin la pala- bra de Dios. Téngase por cierto que la fuerza no tiene una causa justa y acttia contra el derecho y procede sin la palabra de Dios y no sabe imponerse mas que por la fuerza bruta, como hacen los animales irracionales. Tampoco en los asun- tos temporales se puede proceder con Ja fuerza, a no ser que la injusticia hubiera sido eliminada previamente con el de- recho. jCuanto ms imposible cs, en estos asuntos espiritua- les, actuar con la fuerza, sin el derecho y sin la palabra de Dios! Mira, por tanto, cuan sutiles e inteligentes son estos sefiores. Quieren desterrar la herejia, pero con unos medios que, por el contrario, la fortalecen, volviéndose ellos mis- mos sospechosos y dando la raz6n a los otros. Amigo mio, si quieres desterrar la herejia debes encontrar el medio de extirpatla de los corazones ante todo y de apartarla en pro- fundidad de la voluntad. Con la fuerza no acabaras con ella sino que la fortaleceras. ¢De qué te sirve fortalecer la herejia en el coraz6n debilitandola solamente en la lengua y forzando ala mentira? La palabra de Dios, en cambio, ilumina los corazones y con ella caen del coraz6n, por si mismos, todas las herejias y todos los errores. Sobre esta destruccién de la herejia hizo un anuncio el pro- feta Isaias en el capitulo 11 diciendo: «Herira la tierra con la vara de su boca y matara al impio con el espiritu de sus labios», Ahi ves que ha sido establecido que el impio sera muerto o convertido con la boca. En resumen: estos princi- pes y tiranos no saben que luchar contra la herejia es luchar contra el demonio, que posee los corazones con el engafio, como dice Pablo en Efesios 6,12: «No tenemos que luchat con la carne y la sangre, sino con el espiritu del mal, con los principes que gobiernan estas tinieblas, etc.». Por esto, mientras no se rechace al diablo y se le expulse de los cora- zones es igual que mate yo sus recipientes con la espada o con el fuego, como si luchara contra el relampago con una paja. Esto lo ha testimoniado abundantemente Jo 41, cuan- do dice que el diablo tiene al hierro por paja y no tiene nin- gun poder en la tierra. La experiencia nos lo muestra tam- bién. Aunque se queme por la fuerza a todos los judios y herejes, ni uno solo se convenceria ni se convertifia por ese procedimiento. Sin embargo, este mundo ha de tener tales principes para que nadie se ocupe de su funcién. Los obispos han de decli- nar la palabra de Dios y no han de gobernar con ella las al- mas sino que han de ordenar a los principes seculares que las gobiernen con la espada. Por su parte, los principes tem- porales han de permitir que se cometan —y han de come- terlos ellos mismos—, la usura, el robo, el adulterio, el ase- sinato y otras malas obras, dejando que los obispos los casti- guen con la excomuni6n; asi todo estara patas arriba: gober- nar las almas con el hierro y el cuerpo con bulas de excomu- nién, de modo que los principes seculares gobiernen espiri- tualmente y los principes eclesiasticos gobiernen secularmen- te. Qué otra cosa tiene que hacer el diablo en la tierra sino engafiar a su pueblo y jugar al carnaval? Estos son nuestros principes cristianos que defienden la fe y se comen al turco. Son, por supuesto, finos compajieros en los que hay que con- fiar: algo lograran con su fina inteligencia, es decir, partirse el cuello y llevar al pais y a la gente a la miseria y a la desgracia. Yo querria, por esta raz6n, aconsejar a estos ciegos princi- pes, con toda fidelidad, que se pusieran en guardia frente aun versiculo muy corto que est4 en el Sa/mo 107: effundit contemptum super principes “, Os juro por Dios que si pa- sdis por alto que este pequefio versiculo es comin entre vo- sottos, estdis perdidos, aun cuando cada uno de vosottos fuera tan fuerte como el turco, y de nada os servira vuestra rabia y vuestro furor. Una gran parte de ese desprecio ya ha co- menzado. Pues hay pocos principes a los que no se tenga por locos 0 canallas. Esto proviene de que se comportan co- mo tales y el hombre comin se esta dando cuenta y la plaga de los principes, que Dios llama contemptum, se extiende con fuerza entre el pueblo y el hombre comin. Y me temo que no pueda frenarse si los principes no se comportan co- mo principes y comienzan de nuevo a gobernar con la razon y con honestidad. No se tolerar4 a la larga vuestra tirania y vuestra arrogan- cia, ni se puede ni se quiere tolerar. Mis queridos principes y sefiores, sabed ateneros a esto: Dios no quiere soportarlo por mas tiempo. Ya no existe un mundo como el de antes, en el que cazabais y batiais a la gente como a un venado. Abandonad, pues, vuestra violencia y vuestra malicia, pen- sad en actuar con justicia y dejad que la palabra de Dios tenga el camino que quiere tener, que debe y que ha de tener, y que vosotros no impediréis. Si hay herejia, que se venza, como es debido, con la palabra de Dios. Si utilizais mucho la espada, cuidad que no venga otro, y no en el nombre de Dios, que os mande envainarla. Pero tt podrias decir: si entre los cristianos no debe existir ninguna espada secular, ¢cémo van a ser gobernados en el orden externo? Debe haber, por tanto, también entre los cris- tianos una autoridad. Mi respuesta: entre los cristianos no tiene que haber, ni puede haber, ninguna autoridad, cada uno esta sometido a los otros, como dice Pablo en Romanos 12,10: «Cada uno debe considerar al otro como su superior». Y 1 Pedro 5,5: «Sed sibditos unos de otros». Esto también lo quiere Cristo, Lucas 14,10: «Cuando fueres invitado a una boda, siéntate en el Gltimo sitio». Entre los cristianos no hay superior, pues sélo lo es Cristo mismo. ¢Y qué autoridad pue- de haber si todos son iguales y tienen el mismo derecho, po- der, bienes y honor? Ademas, nadie anhela ser superior al otro sino que cada uno quiere ser inferior al otro. Donde existen tales hombres no se podria establecer, en absoluto, ninguna autoridad, aunque se quisiera, porque su naturale- za e indole no tolera tener superiores, ya que nadie quiere ni puede ser superior. Donde no existen gentes de esta in- dole, no hay tampoco verdadetos cristianos. éQué son, entonces, los sacerdotes y los obispos? Mi res- puesta: su gobierno no es una autoridad 0 un poder sino un servicio y un ministerio, pues no son superiores ni mejores que los demas cristianos. Por lo tanto, no deben imponer leyes o mandatos a los otros sin el consentimiento de éstos; su gobierno consiste en predicar la palabra de Dios para di- rigit a los cristianos y vencer la herejia. Como se ha dicho

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