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El epigrafe en la obra de Jorge Luis Borges Adam Elbanowski definicién de esta forma literaria. El epigrafe es una cita que aparece al principio del texto y que se refiere a otras obras pero, al mismo tiempo, se integra al texto que precede. El epigrafe forma parte del paratexto! colocado en el umbral de la obra, en otras palabras, se con- vierte en una especie del “exergo integrado”.2 Lo esencial del epigrafe es su brevedad. En Borges, esta idea, acorde con los principios de la poética del autor, es llevada al extremo. Entre los 33 epigrafes analizados, mas de la mitad es constituida por las citas fragmentarias. Es frecuente que Borges reduzca el epigrafe a unas pocas palabras (por ejemplo, en El libro de arena LA)’ 0 a un fragmento incom- E mpecemos el andlisis del epigrafe en la obra de Borges por una 1 E] término “paratexto”, segin Gérard Genette, significa “el umbral del texto”, “la fran- ja del texto", o sea, “la zona de transicin entre el texto y Jo fuera del texto". Ver Gérard Genette, Seuils, Editions du Seuil, Paris, 1987, pp. 7-8. Ver también del mismo autor: Palimpsestes, Editions du Seuil, Paris, 1982, pp. 9-10. 2 Véase Walter Geerts, “L’épigrafe ov l'exergue intégré: contribution 4 une sémantique littératre”, Orbis Litterarum, no. 3, vol. 4, Copenhagen, 1976, pp. 302-307, 3 Las obras de Borges, mencionadas en el presente trabajo, vienen de las siguientes edi- ciones (la sigla entre paréntesis significa el titulo del tomo): Prosa completa (PC), Bruguera, Barcelo 1980, tomo I, Evaristo Corriego (EC), Discusién (DIS), Historia de la eternidad (HE), Ficciones (FIC), Tomo Il; El Aleph (A), Otras Inquisiciones (01), El Informe de Broddie (1B), El libro de la arena (LA), Obra poética, 1923- 1977 (OP), Alianza Editorial / Emecé Editores, Buenos Aires/Madrid, 1987: Cuaderno San Martin (CSM), El Hacedor (HAC), El otro, e! mismo (OM), Elogio de la Sombra (BS), Historia de la noche (HN). El idioma de los argentinos (1A), M. Gleizer Editores, Buenos Aires, 1928. Nuevos Ensayos dantescos (NED), Espasa-Calpe, Madrid, 1983. Veinticineo Agosto 1983 y otros cuentos (VA), Col. La Biblioteca de Babel, Siruela, Madrid, 1983. La rosa de Paracelso, Tigres azuiles, Editorial Swan, Madrid, 1986. 1651 pleto de la frase citada. Otros epigrafes resaltan apenas uno o, rara- mente, un par de versos o frases. En vano seria buscar en la obra de Borges los epigrafes largos y exuberantes. Es significative que Borges, tan abundante dentro de su obra propia en citas ficticias, apécrifas o falsamente atribuidas, se muestre tan conse- cuente en aprovechar las citas auténticas en sus epigrafes. Este tipo del juego narrativo entre el autor y el lector se desarrolla en otros niveles paratextuales, especialmente, en notas. Casi siempre, Borges coloca las citas en su idioma original. Y asi, entre sus epigrafes, figuran 18 citas en inglés, tres en espaiiol, dos en francés, una en alemén, una en latin y otra en antiguo islandés. Sin embargo, hay algunas excepciones: todos los fragmentos de la Biblia, de Alcordn y de Apollodoros (la tinica cita de la literatura antigua clasica), son presenta- dos en la versi6n original espafola, lo que parece un procedimiento obvio y bien justificado. En cambio, algo insdlito resulta el epigrafe al tomo El idioma de los argentinos, dado que el texto inglés (el fragmento de Francis Bradley) aparece en la traduccién espafiola. Indudablemente, las citas en el idioma original dificultan la compren- sién y, en algunos casos, casi imposibilitan la lectura de los fragmentos citados como, por ejemplo, el epigrafe al cuento “Ulrica” LA: el hecho de aducir Vélsunga Saga en la versi6n original hace la cita casi ininteligible. Esto significa que el autor, de acuerdo con su propia “poética epigrafica”, insiste no tanto en el aspecto explicativo o interpretativo del epigrafe, sino mds bien manifiesta, en este caso, su enorme predileccién y aficién al antiguo islandés. El epfgrafe aparece tanto en la poesia, como en la cuentistica y la ensayistica de Borges. No obstante, muy pocas veces se presenta al prin- cipio de un poema o un tomo de poesia. El epigrafe tinicamente precede dos colecciones poéticas (Cuaderno San Martin y Obra poética. 1923- 1977) y los dos poemas (“Elegia de los portones” cas y “El otro tigre” HAC). Mucho mas frecuente es el epigrafe en los cuentos, en especial, los de El Aleph, Ficciones y El libro de arena, aunque nunca figura al principio del tomo. En cuanto a los ensayos, el epigrafe esporddicamente anticipa los textos integrantes del volumen; en cambio, con frecuencia abre los voltimenes mismos: El idioma de los argentinos, Evaristo Carriego, Discusién, Historia de la eternidad. En resumen, en la cuentistica el epi- La cifra (CIF), Alianza Editorial, Madrid, 1986. Biblioteca pesonal /prélogos/ (BPP), Alianza Editorial, Madrid, 1987. Antologia personal (AP), Alianza Editorial, Madrid, 1988, 152 grafe constituye una introduccién al texto particular; en la ensayistica abre los volimenes de textos. En el sentido mas amplio, en la obra de Borges el epigrafe domina la narrativa. Todos los epigrafes de Borges tienen los indices bibliogr4ficos; nunca aparecen citas sin referencias al autor y/o a la obra. En general, la cita viene acompafiada de datos completos: el autor, el titulo y el lugar del fragmento de la obra citada. Estos datos pueden aludir no solamente al capitulo 0 parrafo, sino hasta la pAgina, como en los epigrafes que prece- den “La rosa del Paracelso’VA o “La busca de Averroes"A. Algunas veces, Borges menciona sélo el titulo, sin autor, pero generalmente se refiere a las obras bien conocidas, ademés, siempre es precisado el lugar que ocupa la cita en la obra evocada: Dunciad (“La muralla y los libros” 01), Hamlet (“El Aleph”A), The Anatomy of Melancholy (“La Biblioteca de Babel”FIc), Through the Looking-Glass (“Las ruinas circulares" FIC). Unicamente en dos referencias aparece solo el nombre del autor: George Herbert (“El libro de arena”LA) y Francisco de Quevedo (“Utopia de un hombre que est4 consado”LA). Borges entonces insiste en revelar y precisar las fuentes de las citas lo que, hay que admitirlo, no siempre constituye una regla en lo que se refiere a los epigrafes en general. Al mencionar las fuentes de las referencias ocurren algunas confu- siones o errores. Por ejemplo, citando dos veces Alcordn, el autor se equivoca al precisar el namero de la sura. En el epigrafe a “El milagro secreto” FIC figura la sura 261, en vez de 259, y en el epigrafe a “Abenjacan El Bojari, muerto en su laberinto” A la sura 40, en vez de 41. Al aducir a Lewis Carroll en “Las ruinas circulares” FIC deberia figurar el capitulo Iv, y no VI de Through the Looking-Glass. Ciertas confusiones pueden provocar las referencias a los versiculos biblicos. Borges a veces cita tras la Vulgata, a veces tras la Biblia protestante, y de esto surgen las diferencias en precisar en lugar de la cita que abre “La intrusa” IB: el autor pone “Segundo libro de los Reyes, 1, 26”, en vez de “Segundo Libro de Samuel, 1,26.” Este relato, junto con “La rosa de Paracelso”VA, representa el epigrafe muy particular. Es una especie del epigrafe escondido, implicito: en vez de la cita aparece sélo una indicacién bibliografica. En el caso de “La intrusa” la cita de la Biblia es facilmente descifrable. Mucho mas dificil se demuestra el epigrafe a “La rosa de Paracelso”, es decir, un fragmento de De Quincey: Writings XII, 345.4 Para un lector pasivo y poco atento el 4 £1 epigrafe (implicito) aparece en la edicién Veinticinco Agosto 1983 y atros cuentos; en cambio, esté omitido en la edicién La rosa de Paracelso. Tigres azules. 153 epigrafe permanecerd escondido. Sélo un lector “ideal” borgiano buscaré en las fuentes para transformar el mero indice bibliografico en el si- guiente fragmento: “Insolent vaunt of Paracelsus, that he would restore the original rose or violet out of the ashes settling from its combustion - that is now rivalled in this modern achievement”. Como explicar esta omisién. Es de suponer que se trata de una especie de enigma para el lector atento o intrigado. Sin embargo, el ejemplo ya mencionado del cuento “Ulrica” LA nos induce a otra conclusién: Borges hace una evocaci6n no tanto de la obra misma, como del nombre de su autor favorito. Lo repetiré en el epigrafe a Evaristo Carriego o en la referencia en “El espejo de los enigmas” Ol. “De Quincey —confiesa Borges-, a nadie debo tantas horas de felicidad personal” (AP, 91). Hay que agragar que el epigrafe tomado de Writings no difiere en su papel de otros epigrafes borgianos y no proporciona, pues, ninguna sugerencia esencial para explicar o interpretar el texto. Pasemos ahora a las modificaciones de la forma de los epigrafes, en especial, a los cambios introducidos dentro de la cita. En unos casos, Borges abrevia las citas, reduciendo el epigrafe a un fragmento de la frase, en otros, se desvia del texto original, quitandole una comilla, una coma, o cambiando el orden de las palabras. Por ejemplo, en el epigrafe a “La biasqueda de Averroes” A, en la cita de Ernest Renan (“s'imaginant que la tragédie n’est autre chose que l'art de louer...”) ha desaparecido una palabra: “par exemple”. En “El Aleph” A se perdié la puntuacién en la cita de Hobbes. Ms alld van los cambios introducidos en la cita de De Quincey que precede el tomo de Evaristo Carriego. El fragmento original difiere tanto del epigrafe, que podriamos hablar de una manipulacién especifica y puramente estética por parte del autor. El orden distinto de las palabras, asi como la omisién en la frase, no se pueden explicar por la regla de brevedad, por la mayor coherencia 0, simplemente, por el intento de “pulir” la cita.5 Mds convincente parece otra hipétesis: Borges recurre a las obras con las cuales se ha familiarizado durante toda su vida, las cita de memoria, y por eso las omisiones, cambios o deformaciones en los textos memorizados. En cambio, el epigrafe a El idioma de los argentinos -la cita de Francis Bradley-— constituye el ejemplo tinico de una manipulacién evidente. Borges compila varios fragmentos, resumiendo el largo discurso del capi- 5 La cita original es la siguiente: *... a mode of truth; not of truth central and coherent, but of truth angular and splintered”, La misma cita segin Borges: “.. a mode of truth, not of truth coherent and central, but angular and splintered”. 154 tulo Xv (“Thought and Reality”) de Appearance and Reality. Este frag- mento, de aproximadamente dos paginas de extensién, se ve reducido a una frase “reelaborada”; un procedimiento muy frecuente dentro de los mismos textos de Borges, mucho més en sus ensayos, donde el escritor con bastante despreocupacién resume algunos largos discursos o retine dispersos fragmentos de la obra original, poniéndolo todo entre comillas.¢ La manera de citar el tratado de Bradley comprueba que Borges aspi- ra a la mayor concisién posible, a la mayor adecuacién y coherencia, jus- tificando asi la manipulacién del texto evocado. En lo que se refiere a las citas breves, generalmente de una sola frase, el epigrafe borgiano es una fiel transcripcién, sin cambios ni deformaciones. Otra cuestién es el cambio del epigrafe, es decir, el hecho de retirar 0 introducir el epigrafe en varias ediciones de la misma obra. Junto con el ejemplo ya mencionado de distintas versiones del cuento “La rosa de Paracelso”, este procedimiento puede ser ilustrado por el epigrafe a “Tema del traidor y del héroe” FIC, que no figura en la primera edicién del relato, en la revista Sur (nim. 112, 1944). Por otra parte, el epigrafe a “Nota sobre Walt Whitman” Dis (un fragmento de Stevenson) que esté presente en Discusiones, y luego en las primeras ediciones de Otras Inquisiciones, fue retirado en la coleccién titulada Prosa completa (1980).7 La pregunta es: {la decisién fue del autor o del editor? De todos modos, las consecuencias son significativas, puesto que el epigrafe, este “exergo integrado”, forma parte integral y creativa de la obra. El hecho de retirar o agregar el epigrafe produce el cambio de texto, y no sdlo de su encuadre. Otro procedimiento aparecerd en “El milagro secreto”FIC. Este es el {nico ejemplo de sustituir un epigrafe por otro. En la primera edicin del cuento (Sur, nim, 101, 1943) se encuentra como epigrafe una cita del tratado teolégico A Grammar of Assent de John Henry Newman: “The story is well known of the monk who, going out into the wood to medi- tate, was detained there by the song of a bird for three hundred years, which to his consciousness passed as only one hour”. En las ediciones posteriores dicha cita seré reemplazada por los versiculos de Alcordn: “Y Dios lo hizo morir durante cien afios y luego le dijo: ;Cudnto tiempo has estado aqui? —Un dia o parte de un dia —respondié”. 6 Véaso, por ejemplo, las “pseudocitas” de Schopenhauer en el ensayo “Historia de la eternidad” (HE). 7 Se trata de la cita tomada de Familiar Studies of Men and Books de R. L.. Stevenson, “The whole of Whitman’s work is deliberate”, 155 Ambas citas, representando los contextos tan alejados, expresan, en realidad, la misma idea y, respecto a su contenido, son casi idénticas. Como es de suponer, el cambio fue un acto consciente de Borges, a fin de aclarar las fuentes de la cita. Por eso, en lugar de la parabola del sacer- dote, escrita por un poco conocido autor y tedlogo inglés del siglo XIX, aparece una parabola de Alcordn. Otro factor para comprobar que a Borges, en primer lugar, le importa la idea, el pensamiento expresado en la cita, y no su contexto, fuente o tradicién literaria que éste implica. ‘Antes de precisar las fuentes de los epigrafes borgianos hay que con- siderar las siguientes cuestiones: los géneros literarios y formas de dis- curso que aparecen en los epigrafes; los autores citados con mas frecuen- ia; la extension de las fuentes (época o tradicién literaria); la evolucién de las fuentes a lo largo de la obra de Borges. Borges recurre a los texots bastante diversos desde el punto de vista genérico; tratados filoséficos o teolégicos (Hobbes, Bacon, Bradley, De Quincey, Newman), biografias (Renen), cartas (Stevenson, Fitzgerald), novelas (Diderot, Carroll), dramas (Shakespeare), poemas (Herbert, Yeats), epopeyas (Morris), poemas satiricos (Pope), sagas (Volsunga Saga), critica literaria (Johnson, Reyes), la Biblia, Aleorén. Dominan entonces, junto a los tratados filoséficos, las obras literarias. En el caso de Quevedo, Yeats, Stevenson y De Quincey, Borges llega a citar dos veces el mismo autor. A pesar de una extensa gama genérica de las citas, las fuentes de los epigrafes son, en realidad, bastante limitadas, con una muy clara predileccién por los escritores y pensadores anglosajones, sobre todo del siglo Xviii y XIX. En general, Borges recurre a las obras de autores bien famosos, lo que contrasta con la regla que aplica dentro de sus textos, donde aparece toda una galeria de escritores y filésofos casi desconocidos y no raramente inventados. Resumiendo las observaciones sobre las fuentes de las citas, se puede concluir que Borges elige a los autores que prefiere y aprecia, especial- mente, a los de habla inglesa. Sélo esporddicamente aparecen autores franceses o hispanoamericanos. Casi esta ausente la literatura y la filosofia alemana (con excepcién de un mistico silesiano Daniel von Czepko), faltan referencias a la literatura italiana. Una aversién a las letras contem- pordneas salta a la vista. Por lo tanto, surge la duda: hasta qué punto el epigrafe de Borges cumple con las reglas que tienden al empleo basado en la evocacién de una determinada tradicién literaria y con la indicacién de las fuentes de la creaci6n literaria del escritor. Si comparamos la lista de las fuentes de las citas con la de los autores mas frecuentes en toda la obra de Borges, revelamos una incogruencia muy significativa. Recordemos los nombres 156 mas mencionados en los textos de Borges: Lugones, Shakespeare, Dante, Homero, Stevenson, Chesterton, Wells, Quevedo, Poe, Kipling, Schopenhauer y la Biblia.8 En los epigrafes Borges recurre a los textos que muy pocas veces invoca en su obra misma (Diderot, Renen, Alcordn). Por otra parte, entre los epigrafistas faltaron muchos autores men- cionados con frecuencia en los textos. La conclusién es la siguiente: en Borges el epigrafe no indica las fuentes, referencias, ni influencias lite- varias. Estas sugerencias se encuentran en el otro nivel del paratexto: en el prélogo 0 el epilogo y, obviamente, en notas. Es curioso que entre los autores mds mencionados en los prélogos y epilogos haya pocos epigrafis- tas (Stevenson, Chesterton y De Quincey) y, al revés, los que se hacen presentes en los prélogos y epilogos nunca aparecen como epigrafistas (Carlyle, Bloy, Schopenhauer, Shaw, Whitman, Kipling, Wells, Browning, Lugones). Es notable, ademés, que la lista de los nombres mas frecuentes en los prélogos y epilogos concuerde con el registro de los autores mds frecuentes en toda la obra de Borges. El epigrafe borgiano no es, entonces, lo que constituye una regla en esta forma de discurso, la evocacién de una autoridad o tradici6n lite- raria, el testimonio de la inspiracién que indica a un autor concreto o su obra. Borges, por una parte, cita a los autores favoritos, expresando sus propios gustos literarios (anglosajones) o sus fascinaciones filoséficas, pero, por otra parte, no evoca los textos, sino unas frases sueltas que encajan con sus propias obras. Existe, por lo tanto, una discrepancia evi- dente entre el hecho de evocar y el acto de la inspiracién. Estos gustos y preferencias literarias no cambiaban con el tiempo; tampoco evolucionaba la seleccién de las fuentes. Nos serviran de ejemplo dos epigrafes tomados de Writing de De Quincey, que aparecen en el espacio de mds de 50 afios, formando el marco que une la obra del escritor argentino. La primera cita, de la fase temprana de su obra, anuncia el tomo Evaristo Carriego (1930); la segunda, de la fase tardia, introduce el relato “La rosa de Paracelso” (1983), Las consideraciones anteriores se relacionan con el problema de los vinculos entre el epigrafe y el texto fuente. En Borges, el texto evocado no tiene importancia como una obra integral. Los fragmentos, pedazos, fra- ses, sacados del contexto, adquieren la autonomia, separandose de la obra original. Muy a menudo, aquellas citas constituyen tan slo un episodio marginal, una digresién en el texto modelo, un trozo que poco o nada, 8 Ver Borges, 13 Noviembre-15 Enero, Biblioteca Nacional, Madrid, 1986, Esta publi- cacién contiene Ia lista completa de autores y textos citados 0 mencionados en toda la obra de Borges. 157 esta relacionado con la trama principal de la obra evocada. {Qué relacién puede tener él anélisis de la obra de Alexander Pope (Writings, XI, 68) con Evaristo Carriego? {Qué une las divagaciones del mismo Pope sobre el “Reino del Aburrimiento” (Dunciad, 11, 76) con “La muralla y los libros”01? 0 la lucha de Robert Burton contra la melancolia (The Anatomy of Meiancholy, part. 2, sect. II, memb. IV) con “La Biblioteca de Babel” FIC. La fuente, es decir, el texto evocado, después de recortarle un breve fragmento (una frase, un verso) y transplantarlo al paratexto borgiano, se encuentra apartado o totalmente rechazado. Sin embargo, podemos buscar algunos ejemplos, donde el texto evocado, o sea, el contexto amplio de la cita, es indispensable para la comprensién de la obra en cuestién. Es significativo que estas excepciones de la regla estén presentes tinica- mente en los cuentos de El Aleph: “Deutsches Requiem”, “El Inmortal”, “La busca de Averroes”. En el primer cuento, el significado y el mensaje del texto implica la evocacién del destino del biblico Job, sefialado en el epigrafe. En “La busca de Averroes”, las reflexiones de Ernest Renan constituyen un punto de partida de la trama, y sélo el texto propio de Renan hace posible la lectura correcta del epigrafe, que conserva una forma impersonal, y la atribucién de] mismo a Averroes. “E] Inmortal” es un juego ficticio trama- do en torno a una idea de Francis Bacon. La cita del epigrafe (tomada del capitulo LVIII de Essays) sugiere otras referencias: a Salomén y a Platén. Se inicia el didlogo sobre la idea del eterno retorno, donde se cruzan las cuatro voces: la de Bacon, la de Salomén, la de Platén y, por fin, la del propio Borges. Aparte de los ejemplos mencionados, lo que cuenta en Borges es el fragmento aislado, unas frases sueltas, unas ideas o metaforas; el contex- to es lo de menos. Esta arbitrariedad, bien deliberada, esta selectividad, se inscriben en la poética de Borges, rigida tinicamente por las preferen- cias y los gustos personales. Las autoridades reconocidas no influiran en el criterio de la seleccién de la cita. El criterio mas importante lo sera, usando el término de Roland Barthes, “el placer del texto”, el deleite de convivir con el texto. Si pudiéramos escoger el epigrafe para los epigrafes borgianos, tomariamos esta frase del autor, donde se refiere a la selecién de las obras para su biblioteca personal: A lo largo del tiempo, nuestra memoria va formando una biblioteca dispar, hecha de libros o de paginas, cuya lectura fue una dicha para nosotros y que nos gustaria compar: tir [uJ La serie que prologo y que ya entreveo quiere dar ese goce. No eligiré los titulos ‘en funcién de mis hébitos literarios, de una determinada tradicién, de una determinada ‘escuela, de tal pais o de tal época (BP, iii). 158 Analicemos otra red de relaciones intertextuales, o sea, la relacién basica que une el epigrafe con el texto, determinando la funcién del epigrafe en la obra acompafiada. El epigrafe puede asumir diversos papeles. Interpreta o explica el texto; enriquece su significado; define el motivo principal, el accesorio 0 el protagonista; desempefia la funcién decorativa; transmite el mensaje del autor de la cita, o rinde homenaje a su honor (“el poder de la autoridad” evoca el texto fuente y se inscribe en una determinada tradicién literari explica o justifica el titulo de la obra. Muchas de estas funciones no aparecen en la obra de Borges, como por ejemplo, la funcién ornamental, la evocacién de la tradicién literaria 0 el apoyo de la autoridad. Estas que se manifiestan pueden ser ordenadas en tres grupos: i) los epigrafes bor- gianos indican el motivo principal de la obra (un accesorio o simbolo, una persona, un hilo narrativo); 2) introducen la idea clave del texto, asu- miendo el papel del portador del mensaje; 3) proporcionan al texto un sig- nificado nuevo o amplian su interpretacién. Como ejemplo de la primera de las funciones mencionadas servira las citas breves y concisas que tienen cardcter de una “etiqueta” de algunos elementos del mundo representado. Y asi, el epigrafe precisa el principal motivo-accesorio del texto (“El libro de arena”LA), el protagonista (“La casa de Asterién”A) o la forma literaria del texto (“Utopia de un hombre que esta cansado”LA). Por el caracter mas complejo se destacan las citas que definen la idea principal de la obra, o sea, las que desempefian el papel de comentario. No se trata, sin embargo, de un papel auxiliar frente al texto: la cita no revela, efectivamente, ningun sentido oculto de la obra, en cambio, constituye una especie de resumen o sintesis. Tanto en este caso, como en el anterior, hay un pasaje directo y fluido, sin confusiones ni disonancia, del epigrafe al texto. Asi el epigrafe en “Las ruinas circulares” FIC, (“And if he left off dreaming about you”) refleja el concepto del relato: la visién del hombre que habia sofiado al otro. La imagen de un todo, de la biblioteca-universo, basada en la combinaci6n de las 23 letras (“La biblioteca de Babel” FIC), expresa también la idea clave del texto. ® Sobre las funciones del epigrafe ver: Rudolf Béhm, Das Motto in der Englischen Literatur des 19. Jahrhonderts, Wilhelm Fink Verlag, Manchen, 1975, pp. 110-192; Krista Segermann, Das Motto in der Lyrik, Wilhelm Fink Verlag, Minchen, 1977, p. 40; Teresa Cieslikowska, “Implikacje literackie we wsp6lezesnych utworach narracyjnych”, Dialog w literaturze, PWN, Warszawa, 1978, pp. 76-84; Alvaro Pineda Botero, Teorfa de la novela, Plaza y Janés, Bogoté, 1987, pp. 121-130; Gérard Genette, Seuils, op.cit., pp. 145-149. 159 Esta funcién del epigrafe se identifica con la del anuncio o la introdue- cién al texto. El término “prologo” parece, con todos sus matices, el térmi- no més apropiado. Es una introduccién breve, una “obertura”, muy fre- cuente al comienzo de los relatos, la evocacién de la idea central o del mensaje ya desde el umbral del texto. El cuento “Deutsches Requiem” A, con la cita de la Biblia, es un ejem- plo relevante de la tercera funcién del epigrafe. Dice el fragmento: “Aunque él me quitare la vida, en él confiaré”. Lo esencial radica no sélo en la reciprocidad del epigrafe y el cuento, sino también en la triple relacién: el epigrafe-el texto-el texto fuente. Este es uno de los pocos ejemplos donde la fuente es indispensable para captar la tensién o, mejor dicho, la contradiccién entre el texto propio y la obra evocada, entre la idea del cuento y el mensaje de la Biblia. El eje de “Deutsches Requiem” se basa en la sorprendente simetria: Dios / Hitler, la cristiandad / el fas- cismo, la violencia / 1a humildad cristiana, El epigrafe puede también revelar nuevas dimensiones del texto como, por ejemplo, la cita de Jacques Le Fataliste et son Maitre, que precede el cuento “El Congreso” LA. El epigrafe expone el valor simbélico del Congreso mencionado en el titulo, como una representacién del mundo y de toda la humanidad, revelando, al mismo tiempo, lo convencional de la trama y lo convencional en la relacién entre el mundo representado y la realidad. La relacién epigrafe-texto se ve enriquecida con un significado nuevo cuando la obra tiene dos epigrafes. ;Habria un didlogo entre las dos citas? 4Se crearia una entidad nueva, una especie de sintesis? Analicemos el ejemplo de “El Aleph” A. Dos motivos mas importantes en la cita de Shakespeare (“O God, I could be bounded in a nutshell and count myself a King of infinite space") corresponden a dos motivos en la cita de Hobbes: “nutshell” / “hic-stans”, “infinite space” / “infinite great- ness of place”. Se manifiesta, evidentemente, una conexién de los motivos e ideas que forman una oposicién: el punto versus lo infinito. La cita de Hamlet se transforma en una visién metaforica de los conceptos de Leviathan y las dos citas unidas apuntan directamente al principal moti- vo espacial del cuento. Sigamos con el ejemplo del doble epigrafe al tomo Historia de la eternidad: “...Supplementum Livii; Historia infinita temporis atque aeternitatis” (Quevedo); “...nor promise that they would become in gene- ral, by learning criticism, more useful, happier, or wiser” (Johnson). No existe, aparentemente, conexién ninguna entre la cita de Quevedo y la de Johnson, separadas por el contexto histérico y literario. Sin embargo, su inesperado encuentro da principio a un nuevo contexto comin, total- 160 mente alejado de sus fuentes. La idea de escribir la “historia infinita del tiempo” resulta una vanidad, una paradoja absurda, o, tal vez, siguiendo las intenciones de Borges, un insélito fenémeno estético. El doble epi- grafe, o sea, su sintesis, tendria entonces una connotacién lidica, deter- minando la recepcién de todos los ensayos incluidos en Historia de la eternidad, basada en el juego entre el autor y el lector. El epigrafe al tomo envuelve otra red de relaciones. En la mayoria de los casos estos epigrafes tienen unas implicaciones mucho mas extensas, aunque el criterio decisivo lo es el género literario de un volumen deter- minado. En general, el epigrafe desempefia aqui el papel del “lema”, y no de la introduccién. Al mismo tiempo, dichos epigrafes, tomados de diver- sos tomos, entran también en relaciones mutuas. Los epigrafes prece- dentes a los libros poéticos —Cuaderno San Martin y Obra poética. 1923-1977— se complementan de cierto modo. Los dos epigrafes, el de Stevenson y el de Fitzgerald, colocados juntos, adquieren un caracter de advertencia: exponen la modestia de Borges-poeta quien, no sin cierta autoironia, subestima el rango de su obra. Los epigrafes cobran el valor de una “divisa”, una generalizacién de la creacién literaria, aunque su limite, en dicho caso, se ve reducido a la poesia de Borges. En cambio, los epigrafes que anuncian los voltimenes de ensayos toman una dimensién mas general: pueden referirse no sdlo a la ensayistica, sino también a los demAs textos de Borges. Son un ejemplo del “epigrafe integrado”,10 que sobrepasa los limites del texto, tomo o forma literaria, convirtiéndose en un epigrafe generalizado, clave para la comprensién de toda la obra del escritor. En Borges se borran las fronteras entre el epigrafe parcial, el epigrafe al tomo y el integrado. Una cita particular —igual que un prélogo, epilo- go, titulo, dedicatoria o nota— puede abarcar una extensién mucho mas amplia que un texto determinado. La cita o la palabra clave, el motivo, el concepto, la imagen, constituyen las particulas movibles que circulan por la obra del autor; una limitandose a un solo texto; las otras, abarcando e integrando los conjuntos de textos. Resulta que la obra de Borges, ya a partir del paratexto, es una estructura dindmica, a la cual aportan varios niveles del texto mutuamente vinculados por miiltiples relaciones. Por lo tanto, el epigrafe, igual que el titulo o el prélogo, es, a menudo, no sélo un elemento integrador, sino también “ambulante”, Lo atestigua el epigrafe a “La Biblioteca de Babel” FIC. La cita de Robert Burton ("...the variation of the 23 letters”) se une con la reflexién sobre el niimero reducido de tra- mas y metéforas, que cierra el tomo de Otras inquisiciones. La idea de 10 Ver Rudolf Bohm, Das Motto..., op. cit., p. 170. 161 una totalidad, compuesta de las combinaciones de un ntimero limitado de Jos mismos elementos, regresa en el ensayo “Nota sobre (hacia) Bernard Shaw” O1 donde la visién de una biblioteca universal, “que registraré todas las variaciones de los veintitantos simbolos ortograficos...” (PC, Il, 271), es una cita casi literal de la cita, es decir, del epigrafe de Burton. Las huellas de las relaciones mutuas conducen al prototipo de “La Biblioteca de Babel”, al ensayo inédito “La biblioteca total” (Sur, nim. 59, 1939) y luego, mas alld, al ensayo “Sobre el doblaje” DIS, de 1945, donde aparecera la misma idea: “Las posibilidades del arte de combinar no son infinitas” (PC, 1, 235). Todas las observaciones anteriores corroboran la tesis de la unidad de la obra de Borges, obra que posee unas capacidades sorprendentes de absorber y asimilar los elementos ajenos, que se confunden entre si, adquiriendo en el proceso un marco tipicamente borgiano. Una cita de Shakespeare o de Bacon sufre una transformacién curiosa; se aleja del contexto histérico o genérico y, por asi decirlo, se ajusta a la obra de Borges, sumergiéndose en su substancia literaria. Fijémonos cémo los epigrafes en Borges, tomados de obras, épocas, tradiciones tan diversas, entran en relaciones mutuas, empiezan a formar una estructura homogénea, Seria interesante ordenar los epigrafes no en una secuencia sintagmatica (segtin los textos que anuncian), sino en una secuencia paradigmatica o lineal. Esta secuencia de citas manifiesta ideas, simbo- los, motivos comunes de toda la creacién de Borges: la obsesién por lo infinito (el epigrafe en “El Aleph” A y Historia de la Eternidad), la rela- tividad del transcurso del tiempo (“El milagro secreto” FIC y “Nueva refutacién del tiempo” 01), la homogeneidad del suejio y la realidad (“Las ruinas circulares” FIC), el concepto del mundo como un libro (“La Biblioteca de Babel” Fic), el determinismo del destino humano (“Tema del traidor y del héroe” FIC)... Se podria tratar de recoger todos los epigrafes y crear una especie de registro de los conceptos e imagenes que se reiteran a lo largo de la obra del autor. Seria esta una recopilacién parecida en su forma a una “bi- blioteca personal”, un testimonio de los gustos y las fascinaciones literarios. En esta antologia tendrian su lugar las citas procedentes de distintas épocas y corrientes literarias que acompafiarén a diferentes fases y géneros literarios de la creacién borgiana. He aqui una muestra de esta “antologia personal de epigrafes” basada inicamente, por razones lingiiisticas, en los autores anglosajone: All novelty is but oblivion / So the Platonic Year whirls out new right and wrong, whirls in the old instead / 162 T'm looking for the face I had, before the world was made / Y could be bounded in a nutshell and count myself a King of infinite space / A mode of truth, not of truth coherent and central, but angular and splintered / By this art you may comtemplate the variation of the 23 letters / Thy rope of sands[...] Aquella “antologia de las citas” y, tanto més, la idea misma del epigrafe, apunta directamente a la poética de Borges. Encierra la visién de las letras concebida como un espacio literario sin limites, una unidad que consti- tuye el patrimonio comiin de todos los autores, un conjunto de obras en didlogo permanente, fundido en interpretaciones y reinterpretaciones. La correlacién entre varios niveles del paratexto borgiano requiere el anélisis mds extenso del epigrafe, confrontdndolo con otros elementos que enmarcan el texto, como, por ejemplo, el prélogo y el titulo. Subrayando las relaciones entre la cita y el prélogo, E.E. Kellett obser- va: “Very often a passage from some classic writing, set out in typogra- phical isolation at the begining of the book, may obviate the necessity of a preface”.11 Si le damos un significado mas extenso al término la “obra cldsica”, Hegamos a la conclusién que esta regla, segin Borges, puede proyectarse a la mayoria de las obras fuentes, evocadas en los epigrafes. Es notable que en la obra de Borges el prélogo esté reservado a las colec- ciones de textos, mientras que en el texto concreto, especialmente en los relatos, el papel del prélogo es asumido por el epigrafe: la cita sustituye el comentario del autor. Las funciones del prélogo y el epigrafe se interfieren en muchos casos. El epigrafe en Borges también es una glosa, una introduccién o un com- plemento, una indicacién de la idea clave de la obra. Ademés, el epigrafe es un testimonio de los gustos literarios de Borges, aunque no formula, explicitamente, la poética del escritor (como lo hacen sus prélogos, que, frecuentemente, se asemejan al manifiesto literario), y tampoco indica las fuentes de la inspiracién. Por otra parte, un fenémeno de la adaptacién de la cita al texto, como su ingrediente integral, es un reflejo evidente del proceso de la “permeabilidad” del prélogo y el texto bor- gianos.!2 11 EE. Kellet, Literary Quotation and Allusion, Kennikat Press, Port Washington-New York-London, 1969, p. 87. 12 Ver A. Porqueras Mayo, El prélogo como género literario, Consejo Superior de Investigaciones Cientificas, Madrid, 1957, pp. 100-102. 163 El tomo Discusidn nos trae un ejemplo interesante del didlogo entre el prélogo y el epigrafe. El autor, prologando Discusién, hace una referencia directa al epigrafe en el mismo tomo: “Vida y muerte le han faltado a mi vida. De esa indigencia mi laborioso amor por estas minucias. No sé si la disculpa del epigrafe me valdra”. (rc, I, 106). Asi pues, el comentario ineluido en el prélogo modifica totalmente el mensaje del epigrafe: “Esto es lo malo de no hacer imprimir las obras: que se va la vida en rehacer- Jas”. La cita, tomada de Alfonso Reyes, se convierte en una especie de excusa, 0, usando el término clasico, de “recusationes” del autor, quien intenta justificar la mania de escribir y eternizar las “minucias” sin aparente importancia. El didlogo del prélogo y el epigrafe se basan en una disonancia de modalidad y estilo (“estas minucias” frente a “las obras”), lo que determina la lectura de los ensayos de Discusién. Ain més evidentes son los lazos entre el epigrafe y el siguiente ele- mento del paratexto: el titulo. El epigrafe asume algunas funciones del titulo: resume la trama o explica la idea principal del texto y, por otro lado, puede también hacer un comentario directo no sélo al texto sino, justamente, al titulo, aclarando el titulo enigmatico o ambiguo. Y, al revés, el propio titulo puede explicar o modificar el significado del epi- grafe. Observamos entonces una concreci6n o iluminacién reciproca de ambos elementos lo que, en la obra de Borges, resalta todavia mas la transparencia del epigrafe y del titulo. El epigrafe, por ejemplo, aclara el titulo confuso (“El Aleph”) o lo pre- cisa (“La busca de Averroes”A), asi como repite y subraya palabras, pe: sonajes o accesorios mencionados en el titulo: La gran muralla en “La muralla y los libros”0I (“He, whose long wall the wandring Tartar bounds”); la casa identificada con la red-laberinto en “Abenjacan El Bojari, muerto en su laberinto” A (“...8on comparables a la arafia, que edi- fica una casa”); en nombre del protagonista en “La casa de Asterién” A o “La rosa de Paracelso” VA. Paralelamente, el titulo a menudo implica una connotacién determina- da de la cita usada en el epigrafe. El titulo “ Tres versiones de Judas” Fic relaciona la cita bastante confusa (“There seemed a certainty in degradation”) directamente a la persona de Judas. La etiqueta “Deutsches Requiem” agrega un estigma alemén a la parabola de Job. La expresién “El libro de arena” LA cambia el sentido de la cita de George Herbert (“thy rope of sands”), dandole una dimensién metaférica mas amplia y sugiriendo el simbolo del libro-biblioteca. Este tiltimo ejemplo demuestra que el epigrafe, aparte de anunciar el titulo y sefialar un “motivo titular”, entra en relaciones no s6lo con el titulo madre, sino tam- bién con otros titulos borgianos, como “El reloj de arena”, el verso de El 164 hacedor. Asi pues, una cita, tomada del poema de Herbert, da comienzo a una secuencia de metéforas: “el ldtigo de arena”, “el libro de arena”, “el reloj de arena”... En la obra de Borges los vinculos entre el epigrafe y el titulo son tan fuertes que en algunos casos los dos elementos llegan a identificarse. El epigrafe puede transformarse en el titulo, como por ejemplo, en el relato “There are more things” LA (la cita de Hamlet) o en el verso “The Thing That I am” HN (la cita de All Is Well That Ends Well). Y, paralelamente, el titulo puede convertirse en el epigrafe (implicito) en numerosas obras poéticas o narrativas, especialmente, en la fase tardia de la creacién de Borges: “Inferno, I, 32” HAC, “Inferno, v, 129” CIF, “Purgatorio, 1, 13" NED, “Paradiso, XXXI, 108” HAC, “Lucas, XXIII" HAC, “Mateo, XXv, 30” OM, “Juan, I, 14” oss, “Eclesiastés, 1-9” CIF... Es notable que, en comparacién con los epigrafes propiamente dichos, existe, en las obras arriba mencionadas, una relacién muy marcada entre el epigrafe (implicito) y el texto que éste acompaiia, asi como entre el texto y la obra fuente. E] titulo-epigrafe que se refiere a la Biblia o a la Divina Comedia forma una trama o una imagen en torno de la cual gira el texto de Borges. Una observacién final: demasiado pronto los criticos han reducido la obra de Borges al texto en si, equivocdndose, ademas, en interpretarla como “discurso filoséfico”. En realidad, esta obra constituye una estruc- tura polifénica, de miltiples niveles, compuesta, inseparadamente, por el texto y el paratexto. Es una obra abierta en que cada texto particular, encuadrado, espacial y semanticamente por su marco paratextual, se extiende hacia otras obras de Borges y, mediante el epigrafe, hacia las obras de otros autores. 165

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