El epigrafe en la obra
de Jorge Luis Borges
Adam Elbanowski
definicién de esta forma literaria. El epigrafe es una cita que
aparece al principio del texto y que se refiere a otras obras pero, al
mismo tiempo, se integra al texto que precede. El epigrafe forma parte del
paratexto! colocado en el umbral de la obra, en otras palabras, se con-
vierte en una especie del “exergo integrado”.2
Lo esencial del epigrafe es su brevedad. En Borges, esta idea, acorde
con los principios de la poética del autor, es llevada al extremo. Entre los
33 epigrafes analizados, mas de la mitad es constituida por las citas
fragmentarias. Es frecuente que Borges reduzca el epigrafe a unas pocas
palabras (por ejemplo, en El libro de arena LA)’ 0 a un fragmento incom-
E mpecemos el andlisis del epigrafe en la obra de Borges por una
1 E] término “paratexto”, segin Gérard Genette, significa “el umbral del texto”, “la fran-
ja del texto", o sea, “la zona de transicin entre el texto y Jo fuera del texto". Ver Gérard
Genette, Seuils, Editions du Seuil, Paris, 1987, pp. 7-8. Ver también del mismo autor:
Palimpsestes, Editions du Seuil, Paris, 1982, pp. 9-10.
2 Véase Walter Geerts, “L’épigrafe ov l'exergue intégré: contribution 4 une sémantique
littératre”, Orbis Litterarum, no. 3, vol. 4, Copenhagen, 1976, pp. 302-307,
3 Las obras de Borges, mencionadas en el presente trabajo, vienen de las siguientes edi-
ciones (la sigla entre paréntesis significa el titulo del tomo):
Prosa completa (PC), Bruguera, Barcelo 1980, tomo I, Evaristo Corriego (EC),
Discusién (DIS), Historia de la eternidad (HE), Ficciones (FIC), Tomo Il; El Aleph (A), Otras
Inquisiciones (01), El Informe de Broddie (1B), El libro de la arena (LA), Obra poética, 1923-
1977 (OP), Alianza Editorial / Emecé Editores, Buenos Aires/Madrid, 1987: Cuaderno San
Martin (CSM), El Hacedor (HAC), El otro, e! mismo (OM), Elogio de la Sombra (BS), Historia
de la noche (HN).
El idioma de los argentinos (1A), M. Gleizer Editores, Buenos Aires, 1928.
Nuevos Ensayos dantescos (NED), Espasa-Calpe, Madrid, 1983.
Veinticineo Agosto 1983 y otros cuentos (VA), Col. La Biblioteca de Babel, Siruela,
Madrid, 1983.
La rosa de Paracelso, Tigres azuiles, Editorial Swan, Madrid, 1986.
1651pleto de la frase citada. Otros epigrafes resaltan apenas uno o, rara-
mente, un par de versos o frases. En vano seria buscar en la obra de
Borges los epigrafes largos y exuberantes.
Es significative que Borges, tan abundante dentro de su obra propia en
citas ficticias, apécrifas o falsamente atribuidas, se muestre tan conse-
cuente en aprovechar las citas auténticas en sus epigrafes. Este tipo del
juego narrativo entre el autor y el lector se desarrolla en otros niveles
paratextuales, especialmente, en notas.
Casi siempre, Borges coloca las citas en su idioma original. Y asi, entre
sus epigrafes, figuran 18 citas en inglés, tres en espaiiol, dos en francés,
una en alemén, una en latin y otra en antiguo islandés. Sin embargo, hay
algunas excepciones: todos los fragmentos de la Biblia, de Alcordn y de
Apollodoros (la tinica cita de la literatura antigua clasica), son presenta-
dos en la versi6n original espafola, lo que parece un procedimiento obvio
y bien justificado. En cambio, algo insdlito resulta el epigrafe al tomo El
idioma de los argentinos, dado que el texto inglés (el fragmento de Francis
Bradley) aparece en la traduccién espafiola.
Indudablemente, las citas en el idioma original dificultan la compren-
sién y, en algunos casos, casi imposibilitan la lectura de los fragmentos
citados como, por ejemplo, el epigrafe al cuento “Ulrica” LA: el hecho de
aducir Vélsunga Saga en la versi6n original hace la cita casi ininteligible.
Esto significa que el autor, de acuerdo con su propia “poética epigrafica”,
insiste no tanto en el aspecto explicativo o interpretativo del epigrafe,
sino mds bien manifiesta, en este caso, su enorme predileccién y aficién
al antiguo islandés.
El epfgrafe aparece tanto en la poesia, como en la cuentistica y la
ensayistica de Borges. No obstante, muy pocas veces se presenta al prin-
cipio de un poema o un tomo de poesia. El epigrafe tinicamente precede
dos colecciones poéticas (Cuaderno San Martin y Obra poética. 1923-
1977) y los dos poemas (“Elegia de los portones” cas y “El otro tigre” HAC).
Mucho mas frecuente es el epigrafe en los cuentos, en especial, los de
El Aleph, Ficciones y El libro de arena, aunque nunca figura al principio
del tomo. En cuanto a los ensayos, el epigrafe esporddicamente anticipa
los textos integrantes del volumen; en cambio, con frecuencia abre los
voltimenes mismos: El idioma de los argentinos, Evaristo Carriego,
Discusién, Historia de la eternidad. En resumen, en la cuentistica el epi-
La cifra (CIF), Alianza Editorial, Madrid, 1986.
Biblioteca pesonal /prélogos/ (BPP), Alianza Editorial, Madrid, 1987.
Antologia personal (AP), Alianza Editorial, Madrid, 1988,
152grafe constituye una introduccién al texto particular; en la ensayistica
abre los volimenes de textos. En el sentido mas amplio, en la obra de
Borges el epigrafe domina la narrativa.
Todos los epigrafes de Borges tienen los indices bibliogr4ficos; nunca
aparecen citas sin referencias al autor y/o a la obra. En general, la cita
viene acompafiada de datos completos: el autor, el titulo y el lugar del
fragmento de la obra citada. Estos datos pueden aludir no solamente al
capitulo 0 parrafo, sino hasta la pAgina, como en los epigrafes que prece-
den “La rosa del Paracelso’VA o “La busca de Averroes"A. Algunas veces,
Borges menciona sélo el titulo, sin autor, pero generalmente se refiere a
las obras bien conocidas, ademés, siempre es precisado el lugar que
ocupa la cita en la obra evocada: Dunciad (“La muralla y los libros” 01),
Hamlet (“El Aleph”A), The Anatomy of Melancholy (“La Biblioteca de
Babel”FIc), Through the Looking-Glass (“Las ruinas circulares" FIC).
Unicamente en dos referencias aparece solo el nombre del autor:
George Herbert (“El libro de arena”LA) y Francisco de Quevedo (“Utopia
de un hombre que est4 consado”LA). Borges entonces insiste en revelar y
precisar las fuentes de las citas lo que, hay que admitirlo, no siempre
constituye una regla en lo que se refiere a los epigrafes en general.
Al mencionar las fuentes de las referencias ocurren algunas confu-
siones o errores. Por ejemplo, citando dos veces Alcordn, el autor se
equivoca al precisar el namero de la sura. En el epigrafe a “El milagro
secreto” FIC figura la sura 261, en vez de 259, y en el epigrafe a
“Abenjacan El Bojari, muerto en su laberinto” A la sura 40, en vez de 41.
Al aducir a Lewis Carroll en “Las ruinas circulares” FIC deberia figurar el
capitulo Iv, y no VI de Through the Looking-Glass. Ciertas confusiones
pueden provocar las referencias a los versiculos biblicos. Borges a veces
cita tras la Vulgata, a veces tras la Biblia protestante, y de esto surgen
las diferencias en precisar en lugar de la cita que abre “La intrusa” IB: el
autor pone “Segundo libro de los Reyes, 1, 26”, en vez de “Segundo Libro
de Samuel, 1,26.”
Este relato, junto con “La rosa de Paracelso”VA, representa el epigrafe
muy particular. Es una especie del epigrafe escondido, implicito: en vez
de la cita aparece sélo una indicacién bibliografica. En el caso de “La
intrusa” la cita de la Biblia es facilmente descifrable. Mucho mas dificil
se demuestra el epigrafe a “La rosa de Paracelso”, es decir, un fragmento
de De Quincey: Writings XII, 345.4 Para un lector pasivo y poco atento el
4 £1 epigrafe (implicito) aparece en la edicién Veinticinco Agosto 1983 y atros cuentos; en
cambio, esté omitido en la edicién La rosa de Paracelso. Tigres azules.
153epigrafe permanecerd escondido. Sélo un lector “ideal” borgiano buscaré
en las fuentes para transformar el mero indice bibliografico en el si-
guiente fragmento: “Insolent vaunt of Paracelsus, that he would restore
the original rose or violet out of the ashes settling from its combustion -
that is now rivalled in this modern achievement”.
Como explicar esta omisién. Es de suponer que se trata de una especie
de enigma para el lector atento o intrigado. Sin embargo, el ejemplo ya
mencionado del cuento “Ulrica” LA nos induce a otra conclusién: Borges
hace una evocaci6n no tanto de la obra misma, como del nombre de su
autor favorito. Lo repetiré en el epigrafe a Evaristo Carriego o en la
referencia en “El espejo de los enigmas” Ol. “De Quincey —confiesa
Borges-, a nadie debo tantas horas de felicidad personal” (AP, 91). Hay
que agragar que el epigrafe tomado de Writings no difiere en su papel de
otros epigrafes borgianos y no proporciona, pues, ninguna sugerencia
esencial para explicar o interpretar el texto.
Pasemos ahora a las modificaciones de la forma de los epigrafes, en
especial, a los cambios introducidos dentro de la cita. En unos casos,
Borges abrevia las citas, reduciendo el epigrafe a un fragmento de la
frase, en otros, se desvia del texto original, quitandole una comilla, una
coma, o cambiando el orden de las palabras. Por ejemplo, en el epigrafe a
“La biasqueda de Averroes” A, en la cita de Ernest Renan (“s'imaginant
que la tragédie n’est autre chose que l'art de louer...”) ha desaparecido
una palabra: “par exemple”. En “El Aleph” A se perdié la puntuacién en
la cita de Hobbes. Ms alld van los cambios introducidos en la cita de De
Quincey que precede el tomo de Evaristo Carriego. El fragmento original
difiere tanto del epigrafe, que podriamos hablar de una manipulacién
especifica y puramente estética por parte del autor. El orden distinto de
las palabras, asi como la omisién en la frase, no se pueden explicar por la
regla de brevedad, por la mayor coherencia 0, simplemente, por el intento
de “pulir” la cita.5 Mds convincente parece otra hipétesis: Borges recurre
a las obras con las cuales se ha familiarizado durante toda su vida, las
cita de memoria, y por eso las omisiones, cambios o deformaciones en los
textos memorizados.
En cambio, el epigrafe a El idioma de los argentinos -la cita de Francis
Bradley-— constituye el ejemplo tinico de una manipulacién evidente.
Borges compila varios fragmentos, resumiendo el largo discurso del capi-
5 La cita original es la siguiente: *... a mode of truth; not of truth central and coherent,
but of truth angular and splintered”,
La misma cita segin Borges: “.. a mode of truth, not of truth coherent and central, but
angular and splintered”.
154tulo Xv (“Thought and Reality”) de Appearance and Reality. Este frag-
mento, de aproximadamente dos paginas de extensién, se ve reducido a
una frase “reelaborada”; un procedimiento muy frecuente dentro de los
mismos textos de Borges, mucho més en sus ensayos, donde el escritor
con bastante despreocupacién resume algunos largos discursos o retine
dispersos fragmentos de la obra original, poniéndolo todo entre comillas.¢
La manera de citar el tratado de Bradley comprueba que Borges aspi-
ra a la mayor concisién posible, a la mayor adecuacién y coherencia, jus-
tificando asi la manipulacién del texto evocado. En lo que se refiere a las
citas breves, generalmente de una sola frase, el epigrafe borgiano es una
fiel transcripcién, sin cambios ni deformaciones.
Otra cuestién es el cambio del epigrafe, es decir, el hecho de retirar 0
introducir el epigrafe en varias ediciones de la misma obra. Junto con el
ejemplo ya mencionado de distintas versiones del cuento “La rosa de
Paracelso”, este procedimiento puede ser ilustrado por el epigrafe a
“Tema del traidor y del héroe” FIC, que no figura en la primera edicién
del relato, en la revista Sur (nim. 112, 1944). Por otra parte, el epigrafe
a “Nota sobre Walt Whitman” Dis (un fragmento de Stevenson) que esté
presente en Discusiones, y luego en las primeras ediciones de Otras
Inquisiciones, fue retirado en la coleccién titulada Prosa completa
(1980).7 La pregunta es: {la decisién fue del autor o del editor? De todos
modos, las consecuencias son significativas, puesto que el epigrafe, este
“exergo integrado”, forma parte integral y creativa de la obra. El hecho
de retirar o agregar el epigrafe produce el cambio de texto, y no sdlo de su
encuadre.
Otro procedimiento aparecerd en “El milagro secreto”FIC. Este es el
{nico ejemplo de sustituir un epigrafe por otro. En la primera edicin del
cuento (Sur, nim, 101, 1943) se encuentra como epigrafe una cita del
tratado teolégico A Grammar of Assent de John Henry Newman: “The
story is well known of the monk who, going out into the wood to medi-
tate, was detained there by the song of a bird for three hundred years,
which to his consciousness passed as only one hour”. En las ediciones
posteriores dicha cita seré reemplazada por los versiculos de Alcordn: “Y
Dios lo hizo morir durante cien afios y luego le dijo: ;Cudnto tiempo has
estado aqui? —Un dia o parte de un dia —respondié”.
6 Véaso, por ejemplo, las “pseudocitas” de Schopenhauer en el ensayo “Historia de la
eternidad” (HE).
7 Se trata de la cita tomada de Familiar Studies of Men and Books de R. L.. Stevenson,
“The whole of Whitman’s work is deliberate”,
155Ambas citas, representando los contextos tan alejados, expresan, en
realidad, la misma idea y, respecto a su contenido, son casi idénticas.
Como es de suponer, el cambio fue un acto consciente de Borges, a fin de
aclarar las fuentes de la cita. Por eso, en lugar de la parabola del sacer-
dote, escrita por un poco conocido autor y tedlogo inglés del siglo XIX,
aparece una parabola de Alcordn. Otro factor para comprobar que a
Borges, en primer lugar, le importa la idea, el pensamiento expresado en
la cita, y no su contexto, fuente o tradicién literaria que éste implica.
‘Antes de precisar las fuentes de los epigrafes borgianos hay que con-
siderar las siguientes cuestiones: los géneros literarios y formas de dis-
curso que aparecen en los epigrafes; los autores citados con mas frecuen-
ia; la extension de las fuentes (época o tradicién literaria); la evolucién
de las fuentes a lo largo de la obra de Borges.
Borges recurre a los texots bastante diversos desde el punto de vista
genérico; tratados filoséficos o teolégicos (Hobbes, Bacon, Bradley, De
Quincey, Newman), biografias (Renen), cartas (Stevenson, Fitzgerald),
novelas (Diderot, Carroll), dramas (Shakespeare), poemas (Herbert,
Yeats), epopeyas (Morris), poemas satiricos (Pope), sagas (Volsunga
Saga), critica literaria (Johnson, Reyes), la Biblia, Aleorén. Dominan
entonces, junto a los tratados filoséficos, las obras literarias. En el caso
de Quevedo, Yeats, Stevenson y De Quincey, Borges llega a citar dos
veces el mismo autor. A pesar de una extensa gama genérica de las citas,
las fuentes de los epigrafes son, en realidad, bastante limitadas, con una
muy clara predileccién por los escritores y pensadores anglosajones,
sobre todo del siglo Xviii y XIX. En general, Borges recurre a las obras de
autores bien famosos, lo que contrasta con la regla que aplica dentro de sus
textos, donde aparece toda una galeria de escritores y filésofos casi
desconocidos y no raramente inventados.
Resumiendo las observaciones sobre las fuentes de las citas, se puede
concluir que Borges elige a los autores que prefiere y aprecia, especial-
mente, a los de habla inglesa. Sélo esporddicamente aparecen autores
franceses o hispanoamericanos. Casi esta ausente la literatura y la filosofia
alemana (con excepcién de un mistico silesiano Daniel von Czepko), faltan
referencias a la literatura italiana. Una aversién a las letras contem-
pordneas salta a la vista.
Por lo tanto, surge la duda: hasta qué punto el epigrafe de Borges
cumple con las reglas que tienden al empleo basado en la evocacién de
una determinada tradicién literaria y con la indicacién de las fuentes de la
creaci6n literaria del escritor. Si comparamos la lista de las fuentes de
las citas con la de los autores mas frecuentes en toda la obra de Borges,
revelamos una incogruencia muy significativa. Recordemos los nombres
156mas mencionados en los textos de Borges: Lugones, Shakespeare, Dante,
Homero, Stevenson, Chesterton, Wells, Quevedo, Poe, Kipling,
Schopenhauer y la Biblia.8 En los epigrafes Borges recurre a los textos
que muy pocas veces invoca en su obra misma (Diderot, Renen, Alcordn).
Por otra parte, entre los epigrafistas faltaron muchos autores men-
cionados con frecuencia en los textos. La conclusién es la siguiente: en
Borges el epigrafe no indica las fuentes, referencias, ni influencias lite-
varias. Estas sugerencias se encuentran en el otro nivel del paratexto: en
el prélogo 0 el epilogo y, obviamente, en notas. Es curioso que entre los
autores mds mencionados en los prélogos y epilogos haya pocos epigrafis-
tas (Stevenson, Chesterton y De Quincey) y, al revés, los que se hacen
presentes en los prélogos y epilogos nunca aparecen como epigrafistas
(Carlyle, Bloy, Schopenhauer, Shaw, Whitman, Kipling, Wells,
Browning, Lugones). Es notable, ademés, que la lista de los nombres mas
frecuentes en los prélogos y epilogos concuerde con el registro de los
autores mds frecuentes en toda la obra de Borges.
El epigrafe borgiano no es, entonces, lo que constituye una regla en
esta forma de discurso, la evocacién de una autoridad o tradici6n lite-
raria, el testimonio de la inspiracién que indica a un autor concreto o su
obra. Borges, por una parte, cita a los autores favoritos, expresando sus
propios gustos literarios (anglosajones) o sus fascinaciones filoséficas,
pero, por otra parte, no evoca los textos, sino unas frases sueltas que
encajan con sus propias obras. Existe, por lo tanto, una discrepancia evi-
dente entre el hecho de evocar y el acto de la inspiracién.
Estos gustos y preferencias literarias no cambiaban con el tiempo;
tampoco evolucionaba la seleccién de las fuentes. Nos serviran de ejemplo
dos epigrafes tomados de Writing de De Quincey, que aparecen en el
espacio de mds de 50 afios, formando el marco que une la obra del
escritor argentino. La primera cita, de la fase temprana de su obra,
anuncia el tomo Evaristo Carriego (1930); la segunda, de la fase tardia,
introduce el relato “La rosa de Paracelso” (1983),
Las consideraciones anteriores se relacionan con el problema de los
vinculos entre el epigrafe y el texto fuente. En Borges, el texto evocado no
tiene importancia como una obra integral. Los fragmentos, pedazos, fra-
ses, sacados del contexto, adquieren la autonomia, separandose de la obra
original. Muy a menudo, aquellas citas constituyen tan slo un episodio
marginal, una digresién en el texto modelo, un trozo que poco o nada,
8 Ver Borges, 13 Noviembre-15 Enero, Biblioteca Nacional, Madrid, 1986, Esta publi-
cacién contiene Ia lista completa de autores y textos citados 0 mencionados en toda la obra
de Borges.
157esta relacionado con la trama principal de la obra evocada. {Qué relacién
puede tener él anélisis de la obra de Alexander Pope (Writings, XI, 68)
con Evaristo Carriego? {Qué une las divagaciones del mismo Pope sobre
el “Reino del Aburrimiento” (Dunciad, 11, 76) con “La muralla y los
libros”01? 0 la lucha de Robert Burton contra la melancolia (The Anatomy
of Meiancholy, part. 2, sect. II, memb. IV) con “La Biblioteca de Babel” FIC.
La fuente, es decir, el texto evocado, después de recortarle un breve
fragmento (una frase, un verso) y transplantarlo al paratexto borgiano,
se encuentra apartado o totalmente rechazado. Sin embargo, podemos
buscar algunos ejemplos, donde el texto evocado, o sea, el contexto amplio
de la cita, es indispensable para la comprensién de la obra en cuestién.
Es significativo que estas excepciones de la regla estén presentes tinica-
mente en los cuentos de El Aleph: “Deutsches Requiem”, “El Inmortal”,
“La busca de Averroes”.
En el primer cuento, el significado y el mensaje del texto implica la
evocacién del destino del biblico Job, sefialado en el epigrafe. En “La
busca de Averroes”, las reflexiones de Ernest Renan constituyen un
punto de partida de la trama, y sélo el texto propio de Renan hace posible
la lectura correcta del epigrafe, que conserva una forma impersonal, y la
atribucién de] mismo a Averroes. “E] Inmortal” es un juego ficticio trama-
do en torno a una idea de Francis Bacon. La cita del epigrafe (tomada del
capitulo LVIII de Essays) sugiere otras referencias: a Salomén y a Platén.
Se inicia el didlogo sobre la idea del eterno retorno, donde se cruzan las
cuatro voces: la de Bacon, la de Salomén, la de Platén y, por fin, la del
propio Borges.
Aparte de los ejemplos mencionados, lo que cuenta en Borges es el
fragmento aislado, unas frases sueltas, unas ideas o metaforas; el contex-
to es lo de menos. Esta arbitrariedad, bien deliberada, esta selectividad,
se inscriben en la poética de Borges, rigida tinicamente por las preferen-
cias y los gustos personales. Las autoridades reconocidas no influiran en
el criterio de la seleccién de la cita. El criterio mas importante lo sera,
usando el término de Roland Barthes, “el placer del texto”, el deleite de
convivir con el texto. Si pudiéramos escoger el epigrafe para los epigrafes
borgianos, tomariamos esta frase del autor, donde se refiere a la selecién
de las obras para su biblioteca personal:
A lo largo del tiempo, nuestra memoria va formando una biblioteca dispar, hecha de
libros o de paginas, cuya lectura fue una dicha para nosotros y que nos gustaria compar:
tir [uJ La serie que prologo y que ya entreveo quiere dar ese goce. No eligiré los titulos
‘en funcién de mis hébitos literarios, de una determinada tradicién, de una determinada
‘escuela, de tal pais o de tal época (BP, iii).
158Analicemos otra red de relaciones intertextuales, o sea, la relacién basica
que une el epigrafe con el texto, determinando la funcién del epigrafe en
la obra acompafiada.
El epigrafe puede asumir diversos papeles. Interpreta o explica el
texto; enriquece su significado; define el motivo principal, el accesorio 0 el
protagonista; desempefia la funcién decorativa; transmite el mensaje del
autor de la cita, o rinde homenaje a su honor (“el poder de la autoridad”
evoca el texto fuente y se inscribe en una determinada tradicién literari
explica o justifica el titulo de la obra. Muchas de estas funciones no
aparecen en la obra de Borges, como por ejemplo, la funcién ornamental,
la evocacién de la tradicién literaria 0 el apoyo de la autoridad. Estas que
se manifiestan pueden ser ordenadas en tres grupos: i) los epigrafes bor-
gianos indican el motivo principal de la obra (un accesorio o simbolo, una
persona, un hilo narrativo); 2) introducen la idea clave del texto, asu-
miendo el papel del portador del mensaje; 3) proporcionan al texto un sig-
nificado nuevo o amplian su interpretacién.
Como ejemplo de la primera de las funciones mencionadas servira las
citas breves y concisas que tienen cardcter de una “etiqueta” de algunos
elementos del mundo representado. Y asi, el epigrafe precisa el principal
motivo-accesorio del texto (“El libro de arena”LA), el protagonista (“La
casa de Asterién”A) o la forma literaria del texto (“Utopia de un hombre
que esta cansado”LA).
Por el caracter mas complejo se destacan las citas que definen la idea
principal de la obra, o sea, las que desempefian el papel de comentario. No
se trata, sin embargo, de un papel auxiliar frente al texto: la cita no revela,
efectivamente, ningun sentido oculto de la obra, en cambio, constituye
una especie de resumen o sintesis. Tanto en este caso, como en el anterior,
hay un pasaje directo y fluido, sin confusiones ni disonancia, del epigrafe
al texto.
Asi el epigrafe en “Las ruinas circulares” FIC, (“And if he left off
dreaming about you”) refleja el concepto del relato: la visién del hombre
que habia sofiado al otro. La imagen de un todo, de la biblioteca-universo,
basada en la combinaci6n de las 23 letras (“La biblioteca de Babel” FIC),
expresa también la idea clave del texto.
® Sobre las funciones del epigrafe ver: Rudolf Béhm, Das Motto in der Englischen
Literatur des 19. Jahrhonderts, Wilhelm Fink Verlag, Manchen, 1975, pp. 110-192; Krista
Segermann, Das Motto in der Lyrik, Wilhelm Fink Verlag, Minchen, 1977, p. 40; Teresa
Cieslikowska, “Implikacje literackie we wsp6lezesnych utworach narracyjnych”, Dialog w
literaturze, PWN, Warszawa, 1978, pp. 76-84; Alvaro Pineda Botero, Teorfa de la novela,
Plaza y Janés, Bogoté, 1987, pp. 121-130; Gérard Genette, Seuils, op.cit., pp. 145-149.
159Esta funcién del epigrafe se identifica con la del anuncio o la introdue-
cién al texto. El término “prologo” parece, con todos sus matices, el térmi-
no més apropiado. Es una introduccién breve, una “obertura”, muy fre-
cuente al comienzo de los relatos, la evocacién de la idea central o del
mensaje ya desde el umbral del texto.
El cuento “Deutsches Requiem” A, con la cita de la Biblia, es un ejem-
plo relevante de la tercera funcién del epigrafe. Dice el fragmento:
“Aunque él me quitare la vida, en él confiaré”. Lo esencial radica no sélo
en la reciprocidad del epigrafe y el cuento, sino también en la triple
relacién: el epigrafe-el texto-el texto fuente. Este es uno de los pocos
ejemplos donde la fuente es indispensable para captar la tensién o, mejor
dicho, la contradiccién entre el texto propio y la obra evocada, entre la
idea del cuento y el mensaje de la Biblia. El eje de “Deutsches Requiem”
se basa en la sorprendente simetria: Dios / Hitler, la cristiandad / el fas-
cismo, la violencia / 1a humildad cristiana,
El epigrafe puede también revelar nuevas dimensiones del texto como,
por ejemplo, la cita de Jacques Le Fataliste et son Maitre, que precede el
cuento “El Congreso” LA. El epigrafe expone el valor simbélico del
Congreso mencionado en el titulo, como una representacién del mundo y
de toda la humanidad, revelando, al mismo tiempo, lo convencional de la
trama y lo convencional en la relacién entre el mundo representado y la
realidad.
La relacién epigrafe-texto se ve enriquecida con un significado nuevo
cuando la obra tiene dos epigrafes. ;Habria un didlogo entre las dos
citas? 4Se crearia una entidad nueva, una especie de sintesis?
Analicemos el ejemplo de “El Aleph” A. Dos motivos mas importantes en
la cita de Shakespeare (“O God, I could be bounded in a nutshell and
count myself a King of infinite space") corresponden a dos motivos en la
cita de Hobbes: “nutshell” / “hic-stans”, “infinite space” / “infinite great-
ness of place”. Se manifiesta, evidentemente, una conexién de los motivos
e ideas que forman una oposicién: el punto versus lo infinito. La cita de
Hamlet se transforma en una visién metaforica de los conceptos de
Leviathan y las dos citas unidas apuntan directamente al principal moti-
vo espacial del cuento.
Sigamos con el ejemplo del doble epigrafe al tomo Historia de la
eternidad: “...Supplementum Livii; Historia infinita temporis atque
aeternitatis” (Quevedo); “...nor promise that they would become in gene-
ral, by learning criticism, more useful, happier, or wiser” (Johnson). No
existe, aparentemente, conexién ninguna entre la cita de Quevedo y la de
Johnson, separadas por el contexto histérico y literario. Sin embargo, su
inesperado encuentro da principio a un nuevo contexto comin, total-
160mente alejado de sus fuentes. La idea de escribir la “historia infinita del
tiempo” resulta una vanidad, una paradoja absurda, o, tal vez, siguiendo
las intenciones de Borges, un insélito fenémeno estético. El doble epi-
grafe, o sea, su sintesis, tendria entonces una connotacién lidica, deter-
minando la recepcién de todos los ensayos incluidos en Historia de la
eternidad, basada en el juego entre el autor y el lector.
El epigrafe al tomo envuelve otra red de relaciones. En la mayoria de
los casos estos epigrafes tienen unas implicaciones mucho mas extensas,
aunque el criterio decisivo lo es el género literario de un volumen deter-
minado. En general, el epigrafe desempefia aqui el papel del “lema”, y no
de la introduccién. Al mismo tiempo, dichos epigrafes, tomados de diver-
sos tomos, entran también en relaciones mutuas. Los epigrafes prece-
dentes a los libros poéticos —Cuaderno San Martin y Obra poética.
1923-1977— se complementan de cierto modo. Los dos epigrafes, el de
Stevenson y el de Fitzgerald, colocados juntos, adquieren un caracter de
advertencia: exponen la modestia de Borges-poeta quien, no sin cierta
autoironia, subestima el rango de su obra. Los epigrafes cobran el valor
de una “divisa”, una generalizacién de la creacién literaria, aunque su
limite, en dicho caso, se ve reducido a la poesia de Borges.
En cambio, los epigrafes que anuncian los voltimenes de ensayos toman
una dimensién mas general: pueden referirse no sdlo a la ensayistica,
sino también a los demAs textos de Borges. Son un ejemplo del “epigrafe
integrado”,10 que sobrepasa los limites del texto, tomo o forma literaria,
convirtiéndose en un epigrafe generalizado, clave para la comprensién de
toda la obra del escritor.
En Borges se borran las fronteras entre el epigrafe parcial, el epigrafe
al tomo y el integrado. Una cita particular —igual que un prélogo, epilo-
go, titulo, dedicatoria o nota— puede abarcar una extensién mucho mas
amplia que un texto determinado. La cita o la palabra clave, el motivo, el
concepto, la imagen, constituyen las particulas movibles que circulan por
la obra del autor; una limitandose a un solo texto; las otras, abarcando e
integrando los conjuntos de textos. Resulta que la obra de Borges, ya a
partir del paratexto, es una estructura dindmica, a la cual aportan varios
niveles del texto mutuamente vinculados por miiltiples relaciones. Por lo
tanto, el epigrafe, igual que el titulo o el prélogo, es, a menudo, no sélo un
elemento integrador, sino también “ambulante”, Lo atestigua el epigrafe
a “La Biblioteca de Babel” FIC. La cita de Robert Burton ("...the variation
of the 23 letters”) se une con la reflexién sobre el niimero reducido de tra-
mas y metéforas, que cierra el tomo de Otras inquisiciones. La idea de
10 Ver Rudolf Bohm, Das Motto..., op. cit., p. 170.
161una totalidad, compuesta de las combinaciones de un ntimero limitado de
Jos mismos elementos, regresa en el ensayo “Nota sobre (hacia) Bernard
Shaw” O1 donde la visién de una biblioteca universal, “que registraré
todas las variaciones de los veintitantos simbolos ortograficos...” (PC, Il,
271), es una cita casi literal de la cita, es decir, del epigrafe de Burton.
Las huellas de las relaciones mutuas conducen al prototipo de “La
Biblioteca de Babel”, al ensayo inédito “La biblioteca total” (Sur, nim.
59, 1939) y luego, mas alld, al ensayo “Sobre el doblaje” DIS, de 1945,
donde aparecera la misma idea: “Las posibilidades del arte de combinar
no son infinitas” (PC, 1, 235).
Todas las observaciones anteriores corroboran la tesis de la unidad de
la obra de Borges, obra que posee unas capacidades sorprendentes de
absorber y asimilar los elementos ajenos, que se confunden entre si,
adquiriendo en el proceso un marco tipicamente borgiano. Una cita de
Shakespeare o de Bacon sufre una transformacién curiosa; se aleja del
contexto histérico o genérico y, por asi decirlo, se ajusta a la obra de
Borges, sumergiéndose en su substancia literaria. Fijémonos cémo los
epigrafes en Borges, tomados de obras, épocas, tradiciones tan diversas,
entran en relaciones mutuas, empiezan a formar una estructura
homogénea, Seria interesante ordenar los epigrafes no en una secuencia
sintagmatica (segtin los textos que anuncian), sino en una secuencia
paradigmatica o lineal. Esta secuencia de citas manifiesta ideas, simbo-
los, motivos comunes de toda la creacién de Borges: la obsesién por lo
infinito (el epigrafe en “El Aleph” A y Historia de la Eternidad), la rela-
tividad del transcurso del tiempo (“El milagro secreto” FIC y “Nueva
refutacién del tiempo” 01), la homogeneidad del suejio y la realidad (“Las
ruinas circulares” FIC), el concepto del mundo como un libro (“La
Biblioteca de Babel” Fic), el determinismo del destino humano (“Tema
del traidor y del héroe” FIC)...
Se podria tratar de recoger todos los epigrafes y crear una especie de
registro de los conceptos e imagenes que se reiteran a lo largo de la obra
del autor. Seria esta una recopilacién parecida en su forma a una “bi-
blioteca personal”, un testimonio de los gustos y las fascinaciones literarios.
En esta antologia tendrian su lugar las citas procedentes de distintas
épocas y corrientes literarias que acompafiarén a diferentes fases y
géneros literarios de la creacién borgiana. He aqui una muestra de esta
“antologia personal de epigrafes” basada inicamente, por razones
lingiiisticas, en los autores anglosajone:
All novelty is but oblivion /
So the Platonic Year whirls out new right and wrong,
whirls in the old instead /
162T'm looking for the face I had, before the world was made /
Y could be bounded in a nutshell and count myself
a King of infinite space /
A mode of truth, not of truth coherent and central,
but angular and splintered /
By this art you may comtemplate the variation of the 23 letters /
Thy rope of sands[...]
Aquella “antologia de las citas” y, tanto més, la idea misma del epigrafe,
apunta directamente a la poética de Borges. Encierra la visién de las
letras concebida como un espacio literario sin limites, una unidad que consti-
tuye el patrimonio comiin de todos los autores, un conjunto de obras en
didlogo permanente, fundido en interpretaciones y reinterpretaciones.
La correlacién entre varios niveles del paratexto borgiano requiere el
anélisis mds extenso del epigrafe, confrontdndolo con otros elementos
que enmarcan el texto, como, por ejemplo, el prélogo y el titulo.
Subrayando las relaciones entre la cita y el prélogo, E.E. Kellett obser-
va: “Very often a passage from some classic writing, set out in typogra-
phical isolation at the begining of the book, may obviate the necessity of
a preface”.11 Si le damos un significado mas extenso al término la “obra
cldsica”, Hegamos a la conclusién que esta regla, segin Borges, puede
proyectarse a la mayoria de las obras fuentes, evocadas en los epigrafes.
Es notable que en la obra de Borges el prélogo esté reservado a las colec-
ciones de textos, mientras que en el texto concreto, especialmente en los
relatos, el papel del prélogo es asumido por el epigrafe: la cita sustituye
el comentario del autor.
Las funciones del prélogo y el epigrafe se interfieren en muchos casos.
El epigrafe en Borges también es una glosa, una introduccién o un com-
plemento, una indicacién de la idea clave de la obra. Ademés, el epigrafe
es un testimonio de los gustos literarios de Borges, aunque no formula,
explicitamente, la poética del escritor (como lo hacen sus prélogos, que,
frecuentemente, se asemejan al manifiesto literario), y tampoco indica
las fuentes de la inspiracién. Por otra parte, un fenémeno de la
adaptacién de la cita al texto, como su ingrediente integral, es un reflejo
evidente del proceso de la “permeabilidad” del prélogo y el texto bor-
gianos.!2
11 EE. Kellet, Literary Quotation and Allusion, Kennikat Press, Port Washington-New
York-London, 1969, p. 87.
12 Ver A. Porqueras Mayo, El prélogo como género literario, Consejo Superior de
Investigaciones Cientificas, Madrid, 1957, pp. 100-102.
163El tomo Discusidn nos trae un ejemplo interesante del didlogo entre el
prélogo y el epigrafe. El autor, prologando Discusién, hace una referencia
directa al epigrafe en el mismo tomo: “Vida y muerte le han faltado a mi
vida. De esa indigencia mi laborioso amor por estas minucias. No sé si la
disculpa del epigrafe me valdra”. (rc, I, 106). Asi pues, el comentario
ineluido en el prélogo modifica totalmente el mensaje del epigrafe: “Esto
es lo malo de no hacer imprimir las obras: que se va la vida en rehacer-
Jas”. La cita, tomada de Alfonso Reyes, se convierte en una especie de
excusa, 0, usando el término clasico, de “recusationes” del autor, quien
intenta justificar la mania de escribir y eternizar las “minucias” sin
aparente importancia. El didlogo del prélogo y el epigrafe se basan en
una disonancia de modalidad y estilo (“estas minucias” frente a “las
obras”), lo que determina la lectura de los ensayos de Discusién.
Ain més evidentes son los lazos entre el epigrafe y el siguiente ele-
mento del paratexto: el titulo. El epigrafe asume algunas funciones del
titulo: resume la trama o explica la idea principal del texto y, por otro
lado, puede también hacer un comentario directo no sélo al texto sino,
justamente, al titulo, aclarando el titulo enigmatico o ambiguo. Y, al
revés, el propio titulo puede explicar o modificar el significado del epi-
grafe. Observamos entonces una concreci6n o iluminacién reciproca de
ambos elementos lo que, en la obra de Borges, resalta todavia mas la
transparencia del epigrafe y del titulo.
El epigrafe, por ejemplo, aclara el titulo confuso (“El Aleph”) o lo pre-
cisa (“La busca de Averroes”A), asi como repite y subraya palabras, pe:
sonajes o accesorios mencionados en el titulo: La gran muralla en “La
muralla y los libros”0I (“He, whose long wall the wandring Tartar
bounds”); la casa identificada con la red-laberinto en “Abenjacan El
Bojari, muerto en su laberinto” A (“...8on comparables a la arafia, que edi-
fica una casa”); en nombre del protagonista en “La casa de Asterién” A o
“La rosa de Paracelso” VA.
Paralelamente, el titulo a menudo implica una connotacién determina-
da de la cita usada en el epigrafe. El titulo “ Tres versiones de Judas”
Fic relaciona la cita bastante confusa (“There seemed a certainty in
degradation”) directamente a la persona de Judas. La etiqueta
“Deutsches Requiem” agrega un estigma alemén a la parabola de Job. La
expresién “El libro de arena” LA cambia el sentido de la cita de George
Herbert (“thy rope of sands”), dandole una dimensién metaférica mas
amplia y sugiriendo el simbolo del libro-biblioteca. Este tiltimo ejemplo
demuestra que el epigrafe, aparte de anunciar el titulo y sefialar un
“motivo titular”, entra en relaciones no s6lo con el titulo madre, sino tam-
bién con otros titulos borgianos, como “El reloj de arena”, el verso de El
164hacedor. Asi pues, una cita, tomada del poema de Herbert, da comienzo a
una secuencia de metéforas: “el ldtigo de arena”, “el libro de arena”, “el
reloj de arena”...
En la obra de Borges los vinculos entre el epigrafe y el titulo son tan
fuertes que en algunos casos los dos elementos llegan a identificarse. El
epigrafe puede transformarse en el titulo, como por ejemplo, en el relato
“There are more things” LA (la cita de Hamlet) o en el verso “The Thing
That I am” HN (la cita de All Is Well That Ends Well). Y, paralelamente,
el titulo puede convertirse en el epigrafe (implicito) en numerosas obras
poéticas o narrativas, especialmente, en la fase tardia de la creacién de
Borges: “Inferno, I, 32” HAC, “Inferno, v, 129” CIF, “Purgatorio, 1, 13" NED,
“Paradiso, XXXI, 108” HAC, “Lucas, XXIII" HAC, “Mateo, XXv, 30” OM, “Juan,
I, 14” oss, “Eclesiastés, 1-9” CIF...
Es notable que, en comparacién con los epigrafes propiamente dichos,
existe, en las obras arriba mencionadas, una relacién muy marcada entre
el epigrafe (implicito) y el texto que éste acompaiia, asi como entre el
texto y la obra fuente. E] titulo-epigrafe que se refiere a la Biblia o a la
Divina Comedia forma una trama o una imagen en torno de la cual gira
el texto de Borges.
Una observacién final: demasiado pronto los criticos han reducido la
obra de Borges al texto en si, equivocdndose, ademas, en interpretarla
como “discurso filoséfico”. En realidad, esta obra constituye una estruc-
tura polifénica, de miltiples niveles, compuesta, inseparadamente, por el
texto y el paratexto. Es una obra abierta en que cada texto particular,
encuadrado, espacial y semanticamente por su marco paratextual, se
extiende hacia otras obras de Borges y, mediante el epigrafe, hacia las
obras de otros autores.
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