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Capitulo 1 Redes de deudas y compromisos la trascendencia del dinero y las divisas sociales en las cadenas mercantiles Norman Long y Magdalena Villarreal EN ESTE capitulo identificamos distintos tipos de “divisas sociales” que for- Jan el entramado de deudas y compromisos sociales generados en el seno de redes mercantiles. Destacamos las maneras en que interacttian y se ma- ngjan estratégiczmente tanto valores monetarios como no monetarios en las diversas transacciones, précticas organizativas y significados cultura- Jes asociados a la trayectoria de un producto especifico: las hojas de matz. Argumentamos que las configuraciones mercantiles no deben ser simple- ‘mente visualizadas —como frecuentemente se hace en Ios andlisis de cade- nas mervantiles (véase por ejemplo: Gereffi y Korzeniewes, 1994; Bonanno et al., 1994)- como series incorp6reas de relaciones generadas por la de- manda de un producto en los mercados nacionales y transnacionales. No debemos olvidarnos que también son producto de series de encuentros en- trelazados entre distintos actores. Actores que, al tiempo de participar en a intercambio, buscan defender y reproducir sus propias empresas, sus mundos de vida y sus repertorios culturales." Desde este punto de vista, necesitamos extender el concepto de *valor de intercambio", de tal manera que no se limite a los valores monetarios y el mercado, sino que cubra una gama més amplia de valores e instituciones.? En sentido estricto, los valores no residen “en”, ni son “agregados” aumentativamente a los productos, como se Bn un articuo previo (Long y Vilaresl, 1998) sobre las redes mercantilestransfronterizas entre ‘Meso y Estados Unides, delinemos la trayecoria de las hojas de male desde sa produces hasta €t consumo y analizamos las contendas en toFho al vlor soca involucrade, 2 Vase Kopytott (1986), quien enfatiza la naturaleza fluctuate de sgnifiados aociados alos bie- bes a su intereambio. Vease también Long (1992), quien utiliza el eerplo de a fabricaion de cerve~ 2 cal en Zambia para explorer i multiplicilad de valores en torno an blen espetio; y Vihulzen 11996: 103-132), qulen examina las maneras en gue mujeres agriultoras valorian y por lo tant for= Jon d valor de intercambio de mereancasespecicas (frente a los valotes que les aribuyen compradores indivduales, una compafia procesaora de alimentos y miembros masculines de hogar) en un dstto de rego en dl este de Zimbabwe. 23 OMAN LANDY HOD MILLE, implica en la utilizaciOn generalizada de la nocion de “v ° los andlisis de las trayectorias de mercanctas. Mas Tienior vows ener gen dels continas lucas ynegoiaiones entre eros atores sci es localizados en puntos estratégicos de uma red de relaciones mercanti- Jes, y de esta manera se crean y transformman conjuntamente por quiene estén involucrados. En un articulo reciente “apropiadamente lade ‘Desencadenando el valor en una nueva era econémica"- el economista de negocios Raatcez (1999: 129-132) enfatiza esta misma cueston, Ar gumenta que los modelos de “cadenade valores” ow {...] son dificiles de aplicar a las decisior las decisiones del complejo mundo real Ahora sabemos que los valores son contingentes y co-producidos intersubjetivamente. No residen en ios individuos ni en los bienes " lependientemente de las interacciones a las cuales estan sujetos 999: 130; véase también Norman y Ramf{rez, 1993 y 1994). Esta perspectiva analitica conlleva dos impli lugar, no debemos suponer, como lo hace la thor eoonbenles neck, que el valor de intercambio se determina simplemente aya aloe de utiidad perebido por los eompradores y- constimigores,Y se- gundo, debemos distanciarnos de la visiGn hegem6nica sirmplista en la que se afirma que es el poder de los llamados "macro actores” tales como las corporaciones multinacionales y los cuerpos financieros y co- mercaesinacionaes- el principal determinante de os precios el mercado y los flujos y transacciones mercantiles. Aunque los cuer- pos internacionales, los acuerdos comerciales y Jas politcas proteccio~ nistas indudablemente juegan un papel crucial en el establecimiento de precios mercantiles y en la delimitacién ée los tipos de transacciones gue pueden suri, iguaimente importante reconocer la dindmica de 6 estrategias de subsistencia y cOmo éstas fosjan los flujos y redes rmercantiles, En este capitulo nos centramos principalmente en lo se undo, reservando para una Futura ocasién el andliss de los modos de opkracn y In "neducion de esa” dos macroprocesos -_ Fl enfoque requiere una comprensién de] complejo entretejimi deacon soles y pastas uss sn as cuales una vaieded de stores movizan y reconjn valores y compremisos aparente- isimiles ¢ inconmensurables al organiza Gur funionan como proveedoras para mesadosnaconals tana. Gionales distantes. Noes sufieente suponer -como lo hacen rmuchos ¢s- gpss p DEUDSY COMPROMISE» 28 tudios mercantiles- que ¢s la omnipresencia del dinero como una medi- se miversal, estandarizada de equivalencia la que constituye el hilo co, smd que une y dinamiza las transacciones y los flujos de ‘mercancias,’ Como lo han expuesto convincentemente muchos estudios antropo- Togicos, la producci6n mereantil, las transacciones de mercado y va- as formas de empresas econdmicas, incluyendo también las apen- Tjas de distribucion y los supermercados, son apuntalados por valores y Telaciones no mercantiles (por ejemplo, Hutchinson, 1996; De Haan, 1994; Arce y Marsden, 1993 y Arce, 1997). Estos varian ve acuerdo con el campo de actividad (de producei6n, distribucién, ntereambio 0 consumo, por emplo) y a las maneras en que inter Jectan distintos dominios sociales (por ejemplo, basados en intereses familiares, comunitarios o sociopoliticos). Recienvemente la discusion de elementos no mercantiles ha tomado ‘un nuevo gito, al ser subsumida bajo el nuevo cliché del desarrollo in- temacional: “el capital social”, un concepto vigorosamente promovido por el Barco Mundial. Dentro de esta escuela de pensamiento, el capi- Par social se conceptualiza como una serie de recursos sociales que brin- da un certo caudal de beneficios (por ejemplo, ingreso aumentado, con- Giciones materiales mejoradas y apalancamiento social) para grupos © sndividuos particulares. Uphoff (2000) afirma que estos bienes sociales ¥ culturales estén constituidos por factores estructurales tales como tos institucionales compuestos por conjuntos de normas sociales, papeles y compromisos, y por dimensiones normativas cognitivas {ue no dependen de, ni pueden ser reducidos a, los modos de racionali- dea det mercado. Aunque, subrayando la importancia de los factores no mercantiles en la organizaciSn de respuestas a las oportunidades (sean mmereantiles 0 no) cambiantes del mercado, esta manera de conceptual CLcapital social es deficiente, dado que supone que, al igual que otros Teoursos y Bienes, se encuentra “allé afuera’, esperando ser moviliza, Go, acumulado o almacenado para uso futuro. Es decir, se visualiza a capital social como externo a las acciones sociales que lo invocan lo ge- Sevan y lo constituyen. En contraste a esta manera de abordar la cues- veanse Marsden y Are (195) yAzce (1995), ees crtean las postaras eI lama “nueva” internaconalizacon de la agccultra racemase gions y os valores no mercantile wsuales,asodados con los dominios Ae ca cred feesatoe tomar en coca ieterverions yf os curs nadondis 2a ran alia cantarsinaciony el comercio gal de armas, droges, as sm {ermal oe jo mercado negra, fs uals Spleen curstones potest y oe ‘Bestar que trescienden los eriterios merantes, 0 NR LANG YaUGDLERAVIAARRE, ‘i6n, asumimos que la coexistencia y Ia interacci6n de una variedad de lo que preferimos lamar “divisas sociales’, es intrinseca a la produc- cin y reproduccién de redes mercantiles. De esta manera, tratamos los valores y las relaciones no mercantiles como componentes integrales ~y frecuentemente centrales- a la negociacién y la creacién del valor de intercambio. En tanto que la mayorfa de los estudios sobre las mercancfas y los mercados asumen al final que el dinero funciona como una me- dida estandar de valor de intercambio, nuestra perspectiva busca r¢- saltar los diversos significados y socapas que asume el dinero y la coexistencia ¢ interpenetracion de diferentes formas de divisas. Aqui, una consideracion importante és el hecho de que frecuentemente el dinero no se materializa en el momento de intercambio cuando se hacen las compras, se intercambian bienes 0 se proveen servicios.’ Como lo muestra la etnografia que presentamos enseguida, varias versiones de dinero no materializado juegan un papel importante en el funcionamiento de les redes mercantiles de hoja de mafz en California y en México, El comercio de hoja de mafz forma parte del flujo de productos énicos relacionados con los alimentos que vinculan a los inmigrantes mexicanos en los Estados Unidos con los sitios de produccién en su pafs de origen. Empezamos por la punta californiana de la cadena, doride delineamos las redes comerciales y las empresas comercieles involucradas en la distribu- cin y comercializacién de hojas de mafz, enfocéndonos principaimente en los sistemas de pago y el mangjo del dinero. Después de esto, nos ubica- ‘mos en Jalisco, México, una regién importante para la produccién de hhoja de maiz. Aqut exploramos los entramados de deudas y compromtisos en los mundos de vida de productores maiceros, jornaleros e intermedia ros. Estos dos escenarios contrastantes forman parte de un paisaje econd- mico mds amplio que conecta varios tipos de produccién de mercancias con el comercio en México y en Estados Unidos. Al dinero generalmente sc le avibuyen cinco funclones: como media de pago, estindar de va lor, medida de contablidad, medio de inteeambio y de slmacenarmiento de rqueza, Este altima “re- presenta el potencial futuro del dinero para hacer pagos”, aunque “a garantia que el pagadortene de ‘no estar bao presi inmediata de hacer mas pagos es decisive para el ito de cualquier sistema mo- netaro” (Cramp, 1981: Tl. sta aparente paradoja es relevant para los casos de exéato y pago di- ferido que deserbimos en ese capitulo. Vease tambien la excelente descrigciin que hace Hart (2000: 233-326) de la historia del dinero ¥ 3 esrgimiento de formas no materiaizadas de dinero que evan 1a formas clectrdnicasdigitles en Ja era el Internet, Eo Smlca un gre salto del dinezo "ea “areual" REDS DE DUDS YCOMPROALDS «31 Hl caso trae a colecién la cuestiGn de la dinémica de mercantilizacion.* El capitulo concluye, por lo tanto, identificando algunos puntos que re- quieren mayor exploracién, tanto tedrica como empirica. Estos se en- focan en la relevancia de miltiples divisas y formas monetarias, y en las interrelaciones entre valores mercantiles y no mercantiles VALORES MONETARIOS Y NO MONETARIOS: : EL COMERCIO DE HOJAS DE MAIZ Y LOS ESPACIOS EN BL MERCADO DE CALIFORNIA blacién latina’ en California -la cual se ha ido convirtiendo verti- ginosamente en mayoria estadistica en este estado (Rosaldo y Flores, 1997)- constituye sélo parte de la clientela para las hojas de mafz, quienes las utilizan en la preparacién de tamales en el occidente de los Estados Unidos, La comida mexicana ha ido adquiriendo mayor popu- laridad y es disfrutada por gente de distintos orfgenes. En California al- gunos la asocian a la herencia hist6rica de hace més de dos siglos, cuan~ Go este estado formaba parte de México, Otros vineulan la comida mexicana con la herencia espafiola, y los més, incluyen muchos de es~ tos platillos en el repertorio de lo que consideran “comida californiana’ Los tamales se claboran en pequefias fabricas o se preparan “recién hechos” en restaurantes 0 por mujeres mexicanas inmigrantes que buscan complementar su ingreso familiar. Se expenden generalmente en restaurantes mexicanos y en los supermercados, donde también pueden adquirirse enlatados y congelados. Las hojas para la elabora- Gin de tamales se venden en los supermercados y en las pequefias tiendas de abarrotes de los barrios “latinos”. as hojas de mafz provienen casi exclusivamente de México. La ma: quinaria moderna que se utiliza para cosechar el matz, en los Estados Tinidos, y la cantidad de trabajo que implica separar las hojas de la ma~ zorca lo hace un producto poco redituable para los productores nortes- mericanos. Asi, los comerciantes de California necesitan establecer vincu- es stg smn nm teats see ee mee atl eee lec pe rites acer aa wt asain $f NRQANLDNOYSASLEN AAR, Ios cercanos con los proveedores mexicanos y/o con los agentes distri- buidores en California. Estos Giltimos generaimente son inmigrantes mexicanos que tienen contactos familiares en México. Aunque ocupan tun pequeiio espacio en el mundo de las empresas mercantiles en Cali- fornia, han podido aprovechar los espacios que se abren al incremen- tarse la demanda del producto entre la creciente poblacién inmigrante mexicana. Esto ha coincidido con la creacién de nichos de mercado para productos “étnicos” y con el abandono de sitios centrales en las ciuda- des por parte de los grandes centros comerciales. La distribucién de hoja de maiz esté a cargo mayoritariamente de Pequefias y medianas empresas familiares que se especializan en pro- ductos alimenticios mexicanos y especias, incluyendo bebidas embote- lladas, frutas tropicales y una variedad de chiles. Sus oportunidades de sobrevivencia dependen de su habilidad, por un lado, de mangjar efi- cientemente el tiempo en el abastecimiento y la entrega de la mercan-

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