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Apéndice “La intencion de observar abre los ojos” Narraciones, datos y medios técnicos en las empresas humboldtianas del siglo xix* Irina Podgorny y Wolfgang Schiiffner CONICET UNLP En 1999 se cumplieron doscientos afios del inicio del viaje a América de Alexander von Humboldt y de Aimé Bonpland, viaje que se extenderfa entre los afios 1799 y 1804. Los da- tos recolectados fueron de tal magnitud que Humboldt trabajé en ellos durante los siguien- tes treinta afios de su vida, publicando sus con- Clusiones y observaciones en varias obras que * ET tuo esté tomado de Ia siguiente observacisn de Deluc (Leures physiques et morales sur lex montanes cet sur Vhstoire de la tere et de Vhonme, \TTS. tp 19) [.] "observateur qui Se tent pet la aise par ‘une tfention habituelle, quoique vague en apparence, fest bien plus sir de réussir que celui qui veut compen ser le temps par une atention plus immédiaernentditi- sgéeal"objet[..]-Linteation observer ouvre les yeux ‘als est Je temps qui leur présente les objets; et sou vent ils se wouvent quand on ne les cherche point, La idea de organizar en Buenos Aites en abel de sobre Humboldt se origind en Ber= lin en 1a Sommerakodemie del Max Planck Institut fie ‘Wissenschaftsgeschichte “The Knowing Body of the Scientist” en agosto de 1995. Ambos qveremos agra cer al programa de la Fundacién Rockefeller "Pro Scientia et patria” del Museo Etnogrfico de la Facul- tad de Filosofia y Letras de la Universidad de Buenos Aires, ala Fundcin Antorchas, al Zentrum fr Liter tueforschung-Berin y al Gocthe Institut de Bsenos Ai- ‘tes, por habernos apoyado en la realizaciOn del Colo- quio “Disefar ef Saber: de Humboldt a las redes Virtuales"Ademas, uetemos expresar meso especial Agradecimiento alos participantes del mismo y a Ru: Golf Barth, Silvia Fehrmann, Xavier Martini, Gabriela Massu y José A. Pérez Golldn, Humboldt Universitat-Berlin comprenden: Ansichten der Natur, mit wis- senschaftlichen Erlauterungen' (1808), y los veintitrés tomos del Voyage aux régions équi- noxiales du nouveau continent, fait en 1799- 1804 (1805-1834)? Hay varios aspectos del viaje de Humboldt que 1o hacen relevante hasta el dfa de hoy. En primer lugar, el nuevo corpus de datos cientificos; pero, no menos importante, 1a aparici6n de-un saber transdis- ciplinario e intercultural y los efectos que es- to tuyo sobre las emergentes naciones ameri- canas. Nos gustaria desarrollar aqu‘ algunos de estos aspectos, sobre todo aquellos rela ‘cionados con la logistica del trabajo de cam- po en relacién al trabajo de gabinete y con la presentacién de los datos. En conexién con esto ultimo quisiéramos sefialar la relacion entre la obra de ordenamiento, mapeo y tabu- ' Publicado en inglés en 1849 como Aspect of Nauue, in Different Lands and Diffremt Climates, 2 Siote volimenes,sparetidos enire los aos 1814 y 1829, fueron tradicidos al inglés como Persanal Na- ‘rrative of Travels to the Equinoctal Regione ofthe New Continent During the Years 1799-1804, Una traduccion al alemn no autoizada apareci entre los aos 1813 y 1832; Humboldt reeién autorizarfa la de Hermann Huff de 1859-1860. En 1826 se publics en Parts una ttaduccién espatiola andnima y con numerosos erores. La traduecién holandesa data de 1818 y Ia polaea de 1809, La primera traduccin al espaol considerada fie schizo en Caracas en 1941-1982, Prismss, Ravista du historia intelectual, N* 4, 2000, pp. 217-207 lacién y las narrativas. Con este articulo, es nuestra intencién esbozar ciertos temas y ten- dencias actuales en la historia de los medios técnicos y de las ciencias. En Humboldt, destaquemos, se conden- saban una serie de saberes propios de las dis- ciplinas mas importantes de fines del siglo xvul tales como la geologia, la cartografia, la mineria, la economia, la estadistica, la fisio- logia, la botanica y la historia natural. Hum- boldt emprendi6 este viaje como iniciativa personal, con fondos privados y con Ja auto- rizacién del soberano espafiol para visitar las tierras y los archivos americanos. De esta combinacion de saberes y de lugares visita- dos result6 el ensayo de una nueva manera de ordenar y de clasificar el mundo. Humboldt transformaria su encuentro con la América ecuatorial en el gran archivo de su empresa cientifica ya que la descripcidn de América produjo una enorme variedad de datos asi co- mo formas de procesamiento y de registro de los mismos en nuevos medios archivisticos.* De alguna manera, se puede decir que la es- tructura de clasificacién estipulada por Hum- boldt preformé una red de observacién y de medicioén de las variables fisicas a una escala continental. El uso de los tltimos instrumen- tos de medicién, la tendencia tanto a contro- lar las fuentes de error de observacién como a establecer una relacién entre éstas y ciertas leyes matematicas remite, asimismo, al pro- blema de encontrar un lenguaje apropiado para la descripcién de la naturaleza y de la sociedad. Por ello, podria afirmarse que la obra de Humboldt enfrenta esta cuestién cen- tral de fines del siglo xviti: la bisqueda del rigor y la reforma del lenguaje en el interior de la historia natural. 3 Cf. W. Schaffner, “Topographie der Zeichen. Alexan- der von Humboldts Datenverarbeitung”, en Inge Bax- mann, Michael Franz y W. Schiffner (eds.), Das Laa- koon-Paradigma. Zeichenregime im 18. Jahrhundert, Berlin, Akademie Verlag, 2000. Desde finales de la década de del seten- ta, se ha estilado calificar de “humboldtiano” a este modo de ciencia que abarca un crecien- te interés en el desarrollo de las ciencias de la tierra y en el ambiente que empezo en la deé- cada de 1820.4 Sin embargo, como sefiala Dettelbach,> apelar al nombre de Humboldt para describir este estilo, encubre mas que re- vela lo especifico de la obra de este ultimo. Por otro lado, la idea de “ciencia humboldtia- na” contribuye a esconder la continuidad del trabajo realizado durante el viaje americano con practicas que ya estaban en uso en los viajes de exploracién del siglo de las luces. En efecto, podria plantearse que el viaje de Humboldt resulta de la necesidad de una pre- cision estadistica, surgida en el siglo XVIII y expresada a través de mediciones, de la cuan- tificacién de la naturaleza y de la sociedad. Ligado a ella, la consiguiente recolecccién y compilacion de datos cuantitativos a través de instrumentos de mensura® y de procedimien- tos de cdlculo y de representaci6n en diagra- mas y tablas. Los nuevos datos, por otro lado, no negaban los anteriores: la intencién de Humboldt incluye la de comparar a éstos con los procedentes de otras fuentes tales como las mediciones realizadas por viajeros que lo precedieron, los datos contenidos en los ma- pas y los existentes en los archivos. Asi, la in- 4 La idea de una “Humboldtian science” en oposicién a una “Baconian science” fue acuilada por Susan Faye Cannon en Science in culture: The Early Victorian Pe- riod, Nueva York, Science History Publications, 1978 (especialmente pp. 73-110); véase también Jack Morrel y Arnold Thackray, Gentlemen of Science. Early Years of the British Association for the Advancement of Scien- ce, Oxford, Clarendon Press, 1981 (especialmente pp. 513-531), Para una discusidn contemporanea de la cate- goria de “ciencia humboldtiana” cf. Michael Dettelbach, “Humboldtian science", en N, Jardine, J. A. Secord y E. C. Spary, Cultures of Natural Histary, Cambridge, Cam- bridge University Press, 1996, pp. 287-304. 3 Ibid. © Marie-Noélle Bourguet y Christian Licoppe, “Voya- ges, mesures el instruments. Une nouvelle expérience du monde au Siécle des lumiéres”, Annales yss, 5, 1997, pp. 1115-1151. 218 corporaci6n de los datos tomados por otros —tamizados por la calibracién del error— y de los nuevos en una matriz que permitiera la comparaci6n, contribuy6 a la creacién de aquel “espacio comtn’” de} saber al que se re- fiere Foucault en Las palabras y las cosas. Esta novedad propia del siglo Xvml tra- jo consigo las cuestiones de la coordinacién de los instrumentos y de la comparabilidad de los datos y de las mediciones tomados, ora por instrumentos diferentes en el mismo lu- gar, ora por el mismo tipo de instrumento en lugares distintos. En este sentido es impor- tante recordar dos cosas. La primera, que la naturaleza no se presuponia uniforme en todo el globo y que las variaciones locales se ins- cribian en la idea misma de una naturaleza fragmentada. En parte por ello, el mero he- cho de comparar y coordinar mediciones to- madas en espacios lejanos, diferentes uno del otro, no parecia que pudiera dar otro sentido que la confirmacién de esta discontinuidad. En segundo lugar, que el gabinete era el locus privilegiado para que los fildésofos de la natu- raleza pudieran mantener el control de Jas va- riables, de los instrumentos y de la observa- cidn sostenida en el tiempo. En efecto, la practica de la historia y de Ja filosofia natural de inicios del siglo xvi se basaba en una di- visién, adoptada en casi todo el mundo sa- vant europeo, entre quienes clasificaban y sistematizaban en los gabinetes y aquellos que se relacionaban con el terreno. En mu- chos casos, a lo largo del siglo las academias y sociedades metropolitanas fueron urdiendo una red de corresponsales de provincia, quie- nes recolectaban especimenes y datos, si- guiendo el orden dado por las “instrucciones” emitidas por las primeras.’? Solamente a tra- 7 Al utilizar el término metrépolis no nos referimos sola- mente a la relacién entre los imperios y sus colonias, es decir a las existentes entre las insituciones de las cludades europeas y las de los territorios de la expansidn imperial, sino también a las que se planteaban entre las sociedades vés de tales “instrucciones” parecia poder ga- rantizarse la uniformidad de los datos reco- lectados a los efectos de que no se perdieran en una coleccién de heterogeneidades, no tanto en su lugar de origen sino en los centros donde debian ser archivados con un criterio unico. Estas grillas o encuestas constituyen asi la manera de construir un espacio comin del saber: ya en el siglo xv! desde el Consejo de Indias se habia promovido la deseripcién del Nuevo Mundo a través de instrucciones e€ interrogatorios y, sobre todo a partir de la dé- cada de 1570, se establecié que las relaciones de las Indias seguirian un cuestionario a con- testar en las mismas localidades.8 Contempo- raneamente, se desarrollé la famosa Metho- dus apodemica, que en obras como la de Theodor Zwinger, exponta las reglas para la realizacioén del viaje y su transformacién en un saber sistematizado.? En Inglaterra, las primeras de estas instrucciones, bajo la forma de encuestas que debfan seguir los viajeros, datan de la segunda mitad del siglo xvul.!9 En el siglo Xvi, diversas sociedades y acade- mias europeas produjeron incontables de es- tas guias que procuraban educar la vista y los y los naturalistas de las ciudades capitales y/o universita- rias y los de las provincias (cf. Morrel y Thackray, op. cit.; también fan Inkster y Jack Morrell (eds.), Metropolis and Province. Science in British Culture 1780-1850, Filadel- fia, University of Pennsylvania Press, 1983, 8 Cf. Jose Maria Lopez Pifero, El arte de navegar en la Espaiia del Renacimiento, Madrid, Labor, 1979, pp. 83-97. ® Theodor Zwinger, Methodus apademica in eorum gratiam, qui cum fructu in quocungue tandem vilae gée- nere peregrinari cupiunt, Basilea, 1577, Cf. Justin Stagl, Apodemiken: eine rdsonnierte Bibliographie der reisetheoretischen Literatur des 16., 17. und 18, Jahr- funderts, Paderborn, Miinchen, Schéningh, 1983. 10 Marie-Noélle Bourguet, “La collecte du monde: vo- yage et histoire naturelle (fin xviéme si¢cle-début xixé- me sitcle)", en Blanckaert et al. (eds.), Le Muséum au premier siecle de son histoire, Paris, Muséum National d'Histoire Naturelle, 1997, pp. 163-196, Véase también R. Schaer (dir.), Tous les savoirs du monde, Encyelopé- dies et bibliothéques, de Sumer au xxie Siecle, Paris, Bi- bliothé¢que Nationale de France/Flammarion, 1996. 219 gestos del viajero-colector de una naturaleza distante y que consistfan en procedimientos que se debian seguir en la recoleccién de plantas, animales y minerales o en el uso de instrumentos. Como sefiala Bourguet!! la em- presa del inventario y descripcién del mundo precisaba “disciplinar y codificar el viaje, edu- car al viajero, disciplinar su curiosidad y su conducta™, es decir la mirada del que viajaba debia ser dirigida, asi como deb{fan crearse los gestos correctos para que el espiritu de sintesis de] centro tuviera la certeza de que esos materiales habian sido recogidos con la extension de sus propias manos. Si tenemos en cuenta esta distincién se entiende que, todavia a fines del siglo xvin, el conocimiento procedente de las explora- ciones no tuviera un estatus similar al produ- cido en los gabinetes donde las variables po- dian controlarse. Para los filésofos de la naturaleza, hacer ciencia en el terreno de con- tinentes extrafios o en condiciones extremas como las reinantes a grandes altitudes, donde los instrumentos no parecian responder a la normalidad del gabinete, era visto con suspi- cacia.!2 Entre-el naturalista viajero y sedenta- rio, el segundo gozaba de la confianza dada por la posesion del tiempo, de las colecciones y de los libros necesarios para la observacion y comparacién. El viajero, por el contrario, disponfa de un tiempo limitado que fragmen- taba su capacidad de observacién en piezas que sélo tenian sentido una vez depositadas en los gabinetes. El mismo espacio del estu- dio o del museo aparecfa, entonces y singu- larmente, como mas amplio, mds representa- tivo del universo todo que el camino del Viajeéro que, en principio, solo se podia transi- MW Ibid, 12 Bourguet y Licoppe, op. cit.; véase también Dorinda Outram, Georges Cuvier: Vocations, Science and Aut- hority in Past-Revolutionary France, Manchester, 1984, y “New spaces in natural history”, en Jardine et al., op. cit., pp. 249-265, taren un solo sentido.!3 La posibilidad de que el terreno, con su heterogeneidad, rompiera la capacidad de observacién del naturalista debe entenderse en un contexto en el que se acep- taba que las colecciones podian recomponer un todo, Como sostiene Pomian,!4 las mis- mas, en su papel de semidforos, representa- ban y completaban la relacién entre los euro- peos y lo invisible de los espacios distantes. Las colecciones, los catalogos, las bibliotecas y los archivos componian esos espacios a los que se podia recurrir una y otra vez y recorrer en tantos sentidos como se deseara. Sin embargo, el viaje de Humboldt no se podria pensar nunca como una travesia rapida del individuo solitario y aislado de los centros europeos. Humboldt y Bonpland amasaron durante su itinerarios tres coleccio- nes diferentes: mientras que dos iban siendo despachadas a las metrépolis, la tercera los acompafiaba y crecia a igual ritmo que el nu- mero de mulas y de cajas para transportarla. Las cuarenta y dos cajas con el herbario, con las muestras de rocas representando series geologicas completas, con insectos, pieles, peces y reptiles en alcohol formaban una ca- 19G, Cuvier, “Analyse d'un ouvrage, de M. Humboldt in- titulé Tableaux de la nature ou considérations sur les dé- serts, sur la physonomie des végétaux, et sur les caracté- res de l"Orenoque”, citado en Outram (1984), ep. cit. pp. 63-64. Véase también Andrea Grote (ed.), Macrocosmo in microcosme: die Welt in der Stube; zur Geschichte des Sammelns 1450 bis 1800, Opladen, Leske und Budrich, 1994. Quizas sea interesante comparar la suspicacia hacia el trabajo de campo como parte del trabajo del estudioso, con la aceptacién de los instrumentos. Asi A. van Helden y T. Hankins (Introduction: Instruments in the History of Science”, Osiris, 9: 3, 1994) destacan que, incluso instru- mentos tales como el telescopio al que nadie dudaria hoy en calificar como “cientifico”, no fue desde siempre acep- tado con entusiasmo en el interior de las practicas cienti- ficas. Por cl contrario, al proceder de esferas tales como la “magia natural", el valor y la confiabilidad de los mis- mos tuvieron que ser demostrados, 14 Krzysztof Pomian, “Sammlungen-eine historische Typologie”, en Grote, 1994, ap. cit., pp. 107-126, y Der Ursprung des Museums Vom Sammein, Berlin, Wagen- bach, 1998. 220 ravana de hasta veinte animales de carga y aseguraban que ambos, viajeros y coleccién, sufririan juntos los posibles avatares del ca- mino. Ademds de enviar una muestra de lo coleccionado a Paris, Madrid, Inglaterra y Estados Unidos, Humboldt mantuvo una co- Tunicacion permanente con sus corresponsa- les a través de articulos y de cartas que, en muchos casos, se publicaban en cardcter de comunicaciones desde el terreno. Tal como é1 mismo relata, éstos actuaron como carta de presentacién frente a europeos que encontra- ba en su itinerario y quienes lo reconocian por sus avances en los periddicos. Humboldt destacaria también la eficacia y la rapidez de los correos maritimo y terrestre establecidos en el circuito espafiol en los tltimos afios. Ello hacfa posible una mayor comunicacion entre las colonias mismas y entre ellas y la metrépoli; también permitié que sus cartas —recorriendo la misma distancia que habia de Paris a Siam— fueran despachadas desde y hacia las misiones del Orinoco a y de cual- quier punto de Europa. Por otro lado, Hum- boldt monté un verdadero gabinete con libros € instrumentos de medicién, recorriendo al- gunos de los senderos de los viajeros que lo habian antecedido y contrastando aquellas mediciones con las propias.!5 Asimismo, in- '5 Humboldt y Bonpland iban equipados con lo siguien- le: un reloj de longitudes de Luis Berthoud, un medio crondémetro de Seyffert, un anteojo acromatrico de Do- llond, un anteojo de Caroché, un anteojo de prueba, un sextante de Ramsden, un sextante de tabaquera, un ho- Tizonte artificial de Caroché, un cuadrante de Bird, un grafometro de Ramsden, una brijula de inclinacién, una briijjula de declinacién de Le Noir, una aguja, un péndulo invariable, un cianédmetro de Paul, dos hidré- metros de Saussure y de Deluc, dos bardmetros de Ramsden, dos aparatos barométricos, varios terméme- tros de Paul, de Ramsden, de Mégnié y de Fortin, dos electrémetros de Bennett y de Saussure, un eudidmetro de Fontana y otro de fésforo de Reboul, un aparato de Paul, una sonda termomeétrica de Dumotier, dos ared- metros de Nicholson y de Dollond, un microscopio compuesto de Hoymann, un patrén métrico de Le Noir, una cadena de agrimensor, una balanza de ensayo, un tercambié ideas con los naturalistas e inge- nieros de minas americanos, ademas de visi- tar los archivos mexicanos y cubanos. Que Humboldt detalle en sus obras la lista de ins- trumentos de fisica, geodesia y astronomia no és un mero gesto retorico sino el nicleo del viaje, ya que éstos, de alguna manera, de- terminarian qué se podia hacer y qué podia pensarse.!6 También es importante destacar que esos instrumentos no habian sido com- prados para esta travesfa sino para la que pensaba emprender a Argel y Tunez. En este sentido, la posibilidad de utilizar los mismos instrumentos en continentes diferentes remi- te a la de describir lo local con herramientas comunes en todo el globo.!7 La capacidad de observar, de registrar y de comparar los An- des, los Alpes y el Atlas a través de los mis- mos medios abria los ojos para describir el Kosmos en su complejidad. La redaccién del itinerario de Hum- boldt, mds alla de la publicacién de sus ob- servaciones, aparécia como una suerte de compromiso con un plblico avido de las des- cripciones de estos espacios espejo de los eu- ropeos. Mientras que en el siglo xvui la lite- ratura de viajes era abundante y gozaba del favor de los lectores,!* hoy, los viajes y sus resultados han configurado diferentes mane- ras de analizarlos: desde la exaltacion del ex- plorador intrépido hasta las criticas postcolo- hielémetro, tubos de absorcidn, aparatos electroscépi- cos, un horizonte artificial de mercurio, botellas de Leyden, aparatos galvanicos, reactivos y tliles para re- pararlos. Esta lista aparece en A. de Humboldt, Viaje a las Regiones Equinocciales del Nuevo Continente, t. 1, Caracas, Monte Avila, 1985, pp. 59-63. '6 Van Helden y Hankins, op. cit., p. 4 '7 Dettelbach, op. cit. 18M. Duchet, Antropologia e historia en el Siglo de las Luces, Madrid, Siglo xx1, 1971; Ch. Marouby, Utopie et pronitivisme. Essai sur Uimaginaire anthropologique a lage classique, Parts, Des Travaux/Seuil, 1990, So- bre la literatura de viajes medieval y renacentista, cf. Lorraine Daston y Katherine Park, Wonders and the Or- der of Nature, Nueva York, Zone Books, 1998. 221 niales, los estudios generados por los viajes son multiples y variados. Las exploraciones de Alexander von Humboldt por la América equinoccial en los inicios del siglo X1x no es- tan ajenas a estas perspectivas. La distincién entre la “narrativa”, es decir aquellas obras escritas para un publico no especializado, y las obras para especialistas ha resultado tam- bién en que su obra haya sido estudiada de manera separada. Mientras que las narrativas tradicionalmente quedaban en manos de los estudios literarios, las obras de los naturalis- tas en las de la historia de las ciencias. Es cierto que la obra de Humboldt puede ser en- globada en el género de “literatura de viajes”, como lo ha hecho, entre otros, Mary Louise Pratt,!9 pero creemos que centrarse en las es- trategias retéricas reduce los niveles de la misma. Esta autora ha acufiado una descrip- cién de la narrativa de Humboldt que lleva a caracterizarla a partir de sus supuestos efec- tos de “una reinvencidén ideolégica” de Amé- rica. Un aspecto curioso de esta afirmacién consiste en que se basa en la lectura de la obra de Humboldt sélo como una narrativa y de parte de la misma Pratt sin demasiados in- tentos para reconstruir los contextos de lectu- ra ni de produccién de la obra.2° No nos pa- rece soslayable pasar por alto que Humboldt '9 Imperial eyes. Travel writing and transculturation, Londres, Routledge, 1993. Cf. cap. 6. [Edicidn castella- na: Ojes imperiales, Literatura de viajes y transcultu- racién, Buenos Aires, Editorial de la Universidad Na- cional de Quilmes, 1997] 20 Contrasta en este sentido la blisqueda de sentidos en los detalles, como en el nombre de la nave én la que se embarcan Humboldt y Bonpland con el descuido —al menos én la edicidn original— por los datos: ni Bonpland murié en Paraguay como se afirma en la nota 12 (Pratt, op. cit., p. 240), ni Humboldt estudié en “Freiburg” (p. 115). Esto no quiere ser un comentario sobre los errores del libro, sino sefialar que los detalles cargados de signi- ficado que sefiala Pratt se hacen dudosos no tanto por la interpretacidn en si, sino por el hecho mismo de que se pueden llegar a basar en coincidencias apoyadas en lec- luras apresuradas y en el desconocimiento de la historia y de las sociedades que ella coloca bajo su mirada. produce una narrativa como efecto de su tra- bajo de medicioén y de compilacién de datos, los que, hasta entonces, parecfa que no po- dian permanecer mds que ligados a la idea de una naturaleza fragmentada localmente. Puesto que estos datos forman la base de la empresa humboldtiana, su representacién se Inicia con el calculo y la presentacién de las mediciones en dos grandes volimenes: el Recueil d'observations astronomiques, d'opé- ration trigonométriques et de mesures baro- métriques, publicado por Humboldt y el ma- tematico Jabbo Oltmanns —a cargo de todos los calculos— en 1810. En 1807, Humboldt habia afirmado el orden en que se deberian publicar los diferentes niveles que resultaban de la clasificacién de sus datos: “Seria apresu- rado que —dice Humboldt en 1807-, antes de la finalizaci6n de este tomo astronémico, se publicaran los mapas geograficos que he deli- neado o las descripciones del viaje, dado que la ubicacién y la altura de un lugar tiene una influencia mayor o menor sobre casi todos los aspectos fisicos y morales’”.2! En efecto, la narracién humboldtiana puede entenderse se- gun su constituciGn en tres estratos que res- ponden a la jerarquia del procesamiento de los datos; primero, la coleccién y la produccién de datos y objetos durante el viaje y su pasaje a un espacio homogéneo. Este es el objetivo de los dos tomos del Recueil d’observations as- tronomiques, d'opération trigonométriques et de mesures barométriques. Como segundo es- trato, Humboldt publicé en 1811 el atlas con los mapas de México basandose en observa- clones y mediciones,22 y recién, como tercer 21 “Es wiirde voreilig sein vor der Vollendung dieses as- tronomischen Bandes, die. geographischen Karten, wel- che ich gezeichnet, oder die Reisebeschreibungen selbst herauszugeben, da Lage und Hiihe eines Ortes fast auf alle physikalischen und moralischen Erscheinungen ci- nen ndheren oder entfernteren Einflu8 haben", Alexan- der von Humboldt, /deen zu einer Geographie der Pflanzen (1807), p. 46. 22 Alexander von Humboldt, Adlas eéographique et physi- 222 estrato, las Relations y las natraciones como tales, las que, solamente con estos anteceden- tes, adquieren significado especffico. El mapa, como segundo estrato, no es una mera repre- sentacion del territorio sino una representa- cién estadistica de los datos tomados en el te- treno y, asimismo, la grilla que hace posible la sintesis y le da significado a los mismos: “Pa- ra qué sirven”, dijo el viejo Humboldt al car- tégrafo Heinrich Berghaus en 1852, “todas las narraciones sobre las maravillas de los reinos de la naturaleza y del hombre, si no puede de- mostrarse el sitio de la tierra al que estas mara- villas estan ligadas otorgandoles una posicién bajo un determinado meridiano”.23 Recorde- mos también que, en relacién a los especime- nes de la flora, un dato humboldtiano puede también descomponerse en los siguientes ele- mentos: la cosa en sf (nombrada en su siste- ma), su ubicacién en coordenadas, la altitud a la que fue encontrada y la relacién con la geo- logia (el suelo). Un especimen cobra signifi- cado para la reconstruccién posterior del todo s6lo si la procedencia de esa cosa ha sido es- tablecida. Por eso el analisis de la narracion humboldtiana exige un estudio profundo de las ciencias y medios técnicos para determi- nar el modo de representaci6n del saber en los textos y para precisar el estado cientifico de narraciones tales como las Relations hitstori- ques 0 el Kosmos. Es cierto que para un lector de fines de la década del ochenta, la obra de Humboldt lefda en relacion a “otras” literaturas de viajes puede aparecer como tal, pero no seria superfluo pre- guntarse acerca de Jas audiencias de Humboldt para évitar el riesgo de celebrar, con signo con- que du Royaume de La Nouvelle-Espagne, fondé sur des observations astronomiques, des mesures trigonometri- ques et des nivellements barométriques (1811). Reeditado por Hanno Beck und Wilhelm Bonacker, Stuttgart, 1969. 23 Alexander von Humboldt, 8riefwechsel mit Heinrich Berghaus aus den Jahren 1825 bis 1858, Jena, 1869, p. 209. trario, el segundo descubrimiento de América. La relacion entre los sabios y el publico a tra- vés de demostraciones del uso de los instru- mentos 0 del relato de las peripecias del natu- ralista formaba parte del universo de Humboldt y sus contemporaneos. Precisamente por ello, producir un texto o realizar un experimento pu- blico entraba en competencia con otros textos y otras versiones popularizadas de las ciencias. Ya fuera en Cumand o en el norte de México, el interés que generaban los microscopios o los aparatos electromotores contrastaba con cierto desdén producido por la falta, en la biblioteca de Humboldt y Bonpland, de los libros cienti- ficos de moda en las colonias espafiolas. Esta curiosidad compartida por los hechos de las ciencias y por Jos saberes sobre la naturaleza pero fundada en sustratos diferentes, da tam- bién un indicio del marco en el que ciertos lec- tores leerian a Humboldt posteriormente. Con respecto a los contextos, es intere- sante el andlisis de Prieto acerca del papel de una serie de relatos de viajeros ingleses como mediadores entre la obra de Humboldt y la aparicion de determinados tépicos en la litera- tura argentina.24 Estos mismos caballeros que viajaron por los paisajes que Humboldt nunca presencid, forman parte del contexto que en Gran Bretafia dio origen a la “British Society for the Advancement of Science”. En esta So- ciedad, que se reunia anualmente de manera itinerante, no s6lo se acundé la palabra “scien- tist’” a inicios de la década de 1830 sino que, desde su misma fundacion, se propuso exten- der los métodos y propésitos desarrollados por Humboldt en los estudios del magnetismo terrestre, la mareologia (tidology) y la meteo- rologia.25 Quizas un aspecto singular resulta del hecho de que, en el caso local, la lectura de #4 Adolfo Prieto, Los viajeros ingleses y la emergencia de la literatura argentina, 1820-1850, Buenos Aires, Sudamericana, 1996. 45 ‘Morrel y Thackray, op. cit.; Dettelbach, ap. cit. 223

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