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cio, Revista de Filasotia, 28, 2003, 67-83, El problema de la identidad personal en la filosofia analitica* Resumen: El presente aca preende exponer txtieameme los principales itertos de slucin al problema de Ja idenidad personal, dento del fmbito de la filosfiaanabtica coniermporinea, ‘iedicando una especial ateneic ala propuesta blreida por Derek Parfit en Keosous ond Per sons. Falment, y tas mestrar las diftentes ve se deivan de dichespropuestas. defender Ia inadocuacign de is preriss matali ed Constas que subyacen a ellis, y proponde€ on ‘nds allemaive que sin renumcar aos presu- puesto analtco. incluya los factors culturaes ‘que continayen a la determinacién de nvestra ema Palabras clave: [dentidad Personal, Persona, Pa fi, Reduecionisme, Experimentos Memes. 1, Introduceién JOSE OSCAR BENITO VICENTE** Abstract: This paper examines critically the main sstemprs of sition of the problem of Person Tea, within Analytical Philosophy. Special attention will be paid 10 the proposal of Derek Pasfit, offered in Reasoar and Persons. Alter shooving the dificult desived of these roposals, Iwill defend the inadequacy of tir rauralistic and reductionist assumptions: and Props on the ther hand, an alternative — but mulytical— approach in which cultural factors tre also considered inthe determination of our identity, Key words: Personal ents, Person, Parti Reductonism. Thougin Experiments. Me pazezco a aquel que llevaba cl ladillocensigo para mostrar al mundo csimo era su casa Beerocr Brecer Desde que en 1690 John Locke publicara su Ensayo sobre el entendimiento humaro, de la iden- tidad personal se ha yenido considerando como uno de los problemas mas destacados. a la vez que controvertides, dentro del dimbito de la filosofia anglosajona. Qué es lo que hace que una persona pueda ser considerada una y I misma a lo largo del tiempo y a través de todos sus cambios fisicos y psicoldgicas, en qué consiste este peculiar tipo de identidad, qué diferencias y similitudes podemos encontrar entre la identidad personal y otras identidades, o de qué tipo es la relacién de un mismo Fecha de recepeisne12 de julio de 2002. Fecha & aprabacton: 3 de diclembre de 2002 © Quisiers auradseey «Juan de Dios Hares, Marta Campdelacren, Nestor Casao, Josep Cort, Vicente Sans ya dos referees» annimos, sis screnciasycomentaion a Yesiones previa de est tabao © Departamenio de Metalsia y Teorta del Conocimiento, Facultad de Filosofia y CC. de la Ecocién. Avda. Blasco Tine, 30, £6010 Valencia 68 José Oscar tento Vicome «yo» que persevera alo largo de toda una vida con un cuerpo siempre cambiante, sersn algunas de las ccuestiones que tipicamente se han venido abordando al considerar este temo; unas cuestiones que, en de nuestro concepto ordinario de identidad personal. Pero partamas desde un principio: ¢por qué es el de la identidad personal verdaderamente un pro- blema? ;Por qué es tan importante establecer un crterio que determine las condiciones necesarias y suficientes para que una persona en un tiempo t] sea la misma persona que otra en un tiempo 12? cartesiana o como alma inmortal cristina) se vuelve problema tica, Veamos entonees las posibies soluciones que se han ensayado en el dimbito anglosajén para hallar la salida del «laberintofilos6fico» que representa el problema de [a identidad personal. 2. Los riterios «fisicos» Posiblemente, sia una persona no familiarizada con estos temas le preguntiramos por un crite- rio de identidad personal, nos comtestarfa algo parecido a lo que se ha dado en lamar el «criterio cor poral»: P2 en el tiempo 12 es la misma persona que PI en el tiempo tsi y s6lo si P2 tiene el mismo cuerpo que tenfa PI. En realidad, segin el eiteio corporal, el requisito no es que ambos cuerpos, sean materialmente idénticos, sino que Ia materia de la que est constituido el euerpo de P2 sea el resultado de una serie de cambios mas o menos graduales de la que constitu el cuerpo de PI. De acuerdo con esta postura, la identidad personal no seria esencialmente diferente de la ientidad de los objetos materiales en general. Pero consideremos el siguiente caso, propuesto por Shoemaker": supongamos que tenemos los vances técnicos necesarios para realizar con éxito un trasplante de cerebros. El cerebro de una per- | En Shoemaker S SefP-anwdedge aml Selden: Whaca; Cornell University ress: 1963 El problema deta idemided personal en ta flosftaanatica co) sona, tlamémoste Brown, es trasplantado ata eabeza de otra, que llamaremos Robinson. El resultado de esta operacién serfa una persona, llamémosla Brownson, con el cuerpo de Robinson, pero el ccardcter, recuerdos y personalidad de Brown. Podria haber problemas si Brown y Robinson son muy diferentes morfologicamente (por ejemplo, siel cerebro de un hombre adulto es trasplantado en el cuerpo de una nifia de seis aos), pero, para simplificar la situacidn, podemos imaginar un caso en que donante y receptor fueran fisicamente muy parecidos: por ejemplo, en el caso de que fueran her manos gemelos. En este caso, la mayorfa de nosotros estarfamos dispuestos a aceptar que Brownson es en realidad Brown, y a rechazar, por tanto, el criterio corporal en favor de un eriterio «cerebral» Jo que es necesario para que P2 en 12 sea la misma persona que Pl en tl no es lacontinuidad de todo el cuerpo, sino sélo de una parte de él (que, contingentemente, es el cerebro), en tanto que portadora del cardcter, recuerdos y personalidad de esa persona. ‘Sin embargo, como mostré Wiggins ain se podria dar un paso ms, Es sabido que cada uno de los hemisferios cerebrales realiza funciones diferentes. Sin embargo, cuando en una operacién qui- ‘ngica ha sido necesario extitpar parte de un hemisferio, se ha podido comprobar que el otro hemis- ferio puede empezar a hacerse cargo de las funciones de ambos. Y en ocasiones en que, debido a un golpe. uno de los hemisferios ha sido inutilizado, la persona ha sobrevivide al asumir el hemisferio no dafiado las funciones de ambos. Podria ser posible un dia extirpar un hemisferio entero sin matar al paciente y dejando al hemisferio restante como uinico responsable de todas las funciones. Si acep- tamos esto. y 1o combinamos con el caso de Brown y Brownson, tendremos el «criterio fisico» de ka identidad personal, segdn el cual lo que es necesario no es la persistencia de todo el cuerpo, ni siquiera de todo el cerebro: bastard con la parte del cerebro que sea suficiente para mantener viva a la persona. Asi, P2 en £2 es la misma persona que PI en si P2 tiene la suficiente cantidad del cere~ bro de PI como para seguir estando vivo. Los tres criterios que hemos expuesto hasta ahora (el criterio corporal, el erterio cerebral y el tetio fisico) han sido objeto de mumerosas eritcas, y deben hacer frente a objeciones que son di ‘mente superables. Sefialemos, en primer lugar, que el deslizamiento del imposible (Ia divisin de ta conciencia de una persona en dos corrientes separadas) es un rasgo que ya se puede dar en la realidad. En algunos tratamientos de la epilepsia, la divisién de ambos hemisferios por el cuerpo calloso da lugar a que cada uno de ellos {genere una corriente de consciencia independiente del otro’. Asi pues, el caso imaginario del doble irasplante de cerebros puede presentarse como una objecin al criteio fisico, del mismo modo que el ctrasplante simple» podfa serlo del criterio corporal. en, como hemos dicho, Ii adopeidn del criterio cerebral parece llevar necesariamente a la aceptacién del criterio fisico, no ocurre lo mismo con el trinsito del criterio corporal al cerebral. como parecia deducirse de ta argumentacién propuesta por Shoemaker. Una de tas objeciones mas interesantes corresponde a Bernard Williams’, que es uno de los pocos fildsofos contemporsineos que niegan la conclusién de que, en el trasplante simple, Brownson sea necesariamente Brown. Para ello propone a su vez otro experimento mental. Supongamos, dice Williams, que depositamos toda la \nformacién que contiene el cerebro en un dispositivo de almacenamiento que hiciera la funcién de «copia de seguridad». Supongamos ahora que realizamos dicha «copia de seguridad> del cerebro de Robinson antes del trasplante, Realizamos la operacidn de Shoemaker, trasplantando el cerebro de Brown en el cuerpo de Robinson y, a continuacién, borramos la informacién que contenta para regrabar la que pertencefa al cerebro de Robinson. El resultado serfa una persona externamente idéntica a Robinson (pues su cuerpo es cl de Robinson), psicoldgicamente idéntica a Robinson, pero con el cerebro (reprogramado) de Brown. Pareceria Iégico, en este caso, afirmar que ahora Brown- son es Robinson, y resultarfa contraintuitive mantener que debe ser Brown, dado que la persistencia fisica del Grgano que habfamos privilegiado (el cerebro) ya no es la garante de la continuidad psico- Iosica, QUE conclusién podria extraerse de este ejemplo? Para sus defensores, ta tinica razén por la que deberia ser preferido cl erterio cerebral (o ms bien, de una parte del cerebro) al corporal como el mas conveniente para garantizar la identidad personal es que es el cerebro, y no el resto del cuerpo, el portador de la identidad psicol6gica, y s6lo este hecho justificaria su estatus privilegiado. Es esta funcién la que le hace parecer especial, pero es una funcion que realize habitualmente en wn cuerpo conereio. Ahora bien. del mismo modo que es posible imaginar un caso en que la identidad psicols- gica se mantiene sin identidad corporal (como es el caso propuesto por Shoemaker). también es posi- ble imaginar otro en que se mantiene sin identidad del cerebro: bastarfa que el dispositivo del almacenamiento cumpliera temporalmente su funcién, 3. La solucion lockeana: los criterios «psicolégicos» Laconsecuencia que podria extraerse de todos estos experimentos mentales es que, en definitiva, Jo que nos Heva a pensar que, en el ejemplo de Shoemaker, Brownson es Brovin, y, en el de Williams, Brownson es Robinson, no es un criterio que se funde en ta persistencia de un Gngano 0 de una entidad fisica. La continuidad psicologica (de la memoria, del cardcter y de la personalidad), ya 5 Ee caso aparee en Nagel. T: «Brain bisection and the wity of consciousness. Syuhese 22: 1971: pp. 38613. {6 Willams, Bs The set and the fuur>, Philusophical Review 7: 1970 pp. 161-180 El problemi de la idemtdad personal en la ftssia analica n sea 0 no causada porla persistencia de algtin érgano corporal, parece ser la clave de la identidad per- sonal. Asimismo, la ausencia de esta continuidad implicaria la ausencia de identidad personal, aun cuando persista Ia identidad del cuerpo o la identidad del cerebro. La versi6n mas simple de este eriterio es la ofrecida por Locke en su Ensayo sobre el entendi- ‘miento humano. En él define persona como «un ser pensante inteligente dotado de razén y de refle- xin, y que puede considerarse a si mismo como el mismo, como una misma cosa pensante en *) sino que abriria el concepto a un animal que demostrara ser lo suficientemente inteligente. De hecho, y sea esto dicho entre paréntesis, Locke asegura tener noticias de un loro brasilefio que cumpliria este requisito®, De igual modo, afirma Locke, «si Serates y el actual alcalde de Quinborough participa: ran en esa identidad [Ia identidad de un tener conciencia}, entonces son la misma persona. Pero siel ‘mismo Sécrates, despierto y dormido, no participa en el mismo tener conciencia, entonces, Séerates, despierto y dormido, no es la misma persona», Hechas todas estas precisiones. analicemos de nuevo el criterio de identidad personal propuesto por Locke: la condicion nevesaria y suficiente para que urta persona (en el sentido amplio en que Locke emplea este término) sea la misma a lo largo del tiempo es la persistencia de la memoria, y ms concretamente de la memoria experiencial,el recuerdo de los hechos vividos u observados ao largo de su existencia, Parece claro, y desde el principio ast lo hicieron notar los crticos de Locke, ‘que dicho criterio, si bien parece ser correcto en su idea esencial, debia ser matizado. En primer lugar, como tempranamente seftalé Thomas Reid! este eriterio puede entrar en conflicto con la ley de In transitividad de laidentidad. En efecto, dado por supuesto que una persona PO en un tiempo 10 ¢¢$ a misma persona P! en el tiempo tl, y que dicha persona PI es la misma que P2 en t2, deberi Poder deducirse que PO tiene que ser la misma persona que P2. Y, in embargo, ello no queda garan- tizado com el criterio de Locke: por ejemplo, es posible suponer que yo no recuerde nada de lo que me paso el primer dia que fui al instiruto, pero que sf sea capaz de recordar lo que me pasé el primer ‘fa que fui ala Universidad, y que, ademss.el primer dia que entré en la Universidad todavia recor- dara lo que me pass en mi primer dfa de institut. Asf pues, aplicando el criterio de Locke, aunque Yo soy la misma persona quc hace unos afios fue por primera vez a a Universidad, y que esa persona 7 Locke. Ensayo sobre et enroniniento human: México: FCE: 1956: bo Locke 1 El cit io I cap. XXVILS 15, 9 Loge: dt Ibo cap. XXVIL $8. NO Locke. 13 det ito cap. XXVILS 19. Reid T: «OF Me Locke's Account of Our Persomil Ment», en Esso othe Intellectual Powers of Man (1785): reimprescen Perry. J: Persomal deny; Detkely, University of California Pres 97S; pp. 113-118, 2 ose Oscar Bonita Vicente ‘era Ja misma que anteriormente haba empezado a i al instituto, yo no sera ka persona que empez6 4 irl insiuto, Pero es que, de hecho, yo puedo haber olvidado alguna de las cosas que hice ayer, luego, segiin Lecke, tampoco yo hoy seria la misma persona que ayer las hizo. ¥ yalhemos visto que €l propic Locke afirma que si el mismo Sécrates, despiesto y dormido, no participa en el mismo tener conciencia, entonces Sécrates dormido y SGerstes despierto no son la misma persona, Por todo ello, parecia que el primitivo eriterio mneménico de Locke debia ser revisado en un de Locke. surgita el «erterio de continudad psicoldgica», segin el cual P2 en (2s la misma persona que Pl en tsi y s6lo si P2 en 12 es psico- amenre continua con Pl en ti No obstante, este nuevo eriterio, aunque mas sofisticado que el de Locke. tampoco ha estado ‘exento de eriticas. Una de las primeras, presentada cn realidad ya por Butler conta el criterio de Locke, pero que podria aplicarse igualmente al crterio de continuidad psicologica, es la objecién de cireularidad. Para Butler, el crterio lockeano incure en una eitculridad vieiosa la memoria no puede ser el erterio que defina Ia identidad personal, porque la memoria ya presupone la identidad personal. No es que yo sea la misma persona que ayer caminaba por el parque porque pueda recor ar que lo hice, sino al contrario: puedo recordar esto porque sigo siendo la misma persona, Que yo conserve ese recuerdo no permite sino que presupone, que sea la misma persona. Ya en nuestros dias, se ha argumentado contra esta objecién introduciendo los conceptos de cuasi-memoria y cuasi-recuerdos, que deben su paternidad a Shoemaker. Shoemaker sostiene que el hecho de que s6lo uno mismo pueda aeceder a sus propios recuerdos, aungue sea verdadero en nuestro mundo, no es légicamente necesario. Es ldgicamente posible que pudiéramos tener conoci- 'miento de hechos pasados de los que no fuimos restigos, o de experiencias que no tuvimos, © de acciones que no tealizamos, y que este conocimiento se nos presentara con las mismos rasgos fen rmenoldgicos con que se nes presentan habitualmente los recuerdos. La diferencia estribaria en que, mientras que en la memoria ordinaria se da la identidad entre la persona que experimenta la accion y la persona que la ecuerda, en esta nueva facultad —la cuasi-memoria— no se requeriia tal iden- lidad. Asi, «mientras que el que alguien afirme recordar un hecho pasado implica que él mismo fue consciente de este hecho en el momento en que ocurris. la afimacién de cuasi-recordar un hecho pasado solamente implica que alguien fue consciemte de éls!. Para Shoemaker, el hecho de que actualmente todos nuestros cuasi-recuerds sean recuerdos seria imrelevante: operat con el concepto de cuasi-memoria permitira la reintroduceién de un eriterio de eardcter psicolégico que, por estar fundado en una facultad que no presupone la identidad personal podria constituirla,evitando asi la objecin de circularidad de Butler. No es, sin embargo, la acusaciGn de citcularidad el inico de los problemas a los que se tiene ue enfrentar el crterio de la continuidad psicol6giea. Posiblemente, una de sus mayores dificul 12 Shoemaker, 5. «Persea and their pasts, Amica Philosophical Quarterly 7 1970: pp. 268-85 19 Shoemaker. Op. cit: p. 271. El problema deta idenided personal en ta fitosfia anata B tades sea el hacer frente al llamado eargumento de Ia reduplicacién» 0 «de Guy Fawkes», pro: puesto originalmente por Bernard Williams!, Williams imagina el caso de un hombre que, a fina- les del siglo XX, afirmara ser Guy Fawkes, un conspirador inglés del siglo XVII que intent6 volar el Parlamento. No solo sabe todo lo que los historiadores saben de Guy Fawkes, sino que tiene tas misma ideas y el mismo caracter que tenia Guy Fawkes; ademds, sabe cosas que s6lo odria haber sabido Guy Fawkes, como hechos no conocidos de este personaje que explicaran el porqué de otros que sf se conocen. Si se produjera esta situacidn, el defensor del criterio de la con tinuidad psicoldgica deberia aceptar que ese tipo es Guy Fawkes, y ver todo este caso como algo asf como un ejemplo de reencarnacién. Ahora bien, supongamos ahora que el hermano de este tipo afirma ser él también Guy Fawkes, y puede aportar tanta evidencia como aport6 anleriormente su hermano. Tendriamos ahora dos candidatos igual de buenos a ser Guy Fawkes, y ya que dos per~ sonas no pueden ser una persona, ninguna podria ser Guy Fawkes. De ahi se concluye que tam- poco en el caso inicial, donde no habia aparecido el hermano rival, deberfamos identificar al primer candidato como Guy Fawkes, ya que la presencia 0 ausencia del hermano no altera la rela cci6n intrinseca del primer candidato con Guy Fawkes, y resultarfa absurdo pensar que el hecho de ‘que una persona P2 sea idéntica con una anterior P1 pueda depender de hechos relacionados con una tercera persona distinta de ambas. ‘No es dificil darse cuenta de que, si aceptamos la objecién de Williams, el criterio de continui- dad psicolégica se encuentra en dificultades similares a las que debfa hacer frente, como ya seria labamos con anterioridad, el criterio cerebral. El caso de los dos medios cerebros trasplantados a mis hermanos gemelos se convierte aquf en el surgimiento no de uno, sino de varios candidatos, igualmente cualificados, a reclamar la identidad con una persona de otro tiempo. Esto nos puede llevar a pensar que la disputa entre los defensores de un criterio de tipo fisico y los de uno psicols- ico haya legado a una situacién de «empate técnico». Pero lo cierto es que los defensores del cri terio psicolégico han desarrollado mejoras que pretenden superar el argumento de la reduplicacion de Williams. 4. Desarrollos contempordneos del eriterio psicolégico El primero de estos intentos, que podria rotularse como «criterio revisado de la continuidad psi- colézica», y que ha sido desarrollado principalmente por Nozick'*, mantiene lo esencial del criterio 4e continuidad psicol6gica, pero con la restriccin al mejor candidato posible en un momento dado. Asi pues, la persona P2 en (2 seria la misma que PI en tsi existe entre ambas una continuidad psi- coligica suficiente y no hay ningtin candidato eon igual o superior grado de continuidad. La abje- cidn evidente a este criterio €s que no resuelve el problema, ya sefalado por Williams de que mi supervivencia depends de la no existencia de alguien més. Por eiero que el problema es el mismo si este criterio del mejor candidato se aplica al Ambito fisico: asi, en el caso del doble trasplante de cerebros, yo no sobreviviria si ambos hemisferios fueran trasplantados con éxito. Como sefiala Par- fit, si yo creyeraen este criterio y tuviera inte en conservar mi identidad personal. lo més razona- bie seria sobomar a Ia enfermera para que se deshiciera de una de las mitades, eliminando asf la pluralidad de candidatos, y garantizando de este modo mi supervivencia. 14 Willams, Bs Personal identity and individuation», Proceedings ofthe Arisosetion octets $7: 1956487; pp. 15. Norick, R: Philorophical Espraiion: Orford Clarendon Pres: 1981 16 Las dstinas consideraciones subee el doble tampa se hllan en Past, DB. op cits pp. 284 y su. ” Jose Oscar Bent cere ‘La segunda de ls Hineas de defensa Ia constituye Ia «tesis de la ocupacicn milhiple>, planteada por D. Lewis!” La esencis de esta tess seria que lo que determina que dos personas que existen en "un cierto momento sean dos, pueden ser hechos que fueron el caso en otro momento; es deci, que su distincion se basa en hechos extrinsecos a ese momento. Si esto fuera asf, no habia que aceptar la . Que sea yo, y no meramente alguien psicologicamente continuo a mi cuando cer en el nuevo teletransportador, el gue sobreviva, es algo que me imports, aun cuando los hechos del mundo probaran que la identidad personal puede reducirse a la relacién R, ‘Sin embargo, ni siquiera tendrfamos por qué aceptar que esta reduccion fuera inevitable. El punto de partida de Parfit, «saber, la imposibilidad, 6 al menos, las seriasdificultades a las que se tenfan que cenfrentar los eriterios tanto fisicas como psicol6gicos a Ia hora de dar cuenta de Ia identidad personal no tienen por que Hevar a la conclusién propuesta por Parfit; de hecho, aunque se demostrara que cualquier critetio fisico © psicoldgico no pudiera, por sf solo, establecer las condiciones, recordé- rmoslo, necesarias y suficientes del mantenimiento de la identidad personal, esto no implicaria que debigramos abandonar dicha nocidn; cabe la posibitidad, mucho mis simple, de que un criteio tal tuviera requerimientos de caricter tanto fisico como psicol6gico, y que el fracaso de aquellos que s6lo pponian el acento en uno de estos dos aspectos fuera no s6lo comprensible, sino inevitable. «. Para responder a esta pregunta seria pertinente recordar la distineidn que establece el propio Parfit al proponer estos ejemplos: la que hay entre los experimentos mentales s6lo técnicamente imposibles,y los profundamente imposibles". Parfit con ‘idera itil hacer uso de experimentos que, sin ser profurddamente imposibles, tengan s6to una impo- sibilidad técnica. Asi, por ejemplo, en el caso del doble trasplante de cerebros, acepta que mientras {que la divisién de los hemisferios superiores es algo ya posible. ta del cerebro inferior es, hoy por hoy, imposible, y puede que lo siga siendo siempre. Sin embargo, para Parfit, esta imposibilidad es ‘meramente técnica, y no invalida las conclusiones del experiment. Volvamos ahora al caso del tele- transportador: el eseaner recoge la informacion de todas y eada una de mis células posibilitando la creaciGn de una réplica tanto fisica como psicolégicamente idéntica a mi, {Es este experimento $610 técnica, © también profundamente imposible? Ciertamente, esta es una cuestin espinosa: afirmar {que estos experimentos mentales son profundamente imposibles puede parecer demasiado rotundo. Sélo en el easo de encontrar una contradiccién Iégica o una incoherencia iniema en ellos podrfamos sentimos legitimados a afirmar Ia imposibilidad profunda de estas situaciones. Pero, aunque no hubiera este tipo de zimposibilidad profunda» (que, en Parfit, viene a equivaler a una imposibitidad Logica). ello no implicaria que todo se redujera a una mera dificultad técnica: podriamos estar tra- tando con una impesibilidad de cardcter empirico, que se derivara de los rasgos que. de hecho, tiene ‘nuestro mundo. Si la imposibitidad del ejemplo del teletransportador, aun sin ser «profundam, fuera ‘empirica; esto es, si las earactersticas biolégicas y psicolégicas de los seres humanos hicieran impo- 30 Witgenstein, L: Tracts Logico-Phifosophics: Maid: liana: 1987: § 6.4 BA Pari, De: Reasons and Pesos; ede; 9-255. Et probleme de ta idemidad personal en ta files amatices 81 sible el teletransporte, no tendriamos por qué sentirnos obligados a asumir las consecuencias que se derivan de dicho experimento mental. Igualmente pasa con la mayor parte de los experimentos men- tales que vimos con anterioridad: recordemos el aparato de Williams para reprogramar el cerebro, recordemos mi transformacién gradual en Napolesn: si estos casos fueran empiricamente imposi bles, lo que parece bastante probable, sus consecuencias no forzarian a tiada. Légicamente, es valido imaginar qué ocurriria si si fueran posibles: la consecuencia inmediata seria que algunos de nuestros conceptos habituales se vendrfan abajo. Como adviniera ya Witigens- tein, «si imaginas que cieros hechos son de otra manera (..) entonces ya no puedes seguir imagi nando Ia aplicacién de eiertos conceptos»™. Es decir, si existiera la teletransportacidn y los dobles transplantes de cerebros, si empezara a aparecer gente que reclamara convincentemente ser Guy Fawkes, en definitiva, si las cosas fueran diferentes, es posible que fuera conveniente abandonar el cconcepto de identidad personal. Pero si no se dan estos casos, y no parece probable que se empiecen 4 dar {mas ain, parece imposible que. de hecho, se pudieran llegar a dan) entonces estos no repre- sentan una objecién contra nuestro concepto. Queda. sin embargo, un gitimo punto a abordar; a saber, si de la afirmacién de que no somos centidades que existan separadamente de nuestras cuerpos y cerebros, deba seguirse que nuestra identidad no esté siempre determinada, es decir, si dado que tanto la continuidad psicoldgica como la fisica admiten grados, es posible encontrar casos en los que la pregunta «es la misma persona» sea una cuestién vacta Creo que este es el punto clave, el talon de Aquiles comin a todas las teorias de la identidad per- sonal que hemos visto hasta ahora; una dificultad que se deriva de una asunciéa también comin: ka naturalizacién de la mente, Aceptando dicha naturalizacién, parece inevitable aceptar también que nuestra identidad no se diferencia esencialmente ni de la de los abjetos fisicos, ni de la de los otros seres naturales. En otras palabras, la naturalizacién de lo mental parece llevamnos a concluir que nuestra identidad es indeterminada. Recordemos, ademés, que el garantizar la determinacién de a identidad era uno de los objetivos de los defensores del enfoque simple. ;Seria, por tanto, necesario postular la existencia de una entidad que se mantuviera inmutable para que asegurara que nuestra identidad, al contrario que la de los objetos fisicos, esté determinada? Hay un aspecto en el que creo que los defensores del enfoque simple dan en el clavor en un cierto sentido, no hay ningtin crterio empiric estricto que proporcione el criterio consttutivo de la ident dad personal. Lo caracterfstico de la identidad personal, frente a otras identidades, seria algo que capa al anslisis, no porque haga referencia a una substancia inmaterial¢ inmutable, una substancia independiente de la mente y del cuerpo en que se albergaria, sino porque, dependiendo de ese cuerpo ¥y esa mente, previsando el soporte que las continuidades fisica y psicol6gica le garantizan, no se Feduce a ellas. Me refiero a la aurocomprensivn que el hombre tiene de sf mismo, que no se reduce a la capacidad de tener autoconciencia, sino que esté forjada en una cultura y en un entomo histérico conetetos. La idemidad de una persona no se apoya en algo que permane7ca inalterable a lo largo de todos los cambios; se apoya. en primer lugar, en la capacidad para orientarse hacia el futuro y reco- nocerse en él; en proyectarse hacia delante, hacia lo que todavia no es; en establecer fines, en dispo- nerse a ser; pero siempre desde lo que ya se es, desde la propia perspectiva, desde una utointerpretacién ya dada, Un edlebre ejemplo de Kojéve", en el que explica la peculiaridad det 32 Witgensein, Lz Zee itado.en Part: op ci, p15. 0s 33 Kogeve, A: Hegel lnraduction la lecture de Hegel. Lecons sr le Phonoménologe de Esprits Pacis Gallimard, 1947: citado en Casa, M. (Comp. Estos de bioca derecho: Valencia: Tra io Blanc 240; 9. 349. 82 Jose Oscar Benito Vicente tiempo hist6rico, puede aclarar un poco mas este punto. Tomemos a César paseando de noche a ori- las del Rubicén, César esté pensando en un golpe de Estado, en la guerra civil, en la conquista de Roma y en la dominacién mundial. Ese proyecto de futuro tiene ya una existencia teal en el cerebro de César, incide en su presente; César se pasea porque piensa en el futuro. Ahora bien, supongamos que el paseante fuera un adolescente romano que suefla con la dominacién mundial, con un proyecto, por lo demés, idéntico al de César. Imaginemos, incluso, que todos sus estados mentales son ideénticos ‘alos de César. La situacidn es ahora completamente diferente: no es el adolescente, sino César, quien ine la posibilidad de llevar a cabo sus proyectos. Una posibilidad que no consiste meramente en la posesign de unos estados psicolégicos. sino también en factores externos: César tiene legiones a su ‘mando, tiene prestigio en el ejército, cuenta con el respeto de sus subordinados. Que su proyecto sea posible se dehe a su pasado, es decir, al conjunto de sus acciones de lucha y trabajo efectuadas en dis- tintos presentes en funcién del proyecto, es decir. del futuro. Asi, la persona que César es cuando se pases por el Rubieén, es algo que no puede reducirse ul anilisis de sus estados mentales 0 de su orga~ hizacién celular en un momento dado: quién es alguien s6lo puede ser determinado por su biografia. Por todo ello, si bien seria una exageracién afirmar, con Ortega, que el hombre no tiene natu Jeza, sino historia, habria que aceptar que el hombre no slo tiene naturaleza, sino también historia, Al fin y al cabo, el concepto de «persona surge en occidente en un momento hist6rico conereto, a rafz de una nueva mentalidad que se instaura al expandirse el cristianismo; por eso mismo, tambiéi no resulta una objeciéin el que en una cultura como Ia budista, de tradicién tan diferente a la nuestra, el concepto de persona sea rechazado. ¥ es precisamente en este concepto de «persona en el que se apoyian muchas de las cosas que importan, mejor dicho, que nos importan, que son, por cierto, dis- tintas de las que importan desde una perspectiva budista o de cualquier otro tipo. En definitiva, creo ‘que la especificidad de Ja identidad personal respecto de otras identidades radica en la combinacién de las caraeteristicas tanto naturales como sociales de las personas: unos seres que completan su desarrollo en el marco de una cultura concreta, La filosofia analitica se ha mostrado tradicionalmente reticente a incluir los factores culturales en sus teorias sobre la identidad personal, optando, en su lugar, por enfoques reduccionistas y naturalistas. Sin embargo, esto no implica que ese sea el nico ‘camino posible: el «Materialismo no reductivo» de J. Margolis, Ia «ldentidad narrativan de Marya Schechtman’s o el «Personalismo analitico» de S.E. Cuypers'* constituyen buenos ejemplos de e6mo abordar el problema de la identidad personal tratando de evitar las aporias cldsicas de los enfoques. reduccionisias, sin por ello renunciar a los presupuestos analiticos". 34 Margolis. 3: Persons and Minds, The Prospects of Nonreducive Matvialion: Dordrecht: Reel, 1978, 4S. Sehechtman, Mz fhe Consinsion o Selves: Maca: Comell University Press 1996. 36: Cuypers SE: Seffdnit an Personal Autonomy: Aldershot Ashgte: 2001 437 Aungjue no emi propio snalar ni siquier superticialment. ests ttimos tes enfoqus en el presente trabajo. quiz ‘0 est de mds apuntr al menos, lox planteamientos generates que ropane® estos tes autores. J Margolis sostene 1a inalecvacién de un enfaque naturalists para el resolv det problema dela idemidad personal. dado el caricer de emidadescuturales que ene la persons. Ess, am, «so sees semientes que pueden emplea el lenge y la “oneferenca [J cuya exsienci real depende de fuers casas ualiicadas eultualment que explicancémo ‘quclaslegan 8 emenger a pattde los cuerpos fisiens en que estn eneurnada» (op cp. 7). Schechtman, por si pte, defiende la conveniencia de una dentidat personal que vest relaconada con I capacidal de eon raraivas Eutobogrilicascoberentes y con l esabecimiento de activididese interacclones que deinan la vida de tas personas» Sin que ello conleve la alopein de planteamientos hermenuicos (up... EX), Por utr. Cuypers sstne. deske ‘un perspectivastausoniana, que wc objetivo final de ura metafscadesrptva de la persona —anidas ttl co templativas—sdlo puede er aeuncado por medio de una sitsisconcepunts tp. ct.p. 7). 9/90 por el eto ans. Fndefintiva, Cuypers echiza ls tors catoisas de Ia We idad personaly aboza por wn enoque que consider & la persona como tn agente corporal. pblicoy dindmico que se relacioa eon otras personas y con el mmo» (p73). Et problema dela idemidad personal en la flosfia anata 83 No me voy a resistir a conctuir con una frase dle Bertolt Brecht: «Me parezco a aguel que Mevaba €! ladrillo consigo / para mostrar al mundo cémo era su casa». Creo que estos versos ejemplifican el talante que, durante mucho tiempo, ha venido imperando en el seno de la tradicién analitca en sus intentos de dar cuenta del complejo problema de la identidad personal desde una perspectiva reduc lonista, Todos convendremos en que, sin ladrillos, no hay casa, pero querer reducir la casa a un montén de ladrillos 0, mas aun, querer mostrar eGmo es mi casa a parur solamente de sus ladrillos © de Ia mera suma de todos sus componentes puede resultar una tarea que, por mucho ingenio que ‘mostremos, parece condenda al fracaso. Quiz, después de todo, la manera més sensata de mos- trarle @ alguien eémo es mi casa sea invitindole a traspasar el umbral

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