Está en la página 1de 1

Enrique cogi a su hermano con ambas manos y lo estrech contra su

pecho. Abrazados hasta formar una sola persona cruzaron lentamente


el corraln. Cuando abrieron el portn de la calle se dieron cuenta
que la hora celeste haba terminado y que la ciudad, despierta y viva, abra ante ellos su gigantesca mandbula.

Pgina 1 | 1

También podría gustarte