celeste y llevaba un eboshi de color gris, al estilo de la capital. Slo se vea una herida en el cuerpo, pero era una herida profunda en la parte superior del pecho. Las hojas secas de bamb cadas en su alrededor estaban como teidas de suho. No, ya no corra sangre de la herida, cuyos bordes parecan secos y sobre la cual, bien lo recuerdo, estaba tan agarrado un gran tbano que ni siquiera escuch que yo me acercaba.